Un año más. Vicente Echerri sobre Cuba y la miserable entelequia que, en nombre de un proyecto delirante de redención social, impuso la servidumbre como regla de vida y el latrocinio como práctica de supervivencia
Radio Televisión Martí
Enero 7, 2019
Genocidio Castrista
*************
Tomado de https://www.cubaencuentro.comUn año más
**********
“Me cuento entre los que se acuerdan (dudoso privilegio que me otorga la edad)” del 1º de enero de 1959, expresa Vicente Echerri en este artículo
**********
Por Vicente Echerri
Nueva York
04/01/2021
Cada vez somos menos los cubanos que nos acordamos —como experiencia consciente y vivida— de aquel 1º de enero de 1959 cuando se desplomó la república y entramos en la intemporalidad de la revolución castrista que dura hasta hoy. La mayoría de mis compatriotas ha nacido después y muchos de esos que nacieron después incluso ya se han muerto: 62 años son muchos años (62 años antes de aquel enero de 1959 mandaba en Cuba, con poderes omnímodos, Valeriano Weyler). Nuestra experiencia democrática duró menos de lo que ha durado la gestión tiránica con que estrenamos aquel año aciago, anno damnato dirían los romanos.
Me cuento entre los que se acuerdan (dudoso privilegio que me otorga la edad). Pese a que mi familia estaba, como tantas, dividida entre gubernistas y revolucionarios, yo no sentí la menor atracción por el desorden que emergió ese día en la vida cubana. Las turbas que descabezaban los parquímetros y asaltaban los casinos eran los heraldos de un desafortunado porvenir. Aunque el espíritu celebratorio era bastante general, yo sentí un rechazo invencible por todo lo que representaba y anunciaba. Ese día, con sólo diez años, me convertí en un irredimible reaccionario. Ese día empecé a echarle de menos a la Cuba que desaparecía. Los acontecimientos de estos últimos 62 años sólo han servido para reafirmarme ese sentimiento.
El asalto y toma de los poderes públicos por una banda de facinerosos, apoyados por gran parte de la ciudadanía, es un acontecimiento capital para marcar el hundimiento de nuestra nación. El colapso institucional que significó la renuncia y salida de Batista no ha sido suficientemente calibrado aún. Empresarios, profesionales, intelectuales y políticos (las llamadas “clases vivas”) intoxicados por una propaganda revolucionaria que había minado el pensamiento y conformado el sentir popular al menos durante el cuarto de siglo que antecede (1933-1958) creen convertirse en agentes de un cambio radical para el bien de toda la sociedad, cuando en verdad no desempeñaban otro papel que el de facilitadores de un secuestro colectivo para la puesta en marcha de un proyecto descabellado, cruel e ilegítimo que tendría por necesaria consecuencia la destrucción del país y el envilecimiento de su pueblo. Los cubanos —los que nos sentimos vinculados en vida y muerte al destino de la nación— nunca podremos dejar de lamentar el obsceno regocijo de aquel infausto año nuevo.
Han pasado más de seis décadas y Cuba —país que alguna vez fuera próspero y moderno— no ha hecho más que hundirse y retroceder, haciéndose cada vez más pobre, más caótico, más ineficiente, más arbitrario, no importa cuántas “políticas” pretenda ensayar la gentuza que lo manda desde 1959 y su intento de aplicar esa receta idiota y malvada que responde al nombre genérico de socialismo: irredimible ensayo de ingeniería social poseedor, por su propia naturaleza, de una suerte de toque de Midas negativo. A diferencia del fabuloso rey de Frigia, que todo lo que tocaba se convertía en oro, todo lo que el socialismo toca se convierte en mierda.
He ahí, pues, una insoportable dualidad: el reiterado fracaso institucional aplicado reiteradamente por un grupo de delincuentes que insiste en seguir mandando en un país que se cae a pedazos —de donde huyen los más aptos y donde medran los imbéciles obsecuentes— y su insistencia en conservar la mística de una revolución que nunca tuvo razón de existir. Hay que decir, alto y claro, que el régimen republicano que antecedió al castrismo era infinitamente superior a la basura con que intentaron suplantarlo; que Batista incluso (pese al golpe de Estado y a sus elecciones espurias, y del cual no habríamos tardado en salir) era mucho mejor que lo que vino después: este cáncer incurable que ha carcomido el tuétano de nuestra nación.
