viernes, junio 16, 2023

Alberto Roteta Dorado y Manuel A. Saeta Quintana: KARL MARX, UN PERSONAJE INFLUYENTE, PERO JAMÁS EL FILÓSOFO MÁS INFLUYENTE DE TODOS LOS TIEMPOS (-II-)

 KARL MARX, UN PERSONAJE INFLUYENTE, PERO JAMÁS EL FILÓSOFO MÁS INFLUYENTE DE TODOS LOS TIEMPOS (-II-) 

Por Doctor Alberto Roteta Dorado

y

Historiador Manuel A. Saeta Quintana

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Donde quiera que ha existido un pequeño toque de marxismo ha aparecido de manera insidiosa, cual malévolo cáncer invasor, la destrucción de las economías de aquellas naciones en las que se les ha impuesto, y aún más, tiene lugar la aniquilación de los valores éticos y morales de las sociedades, así como la total pérdida del sentido de la individualidad y de la libertad humana

Ser influyente no significa ser grande, este es el caso de Marx.

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Retomando la hipótesis del viejo amigo marxista en relación con la idea de que Karl Marx (1818-1883) es el filósofo más influyente de todos los tiempos, vale la pena precisar que el hecho de ser influyente no lleva implícita la idea de la grandeza, la genialidad, las bondades y la inteligencia, entre otras tantas virtudes. Marx, por desgracia, sigue siendo un personaje influyente. Las multitudes que aún permanecen en el mundo aferrados a las propuestas socialistas enunciadas por el autor de “La miseria de la Filosofía” hace más de un siglo, así como las continuas re-ediciones de sus obras y los centenares de ensayos analíticos, escritos biográficos y propuestas de coloquios y seminarios para evocar su enseñanza, constituyen pruebas suficientes para demostrar lo que pretendo exponer.  

En este sentido nuestro amigo marxista no está del todo errado: Marx, nos guste o no, es un personaje influyente, pero vale la pena recordarle al amigo marxista que para influenciar en grandes sectores poblacionales de diversas partes del mundo no es requisito que el poder influenciador esté dado por acciones o pensamientos positivos o ciertos. Se puede influenciar siendo un santo, pero también siendo un malvado. La idea del bien y el mal, que a modo de perfecto leitmotiv, se reitera a través de los siglos en todas las obras de la bibliografía religiosa y filosófica nos demuestra la existencia de seres que se hicieron célebres por ser hombres de bien, pero al propio tiempo nos enseñan que el mal no está excluido, y que quienes practican el mal también pueden ejercer una influencia, aunque negativa, sobre los hombres.   

(Karl Marx, seudónimo)

Nadie puede negar que Adolfo Hitler (1889-1945) ejerciera una notable influencia en la Alemania de su tiempo. Los miles de seguidores que tuvo durante años demuestran que, efectivamente, independientemente de su pensamiento distorsionado y de su perverso accionar, fue sobremanera influyente. En este caso se trata de un personaje que, a pesar de su crueldad y de sus ideas estrafalarias, ejerció una fuerte impronta en las masas dentro de un determinado contexto geográfico e histórico. La proliferación de diversos movimientos y organizaciones pro-fascistas, en nuestros días, a casi un siglo del esplendor hitleriano, son un hecho innegable del poder que puede ejercer un ser diabólico sobre las multitudes. 

Todos los seres humanos tienen como base de su conducta un conjunto de creencias estereotipadas, las cuales mueven a las masas, independientemente de que se trate de creencias reales o irreales, o que tengan su basamento en la realidad. Muchas de las creencias o fes, de las ideologías políticas, etc. tienen un efecto poderoso que hace movilizar a grandes grupos humanos, aún cuando estas puedan carecer de fundamento y estar totalmente erradas desde el punto de vista conceptual. La popularidad que logran alcanzar ciertas sectas de tendencias protestantes dentro del cristianismo no puede negarse; sin embargo, los que dirigen – con frecuencia se han autoproclamado pastores sin haber tenido formación académica– dichos movimientos pseudoreligiosos son, en su mayoría, estafadores e impostores que manipulan a sus seguidores para enriquecerse. He aquí un ejemplo del poder influenciador de líderes negativos en el ámbito de la religión, algo que resulta aplicable a todas las esferas del desempeño humano. Las constantes teorías conspiratorias que niegan hechos demostrados científicamente, como por ejemplo, la utilidad y efectividad de las vacunas para la prevención y erradicación de enfermedades infecciosas en el hombre es otro ejemplo muy preciso en este sentido, esta vez aplicado al campo de la ciencia y de la salud humana.   

