EN LA HABANA SOMBRAS Y LÁGRIMAS DE FILMES OLVIDADOS
SOMBRAS Y LÁGRIMAS DE FILMES OLVIDADOS
Por Juan González Febles
Periodista independiente.
juanchogonzal@gmail.com
Lawton, La Habana, 4 de noviembre de 2010, (PD) La ciudad está recorrida por la zozobra y por una tristeza en sordina que arrasa. La mejor referencia que tengo sobre esta peculiar atmósfera, viene de las películas soviéticas de antaño. Llamaba la atención la tristeza que rezumaron aquellos filmes. Casi todos transcurrieron en ciudades grises, tristes y aburridas, pobladas por gentes más tristes y aburridas aún.
Lo llamamos tristeza eslava y en aquel momento, pensamos que la atmósfera y el sentimiento siempre nos serían ajenos. Creímos que para comprender aquello, era necesario ser eslavo. Craso error. La Habana, encontró frente al espejo, al Moscú triste y gris de los años 30 del siglo XX. La tristeza y el horror no eran eslavos. Como dijo en una ocasión un buen amigo, el horror no tiene patria. Sólo le faltó decir que la tristeza o la desesperanza tampoco.
Hoy día, muchos cubanos, quizás demasiados, viven atados a la aprensión y el temor al desempleo. Por supuesto, el paro en Cuba no será de la modalidad light al uso de la culta Europa y tampoco se conocerá al american way. No habrá unos cuantos miles de euros para cada desempleado, al estilo europeo o cupones de alimentos como en USA. No habrá vacaciones pagadas como breve respiro para seguir adelante. Cuba es diferente, aquí era malo, es malo y pronto, será peor.
El domingo, la modorra del mediodía fue interrumpida por la muerte de dos vecinos. Fueron atropellados por cuatro ladrones de un auto que les atropellaron mientras se daban a la fuga en un Fiat Polski. Dicen que lo hicieron para desarmarlo y venderlo en piezas. Ocurrió a un centenar de metros de mi casa. Los muertos eran relativamente jóvenes. Los ladrones, mucho más. La policía atrapó a dos de ellos. Los otros se dieron a la fuga.
Las tiendas llamadas ‘recaudadoras de divisas’, están casi vacías y muy desabastecidas. Nadie sonríe. Las empleadas comentan que sólo conservarán su empleo unos pocos jerarcas que harán las cuentas, jóvenes forzudos para lidiar con pesos y tareas rudas y las más bellas entre las empleadas. Estas últimas deberán mirar a la cámara y aportar la sonrisa. El resto, a la calle.
La gente comenta el aumento salarial que recibirán los policías. Los de infantería ganaran mil pesos y otras prestaciones. Los investigadores e instructores policiales, tanto políticos como comunes, mucho más. Nunca vi tanto desprecio. Ni la satanizada policía del régimen de Batista fue tan odiada. Dicen que el incremento salarial recibido, es directamente proporcional al rechazo ciudadano, que cosechan. Pero como ya ha dicho nuestro astuto y pesado presidente, ‘la policía representa al poder revolucionario en las calles’. Ciertamente, el tipo tiene razón.
La violencia, unida a una desnaturalizada falta de compasión, parece haber sustituido al antiguo talante jaranero y generoso de los habaneros. Como decía el estribillo de aquella tonada que se hizo popular hace varias décadas, compuesta por el millonario y compañero Formell, ‘se acabó el querer’. En la ciudad que recorro, ‘nadie quiere a nadie’.
Desde las paradas repletas, la gente espera y maldice. El hecho cierto es que no hay guaguas, que es como llamamos al ómnibus. Dicen que no hay piezas de repuesto. También, que los que mandan en vida climatizada desde sus automóviles, redujeron el suministro de combustible al transporte en un 50%. Se dice que buscan la vuelta a la bicicleta. Circulan muchos rumores. Son del tipo que ha fabricado la realidad de los últimos cincuenta años.
Los rumores son primos lejanos de los sueños y de las pesadillas. Somos un pueblo que ha vivido mucho tiempo pesadillas, se alimentó de sueños y cree en rumores. Pero si de soñar se trata, ¡hagámoslo! Cerremos los ojos un instante y dejemos vagar a la imaginación.
Vamos a imaginar el día que La Habana amanezca sin Comandante, sin presidente pesado y en fin, sin tanta gente cruel, desagradable y sin talento. Pero esto será cuándo nos pongamos de acuerdo. Si todos queremos, lo hacemos.
¿Se embullan? Si la respuesta fuera afirmativa, haremos un rumbón colectivo para bailar hasta que amanezca siete días con sus noches seguidos. Pero habrá que apurarse para que vengan Willy Chirino y los Rolling Stones. Entonces, La Habana dejará atrás sombras y lágrimas de filmes olvidados.
juanchogonzal@gmail.com
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