Artículos sobre Fidel Castro y las pandillas políticas en la Universidad de la Habana. Los asesinatos de Mario Sáenz de Burohaga, Ramiro Valdés Daussá, Raúl Fernández Fiallo y de Manolo Castro y del Campo
- Se apoderaron de los centrales Mabay, Jobabo y Jar onú donde instalaron ¨soviets¨ al estilo ruso,
- Invadieron el Realengo 18 y repartieron tierras a campesinos afines.
- Asaltaron el Central Delicias y mataron a los Guardias Rurales
- Provocando disturbios en la manifestación del 29 de septiembre de 1933, autorizada por Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación del gobierno de Grau, al cantar el himno comunista ¨La Internacional¨ y gritar consignas en contra de los EEUU y del gobierno de Grau durante su trayecto hacia el Parque de la Fraternidad, vía la calle Reina. La manifestación estuvo custodiada por agentes de la autoridad. Al llegar al Parque de la Fraternidad se formó un tiroteo donde murieron 6 personas, entre los que se encontraba un capitán que custodiaba la manifestación y el pionero comunista Francisco “Paquito” González Cueto, que cayó abatido por disparos en la cabeza mientras portaba un cartel; tenía sólo 13 años.
III) El levantamiento de gran envergadura del 8 y 9 de noviembre de 1933 protagonizado por el ABC y apoyado por pequeños grupos de ex militares y civiles:
Tomado de https://espaciolaical.net/articulo/5375/
El asesinato del profesor Ramiro Valdés Daussá
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A través de su historia, la Universidad de La Habana ha sufrido dos etapas de violencia gansteril de las que poco se ha escrito. La primera, de 1937 a 1944, por el surgimiento del llamado bonche estudiantil. La segunda, de 1944 a 1952, debido a las pugnas entre organizaciones pseudorrevolucionarias. Alumnos y profesores cayeron bajo las balas. Esos capítulos de la historia no deben ser olvidados.
El presente trabajo contiene datos inéditos sobre aquellos sucesos.
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Por admin_elaical
28 noviembre, 2018
Lo más brillante y significativo de cuanto Ramiro hizo fue rescatar
la Universidad de la fuerza de las armas sin imponer la fuerza de otras armas,
sin sustituir unos pistoleros por otros.
Gastón Baquero
Diario de la Marina.
La Habana, 15 de agosto de 1945
» El crimen
El 15 de agosto de 1940 fue asesinado el profesor universitario Ramiro Valdés Daussá, de 32 años de edad, cuando se disponía a entrar a su automóvil tras abandonar la casa de huéspes de la calle Mazón, número 18, Centro Habana. Sus victimarios pertenecían al bonche estudiantil, un grupo de pseudoestudiantes que mediante amenazas, golpizas y tiros imponían su voluntad sobre profesores y alumnos. Su muerte ocurrió en los momentos en que la Universidad más necesitaba de su altruismo, energía y entereza.
» Revolucionario, estudiante y atleta
Ramiro Valdés Daussá nació en Pinar del Río el 5 de septiembre de 1909. Su padre, José Valdés León, era pagador central del Ministerio de Hacienda. Terminó sus estudios de Segunda Enseñanza en el Instituto de La Habana y en 1926 matriculó la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad, donde se destacó por sus cualidades como atleta y dirigente estudiantil. Se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado Morales (1925-1933) y en 1930 participó junto a Pablo de la Torriente Brau, Rubén de León, José (Pepelín) Leyva, Carlos Prío, Segundo Curti, Pío Alvarez y otros más en la fundación del Directorio Estudiantil Universitario (DEU).
El 3 de enero de 1931 fue recluido en el Castillo del Príncipe y trasladado luego al Presidio Modelo de Isla de Pinos. Tras ser liberado, participó junto a Pío Alvarez, José Morell Romero, Mario Salabarría y Guillermo Barrientos en la Comisión Secreta del DEU, responsable de acciones violentas contra la dictadura. También viajó a Estados Unidos junto a Morell Romero para comprar armas.1
El 25 de enero de 1932 fue detenido y condenado a ocho años de prisión en Isla de Pinos. En la cárcel recibió la trágica noticia de la muerte de sus hermanos José Antonio y Solano, asesinados el 14 de abril de 1933 como resultado de una delación que condujo a los esbirros al apartamento de 29 y G, Vedado, donde se escondían. Uno de los sicarios, el sargento de la Sección de Expertos, Miguel Balmaseda, fue abatido años después, el 9 de diciembre de 1939, por el propio Ramiro a la entrada de la residencia de Orestes Ferrara, donde trabajaba de custodio. Otro de los asesinos, el teniente Oscar Fernández Trebejo, fue ejecutado por los miembros de la organización Acción Revolucionaria Guiteras (ARG) Juan Valdés Morejón y Jesús González Cartas, alias El Extraño, en 1941.2
» El 4 de septiembre
El 4 de septiembre de 1933 un grupo de sargentos, cabos y soldados protagonizó con éxito un golpe militar en el campamento de Columbia. La sedición estuvo dirigida por los sargentos Fulgencio Batista y Pablo Rodríguez, con la participación de José Eleuterio Pedraza, Jaime Mariné y otros. Por conducto del periodista Sergio Carbó, director de La Semana, antes del golpe los sargentos habían estado reuniéndose con miembros del DEU, entre ellos Ramiro Valdés Daussá.
Tras consumarse la asonada, Batista ocupó el despacho del Coronel jefe del distrito y comenzó recibir a los que llegaban, pero al ver a Carbó se reunió con él en las oficinas del oficial auditor, para escuchar sus consejos. A la entrada de la oficina, Ramiro Valdés Daussá, fusil en mano, custodiaba el acceso. Había llegado a Columbia junto a miembros de Pro Ley y Justicia y del DEU.
En Columbia se presentó también el periodista Lucilo de la Peña, director de La Gaceta Oficial, quien trató de participar en la entrevista de Batista y Carbó; pero Ramiro lo detuvo: «Aquí no queremos nada con los políticos viejos», le dijo. «Usted no puede pasar». Lucilo le recordó su conducta frente a Machado, su condición de expedicionario de Gibara, su actividad política en Artemisa, su renuncia a un acta de Representante; pero no logró entrar. A las 3 de la madrugada lo intentó de nuevo, y esa vez lo paró Batista: «¿Usted qué quiere? Esto es un asunto militar, no político. Aquí no queremos politiquería. Allá dentro se discuten los destinos de Cuba y eso es importante.» Sin perder la calma, Lucilo respondió: «Si a mi edad no fuera político, ¿qué otra cosa pudiera ser en mi país?». Con el paso del tiempo Lucilo llegó a pertenecer al círculo íntimo de Batista.
Unos miembros del DEU le preguntaron a Batista sobre el propósito del golpe, pero el sargento, que había sido aconsejado por Carbó, les respondió: «Por lo pronto hay que acabar con la muerte de los porristas. Después hay que implantar el programa de la revolución». Al escuchar la segunda parte los estudiantes hicieron demostraciones de júbilo. Uno gritó: «Esta es la auténtica revolución. Esta sí es auténtica». El también sargento golpista Ignacio Galíndez exclamó: «Este es el golpe mas grandioso que se ha dado en el mundo. Y sin derramar sangre». Al día siguiente Guillermo Martínez Márquez desplegó en su diario Ahora el siguiente titular: «Paso a la Revolución Auténtica». El cintillo dio más tarde nombre al partido que acogió el programa del DEU, el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), constituido en febrero de 1934 en la redacción de la revista Alma Máter.
» El gobierno de la Pentarquía
La Agrupación Revolucionaria de Cuba (ARC), integrada por Sergio Carbó, el DEU y el ABC Radical Revolucionario, dirigido por Oscar de la Torre, fue la encargada de nombrar a los integrantes de la Comisión Ejecutiva o gobierno provisional. Los estudiantes José Antonio Rubio Padilla y Guillermo Barrientos le pidieron al doctor Ramón Grau San Martín que participara. Por el número de sus miembros la Comisión fue bautizada «Gobierno de la Pentarquía», y la integraron: Ramón Grau San Martín, el periodista, Sergio Carbó,, José Miguel Irisarri, amigo y colaborador de Antonio Guiteras, el abogado Guillermo Portela y el banquero Porfirio Franca.
