lunes, agosto 15, 2022

Cuba. 12 de agosto de 1933: ida, que no fuga ni huida, del Presidente constitucional Gerardo Machado y Morales

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano


La crisis económica que sufrió Cuba en parte de la presidencia  del Presidente Gerardo Machado y Morales (1925-1933),  fue  consecuencia de la Crisis Mundial del 1929 que afectó durante años al mundo. La situación económica de Cuba en el período machadista  pero antes de esas crisis mundial puede inferirse de la canción del Trio Matamoros titulada La Mujer de Antonio. La política económica de Machado de  desarrollar la industria nacional  y llevar a cabo la Reforma Arancelaria de 1927 afectaron intereses norteamericanos que usando el lobbysmo que existe en el Congreso Norteamericano  afectaron la gestión gubernamental del Presidente Machado.  Esa situación se repetiría con el gobierno de Fulgencio Batista en el período presidencial de 1955-1958.


Multitud festejando la salida  de Cuba del Presidente Gerardo Machado y Morales; muchos de ellos muy probablemente habían participado anteriormente en actos multitudinarios a favor de Machado con la consigna: ¨Con Machado hasta el Polo¨, pero no eran los únicos:  en su mayoría, la prensa en los primeros años del gobierno de Machado lo adulaba descaradamente y se rendía a sus pies...

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Cuba.  12 de agosto de 1933:  ida, que no fuga ni huida, del Presidente constitucional Gerardo Machado y Morales 

Por Pedro Pablo Arencibia
12 de agosto de 2019


Recuerdo que en Cuba vi por la TV castrista, la única existente desde hace  60 años, un documental histórico sobre la República de Cuba antes de 1959 (¡Viva la República! (1972)) que al hablar de la oposición del pueblo cubano a la dictadura de Gerardo Machado mostraron las imágenes de gigantescas manifestaciones populares que según las palabras del narrador, eran de oposición a Machado. Me llamó mucho la atención esas imagénes y con mi viejo video VHS, las pasé cuadro a cuadro para leer un cartel que aparecía un tanto lejano en la multitudinaria manisfestación; el cartel decia: ¡CON MACHADO HASTA EL POLO!,  que era una de las consignas más populares.  Ante ese respaldo abrumador a Machado, el oportunismo de políticos de los otros partidos políticos  llevó a la creación del Cooperativismo,  el cual no fue creado  por Machado, pues de no aliarse con Machado  no obtendrían votaciones significativas en las  elecciones  .  El  famoso Trio Matamoros  en su canción La Mujer de Antonio    habla de cierta manera, del existente respaldo popular que tuvo Machado  en determinado momento: 



Malalegua  tu no sigas 
hablando mal de Machado 
que te ha puesto alli un mercado
que te llena la barriga

El novelista, ensayista, guionista y director de cine Jesús Díaz Rodíguez (1941-2002), uno de los guionistas del  antes mencionado documental, cambió posteriormente su percepción sobre la República de Cuba anterior al 1 de enero de 1959 hasta el punto que siendo fundador y Director de la Revista Encuentro de la Cultura Cubana,  dedicaría el número 24 de esa revista para homenajear la República  que él  tanto vilipendió  en otra etapa de su vida.  

 En Cuba se oculta que los que realmente ¨tumbó¨ a Machado fue una crisis económica mundial que afectó a Cuba y que los militares no quisieron esperar más para dejar de apoyar a Machado. Orestes Ferrara afirma que Machado desde hacía ya un tiempo deseaba dejar la Presidencia, pero que no encontraba a nadie capacitado que pudiera frenar el caos que se iba a desencadenar si él se iba del poder.  Machado, creyendo que el Partido Comunista tenía ascendencia para controlar la huelga (que no fue convocada ni iniciada  por los comunistas aunque sí  aprovechada)  intentó terminarla mediante  un pacto con el Partido Comunista lidereado por Rubén Martínez Villena  (los comunistas cubanos, las pocas veces que hablan de ese pacto, le llaman ¨el error de agosto¨ del cual  Blas Roca  Calderio también fue responsable por ser de la cúpula dirigente de dicho partido a cambio de ciertos reconocimientos al partido comunista en Cuba,  pero  los militares de manera espontánea (no hubo una dirección  clara ya que los oficiales intermedios  no tuvieron un liderazgo)  se opusieron  a seguir apoyando a Machado; esa oposición empezó primero en la fortaleza de La Cabaña, posteriormente al Castillo de la Fuerza y después al Campamento de Columbia (La Verdadera República de Cuba, Manuel Cao Mendiguren, página 53).  Veamos lo anterior con más detalles:

