EL DESTINO COLONIAL DE CUBA
Alguien se pregunta si este artículo es de Luis Ortega padre o de Luis Ortega hijo. No conozco la obra del hijo de Luis Ortega hijo, pero si he leido algo de Luis Ortega padre, el ¨botellero¨, y ha cambiado tantas veces de acera y de camisetas que este escrito puede ser perfectamente producto de otra ¨conversión¨ , quizás la última, del octogenario Luis Ortega. Hasta hace poco en la Mesa Redonda de la TV cubana, citaban algunos de sus últimos artículos para defender a la tiranía cubana; supongo que cuando muera o se enteren de esta nueva ¨conversión¨, empiecen a tomar los artículos de Alejandro Almengol.
Aunque L. H. Jenks escribiera el libro ¨Nuestra Colonia de Cuba ¨, Cuba republicana no fue nunca colonia de los Estados Unidos, de la misma manera que la tiranía cubana no fue tampoco una colonia o un satelite de la Unión Soviética. Entre la tiranía isleña y el régimen comunista de la URSS lo que existía realmente era una fuerte relación simbiótica desde el punto de vista político, la cual incidía muy significativamente en el aspecto económico de las relaciones. Los múltiples desencuentros entre las partes, en ambas etapas de nuestra Historia, niegan la existencia de una relación Colonia-Metrópoli entre ellas.
EL DESTINO COLONIAL DE CUBA
Luis Ortega
La Prensa
Nueva York
E.U.
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Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Agosto 24, 2006
Dos semanas después de que se anunciara la gravedad de la enfermedad de Fidel, parecía que el secreto se iba a prolongar más tiempo. Ni siquiera Raúl, el hermano, aparecía por ninguna parte. Es probable que estuvieran tratando de coquetear un poco con la opinión pública, dentro y fuera de la isla. Me imagino que los dos hermanos disfrutan la atención que les brinda la opinión pública, sobre todo la de Estados Unidos. Antes de Castro, es decir, antes del alzamiento en la Sierra Maestra y la visita de Herbert L. Matthews, ni Cuba, ni Castro, ni Batista, nadie en la infeliz isla, llegó a tener jamás la menor importancia en el mundo entero. Tal vez algún boxeador negro haya logrado alguna atención. Cuba era una isla de chicharrón y café con leche, como la había descrito el italiano Ferrara. Nada podría pasar allí. Tuvo que llegar Castro, con sus barbudos, con su hamaca, su guerra de guerrillas, con su pintoresca estrategia en lo alto del Pico Turquino, alejado de todo peligro, tuvo que ser la cosa de este modo, para que Cuba llegara a ser conocida en el mundo entero. Es posible que las gentes, hayan llegado a creer que hubo de verdad una guerra en la Sierra Maestra, a pesar de que, salvo los infelices que murieron en el desembarco, en diciembre de 1956, nadie se ha destacado por haber muerto en la guerra de Castro. Todos, o casi todos, salieron vivos de la Sierra y casi todos han llegado a la vejez extrema, gordos y relucientes. Ni Fidel, ni Raúl, recibieron un sólo arañazo. El pobre Che no logró inmolarse en la Sierra y tuvo que ir a Bolivia para encontrar su muerte gloriosa. Todo esto lo que demuestra es que Batista es un farsante.
Fidel puso a Cuba en el mapa, y al mismo tiempo la llenó de escombros y de muertos. Logró llevar al mundo a momentos supremos de tensión, como ocurrió cuando la crisis de octubre de 1962. Toda la fama que ha acumulado en el mundo de hoy tiene un cierto sabor siniestro. Ahora, para colmo, hasta amenaza con morirse como cualquier hijo de vecino, después de haber convertido la isla en un chiquero. Retomando el hilo del tema, quiero señalar el espectáculo de Fidel con Chávez. Podría sospecharse que la intención de los dos hermanos era prolongar hasta el máximo su ausencia para excitar a las gentes. Fidel, en el hospital, tal vez muriendo, y Raúl en algún lugar de Cuba, medio escondido. Pero en eso llegó Chávez, de pronto, y entonces fue posible advertir la importancia que tiene Venezuela para la famosa revolución cubana. Los dos dieron la cara, Fidel en el hospital y en su cama, y Raúl más sonriente que nunca. Los dos felices y contentos, por tener a Chávez de visita. Nunca un visitante fue recibido en Cuba con mayor regocijo. Nunca se había visto a Fidel y su hermano sonreír con tanta alegría. Nunca un funcionario extranjero fue recibido con mayor deferencia. ¿Qué quiere decir esto? Yo lo veo como una prueba concluyente de la importancia que tiene Venezuela para Cuba en estos momentos. Es posible que Cuba esté sobreviviendo gracias a Chávez. No solamente por el petróleo sino por las cantidades de dinero que provienen de Venezuela. Algo así. La isla sobrevive, es decir, Fidel, gracias a Chávez. Ahora bien, ya insinuada esta sospecha, uno puede preguntarse lo que pasaría en Cuba si los militares venezolanos, un buen día, deciden derribar a Chávez y mandarlo, tal vez, para Cuba. En los últimos años Venezuela ha estado siempre al borde del golpe de estado. ¿Podría Cuba sobrevivir en estos tiempos sin la ayuda fundamental del loco de Caracas?
Cuba tiene un destino colonial. Fue colonia de España durante más de cuatrocientos años. Luego, colonia de Estados Unidos hasta 1959. Cayó en manos de Castro y éste la puso al servicio de la Unión Soviética. Cayeron los soviéticos y Fidel se quedó el garete. Cuba se hundió aún más. Tal vez ahora ha encontrado una metrópoli en Caracas. Nuestro destino es ser siempre colonia de alguien. Cuando Chávez se asile en una embajada, Washington le dará la bienvenida a Cuba. Aquí no ha pasado nada.
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