LA CUBA DE CASTRO OTRA VISION,DE UN SACEDORTE JESUITA || LA CUBA DE CASTRO
Hay personas, y entre ellos sacerdotes, que no quieren abrir los ojos ante la realidad cubana.
Recuerdo que a finales de los años 90s, visitó Cuba el famoso Obispo Pedro Casaldáliga, de la diócesis de São Felix do Araguaia, estado de Mato Grosso, Brasil, defensor del régimen cubano. Dicho Obispo fue invitado por el Obispo de Pinar de Río a visitar su diócesis para que diera una conferencia abierta al público en general. En esas conferencias del Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río, cuya publicación más famosa es la revista Vitral ( http://www.vitral.org ), es costumbre que al final de la conferencia el ponente permita que se le hagan preguntas por parte del auditorio. Después de hablar en su conferencia de los privilegios que tenemos los cubanos de vivir bajo un régimen como el cubano y no en otros países, SE NEGÓ, a responder cualquier pregunta. Ya fuera del marco de la conferencia, el mencionado Centro lo invitó a visitar zonas de extrema pobreza dentro de la ciudad de Pinar del Río. El Obispo también se negó a visitarlas.
-Sobre Cuba, ¿qué actitud piensa usted que los cristianos debemos asumir ante la situación de ese país, en este momento?
-Debemos continuar condenando, abiertamente, el bloqueo económico a Cuba. Es algo totalmente injusto e inicuo. Es simplemente un gesto de prepotencia y de orgullo imperial de Estados Unidos.
En segundo lugar, debemos ayudar al propio pueblo cubano y a sus dirigentes a irse abriendo también a aspectos formales de la democracia. Debemos, antes de nada -y la historia seguirá agradeciendo siempre esto- la actitud firme, coherente de antiimperialismo de la Revolución Cubana. ¨
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Por Javier Campos s.j.
Mural
México
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Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Agosto 28, 2006
Me llegó por casualidad un artículo publicado en “La Nación”, Chile, del 22 de agosto, escrito por un sacerdote jesuita, José Aldunate, sobre la imagen de Fidel Castro y la visión utópica que él nos relata de Cuba en estos momentos. Comienza, a manera de aclaración necesaria para el lector, diciendo que lo que él contará es la perspectiva “objetiva”, según sus palabras, de la Cuba actual, y por ende del que dirige (por más de 40 años) el destino de todo un pueblo. Uno piensa que como es un sacerdote, y jesuita específicamente, el que nos relatará su “perspectiva objetiva”, no podrá tergiversar, manipular datos ni menos distorsionar lo que realmente ocurre allí. Así que uno continua leyéndolo. Él dice que fue a Cuba en 1991, inmediatamente cuando cae el Muro de Berlín. De ese muro el sacerdote no nos habla nada ni menos por que cayó. Queda en su relato como un hecho colgando porque luego no lo conecta con lo que ocurre en el mundo, especialmente con todos los países comunistas después de 1990 adelante.
O sea, que el Muro, objetivamente como se sabe y no es una invención de nadie, desplomó una perspectiva de organizar unas sociedad que no funcionó para nada ni para nadie. Bueno, sigamos con el relato de nuestro sacerdote jesuita. Dice que fue invitado a visitar Cuba y que tuvo plena libertad para hablar con quienes quisiera. Lo cual, si uno lee bien, nos está diciendo desde ya que la libertad allí existe pues si a él se la dieron, deben tenerla todos en Cuba. Allí todos dicen lo que quieren a quienes quieran. Algunos lectores se lo creen. Y no un lector ingenuo sino esos lectores o los revolucionarios nostálgicos que aún quedan y que desean escuchar esos análisis para creer que todavía, en Cuba, la sociedad socialista marxista funciona. Sigamos. Luego nos dice sin tapujos de que “como país socialista, (Cuba) ha privilegiado la igualdad con sacrificio de la libertad. Y esto en forma muy eficaz. En Cuba no había ni ricos ni pobres. Eran todos pobres, pero también todos ricos en dimensiones de gran valor”.
Y aquí uno se queda pensando en este juicio que perturba a cualquiera. Para él la igualdad, la de tener todos por igual lo mismo (lo que siempre se dice de Cuba, medicina, educación, comida para todos), es mucho mejor que “la libertad” (la cual tampoco el sacerdote no explica ni se detiene en este concepto). Es muy común la respuesta de que la pobreza de Cuba no es comparable a la pobreza de México, Brasil, El Salvador o Haití. Está bien, pero Cuba un país socialista y revolucionario y sus objetivos originarios fueron exterminar la pobreza de raíz.