Está claro que la naturaleza de los fenómenos sociales son casi siempre multifactoriales, pero  esos factores conforman diferentes componentes entre las cuales se hayan las llamadas componentes principales. En el caso de la situación nacional e internacional durante el segundo período de mandato de Machado,  la primera componente principal es en la que se incluyen los factores económicos, entre los que se destaca la crisis económica mundial y  los muy bajos precios del azúcar y sus consecuencias: pobreza en el gobierno y en la población, el no pago de salarios a los empleados públicos, mientras el gobierno  pagaba una  deuda externa  con intereses que provocaban que el gobierno  cayera en nuevos empréstitos a pagar,  etc.. La segunda componente, de esas componentes principales,  es la que incluye factores de carácter ¨social¨ entre los que se encuentra la labor de zapa del anarcosindicalismo y el comunismo internacional  en estudiantes y obreros  manipulables, ignorantes  e inexpertos que   provocaban huelgas  y más dificultades a la gestión del gobierno; los comunistas y anarcosindicalistas se guiaban en la práctica  por el refrán: ¨a río revuelto, ganancia de pescadores¨ siguiendo orientaciones y lineamientos teóricos de otras lejanas latitudes.

 Otros elementos, pero no todos, de esa segunda componente principal  son la represión, los asesinatos  y la censura  machadista y la violencia de las escopetas recortadas, las ¨ametralladoras¨ y la dinamita  de los luchadores  y terroristas antimachadistas. El Ejército, como parte del pueblo cubano, estaba presente  dentro de toda esta situación nacional.

No obstante, es falso lo que se dice que Rubén Martínez Villena organizó la huelga general para derrocar a Machado.   En el libro La Verdadera República de Cuba del Dr. Andrés Cao Mendiguren se lee:

¨Ya terminando el mes de julio, los obreros del transporte de La Habana fueron a una huelga.  Enrique Izquierdo, el sustituto del Alcalde, ya que no había Alcalde, sino un jefe de distrito central, había impuesto un gravamen extra a los dueños de transporte. Estos no lo aceptaron, y los obreros fueron a la huelga.  Este incidente provocó  escalonadamente, sin que nadie lo hubiera organizado ni dirigido,  una huelga general revolucionaria, a la cual se fueron sumando progresivamente todos los gremios,  estuvieran sindicalizados o no lo estuvieran, y llegó a paralizarse completamente la nación, pese a los esfuerzos de las fuerzas policiales.
El 5 de agosto se corrió la especie de que Machado había renunciado. El pueblo se lanzó a las calles y fue ametrallado a mansalva en los alrededores de Palacio. Nunca pudo saberse de quién procedía la radio pirata que dio la noticia ni qué fines buscaba.  Ante la grave situación  que lo rodeaba, Machado trató  desesperadamente  de detener la huelga y creyó que los comunistas eran capaces de hacerlo. Recibió  a una delegación en el Palacio dirigida por Martínez Villena y formada por  Jorge Vivó y Joaquín Ordoqui, con los cuales  hizo un pacto: reconocería al Partido Comunista legalmente , promulgaría un decreto ley  para la jornada de 8 horas y les daría otra serie de facilidades de organización obrera a los comunistas, con tal de que ellos detuvieran la huelga.
Los comunistas aceptaron, pero no podían parar la huelga porque primero, ni la habían organizado, y segundo, ni tenían preponderancia  en general sobre  el sector obrero cubano, sino sobre algunos pequeños sindicatos, que no representaban  ni con mucho la  mayoría de la situación. La Huelga continuó y la cosa se siguió poniendo en malas condiciones.¨ (páginas 369-370).

