viernes, abril 29, 2022

Videos: Cuba y España y la ayuda en espionaje, dineros, tropas, armas, municiones, barcos, etc. en favor de las independencia de las 13 colonias. Juan Miralles y Bernardo de Gálvez

 Tomado de https://zoepost.com

Cuba y el espionaje en favor de las independencia de las 13 colonias: Juan Miralles


Por Redacción ZoePost.

28/04/2022

Conferencia sobre la Toma de La Habana por los ingleses y el espionaje hispano (Juan Miralles) desde Cuba para apoyar la revolución de las 13 colonias. Gran historiador Cesáreo Jarabo.



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Una historia casi olvidada pero no prohibida.

(fragmento tomado de mi libro La Historia de Cuba que te ocultaron y otros temas © )

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

En otro orden de cosas diré, que en la mayoría de las escuelas norteamericanas no se habla del importante papel que desempeñó Cuba en el apoyo a los independentistas de las Trece Colonias de Norteamérica; apoyo motivado por la posición de enfrentamiento de España en contra de Inglaterra en esa época, pero también motivado por las relaciones comerciales ya existentes entre Cuba y las Trece Colonias de Norteamérica. Algunos hechos que fundamentan ese importante papel son:

En Cuba, y concretamente en La Habana de esa época, que era con 70 000 habitantes casi el doble en habitantes que Filadelfia (40 000 habitantes), para ya no hablar de New York (25 000 habitantes) y Boston (15 000 habitantes), se abastecían y reparaban los barcos de los independentistas norteamericanos y de ella salieron los 2 000 hombres, pertenecientes fundamentalmente a las milicias de esa localidad, que combatieron y expulsaron entre abril y mayo de 1782 a los británicos de Las Bahamas. De Cuba también partió el general Bernardo de Gálvez al frente de una tropa compuesta por españoles y habaneros que en tres años combatió y derrotó a los ingleses en la Florida Occidental, se apoderó de Fort Butler y de Natchez en el Mississippi y de Mobile y Pensacola en el Golfo para así contribuir a la independencia de los patriotas norteamericanos, y a la vez, recuperar dicha península para la Capitanía General de la isla de Cuba, pues al firmarse la paz exigió, y obtuvo, la Florida Oriental, la cual era española desde el siglo XVI (Guerra, 1975, p.60). Es interesante conocer que Cuba fue el centro para la ayuda exterior a la lucha independentista norteamericana aun desde los tiempos anteriores a que España definiera oficialmente su posición con respecto a esa lucha. En el libro Los otros extranjeros en la Revolución Norteamericana del gran historiador cubano Herminio Portell-Vilá se puede con más detalles leer lo anterior y mucho más; el historiador y educador Frank de Varona también lo ha abordado con gran profundidad.

Eduardo Torres-Cuevas en el capítulo octavo del libro La Colonia. Desde sus inicios hasta 1868, libro escrito por un colectivo de investigadores del Instituto de Historia de Cuba, plantea:

«La participación de los criollos fue tan decidida, no solo en lo militar sino también en lo económico, que el agente escogido por el general Navarro para coordinar los socorros en dinero y elementos de guerra a los norteamericanos fue el comerciante habanero Juan Miralles. Las relaciones entre este último y el general Washington fueron tan estrechas que el propio general acudió al entierro de Miralles cuando este murió y ordenó que su ejército le rindiera honores militares». (Colectivo de autores del IHC, 1994, La Colonia, pp.318-319)

En dichas escuelas tampoco se habla, de la procedencia y lo aparentemente decisiva que fue la supuesta donación de más de un millón de libras esterlinas, procedente, alegadamente, de las damas habaneras, con las que se pagó al ejército de Washington antes de la crucial batalla de Yorktown pese a que el historiador norteamericano Stephen Bonsal, citado en (Pita, 1995), expresó: «...el millón que fue entregado a Saint-Simon por las damas de La Habana para pagar a las tropas, puede ser considerado, en verdad, como el cimiento monetario sobre el cual fue erigido el edificio de la independencia norteamericana ».

En el artículo La Habana y la independencia de Estados Unidos de Andrés R. Rodríguez se lee:

«El apoyo y la financiación de España y sus colonias fueron decisivos para mantener al Ejército Continental, que generalmente operaba en la peor situación financiera. Ahora sabemos que la inyección de efectivo en monedas de plata españolas, recogidas tan rápidamente en La Habana, permitió a Washington abastecer a su ejército justo antes de la batalla. Antes de partir para la batalla, en Elkton, Maryland, el 8 de septiembre de 1781, el ejército continental fue de hecho pagado con estas preciosas monedas de plata. Esto podría haber cambiado el curso de la historia.