No sé si Cuba logrará sacudirse de esta plaga o si estará condenada a arrastrar una existencia marginal y miserable regida por una crápula gansteril. En cualquier caso, compete a todos los cubanos, a todos los que nos sentimos ligados a la historia, al presente y al porvenir de nuestra patria, ayudar a desmontar los truísmos en que se funda esta canallesca ficción. La revolución no fue un sueño traicionado por Fidel Castro. La revolución es esta pesadilla que han vivido los cubanos desde el 1º de enero de 1959. La revolución es la miserable entelequia que, en nombre de un proyecto delirante de redención social, impuso la servidumbre como regla de vida y el latrocinio como práctica de supervivencia.
© cubaencuentro.com
********
Los fusilamientos en Cuba: el terror como política de Estado
Especial/el Nuevo Herald
07 de marzo de 2019
La pena de muerte se encuentra contemplada en las constituciones de numerosos países. Es tan antigua como la misma sociedad. Aparece ya en la Ley del Talión, que establecía que el castigo debía ser proporcional al crimen cometido.
Sin embargo, no siempre ha sido utilizada atendiendo al principio de justicia retributiva. Ni tampoco para proteger a la sociedad. Ese es el caso de los regimenes totalitarios que siempre la han empleado para sembrar el terror y perpetuarse en el poder. La lista de ellos es extensa y de triste recordación: la Unión Soviética, China, Corea del Norte, Irán y Cuba. Así, en ese orden. Y solo por citar algunos.
En el caso cubano es necesario, primero, un poco de historia.
La Constitución de 1901, aunque contemplaba la aplicación de la pena de muerte, establecía en su Artículo 14 que “no podría imponerse en ningún caso por delitos de carácter político”.
La de 1940 abolía en su Artículo 25 la pena de muerte, con la sola excepción de los casos de delitos militares en circunstancias especiales.
Sin embargo, cuando triunfó la revolución, lo primero que hizo Fidel Castro fue derogar la Constitución de 1940 mediante la promulgación, el 7 de febrero de 1959, de la Ley Fundamental de la República, que ampliaba las excepciones en las que podría aplicarse la pena de muerte de manera que pudiesen ser fusilados “los miembros de las Fuerzas Armadas, de los cuerpos represivos de la Tiranía y de de los grupos auxiliares organizados por ésta”.
Apenas seis meses después, el 29 de junio de 1959, la Ley Fundamental de la República fue modificada por la Ley de Reforma Constitucional que ampliaba aun más las excepciones para incluir a las personas “culpables de delitos contrarrevolucionarios”.
Más adelante, mediante la Ley 425, se crearon nuevas figuras delictivas que, bajo la sombrilla de los llamados Delitos contra los Poderes del Estado y Delitos contra la Integridad y la Estabilidad de la Nación, permitían que fuesen consideradas como contrarrevolucionarias acciones tales como intentar abandonar el país en una lancha o sobrevolar el territorio cubano.
Es decir, cualquiera podría ser considerado enemigo de la revolución. Lo mismo un balsero que un piloto de avión. En realidad, de lo que se trataba era de aterrar a la población a través de la institucionalidad de la muerte y la legalización del asesinato político. La sangre derramada en los paredones como elemento de disuasión y sometimiento. El castigo máximo, en fin, como política de Estado.
Fueron esas tres últimas leyes las que permitieron que el número de ciudadanos cubanos fusilados ascendiera, según un informe de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, a cifras “aterradoras”.
En ese mismo informe se reportaban “638 fusilados oficialmente y 165 fusilados sin juicio previo”, que hicieron que el Che Guevara, en un discurso pronunciado en la ONU el 11 de diciembre de 1964 admitiese, desafiante, lo siguiente: “Hemos fusilado. Fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”.
La Cabaña, Cuba Abril 17 de 1961 A mis compañeros estudiantiles y al pueblo de Cuba en general:
En estos momentos me encuentro esperando la sentencia del tribunal que me juzgo. La muerte no me preocupa, porque tengo fe en Dios y los destinos de mi Patria. Mi muerte será otro paso atrás de los que creen que pueden ahogar con sangre las ansias de libertad del pueblo cubano.
No le temo, que venga la muerte; yo voy feliz porque ya veo libre a mi Patria, ya veo como suben jubilosos mis hermanos la gloriosa Colina, ya no habrá más odio entre hermanos, ya no habrá gargantas que pidan paredón. Todo será amor entre cubanos, amor de hermanos, amor de cristianos.
Pobre Cuba, cuanto has sufrido, pero la Cuba nueva surge del odio para sembrar el amor, de la injusticia para sembrar la justicia, justicia social, no demagogia engañadora de pueblo; una Cuba madura porque ya conoce todos los engaños y a los farsantes; una Cuba para los cubanos y “con todos y para el bien de todos”.
