lunes, mayo 23, 2016

Armando de Armas: ¿Qué pasó con la República de Cuba nacida el 20 de mayo de 1902?



Published on May 21, 2016
Luís Felipe Rojas, periodista y conductor del programa "Contacto Cuba" de Radio Martí entrevistó a Ángel Cuadra, Julio M. Shiling y Armando de Armas con motivo del 20 de Mayo, Día de la Independencia de Cuba.

Esta entrevista fue transmitida este 20 de mayo en el programa Contacto Cuba de Radio Martí bajo la conducción de Luis Felipe Rojas y la producción de Berta Arrabal.




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Viernes de Tertulia 20 de Mayo: Tres generaciones miran la República tuvo lugar el 20 de mayo del 2016, con la participación de los escritores Ángel Cuadra, Julio Shiling y Armando de Armas.


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Tomado de http://www.martinoticias.com/

Cuba, República y 20 de mayo

Por  Armando de Armas
martinoticias.com
mayo 22, 2016

Imágenes del 20 de mayo de 1902 cuando la bandera cubana es IZADA, no arriada, en el antiguo Palacio  de los Capitanes Generales (en ese momento Palacio del Gobernador) a las doce del mediodía, y de ser ARRIADA  la bandera norteamericana.  En el Castillo de los Tres Reyes del Morro la bandera cubana fue izada por el General Emilio Nuñez y  varios humildes  mambises lisiados en la guerra. Muy probablemente en ambos lugares la bandera norteamericana fuera arriada, recogida y guardada por personal militar norteamericano. Fotos y comentario del bloguista de Baracutey Cubano.

¿Qué pasó con la República? Pasó que no estábamos preparados para gobernarnos, como los hechos posteriores demostraron hasta la saciedad...

Al 20 de mayo de 1902 se arriba tras treinta años de guerra por la independencia, un fuerte cabildeo, para usar un término del presente, de los cubanos ante las autoridades norteamericanas, y una propaganda de los medios de prensa estadounidenses que precipitó la intervención de EEUU en 1898, luego de la explosión del Maine, dando pie a la Guerra hispano-estadounidense.

Estamos así ante la primera guerra de la historia desencadenada por la prensa y, me atrevería a decir, ante la primera manifestación de lo que después se conoció como la posmodernidad.

Vale la pena detenernos en don Tomás Estrada Palma, el primer presidente de la República. Estrada Palma viene desde la Guerra de los diez años, fue presidente de la República en Armas, del 29 de marzo de 1876 al 19 de octubre de 1877, y después de la firma del Pacto del Zanjón y el posterior fin de las hostilidades fue uno de los organizadores, junto a José Martí, del movimiento de emigrados cubanos en Estados Unidos y del Partido Revolucionario Cubano. Hombre de confianza de Martí, tras su muerte el 19 de mayo en los inicios de la Guerra de 1895,don Tomás asume el mando del Partido y tuvo a su cargo la organización de los envíos de avituallamientos y armas a las tropas insurrectas en la isla. De modo que al ser elegido presidente, con el apoyo entusiasta de Máximo Gómez, no era ningún advenedizo ni alguien ajeno al ideario de los independentistas como se ha pretendido.

Sin dudas, el hombre ha tenido muy mala prensa, pero realmente no fue un mal gobernante, fue sobre todo el más honesto de nuestros mandatarios. En nuestra historia los peores, los de más mala prensa, suelen ser los mejores, y los mejores, los de mejor prensa, suelen ser los peores. En el primer caso tenemos a Estrada Palma y en el segundo a Fidel Castro que ha tenido, y tiene aún, la mejor prensa del mundo.

(Máximo Gómez y Leonardo Wood en el momento de izado de la bandera cubana en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales)

¿Qué pasó con la República? Pasó que no estábamos preparados para gobernarnos, como los hechos posteriores demostraron hasta la saciedad, que lo ideal para Cuba hubiese sido un régimen autonómico, que las guerras por la independencia fueron en alguna medida guerras civiles, que nunca hubo más de tres mil hombres sobre las armas en esas contiendas, por lo que no era en verdad un anhelo popular sino un anhelo de las elites criollas imbuidas del ideal emanado de la Revolución francesa.