El enviado especial del rey, Saavedra, no tenía fondos en la mano, pero inmediatamente recogió en La Habana el dinero necesario (primero 500.000 pesos de plata, más tarde 1 millón en moneda de plata de México) como regalo o préstamo al rey de banqueros, comerciantes y ricos tabacaleros, así como de la Marquesa de Cárdenas. Todos los fondos fueron autorizados por José de Gálvez, ministro del Consejo de Indias. El almirante de Grasse, que comandaba una flota francesa en el Caribe con rumbo a Norteamérica, llegó a Cuba y transportó el dinero hacia el Norte. Estando en la bahía de Matanzas, Cuba, envió una fragata francesa a La Habana y sin demora la reenvió hacia el Norte. Por otro lado, la Armada Española protegía las posesiones francesas en el Caribe, ello permitió a la flota De Grasse llegar con la ayuda monetaria y transferir 5.000 soldados para ayudar en el asedio y bloqueo naval de Yorktown. En ese momento Washington y los 6000 soldados franceses del conde Rochambeut, necesitaban urgentemente dinero para sus soldados malamente vestidos, descalzos y hambrientos». (Rodríguez, 2021)

Diego Trinidad Ph.D., Doctor en Historia cubano-americano, describe de la siguiente manera la situación antes de la batalla de Yorktown y seguidamente trata de eliminar un supuesto mito:

«Los hechos son los siguientes. En octubre de 1781, un ejército combinado de 12 000 tropas americanas al mando de Washington y 7 000 soldados franceses al mando del Mariscal Jean-Baptiste Donatien, Conde de Rochambeau, avanzaban contra el atrincherado ejército inglés comandado por el General Lord Charles Cornwallis en Yorktown, Virginia. Rochambeau pidió la ayuda de la flota francesa bajo el mando del Almirante Conde Francois Joseph Paul de Grasse, que se encontraba anclada en Port Francoise, en la entonces colonia francesa de Saint Domingue (Haití). La flota francesa, pedía Rochambeau, debía urgentemente zarpar hacia la Bahía de Chesapeake para evitar que el ejército de Cornwallis fuera evacuado de Yorktown por barcos ingleses».

Además, y aquí entra la base del mito, Rochambeau solicitaba ayuda financiera para pagar a sus tropas y a las de Washington.

De Grasse, que era un hombre riquísimo, carecía de los fondos necesarios (recuérdese que en aquellos tiempos no habían bancos disponibles para prestar dinero de emergencia). De manera que los solicitó, a manera de préstamo garantizado por sus plantaciones en Saint Domingue y Francia, al Capitán General de Cuba en La Habana, Juan Manuel de Cajigas y Monserrat. Pero el “Sitiado”, el dinero que Cuba recibía desde México para pagar por el gobierno de la isla todos los meses, no había llegado. Cajigas apeló a Bernardo de Gálvez gobernador de Luisiana, (posesión española entonces), quien controlaba las finanzas de las colonias españolas en Luisiana, Florida y el Caribe, y quien había sido autorizado por el rey español Carlos III para proporcionar ayuda económica a las colonias americanas desde casi el principio de la rebelión para proveer los fondos, pero como el tiempo apremiaba, Gálvez autorizó a que se organizara una colecta entre personas de medios en La Habana para recaudar fondos a manera de un préstamo (contra el Sitiado y con los avales del Conde de Grasse). Se recaudaron—en solo seis horas—1, 200, 000 libras francesas, en gran parte con la contribución de joyas donadas por las “Damas de La Habana”. El dinero fue colectado en Matanzas por De Grasse (días después, otros 100,000 pesos fueron recogidos en La Habana), quien procedió hacia la Bahía de Chesapeake a bloquear a Cornwallis y a entregar el dinero a Rochambeau y Washington para pagar las tropas asediando a Yorktown. Todo lo descrito sucedió y está ampliamente documentado (ver Charles Lee Lewis, Admiral De Grasse and the American Indepence [1945]; Eduardo J. Tejera, La Ayuda Cubana a la Lucha por la Independencia Norteamericana [1972]; y Loliannette Emmanuelli, Spanish Diplomatic Policy and Contribution to the United States Independence [1990]). Todo, excepto la donación de las joyas de las “Damas de La Habana”. Ese es el mito.

