miércoles, noviembre 29, 2006

DOS MÚSICOS CUBANOS DEL GRUPO MONCADA AL EXILIO

Nota del blogguista


Después que durante años le cantaron loas a la tiranía cubana llegan estos músicos al exilio.
Para gozar en Cuba de algunos privilegios no había que exagerar tanto con la doble moral y la careta. Cuba, y no Japón, sigue siendo el gran escenario del teatro Kabuki a nivel mundial. El que escribe esto no llega a dos años fuera de Cuba, o sea, vivo y comprendo la realidad cubana pero hay personas que bailaron con la más bonita con el castrismo y después quieren seguir bailando fuera. Esas personas han salido de Cuba en múltiples ocasiones. Solamente hace falta que el oficialista Jorge Gómez, su director y marxista por estudios realizados en la UH y por su ideología, llegue a estas tierras.

Por cierto, en su entrevista Jorge Gómez exagera las dificultades para conformar el grupo musical que se llamaría posteriormente ¨Moncada ¨. Había recién terminado el Festival de Aficionados de la Universidad de La Habana, que cuando aquello incluía a los futuros ISPJAE, ISCMH, al ISP Enrique José Varona, etc., el cual se había celebrado en el Teatro Mella, antiguo Rodi, en la calle Línea y en el cual se le había dado el tiro de gracia a la música Rock y se había aupado a la música latinoamericana de corte indigenista. En ese festival actuaron Pedro, ¨el Gordo¨, que era estudiante de la CUJAE tocando varios instrumentos, el inquieto Calviño, que había tocado con el famoso grupo de rock Los Dada, y muchos, si no todos, de los que conformarían Moncada; ese festival le sirvió de cantera para conformar el grupo que debutó en la Plaza Cadenas, hoy Plaza Ignacio Agramonte, en el escenario que tenía como fondo al Edificio Felipe Poey, sede de la Escuela de Matemáticas y del Museo Montané. Yo estaba ahí.


Fragmentos tomados de
http://www.contactomagazine.com/musicavieja0406.htm


El estado se hizo dueño de todo. Metieron a todos los músicos y cantantes en un mismo saco, un Centro de Contrataciones. Usted veía en la misma cola a Esther Borja, a Esther Montalbán (la pícara pianista), o al tramoya de cualquier orquesta. Y entonces crearon jurados para medir la calidad de los cantantes y músicos. Según la letra que les otorgaban, A, B o C, se les permitía trabajar en la televisión, grabar un disco, o presentarse en un cabaré. Nadie escapó de la evaluación, ni Barbarito Diez, la voz del danzón, ni Marta Estrada, la baladista preferida en los años 60, a quien una humillante letra C, le impidió hacer televisión por más de 10 años. ¿Pero cómo evaluar a Juana Bacallao? Juana no sabía ni papa de música. Pues la negra genial se apareció ante el jurado, con la ropa tiznada y, en la mano, un fragmento de partitura quemada: "ustedes pedonen señores del jurado, pero un incendio desvastaor acabó con mi casa, y esto es lo único que ha quedado de mi música". El cubano se burlaba de su propia tragedia.

Otra puñalada a la música popular fue la intervención de todas las disqueras y su fusión en una disquera única, la EGREM, Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales. ¿Su política musical? Didáctica o represiva, según se mire. Durante sus primeros años, grabó sólo música elaborada, culta, clásica o como quieran decirle. La ingenua pedagogía creía que la cultura se podía imponer por decreto. Se "orientó" a la Sinfónica Nacional a dar recitales al pie del Pico Turquino, y a tocar para los torcedores de tabaco. El día que la Sinfónica se presentó en Pinar del Río, cerraron los centros de trabajos, metieron a los obreros en camiones y los llevaron a la fuerza al estadio, mientras, por las calles, un camión de la radio local, arengaba: todos al estadio a bailar y a gozar con la sinfónica nacional.

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Radios por anca de rana

¡Qué coincidencia!, Fidel apoyaba la política chilena de Allende, y una exposición de arte andino llenaba las vidrieras vacías de la calle Galiano, cuando el grupo Moncada, vistió ponchos y tocó un tamboril como los indios araucanos. La Nueva Trova representaba a la revolución y seguía sus pasos. Cuando Fidel fue a Jamaica, los grupos Moncada y Mayohacán incorporaron las tumbadoras; cuando visitó Africa, introdujeron el chekeré; pero, de nada les valió, cuando sonaban el son, les faltaba "bomba".