Pasó también que esas elites fueron escabechinadas en la primera guerra, 1868-1878, y que en la segunda (entre la una y la otra no dejó de haber hombres sobre las armas, aunque fueran bandoleros como Matagás y Manuel García que finalmente murieron como oficiales del Ejército Libertador), gracias al ideario martiano, prevaleció junto a lo independentista una visión acentuadamente social del conflicto y, en consecuencia, populista del devenir nacional que marcaría la República que nace el 20 de mayo de 1902, tras dos años de ocupación norteamericana.

Paradójicamente, la modernidad nos mata. Nunca fuimos una nación atrasada como se ha querido vender. Dar acceso al voto a grandes masas de analfabetos, desposeídos y ex esclavos no ayudó mucho a la estabilidad de la República que surge más como democracia social que como régimen constitucionalista que velara efectivamente, no por la mayorías como erróneamente se asume, sino por las minorías.

Tenemos que una gran parte de la masa electoral saltó en el tiempo, barco negrero y Atlántico mediante, de los estadios tribales, sin sentido de la propiedad, a una sociedad supramoderna regida por la propiedad, de lo poligámico a lo monogámico, del politeísmo, y el polidemonismo en muchos casos, al monoteísmo. El catolicismo y el imperio español supieron acomodar mucho mejor, dado que ambos eran sistemas tradicionalistas, tan jerárquicos como los sistemas subsaharianos, con la fragmentación y la ruptura psico-religioso-social que significó para aquellos individuos la migración forzada, brutal sin duda alguna, de un mundo al otro, de un tiempo mítico a un tiempo histórico; de la ancestralidad a la modernidad.

La República que nace en 1902 es mayormente masónica, laica y, en algunos casos atea, hija degenerada del iluminismo y la razón. Más apegada a Juan Jacobo Rousseau que a John Locke. Imbuida del romanticismo revolucionario que la muy desconocida Constitución de 1901 logró por un tiempo mantener refrenado.

Pero, no nos confundamos. Esa fecha de mayo vale celebrarla como nuestra gran fecha porque, dado el devenir de los acontecimientos, ya no había otra opción que la independencia por la que habían peleado, muerto y matado una buena parte de la población cubana y porque, para colmo de fortuna, la República que nace el 20 de mayo de 1902, nace bajo el ala protectora del águila imperial norteamericana. Esa fecha, contrario a lo que se ha dicho, es la realización del sueño de Martí, aunque, ya sabemos, los sueños no suelen ser la realidad, sino su anticipación aproximada.

El problema no era la Constitución, que nos dimos en 1901 la mejor de todas nuestras constituciones; influida sin dudas por la carta norteamericana. El deseo de legislar, de apegarnos a una carta magna, no nos faltó. Tenemos así, en la Guerra de los diez años, probablemente el único y patético caso en la historia de un Senado y un Congreso moviéndose con las tropas a lomo de mula, de sesiones legislativas que se daban literalmente bajo las balas, de un poder militar maniatado ante un poder civil que retardaba o hacia fracasar las acciones guerreras. ¡Se imaginan, exagerando un poco, una tropa mambisa que decide la conveniencia de emboscar una fuerza española con la Cámara detrás decidiendo si se debe atacar o no, mientras un legislador mambí suelta a viva voz un apasionado discurso dilatorio, en tanto, como era de esperar, la fuerza española se ha percatado y carga contra los mambises, y los legisladores que huyen con sus carpetas de papeles o los dejan esparcidos entre la maleza, con información clasificada sobre planes de ofensivas y envío de expediciones con hombres y pertrechos detallando fecha y lugar de desembarco!

Tenemos el caso de la destitución del presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, 27 de octubre de 1873, protagonizado principalmente por la Cámara de Representantes, y que fue uno de los hechos de mayor trascendencia y consecuencias negativas para la lucha por la independencia de Cuba.

Es decir, no nos faltó nunca un deseo y una voluntad legislativa, a veces a costa del ridículo, pero nos faltó la cultura que sostuviera ese deseo y esa voluntad. El intelectual e historiador Manuel Moreno Fraginals definió la cultura cubana como una cultura militar y marinera. El desarrollo de La Habana como importante ciudad en este hemisferio se debió más que nada a las expediciones guerreras que fueron a la conquista del continente primero y contra las huestes independentistas sudamericanas después, y a que el asentamiento urbano fue la base de operaciones del avituallamiento del sistema de flotas, creado para proteger los galeones españoles, que navegaban atestados de tesoros para la Corona, de los asaltos de los temibles corsarios y piratas, dando así lugar a una economía de servicios y a una sociedad que se manejaba como un barco o un campamento. Martí se lo advirtió a Gómez: “Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento”.

