miércoles, mayo 20, 2020

A 118 años de la proclamación de la República de Cuba: Luis Cino: Cuando alguna vez los cubanos volvamos a tener república, una verdadera, ojalá nos desempeñemos mejor. No podrá ser con los mismos vicios y errores

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

José Miguel Gómez no ordenó la represión contra los Independientes de Color y hasta el día de hoy todo apunta al General Monteagudo,  al cual esa represión (exagerada en lo relativo a la cantidad de muertos por historiadores oficialistas)  le  costó que José Miguel, caudillo indiscutible del Partido Liberal, no  lo apoyara para la Presidencia  por las acciones cometidas.  Le sugiero, después de agradecerle la escritura de ese artículo,  al admirado Luis Cino,   que lea un artículo de la revista Vitral de los años 2001 ó 2002 que trata sobre el gobierno de José Miguel Gómez  donde se cita un artículo de una historiadora del actual  Instituto de Historia de Cuba donde aborda  las consecuencias de una discusión entre José Miguel y el General Monteagudo por la represión que llevó a cabo este íltimo contra  esa rebelión.

José Martí escribió:
"... La independencia de un pueblo consiste en el respeto que los poderes públicos demuestren a cada uno de sus hijos. En la hora de la victoria sólo fructifican las semillas que se siembran en la hora de la guerra. Un pueblo, antes de ser llamado a guerra, tiene que saber tras de qué va, y adónde va, y qué le ha de venir después. Tan ultrajados hemos vivido los cubanos, que en mí es locura el deseo, y roca la determinación, de ver guiadas las cosas de mi tierra de manera que se respete como a persona sagrada la persona de cada cubano, y se reconozca que en las cosas del país no hay más voluntad que la que exprese el país, ni ha de pensarse en más interés que en el suyo."  ("Carta a J.A. Lucena.", New York, 9 de octubre de 1885. Tomo 1. Página 186.)¨

Luego para Martí la independencia no solamente no existía cuando una Metrópoli no respetaba los derechos de los habitantes de la Colonia; tampoco se era independiente cuando los poderes públicos de una nación, desempeñados por nacionales o por extranjeros, no demostraban respeto hacia cada uno de sus hijos. Observemos que ese respeto, según Martí, debía ser para cada uno de sus hijos y no para una parte, pues el concepto de pueblo para Martí no era sectario. Siguiendo ese concepto martiano de independencia, a partir del 1 de enero de 1959 y hasta el día de hoy, Cuba ha sido como ¨República¨  menos independiente que nunca.

José Martí  también expresó:

 ¨Y no quiero a mi patria ¡no! víctima de capataces. La prefiero esclava de los demás a verla esclava de sus hijos (citado por Hortensia Pichardo en su libro  José Martí-Lecturas para los niños, página 189,  Ciudad de La Habana. Editorial Pueblo y Educación, 1990. Tomado de la Edición de la Editorial Oriente, 1985) ya que l a experiencia latinoamericana en lo relativo a las luchas intestinas y fratricidas que siguieron a la liberación del yugo español de ciertas naciones de América del Sur y la desconcertante experiencia de ver que varios de sus libertadores se convirtieron posteriormente en dictadores de sus pueblos, dejaron en Martí una impronta tal, que él prefería que Cuba siguiera siendo colonia española, antes de que cayera en manos de caudillos: Luego José Martí, que era antianexionista,  prefería  que Cuba no fuera independiente a que  a ella la sometiera una satrapía de cubanos.

Lo que hay en Cuba desde hace 61 años es una muy mal administrada finca o plantación propiedad de los Castro con serviles  mayorales y cómplices   que abusan, maltratan y ¨dan cepo¨  a una  gran mayoría de esclavos sumisos y taimados que sólo buscan  convertirse en cimarrones,  aunque  gran parte de ellos (al llevar  en sus almas y en sus cabezas el ¨calimbao¨ o marca  del esclavo) regresan cada cierto tiempo a la plantación previo pago a los amos y a los mayorales mediante jironess  de decoro y de  dignidad  acompañadas   de las ¨morocotas¨ que hacen posible la existencia  y permanencia de la esclavitud  en los  campos y míseros barracones de esa plantación llamada Cuba. 

