martes, marzo 28, 2023

Andrew Bernstein: La reivindicación de Joseph McCarthy. Alejandro Armengol en su artículo Sola ante el peligro intenta, usando para ello el film Storm Center (1956), vincular su visión del macartismo con ciertas decisiones tomadas en el Estado de la Florida

 



Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Rudolf Abel (seudónimo  de un eapia conocido en EE.UU.como William  Fisher (seudónimo)  es uno de los espias soviéticos más  famosos.


Foto  familiar


Intercambio deAbel  con el piloto Powell


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Tomado de https://theobjectivestandard.com/

(Traducción automática mediante Google Translate)

La reivindicación de Joseph McCarthy

Joseph McCarthy

Por Andrew Bernstein *

20 de noviembre de 2016

Joseph McCarthy es el individuo más injustamente demonizado en la historia de Estados Unidos.

En febrero de 1950, McCarthy, un senador republicano de Wisconsin, lanzó una campaña masiva contra los presuntos agentes comunistas y soviéticos que trabajaban para el gobierno de Estados Unidos y tal vez espiaban al mismo. En las audiencias del Senado que se extendieron durante gran parte de la primera mitad de la década de 1950, acusó a numerosos empleados del gobierno de los Estados Unidos, incluidos muchos en el Departamento de Estado, de ser comunistas o incluso agentes de la inteligencia soviética. Enfrentó la amarga oposición de miembros poderosos del Senado, numerosos funcionarios de alto rango dentro de las administraciones de Truman y Eisenhower, y la abrumadora preponderancia del cuerpo de prensa. Finalmente fue censurado por el Senado de los Estados Unidos en diciembre de 1954 y murió, posiblemente por efectos del alcoholismo, varios años después. Tenía cuarenta y ocho.

Las demonizaciones, entonces y ahora, involucran cargos de que McCarthy mintió, acosó, intimidó, victimizó a inocentes y avivó las llamas de una histeria anticomunista masiva. Un relato típico de sus métodos se encuentra en “This Day in History” de History.com, que afirma: “En audiencias ampliamente publicitadas, McCarthy intimidaba a los acusados durante el contrainterrogatorio con acusaciones ilegales y dañinas, destruyendo la reputación de cientos de funcionarios inocentes y ciudadanos.”1

El término peyorativo “macartismo” fue acuñado por sus críticos para denotar “La práctica de hacer acusaciones de deslealtad, especialmente de actividad procomunista, en muchos casos sin respaldo de pruebas o con base en pruebas leves, dudosas o irrelevantes”. 2

Incluso los historiadores que investigan y denuncian la penetración del espionaje soviético en el gobierno de los EE. UU. afirman que “los cargos de McCarthy se basaron, de hecho, en pruebas poco sólidas” y que “utilizó el anticomunismo con fines partidistas”. 3

Finalmente, algunos agentes del FBI que persiguieron activamente a los espías soviéticos se unen al coro de críticas: “Yo . . . estaba más interesado en contrarrestar las actividades de la KGB y la GRU soviéticas. . . . Los procedimientos de la cámara estelar de McCarthy, sus mentiras y exageraciones dañan nuestros esfuerzos de contrainteligencia.”4

Pero la evidencia acumulada de una variedad de fuentes, incluidos los archivos soviéticos, desde el final de la Guerra Fría a principios de la década de 1990 muestra que las acusaciones de McCarthy, en numerosos casos, no eran ni falsas ni histéricas, sino correctas.

Es hora de examinar la nueva evidencia de manera objetiva y reevaluar a McCarthy, sus actividades y la penetración del espionaje soviético en el gobierno de los EE. UU. Al hacerlo, realizamos un acto de justicia a un hombre injustamente calumniado, obtenemos un mayor conocimiento de los primeros días de la Guerra Fría y hacemos sonar una advertencia sobre el posible espionaje dentro y contra el gobierno de los EE. UU. por parte de enemigos actuales o futuros.

Para reevaluar a McCarthy con precisión se requiere el conocimiento de (1) la naturaleza asesina y malvada del comunismo, (2) la penetración masiva del espionaje soviético en el gobierno de los EE. UU. y (3) los detalles de numerosos casos relacionados con los esfuerzos de McCarthy para exponer ese espionaje.