Luego, debido al monopolio español, el resto del país pudo desarrollarse gracias al comercio de rescate y contrabando que las poblaciones del interior, incluyendo sus autoridades, mantenían con los corsarios y piratas.

Nuestra primera obra literaria, el poema Espejo de paciencia, escrito en 1608 por el canario Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, escribano del cabildo de Santa María del Puerto del Príncipe, es un reflejo de esa realidad. Si se lee detenidamente el poema uno se percata de que el Obispo Altamirano en poder del pirata francés Gilberto Girón, muerto por el asalto de los lugareños que acuden en su rescate, específicamente a manos del negro Salvador Golomón quien le parte pecho y corazón de un lanzazo, había estado previamente en tratos no santos con el bandolero del mar.

Por otra parte, se ha dicho que la derogación de la Enmienda Platt marcó la mayoría de edad de la República, pero como ya preguntaba en mi libro de ensayo Mitos del antiexilio: ¿Qué clase de uso dieron los cubanos a los deberes y derechos que se adquieren con la mayoría de edad? ¿Es que fueron los cubanos unos adultos irresponsables, puesto que los hechos históricos muestran que a poco de ser mayores perdieron o entregaron alegremente la República? ¿Fue por consiguiente tan negativa para Cuba la Enmieda Platt como pretenden tirios y troyanos? ¿No ayudaría la Enmieda Platt más bien a preservar, a trancas y barrancas es cierto, pero a preservar en definitiva, a esa República? ¿De haber existido la Enmienda Platt en 1959 habría llegado al poder un Fidel Castro? ¿Se hubiese implantado un régimen comunista en la isla?

Tras el Tratado de París en 1899, y mientras Cuba elaboraba su Constitución en 1901, el Senado de Estados Unidos vota una enmienda que será incluida en la carta cubana: la Enmienda Platt. La misma tenía tres puntos importantes: la cesión de terrenos para el establecimiento de bases militares estadounidenses en suelo cubano, la prohibición al Gobierno de Cuba para firmar tratados o contraer préstamos con poderes extranjeros que pudieran menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna obtener por colonización o para propósitos militares asiento o control sobre ninguna porción de la isla, y el derecho que daba a Estados Unidos para intervenir con sus Fuerzas Armadas en Cuba con vista a proteger "las vidas, las propiedades o las libertades individuales".

Era la enmienda que nos garantizaba la protección bajo el ala del águila imperial de que hablaba más arriba, un valladar contra el romanticismo revolucionario, las dictaduras y los poderes extranjeros que terminarían finalmente devorándonos una vez derogada la misma.

Lo negativo es que los grupos cubanos de poder terminaron manejando el águila mediante la enmienda acorde a sus intereses de turno, águila como papalote artillado, planeando sobre las cabezas de los adversarios políticos del patio, lo que dio pie a numerosas e innecesarias intervenciones militares norteamericanas en Cuba.

Denominar la República como seudorepública es una manera pedestre de denigrar el pasado, de crear la falacia de que todo empieza con Fidel Castro cuando, en verdad, sería al revés, todo termina con Fidel Castro y el nuevo poder inaugurado en 1959.

Lo cierto es que, a pesar de la Enmienda Platt, no estábamos más supeditados a EEUU que lo que ahora mismo están Canadá y el resto de naciones del Commonwealth a Gran Bretaña, cuyos habitantes son y se consideran sin complejos, y a mucha honra, súbditos de la Corona inglesa. Pero, parece que eso era mucho para el exaltado y patriótico corazoncito de los cubanos que patalearon y patalearon hasta que, ay, se la quitaron. Ese sentimiento infantiloide es el que aprovecha el aparato de propaganda antimperialista para definir impunemente a la República como seudorepública.

