Insolidaridad de los intelectuales cubanos
Tomado de http://www.elnuevoherald.com/
Insolidaridad
Por Alejandro Rios
Los intelectuales cubanos no parecen ser muy solidarios con sus semejantes durante estos tiempos de incertidumbre donde el anticipado futuro de la isla no acaba de asomar la cabeza y el espíritu parece ser el de ``sálvese quien pueda''.
La famosa guerra de los e-mails, una reacción en cadena de oposición que se produjo hace cerca de dos años cuando represores indeseables del llamado quinquenio gris eran reconocidos como paladines de la cultura en la televisión nacional cubana, no ha tenido un seguimiento sustancial. Fue coartada en su momento por una declaración unívoca de la unión que representa a los creadores.
La lista de los apartados en la geografía artística y literaria crece sin un gesto de acercamiento por parte de quienes han logrado un nicho oficial en la sociedad. Pedro Luis Ferrer, Yoani Sánchez, los Aldeanos, Gorki, Silvito el Libre, Angel Santiesteban, Frank Delgado, entre otros, figuran entre los autores y músicos indeseables en los circuitos de presentaciones o publicaciones estatales.
Toda prebenda tiene un diezmo político a no ser que se asuma una actitud abiertamente fidelista, pues ya no se necesita ni la filiación socialista, como la del pintor y escultor Kcho, la del escritor Miguel Barnet, la del trovador Silvio Rodríguez o la del compositor y director de orquesta Juan Formell, verdaderos relacionistas públicos de una dictadura en sus postrimerías.
Recientemente, la delegación oficial cubana que asistió al Providence Latin American Film Festival estuvo a un instante de cancelar su participación cuando la directora de relaciones internacionales del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficas (ICAIC) supo que de Estados Unidos concurrirían cineastas del exilio como el director del notable cortometraje Model Town, Laimir Fano, además del realizador Rodrigo Lehtinen quien presentó un documental sobre los presos políticos en la isla Libre entre estas paredes.
( Luis Alberto García )
La participación cubana la integraban el director y otros artistas del popular filme Los dioses rotos, llegados de La Habana, a quienes se unieron integrantes del reparto como Claudia Valdés, ahora residente en Miami y Héctor Noas, en España. Los funcionarios y miembros de la policía política que suelen acompañar estos grupos se mantuvieron expectantes, aguardando las supuestas provocaciones de los ``apátridas'' que nunca se produjeron. Muy por el contrario, el recelo de los burócratas terminó en un ambiente desenfadado y de jarana, distante del rigor revolucionario.
Ya el propio festival había ignorado como potenciales invitados a otros directores exiliados como Orlando Rojas y Sergio Giral, cuyas obras figuraron en un programa especial de filmes traídos desde Cuba para la ocasión, del primero Una novia para David, y de Giral El otro Francisco.
En la misma tesitura de la insolidaridad y el miedo entre intelectuales y artistas de la isla, por estos días circula en internet, sobre todo en la blogosfera cubana, una supuesta carta del actor Luis Alberto García al director del diario oficial Granma, en respuesta a un artículo del periodista donde este, otra vez, vuelve a culpar al pueblo de casi toda la improcedencia del sistema.
Lo raro de esta circunstancia es que el actor, sobre el cual se ha especulado de una cierta cercanía a Raúl Castro en algún momento de su vida, no ha reclamado la autoría de la misiva, ni el resto de sus colegas ha oprimido siquiera una tecla para respaldarlo o tildarlo de traidor o libertino.
********************
PD: Este artículo circula por correo electrónico en Cuba desde hace varios días. La identidad del autor, el actor cubano Luis Alberto García, fue confirmada directamente a pedido de este blog.
October 20th, 2009 · 95 Comments
*Es inaceptable su artículo porque es inaceptable eximir al estado de responsabilidad por el paternalismo reinante, cuando fue precisamente este quien lo engendró*
*Como no tengo alma de vocero y siento repulsión por los irresponsables que se abrogan el derecho de hablar inconsultamente en nombre del pueblo cubano, los cuales son, desafortunadamente, bastantes, me limitaré a relatar mi situación personal, a sabiendas de que coincide con la de un gran porcentaje de la población cubana. La aritmética - aunque a muchos ya no le parezca debido a tantos forcejeos y convenientes manipulaciones - sigue siendo una ciencia exacta, ajena a subjetividades y por ende una útil aliada a la hora de saber por dónde andamos, en este caso por dónde ando y por donde andan los que quieren sostener que 2 menos dos es 3.*
*A fuerza de neuronas, cuando estas eran imprescindibles para graduarse de la educación superior, obtuve mi título. Luego de 6 años de práctica laboral he llegado a devengar la gloriosa cifra - gloriosa porque es el tope - de 480 pesos. El salario se desglosa, tomando en cuenta un mes estándar, más o menos de la siguiente manera: gracias a un viejo aire acondicionado que trato, válgame dios, de usar lo menos posible, 170 pesos. La vilipendiada libreta de abastecimiento, el tan nombrado “subsidio del estado”, me cuesta - no sé si alguien lo recibirá gratis - alrededor de 150 pesos, que se dividen en las libritas de aceite, el poquito de arroz, los escasos granos, el pan nuestro de cada día, el cafetín, algún que otro jabón una que otra vez, la pasta dental y otras pocas cosillas que constituyen la cuota mía y de mis 2 hijos. A esto le unimos el agua que se paga, el gas que también se paga y las cuotas del refrigerador y los calderos que generosamente el estado “nos entregó”, y por simple aritmética podemos llegar a la conclusión que después que uno paga los “subsidios” del estado, flaco se queda el bolsillo, más bien caquéctico, para afrontar el mar, no, el océano de artículos de primera necesidad que el estado no “subsidia” sino que tiene a bien aplicarle el llamado dos cuarenta, bueno, por ahí me quedé yo, aunque sospecho que ya es mucho más.*
