Alberto Roteta Dorado: Observatorio Social para la vigilancia de la “actividad subversiva” en las universidades cubanas.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, durante la reunión de balance de los objetivos del año 2017 del Ministerio de Educación Superior, MES, celebrada este lunes 26 de marzo, en la Universidad de La Habana, no solo se refirió a la necesidad de la enseñanza y aprendizaje del idioma inglés para que Cuba no se quede atrás, sino que apoyó el desempeño del Observatorio Social Universitario, instancia que funciona en cada una de las universidades del país.
Dejando a un lado el tratado tema de la sucesión de Díaz-Canel, con lo está garantizado el continuismo político en Cuba, detengámonos en lo que es en sí este proyecto apoyado por el mandatario y su repercusión en el sistema educacional cubano.
En primer lugar, dicho proyecto tiene la finalidad de vigilar la actividad “subversiva” dirigida a los jóvenes, algo que según las autoridades de la isla ha alcanzado su clímax en los últimos tiempos. Entiéndase por actividad subversiva aquella rebeldía latente, resistencia manifiesta o beligerancia activa por parte de aquellos que se sitúan frente a un estado de cosas constituido; de manera que infringen el deber de acatamiento de lo establecido como ley o como autoridad – según sus adversarios–. Esta actitud de rebeldía es lo que en última instancia conduce a los movimientos políticos a la protesta armada toda vez que la obstinación contra la dictadura que impone las normas se incrementa alcanzando dimensiones inusitadas.
Tal vez esto último, es decir, la idea de una posible protesta generalizada ante el descontento, o al menos por parte de grandes sectores poblacionales, es lo que hace que surja el temor en el régimen castrista, cuyos principales líderes saben de la proximidad de su hundimiento definitivo a pesar de que se aferran de manera obstinada a continuar existiendo.
La lucha por la supervivencia o el temor a desaparecer en la apariencia de la nada constituye un instinto propio de todos los seres vivientes, algo que es aplicable en otras escalas a los contextos de las sociedades, culturas, tradiciones, gobiernos, sistemas sociales, etc.
De modo que la creación del proyecto Observatorio Social Universitario es una prueba de todos aquellos mecanismos a los que está acudiendo el régimen de La Habana para garantizar una supervivencia mediante el aislamiento cada vez mayor de los cubanos, en este caso de los estudiantes universitarios – un excelente caldo de cultivo para el fomento de la disidencia si tenemos en cuenta que todo movimiento opositor necesita de una fuerza impulsora pensante que guíe a las multitudes arrolladoras– , los que según las propias autoridades políticas resultan vulnerables a “la influencia del factor EE.UU.” en la sociedad cubana, a la campaña de “contraofensiva ideológica contra Cuba”, así como al “desmontaje de los logros alcanzados por la Revolución".
Para el ministro de Educación Superior, José Ramón Saborido, en los últimos tiempos la “actividad subversiva y de manifestaciones cuestionadoras de las bases en que se sustenta la Revolución” se ha visto incrementada, algo que es cuestionable si nos detenemos a analizar que no se trata justamente de un incremento de lo que asumen como actividad subversiva, sino de una apertura – aunque insuficiente, llena de obstáculos y limitaciones y ante todo muy vigilada y controlada por los agentes de la contrainteligencia y órganos de la seguridad del estado– de los jóvenes universitarios al mundo de la informática, de la cibernética, de las redes sociales y comunicacionales.
Ya los viejos tiempos en que solo se podían poner en contacto con las publicaciones oficialistas van pasando, y aunque hay una infinidad de páginas y sitios prohibidos a los que, como es lógico, no puede accederse, siempre existe el traspaso de la información de manera clandestina de unos a otros.
De modo que las concepciones respecto al aislamiento del mundo en el contexto actual han cambiado, y de un estado de enajenación forzada total se ha pasado a una condición intermedia en la que se filtra cierto volumen de información que contribuye a la descripción real del grave fenómeno social y político, no solo cubano, sino de gran parte del mundo, del cual solo se tiene una visión parcializada y sesgada ofrecida por los medios oficialistas.
