lunes, octubre 12, 2009

CUBA : La verdadera gran conquista

La verdadera gran conquista



Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - La verdadera y gran conquista de la llamada revolución cubana ha sido el miedo que el régimen, al estilo estaliniano, ha logrado infundir en la población. Miedo en vez de respeto. Miedo infundido para lograr la obediencia.

Para lograrlo, desde el principio, estaban los discursos agresivos y violentos de Fidel Castro, que exhortaba a las masas a pedir pena de muerte para cualquier enemigo anónimo, sin pensar que cualquiera de los mismos que gritaban paredón en las concentraciones masivas, podría transformarse más tarde en uno de los fusilados.

Es lógico pensar que se trató de un macabro plan maquiavélico por parte del gobierno para evitar desde los inicios todo tipo de oposición popular. Era lógico que así fuera, tratándose, aunque muchos no nos dimos cuenta, desde sus mismos inicios de una dictadura totalitaria con todos y cada uno de sus imprescindibles ingredientes.

Surgió la G-2 y otros órganos que servían para vigilar a la población y mantenerla controlada y reprimida. Transcurridos cincuenta años de dictadura, todavía pueden verse y sentirse los estragos de ese miedo irracional que anula la decisión y el raciocinio de muchos cubanos de la isla y cuyos efectos llegan a veces hasta el exilio, donde algunos temen al largo alcance del brazo armado de la contrainteligencia cubana. Quizás sea el mismo gobierno cubano quien fomenta esas ideas.

Recientemente tuve una triste experiencia que me hizo comprobar el miedo que siente aún una buena parte de la población, especialmente muchos jóvenes. Tenía en casa a Alexis, un muchacho aprendiz de pintor de brocha gorda. Apenas 20 años de edad. Delgado, algo desnutrido, risueño y buen trabajador.

Cuando terminaba de pintarme la ventana de la cocina, le comenté sobre mi trabajo como periodista independiente. Los ojos casi saltan de sus órbitas, y exclamó, sorprendido:

-¡Periodista independiente! No sabía que eso existía. ¿Quiere decir que usted escribe la verdad de lo que ocurre en Cuba?

-Eso mismo -respondí.

La brocha casi temblaba en su mano; sentí su miedo en mi cuerpo.

-¿Y cómo usted se atreve a desafiar al gobierno? Bueno, a su edad ya no le hacen nada, pero a mi, me desparecen.

-¿Por qué piensas que te desaparecerían?

-Tuve un amigo que cuando se daba unos traguitos se ponía a decir cosas del gobierno: que si esto no servía, que no dejaban vivir a la gente. Cosas así. Un día me enteré que se lo llevaron unos guardias y nunca más hemos sabido de él. Por nada de este mundo me meto yo en un lío de esos.

-¿Tienes miedo?

-Sí, no me da pena confesarlo, la cárcel no se hizo para mí.