sábado, octubre 24, 2009

CUBA: LOS PERSONAJES COSTUMBRISTAS DE EUSEBIO LEAL

LOS PERSONAJES COSTUMBRISTAS DE EUSEBIO LEAL


Por Luis Cino
luicino2004@yahoo.com



Arroyo Naranjo, La Habana, octubre 22 de 2009 (PD) Se les puede ver por el casco histórico de la ciudad, a la sombra de la Catedral o El Templete, por la calle Obispo, la Plaza de Armas o los alrededores de la Bodeguita del Medio. La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana les concede licencias como “personajes costumbristas” para que luchen los fulas como puedan.

Hay saltimbanquis que arrollan al compás de la corneta china y la conga santiaguera sobre las calles de adoquines; mujeres negras de la tercera edad que sentadas en un quicio, soportan el sol del mediodía y sonríen a los transeúntes mientras fuman un descomunal tabaco.

Las santeras de utilería también son negras. Visten faldas largas y holgadas, altos turbantes de colores y los collares y pulseras de sus orishas: azules, blancos, rojos y amarillos. Con la mediación de un vaso de agua como asistencia espiritual, leen la suerte en las barajas. En divisas o en moneda nacional. Algunas, previa cita, preparan resguardos, hacen limpiezas, rogaciones de cabeza y otorgan Los Guerreros y la Mano de Orula.

Con las santeras de utilería, Eusebio Leal, que además de historiador es empresario de Habaguanex S.A, católico y diputado comunista, materializó en las calles del lado presentable de la ciudad vieja los grabados decimonónicos de Milhaud y Landaluce.

Una Habana virtual con mojitos y música de Buena Vista Social Club. Sepia, technicolor o verde olivo como la boina y la guerrera del Che. Al gusto del consumidor. Una pintoresca estafa a sólo metros de La Habana profunda, la real. La que habla a gritos y palabrotas. La ciudad que además del olor a ron y lechón asado de los restaurantes en divisa, apesta a mierda, sudor, arrecife sucio y basura sin recoger.

Folklore en venta y títeres del bululú para satisfacer las más exóticas fantasías de turistas exigentes. Hasta un cementerio de tierra en colores para ricos, mezquita e iglesia ortodoxa rusa tiene La Habana de Eusebio Leal (no importa que no haya fieles). Un tinglado para recaudar la moneda dura de los visitantes foráneos.

En la ciudad-parque temático de Eusebio Leal, refuerzan la carnada para atrapar turistas ideológicos. Los más recientes “personajes costumbristas” son los viejos con barba a lo Comandante. Algunos presumen de ser ex-combatientes. Detalles de su indumentaria, generalmente ajada y percudida, aluden al mito revolucionario. Una boina, un pantalón militar o una camiseta roja con el cartel en la espalda de: ¡Comandante en Jefe, ordene! A cambio de lo que les quieran dar en cuc, entre desafiantes y patéticos, posan y se dejan retratar junto a los turistas…Seniles, absurdos, grotescos. Todo un símbolo de la revolución, tan añeja que se descompone.

Sería mejor que la Oficina del Historiador dé las licencias de “personajes costumbristas” a jineteras, chulos, carteristas, chivatos y segurosos. Los viejos barbudos del casco histórico sólo engañan a turistas nostálgicos de la izquierda más rancia, propensos a caer en el timo, la bobería y el mal gusto.

Si los que viajan a La Meca de la utopía revolucionaria se fijaran un poco en la vida real (si tuvieran deseos de hacerlo) verían que los viejos con barba en La Habana, los verdaderos, no los de utilería, los que venden por los portales para sobrevivir, no imitan al Comandante, sino que no tienen dinero, no digamos para comprar cuchillas o máquinas de afeitar, ni siquiera para mal comer. Y qué decir de lo que opinan del gobierno. Pero sería mucho pedir que un turista ideológico escuche y crea a un cubano la verdadera historia de cómo vive. Menos aún si en vez de un cuerpo sexy, tiene hambre, anda andrajoso y apesta.