LA SUCESIÓN PLAN B: "LA LUZ QUE AGONIZA"
LA SUCESIÓN PLAN B: "LA LUZ QUE AGONIZA"
Antonio Arencibia Rodríguez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Agosto 21, 2006
"La Proclama" , o Plan A, parecía estar funcionando a las mil maravillas el 3 de Agosto, cuando Ricardo Alarcón se convertía en el primer dirigente que hablaba a la prensa de la salud de Fidel Castro, que acababa de ser catalogada como secreto de estado.
De inmediato llamaba la atención que el portador de noticias es un civil, y que lo hacía en inglés para la periodista liberal Amy Goodman, cuyo programa de Radio Democracy Now, se retransmite a unas 400 emisoras de radio y TV en Estados Unidos.
El habil Alarcón, como una especie de interlocutor con los norteamericanos, así les hacía saber que -aunque su nombre no aparecía en la Proclama- seguía estando en el "inside", porque se había reunido con Castro no solo la tarde del decisivo 31 de Julio, sino que al día siguiente conversó con él sobre muchos temas internacionales y sobre el impacto que había tenido el anuncio del traspaso de poder.
Sin entrar en detalles destacó la recuperación de su Jefe pero reconoció la complejidad de la situación. Para el diario Granma y los cubanos de la isla transmitió Alarcón un mensaje parecido:
"Hasta el último instante -y no estamos en el último instante ni nada que se parezca a eso-, Fidel Castro estará junto a los cubanos luchando; "
Puede decirse que a partir de ambas declaraciones se empezaba a desvanecer el primer escenario, la sucesión plena, y aparecía el de la sucesión interrumpida, aplazada, diluída, incierta, que llega hasta el día de hoy.
Por eso se renuevan las conjeturas, pero no sobre la salud del supuesto convaleciente, que incluso oficialmente se califica de muy seria y de dudoso pronóstico, sino lo que pudiera significar para la sucesión, un "segundo aire" del caudillo.
Como un elemento pintoresco, la insistencia de Hugo Chavez en visitar al enfermo en su 80 cumpleaños, puso al desnudo una maniobra publicitaria orquestada en Cuba para coincidir con la fecha. Los pocos que en la isla se levantan temprano un domingo, el 13 de Agosto de 2006, encontraron cuatro fotos de un Castro muy mejorado. En la primera de ellas, posaba con una semisonrisa de superioridad y el mentón apoyado en el puño. En otras dos fotos parecía que de pié al teléfono; ya escuchaba, ya se creería que daba órdenes. En la última, en que Castro se muestra sosteniendo un suplemento de Granma del día anterior, aparece una cama camera donde supuestamente se recupera y reposa. Pero he aquí que se aparece el fundador de la Quinta República con sus regalos y en las fotos y videos que recogen el "emotivo intercambio", está substituída la cama normal por una cama Fowler de hospital, y está el Comandante acostado todo el tiempo, como corresponde a la situación muy seria de quien esta lejos de la recuperación al cabo de no menos de dos semanas de cirujía.
El espectaculo del demasiado alborozado Chávez y sus chistes, -hasta el momento impensables en Cuba-, sobre la nariz de Castro, tiene que preocupar a los cubanos de a pie. No tienen un nuevo Jefe, pero el que todavía sigue siéndolo, no puede ejercer. Y aquellos que han leído las no tan viejas declaraciones de Carlos Lage en Caracas se preguntan si es cierto lo que dijo, que "Cuba tiene dos presidentes: Fidel Castro y Hugo Chávez", qué significa eso para ellos y cuáll papel es el de Raúl.
Lo cierto es que los generales cubanos, únicos con poder real en una isla post Fidel, miran de reojo a Hugo, el coronel golpista fracasado que les brinda bolsa y amistad y si de ellos dependiera -y parece que así será- no favorecerán la creación de una suerte de "Cubazuela", aunque no son tan ingenuos como para hacérselo saber a quien paga, por ahora, las cuentas.
La sucesión que no se ha truncado, se ha pospuesto, y del escenario inicial de la Proclama hay que pasar al Plan B. No estamos-como se llegó a pensar- ante la desaparición física inminente, pero sí la certeza de que no habrá reaparición como no sea en funciones decorativas.
Para los aspirantes a la sucesión real, el futuro supone taparle las cosas al "viejo", con cariño aparente, pero para que no lo eche todo a perder y esperan con paciencia el lento apagarse de aquel caudal de energía humana para cerrar un demasiado largo drama.
Como ocurre en el clásico filme "Gaslight" (La Luz que Agoniza) de Ingrid Bergman, hoy sobre Cuba se cierne un clima de paranoia, con elementos de confusión y tensión que intentan aturdir al espectador.
Pero mientras no se demuestre lo contrario, queda en manos de los militares cubanos actuar de forma inteligente, incluso sobreponiéndose a rencillas de grupo, para mostrar a aquel sufrido pueblo que hay un futuro menos lúgubre, después del Gran Apagón.
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* Antonio Arencibia Rodríguez. Graduado de la Universidad de La Habana. Historiador y ensayista. Reside en Miami
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