Se narra que cuando el Presidente Machado fue a pedir ayuda a los militares, un alto oficial le aconsejó que reuniera a su familia y partiera del  país.

Deseo señalar que Rubén Martínez Villena (hijo de Luciano Rogelio Martínez Echemendía 1876-1954, Profesor de Metodología Pedagógica en la Escuela de Educación y de Filosofía y Letras, de la Universidad de La Habana y que en 1935 sería Secretario de Educación y Secretario de Estado (interino)) descaradamente le llamó ¨asno con garras¨a Machado,  mientras adoraba a Iosef Stalin  principal responsable de la muerte de  MILLONES de personas rusas, ucranianas, etc.  pese  haber  estado en la Unión Soviética  en su intento de curarse de la tuberculosis que lo llevó a  la muerte. Rubén Martínez Villena  le vió las garras a Machado pero permaneció ciego ante las masacres y persecuciones stalinistas. Por cierto, Villena por su terquedad y sectarismo destruyó al movimiento Minorista en Cuba y eso en la historia que se estudia en Cuba apenas se dice.  Es interesante conocer que  la casa donde se escondió Martínez Villena,  en determinado momento  de la persecución Machadista,  fue la casa  de José M. Irrisari quien llegaría a ser uno de los miembros de la Pentarquía y que fue la persona que le consiguió, a través del importante e influyente Ministro machadista Carlos Miguel de Céspedes,  el permiso para salir  de su refugio y viajar a la Unión Soviética  para tratar su enfermedad.  

Sumner Welles trató de ayudar  a darle una salida lo menos traumática  a la situación en Cuba pues los EE.UU. , como en el 1906, no querían intervenir en Cuba pero deseaban su estabilidad.  Según la entonces Constitución vigente  le correspondía al Secretario de Estado sustituir al Presidente de la República cuando este faltara por una  licencia de vacaciones, etc., pero en esos días Ferrara todavía estaba en Europa y cuando regresó ya era muy tarde; además, el  traspaso también llevaba su tiempo para poder aplicarlo. Para darle solución a esa situación hubo que nombrar primero Secretario de Estado  al  entonces jefe del Ejército (General Alberto Herrera Franchi) y posteriormente Presidente (para ello hubo que cambiar las normas establecidas como fue, por ejemplo, el tiempo necesario para hacer el  nombramiento)  y este traspasó el poder inmediatamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, quien era una persona  que conocía muy bien la situación cubana, pues había ocupado varios altos cargos en diferentes gobiernos de la  joven República de Cuba. El hijo, del segundo matrimonio de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo (Padre de la Patria cubana) se había unido a la lucha  y peleado en combate  por la independencia de Cuba,  arribando en  una expedición desde EEUU donde se había criado cuando fue llevado por su madre debido a  la Guerra de los Diez Años y el relevante papel protagónico que tuvo en ella su padre. Estas maniobras se llevaron  a cabo con la aprobación de Gerardo Machado, hasta entonces Presidente elegido constitucional y democráticamente, y la de otros políticos presentes en una residencia cercana  al entonces Hospital Reina Mercedes,  que es donde hoy está ubicada la Heladería Coppelia.

Carlos Manuel de Céspedes era el individuo ideal para un gobierno de transición, pues no tenía ambiciones de poder, era honesto, capaz, conciliador, etc., pero la prensa (la misma que había adulado intensamente a Machado)  lo  tildaba, injustamente,  como una persona  débil pues querian ver resultados de  la noche a la mañana; por otra parte, el revolucionarismo, solamente experto en formar revueltas,  poner bombas y hacer atentados, querian en el poder a un hombre fuerte que les diera cuotas de poder en la estructura política del país.

