jueves, octubre 08, 2020

Zoé Valdés: ¿Volver a Cuba; a qué?.

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano 

Otra anécdota que muestra para  lo que quedó Aurelio Alonso y  que evidencia que Roberto Fernández Retamar (9 junio 1930 – 20 julio 2019, La Habana) al que el poeta comunista chileno  Pablo Neruda  llamó "el sargento", en alusión a su rol de comisario cultural en Cuba, no  ha sido el único  sargento o comisario político usado por el Castrismo ...

Recuerdo que conocí personalmente a Aurelio Alonso (un hombre aupado por Carlos Rafael Rodríguez) en la segunda mitad de los años 90s del  siglo pasado cuando él,  un tal Calzadilla (entonces jefe de un departamento de ciencias sociales   de la Academia de Ciencias de Cuba o del Ministerio que le sucedió)  y  el académico de las religiones Enrique López Oliva,   estuvieron presentes en una actividad pública  que ofreció el Centro de Formación Civica y Religiosa  de la Diócesis de Pinar del Río en el local de la Biblioteca Diocesana que estaba, o está, ubicada  en un pequeño local  en la antigua Escuela de los Padres Escolapios de Pinar del Río, la cual fue robada por la Robolución  dejándole sólo a la Iglesia ese pequeño local de un  inmenso edificio que lo convirtieron en la Secundaria Básica ¨Rubén Martínez Villena¨, la cual por la  falta  del cuidado y el mantenimiento  tuvo que ser  sacada de ese edificio en el cual posteriormente sucedieron varios derrumbes.

Al menos Aurelio Alonso y el tal Calzadilla habían tenido la noche anterior,  o la noche de antes de esa noche,  una reunión con el Consejo de Dirección de la revista Vitral  (que era la revista del Centro de Formación Civica y Religiosa  de la Diócesis de Pinar del Río; digo era, porque posteriormente  el Obispo Serpa, que sucedió a Monseñor José Siro González Bacallao al frente de diócesis,   eliminó dicho centro,  aunque no la revista) y con la presencia  del ¨Padre Manolo¨ (Manuel Hilario de Céspedes y García Menocal, actual Obispo de la Diócesis de Matanzas)  que era el asesor de dicha revista. En la reunión, la cual fue grabada y transcripta,   Alonso y Calzadilla  criticaron a dicha  revista socio-cultural por  la forma y el contenido  con los  que abordaba ciertos temas.  Una de esas críticas  fue  que habían personas  que no eran profesionales  de los  temas que abordaban en sus artículos;  uno de los ejemplos que puso Calzadilla fue que un matemático, escribiera artículos  sobre La Biblia. Ese  matemático era yo,  el cual no estaba presente ni me correspondía estar presente dado que nunca pertenecí al Consejo de Redacción de dicha revista. El  Consejo de Dirección de la revista Vitral  no cedió ante la intelectual  ¨tropa de choque¨ que  envió  el ¨establecimiento¨ Castrista.

Mi oportunidad llegó en la actividad pública cuando Calzadilla hizo  una errónea interpretación de unas palabras de Los EvangeliosYo pido la palabra y después de excusarme por yo atreverme a decirle la real interpretación de esas palabras pese a la presencia de personas más calificadas que yo para hacerlo (estaban Monseñor Siro,  el Padre Manolo y quizás otros sacerdotes más,  pues el local estaba totalmente lleno), yo le explico el significado y al concluir le digo   que no le debe de extrañar que un matemático graduado de Matemática Pura (el matemático puro es el matemático que tiene fundamentalmente la formación para  hacer matemática para uso directo de la matemática, aunque  no exclusivo) se ocupe de hablar y escribir de La Biblia,  pues  en Cuba tenemos a un graduado de Enseñanza de la Matemática  de un Instituto Superior Pedagógico (cuyo perfil ocupacional es fundamentalmente impartir clases en la Enseñanza Media)  como Ministro de Relaciones Exteriores, refiriéndome a Roberto ¨Robertico¨ Robaina. Al concluir la actividad,  Enrique López Oliva de manera discreta me felicitó por la intervención.

Posteriormente me encontré con Aurelio Alonso y con Calzadilla en el local de la revista Vitral  y sólo intercambiamos saludos de cortesía; las credenciales ya estaban dadas.

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Tomado de https://www.cibercuba.com/

¿Volver a Cuba; a qué?

Por Zoé Valdés

06/10/2020 

En numerosas ocasiones, me han preguntado si deseo volver a Cuba; mi respuesta es un no categórico porque no se vuelve al sitio en el que te han tratado mal, en el que te han vejado, en el que te han arrebatado tus derechos, y te han impedido ser libre.

Durante todos estos años he trabajado duramente para poder sacar a mi familia de Cuba, lo hice con mi madre, y he ayudado a otros; es verdad que no he podido hacerlo con todos, y eso me abruma. Liberar a los míos ha sido siempre mi principal preocupación.