La Comisión no logró avanzar por las diferencias ideológicas de sus integrantes. Ante su fracaso, un miembro del DEU propuso a Grau para la Presidencia Provisional. La solicitud fue aceptada. Comenzó entonces el llamado más tarde Gobierno de los Cien Días, que promulgó diversas leyes en el orden social y en favor de la economía nacional, como la intervención de la Compañía de Electricidad y de los centrales Chaparra y Delicias, en Oriente, que pagaban salarios de miseria a sus obreros. El gobierno de Estados Unidos no reconoció al gobierno revolucionario a pesar de que Grau sostuvo dos entrevistas secretas con el diplomático Summer Wells y una con Jeferson Caffery, según documentos del Foreign Office publicados cincuenta años después. Para defender el gobierno se organizó el Ejército Caribe, en el que militaron Ramiro Valdés Daussá, Santiago Álvarez, Manolo Castro, Mario Salabarría y Roberto Meoqui Lezama. En ese gobierno el doctor Antonio Guiteras ocupó la cartera de Gobernación.
» La traición
El 15 de enero de 1934 el coronel Batista, en complicidad con el embajador Caffery, dio un «golpe blando» al presidente Grau, quien forzado por las circunstancias renunció a favor de Carlos Hevia. El presidente del Tribunal Supremo, Federico Edelman, juramentó en el cargo al nuevo mandatario, quien se mantuvo en el puesto menos de 48 horas, razón por la que el pueblo lo bautizó «Flor de un Día». Entonces el presidente de la Unión Nacionalista, Carlos Mendieta, fue designado por Batista para ocupar la Presidencia Provisional. El coronel tomó posesión del cargo el 18 de enero de 1934. Guiteras se sumergió en la clandestinidad. Para enfrentar al régimen usurpador fundó la organización T.N.T y luego Joven Cuba. Se le unieron Pedro Vizcaíno, Newton Briones, José Antonio Casariego, Conchita Valdivieso y algunos más.
» Periodista y revolucionario
En 1933 Valdés Daussá participa en la fundación del periódico Luz, órgano del DEU, y forma parte del Consejo de Redacción de la revista estudiantil Polémica, junto a Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa. En 1934 se gradúa de ingeniero y al año siguiente funda Izquierda Revolucionaria (IR), junto a Eduardo Chibás, Roa y Rubio Padilla. Posteriormente, esta organización se convierte en partido político, pero en 1937 se legaliza el Partido Auténtico y una parte de los integrantes de Izquierda Revolucionaria se le une, entre ellos Ramiro Valdés Daussá, quien pasó a integrar la Asamblea Nacional. A finales del año 1938 ganó por oposición la plaza de Profesor Auxiliar de Dibujo en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de La Habana y meses después se incorporó al Partido Agrario Nacional, presidido por Alejandro Vergara, pero al poco tiempo se retira de esta organización por discrepancias en cuanto al enfrentamiento a Batista. En noviembre de 1939 se presentó como candidato a Delegado a la Asamblea Constituyente y por ese tiempo inició su labor docente en la Universidad.
» El bonche. Condiciones para su surgimiento
Tras la caída de Machado, el movimiento estudiantil ganó un reconocimiento sin precedentes a nivel nacional por su enfrentamiento a la dictadura. Los estudiantes llegaron a controlar la política en los centros de Segunda Enseñanza. La frustración de la Revolución del 30, por la traición de Batista, dio lugar a que muchos revolucionarios carentes de formación ideológica, recurrieran a la violencia para subsistir. A partir de 1934, se identificó como revolucionario a todo el que portara un arma de fuego o perpetrara un atentado. Muchos de estos elementos ingresaron en los Institutos de Segunda Enseñanza y mediante la violencia controlaron los organismos estudiantiles y negocios como cantinas, venta de conferencias, libros, etc. El caldo de cultivo para el surgimiento de estos pseudoestudiantes aumentó con las medidas dictadas por el ministro de Educación, Anaya Murillo, que favorecieron los Institutos Cívicos Militares, creados por Batista, en detrimento de los centros de Segunda Enseñanza.
» Batista: padre del bonche
Tras el fracaso de la huelga general de marzo de 1935, se desató una ola represiva contra sindicalistas, estudiantes y elementos revolucionarios. El coronel Eleuterio Pedraza, al frente de la Policía Nacional, dirigió las operaciones. Se ordenó el cierre de la Universidad y la suspensión de su autonomía. Muchos revolucionarios fueron encarcelados, otros asesinados y algunos marcharon a España para combatir el fascismo tras el estallido de la Guerra Civil, como Pablo de la Torriente Brau, Rodolfo de Armas, Eufemio Fernández, Jorge Agostini, Rolando Masferrer y Pedro Fajardo Boheras (Manzanillo).
En 1937 Batista tiene la situación bajo control, autoriza la apertura de la Universidad y le devuelve su autonomía. Pero la rebeldía no se extingue en el centro docente de altos estudios. En esos momentos las condiciones no son las mismas y Batista, debido a sus aspiraciones presidenciales, no puede dañar su imagen con la muerte de estudiantes. Necesita reprimir la rebeldía sin utilizar sus cuerpos policiacos.
Fue el coronel Jaime Mariné quien dio solución a la compleja ecuación. Él propuso la idea de introducir en la Universidad a un grupo de estudiantes pseudorevolucionarios, agresivos, que estuviesen bajo su control y mediante la violencia y la intimidación dominasen las distintas escuelas para evitar futuros actos de rebeldía. Batista nombró a Mariné director de Deportes y con fondos de esa institución financió el bonche, una estrategia criminal para reprimir las protestas estudiantiles.
Procedentes de los Institutos de la Víbora y del número 1 de La Habana, los bonchistas matricularon en las Escuelas de Derecho y de Ciencias Sociales. Algunos ni siquiera habían terminado sus estudios de Segunda Enseñanza, pero mediante la falsificación de documentos lograron la matricula. Entre los miembros del bonche estaban: José Noguerol Conde, Dionisio (El Gallego) Gutiérrez, Andrés Prieto Quince, Miguel Echegarrúa, Juan (Ñaño) González Andino, Mario Sáenz de Burohaga, Raúl Díaz Argüelles, Antonio Morín Dopico, Arnelio López, Gustavo Enrique Martínez, Felipe González Sarraín y Jorge Bacallao Pérez. Los alumnos de Derecho Antonio Castells y Guillermo Ara fueron simpatizantes de ellos.
Un grupo del claustro académico fue señalado de ser cómplice del bonche, como el profesor de Historia Calixto Masó, el profesor de la Escuela de Ciencias Comerciales Raúl Fernández Fiallo, que utilizaba a los bonchistas en sus campañas políticas en Pinar el Río, el decano de la Escuela de Derecho, Guillermo Portela, y el profesor Manuel Costales Latatú. En cambio los profesores Ramiro Valdés Daussá, Manuel Bisbé, Herminio Portell Vilá, Aureliano Sánchez Arango, Raúl Roa y Francisco Carone tuvieron una actitud digna de enfrentamiento a estos pandilleros, a diferencia del rector, Rodolfo Méndez Pénate, cuya postura fue débil y de tolerancia.
» El bonche en acción
Los bonchistas pronto comenzaron a sembrar el temor entre los estudiantes. Concurrían a la cafetería de la Escuela de Derecho e ingerían bebidas alcohólicas, gritaban palabras obscenas, formaban reyertas en el local y destruían platos, vasos, sillas y otros objetos. En más de una ocasión, realizaron disparos dentro del recinto universitario. El bonchista Antonio Morín Dopico agredió a tiros en el edificio del rectorado al supervisor de la Sección de Matrícula Gratis, el estudiante de Derecho Cándido Mora Morales, quien repelió la agresión e hirió a Morín en un brazo.3
Para controlar las distintas escuelas, el bonche trató de ganar los cargos de Delegados de Asignatura. En 1938 lo hicieron por primera vez en las elecciones en la Escuela de Derecho. En esos comicios cometieron todo tipo de tropelías: amenazas, secuestro de un delegado para impedir su voto, coacciones, boletas falsas, alteradas, etc.