Luego nuestro sacerdote agrega que “los bancos allí los han convertido en hospitales”. Esto me recuerda al poema de Ernesto Cardenal, escrito por allá por los 60, cuando en “La economía del Tawantinsuyo” reconoce que el Imperio Inca tenía igualdad social pero carecían de libertad. Para Cardenal, y creo aún sigue en esa onda, la igualdad social (otra vez medicina, educación, comida) es mejor que la libertad. Hasta ahí llega Cardenal pero nuestro sacerdote va más allá para buscar la explicación de por qué no hay libertad en Cuba. Nos dice que la libertad en Cuba si bien no existe es a causa de un fenómeno. Él lo dice así : “Pero también (Fidel) impidió introducir elementos de libertad. Fue y sigue siendo la amenaza constante de invasión de parte de Estados Unidos. Cuba es un país amenazado y como tal no puede dar lugar a la libertad deseable.”
Aquella interpretación es la que siempre ha sostenido el Partido Comunista cubano y es presentada principalmente por su líder Fidel Castro y transmitida hasta la saciedad durante más de 40 años por los medios controlados por el gobierno cubano. Ha sido su propia manipulación que se ha inyectado en los “revolucionarios”, fuera de Cuba, y la repiten como ventrílocuos. Pero lo más insólito de su tesis es cuando nos explica lo siguiente: “(Cuba) debe conservar sus sistemas de defensa en las ciudades y los campos, como Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Tendrán esto en cuenta quienes acusan a Fidel Castro de dictadura y de exceso de control?”.
Es justamente esa tesis reproducida cándidamente por el padre Aldunate (¡aún sin comprobarse que yo sepa de que la invasión norteamericana está lista para invadir Cuba!) que trasmite el líder único a la población que no tiene (el pueblo cubano) ni siquiera un céntimo de espacio para rebatir tal teoría anacrónica. De eso no habla el padre Aldunate en su utópica columna. La libertad de discernir es la que realmente no existe en Cuba. Allí nadie puede opinar públicamente lo contrario. Claro, la gente hace chistes en las calles y habla en casa (eso lo vi en Cuba misma), pero no existe ningún programa que refute al líder ni en los tres canales del Estado ni en los cuatro diarios del gobierno. Siguiendo la tesis al pie de la letra del padre Aldunate, Estados Unidos pues es el culpable de que no haya libertad de expresión ni de que nadie opine distinto, públicamente en medios masivos, rebatiéndole al líder (o dictador, que en el caso de Cuba es lo mismo).
Otra joyita del padre Aldunate es ésta: “La promoción de los derechos humanos ha sido única y sin parangón en todo el continente. Todos tienen acceso a un alto nivel de salud, educación, recreación, deportes y cultura. Y todo gratis, sin discriminaciones.” No se puede negar que los orígenes de la revolución cubana fueron esos objetivos, desde Sierra Maestra. Y especialmente lo logró cuando Cuba tenía una relación estrecha, de dependencia con la ex URSS, alcanzó niveles de comodidad para la mayoría de los cubanos. Bien. La Alemania de Hitler, de Mussolini, la Unión Soviética, los países del Este, dieron lo mismo a sus habitantes pero cortándoles la libertad de expresión en medios masivos y la libertad de viajar. Si el Muro y el desplome del socialismo real se vino abajo no fue porque la gente no tuviera esas necesidades satisfechas sino porque no tenía la otra mitad que necesita el ser humano: la libertad de decidir qué leer, qué escribir, qué escuchar, qué ver, con quién reunirse para formar un grupo diferente, o la necesidad de moverse y viajar libremente.
En Cuba conocí a Ernesto, y esto es un ejemplo que refleja a millones de cubanos. Ernesto tiene ahora 35 años y obtuvo una excelente educación. Pero para qué, me decía, si con ella ni siquiera puedo entrar en un campo laboral que no sea el del gobierno. Y más aún, campos laborales que no existen en Cuba porque aquí no hay espacio, por orden del líder, para los negocios privados ni para la libertad de inventar tu propio negocio. ¿Para qué entonces decir que la educación cubana es gratis y excelente si no tenemos en qué trabajar porque el mercado, la competencia, el consumo, según el líder, es la raíz de la alienación humana?
Pero otra cosa más dramática de Ernesto: el deseo de ver qué había más allá de su isla. Está prohibido salir o viajar y al padre Aldunate ni le preocupa ni lo menciona. Claro, el sacerdote Aldunate puede viajar, escribir libremente, comer frugalmente, no le interesa el consumo, está bien que se viva con menos de lo necesario, “la libertad” no es necesaria. Pero el Muro de Berlín se derrumbó no por la bella y utópica perspectiva de lo que nos dice este sacerdote por muy buenas intenciones que él tenga. Lo que nos presenta, y así justifica a su “Cuba”, es una utopía (la suya y la de los revolucionarios nostálgicos) que no funcionó ni funcionará. Porque si Cuba sigue siendo una rareza, no es porque su pueblo -encerrado en una isla- ame esa “sociedad”, sino por la terquedad de un líder envejecido, dando vueltas en su propio laberinto.