Con respecto al primero de estos, se anima a los lectores a leer mi ensayo reciente, “The Socialist Holocaust and its American Deniers,”5 y sus fuentes, especialmente The Black Book of Communism, que proporciona datos tomados, en parte, de los archivos de numerosos antiguos regímenes comunistas, incluidos los soviéticos. Baste decir aquí que, en todo el mundo, el comunismo ha sido responsable del asesinato de cien millones de civiles inocentes.6 Además, lo ha hecho en estricta adhesión a su principio cardinal: porque los miembros de la clase propietaria explotan cruelmente a los miembros de la clase trabajadora. clase, la primera debe ser expurgada en una guerra de clases despiadada.

Los elementos dos y tres: la penetración del espionaje soviético en el gobierno de los EE. UU. y los detalles sobre los esfuerzos de McCarthy para exponerlo, son el enfoque de este ensayo.

Penetración del espionaje soviético en el gobierno de los EE. UU.

Los soviéticos apuntaron al principal enemigo ideológico de los comunistas, los Estados Unidos capitalistas, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las dos naciones supuestamente estaban aliadas en una lucha a muerte contra el fascismo. Los agentes soviéticos lograron una penetración generalizada en el gobierno estadounidense, espiando, robando secretos y, en última instancia, proporcionando datos que permitieron al régimen empapado de sangre de Stalin desarrollar un arma atómica años antes que de otra manera.

La historia se lee como un thriller de espías. . . .

* Acerca de Andrew Bernstein

Andrew Bernstein tiene un doctorado en filosofía de la Graduate School of the City University of New York y enseñó filosofía durante muchos años en Marist College. Es autor de Capitalism Unbound: The Incontestable Moral Case for Individual Rights (2010), Capitalist Solutions (2011), Heroes, Legends, Champions: Why Heroism Matters (2020) y, más recientemente, Why Johnny Still Can't Read. o escribir o entender matemáticas.

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Why Joseph McCarthy Was Right (FT. Josh Sullivan History)


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Videos de Yuri Bezmenov quien desertó del KGB soviético donde explica las técnicas para subvertir y crear desafección en una sociedad que explican algunos fenómenos del pasado reciente y actuales en nuestros países incluyendo los EE.UU.


 Videos de Yuri Bezmenov quien desertó del KGB soviético donde explica las técnicas para subvertir y crear desafección en una sociedad. En sus palabras encontraremos la explicación de algunos fenómenos del pasado reciente y actuales en nuestros países incluyendo los EE.UU.

Áreas de aplicación de la  subversión:

Religión

Educación

Vida social

Estructura de Poder

Relaciones laborales

La Ley y el Orden

 Yuri Bezmenov habla de la Desmoralización y la subversión ideológica de Occidente


Parte 1



Parte II

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Tomado de https://www.cubaencuentro.com/

Sola ante el peligro

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Storm Center es la primera película que trata el tema de la persecución a los intelectuales y la cultura durante el macartismo

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Por Alejandro Armengol

Miami

24/03/2023

Gracias a políticos, extremistas e ignorantes de nuestros días, el tema de Storm Center (1956) no ha perdido vigencia. Pese a ello, la película no trasciende el valor histórico, tanto para la del cine como para la otra también.

La culpa radica en una trama simplista y unos personajes estereotipados, los cuales afectan el tratamiento dramático de una cinta que, por lo demás, cuenta con un buen reparto encabezado por Bette Davis. Aunque es precisamente el argumento lo que justificaría su reposición en Florida y en todo Estados Unidos.

Una petición tonta, absurda y, lo que es peor, condenada al fracaso. Storm Center continuará limitada al conocimiento de especialistas, historiadores y cinéfilos, y así se pierde la oportunidad de aprender de ella.

Sin embargo, las simplificaciones de la película no impiden —es más, contribuyen a realzar— algunas cuestiones que no resultan fácil de encerrar como reflejo de un momento de la política o la historia de Estados Unidos.

(Escena del film Storm Center)

Porque precisamente esos aspectos de la historia —la palabra tanto en el significado argumental como en la acepción de sucesos o hechos de una nación o un pueblo— en cierta medida se están repitiendo en Florida, y nada asegura que no ocurra de nuevo en la nación. Todo lo contrario.

Storm Center (En el ojo del huracán fue su título en España, también se conoce como En el ojo de la tormenta) es la primera película que trata el tema de la persecución a los intelectuales y la cultura, que fue un componente fundamental de la cacería de brujas que bajo el pretexto de la amenaza comunista desató el senador Joseph McCarthy.