A ti, estudiante, te cabe la gloria de liberar a la Patria y de levantar esa Cuba nueva.
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA CUBA LIBRE!
¡VIVA EL DIRECTORIO REVOLUCIONARIO ESTUDIANTIL!
Firma: Virgilio Campaneria Ángel
***************
Queridos viejos:
Acabo de recibir hace unos momentos la ratificación de la Pena de Muerte y es por eso, ahora que estoy en el final, que les escribo estas líneas. No me creerán pero puedo asegurarles que nunca he tenido tanta tranquilidad espiritual como en ese momento: me siento con sinceridad muy contento presintiendo que dentro de poco estaré con Dios , esperando y rezando por Uds.
Hoy en el juicio vi a mis hermanos y padrinos llorando Y eso por que? No y mil veces No. Se que lo de hoy es doloroso para Uds., pero quiero que se sobrepongan y piensen que Dios en su infinita bondad me ha dado esta gracia de ponerme a bien con El, y todos deben de agradecérselo.
Adiós viejucos, tengan mucha fe en la Vida Eterna que yo intercederé por todos Uds.
! VIVA CRISTO REY !
Besos y abrazos, no lágrimas, a todos.
Adiós hermanos, padrinos y familia
FE EN DIOS.
Alberto
***************
Tomado de http://www.hermanos.org
20 de abril de 1961
Queridos padres y hermanos:
Sé lo que representa para ustedes el momento en que reciban la noticia de mi muerte encontrándose ustedes lejos de donde yo estoy. Quiero decirles que esto fue siempre lo que yo le pedí a Dios. Creo que hubiera sido para ustedes un sufrimiento mayor moral y quizás físico si hubieran estado aquí y hubieran tenido que pasar por todo este tiempo que entre mi prisión y mi muerte duró 32 días.
No tienen en ningún momento que abochornarse de mi prisión y fusilamiento, al contrario, espero que estén orgullosos de su hijo y que sepan adoptar una postura correcta en el momento en que Dios y la Patria pedían el sacrificio de su hijo. Quiero que sepan que era la única postura que podía tener en situaciones como la que está atravesando la patria en estos momentos.
Esto lo estoy escribiendo a las 2 a.m. del día 20 de abril. Estoy en una celda que le dicen capilla, ya que mi muerte es cuestión de minutos. Quiero que de esta manera sepan ustedes que mi último pensamiento en la tierra fue para ustedes y mis queridos hermanos.
Padres, hermanos, sólo tengo una terrible preocupación, pero confío que siendo mi última voluntad esta preocupación deje de serlo y se convierta en una gran alegría, ella es la vida espiritual, la vida religiosa de ustedes. Saben que siempre mi preocupación fue la Religión Católica y tratar de hacer la voluntad de Dios; en estos momentos estoy seguro que la estoy cumpliendo y quiero que esta muerte mía, de la cual deben de estar orgullosos, sirva para que ustedes papá y mamá, me hagan la promesa de ir a misa todos los domingos y de confesar y comulgar los dos y después hacerlo regularmente.
Que mis hermanos Manolito e Isidro hagan ejercicios espirituales, anualmente, que se confiesen y comulguen mensualmente y vayan a misa todos los domingos. Traten de ser buenos esposos con esas dos joyas que tienen, Laurita y Fifí, a las cuales también les pido mejoren su vida espiritual. Para mi sobrín Carlos Manuel que le digan lo mucho que su tío lo quería, que murió para que tuviera una Cuba digna y católica y por favor que vaya a un colegio católico. Recuerden que es más importante salvarse que saber inglés. A mi ahijado y mis dos sobrinas muchos besos. Que vayan a colegio católico y que sean buenos hijos todos.
En estos momentos en que la muerte toca a la puerta sabrán, padres y hermanos, que estoy con gran tranquilidad, lo mismo que todos mis compañeros, ya que ello me abre las puertas del cielo y de la dicha eterna. Además, me lleva al lado de abuelito y de mis abuelos donde, si Dios quiere, los espero a todos.
Recuerden, no lamenten, esto es lo mejor. Recuerden que los espero en el cielo, que tengan fortaleza como yo la tengo en estos momentos y que me voy con una sola preocupación de su vida espiritual. Por favor, no la abandonen, que en ningún momento mi problema vaya a afectar al catolicismo de ustedes, al contrario, lo fortalezca.
Sin más, esperándolos en el cielo, queda su hijo, que nunca los olvida y los espera con los abuelos,
Rogelio
Etiquetas: aniversario, castrismo, cuba, destrycción, dictadura, fidel castro, miseria, Revolución, revolución cubana, tiranía, triunfo, vicente echerri
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home