Soy de las que piensa que no se libera a nadie yendo allá a dadivar a la tiranía con una imagen buenista como esa de que “mire usted, me han dejado entrar, ¡qué amables son los tiranos!” ¿Quiénes son ellos para prohibir la entrada a un ciudadano de ese país en su país? Nadie. Son nadie, nada, y lo saben.

En mi caso en particular, además, no me permiten ni siquiera rehacer mi pasaporte, vencido desde la noche de los tiempos, porque, desde el 22 de enero de 1995, el día en que me largué definitivamente de aquel infierno, no he vuelto a poner un pie, como no sea a través de mis libros y de mis pesadillas. Mis peores pesadillas son regresar allá, ocurren allá, e invariablemente despierto sumamente angustiada al verme una vez más en la situación de no poder salir.

Conozco a personas muy valientes a las que no han vuelto a dejar entrar en Cuba, una de ellas estuvo 8 años preso durante la Primavera Negra de Cuba, es el portavoz del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), vive desterrado en Madrid, su nombre es Regis Iglesias Ramírez  .

Regis es poeta y escritor, estuvo junto a Oswaldo Payá Sardiñas hasta que lo encarcelaron, de ahí al destierro. Regis intentó regresar a Cuba, hizo la documentación necesaria en Madrid, y cuando fue a abordar un avión en Miami hacia la isla, no le permitieron ni siquiera subir al avión. Así son aquellos de “buenos”.

Otro caso es mi otro gran amigo, Jean-François Foge , escritor, periodista, economista, coautor del libro Fin de siglo en La Habana junto a Bertrand Rosenthal, y una de las veces que quiso volver a Cuba en calidad de visitante, no de periodista (eso ya sabía él que sería imposible), le permitieron subir al avión, pero una vez que el avión aterrizó en suelo cubano le anunciaron -a punto del ladrido o del aullido- que debía tomar otro avión hacia otro país de inmediato, que no podría salir del aeropuerto. Fogel tuvo que viajar a México y regresar a París.

Pasado cierto tiempo, cuando todavía Fogel trabajaba en el diario Le Monde, el camarada Aurelio Alonso (sí, aquel, el mismísimo de Pensamiento Crítico fue a visitarlo a la redacción del diario parisino, donde apareció -como se aparecen los apparatchik castristas en todas partes- sin avisar, sin telefonear previamente.

El caso es que iba con la misión de hacerle saber que le autorizarían nuevamente el permiso de entrada a Cuba si dejaba de publicar los artículos de Zoé Valdés en el periódico. A lo que Fogel, un amigo valiente y ocurrente, respondió que el mundo era muy vasto y que ya no le interesaba viajar a Cuba, que su oferta llegaba tarde y en pésimo momento. Agradeceré el gesto a Jean-François Fogel toda mi vida.

Aurelio Alonso  debió tener la orden de asediarme, pues antes, había ido a verme a la rue Beautreillis, acompañado de Jeannette Habel de la Internacional Comunista, para intentar infundir el terror, práctica habitual entre los soldados del pensamiento, aun cuando hayan sido pisoteados por sus amos castristas.

De modo que ¿ir a Cuba? ¿A qué? ¿Cuál es el plan, tía Enaida, como decía mi hija de pequeña? ¿Cuál es la misión como no sea la del perenne show, la del lamentable espectáculo, la de lucir la lentejuela patriótica como que estás haciendo algo cuando en verdad, no sólo te estás mintiendo a ti misma, además estás engañando al exilio y a medio pueblo?

José Martí lo tuvo muy claro, sólo se libera a Cuba entrando de manera clandestina (cuando se podía, ahora eso ya es imposible como no sea con buques de guerra y aviones de combate, o con drones, y eso de clandestino no tiene absolutamente nada).

La libertad de Cuba no pasa de ninguna manera por viajar allá de turista-opositora y facilitarle la foto a la (Seguridad del Estado) lengüeteando un helado en una heladería en dólares o deleitándose con una cena en el Hotel Nacional. La libertad de Cuba no pasa por la fotito en el Malecón, o el Live desde una esquina de La Rampa.

La libertad de Cuba pasa única y exclusivamente por la seriedad y la responsabilidad y no por la teatralidad (con perdón de los artistas del gremio). Una tiranía se derroca con firmeza, pero no contribuyendo a sufragar, aunque sea indirectamente, su aparato represivo de largo e intenso alcance.

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1 Comments:

At 1:33 a. m., Anonymous Realpolitik said...

Mi madre, una de las pocas personas cubanas que jamás se tragó a Fidel Castro, nunca padeció de nostalgia. Eso me costó trabajo entender, pero al fin pude: para ella, la Cuba "de antes" había muerto, y los muertos se entierran y se sigue adelante. Lo que hay en esa isla no es esa Cuba, que ya no existe, sino otra cosa muy distinta que escasamente me interesa y me resulta bastante ajena. Lo que me interesa es, en lo posible, que haya alguna justicia y que por lo menos se admita la verdad.

 

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