lunes, agosto 09, 2010

EUGENIO ROLANDO MARTÍNEZ ¨MUSCULITO¨HABLA DEL CASO WATERGATE QUE PROVOCÓ LA RENUNCIA DE RICHARD NIXON

Nota del Bloguista

En http://archivo.laprensa.com.ni Iliana de la Guardia plantea que en 1977 Antonio “Tony” de la Guardia se encarga de infiltrar en Cuba y luego de sacar ilegalmente al ex agente de la CIA, Eugenio Rolando Martínez, conocido como “Musculito”; leí en alguna parte que Eugenio Rolando Martínez en esa visita se entrevistó con Fidel Castro; si mal no recuerdo se utiizó a una de las Islas Caimán para llegar a Cuba en lancha.
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En http://eichikawa.com del 9 de agosto de 2010 se remite a este artículo del diario español El Mundo
http://www.elmundo.es

EEUU | Uno de los cubano-americanos implicados

'No lamento mi papel en el Watergate'



Manuel Aguilera Cristóbal |
domingo 19/07/2009


"Yo quería derribar a Castro y desgraciadamente derribé al presidente que nos estaba ayudando, a Richard Nixon". Eugenio Rolando Martínez se define a sí mismo como un frustrado. A sus 86 años no se arrepiente de su pasado como 'fontanero' del 'Watergate' pero lamenta haber perdido esa y otras muchas batallas. Nacido en Artemisa, Cuba, tuvo que exiliarse en tiempos de Batista. Regresó a su país y huyó de la revolución de Fidel Castro para volver a sufrir una nueva derrota en el intento de invasión de Bahía Cochinos, en 1961.

Pero lo que le convirtió en "un lamento", como él mismo se describe, ocurrió la noche del 17 de junio de 1971 a las 2.30 horas de la madrugada. Rolando Martínez, alias 'Musculito', era detenido junto a Virgilio González, Bernard Baker, James McCord y Frank Sturgis en el interior de las oficinas del Comité Nacional Demócrata, en el complejo de edificios 'Watergate', en Washington.

Era el inicio de la aventura político-periodística más grande jamás contada, que ha generado infinidad de artículos, libros y películas. Martínez todavía justifica, 38 años después, los motivos del asalto que le llevó a la cárcel junto a su compañeros: "Íbamos a robar documentación que demostrara que Castro estaba financiando la campaña del demócrata McGovern".

(Eugenio Rolando Martínez exhibe el perdón presidencial otorgado por Reagan. | M. Aguilera )

A los cuatro 'fontaneros' procedentes de Miami que acompañaban a McCord, el jefe de seguridad del Comité para la reelección de Nixon, no les extrañó que les reclutaran para esta operación. Todos habían trabajado para la CIA y según 'Musculito' "la simpatía del candidato demócrata hacia el dictador cubano era conocida por todos. Había viajado a Cuba en varias ocasiones y se les había visto juntos viendo partidos de béisbol". Buscaban pruebas, dice, de "la injerencia de un país extranjero en la elección de un presidente de Estados Unidos".

El inicio de las operaciones de Martínez y sus compañeros cubano-americanos en dependencia directa del presidente Nixon había comenzado con toda la parafernalia de las películas de espías.

El 17 de abril de 1971 se celebraba en Miami el décimo aniversario del desembarco de Playa Girón, el frustrado intento de derrocar a Fidel Castro llevado a cabo por 1.500 exiliados cubanos con el apoyo de la CIA. Ese día, Bernard Baker, el mejor amigo de Martinez, encontró una nota en la puerta de su casa: "Si sigues siendo el hombre que yo conocí, ven a verme". El texto lo firmaba Howard Hunt, viejo conocido de ambos por su papel en la operación que ese día se conmemoraba.

Hunt era responsable de acción política de la Agencia y había jugado un papel clave en el derrocamiento de Arbenz como presidente de Guatemala en 1954. Después de visitar el monumento a los miembros de la brigada 2506, caídos en su lucha contra Fidel Castro, los tres hombres fueron a comer. "Vais a estar activos otra vez", les espetó Hunt misterioso. La oferta consistía en formar parte de una unidad de la Casa Blanca, dirigida personalmente por Richard Nixon. Por si había alguna reticencia, Hunt les tranquilizó asegurando que la CIA estaba al tanto de la creación de este grupo de agentes que trabajarían a las órdenes del presidente. Después de 12 años, trabajando para la Agencia de Inteligencia en labores de infiltración, sabotajes, secuestros, espionaje etc Rolando Martínez se sintió halagado: "Pensé que era una promoción para mí".

( Martínez camina esposado tras Barker en 1973. | AP )

A las pocas semanas 'Musculito' y su amigo Baker ya estaban manos a la obra. "Al principio investigamos a todo el mundo que quería entrevistarse con Nixon", asegura. Luego llegaron otras misiones en las que infringían la ley una y otra vez. Como cuando irrumpieron en la consulta del psiquiatra de Daniel Ellsberg. Ellsberg había filtrado al 'New York Times' documentos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam. "Queríamos los informes de su psiquiatra para corroborar si también él había pasado información a la embajada soviética y para saber cuáles eran sus motivaciones".