Las actividades del bonche no se limitaron al recinto universitario. El 22 de marzo de 1939 en la calle 23 esquina L, en el Vedado, agredieron al estudiante Antonio Hernández Travieso, presidente de la Escuela de Filosofía y Letras, en presencia de su novia, la estudiante, Esperanza Figueroa Blanco, que resultó lesionada. En más de una oportunidad el bonchista Juan González Andino participó junto a otros en el robo de autos, a punta de pistola, para utilizarlos en distintas fechorías. Andino tenía una plaza de jardinero en la Universidad por la que cobraba sin trabajar. Para imponer respeto y ganar notoriedad, los bonchistas perpetraron algunos atentados, como el de Braulio Ortega, sicario de Machado, quien había resultado absuelto por los Tribunales de Excepción; y el de Orestes Ferrara, en el que participaron junto a Mariano Puertas y Emilio Tro.4
Al observar el deterioro moral al que había descendido el recinto universitario, Ramiro le solicitó al Rector la posición de Jefe de la Policía Universitaria, pero la petición fue denegada. Una mañana, Ramiro se presentó en la oficina del Rector junto con su auxiliar de Cátedra, Manolo Castro, y tuvo que esperar largo rato para ser atendido. Cuando entraba vio salir de la oficina a Morín Dopico y a Noguerol Conde. Ramiro le preguntó al doctor Méndez Peñate el motivo de tan pintoresca visita. «Quieren la misma plaza», respondió. Entonces Ramiro le advirtió el peligro que entrañaba poner el cuerpo de seguridad en manos de unos gamberros.
En septiembre de 1939, durante una celebración a la que asistió el Rector, los bonchistas se llevaron el recipiente que contenía un ponche de frutas destinado a los asistentes y se lo bebieron. En estado de embriaguez, insultaron a Méndez Peñate en presencia de todos. Al día siguiente, este llamó a su oficina a Ramiro y a Manolo Castro y los nombró al frente de la Policía Universitaria. Al aceptar sus respectivos cargos, señalaron que no cobrarían salario por su trabajo y que «limpiarían» el centro docente de altos estudios.
» Ramiro frente al bonche
Desde su posición en el cuerpo de seguridad, Ramiro hizo lo posible por restaurar la disciplina universitaria. Modificó el reglamento de la policía y reorganizó su personal. Los amigos de los pandilleros fueron expulsados y sustituidos por simpatizantes de su política de saneamiento, entre ellos Eufemio Fernández, Roberto Meoqui, ex- teniente de la policía a las órdenes de Guiteras, y Orestes Martínez, esposo de la doctora en Medicina y luchadora anti-machadista Leonor Ferreira.5
El 30 de septiembre de 1939, en el tradicional acto de recordación al mártir Rafael Trejo, muerto a manos del policía Félix Robaina, a las órdenes de Machado, Ramiro denunció a los bonchistas y señaló la desmoralización de las autoridades docentes. Al final puntualizó: «Cuidemos esta Alma Máter, que tanto amamos». Los bonchistas intentaron agredirlo, pero sus amigos lo rodearon para protegerlo.
El bonche se fue debilitando. Fue estrictamente observada la prohibición de entrar a los predios universitarios con armas de fuego. El «trabajo» de jardinero de González Andino le fue retirado. Las matrículas de los bonchistas fueron revisadas y se detectaron irregularidades en varias de ellas, como la de Prieto Quince, que carecía del diploma de graduado de la Segunda Enseñanza.
» El bonchista Mario Sáenz de Burohaga
Mario Salabarría tenía, además de Julio, también conocido revolucionario, dos hermanas: Hilda, novia del mártir del DEU Juan Mariano González Rubiera, asesinado por Machado a los 17 años de edad, e Irma, esposa del estudiante de Ingeniería Agrónoma Wilfredo (Yuyo) del Prado. Una tarde, cuando este se dirigía a sus clases, se cruzó con un grupo de bonchistas que merodeaban la entrada de la Universidad. Entre ellos estaba Mario Sáenz de Burohaga, quien había sido expulsado por dos años de la Universidad por alterar el resultado de un examen de Derecho Penal. El titular de la cátedra, Guillermo Portela, le propuso que se fuera a México por un tiempo, hasta que las cosas se calmaran. En principio aceptó; pero luego le mandó a decir con el estudiante Antonio Tenjido que «él no iba a huir y se quedaba».6 Portela reportó la falta y el bonchista fue expulsado del centro, pero poco después recibió un indulto por «buena conducta».
Al ver llegar a Wilfredo, los bonchistas ofendieron a su cuñado, Mario Salabarría. Wilfredo les ripostó: «Eso díganselo ustedes, si tienen valor para hacerlo», y como respuesta recibió una brutal golpiza. De regreso a casa le contó a Irma lo sucedido. El relato llegó a oídos de Mario Salabarría, quien se propuso darle un escarmiento a los pandilleros. Esa misma noche Mario se reunió con Manolo Castro.7
A la mañana siguiente Salabarría se dirigió a la Universidad en un auto conducido por su amigo Eustaquio Soto Carmenate. Iba armado con una ametralladora Tomphson y una pistola calibre 45. El carro ingresó por la entrada de la calle J. El policía de posta los dejó entrar armados. Manolo Castro se encontraba cerca del lugar. Se dirigieron a la Plaza Cadenas, hoy Plaza Ignacio Agramonte. Sentado en un banco, frente a la Escuela de Derecho, estaba Burohaga. Salabarría le ordenó a Soto detener el auto y bajó pistola en mano. Sigilosamente, se aproximó a Burohaga y sin darle tiempo a reaccionar le hizo cuatro disparos. Luego, sin alterarse, regresó al auto y se marchó. Una cruz en el pavimento señala el lugar donde Burohaga cayó. Emilio Tro estaba a poca distancia junto a Miguel Echegarrúa. Al sentir las detonaciones ambos corrieron hacia la plaza y vieron cuando Mario se retiraba.8
» Las renuncias
El trabajo de Ramiro rindió sus frutos. La Universidad comenzó a respirar una aparente calma. Cumplida la misión, el 6 de agosto de 1940 Ramiro y Manolo presentaron sus renuncias al cuerpo de seguridad. Fueron sustituidos por Roberto Meoqui y por Orestes Martínez. Al conocer las renuncias, los bonchistas pensaron que el momento de vengar a Burohaga había llegado. En principio habían elegido a Salabarría, pero este les resultaba una presa difícil y peligrosa por su experiencia insurreccional. Luego pensaron en Manolo Castro, porque según González Andino, Manolo tenía frente a su casa, en la Víbora, un alto árbol muy frondoso, y desde una de sus ramas él le podía disparar. Pero después la huida sería complicada. Al final optaron por Ramiro.9
» La asociación Alma Máter
La Asociación Alma Máter, con sede en la calle Infanta número 206, Centro Habana, fue una entidad legal concebida por el estudiante de Derecho Jorge Bacallao. Su objetivo era darle al bonche una cobertura legal que le permitiera operar dentro del recinto universitario. Contó con el respaldo de Jaime Mariné y fue presidida por Bacallao.10 En la relación de sus actividades estuvo la celebración de rifas y colectas entre los estudiantes para «ayudar a los más necesitados». En el local de dicha asociación se planificó la muerte de Valdés Daussá.
La selección de los participantes en el atentado se realizó mediante sorteo. A oídos de Ramiro llegaron noticias de lo pactado y resueltamente se dirigió a la Asociación. Al llegar al local les dijo a los presentes: «Aquí estoy, pueden matarme ahora si lo desean». Uno de los bonchistas, Miguel Echegarrúa, le aseguró que ellos no planeaban matarlo, que eso eran rumores.11 Sin mediar más palabras, Ramiro se retiró.
» Muerte en la calle Mazón
A pesar de tener enemigos peligrosos, Valdés Daussá -al igual que Manolo Castro- era muy despreocupado; no se cuidaba, a diferencia de Salabarría, que siempre observaba las reglas de precaución. Todas la noches Valdés Daussá cenaba en la casa de huéspedes marcada con el número 18, en la calle Mazón. Al terminar, subía a su auto y se dirigía a casa de su novia, Olga Govantes. En la noche del 15 de agosto de 1940, tras concluir su habitual cena, fue acribillado a balazos cuando se disponía a montar en el carro. Desde un solar, a un costado de la residencia, Miguel Echegarrúa y Prieto Quince le abrieron fuego y desde otra posición, más cercana, Gustavo Enrique Martínez le hizo varios disparos, mientras González Andino vigilaba y Noguerol Conde esperaba al timón de un auto. Cuando iban a emprender la fuga el carro efectuó una violenta marcha atrás y se proyectó contra un poste del alumbrado público. El golpe provocó que la pistola de Prieto Quince se disparara e hiriera a Noguerol en la nuca; ambos fueron detenidos en el lugar. Al siguiente día Echegarrúa fue capturado, al igual que Morín Dopico; pero este no había participado de forma directa en el atentado. Gustavo E. Martínez y González Andino lograron huir.
