Pablo Tena Montero opina sobre el artículo de Carlos Alberto Montaner titulado Vaticano Inc. (Con Perdón)
El término liberal es equívoco, pues se asigna a posiciones opuestas según el contexto. Cuando José Rodríguez dice que liberal se asocia a los commies me imagino que se refiere a la acepción norteamericana (donde liberal se refiere a la izquierda), pues menciona la Fox. Sin embargo, me parece que en el artículo, al llamar a CAM liberal cubano, el autor se refiere a la acepción europea. Aquí CAM sería, en todo caso, libertario, no liberal.
RAÍCES Y EVOLUCIÓN DEL LIBERALISMO. EL NEOLIBERALISMO
Como muchas de las corrientes del pensamiento occidental, el liberalismo encuentra sus raíces más antiguas en el pensamiento de la antigua Grecia, concretamente en ciertos aspectos del pensamiento aristotélico y de los filósofos estoicos así cómo del pensamiento ateniense de la época de Pericles. La ciencia jurídica romana, Catón en particular, también aportó ciertos elementos a la conformación del pensamiento liberal. Algunas de esas ideas fueron retomadas en su esencia y desarrolladas en la Edad Media (la cual no fue realmente ese período oscuro y de estancamiento de la humanidad que nos han querido mostrar muchos historiadores) por el humanismo cristiano y por la filosofía del derecho natural desarrollada por Santo Tomás de Aquino; pero no es en estas raíces donde deseo detenerme y comentar.
Deseo detenerme en los padres jesuitas y la Escuela de Salamanca del siglo XVI, siglo también llamado el Siglo de Oro español, y sus valiosos aportes a la conformación de los cimientos de la filosofía liberal; esta escuela de pensamiento económico ( encabezada por juristas discípulos del dominico español Francisco de Vitoria, también iniciador del Derecho Internacional) estaba formada en su mayoría por clérigos.
Sobre la importancia de esta escuela Friedrich A. Hayek, Premio Nobel de Economía 1974, expresó:
¨ los principios teóricos de la economía de mercado y los elementos básicos del liberalismo económico no fueron diseñados, como se creía, por los calvinistas y protestantes escoceses, sino por los jesuitas y miembros de la escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español ¨
De un cristiano español a un liberal cubano
Por Pablo Tena Montero
Coincidiendo con la reciente visita de Benedicto XVI a México y a Cuba y, sobre todo, con motivo de la actitud mantenida por el Papa en torno al régimen actual cubano, D. Carlos Alberto Montaner, liberal cubano, ha escrito un artículo en el que ofrece una valoración crítica del comportamiento del Papa y de la Iglesia en general. La lectura de dicho artículo me ha suscitado una serie de sensaciones y reflexiones algunas de las cuales expongo a continuación.
1º Ante todo quiero agradecer al Sr. Montaner el tono de su artículo pues, sin dejar de ser crítico, es a la vez respetuoso, y muy distante de lo que uno puede oír y leer en la España de hoy. Aunque, como se verá, disienta de algunas de sus afirmaciones, no he encontrado frases hirientes ni despectivas ni he visto descalificados a los creyentes por el hecho de serlo. No está uno acostumbrado a leer en el titular, aunque sea entre paréntesis " con perdón".
2º Considero que en la base del artículo está una cierta decepción causada por la postura de Benedicto XVI a propósito de su visita a México y, sobre todo, a Cuba. Se le reprocha al Papa no haber llevado a cabo, como debería, una condena explícita del actual régimen cubano que no sólo es inadmisible para un demócrata, sino para quien comulgue con el evangelio de Jesús. Aún compartiendo, por lo mismo, en cierta medida dicha decepción y crítica, creo que el artículo tiene un carácter reactivo, comprensible sobre todo en un liberal cubano, pero peligroso si no se controla bien.