En el libro La verdadera República de Cuba, escrito por el Dr. Andrés Cao Mendiguren,  uno de los  mejores libros sobre la república cubana (1902-1958 ) que se ha escrito (quizás el mejor de los que  he leido en mi vida pese a yo discrepar de no pocas  interpretaciones de los hechos ),  incluyendo la monumental obra en 10 tomos Historia de la Nación Cubana, aunque este último incluye el período colonial y llega hasta el año 1952, se lee:

 ¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad  porque esa nación  se alcanzó muy pronto  en décadas posteriores,  aunque en 1959  fue demolida por los que  usurparon el poder, y ha sido vilipendeada  por una oleada de intelectuales comprometidos o  mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba  las primeras posiciones  en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas  para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros  tan destacados  no se hubieran podido conseguir  si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores,  no hubieran tenido interés  y acierto para  resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran  dado una legislación avanzada  y moderna, o si el  pueblo cubano no hubiera estudiado  y trabajado  para superarse. El pueblo cubano era exigente  y siempre aspiraba  a lo mejor, pero tenemos  que acusarnos  de un pecado,  y es que  cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar  los fallos  y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)

Lo que sucedió en Cuba fue lo que ya había advertido la Comisión Truslow en las conclusiones de su informe al hacer un estudio, a petición del Presidente Prío Socarrás, para la dinamización de la economía cubana; veamos:

En 1950 la Misión Truslow, comisión internacional solicitada al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) por el gobierno presidido por el Dr. Carlos Prío Socarrás para que hiciera un diagnóstico de la economía cubana y recomendara medidas para dinamizarla, planteó, entre otras cosas, que Cuba debía diversificar su economía teniendo al azúcar como punto de partida y que Cuba poseía los recursos humanos, financieros y materiales necesarios para ello salvo el combustible; alertó que la prosperidad bélica (II Guerra Mundial y Guerra de Corea) había propiciado nuevos niveles de vida para muchas personas y que el actual crecimiento económico no satisfacía las necesidades de su creciente población y que si la economía era incapaz de sostener ese nivel en tiempos menos prósperos, sobrevendría una gran tirantez política (Zuaznábar, 19 y 20). Como elemento conclusivo planteó:

¨Si los líderes se han descuidado en prever esta posibilidad, la opinión pública los inculpará. Y si ello ocurriera, el control podría pasar a manos subversivas y engañosas, como ha ocurrido en otros países donde los líderes no se han dado cuenta de las corrientes de estos tiempos. ¨ (Zuaznábar, 20)

(Presidentes y gobiernos de Cuba: Don Tomás Estrada Palma, José Miguel Gómez, Mario García - Menocal y Deop, Alfredo Zayas, Gerardo Machado y Morales, Alberto Herrera, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, La Pentarquía, Ramón Grau San Martín, Carlos Hevia, Manuel Márquez Sterling, Carlos Mendieta y Montefur,  José A. Barnet y Vinajeras, Miguel Mariano Gómez, Federico Laredo Brú, Fulgencio Batista y Zaldivar, Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás y Fulgencio Batista y Zaldivar)

En la anterior composición fotográfica  se encuentras las fotos de  la Pentarquía y la de  los Presidentes  de la República de Cuba, pero faltan:  Andrés Domingo Morales y del Castillo que  fue presidente  durante varios meses para preparar las elecciones multipartidistas del 3 de noviembre de 1954 en que salió elegido Batista,  pues Batista después del golpe militar  del 10 de marzo de 1952 llamó a elecciones  cediendo su mandato  a Andrés Domingo para que preparara esas elecciones; también falta Anselmo Alliegro, pues  al irse Batista de Cuba, fue Presidente nominalmente entre el 1 y el 2 de enero de 1959. Varios de los Presidentes provisionales que no fueron elegidos por el voto en elecciones generales lo fueron para cubrir con las leyes y la Constitución vigente en cada uno de los  momentos  que les tocó la Presidencia.
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A 118 años de la proclamación de la república

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Cuando alguna vez los cubanos volvamos a tener república, una verdadera, ojalá nos desempeñemos mejor. No podrá ser con los mismos vicios y errores
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Fotos de la ceremonia de traspaso de poderes el 20 de mayo de 1902 en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales llevada a cabo  al mediodía .