La instrucción del caso la practicó el juez Gilberto Mosquera. Ante él concurrió a prestar declaración Méndez Peñate. Al finalizar el proceso, los acusados Prieto Quince y Noguerol Conde fueron sentenciados a 30 años de prisión, Echegarrúa y Morín Dopico resultaron absueltos. Gustavo Enrique Martínez escapó a México y un tiempo después murió apuñalado durante una disputa en un bar. Juan González Andino marchó a Estados Unidos y se enroló en el ejército. En 1945 Noguerol se fugó de la Sala de Penados del hospital Calixto García, gracias a haber recibido ayuda del exterior. En 1948 el presidente Grau indultó a Prieto Quince. La petición la había hecho Emilio Tro poco tiempo antes de morir en la masacre de Orfila, el 15 de septiembre de 1947.
En 1941 la Sección de Ingeniería y Arquitectura del Comité Estudiantil de Superación Universitaria (CESU) publicó bajo el título Libro blanco de la crisis universitaria una enérgica y valiente denuncia contra el bonche. Su presidente, Manolo Castro, le había encargado la redacción del folleto al estudiante Arquímides Poveda, miembro de la Juventud Comunista. Al comentar la muerte de Burohaga, el documento señala como autor a «una persona desconocida». No menciona a Salabarría.
» La muerte del profesor Fernández Fiallo
Tras el atentado a Valdés Daussá la policía realizó un minucioso registro en el local de la Asociación Alma Máter, donde se ocuparon armas y objetos propios de actividades delictivas. Entre los documentos encontrados había un plano que detallaba el lugar del crimen. Los amigos de Ramiro hicieron su propia investigación. En su condición de Jefe de la Policía Universitaria, Meoqui entró en compañía de Salabarría al depósito donde estaba el auto usado por los bonchistas. Al inspeccionarlo vieron en las gomas una mancha de arcilla de color peculiar, poco común, idéntica a la que existe en los terrenos de la finca de Fernández Fiallo en Pinar del Río. El hallazgo reveló la complicidad de este profesor en el delito: el auto, robado, había sido escondido en su finca antes del atentado. Las sospechas se agravaron al estar Fiallo sujeto a investigaciones por sus vínculos con el bonche.
En horas del mediodía del 28 de noviembre de 1940 Fernández Fiallo abandonó el recinto universitario y caminó por la calle 27 de noviembre en dirección a la calle L. Lo acompañaban su coterráneo, Lomberto Díaz, quien más tarde, en el gobierno de Prío, fue ministro de Gobernación, y el Representante a la Cámara, el auténtico Félix Puentes. Cuando llegaron a la calle K Manolo Castro y Mario Salabarría, que los seguían a corta distancia, le dispararon. Al sentirse herido, Fiallo le pidió a Lomberto que lo sujetara, pero recibió otras descargas y cayó al pavimento. Sus agresores cruzaron la calle y se dirigieron al auto que los esperaba en K y 27 con Soto Carmenate al volante.12 El herido fue trasladado al hospital Calixto García, donde falleció pocas horas después.
En horas de la noche de aquel día, Mario Salabarría visitó a Lomberto en la casa de huéspedes donde se alojaba y le advirtió sobre el daño a su salud que le pudiera acarrear el hecho de identificar a los autores del atentado. Fue la viuda de Fernández Fiallo quien declaró ante el Juez Especial que su esposo había dicho que Manolo Castro quería matarlo. El magistrado libró una orden de detención contra este. El 3 de diciembre de 1940 Manolo Castro fue suspendido de empleo y sueldo como técnico de la Cátedra de Dibujo en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad. Poco tiempo después la causa criminal fue sobreseída.
» El entierro de Valdés Daussá
Una inmensa multitud acompañó su cadáver al cementerio. En él se dieron cita familiares, amigos, miembros de la generación del 30, estudiantes, profesores, militantes de organizaciones revolucionarias, del Partido Auténtico y del CESU. Las palabras de despedida del duelo estuvieron a cargo del profesor de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana y Representante a la Cámara Manuel Bisbé Alberni, quien hizo el panegírico de la vida de Ramiro y destacó su trabajo como revolucionario, estudiante, atleta y profesor, así como su abnegada lucha por el adecentamiento de la casa de altos estudios. Acusó de manera directa a sus asesinos y señaló la responsabilidad de profesores y autoridades universitarias que apoyaron al bonche. Recordó las dos pasiones de Ramiro: la Revolución y la Universidad. Y concluyó: «Por la Revolución dio su libertad, por la Universidad su vida».
» El Homenaje
En el curso de verano de 1946 la Universidad de la Habana celebró un acto en homenaje a Ramiro Valdés Daussá con la asistencia del Rector, doctor Clemente Inclán. Durante el evento, en una de las paredes del rectorado se colocó una tarja para honrar su memoria, en señal de eterno agradecimiento por su sacrificio. Entre los presentes estaban Manolo Castro, José (Pepín) Díaz Garrido, y Mario Salabarría. Al final del emotivo acto, Manolo Castro se echó a llorar.13
Notas:
1.Entrevista a José Morell Romero realizada por el autor en Miami, Florida, años 1996-1997.
2.Entrevista a Juan Valdés Morejón realizada por el autor en Miami, Florida, años 1995-1996.
3.Entrevista a Antonio Morín Dopico realizada por el autor en el Bufete Colectivo de Obispo y San Ignacio, Habana Vieja, y en su domicilio, calle Mangos # 110, Jesús del Monte, Municipio 10 de Octubre, La Habana. Años 19781980.
4.Entrevista a Guillermo García Riestra (a) Billiken. Realizada por el autor en su apartamento de la calle 47 # 860 e/ Conill y Sta Ana, Nuevo Vedado, La Habana. Años 1976-1979.
5.Entrevista a Leonor Ferreira realizada por el autor en Miami, Florida. Años 1999-2000.
6.Entrevista al Dr. Antonio Tenjido realizada por el autor en el Bufete Colectivo de Carlos iii y Franco, Centro Habana. Años 1980-1981.
7.Entrevista a Mario Salabarría realizada por el autor en Miami, Florida. Años 1991-1994.
8.Entrevista a Miguel Echegarrúa realizada por el autor en Miami, Florida. Años 1992-1993.
9.Entrevista a Juan González Andino (Ñaño) realizada por el autor en su domicilio, 5760 SW, 5 calle, Miami Florida. Años 1995-1997.
10.Entrevista a Jorge Bacallao Pérez realizada por el autor en el Bufete Colectivo de la calle Galiano, La Habana, y en su domicilio de calle San Mariano No 109, 10 de Octubre, La Habana.
11.Entrevista a José Díaz Garrido) realizada por el autor en el domicilio de Mario Salabarría, en la calle Flagler y 51 ave (bajos), Miami Florida. Años 1996-1998.
12.Entrevista a Mario Salabarría.
13.Entrevista a José Díaz Garrido realizada por el autor en el domicilio de Mario Salabarría, calle Flagler y 51 avenida, Miami, Florida.
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Nota En el largo artículo Vindicación de Manolo Castro, de la autoría de Jorge Domingo Cuadriello, publicado en la revista Espacio Laical en su número 4 del año 2019, tal parece que se intenta justificar, explicar o exonerar a Manolo Castro de las acusaciones que aparecieron en el artículo El asesinato del profesor Ramiro Valdés Daussá; en particular, del asesinato del profesor Dr. Raúl Fernández Fiallo.
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(Sandalio Junco)
Un nuevo intento de embarajar el hecho notorio de que Fidel Castro fue “miembro de la ilícita organización gansteril Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR)”
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Broward
03/05/2017
La Universidad de La Habana tiene ya su Cátedra Honorífica para estudiar a Fidel Castro, encabezada por la Dra. en Ciencias Históricas Francisca López Civeira, que EFE reportó como Siberia y desde El Nuevo Herald hasta 14yMedio siguieron la rima de abolengo ruso. López Civeira viene de tratar el tema con otro profesor de la UH, Fabio Enrique Fernández. Ambos empacaron de corre-corre unas cincuenta páginas de ensayo y casi trescientas de materiales de archivo para dar a imprenta Fidel en la tradición estudiantil universitaria (Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2016). Al enfocar esta tradición, los autores alumbraron también otra: la tradición académica que limpia, fija y da esplendor a la imagen de Castro sin respetar los hechos históricos.
