martes, febrero 02, 2021

Francisco Almagro Domínguez: Desde el círculo infantil hasta la Universidad: la educación en Cuba parece salida de un 'laboratorio anticubano'.



 Tomado de https://diariodecuba.com/

¿Por quién 'doblan' los cubanos?

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Desde el círculo infantil hasta la Universidad: la educación en Cuba parece salida de un 'laboratorio anticubano'.

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Por Francisco Almagro Domínguez

Miami

02 febrero,  2021

No es la primera vez que un funcionario o un amanuense oficial menciona la existencia de laboratorios de guerra psicológica contra Cuba —contra el país todo, no contra el régimen—. Tras los sucesos en el Ministerio de Cultura y el manotazo "alpidiano", ha vuelto aparecer la frase en boca de un exministro y consejero cultural, con todas las implicaciones éticas y legales que eso tiene. Según el funcionario, quienes escriben contra el régimen siguen un guion elaborado en laboratorios de ideas yanquis.

Un laboratorio es un lugar, físico o intangible, donde se inventan cosas. Los laboratorios contratan personas calificadas para crear objetos, dar ideas novedosas, originales. En este caso, debemos imaginar un grupo de gringos que no saben una papa de lo que pasa en verdad en Cuba, entregar a unos dóciles escribientes insulares el plan de tópicos para dañar algo tan límpido, feliz y productivo como la Cuba de los últimos 60 años. Este escribidor sí cree que esos laboratorios anticubanos existen. Pero no están al norte, sino en la Isla.

Los primeros son los círculos infantiles, en los cuales mi generación dio sus primeros pasos. Cada círculo lleva el nombre de un mártir o un héroe, poco importa si puso una bomba o es un terrorista extranjero. Y los niños pequeños, parece increíble, los recuerdan para toda la vida. De ser una ayuda efectiva para las madres trabajadoras, los círculos devinieron madrazas donde junto a la imagen del gato Félix y el ratón Miguel —Elpidio Valdés no había nacido—, ya estaban los cuadros del Máximo Líder, y los murales alegóricos a la epopeya liberadora.

Las escuelas primarias siempre han sido excelentes laboratorios anticubanos. El lema de "Pioneros por el Comunismo seremos como el Che" es como una pledge of alligance —juramento de lealtad— norteamericana. Un sacerdote amigo se preguntaba por qué no decir mejor "Pioneros por Cuba, seremos como José Martí". Otro colega tuvo la curiosidad de revisar un texto de primer o segundo grado, o sea, con lo que los niños cubanos aprenden a leer. La imagen del Máximo Líder o alegorías al proceso aparecían casi 20 veces contra cinco o seis referentes a Martí.

Desde edades muy tempranas los niños cubanos deben saber que hay una Cuba de antes y otra después. La de antes es muy mala, y por lo tanto la buena, es esta, aunque las aulas, los pupitres y las pizarras no sirvan, y algunos maestros tengan por poco la edad de los alumnos. Allí, en los laboratorios de la primera enseñanza, se aprenden lemas y consignas, y se confunde la cultura con la ideología, como dijo Monseñor Pedro Meurice.

Las becas fueron, sin duda, el recinto de excelencia formativa anticubana. Se aprende a votar por el candidato que trae la Unión de Jóvenes Comunistas o la dirección de la escuela, algo que servirá en el futuro para ir a votar en las asambleas del Poder Popular. La votación es unánime pues ellos, los dirigentes, saben de antemano quien será el ganador. Si te atreves a ir en contra debes explicar las razones; si te abstienes, también. Como quiera que sea, estarás marcado en el rebaño.

Muy importante es aprender a robar, o mejor dicho, a "resolver". Si en la beca te robaban la corbata o el abrigo, tú "resolvías" otro. Casi siempre la víctima propiciatoria es un amigo, el de la litera de al lado. No mercy —no misericordia—. No se puede sobrevivir sin resolver. Desde el prescolar al sexto: siempre mintiendo. El jefe de brigada en la beca miente al jefe de lote, entre los dos engañan al jefe de producción, y este, al director, al municipio, y a la provincia. La mentira es la única manera de ser libre.

En las becas y sobre todo en los CDR (Comité de Defensa de la Revolución) desde muy joven asimilas la delación y la vigilancia como virtudes involucionarias. Eso se llama ser combativo. A mayor nivel de relación con el delatado —un padre, un hijo, un amigo—, mayor la recompensa, ser confiable, carecer de gandinga.

Los textos de Historia, que tanto preocupan a quienes creen que los laboratorios están en otra geografía, tienen una visión parcializada, lineal y sin fisuras de la historia reciente. Un pasado republicano deleznable no merece tantas cuartillas. Los periódicos, que deben informar son para formar. Los países enemigos tienen tormentas, plagas, desempleados y huelgas. Los amigos son felices, no carecen de nada. La radio no menciona a músicos, comediantes y actores que se fueron, o tienen una actitud crítica. Simplemente, no existen.

Llegados a la Universidad, que es otro laboratorio, se deben enfrentar circunstancias diferentes. Como la Universidad es de los revolucionarios, todos deben parecerlo. Hemos llegado a la etapa madura del Hombre Nuevo: la simulación. Es una clase que debe aprobarse con buenas notas pues de ello depende un trabajo decente. En este laboratorio es más importante lo que no se debe leer que lo que te dicen que leas. Pero siempre habrá un listillo desafiando el Índex Marxista: forrado con papel periódico hace circular el libro que debía estar en la hoguera revolucionaria.

El laboratorio-isla de hombres nuevos enseña que Cuba es una sola e indivisible: la de los comunistas. La Cuba que no piensa igual, no solo no tiene derecho a existir o al cambio, sino que es apátrida, es decir, no tiene patria ni madre que la parió.

Cualquier hijo de vecino se preguntaría: ¿por qué tantos huyen del paraíso para meterse en un lugar inhóspito, donde odian y no construyen? ¿Por qué esa contradicción de pagar con la moneda de quienes quieren adueñarse de la Isla? ¿Por qué hubo que desaprender inglés, aprender ruso, después aprender venezolano, otra vez inglés, y en cualquier momento, cantonés?

Un día, en un instante, el laboratorio amanecerá patas arriba, como el de Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. Y en vez de volver las cosas a su lugar habitual, se les dejará así. Por pura curiosidad podrán las placas de cultivos debajo del microscopio. De pronto, el sujeto descubrirá que ha sido engañado, burlado, en cubano, trajinado. De ahí en adelante no habrá libro de Historia, ministro, órgano oficial que lo detenga en inventar cosas… para vivir fuera del laboratorio.

Cuando vuelvan a referirse a los laboratorios anticubanos no busquen en el Norte. Todo lo que se puede aprender de anticubanidad ha estado y estará en la Isla. Han sido excelentes maestros en paradojas de la mayéutica: han logrado lo contrario. Por lo tanto, no pregunten por quién tantos cubanos "doblan por tercera". Los cubanos doblan por ustedes.


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