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Llegan dos talentosos músicos cubanos a tierras de libertad

El pasado fin de semana llegaron a Estados Unidos, los jóvenes y talentosos músicos Alexis Morejón y Nelson Rodríguez Herrera, quienes eran miembros del famoso e histórico Grupo Moncada (2000-2004), entre otras


Miami, 28 de noviembre de 2006/ Maria Argelia Vizcaino/ Noticuba Internacional / Alexis Morejón, cantante y compositor de temas como Puertas; Vestida de negro; Cantándole a la vida. Nelson Rodríguez, director, productor, primer guitarrista y compositor de No será el final; y coautor de temas en inglés (Is Not The End) grabados por el grupo la Kamara Gamma, que con su único CD Pretentions logró ser nominado para los premios Cubadisco 2003.

Los interesados en apoyar a estos jóvenes talentos en esta primera etapa en tierras de libertad pueden escribir a mariaargelia@hotmail.com o llamar al (561) 758-4316.

Conozca el Diccionario de Talentos Artísticos Cubanos en el Exilio, visite www.mariaargeliavizcaino.com Cuba está destruida pero conservando nuestra cultura y música, seguiremos viviendo en ella.

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29 de Noviembre de 2006
Génesis del encanto.

Por: Marcos Alfonso
Fotos: Guillermo de Jesús

Moncada continúa hoy en la preferencia de los cubanos
Adios a las teclas
Jorge Gómez, afable, reflexivo, locuaz... narra una história poco conocida por el público cubano
El embrión
Surge Moncada
La escalinata



A 30 años de fundado, y con una historia fuera de lo común, su música es un permanente asombro.

La sentencia de su abuela Virginia marcó a este hombre para siempre: "Mira, mi’jo, cuando uno muere como desea, y son pocas las personas que logran hacerlo en este mundo, se le recuerda con alegría, no con tristeza."

Moncada continúa hoy en la preferencia de los cubanos

Jorge Gómez Barranco (08-01-1943), director de la agrupación musical Moncada desde su creación hace ya tres décadas, es un comunicador por excelencia. Su desenfado, amabilidad y agudo pensamiento, provocan en los interlocutores ese raro deseo de seguir conversando.

Así me ocurrió una mañana donde la canícula se hacía insoportable. Una obra sostenida, enriquecida y adecuada a los tiempos, sin renunciar a la génesis, bien valía el reto. Bohemia mensual lo aceptó.

"Siempre tuve afición por la música", confiesa. "No puedo negar la valiosa influencia de mi tío, un joven de apenas 23 años, bien parecido, enamorado, locuaz, escritor... se convirtió en paradigma: por la influencia de su personalidad y el apego a los principios. Raúl Gómez García, el poeta revolucionario que cayera combatiendo durante el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, durante las luchas del pueblo cubano contra la tiranía de Batista, sigue entre nosotros con la franca sonrisa, sus encendidos versos y el arrojo patrio que, al menos yo por entonces, no calculaba."

El piano, la dulce e inquieta abuela, la impronta de Raúl... y los seis pesos que una tía pagaba a Zelaida, la profesora de música, hicieron que Jorge comenzara a desandar por la ruta del pentagrama: Chopin, Litz, Beethoven. Sin embargo, el barrio, los de abajo, y la escuelita pública 87, lo ataban. Un día cualquiera, Alejandro Torrens (con el paso de los años padre del cantautor cubano David), cofrade de aula, lo conmina: "¡Toca algo ahí"! y él cogió un tumbao popular; el amigo, con unos pedazos de palo de escoba, hizo las claves. Nació la idea de crear un conjuntico.

El tiempo los llevó, como por arte de magia, a la televisión: las Pandillas Cabeza de Perro, programa "filántropo" para niños pobres acogió a Jorge y sus amigos: Ritmo del mar, sugestivo nombre para aquel remedo musical cuya base era el piano y se le sumaba todo lo percutivo que fuera capaz de hacer ¿música?



Adiós a las teclas

Poco más de doce meses duró la incursión al mundo de las fusas y semifusas.

La muerte de Raúl Gómez García en el asalto al cuartel Moncada hizo que la situación en casa de la abuela Virginia se tornara muy difícil: constantemente la policía asediaba el inmueble, efectuaba registros... Hubo que cambiar de domicilio y, con el disloque, el piano se vendió al mejor postor. "Fue un golpe tan duro para mí y la familia, que nunca más quise saber de música. Resultó traumático, pues, aunque parezca poco creíble, tampoco aparecían los seis pesos para pagarle a la maestra. Ella se ofreció para continuar con las clases de manera voluntaria, pero mi padre, también profesor aunque de la enseñanza general, se negó."



Jorge Gómez, afable, reflexivo, locuaz... narra una historia poco conocida por el público cubano.

El tiempo transcurrió y, a punto de graduarse en el preuniversitario, "pensé estudiar medicina y pronto me di cuenta que no tenía aptitud; mi mamá se inclinaba por la abogacía... A fin de cuenta, ya egresado, me sorprende la Revolución, a la que me sumo de inmediato".