Crónica trunca
Al efecto de embarajar el hecho notorio de que Castro fue “miembro de la ilícita organización gansteril Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR)” (1), López Civeira y Fernández comienzan por dejar flotando el testimonio de Carmen Gómez, graduada de Filosofía y Letras en la UH hacia 1951. La Dra. Gómez asevera que allí “había un núcleo de estudiantes de izquierda (…) como Alfredo Guevara, Lionel Soto, Bilito Castellanos y Fidel Castro (…). Aunque no era oficial, el grupo de estudiantes de izquierda se relacionada con la Juventud Socialista” (p. 51).
López Civeira y Fernández cuadran el círculo biográfico con que “la prensa de la época aseguraba que Fidel tuvo la iniciativa de solicitar ayuda a la UIR para enfrentar al grupo de Mario Salabarría [MSR: Movimiento Socialista Revolucionario]” (p. 54). De este modo subrepticio, la declaración de Castro de haberse hecho “socialista” (2) en la UH se refuerza con haber formado parte de un grupo informal de tendencia socialista. Queda oculto que Castro militaba en la UIR al punto de oponerse a Alfredo Guevara, cuadro de la Juventud Socialista, en las elecciones de la FEU (3). Así mismo cabe precisar que:
(Manolo Castro)
- El líder del MSR no era Mario Salabarría, sino Manolo de Castro, quien acabó siendo asesinado frente al cine Resumen (Cinecito) el 22 de febrero de 1948 por el pistolero de la UIR Gustavo Ortiz-Fáez. La madrina de este último, Primera Dama Paulina Grau, arregló su excarcelación. Ya con Castro en el poder, Ortiz-Fáez fue oficial del G-2 en Matanzas, pero hacia 1963 marchó al exilio en Venezuela (4).
- Castro no pidió ayuda a la UIR para enfrentar al MSR, sino que ingresó en ella hacia 1947 para su protección personal frente al ex bonchista Leonel Gómez-Pérez (5).
Castro ingresó en la UH el 4 de septiembre de 1945. En marzo de 1946 fue elegido (181 votos contra 33) delegado del curso de Antropología Judicial y seguidamente, presidente del año. Jamás integró la directiva de la Asociación de Estudiantes de la Escuela de Derecho ni de la FEU (6). López Civeira y Fernández truncan y hasta exageran otra peripecia electoral universitaria de Castro: “[Durante] la Asamblea Constituyente Estudiantil, Fidel Castro, quien había participado en la convocatoria y preparación de este evento, tuvo un papel destacado” (p. 53).
(Manolo Castro y otros dirigentes de la FEU; la persona que está sentada recostada al espaldar de la silla es Mario Salabarría. Todas las fotos y sus comentarios fueron añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)
- La Asamblea Constituyente derivó del punto muerto en que desembocaron las elecciones estudiantiles de junio de 1947. Los candidatos encontrados —el presidente de la Escuela de Ciencias Comerciales, Isaac Araña, respaldado por el MSR, y el presidente de la Escuela de Estomatología, Humberto Ruiz, apoyado por la UIR— terminaron con seis votos cada uno. El presidente de la Escuela de Arquitectura, Enrique Ovares, se abstuvo.
- Castro había perdido 2 votos por 3 la presidencia de la Escuela Derecho frente a Federico Marín, apuntalado por el MSR. La UIR trató de revocar a Marín e imponer a Castro, pero el Consejo Universitario falló en contra de esta jugada (7).
- El estudiante de Arquitectura y militante socialista Arquímides Poveda, ex secretario de la FEU, propuso entonces a Ovares como presidente, precisamente por haber guardado distancia frente a las banderías UIR y MSR. Araña y Ruiz renunciaron a sus candidaturas y Ovares resultó electo por unanimidad. Enseguida acogió la propuesta de que la dirigencia de la FEU se eligiera por votación directa de los estudiantes (8).
- La Asamblea Constituyente sesionó el 16 de junio de 1947. De unos 15 mil estudiantes matriculados asistieron apenas 891. A la postre sólo 295 fueron a votar.
- El MSR apoyó la presidencia de Ovares con José Luis Massó de vice presidente y Alfredo Guevara como secretario. La UIR respaldó la candidatura de Ruiz, Antonio Cejas y Fidel Castro en la misma secuencia de cargos.
- Castro largó hasta discurso contra los falsos líderes que traficaban con la sangre de los mártires, pero los tres candidatos del MSR ganaron por mayoría abrumadora. Castro perdió 19 votos contra 144 frente a Guevara.
( En la foto aparece al centro Fidel Castro ; también aparece Rafael del Pino es el primero a la derecha, que no debe confundirse con el piloto de guerra y ex General del mismo nombre y apellido)
El «primer tirito» de Castro en la UH
septiembre 17, 2010
Por Arnaldo M. Fernández
septiembre 17, 2010
El ex analista de la CIA y actual investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (Universidad de Miami) Brian Latell acaba de empacar la re-aparición de Castro el Viejo en la Universidad de La Habana (UH) con la iniciación de Castro el Joven como pandillero. Latell reporta que «dos testigos presenciales» acreditan «sin discusión» cómo Castro intentó asesinar a sangre fía a Leonel Gómez, quien habría declarado su intención de empinarse en la micropolítica de la UH y perfilado así como adversario de Castro. Latell no puede dejar de citarse a sí mismo y saca de su libro Después de Fidel (2008) que «Gómez estaba afiliado a una banda mafiosa rival» y Castro se habría apostado «detrás de un muro de piedra», a la salida del estadio aniversario, para disparar alevosamente contra Gómez, quien sobrevivió a «heridas graves».
(De izquierda a derecha: Fidel Castro, Enrique Ovares, Alfredo "Chino" Esquivel, Gustavo Ortiz Faez, con la campana de La Demajagua a su arribo a La Habana, Nov. 7, 1947. Gustavo Ortiz Faez fue uno de los que mató en el mismo hecho criminal a Manolo Castro y a Carlos Puchol Samper; también fueron heridos José Miró Rojas y José Ignacio Valdés Rodríguez)
El finado Rafael Díaz-Balart atestiguó (mayo 3, 1960) ante el Senado de los EE. UU. que Castro había baleado a Gómez en 1947. Tras acotar que Castro lo había convidado, pero I refused, because I am a Christian, Díaz-Balart señaló que el atentado traía su causa de percibir Castro a Gómez como serio obstáculo, por ser este último amigo personal del presidente Grau San Martín. Díaz-Balart precisó (marzo 9, 1988) que Leonel Gómez era miembro de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), es decir: la misma pandilla en que militaría Castro bajo el mando de Emilio Tro. A Castro lo embullaron «El Gallego» Vázquez y Antonetti, del Movimiento Socialista Revolucionario (MSR), y cuando Gómez salió del estadio universitario, los tres «lo estaban esperando arriba del muro de la calle Ronda». Uno de los jefes del MSR, Mario Salabarría, confirma que Castro «fue uno de los que le tiró a Leonel Gómez», pero el jurista Ramiro Arango asegura que «fue en un billar que había en un pasaje que iba del Instituto de La Habana al teatro Payret». El líder estudiantil Enrique Ovares puntualiza la fecha del atentado (diciembre 8, 1946), agrega a un tal Isaac Araña como cuarto participante y subraya que Gómez salió ileso: el herido, en una pierna, fue Fernando «La Vaquita» Freyre de Andrade. De ahí que «el primer tirito que dispara Fidel» en la UH se tirara a relajo: «Le fueron a tirar al toro y le dieron a la vaquita».
-Foto: Aquí empieza la calle Ronda, hacia la izquierda © Joseph Scherschel – Time Inc.
-Nota del Bloguista de Baracutey Cubano : Este episodio biográfico de Castro se aclara gracias a investigaciones del Dr. Antonio Rafael de la Cova. Mario Salabarría no era jefe ni miembro del MSR; Julio,un hermano suyo sí lo era.
Tomado de http://www.latinamericanstudies.org
Entrevista de Antonio Rafael de la Cova con Mario Salabarría Aguiar,el el 3056 S.W. 17 St., Miami, Fla. 33145, el 7 de diciembre de 1983.
