lunes, agosto 08, 2022

Julio M. Shiling: La Descomposición Del Castrocomunismo.La píldora de la emigración está resultando inútil

 Tomado de https://elamerican.com

La Descomposición Del Castrocomunismo

Por Julio M. Shiling

08.07.22

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LOS REGÍMENES no democráticos basan su capacidad en el mantenimiento de la conformidad de la sociedad, sustentada principalmente en una de las dos premisas. La primera es la legitimación derivada del rendimiento y los resultados. La otra es la fuerza represiva, pura y dura. Los modelos totalitarios son especialmente proclives a necesitar esquemas exhaustivos de control social, ineficacia de la oposición y acuerdos de poder que sirvan a esos fines. Cuba comunista nunca obtuvo la legitimidad para gobernar basada en el apoyo de las masas generado por los resultados. La autoridad ha llegado, desde 1959, a través del leviatán del terror. La consistente cadena de manifestaciones públicas en la isla, desde el pasado verano, son signos palpables de que el castro-comunismo se está descomponiendo.

El pueblo cubano ha desafiado enérgicamente la tiranía marxista desde el inicio del giro totalitario del país. Históricamente, esta guerra de liberación ha sido tanto violenta como no violenta. Estados Unidos ha sido, en ocasiones, un aliado en esa lucha. Sin embargo, la penetración comunista en las instituciones americanas, especialmente en las sedes del poder político, ha resultado perjudicial para ambas naciones. Los espías y los compañeros de viaje han presentado con bastante frecuencia una imagen inexacta de la naturaleza del castrismo y de su amenaza para el hemisferio occidental. En consecuencia, Estados Unidos no ha sido moralmente coherente ni logísticamente fiable en la causa por la libertad de Cuba.

Durante las últimas cuatro décadas, el monopolio de la violencia ha pertenecido al castrocomunismo. Las manifestaciones públicas masivas de descontento político y social no son nuevas en Cuba. El asalto a la embajada de Perú en La Habana en 1980, donde más de diez mil personas se agolparon en sus limitadas dependencias en menos de veinticuatro horas, fue un gran desafío para la dictadura marxista. La válvula de la inmigración se abrió de nuevo. La Flotilla del Mariel, una escotilla de escape marítima hacia Estados Unidos, fue la solución de Castro para sofocar una posible insurrección.

El “Maleconazo”, un levantamiento popular espontáneo en La Habana, hace 28 años, este 5 de agosto, fue estructuralmente alarmante para el comunismo cubano. La mayoría de los miles de cubanos que salieron a la calle eran jóvenes y habían nacido bajo la dominación marxista. Los cánticos de “libertad” eran generalizados. La pérdida de los subsidios soviéticos dio paso al eufemísticamente llamado “Período Especial”. El régimen castrista recurrió a su ya probada y exitosa estrategia de políticas de éxodo facilitadas por el Estado. El éxodo de los balseros cubanos y, posteriormente, el acuerdo de inmigración de la administración Clinton que facilitó más de 20,000 visados anuales para que los cubanos abandonaran la isla fue lo que siguió.

En ambas crisis, la estampida de la Embajada de Perú y el “Maleconazo”, el malestar social que se produjo, que en un régimen totalitario significa agitación política, una estratagema de inmigración de puertas abiertas coordinada por el Estado mitigó la emergencia. Hay que tener en cuenta que el precedente histórico establecido por el régimen castrocomunista, hizo que salir del país sin la aprobación del régimen fuera un acto “ilegal” castigado con varios años de prisión.

La combinación de fusilamientos por encargo y penas de cárcel de varias décadas fue la norma durante las décadas de 1960 y 1970, aunque la opción de la inmigración también se utilizó en la Operación Peter Pan (1960-1962), la Flotilla de Camarioca (1965) y los Vuelos de la Libertad (1965-1973). El terror y el exilio fueron los métodos más eficaces de los que disponía el comunismo cubano que sirvieron para la pacificación. El levantamiento del 11 de julio de 2021 (11J) y sus consecuencias han cambiado el plan de juego. El 11J ha colocado al régimen castrista en posición de jaque mate.

Las protestas y exhibiciones públicas de descontento con la tiranía socialista se han convertido en un pilar en cualquier ciudad cubana. El grado de participación popular y la duración de estos actos de confrontación con las autoridades dictatoriales ha variado. Sin embargo, los reclamos de libertad se han convertido en permanentes, constantes y parte de la vida cotidiana en la Cuba posterior al 11J. Las manifestaciones se han elevado a niveles que tienen preocupado al régimen marxista.

Entre el 14 de julio y el 2 de agosto, 42 protestas han sido constatadas   por testigos independientes de primera mano. Esto ha ocurrido en más de 30 localidades cubanas de toda la isla. El denominador común son los llamamientos a la “Libertad”, “Abajo la dictadura” y “Díaz-Canel s*****“ . No parece haber un final a la vista. Los planes para un paro nacional, fijados para una fecha no revelada, producen escalofríos en el castrismo.

El pueblo cubano parece haberse vuelto inmune a las trampas tóxicas comunistas para aplastar la rebelión. Se han dictado penas de prisión de entre 5 y más de 20 años para los participantes en el 11J. Sin embargo, se está emulando hoy a los encarcelados que protestaron en aquella histórica jornada del verano de 2021. Los veredictos injustos y brutales del legalismo socialista no están disminuyendo la determinación popular de ser libres. La píldora de la inmigración también está resultando inútil. El pasaje de Cuba-Nicaragua-México a Estados Unidos, urdido por el régimen, no está mermando la decisión del pueblo cubano de quedarse y luchar. Su posición es firme. Son los marxistas en el poder, insisten los cubanos, los que deben irse.

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