¿Cómo se recaudó el préstamo (pues eso es lo que fue, y no una donación)? Con la contribución de 28 ciudadanos ricos habaneros. Entre esos 28 personajes había solamente una mujer, Doña Bárbara Santa Cruz, Marquesa de Cárdenas. En cuanto el Sitiado llegó de México se le devolvió el dinero prestado a todos los 28 prestamistas—con interés (ver Jonathan R. Dull, The French Navy and American Independence: A Study of Arms and Diplomacy [1975]; y especialmente Thomas A. Chávez, Spain and the Independence of the United States: An Intrinsic Gift [2002]. Pero ¿por qué creer esta versión y no la anterior? Porque Chávez es el único que ofrece pruebas documentales, incluyendo la lista de los 28 contribuyentes con nombres y apellidos, lista que encontró en los Archivos Españoles en Madrid. Además de esa “pequeñez” hay otras importantes razones. Primero, en 1781, no existían “Damas de La Habana”. No existían siquiera los cubanos. Todos los residentes de La Habana y de Cuba entera eran españoles, incluyendo los nacidos en Cuba que eran identificados como “criollos”. Esto no es solo cuestión de semántica, de si las “Damas” eran cubanas o no (el concepto de “cubanía” no surgió por casi 75 años mas), sino que es cuestión de que simplemente no hay un ápice de evidencia documental que demuestre que ningún grupo de mujeres residentes en La Habana en aquel momento contribuyeron sus joyas para ayudar a Washington y a Rochambeau en Yorktown (solo una, la Marquesa de Cárdenas, prestó algún dinero). Segundo, aunque el préstamo (que por cierto, de acuerdo con Dull y Chávez fue de 500,000 pesos plata españoles y no de 1, 200, 000 libras francesas, lo cual tiene sentido ya que el dinero se recaudó en La Habana, colonia española, no francesa) fue una importante contribución a la victoria americana/francesa en Yorktown, las tropas aliadas ya tenían asediado a Yorktown, y lo hubieran tomado con la ayuda económica de La Habana o sin ella. El ejército americano de George Washington básicamente peleó durante toda la Guerra de Independencia sin cobrar, y cuando cobraban, eran pagados con dinero sin valor emitido por el Congreso Continental en Filadelfia. Los soldados y marinos franceses, por supuesto hubieran peleado por obligación y por obedecer a sus líderes, pagados o no. La importancia que realmente tuvo el préstamo fue que con parte del dinero se adquirieron suministros y pertrechos para llevar a Yorktown a las tropas aliadas». (Trinidad, 2014)

Muy interesante el artículo de Diego Trinidad en cuanto a que fue en calidad de préstamo y que no fueron las damas las que recaudaron las 1 200 000 libras tornesas para ayudar a pagar las tropas de George Washington (400 000 libras) y las de Francia (800 000).Ayuda que fue crucial ya que habían tropas de Washington que estaban desertando; George Washington tuvo hasta que fusilar para detener esas deserciones provocadas por diferentes causas; entre las que se encontraba, con gran peso, la preocupación por el sustento de los familiares que dejaron atrás.

No estoy de acuerdo en que el Doctor Diego Trinidad haya reducido la ayuda de España, Cuba y otras colonias españolas a ese dinero. La ayuda fue mucho más que eso, tanto económicamente como en combatientes que lucharon en contra de los ¨casacas rojas¨ e indios que luchaban a favor de Inglaterra. En el libro de Herminio Portell-Vilá, libro que seguramente Diego Trinidad ha leído, aparece en detalles esa ayuda, incluyendo la ayuda personal de individuos como Juan de Miralles y otros que los llevaron casi a la ruina económica, pues no les fueron pagados, por ejemplo: las reparaciones de barcos de las Trece Colonias en los astilleros de La Habana que se hicieron a crédito de sus fortunas. Menos conocido es que el navío de guerra La Santísima Trinidad, el más grande del mundo, con cuatro puentes y 136 cañones, fue construido en los astilleros de La Habana en 1879 y que con el Almirante Luis de Córdoba de Córdoba al frente junto a otros navíos derrotaron a los buques ingleses que llevaban suministros y hombres en ayuda a las tropas británicas en Yorktown, la última batalla de la guerra de independencia.

