martes, febrero 16, 2021

Vicente Morín Aguado sobre la carta enviada a Joe Biden por el consejo editorial de «La Joven Cuba» con la súplica de eliminar todas las sanciones impuestas por la administración Trump, regresando al final de los tiempos de Barack Obama

 

Sobre la carta enviada a Biden por el consejo editorial de «La Joven Cuba»

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¿Deliran los editores de “La Joven Cuba”?, se pregunta el autor de este trabajo

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Por Vicente Morín Aguado

¿La Habana?

15/02/2021

El consejo editorial del blog La Joven Cuba ha enviado una carta al presidente Joe Biden, con la súplica de eliminar todas las sanciones impuestas por la administración Trump, regresando al final de los tiempos de Obama. La carta comienza expresando una sospechosa urgencia, propia de quiénes llevan la vergüenza de aplastar, en su oportunismo, valores trascendentes de la especie humana.

De entrada, el mendicante calculador se victimiza:

“Es poco lo que podemos hacer los cubanos en la isla para aliviar el efecto de sanciones externas durante la pandemia, pero una acción rápida de su parte puede marcar la diferencia en esta crisis humanitaria.”

El alarido que ahora encuentra eco en los pensadores críticos que en alguna ocasión nos hicieron reflexionar, esta vez se ha plegado a una concertación, al menos tácita, entre la izquierda en el Congreso de Estados Unidos, cuyos representantes visitan frecuentemente la Plaza de la Revolución, y el gobierno que reside en este emblemático lugar.

A continuación, viene la primera petición:

“Es por ello que, en el escenario de una pandemia global, los cubanoamericanos y cubanos residentes en Estados Unidos, están imposibilitados de enviar remesas y medicamentos a la Isla.”

Las remesas no están prohibidas, el gobierno estadounidense, representando a los residentes en su territorio, exige al gobierno cubano, administrador de la economía nacional, pagar a los receptores igual cantidad de valores transferidos por los remitentes. Significa, dólar por dólar o un equivalente real de lo que esos dólares valen, con libertad de usarlos según la voluntad de los destinatarios.

Dígase respeto a la dignidad del trabajo honrado de los remitentes y los derechos de ambas partes.

El párrafo citado termina:

“Convertir a toda una nación en rehén para lograr un cambio de régimen no es un acto moral.”

No se trata de cambiar de régimen, bastaría con que el régimen permita el derecho universal, inalienable, a la libre expresión y asociación, y estaríamos todos cumplidos.

¿Reconocer un derecho humano universal significa una pre condición política?

En cuanto al acto moral, efectivamente, el pueblo de Cuba es rehén, solo que no puede serlo del gobierno norteamericano porque este NO GOBIERNA EN CUBA, los cubanos somos rehenes de una dictadura que acaba de cumplir 62 años.

A continuación, una parrafada patriotera:

“A pesar de todos los patriotas que se sacrificaron por una Cuba totalmente democrática, aún estamos lejos de ese objetivo. Sin embargo, lograrlo es responsabilidad de los cubanos, no de presiones externas.”

¿Están incluidos entre esos patriotas Oswaldo Payá, Laura Pollán y Zapata Tamayo?

Solo mencionamos tres mártires, asesinados por la dictadura que aún desgobierna el país. La lista de víctimas documentadas del castrismo supera los siete mil casos.

Y si bien es responsabilidad cubanísima ganarnos la democracia, ¿Por qué excluir el apoyo solidario de otros pueblos y gobiernos?

La lucha contra la esclavitud en pleno siglo XIX fue una gran batalla internacional, lo mismo contra el fascismo del siglo XX y, por solo citar un caso ejemplar, las sanciones impuestas al apartheid sudafricano en tiempos de Mandela.

Llegamos a la mitad del documento, donde aparece una oración tremenda:

“Estados Unidos no tiene que ser nuestro aliado ideológico, pero puede dejar de ser un vecino hostil.”

Es penoso leer que el país refugio de dos millones de compatriotas, de cuyo trabajo depende hoy la supervivencia de 11 millones, es un vecino hostil. Una larga lista de reclamos acumulan los cubanos dispersos por el mundo, contra un estado que los clasifica extranjeros en su tierra.

La seriedad argumental de esta “Joven Cuba” se esfuma en el siguiente párrafo:

“Sabemos que Estados Unidos no es el único responsable de los problemas que enfrenta el país. Sin embargo, las sanciones económicas, financieras y comerciales que nos han impuesto durante 59 años han hecho muy difícil superarlos en sus dimensiones económica y política.”

Hablando de la cacareada soberanía varias veces reclamada en esta increíble carta, La Casa Blanca no es responsable de las decisiones absolutamente independientes que tomaron durante su largo gobierno los hermanos Castro. Frente a las sanciones económicas norteamericanas, la contrapartida soviética, continuada después por el chavismo, aportó tantos recursos como para paliar exitosamente dos embargos.

Llegamos a un punto trascendente de la insólita petición hecha al Jefe de Estado del enemigo número uno de Cuba, según nos dicen, exhortándolo a perdonarnos la vida.

“Tenemos la esperanza de que reconozca que está en el interés nacional de Estados Unidos dialogar, desde un marco de reconocimiento de la soberanía mutua, con todos los sectores de nuestra sociedad, incluyendo al gobierno, los emprendedores del sector privado y la sociedad civil.”

Si el gobierno de Cuba es incapaz de dialogar, ni siquiera con sus artistas, cómo ahora los reflexivos muchachones de La Joven Cuba aseguran que será posible un diálogo de los norteamericanos, extranjeros en el país, con todos los sectores de la sociedad. ¿No serían acusados de intromisión en los asuntos internos?

Las palabras finales del vergonzoso texto pudieron escribirlas 5 años atrás, aún presente el aliento fresco del brillante discurso pronunciado en La Habana por el primer presidente afroamericano en la historia de la nación líder de la democracia:

“Le pedimos a usted personalmente que tome acción ejecutiva y alivie las sanciones para darle al pueblo cubano una verdadera oportunidad en su búsqueda de la felicidad.”

Esta vez no responderé, creo que Joseph Robinette Biden jamás olvidará las próximas palabras:

“Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”.

“Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta”. (Fidel Castro Ruz, 28 de marzo de 2016)

¿Deliraba entonces El Comandante o deliran ahora los editores de La Joven Cuba?

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