Aunque hay también dos tramas secundarias, el tema principal es el siguiente: Alicia Hull, viuda de un militar estadounidense que murió en la I Guerra Mundial, ha sido por 25 años directora de la biblioteca de un pueblo de Nueva Inglaterra, y su principal objetivo en la vida parece resumirse en lograr la creación de un ala de lectura infantil en ese pequeño centro de cultura y educación donde reina con firmeza y benevolencia.

Sin embargo, su vida se complica cuando no retira de la sala The Communist Dream, un libro que alaba el comunismo. Por ello es despedida, acusada de haber sido comunista y condenada al ostracismo por sus vecinos.

Hull no defiende el contenido del libro, al que considera abominable y pura propaganda barata, sino que rechaza la censura. Su argumento es elemental, aunque inadmisible para los comisionados del pueblo: si se permitiera sacar ese libro del estante de Teoría Política, qué ocurriría con los otros. Allí también está Mein Kampf. ¿Habría que sacarlo igualmente?

Ella no está de acuerdo con lo que plantean ambos libros, pero considera que su presencia es precisamente una salvaguarda contra lo que postulan. El arma mejor contra ellos no es ocultarlos o destruirlos, sino permitir que se lean y así que todos permitan conocer de sus falsedades.

No admite el sacar un libro en favor del comunismo, porque precisamente eso es lo que hace un Estado totalitario con un libro que defiende la democracia. Por eso, tras un primer momento en que acepta retirar la obra a cambio de la construcción del ala de lectura para los niños, cambia de parecer y decide dejar el libro, aunque sabe que eso le costará el puesto.

Macartismo

Los comisionados no solo no aceptan ese argumento, sino que tampoco lo entienden. Por una sencilla razón: no actúan guiados por principios sino por conveniencia política. Uno de ellos incluso convierte la remoción del libro y la destitución de la bibliotecaria en una plataforma para hacer avanzar su carrera política. Esta es una de las tramas secundarias, que sirve para traer a colación una de las cuestiones claves del macartismo.

(Joseph McCarthy)

La bibliotecaria no solo es despedida por negarse a sacar de los estantes un libro de propaganda soviética, sino que en la discusión sale a relucir su pertenencia en el pasado a diversas organizaciones que luego se comprobó que simplemente servían de pantalla para el frente ideológico de la red comunista internacional.

La respuesta de Hull, sobre las razones que la llevaron a pertenecer a esos grupos, es una de las mejores líneas de la película. El comisionado más agresivo y con mayores ambiciones políticas le dice a la bibliotecaria: “Usted debe haber creído en algunas de sus ideas”. Ella le responde: “¡No! Ellos creyeron en algunas de las mías”.

Cuando Hull dio cuenta que había actuado ingenuamente y que en realidad “ellos” nunca creyeron en “algunas” de sus ideas, se retiró de esas organizaciones.

Es ese proceder, más con candor que por convicción política, lo que sale a relucir ahora. Algo que tuvo su origen en una situación específica, con una valoración propia de aquel momento y en medio de una confrontación mundial distinta, se menciona ahora con un fin mezquino: ser utilizado de forma oportunista y causar daño.

No hay olvidar que todo ello se refiere a la época en que Estados Unidos y la Unión Soviética eran aliados, aunque incómodos, y formaron parte de un frente común contra la Alemania nazi. Incluso en Hollywood se realizaron varias películas en que el héroe era un soldado soviético, algo que luego saldría a relucir durante el macartismo.

El tercer tema de Storm Center es particularmente débil desde el punto de vista dramático, pero igualmente significativo.

Un niño que se diferencia de sus compañeros por dedicar la mayor parte del tiempo a leer y estar en la biblioteca; una madre con una carrera frustrada de pianista; y un padre inculto, que ve a los libros, la lectura y la bibliotecaria como los culpables de su falta de comunicación con el hijo.

La adoración que siente el niño por la bibliotecaria se transforma en rechazo, y el amor por los libros en odio. Termina quemando libros y biblioteca porque se siente engañado y convierte en ira esa inteligencia que antes lo distinguía de sus amigos: la integración al grupo, la sociedad, la nación y la raza mediante la violencia, un tema predilecto del nazismo.

Aunque todo se plantea de forma muy estereotipada, no por ello es menos importante el hecho de que la película destaque el repudio a la otredad y el intelecto como fundamentos en que se desarrollan la intolerancia, la detracción y los rumores peor intencionados.

