sábado, mayo 06, 2023

Luis Cino desde Cuba: La ingeniería social del castrismo: un experimento fracasado

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Tomado de https://www.cubanet.org

La ingeniería social del castrismo: un experimento fracasado

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No asombra que los ministros y todo el equipo de gobierno de Díaz-Canel, el más inepto que ha conocido la historia de Cuba, hayan llevado a la nación al actual atolladero

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Por Luis Cino

5 de mayo, 2023

LA HABANA, Cuba. — Durante seis décadas, la ingeniería social aplicada por el régimen castrista para crear “el hombre nuevo“ buscó la anulación de la individualidad de los cubanos para convertirlos en una masa manejable, mansa, sumisa que, por temor al castigo, obedezca —o al menos acate— las “orientaciones de arriba”. Pero los resultados no han sido exactamente los que esperaban los mandamases comunistas.

Han conseguido que sean mayoría unos seres cínicos, amorales hipócritas e inescrupulosos que, pese al colectivismo que quisieron imponerle, son cada vez más egoístas, ambiciosos y fulleros. De esa masa, analfabeta en política y derechos, no se puede esperar reclamos democráticos. Pero el régimen tampoco puede contar plenamente con ella para el cumplimiento de sus designios. Si acaso, puede contar, si no con su respeto y cariño, con su acatamiento. Pero cada vez es menos. Las crecientes penurias que sufre torna a esa masa cada vez más díscola y propensa a las revueltas. Basta ver cómo se comporta en las colas y las guaguas o cuando dura demasiado un apagón.

La otra parte de la población, la que estudió, tiene cierta preparación y todavía se niega a renunciar a los valores básicos, es cada vez más minoritaria. Sus vidas discurren aburridas y desesperanzadas, sobreviviendo en desventaja en este sálvese el que pueda, esperando a ver qué pasa —porque algún día algo tiene que pasar— con eso que se aún se conoce, más por costumbre que por otra cosa, como “la revolución”.

Pero en la actual debacle, los que aún no se han convertido en lobos, se ven forzados, si quieren subsistir, a aullar como ellos. Todo es resultado de los fallos en la homogenización comunista que pretendieron los mandamases castristas.

Los cubanos tuvieron educación y salud gratuita, estuvieron en los círculos infantíles, fueron pioneros por el socialismo y juraron ser como el Che; pasaron 45 días al año en la escuela al campo, estuvieron becados en las ESBEC, los IPUEC, la Escuela Lenin, los Camilitos; y cumplieron el servicio militar obligatorio.

En aquellos albergues de becas, escuelas y unidades militares, en los que se imponía la ley del más fuerte y el más astuto, se formaron generaciones de gente frustrada, pero contenta, acostumbrada a vivir entre dificultades, siempre “inventando” y que enseñaron a sus hijos las tácticas de supervivencia que aprendieron. Si antes saciaban el hambre en los platanales y naranjales, o robando en la cocina, el almacén, o en la mochila del de la litera de al lado, ¿qué podemos esperar que hagan ahora que todo vale en este despelote nacional? ¿Qué otra cosa han aprendido a hacer?

Han trabajado por salarios de miseria, alentados a cumplir metas y ganar emulaciones; han malcomido de la libreta de abastecimiento; han visto partir a otros países a familiares, amigos, amores y vecinos; se han aburrido de escuchar hablar de un futuro que nunca llegó.

Nunca pudieron elegir a sus gobernantes, cuando más pudieron elegir al delegado de circunscripción del Poder Popular. Como había jefes infalibles que velaban por su pureza ideológica, tampoco pudieron elegir qué libros leían, qué películas veían, qué música escuchaban o qué moda les era permitida usar. Si es que prácticamente ni siquiera pudieron elegir lo que comían, que era lo que había, lo que venía a la bodega o la carnicería, lo que apareciera, aunque fuera bazofia maloliente.

Los que, obedientes o simulando, lograron llegar a la universidad solo para revolucionarios o conseguir buenos empleos, para los que exigían “confiabilidad”, no podían descollar por su originalidad o sus ideas innovadoras, y tenían que cuidar lo que decían, a quién y en qué momento, porque sabían lo que les podía costar que los catalogaran como “autosuficientes, individualistas, conflictivos e hipercríticos”. ¡Y ay si te detectaban “problemas ideológicos”!

¿Cómo podía esperarse que de un medio así, con ese mediocre material humano, pudieran surgir cuadros y funcionarios con dos dedos de frente y capaces de generar iniciativas valiosas a la hora de relevar a los ancianos de la llamada “dirigencia histórica”?

No asombra entonces que los ministros y todo el equipo de gobierno de Díaz-Canel, el más inepto que ha conocido la historia de Cuba, hayan llevado a la nación al actual atolladero.

Los actuales dirigentes han llegado a donde están hoy porque asiduos practicantes de la doble moral: se formaron obedeciendo las órdenes sin chistar, siempre aplaudiendo, repitiendo gastadas consignas, chivateando, adulando a los jefes y dejando que piensen y decidan por ellos. ¿Qué más podía esperarse de ellos que dicen ser la continuidad que no fuese el actual desastre?

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Ingeniería Social Y Comunismo



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