Por Luis Cino 
20 de mayo, 2020

LA HABANA, Cuba.- Según el mal redactado y peor intencionado mamotreto que los mandamases castristas llaman Constitución, Cuba es una república. Pero en muchos aspectos dista bastante de lo que la mayoría de los estados democráticos entienden por “república”. Y suerte que a la república no la llamaron socialista, popular o democrática, algunos de los apellidos añadidos que los comunistas suelen ponerle a las “democracias” entendidas a su modo.

Cuba no tiene día de la república que festejar. El 20 de mayo, que fue el día en que se proclamó la república en 1902, no se celebra en la Isla desde 1959.  El castrismo reniega de esa fecha porque según afirma ese día se instauró “una república mediatizada por el imperialismo norteamericano”.

En la reescritura teleológica de la historia hecha por los castristas, llena de anécdotas mal contadas y peor intencionadas, los 56 años del periodo republicano se reducen a gobiernos corruptos y entreguistas al capital norteamericano, con énfasis en las dictaduras de Machado y Batista —que sumadas ambas, en años y muertes ocasionadas, no hacen ni el calcañal de la dictadura castrista— y la sucesión de luchas revolucionarias que condujeron al primero de enero de 1959, que fue cuando, según afirman, “Cuba alcanzó su verdadera independencia bajo la guía de Fidel Castro”.

Han sido muchos los embaucados con las fábulas de la historiografía castrista sobre la que califican como “la pseudo-república neocolonial”.

Un vecino que se dice comunista, aunque a fuerza de desengaños ya no lo es tanto, me confesó una vez que se asombró mucho al leer una carta en que José Martí llamaba “querido hermano” a Tomás Estrada Palma, el primer presidente que tuvo Cuba luego de la independencia.

No sabía mi vecino que Estrada Palma fue el hombre de confianza de Martí, y el que lo sustituyó luego de su muerte en la dirección del Partido Revolucionario Cubano. Por el contrario, mi vecino, que se había tragado completo el infundio castrista, estaba convencido de que “el primer presidente de la república mediatizada fue un títere anexionista puesto por los yanquis luego de que frustraran la guerra de independencia e impusieran la Enmienda Platt”.

De todos los presidentes republicanos, el castrismo se ensañó particularmente contra Estrada Palma. En los primeros años del régimen revolucionario arrancaron su estatua de la Avenida de los Presidentes: sólo quedaron los zapatos de bronce, tercamente prendidos al pedestal.

Paradójicamente, dejaron intacto el monumento a José Miguel Gómez, el segundo presidente de la república, apodado el Tiburón, notorio por su corrupción y por haber ordenado en 1912 la sangrienta represión contra la sublevación de los Independientes de Color.

Estrada Palma fue el más honesto de los gobernantes cubanos. Su fallo fue haberse creído insustituible como presidente, y haber querido en 1906 reelegirse a la cañona, lo que provocó un alzamiento de los opositores, capitaneados por José Miguel Gómez.   Para colmo Don Tomás, antes que negociar con los alzados, prefirió acogerse a la Enmienda Platt y solicitar la intervención norteamericana.

No estoy seguro de haber convencido a mi vecino con mis explicaciones, pero me aseguró que para entender varios episodios que le resultaban confusos, por lo mal contados, iba a leer con otros ojos, más detenimiento y hurgando entre líneas la historia de Cuba.