Cambios en el guion y en reparto

El guion de Storm Center fue escrito en 1950 por Daniel Taradash, pero antes de ser convertido en filme ocurrió una serie de cambios de actores, productores y realizadores que despierta más de una sospecha y no se explica simplemente como algo típico de Hollywood.

Se anunció en 1951 que, con el título The Library, la cinta iba a servir para el regreso a la pantalla de Mary Pickford, luego de 18 años de ausencia y bajo la dirección de Irving Reis y con Stanley Kramer como productor. Pero al siguiente año, y un mes antes de comenzar el rodaje, Pickford rechazó el proyecto bajo el pretexto de que no se realizaría en Technicolor. A los pocos días Kramer contrató a Barbara Stanwyck para reemplazarla, aunque otros compromisos de la nueva protagonista dilataron repetidamente el comienzo de la filmación. Mientras tanto, Reis falleció y Kramer terminó por abandonar el plan, que permaneció en el limbo hasta que Taradash decidió dirigir la película él mismo, con un nuevo título y sin cobrar un centavo por su labor. Sería su única labor en ese terreno. Nunca más volvió a dirigir cine.

Por su parte, en la elección de Bette Davis no hay que ver solo un compromiso democrático, sino también la necesidad en que se encontraba la actriz de encontrar una nueva definición para su carrera.

Atrás habían quedado los grandes éxitos de las décadas de 1930 y 1940. All About Eve (1950) había sido su último gran papel.

Un cartel anunciador famoso

La película —uno de cuyos méritos más reconocidos en la actualidad es el cartel anunciador y la secuencia original de los créditos, ambos de Saul Bass— fue un fracaso comercial. Si bien la crítica señaló su valor como denuncia y el coraje de su realización, también destacó lo esquemático de los personajes y el facilismo en la articulación de los diversos temas.

En 1957 recibió el Prix de Chevalier da la Barre en el Festival de Cannes, donde fue caracterizada como la película que ese año mejor ayudaba a la libertad de expresión y la tolerancia.

Uno de los principales ataques vino de la Legión Nacional de Decencia, que afirmó que se trataba de “una película de propaganda que ofrece una solución deformada y sobresimplificada emocionalmente de los complejos problemas de las libertades civiles en la vida americana”.

Lo que había de verdad en la declaración, en cuanto al tratamiento dramático del tema, era utilizado para desestimar un problema que no por “complejo” debía quedar oculto. Mejor una película simplista que ninguna película, a la hora de la denuncia. Que por años una organización fundamentada en la moral y la hipocresía católica determinara y valorara los contenidos éticos, morales y cívicos de los productos de una industria dominada por el talento y el capital judíos, y cuyo destino era una audiencia protestante, es una muestra más de incongruencia dentro de la sociedad estadounidense.

Un destacado guionista

Que Taradash no volviera a dirigir tras Storm Center, no hay que verlo necesariamente como una señal de ostracismo. Siempre fue fundamentalmente un guionista. Su fuerte vocación a favor de las libertades civiles, y el hecho de que varios de sus amigos escritores hubieran sido incluidos en la lista negra durante la época de McCarthy, lo impulsaron a dirigir esta cinta; quizá lo vio como último recurso para lograr que llegara a ser realizada y hay que agradecérselo.

Con un Oscar ganado con anterioridad por su guion en From Here to Eternity (1953) y su participación también como guionista en éxitos como Rancho Notorious (1952), Desiree (1954) y Picnic (1956), Taradash fue un miembro activo de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, vicepresidente de la institución de 1968 a 1970 y elegido presidente por tres años en 1970. Murió a los 90 años en 2003.

Hoy Storm Center recuerda en cierta medida algunos episodios padecidos en Miami y en Florida. Desde la supresión de un libro de las bibliotecas públicas escolares hace algunos años, hasta las discusiones del presupuesto del condado Miami-Dade para 2013-2014 —que originalmente contempló la posibilidad de cierre de 22 de las 49 bibliotecas públicas de la zona, junto a una declaración del entonces alcalde y ahora representante republicano Carlos Giménez, quien entonces expresó que las bibliotecas eran algo pasado de moda. Más recientemente la enérgica campaña del gobernador Ron DeSantis por suprimir cursos, asignaturas y libros de la enseñanza.