*Resulta, compañero Lázaro, que debemos darle gracias al bondadoso estado por cobrarnos casi el 70 % del magro salario que nos paga para adquirir sus “subsidios”, y de paso - digo yo -, agradecerle también que nos quedemos como pichones con la boca abierta viendo como viviremos el resto del mes con lo poco de dinero que nos quedó luego de adquirir la cuota de alimentos de la libreta, que solo alcanza, con suma austeridad, para mal comer 13 días de los 30 o 31 que tiene el mes. Cualquiera que no fuese cubano pensaría, compañero, que los productos ofertados por la libreta son una especie de regalía del gobierno, pero los del patio sabemos de sobra que los precios de esos productos están en completa correspondencia con los salarios que paga el estado, empleador exclusivo de la fuerza de trabajo. Tomando esto en cuenta yo le pregunto: ¿Quién subsidia a quién? ¿El pueblo al estado con su trabajo mal pagado o, como usted dice, el estado subsidia la alimentación del pueblo? O mejor le preguntaría: ¿De dónde sale lo poco o lo mucho que el estado distribuye si no del esfuerzo casi desinteresado de los trabajadores? ¿O es que usted tiene la peregrina idea de convencernos de que el estado /per se/ es capaz de producir algo más que derroche? Sepa usted, compañero Barredo, pues parece no haberse enterado, que dentro de las características de este pueblo desde siempre han estado,el amor al trabajo, la capacidad de sacrificio, ampliamente demostrada, la valentía de asumir retos laborales por descabellados que hayan sido algunos o muchos. Esta isla - revise la historia - ha sido cuna de personas emprendedoras, con amplia inventiva, impregnadas de una pujanza poco común dentro de nuestra zona geográfica, sin chovinismos. Parece que convenientemente ignora que la diáspora cubana dispersa por los cuatro puntos cardinales de este mundo, se caracterizó y se caracteriza por ser una comunidad descollante y en sumo trabajadora. Ganadora del respeto y la admiración de las mas disímiles sociedades. Los avances educativos de los últimos 50 años o 45 - con todo respeto y responsabilidad pongo en duda los últimos 5 años - han servido para formar una sólida y capacitada fuerza laboral, envidia de no pocos países. Pero usted pone en duda nuestra inteligencia a contra viento, tratando burdamente de pasarnos gato por liebre. O es que usted, en un ejercicio de pereza intelectual, ignora o quiere ignorar o le conviene ignorar o le orientaron ignorar la verdadera génesis del paternalismo en nuestra sociedad siempre dúctil, que ha respondido a las directrices que vienen invariablemente de arriba como el eco a la voz. Como no somos tontos, al contrario, somos hijos de una revolución que supo desarrollar nuestro intelecto y nuestra suspicacia, al vuelo nos percatamos, por los tiempos que corren, que usted no es más que una mala suerte de vocero. La tesis, sobra decirlo, parte de otros de más arriba, redundancia, o quizás de todos los de arriba que, un poquito por aquí, un poquito por allá y mucho a través de usted, están tratando de enquistarle al pueblo un sentimiento de culpa, de sobra inmerecido. Pero usted, con la superficial semiología de sus síndromes, ha ofendido al pueblo cargándole culpas que no tiene, ni puede tener, si partimos de la máxima que el pueblo es el único soberano. De paso describe magistralmente su síndrome cervical que le impide mirar hacia arriba. Muy fácil es buscar culpables y sobre todo si estos están abajo.*
*¿Tendré yo, simple mortal, que demostrarle a usted que todos esos vicios sociales que describe fueron engendrados a conciencia por un estado que legisló hasta qué tipo de ropa íntima debían usar sus trabajadores? ¿Tengo yo que recordarle que el estado dejó espacio cero a la iniciativa popular? ¿Tengo que invitarlo a ver los ridículos chalecos de parqueadores estatales que adornan la ciudad, como muestra de la omnipresencia de la burocracia?*
*Es inaceptable su artículo porque es inaceptable eximir de responsabilidad al estado del paternalismo reinante, cuando fue precisamente este quien lo engendró y hasta lo utilizó a su conveniencia. Reducir el problema económico del país a los pesados “subsidios” que el estado tiene que aplicar a los alimentos tomando en cuenta que el mismo bondadoso estado sustrae del bolsillo de los trabajadores un gran porciento del bajísimo salario que el mismo paga, es simplificar la desgracia y, peor aún, abandonar a la clase obrera. ¿Por qué usted, señor periodista, no nos hace un favor a los cubanos de a pie, a la clase obrera en general y nos sirve de portavoz a la inversa? No hace falta escribir artículos, tanto no le vamos a pedir, no es necesario disculparse, eso no es costumbre. Pero bien pudiera ayudarnos a encontrar la cura de otro síndrome por usted no descrito. El síndrome de la hipoacusia al parecer relacionado con la falta de oxígeno que sufren o disfrutan las personas de las alturas. Tomando en cuanta su problema cervical aprovéchelo para conocer y trasmitir las disímiles propuestas que comunistas del mundo real han hecho para combatir esos mismos síndromes de los que usted nos acusa.***
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home