Cuando los norteamericanos intervienen en la guerra en 1898 la economía cubana estaba arruinada y la población diezmada, por la ferocidad del conflicto. Recordemos la estrategia de tea incendiaria ejecutada por el generalísimo Máximo Gómez, política de tierra arrasada. Escasas regiones escaparon a eso, entre ellas Cienfuegos, el resto de los campos de Cuba era un páramo de desolación. Mi abuela materna María Quintana, que estuvo de niña entre los reconcentrados, me contaba que almorzarse una rata en aquellos tiempos era un lujo.

Pero, la administración militar del norteamericano Leonardo Wood, en el breve período de tiempo que va de 1899 a 1902, dejó instalado en la isla un eficaz sistema de educación pública; construyó una amplia red de ferrocarriles, carreteras y puentes, hizo mejoras en los puertos, edificó faros, modernizó la ciudad de La Habana y estableció planes para su alcantarillado y pavimentación; además de reorganizar el obsoleto sistema carcelario, formar una Guardia Rural profesional compuesta fundamentalmente de ex oficiales y soldados del Ejército Libertador, y estructurar una salud pública capaz de desarrollar una gigantesca campaña sanitaria en la que participaron los más prestigiosos epidemiólogos cubanos de la época como los doctores Carlos J. Finlay y Juan Guiteras Gener, entre otros, que dio lugar a la supresión del azote de la fiebre amarilla. No se explican de otra manera los extraordinarios índices de desarrollo que ya exhibía la isla en fecha tan temprana como 1910; recién salida de una guerra devastadora en vidas y haciendas.

Durante mucho tiempo conservé una foto del parque José Martí de Cienfuegos, en 1910, lleno de lujosos autos aparcados a su alrededor, bueno, todos esos autos eran del año, es decir, de 1910.

Por no hablar de la influencia en el terreno de las ideas políticas y las relaciones comerciales que eran más importantes y fluidas con Estados Unidos que con España; al menos desde la segunda mitad del Siglo XIX y hasta un punto en que mucho antes del año 1898, según el historiador Manuel Moreno Fraginals, el 90 por ciento de las transacciones comerciales isleñas se hacían con la vecina nación del norte.

Contrariamente a lo que se nos ha venido diciendo por parte de la historiografía en ambas orillas, y coincidiendo con Lydia Cabrera, Gastón Baquero y Orestes Ferrara, la Revolución del 33 es un desastre de tal magnitud que, con la caída del general Gerardo Machado, se desencadenan los problemas sin solución para la República, hasta recalar en las miasmas de 1959 y la peor tiranía padecida por pueblo alguno en el Hemisferio Occidental. La Revolución del 33 es un antecedente directo de la revolución castrista. Por ahí oyes el lugar común, repetido hasta la saciedad, de que sin Batista no hay Fidel. Yo te diría que sin el 33 no hay Batista, ni tampoco Fidel. Hasta el 33 prevaleció la República de los hombres de la independencia, la soñada por Martí, Maceo, Gómez, Céspedes, Agramonte, Francisco Vicente Aguilera y tantos otros. Es el periodo en que Cuba empieza a entrar plenamente en la modernidad, de grandes obras arquitectónicas como el Capitolio Nacional y la Carretera Central.

Pero a partir del 33 empieza la República de los revolucionarios, sin apego a la ley y con la voluntad de gobernar a punta de metralleta. A partir de ese momento sí tenemos efectivamente una República que se aleja de lo constitucional y apuesta decididamente por lo social; por una democracia social. La misma Constitución que nos dimos en 1940, tan cantada aún, es un ejemplo de cuán hondo habían calado en el imaginario nacional las reivindicaciones revolucionarias y sociales. Es un periodo de mucha inestabilidad política, de mucha violencia, de grupos gansteriles dirimiendo las querellas revolucionarias a tiro limpio en las calles, de la inauguración del terrorismo en la isla, del terrorismo a gran escala como método de lucha válido para alcanzar el poder.

(Otra vista del arriado de la bandera norteamericana en El Morro de La Habana)

Estos grupos parecen estar convencidos de que la República no era la de Martí y de que ellos, por decreto histórico, eran los elegidos para cumplirle el sueño a Martí. Por eso la sociedad no se alarma cuando Fidel Castro y su grupo asaltan el Moncada en 1953 y luego este, tan campante, le echa la culpa a Martí. Ellos sólo cumplían el mandato martiano.