A Fidel Castro lo conocí estando el en la universidad. Yo estaba en la policía. Desde que él llegó, los elementos más afines a él eran los que iban a la universidad no para estudiar, sino para perturbar. Sus amigos allí eran del mismo temperamento y de la misma proyección. Yo era comandante jefe del Servicio de Investigaciones Extraordinarias de la Policía Nacional. Yo me dedicaba exclusivamente a la represión política, la persecución del delito político.
Yo voy en el automóvil mío cuando empiezan a circular por la radio un automóvil tripulado por dos individuos que eran elementos peligrosos y que se tomaran precauciones al momento de detenerlo. Estoy en ese momento en la esquina de F y 23 en El Vedado esperando la luz verde. Cruza un automóvil que viene de la calle E y sube por la calle J hacia la universidad, cuando el chofer me dice: “Comandante, ahí va el automóvil que acaban de circular por radio.” Cuando nos acercamos me dice, “el que va manejando el carro es Fidel Castro.” Cuando paso por la universidad para doblar atrás del carro, veo unos policías en la cadena que cerraba el paso a los automóviles y le pregunté a un policía amigo que había sucedido. “Fidel Castro ha hecho unos disparos en una asamblea en la Escuela de Derecho”, me dijo. Eso fue en mayo o junio de 1947 [abril 27, 1947]. Lo seguimos hasta que paró en una casa en la calle Mazón, que es donde él vivía, y me bajé con un arma en la mano y le dije, “Párate ahí”. El se paró, y entonces iba manejando Aramis Taboada, lo registré y a él le ocupé una pistola 45 y Aramis Taboada un revólver 38. Todavía estoy esperando el juicio ese, no me han citado a mí.
Estos casos no iban a juicio porque había un individuo en el Tribunal de Urgencia, de apellido De la Ville, quien por veinte pesos le sacaba determinadas piezas a las armas para hacerlas inservibles. Entonces el abogado defensor pedía un perital para determinar si el arma era usable. Cuando el peritaje era negativo, que el arma no podía disparar, sobre seguían el juicio.
Detuve a Fidel y resultó que vivía en una casa de huéspedes de una familia de apellido Lamar, registré la habitación donde él vivía, y no encontré nada allí. Me lo llevé arrestado para el departamento mío, levanté el acta, y lo remití al Tribunal de Urgencia sujeto a la pistola que le ocupé, y a su vez di cuenta al Juzgado de Instrucción de la Cuarta del hecho que había cometido en la universidad. Así fue como yo personalmente lo conocí a él. Su actuación en la universidad la conocía porque como Manolo Castro era presidente de la FEU, conocía que estaba allí con un elemento gangsteril. Inclusive, me dijo un individuo que él (Fidel) había estado detenido en la Oncena estación del Cerro porque él había tratado de secuestrar al doctor Coro, que era decano en la Facultad de Odontología y que estando detenido en la oncena estación, llegó un individuo que era comandante de la policía, Ignacio Mendieta que era amigo de él, y habló con el doctor Coro y los dos marineros que lo habían arrestado, porque los marineros iban en una guagua y ven en la máquina que resultó del doctor Coro, una trifulca entre dos individuos, se bajan de la guagua, lo detienen y se lo llevan preso a la oncena. Mendieta, que era amigo de él, arregló el problema.
Se habla y se dice de la participación de Fidel en la muerte de Manolo Castro, pero yo no puedo asegurarte nada. Lo único cierto que hay, que el individuo que le tiró a Manolo Castro. Gustavo Ortiz Faez, que en este momento tiene un alto cargo en la DISIP venezolana, que lo detuvieron a una cuadra de allí, cuando estaba preso en la tercera estación, la primera persona que llego allí a interesarse por el preso fue Fidel Castro. La muerte de Manolo fue a las doce de la noche. Eso se comentó entre la policía. Ortiz Faez era ahijado de Paulina Grau (aclaración del bloguista de Baracutey Cubano: se refiere a Paulina Alsina, ex cuñada del entonces Presidente Ramón Grau San Martín que era la viuda de Francisco Grau San Martín, unico hermano que tuvo el Presidente Grau), porque los Faez son de Matanzas y Paulina era de Matanzas.
Yo sabía de la existencia del MSR y aquello de Cayo Confites, en lo que yo cooperaba pero en otro plano, no como militante. Yo no era miembro del MSR. Mucha gente piensa que como Rolando Masferrer era amigo mío, y Manolo Castro era amigo mío, que fueron los que organizaron eso, pues pensaron que yo estaba en eso, pero yo estaba en la policía, porque eso me involucraba en otras cosas que no eran factible. Rolando y Manolo fueron los organizadores del MSR. Eufemio Fernández no estaba en el MSR, aunque estuvo en lo de Cayo Confites y tuvo un incidente bastante violento con Fidel allí. Cuando yo salí en libertad en 1979 por la causa contra el gobierno de Fidel Castro, hubo una Conferencia de los No-Alineados en La Habana y hubieron dos o tres dominicanos, y uno de ellos dijo que Fidel lo había nombrado ayudante de él. Dicen que Eufemio le dio una galleta a Fidel, pero no me consta, y aquello culminó con el fusilamiento de Eufemio [en La Cabaña, abril 19, 1961]. Cuando Fidel tuvo en la universidad la Campana de la Demajagua, que se la prestaron los veteranos de Manzanillo, Eufemio y un grupo se la robaron de la universidad. Cuando Fidel fue a buscar la campana al día siguiente para formar el escándalo, se encontró que no había campana, y aquello fue una cosa terrible. Eso fue en el 1947. No se donde la escondieron porque cuando eso ya yo estoy preso. Se la entregaron al general Loynaz del Castillo, que estaba en ese momento de presidente de los veteranos.
No te puedo decir si Fidel militó o trató de entrar en el MSR porque yo estaba en la policía. Que yo sepa, no estuvo en el MSR. Fidel funcionó dentro de esos del UIR [Unión Insurreccional Revolucionaria], como este muchacho [Rafael] Díaz-Balart también estaba con ese grupo. Díaz-Balart no era de la UIR, pero como era el cuñado. . . Orlando Bosch era de la UIR, muy amigo de Fidel, y hablaba mucho por radio con Fidel. Orlando fue presidente de la Escuela de Medicina.
A mi me dijo este señor amigo de él, que lo que lo había hecho variar en relación conmigo, y con los que él consideraba amigos míos, fue cuando yo detuve a su hermano Pedro Emilio [Castro Argota], que trabajaba en Comunicaciones, y le ocupé once mil y pico de pesos en giros postales y cheques que se hurtaban allí. El trabajaba en la selección de la correspondencia. Esos eran valores sin certificar que mandaban la gente del interior y ese trabajo de selección lo hacía un grupo de empleados que usaban una luz para ver si había cheques adentro de las cartas. Me acuerdo que fue una causa bastante difícil, que tampoco nunca me citaron a juicio porque hubo que levantar ochenta y pico de actas a cada uno de los perjudicados que mandaron cheques.
Mario Muñoz tuvo un altercado en la granja de Siboney antes de ir al Moncada. Le dijo a Fidel que iba a mandar a la gente a la muerte, que el plan era un desastre. Eso me lo dijo Orlando Castro [García], que estuvo preso conmigo.
Yo no creo que Fidel haya ido a matar a [Oscar] Fernández Caral, por la sencilla razón de que Caral lo conocía a él. Era muy riesgoso jugarse la carta de que Caral iba a quedar muerto y no iba a hablar de él, mas que la muerte de Caral fue en pleno día, en la puerta de su casa. Además, ese barrio de Infanta hacia la universidad es un barrio de estudiantes, donde Fidel era conocido. No comparto esa opinión al hacer esa deducción. Lo lógico es que si lo ve venir, se quite de la puerta, porque sabe que es enemigo. No creo que Fidel sea tan valiente para ir a arriesgarse de esa forma donde es tan fácil detectarlo. Caral era sargento de la policía en la universidad y siempre estuvo al lado de Manolo Castro. Caral era un individuo en la universidad muy definido frente a todos ellos. El hermano de él [Adolfo A. Fernández Caral] es médico y está aquí, y el hermano dice que él esta seguro que fue Fidel Castro quien lo mató. El es médico urólogo de la Clínica “La Gran Familia” en Flagler, entre 27 y 26. Como motivo de ese hecho detuvieron a un individuo que era portero de un cine, el Astral o el Infanta, que salió retratado en el periódico, y efectivamente, el tipo se parecía mucho a Fidel.
