jueves, agosto 10, 2006

LA MUERTE DE ALGUIEN Y LA TRAGEDIA DE UN PUEBLO

Tomado de

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La muerte de alguien y la tragedia de un pueblo
Miguel Saludes


La noticia se propagó como fuego en bosque reseco. El dictador, presidente o líder de la Revolución cubana, según de donde provenga la reseña, está muy mal de salud, eventualidad que le hizo ceder temporalmente sus poderes unipersonales a una especie de junta de gobierno dirigida por su hermano, todo bajo la más cerrada incógnita sobre la verdadera condición en que se haya el anciano gobernante. Las reacciones no se hicieron esperar allende de los contornos insulares. La televisión de habla hispana en Miami dio tal cobertura al hecho que hasta los comerciales fueron obviados en la noche del 31 de julio, fecha que pasará a la historia de los cubanos como la del gran anuncio.

Las especulaciones han echado a rodar y no hay quien las pare. Algunos insisten en la posibilidad de que todo no sea más que un plan con vistas a sondear los ánimos y llevar a efectos la controversial transición de mandos en la nave cubana. Pero dada la seriedad de la nota emitida por Carlitos Valenciaga, el impecable portapapeles del Comandante en Jefe, todo parece indicar que la salud del tirano está resentida gravemente. Si esto fuera así, sin hablar todavía de la consumación de su muerte, el acto más natural del mundo después del nacimiento, hay que guardar cazuelas y bocinas porque el recorrido que lleva a la salida del túnel aún puede ser extremadamente sinuoso.

En el famoso cuento infantil de la Bella Durmiente el encantamiento del bosque acaba instantáneamente cuando la malvada bruja desparece del escenario narrativo. Los árboles, convertidos en impenetrables barreras espinosas, y el lóbrego paisaje solo recobran su belleza en ese momento. En el caso cubano, que dista mucho de ser un cuento, la extinción del genio maléfico no lo es todo para que las cosas recobren su naturaleza, pues el equipo que ha cooperado con el embrujo se mantiene intacto. Puede que estos cambien varias piezas del decorado, hagan desaparecer algunos de los rostros feos que pueblan su galería y hasta se esfuercen en hacer sortilegios más atractivos, pero en definitiva el fin propuesto será mantener la esencia de la historia.

Claro que la presencia todopoderosa del Stalin antillano resulta imprescindible para el continuismo del sistema totalitario. En la misma proclama donde el gran timonel de la Revolución delega la conducción del rumbo en otros miembros de la dotación comunista, aparece su soberbia dictatorial. Ahora en sus propias palabras se autodefine como motor propulsor del sistema, reconociéndose impulsor principal de la educación, de la salud, de los proyectos energéticos, del mando militar y la dirección ideológica del sistema. Es un poder tan abarcador que resulta difícil de compartir y en el caso de una de esas responsabilidades, la educación, ha tenido que escoger a dos sustitutos. Es precisamente esta visión personal endiosada la que provoca tantos recelos ante una disposición tan desprendida para conceder la posición de la capitanía.

No obstante el desenlace de la situación, a su sombra han aparecido ciertos detalles que resultan preocupantes, como los clamores levantados en distintos órganos de prensa, fundamentalmente estadounidenses. Fuentes informativas internacionales al tanto de estas voces que toman cuerpo en editoriales de importantes rotativos, señalan la elevación del tono en la recomendación para que se levante el embargo económico que mantiene el gobierno norteamericano contra su homologo de La Habana. Para estos defensores del cambio drástico de la actual política norteamericana en sus relaciones con Cuba, el peligro para el futuro de la Isla se reparte entre el exilio de Miami y Hugo Chávez.

The New York Times fundamenta que la importancia del pronto levantamiento de las restricciones económicas serviría para fortalecer a la clase media cubana. No se sabe cuales son algunas de las familias que componen esta casta. Tal vez entre los apellidos ilustres favorecidos pudieran estar los Alarcón de Quesada y Castro Ruz. Por su parte The Wall Street Journal analiza la conveniencia de que Estados Unidos ayude al segundo secretario del Partido Comunista cubano en caso de que siguiera el modelo chino de apertura a las inversiones extranjeras y empresas privadas nacionales, aunque mantuviera un estricto control político. Las libertades civiles, los derechos humanos y los presos quedarían fuera de esta jugada marcada por los grandes intereses transnacionales y financieros.

Mientras tanto la nave caribeña, como aquel viejo título de un filme de Fellinni, continúa en este descabellado rumbo y no se sabe hacia donde. La tensión se hace evidente en el ámbito interno. Hay que tener en cuenta la situación de centenares de presos políticos a la merced de sus carceleros y el desamparo en que se encuentran los opositores del régimen. Más que elevar cantos de alegría por la posible desaparición del viejo caudillo, sea definitiva o temporal, los hechos demuestran que es momento de trabajar emergentemente para conjurar de una vez el maleficio. La constitución en un bloque compacto de todos los cubanos comprometidos en esta ardua lucha es un imperativo en esta hora. Ese será un paso clave para la salida democrática en Cuba y vital para cortar la posibilidad de que la trayectoria del rumbo continué siendo marcada por los imperativos de una tripulación que desde hace más de cuatro décadas ha navegado bajo el férreo y tormentoso criterio arbitrario de una persona a la que siguieron incondicionalmente en su rutero despótico. También servirá para anular esas voces superiores que nos desprecian al considerarnos un pueblo incapaz de dirigirse, al que no le corresponde el derecho a vivir en democracia. Finalmente esa decisión evitara que se nos imponga la Cuba que no queremos.