domingo, mayo 02, 2010

La tiranía de Cuba debe despedir a un millón de empleados estatales

Nota del Bloguista


Hace unos pocos meses Raúl Castro señaló que muchos jóvenes cubanos no querían trabajar; ahora se dice que el Estado debe despedir a un millón de empleados estatales. El 51 % de las tierras cultivables del país están ociosas y el país compra en el exterior el 80% de los alimentos que se consume en Cuba.

Este bloguista es de la opinión que la liberación de las fuerzas productivas del país, la autorización estatal que permita la inversión de cubanos que viven en el Exterior ( El Embargo norteamericano fundamentalmente atañe a los que viven en los EE.UU aunque, por ejemplo, El Presidente Bill Clinton autorizó la venta de abonos, aperos de labranza, semillas, etc., a particulares cubanos de la Isla; la tiranía se opuso indignada a esa flexibilización del Embargo ), la libre contratación, la liberación de la iniciativa privada cubana, una legislación que proteja y de garantía de que no serán expropiadas esas inversiones, y otras medidas similares, pudieran ser una solución a esa situación del empleo en Cuba. En China muchas de esas medidas se han tomado y China ha avanzado económicamente sin que la dictadura comunista haya perdido el poder político.

Los Castro y cómplices no son capaces siquiera de arriesgarse a aplicar esas medidas pese a que se llenan la boca para alardear del supuesto respaldo casi unánime que tienen en el pueblo cubano en las votaciones unipartidistas ilegítimas, en las marchas del pueblo combatiente y en las concentraciones. Los Castros y la cúpula Castrista aman enfermizamente todo el Poder y todo lo que de él emana, incluyendo riquezas, privilegios y prebendas. Ellos mejor que nadie saben lo que es verdad y lo que es mentira. En algo sí la dictadura Castrista es capaz de imitar a la dictadura china: en reprimir con tanques al pueblo indefenso; ya lo hizo en la ciudad de Cárdenas el 16 de junio de 1962.

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Tomado de http://www.elpais.com

Cuba debe despedir a un millón de empleados estatales

Las plantillas infladas pasan factura al Gobierno, incapaz de pagar los sueldos

MAURICIO VICENT - La Habana

01-05-2010

Un trabajador cubano dormita sobre una carretilla... Otro, sentado en un pedrusco, se limpia las uñas con un alambre. Sólo un tercero da unos golpes de cincel en un murete, tampoco demasiados. La escena es de ayer mismo, y esta brigada estatal que trabaja a las afueras de La Habana es representativa de lo que sucede en todo el país.

Un trabajador cubano dormita sobre una carretilla... Otro, sentado en un pedrusco, se limpia las uñas con un alambre. Sólo un tercero da unos golpes de cincel en un murete, tampoco demasiados. La escena es de ayer mismo, y esta brigada estatal que trabaja a las afueras de La Habana es representativa de lo que sucede en todo el país; en la Cuba socialista uno puede comer en una cafetería de 10 mesas atendida por 20 empleados, hay empresas con tantos inspectores y vigilantes como obreros y la plantilla nacional de dirigentes supera las 380.000 personas, casi un 9% de los trabajadores estatales.

Raúl Castro lo admitió hace tiempo: los salarios no alcanzan. Obviamente, ganar el equivalente a 15 euros al mes no estimula la productividad, pero el problema de las plantillas infladas no es menos grave. El 4 de abril, el presidente cubano reconoció que en el sector estatal sobran un millón de puestos de trabajo. Una barbaridad; esto representa uno de cada cuatro cubanos que trabaja para el Estado.

Si durante medio siglo el pleno empleo ficticio fue un emblema de la revolución, como la educación y la salud, hoy lastra la economía y entrampa la salida de la crisis. Con 11,2 millones de habitantes y una fuerza laboral de 4,9 millones de personas -de las que más de cuatro millones trabajan en el sector estatal-, Cuba se encuentra en una encrucijada. Un millón de trabajadores sobrantes es un grave problema político, pero hacer esta reconversión es de necesidad imperiosa, advierten los economistas.

El Gobierno ha adelantado que las soluciones del pasado no son una opción. Antes, a los trabajadores cesantes se les enviaba a casa con una prolongada garantía salarial o se les ofrecía la posibilidad de estudiar, cobrando el sueldo completo. Eso se acabó.

Salvador Mesa, el secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, el sindicato único, afirmó que la "reubicación" se hará "con orden" y que "nadie quedará abandonado". El país, dijo, "no dispondrá de fórmulas mágicas, los puestos de trabajo tenemos que crearlos en los municipios, como en la agricultura y la construcción". Precisamente, este es uno de los problemas. "Mucha gente no quiere reconvertirse de oficinista en campesino o albañil. ¿Qué van a hacer?", expone un sociólogo.