Mucha falta nos hace a los cubanos —a todos, no solo a los obnubilados por el pensamiento oficial— profundizar en la historia nacional. En la verdadera, no en la historieta con falsas premisas y moralejas que fabricaron los mandamases y nos embutieron como papilla desde la escuela primaria. Solo así podremos aquilatar en su justo valor, con sus luces y sombras, la República que tuvimos y no supimos componer, porque sin dudas requería componerla, y mejorarla con espíritu cívico, y no dejarla al arbitrio de politiqueros, manengues, demagogos y caudillos aventureros.

La República era ese tiempo ideal en que se comía opíparamente por centavos, todos vestían como dandys y damiselas encantadoras, y las victrolas tocaban boleros y guarachas en cada esquina, pero, ¿cómo en tal edén pudo triunfar algo tan espantoso como la revolución de Fidel Castro?

Cuando alguna vez los cubanos volvamos a tener república, una verdadera, ojalá nos desempeñemos mejor. No podrá ser con los mismos vicios y errores que condujeron al abismo a la primera. Es de suponer que para entonces ya estaremos curados de ciertas manías, como la de brincar, armados y vociferantes, por encima de la institucionalidad y el estado de derecho para ponernos en manos de líderes mesiánicos y carismáticos que nos prometen el paraíso en la tierra. De algo nos habrán tenido que servir los más de 60 años de purgatorio comunista.

luicino2012@gmail.com
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Tomado de http://www.vitral.org/vitral/vitral48/cent.htm


ENMIENDA PLATT Y REPÚBLICA

(Fragmento del  artículo Enmienda Platt y República publicada en Cuba en el número 48 de la  revista Vitral del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río, Cuba )

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

Sabiduría vs imposición

La República nació con su independencia y soberanía limitadas en cuanto a principios se refiere; eso es un hecho innegable en nuestra historia. Los cubanos más preclaros se decidieron por la opción de aceptar por el momento la mencionada enmienda ante la alternativa de la ocupación indefinida de Cuba por las tropas norteamericanas y que la misma pudiera desencadenar una inútil guerra de guerrillas contra el Gobierno Interventor norteamericano que destruyera, más aun, al ya devastado país. El Mayor General Calixto García después de concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana había dicho:

"Yo creo que los Estados Unidos no faltarán a su palabra empeñada; pero si así fuera siempre habría tiempo para morir, ya que no para vencer" ( Rodríguez, 44 y 45)
La sabia estrategia planteada desde los mismos inicios de la República por Don Juan Gualberto Gómez, y otros patriotas, y que está expuesta en las siguientes palabras, demostró ser la más adecuada para la joven república.

"Declaración solemne del propósito de que mientras ese tratado esté vigente, será escrupulosa y lealmente observado por el pueblo cubano y por su gobierno; sin perjuicio de que el Gobierno de la República de Cuba aproveche cualquier oportunidad favorable que pueda presentarse en el porvenir para influir cerca del Gobierno de los Estados Unidos, a fin de obtener por mutuo acuerdo, la modificación de aquellas cláusulas del Tratado en que el pueblo cubano encuentra limitada su independencia y mermada su soberanía." (Ibarra, 245)

Los contenidos más lesivos de la Enmienda Platt en contra de la plena soberanía cubana fueron abrogados en 1934.

Balance controversial de la Enmienda Platt

El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:

1)
 Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.

2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.

3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.

Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:

1) 
Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.

2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.

La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.

Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:

"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.
Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (
Ibarra, 312)

He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:

Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.

El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.

Un caso concreto de la aplicación de la Enmienda Platt

Por otra parte, debemos admitir que en general, en el caso cubano, los gobiernos norteamericanos no se inclinaron en hacer un uso indiscriminado o exagerado de la prerrogativa que les daba la Enmienda Platt. El proceder del presidente Teodoro Roosevelt durante "la guerrita de agosto" de 1906 así lo atestigua, pues tanto el presidente Estrada Palma como los alzados contra él, pidieron la intervención norteamericana y fue el presidente Roosevelt el que trató de que la misma no se produjera. La carta de Roosevelt al embajador cubano Gonzalo de Quesada del 14 de septiembre de 1906 y su telegrama a Estrada Palma del 25 de septiembre de ese mismo año así lo muestran. Algunos fragmentos de la mencionada carta son:

" Solemnemente conjuro a todos los patriotas cubanos a unirse estrechamente para que olviden sus diferencias, todas sus ambiciones personales, y recuerden que el único medio de conservar la independencia de su república es evitar, a todo trance, que surja la necesidad de una intervención exterior para salvarla de la anarquía y de la guerra civil.
Espero ardientemente que estas palabras de apelación, pronunciadas en nombre del pueblo americano, por el amigo más firme de Cuba y el mejor intencionado hacia ella que pueda existir en el Mundo, serán interpretadas rectamente, meditadas seriamente y que se procederá de acuerdo con ellas, en la seguridad de que, si así se hiciere, la independencia permanente de Cuba y su éxito como República se asegurarán.
" (Pichardo, 283)

En el telegrama de Roosevelt a Estrada Palma del 25 de septiembre, éste le escribe en un tono invocatorio y suplicante:

" Bajo su gobierno y durante cuatro años, ha sido Cuba República independiente. Yo le conjuro, en bien de su propia fama de justo, a que no se conduzca de tal suerte que la responsabilidad por la muerte de la República, si tal cosa sucediere, pueda ser arrojada sobre su nombre. Le suplico proceda de manera tal, que aparezca que Ud. por lo menos, se ha sacrificado por su país y que lo deja aún libre cuando abandone su cargo." (Pichardo, 285)


Estrada Palma permaneció intransigente y convocó al Congreso para renunciar pese a que los sublevados no pedían su renuncia. Se creó una comisión para convencerlo que retirara la renuncia pero el resultado fue negativo. No pudieron obtener arreglo alguno con Estrada Palma, el cual, para colmo, le pidió al Vicepresidente que también renunciara, dejando así acéfala a la república.

El país quedó sin presidente y con una sublevación en sus entrañas que deseaba también la intervención extranjera. La intervención se produjo y como la anterior intervención militar, no hubo oposición armada a la misma.

El Subsecretario de Estado Bacon, según el historiador Howard Hill, citado por Ibarra, le dijo contrito a Taft:
" Me avergonzaré de mirar a mister Root a la cara. Esta intervención es contraria a su política y a todo lo que él ha estado predicando en América del Sur" (Ibarra, 294)

Elihu Root, el padre de la Enmienda Platt, era en ese momento Secretario de Estado.

Según algunos historiadores cubanos de nuestros días, la renuencia del gobierno norteamericano a intervenir se debió a que podía afectarse la imagen del nuevo modelo neocolonial que se estaba experimentando en Cuba y que deseaba llevar a otros países latinoamericanos. Considero que esa explicación no es compatible con la imagen del gobierno cuyo presidente públicamente dio a conocer la política del Gran Garrote y de las Cañoneras. Esta ocasión no fue la única en la que el gobierno de los E.U. invocó la Enmienda Platt para intervenir en Cuba, pero sí fue la única en la que la intervención verdaderamente se llevó a cabo; las otras invocaciones (algunas veces precedidas de intentos por reconciliar a las partes cubanas beligerantes) se limitaron a amagos de intervención y a algún que otro desembarco en determinadas regiones lejanas del país, cercanas a la Base de Guantánamo o dentro de ella y en Santiago de Cuba, las cuales ayudaron a que se apaciguaran los ánimos de los cubanos que contendían entre sí. El artículo tercero de la Enmienda Platt se aplicó, o estuvo a punto de aplicarse, solamente en momentos en los que se habían producido enfrentamientos armados en el país y el gobierno democráticamente elegido había perdido o estaba perdiendo ostensiblemente el control del país. Esta situación se puede ilustrar también con el siguiente fragmento de la nota del Secretario de Estado norteamericano P.S. Knox, el 16 de enero de 1912, al Presidente José Miguel Gómez: "evitaran una situación peligrosa que pudiera obligar al Gobierno de los Estados Unidos, contra sus propios deseos, a considerar las medidas que debe tomar en función de sus obligaciones con respecto a las relaciones con Cuba"(Alzugaray, 29).