Sobre el carácter  espontáneo (en el sentido de no haber sido previamente programado o fijado y sin un liderazgo claro) del golpe militar que depuso al Presidente Gerardo Machado y Morales  leemos lo siguiente en el antes mencionado libro:

¨... Pero ya el 12 de Agosto de 1933 ocurrió la deposición de Machado. Fijémonos bien en el siguiente detalle: Machado fue depuesto por un golpe militar que comenzó en la Fortaleza de La Cabaña, se extendió al Castillo de la Fuerza y después al Campamento de Columbia. Un golpe militar que a todas luces  fue espontáneo porque no tuvo una dirección clara ya que los oficiales intermedios  del Ejército, que eran los que estaban más descontentos, no tuvieron un líder que se hiciera cargo de la situación. Simplemente la situación era tan insostenible que depusieron a Machado.

Ante este hecho el Presidente Machado se reunió en Palacio con Sumner Welles, algunos oficiales del Ejército y con el General Herrera  que era su Secretario de la Guerra  para analizar cual  podía ser  la línea de acción. La ¨neo¨ Constitución  que operaba en Cuba  desde la prórroga  y las modificaciones en 1927, había eliminado el cargo de Vicepresidente, luego Machado no tenía sustituto inmediato. Se podía pensar en que Machado firmara su renuncia,  pero la Constitución vigente  establecía que se deberían  esperar seis meses para que  su Secretario de Estado lo sustituyera, y ese sería un período demasiado largo para un país  en plena efervescencia política. Se podía pensar  en que Machado  pidiera seis meses de licencia, pero entonces la sustitución sólo podría realizarse en el período de un mes, y el pueblo  no se sentiría satisfecho de que Machado  no fuera depuesto de una vez y por todas. Si se pensaba en una licencia, que era lo más rápido, el sustituto reglamentario debía ser el Secretario de Estado que era Orestes Ferrara, pero este se encontraba en Londres realizando una misión diplomática. Podía también pensarse en que Machado  moviera al General Herrera de la Secretaría de Guerra a la Secretaría de Estado, pero en cualquiera de ambos casos  considerados el sustituto  tendría que esperar un mes antes de tomar posesión y el país no estaba en condiciones  de sentirse sin gobierno.  Además a Herrera había  que descartarlo  porque los militares lo consideraban un traidor a la causa del Ejército.  Se querían hacer todos los esfuerzos posibles  para mantener los hechos dentro de un formato civilista  y al  que no se le pudiera discutir su legitimidad, pero ¿ quién sería  pues el que podría  cubrir aquel vacio de poder? Y fue precisamente el General Herrera  a quien  se escogio para  la obra de prestidigitación  de Sumner Welles ¿Por qué decimos esto?

General Alberto Herrera, cuando joven,  y Carlos Manuel de Céspedes y Quesada

Aquello  no parecía tener solución pero Sumner Welles sí creyó que la tenía. Con un pequeño resto del Congreso  que fue llamado a Palacio para convalidar unos últimos Decretos del Presidente Machado, se dictó un Decreto Presidencial que anulaba aquella parte de la Constitución  que hablaba de los seis meses de espera para una sustitución  en el caso de una renuncia presidencial. Con otro Decreto se anulaba la parte de la Constitución que para el caso de una licencia  presidencial establecía el requisito de un mes  de espera para la sustitución por el Secretario de Estado. Con otro Decreto se nombró  como nuevo Secretario de Estado  al General Herrera, lo que era una facultad del todavía Presidente Machado, y que ante la renuncia  de éste  y por los Decretos dictados y convalidados, ya pasaba automáticamente a convertirse en el nuevo Presidente. Una vez que Herrera ocupaba el nuevo cargo en propiedad pudo pedirle la renuncia a todos los demás Secretarios. El siguiente paso también lo dió Herrera al nombrar a Carlos Manuel de Céspedes como su Secretario de Estado. Y entonces sólo faltó la renuncia de Herrera  para que se cumpliese el objetivo final  de sustituir  a Machado por Carlos Manuel de Céspedes.¨ (páginas 53.55)

(Gerardo Machado y su familia)