"Si se quiere desinflar esas plantillas en las que casi todo el aire lo ha puesto la política paternalista del Estado, habrá que permitir que los que pierdan sus improductivos puestos laborales puedan hacer cualquier actividad que no sea delictiva", opinó recientemente el escritor Guillermo Rodríguez Rivera. "Hacerlos abandonar sus empleos para echarles encima el mar de prohibiciones que existen para realizar cualquier trabajo, mandaría directamente a esa masa a delinquir", afirmó, en un artículo publicado en la página web de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

La salida, según la mayoría de los analistas, es de cajón: el Gobierno debe extender la iniciativa privada y fomentar cooperativas y pymes en los sectores que el Estado es incapaz de administrar con eficiencia. Para Rivera, las "nuevas empresas empezarían a ser una alternativa laboral, a cuyos empleos podrían aspirar muchos cubanos".

Mordido por la realidad, el Gobierno realiza algunos tímidos experimentos en esta línea. En varios municipios de La Habana se ha entregado la gestión de las peluquerías a los trabajadores, que han de pagar un impuesto mensual de unos 34 euros al mes. También, a modo de experiencia piloto, se ha permitido a un pequeño grupo de taxistas que exploten por cuenta propia el vehículo del Estado a cambio de un impuesto, ocupándose ellos del mantenimiento.

"El reordenamiento laboral" de un millón de trabajadores es un reto descomunal, y "lo hecho hasta ahora es irrisorio", asegura un economista. Además, dice, está "la desconfianza".

"El primer objetivo es el resurgir de estas formas de producción y no crearle obstáculos que más bien parecen pretender su fracaso", afirma Rivera, que pide "confiar en la probada diligencia del cubano para llevar adelante una empresa que de veras le importe". Han pasado cuatro décadas desde que, en 1968, Fidel Castro acabó por decreto con la mayoría de los negocios privados. Ahora, en este 51º Primero de Mayo de la Revolución, son vistos por muchos como la salvación.
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Tomado de http://www.elpais.com

Un millón de cubanos en la Plaza de la Revolución contra "la injerencia 'yanqui' y de la UE"

El embajador de España y el representante de la Comisión Europea no acuden a la celebración oficial del Primero de Mayo en La Habana, convocada para hacer frente "a la ola de infamias y mentiras"

MAURICIO VICENT - La Habana

01-05-2010

Alrededor de un millón de cubanos han desfilado este Primero de Mayo por la Plaza de la Revolución de La Habana, en una movilización multitudinaria organizada por el Gobierno de Raúl Castro como en los viejos tiempos y convocada bajo el lema de "Frente a la injerencia yanqui y de la Unión Europea, ¡Unidad!". En vísperas de la marcha, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el sindicato único, hizo un llamamiento de barricada en el que denunció la existencia de una supuesta "campaña de difamación" organizada desde EE UU y la UE y "apoyada" por la prensa extranjera, "que pretende engañar al mundo" mostrando a Cuba "como una nación que no respeta los derechos humanos".

"Ante este cerco de calumnias (...) no cederemos ante el terror mediático ni el chantaje de ningún país", expresó la CTC, en una declaración en la que también pidió el apoyo de los cubanos a las "transformaciones del modelo económico" y ante los retos que se avecinan, entre los que se destacan el de buscar empleo a un millón de trabajadores que sobran en el sector estatal (casi el 25 % de los empleados públicos).

El secretario general de la CTC, Salvador Mesa, se ha encargado de pronunciar las palabras centrales del acto -que ha contado con la presencia del secretario del partido Comunista de España, José Luís Centella-, que han sido látigo contra los que "pretenden desacreditar a la revolución" a raíz de la muerte del prisionero de conciencia Orlanzo Zapata, tras 85 días en huelga de hambre. En ese saco "enemigo" están Washington, la UE, los "grupúsculos mercenarios" y "los grandes medios de comunicación masiva". El embajador de España, Manuel Cacho, y el representante de la Comisión Europea en La Habana, Javier Niño, no han asistido al desfile en la tribuna de la Plaza de la Revolución.

Más allá de la retórica habitual, lo fundamental del discurso de Mesa ha sido lo económico. Se ha referido a la grave situación que atraviesa la isla debido a los efectos de la crisis económica mundial, el embargo norteamericano, las secuelas del Periodo Especial (iniciado tras el colapso de la URSS) y las "propias insuficiencias", ante lo cual parafraseó un discurso de Fidel Castro de hace diez años -"revolución es sentido del momento histórico, es cambiar todo lo que debe ser cambiado"- y otro reciente de Raúl Castro -en favor de "romper dogmas" y "transformar el modelo económico"-, a modo de piedras filosofales o de nortes para salir de la crisis. Algunos analistas ven en sus palabras una alusión a posibles cambios y transformaciones sistémicas, que la población y la sociedad reclaman en voz alta desde hace años y no acaban de llegar.

Según fuentes oficiales, en todo el país han desfilado más de cuatro millones de cubanos, convocados "para enviar al mundo el mensaje irrevocable de su unidad en respaldo a la revolución, a Fidel y Raúl, frente a la ola de infamias y mentiras desatadas contra Cuba".