Hechos ocurridos a lo largo de muchos años, en que la libertad de expresión, de leer lo que venga en gana, o acudir al espectáculo recreativo, artístico o deportivo que se quiera, ha tratado de ser impedida por motivos políticos, agendas oportunistas y fanatismo e ignorancia. Actos de censura llevados a cabo por los dos principales partidos políticos del país y grupos de presión con diversas características raciales, sociales, económicas y de lugar de origen. Simplemente por eso vale la pena ver de nuevo o por primera vez Storm Center.

© cubaencuentro.com

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Tomadode  https://elretohistorico.com/

10 famosos espías, de la “Guerra Fría” hasta la actualidad

Los más buscados de su tiempo

Por Miguel Ángel Ferreiro *

Actualizado el: 27/02/2023

No nos confundamos, el espionaje no es cosa del pasado. Como bien sabemos, espiar es algo tan antiguo como lo son los conflictos en la humanidad y ha evolucionado hasta convertirse en algo más «sutil» que en otros tiempos.

Las aplicaciones móviles que existen actualmente para «monitorear» móviles de gente cercana o familiares, como mSpy, son una forma de espiar, de recabar información, en este caso —se supone— que para controlar con quién se relacionan nuestros hijos en esta marabunta de mundo digital.

No obstante, los auténticos expertos en recabar información, habitualmente con fines menos ilícitos que la protección de nuestros menores, fueron los espías de la «Guerra Fría». Quizás los más famosos fueron los que trabajaron para la Unión Soviética como los agentes infiltrados y más en concreto los «agentes dobles».

Estos espías (o agentes secretos) dependían —directa o indirectamente— del Comité para la Seguridad del Estado, más conocido como la KGB, que se reorganizó dos veces después de la caída de la Unión Soviética, convirtiéndose finalmente en el Servicio de Seguridad Federal de la Federación Rusa, o FSB, de la que era parte el Servicio de Inteligencia Extranjero (SVR).

Os traemos aquí una curiosa lista con 10 de los espías infiltrados y agentes dobles más buscados en su tiempo:

1. Ethel y Julius Rosenberg.

Pertenecían a las Juventudes Comunistas Estadounidenses (Young Communist League) y se convirtieron en los primeros civiles en ser ejecutados por espionaje en la historia de Estados Unidos.

En 1950, el matrimonio fue acusado ​​por el FBI de filtrar secretos nucleares a la Unión Soviética. Fueron declarados culpables en un juicio que, a día de hoy todavía se considera de dudoso veredicto. La noticia de que ciudadanos norteamericanos podrían estar informando a los soviéticos ayudó a alimentar el miedo al comunismo en el país.  A pesar de las dudas, la pareja fue ejecutada en Nueva York el 19 de junio de 1953.

Años después, el hermano de Ethel, que pasó 10 años por colaboración, manifestó haber acusado falsamente a su hermana y cuñado bajo las amenazas del FBI. Aunque en las memorias de Nikita Jruschov, publicadas póstumamente en 1990, el ex primer ministro soviético alaba al matrimonio Rosenberg por su «muy significativa ayuda en acelerar la producción de nuestra bomba atómica».

Investigaciones posteriores concluyeron en que únicamente Julius Rosenberg había pasado algún tipo de información a los agentes soviéticos, no así su esposa.

2. Elizabeth Bentley

Tras haber estudiado en Italia en los años 30, se unió a los movimientos antifascistas de la universidad de Florencia.

De vuelta, hacia 1935, se afilió al Partido Comunista de los Estados Unidos, para el cual trabajaba informado sobre fascistas italianos afincados en la ciudad de Nueva York, mediante un empleo en las oficinas del partido fascista en dicha ciudad. La información era enviada a Moscú por las redes de agentes secretos, cosa que ella desconocía.

Tras continuar durante años enviando información y tejiendo redes de espionaje contra enemigos del comunismo en territorio estadounidense, en 1945, Bentley acudió al FBI y denunció a cerca de 150 personas incluyendo a 37 empleados federales. Al parecer había tenido problemas con varios agentes además de relaciones amorosas frustradas


3. Rudolf Ivanovich Abel

Fue uno de los agentes más exitosos de la URSS en los Estados Unidos. El 10 de febrero de 1962, lo intercambiaron en el puente Glienicke en la frontera de Potsdam ( RDA ) por el piloto estadounidense —y espía de la CIA— capitán Francis Powers.

Estuvo involucrado, entre otras cosas, en varias filtraciones de secretos nucleares estadounidenses a la Unión Soviética. Es uno de los personaje clave del drama histórico de Steven Spielberg, «El puente de los espías», de 2015. Abel es interpretado por el actor Mark Rylance.