Todos los trámites anteriores ocurrieron gracias a que  los militares  sublevados (el día 11 de agosto se sublevó La Cabaña y  marcharon hasta el Castillo de la Fuerza) se detuvieron en el Castillo de la Fuerza, pues el objetivo de los militares sublevados no era  luchar contra Machado  sino presionar para que renunciara; por otra parte,  Machado había ido al Campamento Militar de Columbia y la respuesta del jefe de ese campamento, el Coronel Rogerio del Castillo le había expresado: ¨General, póngase a buen recaudo y salve su vida y la de su familia¨. Machado regresó, hizo los trámites  antes narrados,  y posteriormente con sus familiares y algunos de sus más cercanos seguidores se fue del país. El escritor  Roberto Luque Escalona en su libro Los niños y el tigre  escribe  que Machado antes de irse almorzó, durmió la siesta y posteriormente se fue  vía aérea a Nassau. Gerardo Machado y Morales  tendría garras y dientes, no por gusto llegó a ser el general más joven del Ejército Libertador (terminó la guerra con el grado de Coronel pero posteriormente fue ascendido a General)  pero no era ni asno ni cobarde.

Más adelante en  la misma página 55 del libro del Dr. Cao  se lee:

¨... Pero el Ejército no estuvo de acuerdo y no apoyó a Céspedes, además de estar disgregado, disperso, carente de líderes y sin voluntad de actuar. Mientras tanto las fuerzas revolucionarias, que no fueron las que depusieron a Machado, siguieron en su rutina de violencia durante el breve  tiempo que duraría  la Presidencia de Carlos Manuel de Céspedes. Y puede decirse sin temor a mentir, que durante ese tiempo el país estuvo en total anarquía  y carente de gobierno

Una persona  que posteriormente durante esa década de los años 30  ayudó a encausar al país hacia la normalidad fue el sargento convertido en Coronel Fulgencio Batista y Zaldivar; grado militar  no otorgado por sí mismo, sino por el miembro de la Pentarquía Sergio Carbó, y con la aprobación de otros miembros de la Pentarquía,  cuando ese colectivo  de cinco personas presidía la República de Cuba. El nombramiento de Carbó  a Batista fue motivado porque Sumner Welles en correspondencia a sus superiores  hablaba ¨de un sargento llamado Batista¨ y Batista se iba a entrevistar con Sumner Welles. Es poco conocido que Fulgencio Batista y Zaldivar   fue miembro clandestino del ABC Radical cuando Machado. En esa década y parte de la siguiente Batista era ideológicamente de ¨centro izquierda¨, que tampoco quiere decir que era  comunista.

(Sucesión de Presidentes y gobiernos no elegidos en elecciones en 1933: General Alberto Herrera Bianchi convertido en un ´santiamén¨ Secretario de Estado para poder ser nombrado Presidente, Presidencia que le traspasó inmediatanamente a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, el cual fue depuesto por militares y estudiantes, le sucedió la Pentarquía (José M. Irrisari, Porfirio Franca, Guillermo Portela, Ramon Grau San Martín, y Sergio Carbó; a Batista, que en la foto sin recortar está al lado de Carbó, se le invitó a pertenecer a la Pentarquía pero el declinó esa invitación)  y Ramón Grau San Martín, quién ocupó alegadamente  el cargo de Presidente porque los restantes miembros de la pentarquía fueron renunciando y Grau argumentó que cómo el Directorio Estudiantil no se había retirado de  la junta  de organizaciones de la revolución  que conformaron a la Pentarquía el se quedaba al frente del Gobierno. A los aproximadamente  126 días de su ¨gobierno de los 100 días¨  el Directorio Estudiantil se autodisolvió  en una reunión en la Universidad de La Habana y Grau, ante esa situación, tuvo que dejar  la Presidencia  de un gobierno que no fue constitucional (Grau rehusó jurar con la Constitución de 1901 por ella tener la Enmienda Platt) ni elegido democraticamente en elecciones  por el pueblo cubano. Es importante conocer que en su  gobierno constitucional y democraticamente elegido de 1940-1944, Grau no tenía en cuenta a las dos Cámaras del Congreso cubano para  gobernar ni aún cuando en el Congreso  su partido tuvo la mayoría dos años después de comenzado su mandato. En ese período firmó más de 17 000  dictámenes personales. Durante la Presidencia de Carlos Prío Socarrás (1948-1952)  que era también del Partido Auténtico y al que Grau había ayudado a ser Presidente (lo que trajo el disgusto de Eduardo R, Chibás y la creación del Partido Ortodoxo),   Grau tuvo sus desavenencias con Prío y fundó otro partido político; es  poco conocido que en un momento de la década de los años 30 del siglo XX Grau  fue separado del Partido Auténtico al que posteriormente se reintegró. Grau, en 1958 y pese a su edad, no le dio paso a otra figura de su partido político para aspirar a la Presidencia de Cuba  ya que ¨padeció¨ de mesianismo,   esa enfermedad de la que adolecen tantos políticos. No se conoce que personalmente  Grau haya robado, aunque en su gobierno  estuvieron presente la corrupción y el pandillismo político) 