Karl Marx, al igual que Adolph Hitler (1889-1945), Mao Zedong (1893-1976), Fidel Castro (1926-2016), entre otros políticos y líderes de diversas sectas y movimientos “religiosos”, fue capaz de ejercer una notable influencia en su tiempo, y lamentablemente, lo sigue haciendo en el nuestro. El alto índice porcentual de simpatizantes de la izquierda socialista – inspirados en los postulados e ideales del comunismo marxista– en varios países de Europa y de América, así como la constante re-edición de sus obras, de manera particular  “El Capital” y “El Manifiesto Comunista”, son pruebas irrefutables de lo que afirmo.

El hipnotismo que provoca el marxismo como ideología impide que sus seguidores puedan percibir los graves errores teóricos sobre los que se sustenta esta modalidad de pensamiento. Estas lagunas en lo teórico hacen inaplicable el modelo propuesto por Marx. Según la sabia palabra del escritor de origen cubano, Carlos Alberto Montaner: “Las ideas de Marx han fracasado en todas las latitudes y en todas las culturas donde las han tratado de implementar”. Esta es la realidad del socialismo marxista. Aún así muchos siguen aferrados a la idea de imponer las premisas socialistas. Todo parece indicar que no han interiorizado que la miseria atrae la miseria, y que donde quiera que ha existido un pequeño toque de marxismo ha aparecido de manera insidiosa, cual malévolo cáncer invasor, la destrucción de sus economías. El atraso al que llegaron las naciones de Europa Oriental, a las que se les impuso el sistema socialista – basado en los fundamentos teóricos de Marx–, es un ejemplo más que evidente para demostrar la ineficacia e inaplicabilidad del modelo socialista propuesto teóricamente por el autor de “Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”.  

Más allá de la destrucción de las economías de todos los países a donde ha llegado el socialismo, está la aniquilación de los valores éticos y morales de las sociedades, así como la total pérdida del sentido de la individualidad y de la libertad humana. En los sistemas comunistas la clase dominante – porque sigue existiendo una clase dominante y opresora versus otra sumisa y oprimida, esto es, jamás desaparecen las clases sociales, a diferencia de lo que teóricamente presentase Marx en sus utópicas premisas expuestas en “El Manifiesto Comunista”– no solo se apropia de los bienes materiales de los más desposeídos, sino del pensamiento de los hombres hasta convertirlos en entes estáticos capaces de reaccionar como autómatas, y movidos por instintos rudimentarios como si hubieran regresado a un pasado animal, lo que hace comprensible esa desmedida pasión que muchos aun experimentan hacia un sistema que les ha arrebatado lo más preciado del hombre: su capacidad de pensar, y de pensar con libertad.

(Friedrich Wilhelm Joseph Schelling )

Concluyo dejándome llevar por la pasión, como hizo el amigo marxista. Si de verdaderos filósofos influyentes se trata, en primer lugar pongo a los grandes del idealismo alemán. Además del ya citado Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), sin duda, el más grande – al que dediqué varios comentarios en la primera parte de este ensayo–, hay que reconocer a Immanuel Kant (1724-1804), el precursor del Idealismo Alemán; Fichte (1762-1814), uno de los padres del Idealismo, amén de ser una de las figuras más influyentes del pensamiento occidental; Schelling (1775-1854) y Krause (1781-1832), el creador del llamado Krausismo, movimiento de gran auge en la España del siglo XIX.* 