4. Kim Philby

En 1941, Philby, hijo de un diplomático británico, se unió al MI6, a pesar de que estaba trabajando para la inteligencia soviética desde 1933.

El MI6 se dio cuenta de que era un agente doble en 1963,  tras 20 años de servicio en sus filas en los que alcanzó los más altos rangos del servicio británico. En tantos años pudo entregar muchísima información de alto secreto.

Philby logró escapar a Moscú, donde vivió sus últimos años como héroe de la Unión Soviética. Murió en 1988.





5. Anthony Blunt

Importante historiador del arte británico, fue responsable de la pinacoteca real inglesa, con Jorge VI e Isabel II.

Como parte del infame grupo de espías británicos conocidos como «The Cambridge Five» (del cual Kim Philby también era miembro), Blunt entregó valiosísima información a los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial mientras trabajaba para el MI5.

Existen numerosas versiones de cómo Blunt fue reclutado para el NKVD. Como miembro de Cambridge, Blunt había visitado la Unión Soviética en 1933 y posiblemente fue contratado en 1934. Una de sus principales funciones era la de captar «talentos» entre los alumnos más destacados de las universidades inglesas (especialmente del Trinity College).

En 1964, tras la presión de numerosos amigos y antiguos compañeros que conocían su doble vida, confesó haber trabajado para los soviéticos, confesión que se mantuvo como secreto de estado hasta 1979, cuando la primera ministra Margaret Thatcher lo denunció públicamente y la reina Isabel II le retiró su título de Lord.

6. Morris y Lona Cohen

Ambos cónyuges nacieron en los Estados Unidos. Tras ser reclutados en 1942, dirigieron una red que incluía ingenieros y técnicos en municiones además de obtener información de varias plantas de aviación en el estado de Nueva York.

Lona (activista del Partido Comunista de EE. UU) trabajó durante la Segunda Guerra Mundial como empleada de una fábrica de armamento de la que sacó varios modelos de ametralladoras y Morris, que había luchado como voluntario extranjero en la Guerra Civil Española (en el Batallón de Mackenzie – Papineau), combatió en Europa junto al Ejército Estadounidense.

Al finalizar la guerra establecieron su red en territorio estadounidense, pero pocos años después (hacia 1948) cuando parecía que su labor de espionaje estaba comprometida, se mudaron a Inglaterra en donde establecieron una nueva red con sofisticados aparatos de comunicación por radio. Esta vez, como tapadera, abrieron una librería en Londres bajo las identidades de Helen y Peter Kroger.

La pareja fue arrestada en 1961 e intercambiada en 1969 por Gerald Brooke, un ciudadano británico arrestado en la Unión Soviética. Al llegar a la URSS, ambos fueron nombrados Héroes de la Unión Soviética, donde ayudaron a entrenar a más espías.

7. Christopher John Boyce

Boyce, quien inspiró al best seller de Robert Lindsey (luego llevado al cine) «El juego del halcón», vendía comunicados clasificados a los soviéticos a través de su amigo Andrew Dalton Lee.

Boyce fue arrestado en 1977 después de que Lee fuera atrapado frente a la embajada soviética en la Ciudad de México. Después de una fuga en la cárcel en 1980, Boyce se dedicó a robar bancos y planeaba escapar a la Unión Soviética. Fue arrestado nuevamente en 1981. Fue liberado en 2002 y permanece en libertad condicional en la actualidad.




8. Aldrich Ames

El ex agente de contrainteligencia de la CIA recaudó varios millones de dólares (entre 2 y 5) por vender sus servicios a la KGB.

Entre la información vendida se incluían listados con nombres de agentes que espiaban a la Unión Soviética. La información de Ames condujo a la detención y ejecución de, al menos, diez espías de la CIA y la detección o el fracaso de 100 operaciones de inteligencia de la CIA.

Fue descubierto debido a sus excesos y a los extraños cambios en su modo de vida, entre otras cosas había adquirido una casa de 540.000$ y una Jaguar de casi 50.000$.

9. Robert Hanssen

Famoso por formar parte del departamento de contrainteligencia del FBI, como experto en inteligencia, durante 20 años. Hanssen pasaba a los soviéticos una lista de todos los agentes dobles estadounidenses en suelo ruso.