Y esto mantiene en tensión al régimen de Cuba que ve la sombra del “enemigo imperialista” por doquier, lo que ahora han llamado “influencia del factor EE.UU. en nuestra sociedad”, y “la campaña de contraofensiva ideológica contra Cuba”.
Habría que cuestionarse entonces si en realidad son ciertos esos grandes “logros alcanzados por la revolución” cubana por qué tanto temor en el seno de los centros de altos estudios como para que existan instancias represivas como el Observatorio Social Universitario – proyecto implementado en todas las universidades del país cuyo objetivo declarado es contrarrestar el incremento de la vulnerabilidad ideológica dado el nivel alcanzado en las actuales circunstancias –, además de los múltiples agentes informantes de la Seguridad del Estado y del Ministerio del Interior que de manera encubierta permanecen al tanto de todo lo que acontece en aulas, bibliotecas, salones de estudio, dormitorios, oficinas y hasta áreas verdes de cada centro educacional, llevando un récord de todas las expresiones de alumnos y docentes, amén de encargarse de revisar las cuentas de correo y cualquier tipo de correspondencia considerada como candidata a la subversión.
¿Cómo es posible que se pueda provocar un “desmontaje de los logros alcanzados por la Revolución" si en realidad esta constituye un “baluarte invencible” – tratando de utilizar el obsoleto lenguaje y la arcaica retórica de los comunistas cubanos–? La inseguridad constante y ese temor a dejar de existir los hace crear mecanismos en los que se invierten millonarias cifras de dinero que bien podrían ser empleadas para mejorar las condiciones mínimas de los estudiantes universitarios de la isla.
Pero han preferido vigilar hasta el cansancio a la juventud universitaria cubana bajo el ropaje de “organizar de manera creativa espacios estables de debate, aulas de conferencias, seminarios, paneles, con estudios previos para garantizar temas de interés de estudiantes, profesores y trabajadores en general”, así como “conocer y debatir de manera sistemática las corrientes de pensamientos, inquietudes, actitudes y posiciones ideológicas concretas que asume la comunidad universitaria sobre temas específicos de la vida nacional e internacional”, siendo justamente esta una excelente opción para estar al tanto de las “posiciones ideológicas” y de lo que se opina de ciertas “corrientes de pensamiento” –algo a lo que tanto se le teme en el seno de las altas esferas de los comunistas cubanos– y poder actuar mediante la represión.
No olvidemos que la primera función del organismo represor universitario es “mantener viva en la comunidad universitaria la obra y vida del Comandante en Jefe”, algo que hacen en conjunto con la Cátedra de Estudio del Pensamiento de Fidel Castro, creadas a raíz de la muerte del dictador cubano en las universidades, lo que debe constituir un verdadero martirio para los jóvenes que no quieren saber nada de viejos comandantes desaparecidos ni de octogenarios generales sin batallas.
Por lo demás, nada nuevo. Díaz-Canel sigue dando muestras de un adoctrinamiento excesivo que fue forjando desde sus tiempos mozos cuando militaba en la Juventud Comunista y que consolidó durante su estancia como ministro de Educación Superior. Un llover sobre mojado sobre asuntos tan agotados en relación con el hecho de que todas las investigaciones realizadas en las universidades del país deben “dar solución a un problema específico de la realidad”, frase que cual mezcla de komsomol leninista con anirismo (por lo de la ANIR) huele a legendaria naftalina, sin que falte cierta dosis de los acostumbrados fortalecimientos de los vínculos de la universidad con la comunidad.
Así las cosas, todo parece indicar que el futuro presidente además de garantizar aquel continuismo político que tanto temen perder, mantendrá ese decadente estilo que los octogenarios personajes históricos asumieron de la antigua URSS y que tan mal aplatanaron al contexto caribeño.
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