El artículo tercero de la Enmienda Platt nunca se aplicó cuando los objetivos políticos, sociales, obreros y de la mujer se buscaban pacíficamente. La anterior república cubana, pese a los defectos, deficiencias y males que tuvo, ocupó comparativamente una posición privilegiada en América Latina en cuanto a las conquistas políticas, sociales, laborales y de la mujer que en ella se alcanzaron.
No conozco que en esas intervenciones o amagos se haya producido algún enfrentamiento armado entre las fuerzas norteamericanas y alguna fuerza cubana.

Un hecho polémico no sujeto a esquemas
La intervención norteamericana en los asuntos cubanos en las postrimerías del antepasado siglo XIX y en los inicios del pasado siglo XX ha sido un hecho histórico muy polémico de nuestra historia. Para que se tenga una idea de lo controvertida que ha sido la apreciación cubana sobre la intervención norteamericana después de finalizada la guerra de independencia contra España diré, que en contra de todo esquema simplista, podemos encontrar desde burgueses cubanos admiradores de los E.U. opinar duramente en contra de ella, hasta a un destacado político de izquierda defender, en cierta medida y en la década del 40, la presencia norteamericana en los primeros años de independencia de España, pues esta aceleraba el desarrollo del capitalismo en Cuba y con ello, según la filosofía marxista clásica, la instauración del socialismo en Cuba.

La Enmienda Platt no fue abrogada en 1934 por poseer la república cubana en esa fecha, un gobierno fuerte que respondiera a los intereses del gobierno norteamericano, pues todos sabemos lo convulsa que fue en nuestro país la década del 30 del pasado siglo XX; tampoco se abrogó por ser una demanda del sentimiento nacionalista antinorteamericano que había en determinados estratos de la población cubana de los años veinte y treinta (también existían sentimientos antiespañol, antijudio, antihaitiano, antijamaicano, etc), sentimiento que después de 1940 y hasta 1959 disminuyó grandemente (Domínguez, 244). Fueron varios los factores que motivaron esa decisión entre los que, por supuesto, también se encontraban esa corriente y ese sentimiento nacionalista, pero no se pueden obviar tampoco: el trabajo paciente, tenaz y sabio de nuestros diplomáticos, las relaciones de amistad entre Cuba y Estados Unidos, la política del Buen Vecino de Franklyn D. Roosevelt, y finalmente, la percepción norteamericana de los cambios que se habían producido en las relaciones internacionales de las otras potencias con los países de nuestro continente.

Por último, deseo observar que el nuevo tratado sobre las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos que se firmó en esos años, nunca tuvo en su haber, un período norteamericano de ocupación de nuestro país pese a la inestabilidad política y de oposición armada que presentaron algunos gobiernos cubanos antes del primero de enero de 1959.
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20 de Mayo de 1902
 (Mañana del 20 de mayo de 1902:  La bandera norteamericana ondea aún en el Castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana)
Por disposición del gobernador militar Leonard Wood, a fines de abril de 1902, se fijó el 20 de Mayo para la transmisión de poderes. En ese día se iban a retirar de Cuba las tropas norteamericanas y tomaría posesión del gobierno el presidente electo, Tomás Estrada Palma. La culminación de los deseos del patriotismo cubano, el nacimiento de la República, tuvo así su fecha oficial.
La víspera, el día 19, la Academia de Ciencias había celebrado una reunión. Su vicepresidente, el doctor Tomás V. Coronado, se excusó por la fecha en su discurso: "Día de gran júbilo para La Academia de Ciencias médicas, físicas y naturales es el que conmemoramos hoy, el XLII aniversario de su fundación... La Academia, cumpliendo un deber reglamentario, se ve precisada a celebrar su fiesta solemne de antiguo establecida, en día como éste, triste, muy triste, porque también conmemora la sentida muerte de aquel apóstol a quien Dios concedió fuerza y perseverancia inimitables para tremendas luchas por la libertad. Los académicos depositan una lágrima ante la tumba del que se llamó José Martí, y penetrados de las ideas altruistas del compatriota desaparecido, proseguimos las tareas científicas pretendiendo también enaltecer y honrar la Patria que él nos dio..."

