BARACUTEY CUBANO

Por Luife Galeano


Hace muchos años, más de los que quisiera recordar, tuve un jefe al que, ante cualquier cuestión que le planteara, debía satisfacerle dos inquietudes previas si quería obtener su visto bueno. Éstas eran, en inglés: What’s the point? —¿Cuál es el objetivo?— y What’s the overriding premise? —¿Cuál es la premisa preponderante?—. No había propuesta o proyecto que saliese adelante sin responder a ambas preguntas de manera satisfactoria. Luego podría estar de acuerdo o no o, incluso, añadir sus sugerencias, pero todas las iniciativas debían salir razonadas y ser capaces de resistir los escrutinios más sutiles a las que fuesen sometidas.

Siempre consideré su recto proceder como una calistenia saludable y he tratado de continuar su práctica de continuo cosechando bastantes triunfos y satisfacciones en el aspecto personal que es el plano que más me importa, muy por encima de las lisonjas y oropeles de la vida.

Este breve preámbulo viene a cuento porque ninguna de ambas cuestiones se satisfacen cuando analizo la vorágine informativa y política que se desprende del proceso de suelta de presos que, de repente y por arte de birlibirloque, se ha puesto en funcionamiento dentro y fuera de la isla. No tiene sentido. La cuestión económica, siendo cierta, no me convence. Tampoco Cuba considera importante la apertura al mundo que tanto solicitan tirios y troyanos. Ya lo dijeron el pasado 26 de julio en un acto repleto de pistas y guiños, los mayimbes de la Revolución: En su momento, lo que creamos necesario y sin presiones de ningún tipo.

Por eso, hace días que vengo dándole vueltas al tema y, cual inceptor —palabra en desuso que significa hombre que comienza o da principio a algo— quiero plantear una tesis razonada a lo largo de los próximos artículos. No pretendo profetizar, ni abrir un debate sobre mis ideas —no soy hombre de batalla de ideas sino de compartirlas—. Mi ánimo reside en tratar de comprender el porqué de este berenjenal así como su alcance y oportunidad y, de estar en lo cierto, es muy posible que el tan prometido convite a unos tragos de Ron Quiroga, ambrosia de Holguín, celebrando la libertad en los muelles de Casablanca, se produzca mucho antes de lo esperado por los más optimistas mambises.

Pero no adelantemos acontecimientos. Prefiero desarrollar la idea sin prisas pero sin pausas esperando que, conforme ésta cale en las mentes de mis compatriotas y afines, la misma adquiera la fuerza metafísica que acelere el devenir de aquello que pulula en el horizonte.

Toda estrategia necesita de su principio preponderante. Un principio base, origen y razón fundamental que guíe a sus actuantes y que, a su vez, prevalezca y ejerza un influjo dominante sobre todas las cosas. Pues bien, en esta desmesurada suelta de presos políticos y su consiguiente deportación, opino que no se ha dado con el quid que explique la estrategia que se sigue. Podemos decir que se ha llevado a cabo una acción de impacto mundial que le ha permitido al gobierno de Cuba mantener la iniciativa; pero ello no explica qué es lo que hay entre bambalinas.

La excarcelación masiva con licencia extrapenal —las definiciones son sutiles e importantes— de los presos políticos le ha permitido al régimen apuntarse tres tantos fundamentales: Lo ha realizado con la intervención del régimen en exclusiva —Ortega, Moratinos y Mamberti son meros sicarios obedientes—, ha mantenido el control de la decisión —han soltado a quién han creído conveniente y de la forma que han considerado más apropiada— y son los que dictan los tiempos —cuándo saldrán o si saldrán o no—. Es innegable que el régimen castrista ha ganado la partida con una supremacía devastadora.

( Cardenal Jaime Ortega, Canciller español Miguel Ángel Moratinos y el Embajador de España en Cuba )

Ello ha sido así porque, dentro de su principio preponderante, el proceso ha echado mano de actores que se han dedicado a mover los hilos sin exponer al régimen a la crítica o al castigo derivado de tener, de facto, presos de conciencia en cárceles infrahumanas. ¿Cuántas críticas ha recibido el dictador por esto? Ninguna; al menos en los foros de mayor fuste e importancia. En todos se ha abierto un compás de espera y nadie ha tenido la testiculina necesaria para denunciar los hechos aunque hayan atacado sin denuedo a los actores del trabajo sucio.

Por una parte, es público y notorio que el gobierno procastrista de España es el actor perfecto por afinidad ideológica, porque está necesitado de credibilidad y prestigio —la presidencia española en su turno rotatorio en la UE ha sido calificada de nefasta y desastrosa por los propios europeos—, habla el mismo idioma, comparte los mismos intereses y enemigos y, a la vez, presenta comportamientos afines al pensar europeo. Todo ello lo convierte en parapeto idóneo sobre el que soportar las pedradas dialécticas de los confusos.

Por otra parte, la Iglesia Católica siempre ha cuidado y preservado su patrimonio terrenal. Nadie debería escandalizarse ya que son materia histórica las colaboraciones del Vaticano con los grandes dictadores que en la Historia han sido. Por consiguiente, en un alarde mimético, la Iglesia cubana custodia su patrimonio antillano como base fundamental para su estrategia a largo plazo —su principio preponderante— de cara a los tiempos futuros y el carácter temporal de las personas. Y si bien ello haría pensar en un papel de supremacía angélico-terrenal del Cardenal Ortega, no debe verse como tal sino como una concesión a la galería del terror en la que hace favores al régimen a cambio de preservarse bajo las candilejas; aunque ello suponga exponer sus anchas espaldas al apedreamiento popular. Tampoco sería la primera vez.

Es innegable que el gobierno cubano necesita de ambos para sus intereses pero en ningún momento se han doblegado y aceptado más que lo necesario para que el guión se desarrolle según las líneas marcadas. Así lo fijaron cuando establecieron su objetivo y ese principio preponderante que intentaremos desvelar en próximas entregas. Baste por ahora anotar el despliegue utilizado. Ya habrá tiempo de asombrarse y llevarse las manos a la cabeza horrorizados.