Y de un Ejército y una Policía profesionales en la primera República, pasamos a un Ejército y a una Policía compuesta por revolucionarios en la segunda. Lo que ocurre a finales de los cincuenta en Cuba no es más que una revuelta de revolucionarios que querían el poder contra revolucionarios establecidos en el poder. Batista mismo no es otra cosa que un revolucionario. Castro y sus guerrilleros jamás hubiesen vencido al Ejército profesional de la primera República, uno que había peleado y se había fogueado, formado en una guerra real, no en escaramuzas como las libradas en la Sierra comparables, si acaso, al asalto de un bar en Chicago en los tiempos de Al Capone. El folclor y el furor de los barbudos castristas no hubiesen aguantado un raund a las eficaces y letales tropas del general José Miguel Gómez, más prusiano que cubano en cuanto a su formación militar.

Contaba el poeta Baquero que con la caída de Machado la Universidad de la Habana cae al punto de no recuperase nunca más, pues las cátedras no fueron ocupadas teniendo en cuenta el aval académico sino el aval revolucionario. Así que la degradación de la enseñanza universitaria en Cuba no la empieza Castro sino los revolucionarios del 33, Castro es más bien un producto de esa degradación. En consecuencia, el hombre nuevo en Cuba es bastante viejo, no lo inventa Castro, Castro mismo es un espécimen de hombre nuevo.

Con la Revolución del 33 se rompe el equilibrio entre el pensamiento de izquierdas y el de derechas, y viene a primar el de izquierdas, sin conciencia cabal de ello. Al punto que las lides electorales en la isla a partir del 33 se dan entre la izquierda y la izquierda. El supuesto ogro de la derecha isleña, Fulgencio Batista y Záldivar, no era finalmente más que un socialdemócrata radical. Pienso que ese desbalance, escoramiento ideológico a la izquierda, está entre los elementos que nos llevan directamente a la dictadura de Fidel Castro. Así, no sería descabellado afirmar que la Revolución del 33 culmina exitosamente en 1959 (a pesar del interregno de la Constitución de 1940 y los muy democráticos gobiernos auténticos de Grau y Prío). Es algo que sin dudas merece más estudios, pero me apunto a esa hipótesis. Castro culmina y recoge los frutos de lo que se había iniciado en el 33.

Lo menos que necesitaba Cuba era una revolución, la tesis de la revolución traicionada es falsa de toda falsedad, Castro ha sido el más eficaz y consecuente de nuestros revolucionarios, lo que ha logrado en Cuba es una auténtica revolución, si usted piensa que las revoluciones son buenas, ya es otra cosa, pero todas traen esa innombrable cuota de dolor y muerte, todas traen más problemas de los que supuestamente pretenden resolver, empezando por la madre de todas las revoluciones, la francesa. Excepto, claro, la Revolución norteamericana de 1775, que no sería en puridad una revolución.

En Cuba pasaba que había problemas políticos, que no eran nuevos, que venían del 33, y aún antes, pero esa Cuba, bajo Batista, es la que nos otorga la glamurosa Habana de Hollywood y la novelística de Guillermo Cabrera Infante, quien era, cómo no, radicalmente antibatistiano. Batista se iba mediante la solución electoral, seguramente amañada, pero solución al fin, de Andrés Rivero Agüero en noviembre de 1958. Curiosamente, algunos de los que entonces decían, ¡de solución electoral, nada, solución la Sierra!, no se cansan ahora de pedir elecciones a la familia Castro.

Generaciones de cubanos han sido adoctrinadas acerca de que en Cuba no hubo democracia antes de 1959, pero sí la hubo, ciertamente con interrupciones, conspiraciones, componendas golpes de Estado y revueltas, pero hubo democracia. Ahora, debemos decir que democracia no ha de ser otra cosa que un medio para arribar a un fin, el fin de la libertad, que puede haber democracia sin libertad, y determinadas dictaduras donde hay más libertad que en determinadas democracias. Así, en la Cuba de Batista tras el golpe de Estado de 1952, sin dudas una dictadura, había gran libertad, más que en muchas democracias latinoamericanas del presente. Tanta libertad había que la revolución castrista se hizo más en la revista Bohemia que en la Sierra Maestra.