Hago notar  estas dos siguientes observaciones para que el lector reflexione y saque conclusiones sobre la  impronta que dejó ¨el Machadato¨ en la población cubana de aquellos tiempos: 
  •  Que pese a Orestes Ferrara haber estado muy vinculado al gobierno de Gerardo Machado,   el fue elegido por el pueblo cubano para ser uno de los delegados a la constituyente que le daría a Cuba la  muy relevante Constitución de 1940. 
  • Que el Partido Liberal,   que fue el que  llevó a  Gerardo Machado  a la Presidencia de la República en 1925,  ocupó el segundo lugar (empatado con el partido político liderado por el ex Presidente Mario García Menocal) en el número (17) de delegados a la  Constituyente de 1939 de la cual surgió la Constitución de 1940., el cual fue sólo superado por el Partido Revolucionario  Cubano (Auténtico)  que alcanzó 18 delegados.
Dos libros de memorias:  Ocho Años de Lucha  y Orestes Ferrara. Una mirada sobre tres siglos que nos dicen respectivamente  los puntos de vista de Gerardo Machado y Morales y  de Orestes Ferrara  sobre diferentes períodos de la historia política de Cuba. Libros escritos por  Gerardo Machado y Orestes Ferrara.


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De cómo comenzó a caer la noche en Cuba

Alberto Lamar Schweyer, autor de Cómo cayó el presidente Machado: una página oscura de la diplomacia norteamericana.

Por Armando de Armas
Marzo 12, 2020

El libro de Alberto Lamar Schweyer Cómo cayó el presidente Machado: una página oscura de la diplomacia norteamericana, publicado originalmente por Espasa-Calpe, en 1934, y reeditado por Exodus, en 2020, es un texto-testimonio fundamental para entender la historia de Cuba por al menos los últimos noventa años que, por si fuera poco, se lee de un tirón como si de un thriller político se tratase.

Contrariamente a lo que se nos ha asegurado por parte de la historiografía al uso en ambas orillas, y coincidiendo con Lydia Cabrera, Gastón Baquero y Orestes Ferrara, la Revolución del 33 es uno de los acontecimientos más funestos de la historia isleña, al punto que puede apuntarse que con la caída del general Gerardo Machado se desencadenan los problemas sin solución en la isla para recalar en las miasmas de 1959.

Así la Revolución del 33 es un antecedente directo de la revolución castrista. Suele oírse el lugar común, repetido hasta la saciedad, de que sin Batista no hay Castro. Pero lo cierto pareciera ser que sin el 33 no hay Batista; ni tampoco Castro. Hasta el 33 prevaleció la República de los hombres de la independencia, la soñada por Martí, Maceo, Gómez, Céspedes, Agramonte, Francisco Vicente Aguilera y tantos otros. Es el periodo en que Cuba empieza a sedimentar una élite -después que la élite nacional hubiese sido escabechinada durante treinta años de guerra contra España- y a erigir grandes obras arquitectónicas como el Capitolio Nacional y la Carretera Central.