El 2 de mayo de 1972, un mes antes del allanamiento de la sede de los demócratas, el cadáver de John Edgar Hoover, que había sido director del FBI desde 1935, estaba expuesto en la rotonda de la sede del Capitolio. Los superiores de 'Musculito' temían que grupos de la izquierda anti Vietnam se manifestaran en las proximidades. Quince cubanos fueron reclutados en Miami para disuadir a los manifestantes. Martínez recuerda con una sonrisa cómo disolvieron la manifestación de la que formaban parte los actores Jane Fonda y Donald Sutherland: "Recuerdo cómo les provocamos. Les quitamos una bandera del Vietcong y la rompimos. Nos detuvieron, pero luego nos soltaron enseguida".

En medio de esta frenética actividad de la unidad creada a la sombra de Dick el tramposo, surge la primera incursión en la sede demócrata. "Fotografié un gran número de documentos e instalamos los micrófonos, pero nos obligaron a hacer una segunda visita".

Martínez mantiene que él y sus compañeros fueron víctimas de una trampa urdida por James McCord, el único de lo cinco 'fontaneros' que formaba parte formalmente de la CIA. No era una agente encubierto. "Él nos traicionó. Era un tipo muy misterioso. Nos dijo que la información que habíamos recabado no era suficiente y que debíamos reparar un micrófono que no funcionaba bien".

Según el relato del cubano residente en Miami Beach, ocurrieron dos cosas que levantaron sus sospechas aquella noche. "McCord colocó una cinta adhesiva para que no se cerrara el pestillo de la puerta. Él entraba y salía, y una de las veces que regresó yo le hice una pregunta que luego se hizo famosa durante el juicio posterior: '¿Quitaste el 'tape'?'. Él me aseguró que sí. La cinta adhesiva fue lo que llamó la atención del vigilante de seguridad, que avisó inmediatamente a la Policía".

El otro hecho sospechoso es que McCord obligó a sus compañeros a apagar sus 'walkie-talkies'. Con lo que cortaron la comunicación con un agente que estaba vigilando desde el edificio de enfrente por si llegaba la Policía. El agente que quedó incomunicado era –según Martínez– pariente de McCord y "además, del Partido Demócrata".

En enero de 1973, los cuatro 'fontaneros' se declararon culpables para evitar un juicio y no tener que testificar sobre los detalles de la operación. Fueron condenados por conspiración, robo y violación de las leyes federales sobre comunicaciones. Dos meses después, McCord escribió una carta al juez y el escándalo político que acabó con la dimisión del presidente Nixon se precipitó. McCord consiguió la inmunidad y Martínez sólo cumplió 15 meses de los 40 años a los que fue condenado.

¿Guarda usted rencor a Nixon? Cuando escucha la pregunta 'Musculito' –le pusieron ese mote en su juventud por su complexión atlética– se pone en tensión. Mira al periodista desafiante y sentencia: "Nunca. Un presidente con esa responsabilidad no va a estar pendiente de unos cubanos...".

Después de salir de la cárcel, Eugenio Rolando Martínez vivió momentos muy duros. "Aun así, si se me presentara una operación en la misma forma que entonces, aceptaría de nuevo". Entre sus reliquias del caso 'Watergate' guarda una muy especial. Fue un regalo que le hizo llegar Richard Nixon. Es un trébol de la suerte dorado en el que puede leerse una inscripción en español: "Buena suerte. Richard Nixon".

Quizás el amuleto cumplió su función porque después de haber aparecido ante el mundo entero como un delincuente, este agente incombustible aún tuvo tiempo de embarcarse en una nueva operación de espionaje en Cuba por la que fue condecorado y consiguió el perdón presidencial. Ronald Reagan le restituyó su honor y le concedió el perdón incondicional.

En 1995 recibió la llamada de Oliver Stone, al que asesoró en su película 'Nixon'. De los periodistas del 'Washington Post', Bob Woodward y Carl Berstein, Martínez no tiene muy buena opinión. Les considera muy 'novelescos' y, lo que es más chocante viniendo de un experto en guerra sucia, les acusa de "haber utilizado cualquier medio –incluidas grabaciones ocultas– en su investigación".

Treinta y ocho años después del asalto que desencadenó el escándalo 'Watergate', Eugenio Rolando Martínez vio morir a los 92 años hace unas semanas a su mejor amigo y compañero de comando, Bernard Barker. Insiste en que su vida ha sido fallida y se lamenta de no haber muerto –como un héroe– en alguna de sus operaciones de infiltración. Ahora, a los 86 años, mientras cuida a su mujer enferma de Alzheimer, el "frustrado" que no acabó Medicina, no derrocó a Batista ni a Fidel Castro y acabó con la carrera política del hombre que le protegía, sólo tiene un deseo: "Me siento como los elefantes. Quiero morir en Cuba, la tierra en que nací".