El viaje de Fidel Castro a Bogotá fue una cosa muy especial. El aspira a presidente de la FEU, y quien sale electo es Enrique Ovares. Como ellos le tenían cierto respeto a Fidel, ellos tramitan a Fidel y lo incluyen en la delegación de la FEU que va a Colombia. Hay quien dice que fue porque conocía lo del Bogotazo, todo eso es mentira, su viaje fue de acomodamiento. El lo que si estaba armado. Pero Fidel se cuidaba de Rolando Masferrer porque ya había sucedido la muerte de Manolo Castro y él estaba preocupado con ese problema, y tenía miedo que le fueran a hacer algo.
El atentado a Rolando Masferrer fue en el capitolio, se que le tiraron en su casa, pero el que recuerdo fue en el capitolio. A la salida de una reunión, por la puerta que daba a la calle Industria, lo fueron a agredir, lo que pasa es que Rolando se dió cuenta porque la máquina estaba situada en la calle y esa era una entrada de luna. Ellos situaron un billetero en la misma puerta de la salida del capitolio donde las máquinas entraban a recoger las personas. El billetero estaba bajo techo y la máquina afuera. Rolando ve el billetero, quien entonces le pregona un número, “número tal, que se juega mañana”, y Rolando se da cuenta que no había sorteo al día siguiente, y con la misma, sacó la pistola, le tiró al billetero y lo mató. Entonces se dió cuenta que no era un billetero, sino un individuo que estaba avisando su salida del capitolio. Rolando hizo un disparo al bombillo, porque ya estaba oscureciendo, y ahí se formo el tiroteo. Ese atentado se lo oí yo contar a Rafael del Pino personalmente, quien fue el que dirigió el atentado. La mujer que estaba ligado a todos ellos está aquí, se llama Eva Gutiérrez.
Ese atentado fue siendo Prío presidente, porque había una reunión de un grupo de representantes que Prío los había dejado fuera de las responsabilidades del gobierno, y ese grupo que hicieron le decían el Grupo de Cangrejera, porque uno de ellos vivía en el barrio Cangrejera en Marianao. Según le oí a Rafael del Pino, ellos estaban situados en un garage en Industria y Dragones. El individuo que les aviso cuando se terminó la reunión y que ya iban a salir fue un representante de ese grupo, Guillermo Ara, que murió aquí. Cuando Ara le avisa a del Pino, los carros avanzan hacia el capitolio, y cuando Rolando sale, ellos van entrando en la luna, que es cuando el billetero pregona el número, Rolando lo mata y dispara al bombillo del portal del capitolio. Los carros no llegaron a entrar, empezaron a tirar desde afuera, a una distancia de quince metros. Yo se lo oí contar a Rafael del Pino en La Cabaña a un grupo de personas, porque yo dormía cerca de él. Yo estoy seguro que del Pino se ahorcó, porque estaba muy perturbado. Yo lo vi en Guanajay hacer dos o tres veces un simulacro de suicidio. En una ocasión amarró una soga y se la puso al cuello, levanto una silla sobre unos cajones y dijo que nadie se le acercara o si no se ahorcaba. Primero él empezó con una obsesión que quería hablar con Fidel, y se lo decía a todos los presos en Guanajay. Nosotros no teníamos acceso a donde él estaba, que era en la enfermería, pero si conocíamos los detalles por los presos que trabajaban allí y vieron aquello. Entonces lo llevaron a Seguridad de Estado y cuando llegó me dijo a mí que había hablado con Fidel y estaba muy esperanzado, y empezó a hacerse la idea que había resuelto su problema. Mi impresión personal es que él no habló con Fidel, sino con Abrahantes por lo que pude captar. El estuvo muy esperanzado hasta que nos llevaron a Melena, donde dos veces se encaramó en el alambrado, pero ya los guardias tenían órdenes de no tirarle y lo capturaban. El estaba loco. Una noche se tomó un veneno y lo llevaron hasta Güines para hacerle un lavado de estómago. El nunca supo que los americanos estaban planeando soltar a los presos. El tenía una locura violenta. De pronto se quitaba la ropa, y él tenía un problema en la vejiga, y andaba con un depósito para su orine, y se safaba el pito y cogía la botella, que la gente le decía la “granada” de Rafael, y amenazaba con tirarla a quien se le acercara. El estaba muy mal. Cuando el accidente del avión, a él le dieron un balazo que lo dejaron muy mal.
Cuando pusieron en libertad a todos en 1961, me soltaron a mí el 30 de junio de 1961. Yo estaba operado de un cáncer en la pierna derecha, y estaba ingresado en el hospital Curie, donde me dieron la libertad. Después me detuvieron, acusado de atentar contra Fidel el 22 de junio de 1965. Tuve oportunidad de salir de Cuba, porque a ellos le interesaba mi casa, y no ofrecieron que nos fuéramos, pero yo no me quise ir. Cumplí un total de 28 años de presidio, sin contar un año que estuve preso contra Machado del 1931 al 1932. Tenía 17 años, y estaba conspirando contra Machado con el Directorio del Instituto de La Habana que nosotros fundamos en octubre de 1930.
A Rolando Masferrer lo conocí en 1936 cuando él pertenecía a Joven Cuba, y después se fue para la guerra en España. Cuando regresó lo vi en la universidad, y militaba en el partido comunista.
El bonche universitario lo formaban Juan González Andino, que está aquí, y otros. Mi hermano Julio estuvo en el MSR, y también en la Legión Revolucionaria de Cuba, donde yo estuve también, porque lo organizamos en 1934 con Manolo Castro, Antonio Acosta, René Moreno Guitart, que murió hace poco, Casimiro Menéndez, que lo mataron, y un grupo que surgimos del sector estudiantil, y casi siempre luchamos juntos en los otros procesos, contra [Fulgerncio] Batista.
Genovevo Pérez venía relacionado con [Rafael] Trujillo, y aprovecha el problema de Orfila para dar la sensación que nosotros teníamos una conspiración, de acuerdo con Cayo Confites, para derrocar el gobierno. El recibió, y Rolando lo dijo en la Cámara, un millón de dólares de Trujillo por desbaratar la expedición de Cayo Confites. Inclusive Rolando dio en una sesión de la Cámara el número de la cuenta y el banco donde el tenía su dinero depositado en Cuba. Cuando lo de Orfila, Genovevo estaba esa noche en Washington y regresó esa madrugada. Lo de Cayo Confites lo desbaratan al día siguiente o a los dos días, más o menos. Grau es el que da la orden de intervenir, porque él conoce todo el proceso de Orfila, porque Grau inclusive ha tenido en su poder la orden de detención que me dio el juez. Cuando ya es tarde, que el tiroteo es bastante grande, llama al jefe del ejército y le dice que vaya allí a intervenir. Grau no intervino previamente porque él sabía lo que había. Lo que pasa es que como el tiroteo dura tanto, como es natural, no puede permanecer al margen de la cosa, y llama al jefe del ejército para que vaya allí y ponga fin al tiroteo. Lo que da origen al problema de Orfila es la muerte de un capitán del ministerio de Salubridad, Rafael Ávila Ávila. Cuando lo matan, el jefe de la policía me va a ver y me dice que es un hecho que hay que investigar, que el presidente está interesado en eso, y le dije que si el Presidente lo ordena, iba a actuar en esa investigación. Voy a buscar los individuos que están detenidos como testigos presenciales y los interrogo y trabajo con las fotos que tengo, logro determinar quienes son los individuos que actuaron en ese hecho. Entonces llamo al jefe de la policía y le digo, “dile al presidente de la República que hay esto y esto, y los autores son fulano y mengano.” El jefe de la policía lo ve y Grau le dice “dile que proceda.”