La democracia, si no cuenta con frenos a las mayorías, degenera en demagogia, y la demagogia degenera en dictadura. Luego, la manera mejor de mantener la libertad sería dentro de un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley y la igualdad ante la misma, como manera de frenar los abusos del Gobierno y las mayorías, es decir, lo que se conoce como República constitucionalista y que ha prevalecido en EEUU, al menos hasta ahora, aunque eso pudiera estar cambiando.

En la República anterior a 1959 no hubo siempre democracia pero hubo siempre, con altibajos, libertad. En la Cuba posterior a 1959 ha habido una simulación de democracia pero nunca ha habido libertad.
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Algunas opiniones y apuntes  motivados por el artículo Cuba, República y 20 de mayo

Por  Pedro Pablo Arencibia Cardoso
23 de mayo de 2016

Tengo la opinión que la autonomía española para Cuba hubiera sido mucho peor que la independencia dado lo acontecido con España en el siglo XX, y lo que acontece en estos tiempos con Cataluña, el soporte económico  de España; de Cuba salió para la Corona española más riquezas que la que salió del resto de las colonias españolas de iberoamérica pese a que en Cuba apenas se encontró oro.

   Realmente es muy difícil encontrar a una ex colonia preparada para gobernarse de manera independiente. El caso de Canadá  fue después de  un muy largo período donde  Gran Bretaña de manera gradual fue pasando la responsabilidad política a los canadienses, pero tengamos en cuenta que nuestra metrópoli era España y no Gran Bretaña. Deseo señalar que después de que el gobierno del Presidente norteamericano Grant no oficializó la petición de anexión  que firmó Carlos Manuel de Céspedes producto del resultado de la investigación que llevó a cabo la comisión designada en la Asamblea de Guáimaro para investigar la anexión de Cuba a los EE.UU.,  hubo ciertos intentos cubanos de que Gran Bretaña se anexara a Cuba, lo cual aparece en el libro La Tierra del Mambí, del periodista norteamericano James O´Kelly, en su entrevista al General Calixto García en el marco de la Guerra de los Diez Años. Sobre la no oficialización de la anexión hay dos versiones: una dice que que Morales Lemus no la entregó al gobierno norteamericano; otra versión dice que sí se entregó la petición pero que Hamilton Fish no le puso los sellos para oficializar el trámite.  En una entrevista realizada años después por un corresponsal extranjero a Carlos Manuel de Céspedes y publicada en La Independencia, Céspedes expresó:

¨Al estallar la guerra había indudablemente una gran mayoría del pueblo en favor de la anexión de la isla a los Estados Unidos. Nunca fui muy partidario de esta medida aunque nunca me opuse a ella; pero yo soy uno entre muchos centenares de miles. El pueblo y el ejército en un tiempo hicieron en el Camagüey una demostración con el objeto de ventilar la doctrina de la anexión. Se adoptaron resoluciones, se apoyaron y se enviaron a la Cámara de Diputados que se hallaba allí en sesión. La Cámara adoptó unánimemente la resolución en favor de la anexión. El documento que inmediatamente se llenó de más de mil firmas del pueblo se envió a Nueva York para que se remitiera a Washington...¨

Ese fragmento está en el  libro Bajo la piel de la manigua del historiador oficialista Rolando Rodríguez, libro publicado en Cuba. 

 
 Por otra parte, Francia, Alemania, España y otros países de Europa así como  muchas repúblicas de  Hispanoamérica, de África y Asia   tuvieron, y algunas siguen teniendo,  muchos tropiezos  al convertirse en Estados independientes. La mayoría del pueblo cubano escogió  la independencia después del fin de la guerra y durante el primer período de ocupación norteamericana; no fue impuesta por nadie.

En el marco de la guerra Colonia VS Metrópoli española, hubo una guerra  civil cubana  (tan discutible es limitarla a una Guerra Colonia Vs Metrópoli como limitarla  solamente a una guerra civil) entre cubanos  independentistas y cubanos integristas, donde   hubo autonomistas en ambos bandos y conversiones de independentistas a autonomistas y viceversa, además de  nacionales de otros países, en particular españoles,  que pelearon en ambos bandos contendientes.

