martes, enero 04, 2022

Roberto Álvarez Quiñones: ¿Cómo sería hoy Cuba sin 'revolución'?

 Tomado de https://diariodecuba.com/

¿Cómo sería hoy Cuba sin 'revolución'?

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Si los Castro no hubieran parado en seco el periodo de mayor expansión económica y social en toda la historia del país, iniciado unos 15 años antes de 1959, en los años 40...

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Los Ángeles

01 Ene 2022 

¿Viven los cubanos hoy mejor al cumplirse 63 años de la "revolución" que los liberó del "imperialismo"? ¿Cómo sería hoy Cuba si no hubiese sido liberada del "decadente" capitalismo?

Estas son las dos preguntas que mejor encajan en este aniversario, ya sempiterno, del mayor y más catastrófico fraude del siglo XX en el hemisferio occidental: la "revolución cubana".

La labor de un gobierno se evalúa por los resultados obtenidos, no por las promesas que haga de un "futuro luminoso". Así es desde que, 6.000 años atrás, en Mesopotamia se formaron las primeras ciudades-Estado y gobiernos. Claro, menos en Cuba, donde el herrumbroso Gobierno "revolucionario", a lo largo de cuatro generaciones ya, obliga a los ciudadanos a aplaudir las promesas que hace desde el día de Año Nuevo de 1959, fecha en la que un par de hermanos de vocación criminal asaltaron el poder a tiros. Desde entonces el mismísimo Gobierno se dedica a pintar castillos en el aire. Promete un porvenir paradisíaco que no solo no llega nunca, sino que Cuba es el único país del mundo que es hoy más pobre y atrasado que a mediados del siglo XX.

Desde hace 173 años ninguna revolución social ha sido edificante

La "revolución cubana" solo tiene de positivo que hace trizas el izquierdista mito de que las revoluciones sociales son progresistas, edificantes. En los últimos 400 años la historia ha mostrado que si no es liberal, una revolución es una dramática involución por su carácter socializante y retrógrado. Son revolucionarias únicamente las que promueven libertades individuales y crean instituciones sólidas que garanticen esas libertades, la separación de poderes y el buen funcionamiento del mercado. Exactamente eso fue lo que el régimen castrista borró del mapa en Cuba.

La última gran revolución revolucionaria —y valga el absurdo semántico— fue la liberal procapitalista Revolución Francesa (1789-1799). Las últimas revoluciones sociales progresistas, todas liberales, ocurrieron en 1848 en Francia, Alemania, Italia, Austria, Polonia, Moldavia, Valaquia (parte sur de Rumania), y Hungría. Dieron el golpe final a las monarquías absolutas semifeudales europeas.

Desde entonces, en general las revoluciones sociales han sido estatistas, antiliberales, pura marcha atrás. La Comuna de París (1871) no otorgó más libertades a los parisinos, sino que suprimió las que ya tenían. Estableció el primer gobierno anticapitalista del mundo, como lo calificó Marx. De haber triunfado (duró solo 60 días) se habría impedido el impresionante desarrollo capitalista posterior de Francia.

No hay que ir muy lejos. En América Latina las "revoluciones" en Cuba, Venezuela y Nicaragua han colocado a esos tres países entre los más pobres y atrasados de Occidente, y encima sus pueblos son reprimidos con sadismo.

Además, en Cuba no hacía falta una revolución "para poner fin a la pobreza", como dicen hoy los textos escolares. El país tenía el tercer mayor nivel de vida de América Latina luego de Argentina y Uruguay. El ingreso per cápita cubano duplicaba al de España. En varios indicadores Cuba superaba en desarrollo social y económico a varias naciones de Europa.

Se autoabastecía de alimentos y tenía el triple de autos que Chile

Y es aquí que soltaremos al vuelo la imaginación para visualizar cómo podría ser hoy Cuba si los Castro no hubieran parado en seco el periodo de mayor expansión económica y social en toda la historia del país, iniciado unos 15 años antes de 1959, en los años 40.

En esos tres lustros se erigieron grandes fábricas, plantas industriales en la extracción de níquel, refinerías de petróleo, cientos de miles de viviendas, grandes hoteles, teatros, cines, restaurantes, escuelas, hospitales y clínicas; puentes, autopistas, incluyendo las del Circuito Norte, Circuito Sur, la autopista Monumental, la Vía Blanca, la Vía Mulata y la Autopista del Mediodía; el túnel bajo la bahía habanera, dos túneles por debajo del río Almendares; los soberbios edificios públicos de la Plaza Cívica, y la Ciudad Deportiva con su Coliseo. Y altos edificios como el Focsa, el Someillán —los más altos del Caribe—, y el hotel Habana Hilton, el mayor y más alto de esa cadena hotelera en el mundo, etc.

El país se autoabastecía de carne de res, cerdo y pollo; pescado y mariscos, leche, frutas tropicales, viandas, hortalizas, huevos, café, y tabaco. Y exportaba sus excedentes. Con más de 6,7 millones de cabezas de ganado vacuno, Cuba triplicaba el promedio mundial de 0,32 bovino por habitante según la FAO. Poseía la mejor ganadería tropical del mundo. Desplazó a EEUU en la exportación hacia Latinoamérica de sementales de la raza cebú, con unos 1.000 anuales. Ocupaba el primer lugar en América Latina en consumo de pescado.