Según se dice se vendió a los soviéticos hacia principios de los años 80, tras llevar tres años en el FBI. Hanssen continuó vendiendo secretos incluso después de la caída de la Unión Soviética.

Robert Hanssen intentó evitar los encuentros directos con sus clientes, y creó un sistema de buzones dispersos y señales para comunicarse con sus oficiales de enlace de la KGB o enviar material. Mantuvo su identidad en secreto a los rusos en todo momento.

No fue hasta el 2001 que el FBI pudo atraparlo en el acto en un lugar de entrega en Virginia. Cuando los agentes lo detuvieron, Hanssen preguntó: «¿Por qué habéis tardado tanto?»

10. Anna Chapman

Un caso muy actual y poco conocido.

Registrada como ciudadana británica –se especula que pudo haber trabajo para el MI6– y residente en los Estados Unidos. Formaba parte de una red de espionaje rusa de 11 personas, Chapman regularmente contaba secretos a un funcionario del gobierno ruso y fue detenida en 2010 en una operación encubierta del FBI.

Chapman se declaró culpable de actuar como agente de un gobierno extranjero. Ella y los otros rusos fueron deportados el 8 de julio de 2010, como parte del intercambio de prisioneros entre Rusia y Estados Unidos de 2010.

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, declararía que la captura de los agentes rusos había sido el resultado de una traición de un agente desertor, al que llamó «cerdo» y «animal», que destapó a los agentes de los servicios especiales rusos, según el propio Putin: «personas que habían depositado sus vidas en el altar de la Patria»

Desde su regreso a Rusia, Chapman ha trabajado en varios campos, incluso para el gobierno como jefe de un consejo juvenil, modelo de pasarela en desfiles de moda rusos o como directora de una serie de televisión.

Fuentes:

Servicio histórico de los US Marshall (https://www.usmarshals.gov/history)

Revista Time (Varios artículos)

Artículo: Servicio de Inteligencia Extranjero (SVR)

Reportaje «Kim Philby. Mi Prokhorovka » (Rusia, 2018)

Artículo Wikipedia «Programa de Ilegales»

Departamento de Justicia de los USA


* Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.

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Tomado de https://en.wikipedia.org/

Cold War espionage

(Fragmento)

Atomic spies: While the Atomic Spies were not exactly a network of spies, the collective information that was obtained by this group of Soviet spies was critical to the Soviet Union's ability to build an atomic bomb. Many of the members of the Atomic spies group worked for, or around, the Manhattan Project, or the United States building of the atomic bomb.[3] This group included:

Klaus Fuchs: a German-born British theoretical physicist. He worked with the British delegation on the Manhattan Project.

Morris Cohen: an American who gained insight to the plans from the secret laboratory at Los Alamos and delivered it to the designers of the Soviet atomic bomb.

Harry Gold: an American who was a courier for Klaus Fuchs and David Greenglass.

David Greenglass: an American machinist at Los Alamos during the Manhattan Project. He gave crude schematics of lab experiments to the Russians.

Theodore Hall: an American, and the youngest physicist at Los Alamos, gave a detailed description of the Fat Man plutonium bomb and several processes for purifying plutonium to the Soviets.

George Koval: an American-born son of a Russian family. He obtained information from the Oak Ridge National Laboratory and the Dayton Project about the Urchin (detonator) used for the Fat Man plutonium bomb.

Irving Lerner: an American film director who was caught photographing the cyclotron at the University of California in 1944.

Alan Nunn May: a British physicist who worked for the British nuclear research and then in Canada on the Manhattan Project. His uncovering in 1946 was responsible for the United States restricting sharing atomic secrets with the British.

Julius and Ethel Rosenberg: Americans who were involved in the coordinating and recruiting of an espionage network. Ethel's brother was David Greenglass.

Saville Sax: an American who acted as a courier for Klaus Fuchs and Theodore Hall.

Morton Sobell: an American engineer who admitted to spying for the Soviets and uncovered how extensive the Rosenberg's recruiting network was.[3]

Known spies working for the Eastern Bloc during the Cold War

Aldrich Ames - (born May 26, 1941) - A Central Intelligence Agency (CIA) operative for over thirty-one years but was a KGB mole

Elizabeth Bentley

Louis F. Budenz - Labor Activist in the United States. Became a member of the Communist Party and later headed Buben Group of Spies.

Ethel Gee - minor member of the Portland Spy Ring

Dieter Gerhardt - Convicted Soviet Spy in South Africa along with his wife of many years who acted as his courier.