Immanuel Kant


(Karl Christian Friedrich Krause)

Pero muchos siglos atrás, en Éfeso, ciudad de Jonia, en la costa occidental del Asia Menor, se destacó sobremanera Heráclito (540 a. C-480 a.C.), uno de los precursores del pensamiento filosófico de todos los tiempos. Heráclito de Éfeso con su teoría del devenir sentó las bases de la especulación filosófica más profunda, independientemente de su colosal definición del Logos (λóγος) – retomado luego como Demiurgo por platón–, el primero en utilizar el término, y no solo en asumirlo, sino en definirlo con una colosal profundidad que ha prevalecido en nuestros días como la más exacta de las conceptualizaciones de esta gran abstracción filosófica. Según la enseñanza de Heráclito, el λóγος expresa, tanto la ley universal que rige el mundo y hace posible el orden y la justicia, como también el propio pensamiento humano. De esta manera establece una unión entre el ser y el λóγος, como reunión de lo ente y el ser. Dicha unión se manifiesta también en el pensamiento humano que concibe lo ente en relación a su ser y lo revela a través del lenguaje: la palabra, el verbo, el λóγος.

(Ralph W. Emerson )

Y así las cosas, le recuerdo al amigo marxista que cuando murieron Marx y Emerson nuestro José Martí, contemporáneo de ambos, hizo referencia a sus vidas y obras. Recordemos que Martí ejercía el periodismo y era publicado en varias revistas y diarios de su tiempo. Cuando murió Ralph W. Emerson (1803-1882) dedicó uno de los más colosales ensayos que se han escrito en las letras hispanoamericanas, escrito que se publicó el 19 de mayo de 1882, en La Opinión Nacional, en Caracas, Venezuela, y que el propio Martí, en su testamento literario, recomendó a Gonzalo de Quesada, que se incluyera en el tomo dedicado a los norteamericanos en el proyecto de edición de sus obras. Este ensayo, además de ser perfecto desde el punto de vista estilístico, es extenso y profundo.

Sin embargo, al morir Karl Marx solo redacta unas brevísimas líneas que publicó en las páginas del diario “La Nación”, el 29 de marzo de 1883. Es en este escrito que lo llamó "alemán de alma sedosa y mano férrea"; pero también afirmó que “anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestión natural y laboriosa”, lo que demuestra el desacuerdo de nuestro héroe de Dos Ríos con los postulados marxistas, independientemente de la brevedad y sencillez de este escrito – en realidad una simple nota necrológica –. Marx había muerto, y nos guste o no, fue un personaje con cierta trascendencia en la contextualidad del proletariado europeo de las últimas décadas del siglo XIX. Un periodista de la altura de Martí no podía pasar por alto este suceso, de ahí las breves palabras dedicadas al autor de “La miseria de la filosofía”; pero de una nota necrológica al profundo y extenso ensayo dedicado a Ralph W. Emerson va un buen trecho.

Si aún así el amigo marxista pone en duda lo que expongo, le remito a la nota martiana antes citada donde Martí expresó: "pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño".  Marx es un personaje influyente, nadie lo pone en duda; pero jamás el filósofo más influyente de todos los tiempos. 

(Final)

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* El Krausismo español es un movimiento intelectual y filosófico limitado a España, desarrollado a partir de las ideas de Krause presentadas en este país por su discípulo, el jurista y profesor universitario Julián Sanz del Río (1814-1869). El Krausismo, si bien, no tuvo una gran influencia en Alemania, la patria de Karl Krause, en tierra española tuvo una gran resonancia. El movimiento contribuyó a cambios radicales que renovaron la enseñanza y las teorías pedagógicas. El Krausismo se basaba en la interpretación de las obras de Krause, que defendía el panteísmo inspirado en el idealismo alemán y en Spinoza. Krause logró sintetizar desde el punto de vista metafísico la moral de los ideales humanitarios y las matizó del misticismo.


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