3º Si del tono pasamos al contenido, debo confesar que, en general, me ha resultado personalmente gratificante leer cosas como estas: " la Iglesia Católica es una enorme empresa de servicios espirituales y asistencia social" o "es verdad que la empresa, según proclama, está primordialmente sostenida por valores morales" o que su misión básica es la de propagar la fe religiosa dedicándose fundamentalmente "a enseñar, ayudar a los desvalidos y administrar los sacramentos" o también, finalmente, que " su objetivo es salvar almas" y no, como proclaman algunos por estos lares hispanos, el burdo enriquecimiento material o la deleznable conquista del poder. Todas estas consideraciones me han resultado estimulantes sobre todo teniendo en cuenta que proceden de alguien que contempla la Iglesia desde fuera y no puede, por lo tanto, ni admirar ni gozar de la belleza y el esplendor de las vidrieras desde dentro.
4º Sin embargo, hay en el escrito algunos puntos que no comparto plenamente. En primer lugar, la consideración de la Iglesia Católica como "una empresa". En principio yo también creo que la Iglesia Católica es o, cuando menos, funciona como una empresa, término éste que supongo que no tendrá para el Sr. Montaner las connotaciones tan negativas que posee en determinadas ideologías. Pero la Iglesia Católica, que es una empresa, no es sólo una empresa, sino algo o, incluso, mucho más que una empresa. También la familia, la nación, una ONG y otras muchas realidades sociales son o funcionan como una empresa, pero son más que una empresa. No contemplar más que esta dimensión, por ejemplo, respecto a la familia es un reduccionismo inadmisible. En el caso de la Iglesia sólo es comprensible cuando se la contempla desde fuera.
5º Pero mi mayor desacuerdo se encuentra en la tesis de que la Iglesia, para lograr sus objetivos e incluso para sobrevivir, necesita el apoyo del poder político, lo que le obliga a permanentes e "incómodas concesiones" y a "balancear constantemente los principios, los objetivos a corto plazo y las obligaciones que impone la realidad". Es lo que habría venido haciendo la Iglesia desde el s. IV en el que tuvo lugar el conocido " giro constantiniano" que culminaría con la declaración del cristianismo como religión oficial del imperio en tiempos de Teodosio. El giro constantiniano es, desde luego, un hecho histórico indiscutible, pero es valorado de maneras muy dispares entre los mismos miembros de la Iglesia. Muchos de ellos y, a veces, bien cualificados, condenan sin paliativos dicho giro. ¡Para que luego digan que en la Iglesia no se permite la libertad personal.
Y cuando se recorre la historia de la Iglesia, y muy especialmente la del monacato y otras muchas asociaciones religiosas como la del " poverello" de Asís, se puede constatar una permanente añoranza de los primeros tiempos del cristianismo. Por entonces, la Iglesia vivía más sencilla y auténticamente, estaba alejada del poder político y, en medio de la persecución, poseía la libertad interior – valor evangélico donde los haya – para ejercer su crítica profética de las conductas contrarias a la voluntad de Dios. Creo que en esa misma dirección van también nada menos que algunos textos del Concilio Vaticano II, particularmente de la Gaudium et Spes, en los que se diferencia entre el plano político y el religioso y se sostiene la autonomía de aquel a la vez que se demanda la libertad de éste.
En apoyo de sus tesis, el artículo alude a tres ejemplos históricos concretos. Dejando a un lado ahora el desacuerdo entre los historiadores sobre alguno de ellos, como es el de Pio XII y el nazismo, creo que hay otros muchos casos históricos que se podrían aducir para mostrar justamente lo contrario. Ahí está lo sucedido tras la Segunda Guerra Mundial en algunos países de la Europa del Este, particularmente en Polonia, durante la dominación comunista. Basta contactar con la organización católica " Ayuda a la Iglesia necesitada" para conocer otros muchos casos.
Pese a estos desacuerdos, al finalizar la lectura del artículo me han venido a la memoria unas palabras que dirigió Jesús a un letrado judío al final de una conversación con él: "No estás lejos del Reino de Dios", al que , por cierto, no hay que confundir ni identificar con la Iglesia. Pero eso ya es otro asunto.
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