David Greenglass - atomic spy specialist that worked in both the Manhattan Project, the Uranium Facility in Oak Ridge, Tennessee, and at the Los Alamos facility in New Mexico. Arrested in June 1950

Gunvor Galtung Haavik - Employee for the Norwegian Ministry of Foreign Affairs. Arrested in January 1977. Betrayed by another Soviet spy.

Robert Lee Johnson[12]- An American sergeant that joined the KGB when stationed in East Berlin. Turned in by his wife and sentenced to 25 years in prison. Johnson was killed by his own son in 1972.

Alexander Koral - Well known member of the Communist Party of the United States of America (CPUSA). Was in charge of many Soviet Spies residing in the United States during World War II and the Cold War era.

Andrew Daulton Lee - Collaborated with a childhood friend, Christopher John Boyce (an American Defense Industry Employee). Lee bought United States satellite secrets and sold them to the Soviet Union. He was arrested in December 1976 under suspicion of killing a Mexico City Police Officer.

Oleg Lyalin[13] - Soviet agent that defected from the KGB. Lyalin's defection was forced by his arrest in London. Was given a new identity and placed into a protective housing until his death in 1995.

Hede Massing[14] - Austrian Actress turned Soviet intelligence operative in both the United States and Europe. Member of the "Redhead group".

Alexandru Nicolschi - (Александр Серге́евич Никольский) A Romanian communist activist and Soviet agent under the Communist Regime. Remained active until the 1960s. Was supportive of violent politics. General inspector for the secret police.

Selmer Nilsen[15] - Nilsen was a spy for the GRU during the Cold War. Stationed in Bodø for approximately seven years. Arrested after seventeen years of espionage in 1967. Was pardoned in 1971.

Alan Nunn May[16]- A convicted Soviet Spy and former British Physicist. Gave atomic research secrets to the Soviet Union during the gray area of World War II and the Cold War beginning. Confessed to charges of espionage in 1946. Did not believe that his acts should be defined as treason.

Earl Edwin Pitts[17] - Federal Bureau of Investigation special agent turned Soviet Spy. Arrested in an FBI sting operation. Pleaded guilty to charges of espionage in 1997.

Geoffrey Prime[18]

Norman J. Rees[19] oil engineer, Soviet agent, then double agent for FBI; committed suicide after exposure by newspaper

John Alexander Symonds[20] - English metropolitan police officer who also worked as a KGB agent. During the 1970s, Symonds was assigned to be a "Romeo spy", directed to work as a playboy and seduce women working in Western embassies while trying to learn other country's secrets. He revealed himself to be a KGB agent in the 1980s. Surprisingly, Symonds was never prosecuted or convicted.

Julian Wadleigh[21] - Worked for the Department of State in the United States of America in the 1930s and 1940s. Was a key witness in the trials of Alger Hiss. Wadleigh's main goal in being a spy was to stop the rise of Fascism. He strongly believed that the information he took from the Department of State could not be used against the United States, but that it could be used against Germany and Japan.

John Anthony Walker[22] - United States Navy Chief Warrant Officer and communications specialist. Convicted of espionage for the Soviet Union from 1968 to 1985. Was required to testify against former chief petty officer Jerry Whitworth. Walker's job duties allowed him to inform the Soviet Union where the United States' submarines would be located.

Theodore Hall - American physicist and Soviet spy who passed atomic secrets to Soviet intelligence during the Manhattan Project, and hydrogen bomb information after 1946.[23]

Johannes Clemens - a former Gestapo who served the Soviets as a double agent reporting on West German intelligence.[24]

Hans Sommer - a former SD deputy who initially identified Soviet spies for West German intelligence, then flipped to the Soviets until 1953 when he was fired, after which he worked for the East German Stasi.[24]

Heinz Felfe - a former Nazi officer who became “Moscow's most important mole in the West German intelligence service” and exposed over 100 CIA agents in the Soviet Union. Felfe was a Soviet double agent in West Germany from about 1951 to his arrest in 1961.[24]

Kim Philby - Soviet double agent within British intelligence, recruited in Austria in 1934. He passed secrets to the Soviets as a member of the Cambridge Five until 1963. He came from an upper-class background, and seemed particularly devoted to his belief in communism during almost 30 years as a spy.[25]

Markus Wolf - the spymaster for the East German Stasi, seen for many years as an elusive "man without a face" by Western intelligence.[25]

Jeffrey Carney - an East German spy.[26]


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