Sobre el surgimiento de la nacionalidad cubana, Diego Trinidad comparte el mismo punto de vista que el historiador cubano Torres Cuevas que es el historiador oficialista cubano que más ha abordado el tema, aunque no el único, sobre el surgimiento de la nacionalidad cubana. Pero Diego Trinidad se va al otro extremo ya que en esa época los criollos se sentían más habaneros, matanceros, vueltabajeros, etc. que españoles y tenían significativas relaciones comerciales con las Trece Colonias, antes y después de la toma de La Habana por los Ingleses, pese a la prohibición de la Metrópolis española. No olvidemos tampoco que no son pocos los españoles que aún hoy, se sienten gallegos, catalanes, vascos, etc.

Para ampliar sobre la gran importancia que tuvo Juan de Miralles (comerciante asentado en La Habana) en la coordinación de la ayuda a las Trece Colonias en su guerra de independencia que fue tal que al morir George Washington le otorgó los grados de General así como el muy relevante actuar militar del español Bernardo de Gálvez a favor de la causa independentista y, en general, para profundizar en la ayuda que España, Cuba, Haití y otros países aportaron para la independencia de las Trece Colonias Norteamericanas, pueden consultarse las obras Juan Miralles, un habanero amigo de Jorge Washington, publicada en 1947 en La Habana, y la ya citada Los otros extranjeros en la Revolución Norteamericana escritas por el destacado historiador cubano Herminio Portell-Vilá publicada en los EE.UU. en los años 70 del pasado siglo. El prolífico escritor, educador y profundo analista político Frank de Varona Ph. D. también ha abordado la temática, prácticamente ignorada en las escuelas norteamericanas, de la presencia hispana en la guerra de independencia de las Trece Colonias de Norteamérica. En el siguiente video del canal público WRLN se puede ver a Frank de Varona hablando sobre la mencionada temática: https://youtu.be/VI4aixpyqPE En los primeros días de octubre del año 2014 en la madrileña Casa de América se llevaron a cabo cuatro sesiones académicas del seminario Bernardo de Gálvez y la independencia de los Estados Unidos donde destacados historiadores abordaron la significativa contribución de España, Francia y otros países en la independencia de las Trece Colonias de Norteamérica; esas sesiones pueden verse en los siguientes videos:

Primera sesión académica: 1/10/2014

https://youtu.be/Uum3hPAgIFs

Segunda sesión académica: 1/10/2014

https://youtu.be/K2AjOCDiNi0

Tercera sesión académica: 2/10/2014.

https://youtu.be/r9Tfege6L_0

Cuarta sesión académica: 3/10/2014

https://youtu.be/BF7BKnherSE

Hago la importante observación: para valorar más objetivamente la ayuda de los criollos y habitantes residentes en Cuba a los patriotas norteamericanos debemos decir que esta no se ofreció respondiendo solamente al hecho que en esa época España era enemiga de Inglaterra. Existían en esa época relaciones entre Cuba y las Trece Colonias que no pueden obviarse a la hora de hacer un análisis exhaustivo de las razones que motivaron esa ayuda, la cual se dio pese a la manipulación española de la información que sobre esa lucha se daba en Cuba. Hago la observación que la ayuda desde Cuba a la independencia de las Trece Colonias de Norteamérica se dio trece años después que las mencionadas trece colonias, al ser colonias de Inglaterra, ayudaron a la toma de La Habana por los ingleses, lo cual mostró a los habaneros las ventajas del libre comercio respecto al monopolio comercial impuesto por España, el cual era frecuentemente violado mediante el llamado ¨comercio de rescate¨. Respecto al fracaso de la propaganda  profiláctica española Foner escribe:

«El gobierno colonial español, justamente aprensivo de la influencia de la nueva república sobre sus propias posesiones americanas, procuraba por todos los medios, aun después de haber entrado en la guerra contra Inglaterra, describir la lucha del pueblo norteamericano por su independencia como la lucha de unos pocos individuos ambiciosos y codiciosos por lograr ventajas personales, en lo económico y en lo político. Pero esta propaganda no podía ocultar al pueblo cubano el hecho de que trece colonias, carentes de grandes riquezas y recursos, habían desafiado con éxito a la nación más poderosa del mundo. Al terminar el año 1783, a pesar de la censura española sobre las noticias, el pueblo cubano supo que la nueva nación situada al norte había alcanzado su independencia». (Foner, 1988, p.60)


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