En 1956 la ONU destacó que Cuba, con solo un 23% de analfabetos, era uno de los países de más bajo índice de analfabetismo de toda Iberoamérica, pues España, El Salvador, Bolivia, Venezuela, Brasil, Perú, Guatemala y República Dominicana rondaban el 50% y más. Según la OMS, en 1958 Cuba tenía un médico por cada 980 habitantes, solo detrás de Argentina y Uruguay. Y tenía una cama de hospital por cada 190 habitantes, cifra superior a la de los países del Primer Mundo, de una cama por cada 200 habitantes.

Según datos de la Cámara de Comercio de Cuba, en 1957 la Isla tenía 142.742 automóviles, el triple que Chile (47.950), casi el doble que Colombia (84.500), 13 veces más que Costa Rica (10.985), y 17 veces más que Panamá (8.232). En total Cuba tenía 196.902 vehículos automotores, uno por cada 29 habitantes, el mayor promedio latinoamericano.

Cuba ocupaba el primer lugar en aparatos electrodomésticos y en líneas férreas por kilómetro cuadrado. Exportaba más de lo que importaba. Era una de las tres economías latinoamericanas más solventes por sus reservas de oro y de divisas y por la estabilidad del peso, a la par con el dólar.

La Habana era un centro financiero de envergadura con 62 diferentes bancos extranjeros y cubanos, con unas 330 oficinas en toda la Isla. Con mucho, poseía la mayor cantidad de bancos de América Latina en proporción al tamaño de su población. Yo trabajé en The Royal Bank of Canada (RBC) en La Habana. El RBC era entonces uno de los diez mayores bancos del mundo.

¿Y cómo sería hoy el país sin los Castro?

Sin el comunismo castrista aquel desarrollo impetuoso se habría multiplicado. No se habrían ido de Cuba casi dos millones de ciudadanos, incluyendo ingenieros, médicos, arquitectos, economistas, tecnólogos, científicos, artistas, intelectuales, y hombres de negocios con un valiosísimo know-how multifacético (levantaron el Miami moderno).

Suponiendo inversiones extranjeras y cubanas por 300.000 millones de dólares en 63 años (a precios de hoy), el ingreso per cápita cubano hoy sería igual o quizás superior al de Chile, el más alto de la región. La fuerza laboral cubana tendría tres o cuatro millones más de personas produciendo y consumiendo. El Producto Interno Bruto sería cuatro o cinco veces superior y la Isla estaría a punto de entrar al Primer Mundo, o tal vez ya dentro.

Por su estratégica cercanía geográfica a EEUU, la economía cubana estaría de hecho ensamblada con la mayor del mundo, con acuerdos de integración comercial-industrial muy abarcadores. Las exportaciones de bienes y servicios, incluido el turismo con más de diez o 12 millones de visitantes, podrían quizás alcanzar un valor de 100.000 millones de dólares, o más.

En las playas habría grandes resorts turísticos competidores de los de Florida, Cancún, la Riviera Maya, Punta Cana, Bahamas, Bermudas, etc. Habría terminales de cruceros, aeropuertos modernos, autopistas, trenes rápidos. La Habana tendría un verdadero megapuerto en el Mariel, a la vez centro neurálgico de transbordo mercante entre Sudamérica y Centroamérica con EEUU, Canadá y México.

La Habana podría sería un Hong Kong caribeño, o sea, el principal centro financiero, bancario y fiduciario del área del Caribe, y tan importante, o más, que los existentes en las otras grandes capitales de Latinoamérica.

Todo eso, y mucho más, algo que haría interminable este repaso histórico, es lo que el comunismo castrista le ha impedido a Cuba ser y tener. Ese el saldo de la "revolución" que hemos querido destacar en este triste aniversario.

Parodiando la infeliz frase del poeta marxista Nicolás Guillén, hoy los cubanos no tienen lo que tenían que tener.

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Adivina quién dijo esto...

Tomado de http://www.cuba.cu/


Cómo vamos a decir: ésta es nuestra patria, si de la patria no tenemos nada?

Mi patria, pero mi patria no me da nada, mi patria no me sostiene, en mi patria me muero de hambre.

¡Eso no es patria! Será patria para unos cuantos, pero no será patria para el pueblo (aplausos).

Patria no solo quiere decir un lugar donde uno pueda gritar, hablar y caminar sin que lo maten; patria es un lugar donde se puede vivir, patria es un lugar donde se puede trabajar y ganar el sustento honradamente y, además, ganar lo que es justo que se gane por su trabajo (aplausos).

(Castro barks at an aide who forgot papers he wanted. This is during the stopover in Camaguey. From Life magazine - Castro in Triumphant Advance to Havana - January 19, 1959 )

Patria es el lugar donde no se explota al ciudadano, porque si explotan al ciudadano, si le quitan lo que le pertenece, si le roban lo que tiene, no es patria.

Precisamente la tragedia de nuestro pueblo ha sido no tener patria. Y la mejor prueba, la mejor prueba de que no tenemos patria es que decenas de miles y miles de hijos de esta tierra se van de Cuba para otro país, para poder vivir, pero no tienen patria. Y no se van todos los que quieren, sino los pocos que pueden. Y eso es verdad y ustedes lo saben (exclamaciones).

Luego, hay que arreglar la República. Aquí algo anda mal o todo anda mal (exclamaciones de ¡todo!).

Fidel Castro Ruz. Camagüey, 4 de enero de 1959

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