Pero después del 33 empieza la República de los revolucionarios, sin apego a la ley y con la voluntad de gobernar a punta de metralleta. A partir de ese momento tenemos una República que se aleja de lo constitucional y apuesta decididamente por lo social; por una democracia social. La misma Constitución que se dieron los cubanos en 1940, tan cantada aún, es un ejemplo de cuán hondo habían calado en el imaginario nacional las reivindicaciones revolucionarias y sociales.

Es un periodo de mucha inestabilidad política, de mucha violencia, de grupos gansteriles dirimiendo las querellas revolucionarias a tiro limpio en las calles, de la inauguración del terrorismo en la isla, del terrorismo a gran escala como método de lucha válido para alcanzar el poder.

(Orestes Ferrara, primero  de izquierda a derecha en la foto y al centro el Presidente Gerardo Machado y Morales Fotos en el texto añadidas por el Bloguista de Baracutey Cubano)

En Cómo cayó el presidente Machado se lee: “Se mataba y se moría exactamente como entre los gánsteres de Chicago y con las mismas ametralladoras “Thompson”. Además, los jóvenes terroristas cubanos introdujeron un arma nueva y terrible: la escopeta de caza con el cañón recortado y cargada de balas de diversos tamaños. Con este equipo y con bombas de dinamita, por ellos mismos confeccionadas, se lanzaron a batir a Machado. No murió Machado, que estaba en Palacio o en su finca, pero, en cambio, murieron numerosas personas”.

(Presidente y general de la independencia de Cuba, Gerardo Machado.)

Y continúa el escritor: “Esto debió haber creado en la opinión pública un movimiento de repulsa hacia el sistema. Posiblemente, en el fondo de la conciencia ciudadana existió ese movimiento, pero nadie se atrevió a manifestarlo. Era extremadamente peligroso ir contra la opinión de aquella muchachada armada en guerra. Los estudiantes habían llegado a la conclusión de que su inexperiencia y su mocedad eran intangibles y que el error era sagrado por ser de ellos. Defendían a sangre y fuego sus teorías políticas y aunque muchos ignoraban quién fue Cromwell lo remedaban en su firmeza de criterio, si bien no en otras cualidades que él tuvo y de las que ellos carecían”.

Rubén Martínez Villena -poeta comunista admirador de Stalin- bautizó a Machado como el Asno con Garras, pero en La Habana, “un niño de cuatro años fue destrozado por una bomba cuando paseaba con su madre. Fue el día de Jueves Santo de 1933 y la bomba iba destinada al Dr. Orestes Ferrara, secretario de Estado. Ese mismo día de Jueves Santo hicieron explosión en La Habana, en el espacio de dos horas, más de treinta bombas. Algunas fueron puestas en las iglesias, y en la del Santo Ángel, junto al Palacio Presidencial, hizo explosión una de ellas”; nos cuenta Lamar Schweyer en su libro.

Estos grupos parecen estar convencidos de que la República no era la de Martí y de que ellos, por decreto histórico, eran los elegidos para cumplirle el sueño a Martí. Ellos sólo cumplían el mandato martiano.

Contaba Baquero que con la caída de Machado la Universidad de la Habana cae al punto de no recuperase nunca más, pues las cátedras no fueron ocupadas teniendo en cuenta el aval académico sino el aval revolucionario. De modo que la degradación de la enseñanza universitaria en Cuba no la empieza Castro sino los revolucionarios del 33, Castro es más bien un producto de esa degradación. En consecuencia, el hombre nuevo en Cuba es bastante viejo, no lo inventa Castro, Castro mismo es un espécimen de hombre nuevo.

En entrevista con la escritora Nedda G. de Anhalt para el libro Dile que pienso en ella, el poeta dice: “La Universidad de La Habana era una de las mejores de América. Se eclipsó con la caída de Machado (…) A Cuba se le rompió la columna vertebral con esa caída y nunca más pudo marchar el país”.

