miércoles, agosto 11, 2010

Luife Galeano: El principio preponderante 3: Fidel, el suicida

El principio preponderante 3: Fidel, el suicida




Por Luife Galeano


Cuenta el acervo popular que así figure una estatua ecuestre, así se sabrá en que forma murió el prócer que cabalga. En ese sentido, si el caballo tiene las manos en el aire, la persona murió en combate. Si el caballo tiene una mano levantada, la persona murió de heridas recibidas en combate y si está plantado de pies y manos, la persona murió de causas naturales. Otros comentan que esto no es cierto sino que un caballo alzado de manos representaba un reto estructural mayor y, por ende, mayor sería el prestigio de quién esculpió la figura o la vació en bronce. Cualquiera que sea la razón verdadera, en nuestro caso no es cuestión baladí. El Caballo está decidido a plantar batalla e inmolarse en el fuego eterno en el fragor del último combate. Y ese, en definitiva, es el principio base, origen y razón fundamental que guía a su actuante y que, a su vez, prevalece y ejerce el influjo dominante sobre todas las cosas. Fidel, sabiendo próximo su fin, plantea su batalla suicida para morir con las botas puestas; su objetivo y testamento universal; lo que hará que la Historia lo absuelva con todas sus consecuencias.

“No hace mucho realmente ya libré las últimas batallas para poder estar en las condiciones en que me encuentro hoy” fueron sus primeras palabras a los dirigentes de la UJC, trabajadores, estudiantes, artistas e intelectuales, miembros de las FAR y del MININT empujados a aplaudir en la enésima congregación de culto al líder. No se confundan, para el Máximo Líder la batalla es un hecho continuo, sin principio ni final, constante, que se libra día a día y que extrañaba más de la cuenta a causa de su deterioro físico.

Ahora se descuelga con la amenaza del desastre nuclear pero ustedes, ilustrados lectores, sabrán comprender que eso es otro intento de victoria rápida para decirle al mundo que Fidel, el gran estadista, ve más allá del velo de Isis. El hombre preconiza el gran desorden mundial que se ocasionará con la próxima conflagración nuclear. De ahí que se dirija al Imperio recomendándoles mesura y prudencia y el mundo y la prensa volverán al runrún de que si está senil o de que si se mantiene firme en las consignas al frente del batallón dirigiendo la lucha. Vamos, la bazofia con la que estuvo alimentando a los progresistas intelectuales y haciéndoles la vida imposible a medio mundo.

Sin embargo, él sabe muy bien que el nivel de stress que requiere recuperar el mando le va a causar una crisis que lo llevará a una muerte súbita. El Máximo Líder siempre ha sido un miedoso —curioso que sus enemigos nunca lo hayan atacado por ese lado— y el verse enfermo frente a la muerte le ha creado el miedo insuperable de morir en el anonimato. Eso no puede ser. Debe levantarse y disfrazarse de soldado —de ahí la camisola verde olivo—, debe ocupar el sillón de la Asamblea, ningunear a los adláteres, a Raúl y mandar a callar a Alarcón para tener la palabra. Morir con las manos alzadas en pleno fragor de la batalla.

Desconozco si su miedo es inconsciente o si combate el miedo de morir en pijama rodeado de sus cachorros con el miedo de morir adoctrinando al mundo. No lo sé, ni me importa. Lo que sí sé es que, en esa apoteosis final, el Comandante quiere hacer el gran trueque de su vida. Traer a los Cinco a la Patria cambiando gesto por gesto. Él liberó a los presos opositores y, por tanto, el mundo le debe el favor de devolverles a los cinco espías condenados a cadena perpetua. De nada importan los juicios y las condenas. No olvidemos que para los Castro, la condena es algo relativo que se cumple en su totalidad si antes no surge la necesidad de aprovechar al condenado para un favor, un intercambio provechoso o un trueque de los suyos. Por tanto, en su imaginación flota la idea de que el presidente Obama puede levantar la condena de perpetuidad de los cinco por cuestiones de seguridad nacional o interés político. Para Castro la democracia no existe más que en los libros de los clásicos.

Por eso, ahora es el momento idóneo para hacerlo fracasar y destruir su influjo perverso remitiéndolo al anonimato de una muerte sin pena ni gloria. Que muera en el olvido, con la desilusión de su fracaso y lamentando sus desdichas. No podemos permitir que se levante la Posición Común ni el Embargo. No deben producirse contactos a cambio de nada y debe exigírsele tanto la transición democrática como la liberalización de derechos y libertades del pueblo; que cambie, que deje el poder y permita que las personas capaces saquen al país del marasmo en el que lo ha convertido.

Castro espera que el mundo libre le dé todo sin él moverse un ápice de sus posiciones y cualquier negociador competente sabe que así no se llevan a cabo las negociaciones; es más, Castro no es la persona con la que hay que negociar; no es el interlocutor válido; entre otras cosas porque no hay nada más lejos de su intención. Ha decidido movilizar toda la energía biológica que se requiere para poder gobernar a costa de precipitar una crisis repentina que lo lleve a una muerte gloriosa y dejar tras él el triunfo de haber conseguido el desmantelamiento de las posiciones comunes y embargantes de los enemigos y la liberación de los espías patriotas que quisieron vender a sus semejantes en La Florida.

Actuemos de inmediato. Muerto Fidel, Raúl se evaporará como el gas de la Tropicola. No habrá ni ministros ni cardenales capaces de mantener por más tiempo engañados al mundo y al pueblo cubano No vivamos con la vergüenza de haber podido evitarlo y fracasar por culpa de nuestros miedos estúpidos.

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Luife Galeano: El principio preponderante 3: Fidel...":

Todo el proceso revolucionario castrista, todo lo que han pasado y sufrido los cubanos por medio siglo, se reduce y se debe, al fin y al cabo, a satisfacer el ego, el narcisismo y el delirio de grandeza de un hombre anormal, perverso y desalmado--ese que ahora se entretiene dando lata apocalíptica ante focas amaestradas que aplauden como lo que son. Vaya bochorno nacional.

1 Comments:

At 5:09 p. m., Anonymous Nausea said...

Todo el proceso revolucionario castrista, todo lo que han pasado y sufrido los cubanos por medio siglo, se reduce y se debe, al fin y al cabo, a satisfacer el ego, el narcisismo y el delirio de grandeza de un hombre anormal, perverso y desalmado--ese que ahora se entretiene dando lata apocalíptica ante focas amaestradas que aplauden como lo que son. Vaya bochorno nacional.

 

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