Varias responsabilidades le son confiadas en las organizaciones juveniles donde milita. Una de ellas, aprender economía, a pesar de su afición por las letras. Corría 1961. "Era la prioridad entonces". Estudió en la carrera de Planificación, y llegó a laborar en su Junta Central, que dirigiera el Che. Tiempo más tarde, ante otra necesidad del país, se prepara como profesor emergente en Filosofía. "A pesar de lo torcido del camino, sin proponérmelo, guiaba mi derrotero hacia la música."

A los 23 años ya impartía clases de filosofía en la Escuela de Economía, su punto de partida.



El embrión.

En mi papel de profesor, en el departamento donde laboraba, conozco a Alberto Faya, quien a la sazón se preparaba para la docencia. Y yo, que algo me recordaba de las clases de piano y de solfeo, pues le hacía la segunda con la voz y unas desvencijadas claves: canciones de la trova tradicional, de la música latinoamericana, Silvio y Pablo, quienes ya se empezaban a escuchar... Así, en cada fiestecita, íbamos a poner nuestro granito de melodía.

El boom sobrevino inesperadamente: Un día cualquiera le encomiendan a Jorge Gómez ir a laborar a la televisión universitaria para realizar un programa con aficionados del medio estudiantil. Allí conoce a Manolo Calviño (hoy en el Programa Vale la pena, Televisión Cubana), Pedro el gordo, Tomás... "Resultó la tarea del indio. Yo, que me especializaba en estética, a todo tenía que encontrarle un por qué, como los niños pequeños; un sentido profundo, y la misión era lo opuesto: hacer un programa de entretenimiento y, por demás, con espontáneos, cuyo patrón lógico era imitar a los profesionales de la época: Beatriz Márquez, José Feliciano o Juan y Junior; un grupo musical tocaba Pastilla de Menta. Se trataba de un momento terrible en nuestra radiodifusión, sobre todo, en el plano estético. Imagínense unas conductoras que se lanzaban cake a la cara por TV y en vivo... El summun del mal gusto".

A instancia de Jorge se convoca a todos los aficionados para elaborar una programación de qué se haría en cada semana, cuál la selección musical, y los temas... poco a poco cobró cuerpo aquel espacio televisivo que llegó a tener pegada en la teleaudiencia.

"Yo decía, el domingo próximo abordaremos el tema de lo afrocubano. Seleccionaba los temas y distribuía las misiones: El grupo tal, interpretara estos; los solistas fulano o mengano, aquellos otros... y la fórmula gustaba, pues los aficionados se hacían de un repertorio. Sin proponérmelo, cambiaba el sentido a aquel movimiento de artistas espontáneos y me fui inventando un programa. Como en todo grupo humano, había siempre personas muy dúctiles: Manolo Calviño, acudía a todos los programas; Tomás, tocaba en el piano lo que le pidieras. Así nace un grupo de personas asiduas al espacio, tanto, que en la Universidad, jocosamente, decían que en vez de llamarse Siempre en domingo, se nombraba, Siempre los mismos. Primero, no existían muchos "voluntarios"; segundo, cada cual tenía sus obligaciones laborales o docentes; tercero, escaseaban quienes tuvieran la dedicación de participar en un programa que los obligaba temáticamente."

De un extremo a otro de la Isla, Moncada estará siempre, mientras haya cosas hermosas que decir.

El quinto aniversario de la caída del Che en combate, sorprende a Jorge Gómez con la encomienda de dirigir una velada en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana. Grupos de teatro, danza y los músicos que habitualmente acudían al programa televisivo, formaron el cuerpo de aquella presentación: unas 150 personas. Aquello resultó la célula de grupo Moncada.

"Por entonces -rememora- nos llamábamos Grupo Instrumental Universitario. La actuación resultó decorosa, tanto, que el rector a la sazón, José Miyar Barruecos, Chomy, me dijo:

"-¿Y ese grupo?

"-Uno que inventamos para la velada- dije.

"-Deben integrarse nuevamente. Visitará el país una delegación de catedráticos de la Unión Soviética y otras naciones, y queremos que aprecien nuestro arte.

"Aquello fue la locura. Disponíamos de poco tiempo y debíamos ampliar el repertorio; buscar otros instrumentos. La presentación fue un éxito y el rector sentenció:

"-¡Esto no se puede romper!

"Te hablo a finales del año 1972."



Surge Moncada.

A los pocos días Alberto Faya sugiere concebir un espectáculo por el aniversario 20 del asalto al cuartel Moncada. "Es algo que te toca de cerca, por tu tío", le comenta a Jorge.