Un testigo de la época, Rafael Martínez Ortiz, recordó así esos días de Mayo de 1902 en su libro Cuba: los primeros años de independencia (1911): "El 19 fue día de recogimiento: se conmemoraba la muerte de Martí; las banderas a media asta con crespones de luto ondeaban sobre los hogares: parecía prepararse la nación con la plegaria en los labios y con el recuerdo de los sacrificados en el alma a celebrar dignamente la más grande de las fiestas... Al sonar el primer campanazo de la media noche, la muchedumbre apiñada en las calles y paseos principales, cambió de aspecto; al recogimiento sucedió la algazara, al silencio el estrépito, la calma a la agitación... La aurora encontró la ciudad vestida de gala; los lazos negros que sombreaban al atardecer las banderas habían desaparecido... La alegría era general y era legítima; palpaban los cubanos sus ensueños... Todas las fiestas celebradas hasta entonces habían sido pálidas comparadas con las de esa fecha inolvidable..."
 
A las ocho de la mañana del día 20 tuvo lugar en la Catedral un Te Deum, dijo el Diario de la Marina, "En celebración de la constitución de la República, y para dar gracias a Dios Nuestro Señor por los beneficios que se ha dignado dispensarle... Asistieron al religioso acto, que resultó muy lucido, el presidente de la República Sr. Tomás Estrada Palma, el Secretario de Estado y Justicia, señor [Carlos de  Zaldo y el general Máximo Gómez... Las naves del hermoso templo, adornadas con lujosas cortinas ostentando los colores nacionales, se vieron invadidas por una multitud de fieles entre los que figuraban numerosas damas, todo lo que prueba que los sentimientos religiosos no han menguado en el corazón de las habitantes de esta ciudad..." Hubo, en la tarde, una recepción en el Palacio a la que asistieron autoridades y dignatarios (senadores y representantes, y, entre otras personalidades, Máximo Gómez, Carlos Finlay, Fernando Figueredo y Rafael Montoro), agentes diplomáticos de varios países (los Ministros de los Estados Unidos, de Inglaterra y México; los Encargados de Negocios de España, Bélgica y China; los Cónsules de Chile y del Ecuador...) Y siguieron desfiles, en la Plaza de Armas, del ejército, la policía, la guardia rural y los bomberos, mientras en las calles de La Habana y en los parques de las ciudades del interior, se celebraba con similar alegría tan señalada fecha.


La que décadas después sería mi bisabuela Guadalupe viajó desde la provincia de Matanzas  para estar presente en ese momento histórico. Una de esas miles de personas era ella...

 (La bandera cubana es izada el 20 de mayo de 1902)

 (La bandera cubana  ya izada  en El Morro habanero)

 El 21 de mayo comentó el El Diario de la Marina lo sucedido el día anterior; allí se lee:

El pueblo de la Habana demostró ayer una vez más que sabe aliar la alegría y el entusiasmo a la cordura, y que posee el secreto de expresar ostensible y hasta ruidosamente su regocijo, sin provocar conflictos ni promover desórdenes. La nota característica de la conmemoración de ayer fue que en "todas las clases y todos los elementos sociales. El 20 de Mayo es felizmente una fecha que en nadie despierta, como otras, ningún recuerdo amargo, y a cuya significación pueden asociarse unos con entusiasmo, otros con sincera cordialidad y con espíritu fraternal todos... El bien más preciado para un pueblo es su paz moral, único asiento firme de la tranquilidad pública, y no es necesario perseguirlo en Cuba, porque está ya en lo esencial conseguido; no se necesita más que consolidarlo hasta hacerlo indestructible. Es ése uno de los resultados que a los ojos del observador ofrece la conducta del pueblo de La Habana, de todo el pueblo de La Habana, y seguramente de todo el pueblo de Cuba de regocijo, dando a la ciudad un aspecto desusado de animación. Al dar las doce de la noche el martes 19, en todas las calles se dispararon cohetes y voladores, las campanas repicaron, los tranvías aparecieron engalanados con banderitas y cortinas con los colores de la bandera cubana, y gran número de personas comenzó a recorrer el paseo del Prado, hasta el Malecón, y las principales calles de la ciudad...

