BARACUTEY CUBANO

Por Luis Cino
Periodista independiente.
luicino2004@yahoo.com

Arroyo Naranjo, La Habana, 5 de agosto de 2010 (PD) De un tiempo a acá, oigo a algunos repetir que la oposición interna, al menos tal como la conocemos hasta ahora, está tan agotada como el régimen. Que mal que bien, jugó su rol pero su momento ya pasó. Son palabras mayores, ¿no?

Dicen que ahora se impone un nuevo discurso, bien alejado del ghetto disidente y la retórica tradicional de “la contrarrevolución real”. ¿Hay alguna de mentiritas? ¿Cuál es y dónde está la otra contrarrevolución? ¿Entre corruptos y burócratas, a la sombra de las piñatas, en las tribunas de palo de los retranqueros del Partido Único o en los hogares de ancianos y cementerios del sur de la Florida?

Si algo resulta anacrónico de tanta relatividad como hay en la política sin brújula de la posmodernidad globalizada, es el empleo de los términos “revolucionario” y “contrarrevolucionario”. Que me convenza alguien de que los ayatollahs persas, el mullah Omar o el camarada Kim Song Il son más revolucionarios que muchos disidentes habaneros que conozco. Eso es, si hablamos de revolución en serio, no de hacerle la vida imposible al Tío Sam.

De vuelta al tema de los nuevos actores políticos, no puedo negar que aburren y decepcionan las querellas por cualquier nadería entre los líderes opositores. Entonces, ¿cómo debe ser el nuevo discurso de los disidentes que no lo son o dicen no serlo sino en determinadas circunstancias en que son más disidentes que Havel, Soltchenitzin, Sajarov y Walessa juntos?

¿Una mezcla a partes iguales, diluida en cerveza, de ingenuidad hippie, filosofía de esquina, marxismo lijado, budismo zen, cristianismo primitivo, cubaneo del bueno, ciber-trucos y feria circense?

Oigan, de veras que es grande la tentación de subirse al púlpito, pero una vez que se sube y se hace catarsis, la toga empieza a sentirse demasiado grande. Y entonces uno corre de nuevo a su blog, a escribir sus cuentos, a tocar la guitarra o a la cama con su amor. Que no hay que exagerar y creerse lo que uno en realidad no es.

Esto no quiere decir tampoco que dejemos resignadamente el futuro de Cuba en manos de cualquier pelafustán irresponsable y ególatra que nos lleve lo mismo directo al liberalismo de La Chambelona que de vuelta a repetir el fracaso socialista en el mismo momento que se inició el tipo en las ORI, que no hay que olvidar que eran la candela y largaron más que chamuscados a todos los que pasaron por sus filas.

Con el regreso del Compañero Fidel (que nadie sabe a ciencia cierta para qué regresó) y sus predicciones apocalípticas, no se sabe quien manda realmente en Cuba. ¡Manda p…! Dicen unos pocos optimistas que estamos en vísperas de las reformas, pero la policía política no pierde oportunidad de advertir a los opositores que lo que les viene arriba no es de amigos. Un poco de las dos cosas habrá, digo yo para no entrar en discusiones.

Lo cierto es que las excarcelaciones de presos políticos compulsados al exilio forzoso me recuerda en cierta forma aquel asunto de tiempos de Gorbachov y la perestroika cuando las autoridades soviéticas impusieron como condición sine qua non a los disidentes presos que escribieran cartas, cuanto más arrepentidas mejor, al Politburó del PCUS para solicitar su liberación. Y después vimos qué pasó con los disidentes, como se difuminaron para dar paso a los comunistas reciclados, la piñata y la mafia, hasta llegar al presente putinesko, que es cualquier cosa menos decente y democrático.

Dicen que la dictadura, para perfeccionarse y hacerse casi eterna hasta que aterrice suave, por inercia, busca conformar su neo-oposición. Modesta, amistosa, inocua. Con alguna libertad de prensa, discretamente controlada, con coletilla, segurosos y papel racionado. Hasta una Ang Suu Kyi que de vez en cuando “dé bateos” de poca envergadura debe estar prevista en el programa. Todo menos la cosa real.

Hay que estar alertas ante las nuevas jugarretas. Sólo que no podemos evitar, de tan aburridos con los balbuceos del Compañero Fidel y las reformas que no llegan, dar algún que otro pestañazo. Por suerte o por desgracia, sabrá Dios, siempre hay alguna voltereta inesperada que nos despierta. Entonces, volvemos al punto en que nos quedamos: la búsqueda, si es que las hay, de las nuevas formas de hacer oposición. En eso estamos. Luego les cuento.

luicino2004@yahoo.com