La mayoría de las personas preparadas  para formar parte del gobierno de la República y de su congreso eran autonomistas;  esa es la razón por la que en el gabinete del gobierno de Don Tomás Estrada Palma hay más autonomistas que independentistas, así como en otros  cargos oficiales;  Montoro es el ejemplo más conocido pero dista mucho de ser el único.

No se las fuentes que haya consultado mi amigo Armando de Armas, pero tengo entendido que en la guerra de independencia comenzada el 24 de febrero de 1895  pelearon como miembros del Ejército Libertador  aproximadamente 55 000  personas y murieron aproximadamente 11 000 personas de ese Ejército (no se cuentan los muertos que no pertenecían al Ejército Libertador); esas dos cifras están en uno de los tomos de La forja de una nación, tomos publicados en Cuba en 1998. Por la parte integrista hubo más de 200 000 soldados  de la  Metrópoli española  (el máximo fueron 300 000 ), 80 000 miembros del Cuerpo de Voluntarios del Orden ( mal llamados voluntarios españoles, pues habían cubanos) y aproximadamente 30 000 guerrilleros cubanos o criollos  llamados también ¨rayaditos¨por los uniformes que usaban. Estas últimas cifras en su mayoría son extraida del libro Cuba no debe su independencia a los EE.UU. , del abogado y historiador Emilio Roig de Leuchsenring citando fuentes oficiales españolas.

El voto universal tuvo y tiene ese problema no solamente en Cuba sino en todos. o casi todos, los países en que ese voto existe. Los liberales europeos o liberales clásicos estuvieron endeterminado momento en contra del voto universal. En Cuba las elecciones municipales  que precedieron a las elecciones donde salió electo Don Tomás Estrada Palma ( el cual no quería postularse para Presidente)  no fueron  con el voto universal, sino personas que  sabían leer y escribir y que tenían cierto capital monetario.

Me parece recordar que en la Constitución de 1901 se habla de Dios  de manera general y lo que  se rechazó fue  imponer en Cuba un Estado confesional; Manuel Sanguily, el cual era creyente, fue uno de los que más  se opuso a un Estado confesional.  En Cuba republicana  la masonería y la Iglesia Católica  no tuvieron los enfrentamientos que hubo entre masonería y catolicismo en otros países. Recordemos que los masones creen en el Arquitecto Universal o Causa Primera; es decir: no son ateos y en un congreso de historia antes de 1959 se pronunció y aprobó que la masonería es la institución que más  aportó a la independencia de Cuba.

La Constitución de 1901 tenía unos huecos en lo concerniente al sistema electoral que fueron aprovechados por aquellos que querían la reeleción de Estrada Palama en 1906 y con esa reelección la reeleción de ellos y de sus privilegios. El coronel Crowe fue enviado durante el segundo período de ocupación norteamericano (1906-1909) a corregir el sistema electoral; Crowe posteriormente también sería (esta vez  llamado por los cubanos)  para arreglar la hacienda de la República y las condiciones para el otorgamiento de préstamos por la Banca norteamericana al gobierno cubano  por la crisis económica mundial de 1921 cuando era Presidente Alfredo Zayas. Se ha exagerado la obediencia de Zayas a los mandatos de Crowe pues hubo mandatos como el número XIII en que ¨el chino Zayas¨ se opuso fuertemente.  La misión de Crowe era garantizar que con las medidas económicas tomadas por el gobierno de Zayas, la economía cubana se recuperara de tal manera que esos préstamos (bajo las condiciones en que fueron dados en cuanto a intereses, etc.) pudieran ser devueltos a la banca nortemaricana.