Por la mañana levanto las actuaciones y lo presento al juzgado, y el juez me da la orden de detención contra ellos. Entonces busco al jefe de la policía y le digo que le lleve el mandamiento judicial al presidente. Se lo lleva al presidente, quien le dice: “Dile a él que lo cumpla.” Lo que pasa es que cuando fui al juicio no me pude poner a estar diciendo que el presidente me mandó. La situación es grave, porque el jefe del ejército prácticamente ha dado un golpe de estado. El presidente está en ese momento en precaria. Aunque yo estoy preso, me doy cuenta de lo que está ocurriendo allí en el campamento de Columbia. Genovevo prácticamente dió un golpe de estado. Genovevo tuvo prisionero a Grau en Palacio aproximadamente como quince días, porque el jefe de la guardia era un coronel que le había puesto Genovevo. Eso fue cuando lo de Orfila y Cayo Confites. Eso nadie lo sabe, porque son cosas que nadie las ha comentado. Además, Grau tenía a veces pérdida de memoria, lo que muy poca gente sabe. Por ejemplo, él estaba leyendo un libro y cuando le daba eso marcaba el libro para no olvidarse. Grau estuvo como cuatro días con pérdida de memoria total. Usaron lo de Orfila como excusa para acabar con la expedición de Cayo Confites. Trujillo le dio un millón de dólares a Genovevo para que pusiera fin a Cayo Confites. Aunque el gobierno americano también presionó, lo que decidió la cosa fue el soborno. El gobierno americano respetaba a Grau. Orfila fue el 15 de septiembre, y a los tres o cuatro días desbarataron lo de Cayo Confites. Genovevo sabía que yo era un elemento vital en lo de Cayo Confites: resolví la estancia de los aviones que iban a bombardear Santo Domingo; resolví el problema del financiamiento con Alemán, y otras cosas. Aunque yo no figuraba en el grupo de dirigentes, pero las cosas que había que hacer, como hablar con el presidente o el jefe de la Marina de Guerra, lo hacía yo. Allí no podían llegar cinco o seis aviones sin que el presidente no lo conociera, y había que tenerlos en un aeropuerto con amplitud, como el del Mariel. Todo eso yo lo resolví.
Genovevo vivía preocupado con la cosa mía porque yo nunca fui elemento afín a él. Lo que veía en Cayo Confites eran enemigos de él. Genovevo está aquí en Miami. Carlos Prío lo retira porque lo agarra conspirando con Trujillo contra él. Genovevo manda a un coronel de la aviación a Santo Domingo, y el elemento revolucionario allá lo detecta y le avisa a Juan Bosch que un avión del ejército cubano ha llevado un coronel que ha ido a entrevistarse con Trujillo. Agarran al coronel, que era el jefe de la aviación, lo interrogan, y admite que fue. Carlos Prío se metió en Columbia a las dos de la mañana, rompió unas ventanas del estado mayor y se metió allí.
Grau no intervino en lo de Cayo Confites, porque ya prácticamente era un prisionero en Palacio. La guarnición de Palacio era puesta por Genovevo. Estuvo como cuatro días con pérdida de memoria total. Cuando salió de ese estado mental, mando a buscar a Genovevo, quien no fue. Entonces Grau mandó a buscar al general Gregorio Querejeta, que era el segundo del ejército, a quien ordena que se haga cargo de la jefatura del ejército. El negro Querejeta, que es muy inteligente, no le gusta la posición, que es un poco violenta, y le pregunta si lo autoriza para traerle a Genovevo Pérez Dámera ante él, y Querejeta se lo llevó. Allí Grau le dijo horrores a
Genovevo. Ese proceso lo conozco por Alemán, que estuvo allí presente. Yo convencí a José Manuel Alemán para que financiara todo lo de Cayo Confites. Yo me imagino que Grau tiene que haber pensado que se produjera lo de Orfila, pero no hubo tal intención. La gente ha creado un ambiente en cuanto a que Grau provoco eso, y a sabiendas intervino en eso, pero no hay nada de eso. Grau estaba ajeno a eso. En primer lugar, él sabía que eso le podía traer un problema en definitiva, y en segundo lugar, que Grau no estaba en esa. Yo era probablemente el único oficial de la Policía que tenía acceso al presidente sin tener que pedir conducto reglamentario para hablar con él. Los ayudantes de él tenían órdenes que cuando yo llegara y solicitara entrevista con él, enseguida me la dieran. A veces yo llegaba y me encontraba al vicepresidente o una serie de Ministros esperando y le decía al ayudante “Necesito ver al Presidente”, y he pasado primero que ellos. Claro, él tenía interés en hablar conmigo porque yo tenía un departamento de información y él funcionaba con eso. Yo fundamentalmente me dedicaba a la represión política. Yo acusé al Ministro de Comercio de Cuba, en una operación con la Argentina de azúcar por cebo, con el presidente de los Hacendados y de los Colonos, y destituyeron al ministro. Durante la guerra se llamó el Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas y al terminar la guerra se reestructuró y se llamó Servicio de Investigaciones Extraordinarias de la Policía Nacional. Eufemio Fernández era capitán en jefe de la Oficina de Control de la Policía cuando existía el Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas, que investigaba el delito común y la cosa política.
Cuando Batista fue a inaugurar una planta eléctrica al presidio de Isla de Pinos, que no era tal inauguración, sino una planta que habían reparado, y cuando pasó por detrás del pabellón donde estaba Fidel, ellos empezaron a gritarle. Era el pabellón dos. Fidel estaba con todo el grupo, y después de eso es cuando lo aíslan y lo meten en una celda, con un preso común que era su cocinero. Era un negro con los pies muy anchos y le decían “patas de plancha.” Cuando ellos le gritan a Batista, el mayor del edificio, Salustiano González, que le dicen “Cebolla”, golpea a Fidel. Después lo condenaron a muerte y por poco lo fusilan. Cuando yo caí preso cuando Fidel, estuve preso en ese pabellón, y “Cebolla” era quien me llevaba la comida a la celda. El fue quien me lo dijo. Fidel le echó la culpa al capitán Juan M. Capote Fiallo, a quien fusiló. Capote fue quien dio la orden para que los presos comunes lo golpearan, porque invita al presidente, y allí le forman un escándalo. Yo estaba en La Cabaña cuando lo fusilaron.
Yo hable con Orlando Castro en presidio sobre lo del Moncada. El es un elemento serio. Hay otra gente que agranda las cosas, y agregan. Lo del robo de automóviles me lo dijo un preso común, José Sánchez Fernández, apodado “Veinte a Diez” que lo utilizaron para ese robo de autos que llevaron al Moncada. El me hablaba de [Raúl] Martínez Ararás. Sánchez cayó preso en uno de los robos de autos en Matanzas, y Fidel fue como abogado y se lo resolvió.
Fidel utilizó el grupo de la UIR como protección. Después ocurrieron cosas, pero ya yo estaba preso. A Rolando Masferrer le hicieron un atentado cuando vivía en 17, entre 12 y 10. El otro atentado que le hizo Rafael del Pino lo oí cuando él les hacía el relato a otros presos, aunque él no me vio.
Yo estaba en el Directorio del Instituto de La Habana cuando el 4 de septiembre de 1933, y nosotros cooperamos con los militares. Yo viví el proceso político de Cuba, no porque me lo contaron, sino porque estaba ahí. Si yo hubiera sido un individuo que escribe, me pasaría la vida escribiendo de las cosas que he visto. Muchos de los que las vieron conmigo están muertos.
Cuando cae Machado, los militares van a las estaciones de policía a supervisarlas. Muchos grupos del ejército estaban conspirando contra Machado, y nosotros conocimos a uno de esos grupos de sargentos que estaban conspirando. Nosotros sabíamos que se iba a dar el golpe, y éramos entre los primeros en estar allí. El verdadero hombre de Columbia era Pablo Rodríguez, presidente del Club de Alistados, lo que pasa que Batista era más inteligente, más hábil, y con don de mando. Me acuerdo cuando llegó Manuel Benítez, que cuando aquello los oficiales usaban polainas, el padre de Benítez era coronel jefe de Pinar del Río cuando Machado, y Benítez fue a Hollywood donde le dieron un papel de extra, sin ser artista. Cuando volvió a Cuba, el padre lo hizo segundo teniente sin haber pasado por academia. Ese es el Manuel Benítez que está aquí. Yo nací en 1914, así es que cuando aquello tenía 19 años. Empecé a luchar en 1930, cuando tenía 16 años. Me acuerdo que Benítez dijo: “Sargento, yo quiero ser uno igual que ustedes,” y se quitó las polainas que usaban los oficiales. El llegó allí sin mando ninguno. El fue quien mató a Mario Hernández en Pinar del Río, cuando éste comenzó a conspirar contra Batista.
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