domingo, abril 25, 2010

Adiós a la impunidad de los esbirros castristas

Nota del Bloguista

En un libro de testimonios de oficiales y agentes del Ministerior del Interior y en particular del Departamento de Seguridad del Estado castrista o G-2 escrito por Juan Carlos Fernández y publicados en los años 80s. en Cuba, se narra como oficiales y agentes ( sin uniformes ) fueron a desbaratar esa procesión de la Iglesia de La Caridad, cuyo cura párroco era Monseñor Boza Masvidal, y mientras daban golpes y empujones a los católicos que participaban en la procesión , ellos gritaban consignas en contra el régimen y así tenía confundidos a los jóvenes católicos. Esa estrategia de las fuerzas Castrista les permitió durante años a la tiranía decir que el joven que murió fue matado por contrarrevolucionarios católicos.
*******************
Tomado de http://www.elnuevoherald.com

Adiós a la impunidad


Por RICARDO MARTINEZ-CID

Han pasado tantos años que no recuerdo si fue en 1960 o 1961. Sí, recuerdo la calle Manrique, la procesión en honor a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, los disparos que, en nombre de la revolución, asesinaron a un joven, en plena calle, y a la luz del día. El estandarte que portaba en el suelo. Su sangre y su cuerpo cuando lo arrastraban.

También recuerdo el fuego en los ojos de mi madre cuando le gritaba asesinos a aquellos sicarios uniformados. Y correr de su mano cuando amagaban con seguir disparando mientras avanzaban contra aquellas señoras con su fe en los labios y sus escapularios al pecho. No me lo contaron, con 10 u 11 años, yo viví aquella procesión por las calles de La Habana. Fue la última hasta las componendas del Santo Padre durante su visita a Cuba en enero del 98.

Escribo por la memoria de aquel joven alto, cobrizo, lleno de vida, y después muerto, y para intentar que los hechos no se repitan cuando el pueblo cubano le arrebate sus calles a quienes, a estas alturas, no entienden de derechos políticos, ni de diálogos, ni de transiciones pactadas, ni de derechos humanos, ni de jóvenes muertos. Para, utilizando una frase de Eloy Gutiérrez Menoyo, aportar un grano de arena a ``un muro de contención para que no se desborde el odio''.

( LAS DAMAS de Blanco son subidas a un ómnibus el pasado domingo 18 de abril, en La Habana, tras sufrir el hostigamiento de seguidores del gobierno por más de dos horas. ALEJANDRO ERNESTO / EFE )


Ante el maltrato a unas mujeres indefensas, cuyo único crimen es reclamar un trato justo para sus familiares, reconocidos presos de conciencia, nació la idea de crear un banco de datos, lo que podría llamarse una galería de la infamia y el abuso. Una base de datos similar a la que se lleva de los depredadores sexuales, para que los cobardes dispuestos a agredirlas sepan que no pasarán inadvertidos, que pagarán un precio por atormentar a sus semejantes. Que, un día, no muy lejano, como mínimo, sus hijos se abochornarán al ver sus fechorías, con nombres, fotos y apellidos.

Y en el caso no impensable de que, obligados por condiciones políticas hoy imprevisibles, como tantos compatriotas antes que ellos, desde José María Heredia, a principios del siglo XIX, se vean obligados a carenar por estas playas, sepan que no serán bien recibidos.

La idea nace en una de esas innumerables tertulias donde sufrimos con ella quienes hemos envejecido soñando una Cuba con cabida para todos sus hijos, homologada al primer mundo, en el siglo XXI, donde pertenece. Se presenta la oportunidad de un aporte posible. La conducta pacífica y firme de estas mujeres valientes reta a la inercia de tantos años. Invita a la acción, dentro de nuestras posibilidades, apoyados en el marco de las nuevas tecnologías.

Por eso el pasado 21 de abril, mis colegas, Wilfredo Allen y Santiago Alpízar, echaron a rodar la idea en el programa A mano limpia, buscando canalizar cualquier denuncia, siempre sustentada con pruebas, vía informática, y la disponibilidad a unirse a nuestro empeño. Con la salvedad de que se instauraren medidas que sirvan de filtro para proteger el buen nombre y la reputación de los inocentes.

La idea no morirá si la adoptan hombres y mujeres de bien dispuestos a aportar su granito de arena y algo de desvelo por reclamar un protagonismo sano en aras de un futuro mejor para la gran Antilla y sus gentes. No morirá si cooperan con el proyecto Cuba, represión id de América TeVe, donde se recopilan datos en el internet.

Si la evidencia demuestra que el acoso no es el de una turba espontánea. Si se trata de una coreografía de los órganos de Seguridad del Estado, habrá que considerar otros pasos ante los foros pertinentes.

Para eso en Miami, sobran abogados con el conocimiento y las ganas. La chusmería importada de Centro Habana a la Quinta Avenida a hostigar a las Damas de Blanco no constituye un crimen contra la humanidad, es la falta de humanidad de una plebe envilecida por cinco décadas de atropello impune contra toda voz discrepante. Han hecho del brete y la vergüenza un mérito ante las autoridades y es hora de retratarlos.

l exilio es parte de una historia obligada a reivindicar la geografía que le pertenece, avalada por su vocación a la reconciliación. Y lo ha hecho siempre a través de cinco décadas de apoyo a todo compatriota que llega a esta orilla, sin revancha ni rencores. Ahí está el Mariel como botón, y el trato filial y respetuoso dispensado al enemigo de ayer, pero el sacrificio de las Damas de Blanco y quienes, como Orlando Zapata Tamayo, van demostrando que aún nacen cubanos que prefieren la muerte a las cadenas nos obligan a pasar a la ofensiva. Estamos obligados no escatimar el apoyo que está a nuestro alcance. De eso se trata y es bien poco lo que reclama el deber: buscar cómo incidir de manera edificante en el futuro de nuestra patria. La propuesta es una de ellas. En la medida que uno de los agresores se modere o las víctimas se sepan respaldadas habremos triunfado.

Abogado cubanoamericano.