Esa Cámara, al igual que lo fue  posteriormente lo el Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí,  fue creada con el objetivo de frenar impulsos caudillista y dictatoriales  de jefes militares como había ocurrido cuando las guerras de independencia de las repúblicas sudamericanas.  Ignacio Agramonte,  esa azucena de la revolución y diamante con alma de beso del que habló José Martí, y hombre sin tacha con grandes méritos militares y civilistas  fue el artífice en la Constitución de Guaimaro para limitar el poder militar ante el poder civil. En esa Cámara no habían solamente ¨chupatintas¨; en la Guerra de 1895  hubo, por ejemplo,  grandes roces  entre Máximo Gómez y Calixto García con el Consejo de Gobierno presidido por el General  Bartolomé Masó; tal es así que a Calixto García se le quitó el grado de Lugarteniente General, otorgado tras la muerte  de Antonio Maceo. Aclaro que ese exclusito grado militar se le dió a Antonio Maceo para no estar subordinado en la guerra de 1895 a Máximo Gómez. baste el hecho cuando Maceo, después de la entrevista  de La Mejorana. les pide a Gómez y a Martí de que abandonen su campamento, lo cual tuvieron que hacer casi de noche y sin  tropa adicional que los cuidara de ataques de las fuerzas españolas. Deseo decir con esto, que la necesidad de un mando civil era necesario; otra cosa es que ese mando se haya llevado a cabo con serias deficiencias y errores. No olvidemos que Carlos Manuel de Céspedes por una SUPUESTA coyuntura y sin contar con el resto de los complotados pese a que él no era el jefe de la conspiración se lanza a la guerra de los Diez Años y se apropia del protagonismo, el cual ejerció de una manera autoritaria, la cual fue expuesta  por civiles y militares.

Esa Revolución de 1933 y los hechos violentos durante la República  son consecuencia de una enseñanza y la convicción generalizada en el pueblo cubano de algo más profundo  surgido  por la vía en que se alcanzó la independencia cubana: la violencia como la vía para alcanzar los objetivos políticos  y que ¨la libertad se conquista con el filo del machete¨, dejando a un lado  el concepto de martiano de ¨la guerra necesaria¨como último recurso al que había que acudir cuando las demás vías para alcanzar la independencia se cerraban. Los ¨hombres de acción¨ eran sobrevalorados por el pueblo cubano educado en la memoria, la épica y las epopeyas  de las batallas y escaramuzas mambisas a las que se les truncaba  su origen en  una guerra necesaria. Tampoco olvidemos que en esa época esa sobrevaloración  era algo muy común en muchos otros países

Sobre la Enmienda Platt sugiero que lean mi artículo Enmienda Platt y República en que expongo dos aristas de esa enmienda .

Sobre la tesis de la Revolución traicionada por Fidel Castro, Gastón Baquero escribe en su artículo  de despedida , Diario de la Marina, 19.4.1959, lo siguiente:

Los caracteres ideológicos de ésta no fueron nunca disfrazados por sus dirigentes. En el manifiesto dado por el Dr. Fidel Castro en diciembre de 1957, al desembarcar en Cuba, están contenidas todas las ideas que hoy se van convirtiendo en leyes. (Nota de Mons. Carlos M. de Céspedes: el desembarco del Granma tuvo lugar el 2 de diciembre de 1956, no de 1957; a qué manifiesto se está refiriendo Gastón, ¿no será acaso a La Historia me absolverá, manifiesto pronunciado por el Dr. Fidel Castro en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada y al Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en 1953?). Si algún capitalista se engañó, fue porque quiso; si algún propietario pensó que todo terminaría al caer el régimen, pensó mal, porque claramente se le dijo por el Dr. Castro que todo comenzaría al caer el régimen; y si alguna persona alérgica a las grandes conmociones económicas y sociales siguió y ayudó al Movimiento, creyendo que éste venía solamente a tumbar a Batista, pero no a cambiar costumbres muy arraigadas en la organización económica y social, se equivocaron totalmente o no leyó con atención aquel manifiesto. El Dr. Castro no ha engañado a nadie, aunque mucha gente conservadora y enemiga de las convulsiones le siguieron sin preguntarse detenidamente hacia donde la llevaban.

Para finalizar estos breves apuntes el siguiente fragmento como resumen del libro La verdadera República de Cuba, escrito por el Dr. Andrés Cao Mendiguren:

 ¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad  porque esa nación  se alcanzó muy pronto  en décadas posteriores,  aunque en 1959  fue demolida por los que  usurparon el poder, y ha sido vilipendeada  por una oleada de intelectuales comprometidos o  mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba  las primeras posiciones  en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas  para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros  tan destacados  no se hubieran podido conseguir  si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores,  no hubieran tenido interés  y acierto para  resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran  dado una legislación avanzada  y moderna, o si el  pueblo cubano no hubiera estudiado  y trabajado  para superarse. El pueblo cubano era exigente  y siempre aspiraba  a lo mejor, pero tenemos  que acusarnos  de un pecado,  y es que  cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar  los fallos  y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)