"¡Eso sí, vamos a hacer nuestras propias canciones!".

Surgió la idea de una cantata. Un relato de Raúl Castro sobre los sucesos del Moncada sirvió de inspiración. Se concibió la estructura: una pieza dedicada a Santiago de Cuba, otras a la granjita Siboney, el asalto, los muertos... "Rememoré entonces aquella actitud de abuela Virginia cuando la caída en combate de mi tío; y también el hecho de que la fecha del 26 de julio se espera con festejos, como el día más feliz de la patria... Lo primero que surcó mi mente fue el estribillo: "¡El 26 es el día más alegre de la historia!"... Se hizo la Canción del Moncada, la cual estrenamos en la sala Talía, de la Universidad."

"Al poco tiempo Melba Hernández presidenta a la sazón del Comité de Solidaridad con Viet Nam, nos invita a actuar en la inauguración de un poblado, a unos 40 kilómetros al este de la capital, que lleva por nombre el de aquella aldea vietnamita arrasada por la aviación de Estados Unidos: Ben Tre.

"-¿Cómo se llama el grupo?- preguntó.

"-Pensamos ponerle Credenciales -comenté-. Habíamos pensado en Moncada, pero no quisiéramos parecer irreverentes...

"Melba subió al podio y habló a los pobladores del lugar. Al finalizar, les dijo: ‘Ahora actuará para ustedes el Grupo Moncada, de la Universidad de La Habana’. Se oficializó el nombre.



La escalinata.

Los cubanos menos jóvenes recordamos la escalinata y los conciertos de Moncada.

Juanito Gómez Barranco (10-01-47), hermano de Jorge y fundador de la agrupación, rememora aquella plaza como un paradigma. "Resultó una fórmula increíble, porque no siempre los instrumentos servían, o había problemas con las luces o la tarima era virtual... pero resultaba un fenómeno de masas de tremenda profundidad. Hubo personas que llegaban a las cinco de la tarde para coger los primeros puestos. Cualquier cosa que sucediera era bella. Apostaría porque hoy existieran diez escalinatas. La necesidad, está latente: en particular, entre los jóvenes."

En el año 1982, el Ministerio de Cultura abogó porque Moncada se profesionalizara. Diversos compromisos en el exterior y otros más nacionales, sugerían la decisión. Todos los integrantes se habían graduado, unos pocos abandonaron la agrupación, pero el núcleo central se conservaba. Además, luego del triunfo en el entonces Festival de la Canción Política (Rote Lieder) en Berlín, 1979, habían logrado un status internacional.

"Por esa fecha, rememora Jorge, fuimos el primer grupo después del triunfo de la Revolución que hizo una gira por Estados Unidos, de costa a costa, por casi dos meses, incluso, grabamos un disco en vivo en la Escuela de Música de Berklee, la más famosa del mundo. Aquello nos obligó a dedicarnos con mayor profundidad a la música. Otro tanto aconteció en México y en Italia, donde hicimos un concierto con Phil Manzanera."

Aquello exigía de más ensayos, rigor. Empiezan a codearse con figuras de la talla mundial de Elton Johns, Kool and the gang, Enya, ... muchos más. Un grupo es una entidad viva, posee desarrollo y derroteros; debe tomar del medio e intercambiar con él.

"Yo nunca pretenderé ser experimentador per se", confiesa Jorge Gómez. Sí me interesa ‘inventar’ para lograr cosas que sean útiles; y la música debe servir como medio de expresión y comunicación, en primerísimo lugar, con nuestros compatriotas. No importa la edad, pues se trata de una agrupación, es un espectáculo. Eso lo descubrimos en San Remo, Italia. Se debe lograr que el lenguaje y los mensajes trasciendan, de un modo agradable, y hasta divertido, sin ser chabacano."

Moncada aparece poco por televisión. Hoy disponen de un espacio los fines de semana en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Estar en la pequeña pantalla representa llegar a más personas. Sin embargo, el director del grupo "quisiera estar en la TV cuantas veces el público lo necesite".

"Hemos cambiado poco en los integrantes de Moncada y en la forma de hacer música, aunque nos adecuados a los tiempos. Mientras haya cosas hermosas que decir -y eso creo nunca dejará de constituir una aspiración y un deseo para el alma humana- los ocho que subimos a escena, las expresaremos. Siempre nos alberga la alegría de constituir un sano asombro para quienes nos escuchan, bailan con nuestra música o, sencillamente, nos aplauden."


Cortesía de la Revista Bohemia .

Ver discografía en www.discuba.com

1 Comments:

At 4:33 p. m., Blogger Roberto Garcia "Musicuba" said...

La cantante Esther Maoltaban que mencionan . Qué se hizo de ella ?

 

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