(Gerardo Machado en la Guerra de 1895)

Pero tan importante como el declive de la universidad a manos del revolucionarismo -al punto de que Castro no inventa aquella aberración de que la Universidad para los revolucionarios, pues ya desde 1933 las cátedras universitarias eran ocupadas en la isla no por los intelectualmente más dotados sino por los más revolucionarios- fue el declive del Ejército de la República que como consecuencia directa de la caída del general independentista se convirtió poco a poco en un Ejército de revolucionarios donde, como en el caso de Fulgencio Batista, se podía pasar de la noche a la mañana de sargento a coronel sin haber estado no ya en una academia militar sino sin ganar, o siquiera participar, en una batalla.

Asegura Lamar Schweyer en su libro que Machado garantizaba el orden en la isla a pesar del terrorismo desatado y que por la fuerza era inamovible: “Hacía falta algo más. ¿Qué podía hacerse? En revolución armada nadie osaba pensar. Machado estaba más fuerte que nunca. Tenía tras sí el ejército mejor organizado de Latinoamérica. Ese Ejército no se mezclaba en política”.

Y eso que hacía falta, según nos lo presenta el autor, no fue otro que el embajador estadounidense Benjamín Sumner Welles que, lejos de mediar como se ha dicho, no hizo otra cosa que socavar los intentos de Machado y su Gobierno por sostener el orden y una salida honorable de la crisis, aún a costa de abandonar el poder y dejarlo en manos del general Alberto Herrera –respetado entre los militares y los civiles-, y apostar por los chicos de las ametralladoras y las escopetas recortadas. Por cierto, situación que se repite con Batista en 1958 cuando el Departamento de Estado no acepta otra salida en Cuba que no fuese la de Castro y sus muchachos armados en la Sierra Maestra; por si las dudas ver el libro El Cuarto Piso, 1962, del embajador estadounidense Earl E. T. Smith.

Y de un Ejército y una Policía profesionales en la primera República, pasamos a un Ejército y a una Policía compuesta por revolucionarios en la segunda. De manera que lo que ocurre a finales de los cincuenta en Cuba no es más que una revuelta de revolucionarios que querían el poder contra revolucionarios ya establecidos en el poder. Batista mismo no es otra cosa que un revolucionario. Castro y sus guerrilleros jamás hubiesen vencido al Ejército profesional de la primera República, uno que había peleado y se había fogueado, formado en una guerra real, no en escaramuzas como las libradas en la Sierra Maestra comparables, si acaso, al asalto de un bar en Chicago en los tiempos de Al Capone. El folclor y el furor de los barbudos castristas no hubiesen aguantado un round a las letales tropas del general José Miguel Gómez; más prusiano que cubano en cuanto a su formación militar.

Con la Revolución del 33 se rompe el equilibrio entre el pensamiento de izquierdas y el de derechas, y viene a primar el de izquierdas; sin conciencia cabal de ello. Al punto que las lides electorales en la isla a partir de ese momento se dan entre la izquierda y la izquierda. El supuesto ogro de la derecha isleña, Fulgencio Batista y Záldivar, no sería más que un socialdemócrata radical. Ese desbalance, escoramiento ideológico a la izquierda, está entre los elementos que nos llevan directamente a la dictadura de Castro. No sería así descabellado afirmar que la Revolución del 33 culmina exitosamente en 1959 (a pesar del interregno de la Constitución de 1940 y los muy democráticos gobiernos auténticos de Grau y Prío). Es algo que sin dudas merece más estudios, pero por ahora el análisis desapasionado apunta a esa hipótesis. Castro recoge los frutos de lo que se había iniciado en el 33.

De la República nacionalista pasamos rápidamente a la República social, primero, y a la socialista después. De modo que Machado (1869-1939), como anticipo del destino de muchos cubanos debido a esa infausta fractura, descansa aún hoy en el Cementerio Norte de Woodlawn, en Miami. La lectura del libro de Alberto Lamar Schweyer -lúcido testigo de los acontecimientos que cuenta- sería imprescindible para comprender cómo es que comenzó a caer la noche en Cuba.
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