*Javier Campos es escritor, poeta. Académico en Estados Unidos en una universidad jesuita
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LA CUBA DE CASTRO
José Aldunate s.j.
La Nación
Chile
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Máximo Tomás
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Agosto 28, 2006
Pocos temas provocan tanto apasionamiento y prejuicios como una apreciación sobre la Cuba de Fidel Castro. ¿Será posible una valoración objetiva al respecto? Ensayemos: visité Cuba en 1991, dos años después de la caída del muro de Berlín. Fui invitado junto con otros dos religiosos por las autoridades de La Habana. Tuvimos plena libertad para hablar con quienes quisiéramos y así lo hicimos.
Después, ha habido cambios y adaptaciones difíciles. Pero entiendo que Cuba ha conservado sus estructuras esenciales. Como país socialista, ha privilegiado la igualdad con sacrificio de la libertad. Y esto en forma muy eficaz. En Cuba no había ni ricos ni pobres. Eran todos pobres, pero también todos ricos en dimensiones de gran valor. Hablaremos de ellas. Los profesionales ganaban casi lo mismo que los obreros y tampoco servía de gran cosa tener dinero. Los bancos estaban convertidos en hospitales.
El problema real es y sigue siendo el sacrificio de la libertad. La igualdad no puede ser impuesta. Debe ser libremente querida. No hubo problema con la primera generación: Fidel y sus compañeros del comienzo se dieron libremente a su ideal. Pero lo encontramos preocupado por la segunda y la tercera generación. Ya no mantenían la misma generosidad. Tampoco los cristianos pudieron mantener el “uno para todos y todos para uno” de la primitiva comunidad.
A pesar de todo, Fidel y su carisma tuvieron la cohesión indispensable hasta nuestros días. Un factor externo ayudó para esto, pero también impidió introducir elementos de libertad. Fue y sigue siendo la amenaza constante de invasión de parte de Estados Unidos. Cuba es un país amenazado y como tal no puede dar lugar a la libertad deseable. Y debe conservar sus sistemas de defensa en las ciudades y los campos, como Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Tendrán esto en cuenta quienes acusan a Fidel Castro de dictadura y de exceso de control?
Un segundo factor que ha afectado en lo económico ha sido el injusto embargo de EEUU, que tendría que haber sido el mercado natural para la isla. Un tercer factor fue la caída de la Unión Soviética, que la favorecía mucho. Fidel Castro, personalmente, sin tener fe, es abierto a la religión (véase “Fidel y la religión”, de Fray Beto), pero entre su equipo y la jerarquía católica la relación ha sido de incomprensión mutua. La autoridad eclesiástica sólo espera que termine Fidel. Hubo sí un buen nuncio con quien se entendió y el Papa visitó Cuba obteniendo algunos logros.
Aunque las libertades están restringidas y ha habido encarcelamientos prolongados de objetores que no aceptan estas limitaciones, la promoción de los derechos humanos ha sido única y sin parangón en todo el continente. Todos tienen acceso a un alto nivel de salud, educación, recreación, deportes y cultura. Y todo gratis, sin discriminaciones. Cuba no es muy rica en recursos naturales, pero va a quedar con una riqueza humana que promete mucho. Ya la ha desplegado generosamente: soldados luchando por la liberación de países en África, miles de médicos en América Central y Venezuela, profesores en Nicaragua y las naciones aledañas. Cuba misma ha sido un hogar para acoger a miles de refugiados y necesitados.
Fidel ha luchado por mantener los logros principales del sistema. Ha debido ceder al capitalismo admitiendo un turismo con sus aportes y vicios. ¿Qué es lo que falló en su sistema socialista? Para tener igualdad se requiere de mucha generosidad. Y Fidel no la encontró de modo suficiente en las nuevas generaciones.
En general, la humanidad no ha llegado a un nivel de desarrollo ético como para poner el bien común por encima del individual. Por esto, los individualismos han triunfado en el mundo (sin negar que se dan también otros factores). Agradecemos a Fidel su generosidad y empeño porque dejará una población valiosa y enriquecida en salud, educación y cultura. Deseamos que Cuba pueda conservar los privilegios que ninguna nación latinoamericana ha logrado ni de lejos emular. Vemos en Cuba si no el camino, al menos atisbos de la meta a la que queremos llegar.
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