Y en la emigración que tanto había contribuido a la independencia con sus recursos humanos y económicos, se celebró ese 20 de Mayo con el mayor entusiasmo. El recuerdo del acontecimiento quedó en las páginas de The Morning Tribune, el periódico de Tampa, al día siguiente de la fecha, donde con grandes titulares en la primera páginas se lee: "Big Day in Havana. President Estrada Palma is Sworn In. Cuba's Flag Flíes". "Cuba Now Free. Great Enthusiasm Attends Advent of the Long-Suffering Island Among the Nations of the Earth. Cuba Libre! " "President Roosevelt Proclaims the New Republic of Cuba ". Y sobre la celebración en la ciudad dice una reseña con el titulo "The Cuban Citizens Hail Their New Republic "; "Pocas fueron las casas de Ybor City y West Tampa que no pusieron en evidencia la consagración de Cuba Libre. Los hogares y los negocios de los cubanos residentes en Tampa estaban engalanados con banderas y retratos de los héroes cubanos... Los comerciantes norteamericanos mostraron su alegría adornando, también entusiastas, sus negocios con los colores de Cuba. Auspiciados por el Club Nacional Cubano, hubo varios actos con saludos de artillería, música, discursos, voladores, fiestas y servicios religiosos, los cuales hicieron que esta celebración del 4 de Julio cubano en Tampa no pueda olvidarse por los cubanos ni por toda la ciudadanía ". "El edificio del Club Nacional Cubano, situado en la esquina de la Novena Avenida y la calle Catorce, estuvo bellamente adornado y se celebró un banquete. Los ciudadanos más prominentes de la ciudad asistieron a él... En todas las fábricas de tabaco se suspendieron las labores, como si fuera un día de fiesta. Fue la celebración más entusiasta en toda la historia de la colonia cubana ". [It was the most enthusiastic celebration in the history of the local Cuban colony.

Había otras fechas que hubieran honrado los esfuerzos para lograr la independencia: el 10 de Octubre, por el alzamiento de Céspedes en 1868 y el inicio de la Guerra de los Diez Años; el 27 de Noviembre, por los estudiantes de Medicina fusilados en La Habana en 1871; el 24 de Febrero, por el Grito de Baire y el comienzo de la guerra del 95; el 19 de Mayo, por la caída en Dos Ríos de José Martí, en ese mismo año; el 7 de Diciembre por la muerte de Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro en Punta Brava, en 1896. ¿Por qué, entonces, escogió Wood el 20 de Mayo desconociendo fechas llenas de espíritu separatista?

La fecha podía tener directa relación con el desembarco en Cárdenas de Narciso López, y que el 19 de mayo de 1850 ondeó en aquella ciudad la bandera cubana enarbolada por el matancero Juan Manuel Macías. La ocupación de Cárdenas por López (tenido por algunos como anexionista) y sus compañeros, la gran mayoría norteamericanos, sólo duró unas 12 horas, desde la madrugada hasta la noche del 19. En esa fecha también se conmemoraba la muerte de Martí, y no era posible mezclar el luto de ese recuerdo con la alegría por el nacimiento de la República, y postergó la celebración. Además, debe recordarse que, a mediados de 1902, urgía dar por terminada la intervención norteamericana, y que las fechas más queridas por los cubanos estaban casi todas al principio o al final del año (febrero, octubre, noviembre, diciembre). Y aun puede suponerse que, con buen juicio, Wood prefirió una fecha virgen que a nadie le trajera el recuerdo de las luchas y conflictos entre los varios sectores de la sociedad. Pero si la intención que determinó la fecha del 20 de Mayo como la del nacimiento de la República no fue todo lo pura que podía esperarse, la consagró para siempre el fervor del pueblo por lo que para él representaba.

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