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¿Cuánto daño antropológico causa el castrismo?
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La enseñanza en Cuba es un reciclaje de depauperación educacional, cultural y social.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
22 septiembre 2020
"Todo lo que tengo se lo debo a la revolución": cuando alguien en Cuba hoy dice eso sin estar fingiendo, o habla de la educación y la salud pública como grandes "logros de la revolución", o no se percata de que la escasez no es culpa de un Gobierno ajeno (EEUU) sino del suyo, o grita a los disidentes "¡Abajo los derechos humanos!", estamos ante una persona que ha sufrido daño antropológico.
Ese término viene de antropología, palabra formada por los vocablos griegos anthropos (ser humano) y logos (conocimiento). Es la ciencia que estudia al ser humano. Hay daño antropológico cuando, además del deterioro social, económico y cultural en un país, hay daño a la condición humana, la persona pierde la conciencia de sí misma y no es capaz de evaluar la realidad de manera razonable e independiente.
Es como la robotización del humano. El robot repite lo que dice el programa que le han instalado, y la persona con daño antropológico de hecho repite lo que le han sembrado en su cerebro. Ha sido moldeada (amaestrada) para hacer y pensar de manera dirigida. El daño antropológico va más allá y causa efectos destructores sobre la propia identidad del ser nacional como tal.
El intelectual cubano exiliado Luis Aguilar León destacaba seis tipos de daños antropológicos: el servilismo; el miedo a la represión; el miedo al cambio; la falta de voluntad política y de responsabilidad cívica; la desesperanza; el desarraigo y exilio dentro del país (insilio); y la crisis ética.
Soy de los que creen que en Cuba ese daño fue producido, y sigue siéndolo, por tres fuentes clave: 1) el sistema de educación; 2) los discursos de Fidel Castro, y luego los de otros jerarcas de la dictadura; y 3) el bombardeo incesante de propaganda y desinformación en los medios de comunicación, sobre todo en la TV.
Esos factores engendran lo que José Ortega y Gasset llamaba el "hombre masa", aquel "cuya vida carece de proyectos y va a la deriva… y por eso no construye nada". O sea, pierde la capacidad de pensar con cabeza propia. Se le oxidan las neuronas por no usarlas mucho, o se les han extraviado por caminos equivocados de consignas e idioteces propagandísticas. Eso, en fin, es un daño al cerebro.
Sin esa lesión no es posible afirmar en Cuba que todo lo que se tiene se le debe a la "revolución". Esta solo ha dado pobreza y escasez. Y si alguien ha logrado tener algo, ha sido al precio de ser esclavo de un Estado mafioso, pasar necesidades, no poder expresarse libremente ni tener derechos como ciudadano moderno.
A veces el daño cerebral es irreversible
Ese daño al ser humano es a veces irreversible. En Cuba hay jubilados que están en la miseria, pasan hambre, se quejan de la escasez, pero alaban a "nuestra revolución".
Entre las máquinas de lavado de cerebro citadas son muy importantes las escuelas y universidades. Desde que el niño aprende a leer tiene que jurar cada mañana "pioneros por el comunismo, seremos como el Che". Luego viene la grotesca tergiversación de la historia y la realidad de Cuba y del mundo.
Durante cuatro generaciones el castrismo ha sembrado en la conciencia nacional el rechazo a la cultura occidental y a la economía de mercado, a los valores democráticos basados en la separación de poderes, el sufragio universal y el respeto a los derechos humanos. Se glorifica la autocracia como forma de gobierno, y a los dictadores de izquierda, terroristas, narcotraficantes y criminales que hay en el mundo, si son "amigos de Cuba".
Por eso casi nadie se escandaliza en la Isla cuando alguien es sorprendido con la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) en el bolsillo y va a la cárcel por "propaganda enemiga". Ni tampoco porque niños y adolescentes quemen copias de la DUDH en plena vía pública, como hacían las hordas nazis, que quemaban los libros no fascistas.
El sistema de educación castrista, mientras fue financiado por Moscú, mantuvo cierto nivel académico, claro, con gran lavado de cerebro incluido. Cuando falleció el "paganini" tío Sacha, todo se derrumbó. Hoy es demasiado evidente la carga desmesurada de propaganda político-ideológica.
Hasta la Campaña de Alfabetización en 1961, una obra positiva, fue utilizada para el lavado de cerebro. Las primeras palabras que enseñaban los brigadistas "Conrado Benítez", y la letra de la pegajosa marcha alegórica que se escuchaba en la radio eran loas a la revolución y a Fidel, y consignas contra el "imperialismo yanqui".
No sorprende que hoy la educación en Cuba sea la más deficiente, destartalada y corrupta del hemisferio. Con regalos al "profe" los alumnos son aprobados. A mil años-luz de la ética anterior al castrismo. Desde 2009 han abandonado las aulas unos 45.000 maestros y profesores. Miles de jovencitos, sin vocación ni preparación, solo para evadir el Servicio Militar Obligatorio han pasado a ser profesores.
En general, a los maestros y profesores los instruyen para dar las clases convoyadas con propaganda. Eso incluye inculcar la "moral socialista" y atacar la "moral burguesa" y la cultura occidental.
A eso hay que agregar la incapacidad y la muy deficiente educación que han recibido los profesores. Ello ha agravado el lastre más visible de la enseñanza castrista: la pérdida de valores éticos, morales, lingüísticos, cívicos, y de las buenas maneras,
Daños colaterales, pérdida de valores, degradación del habla
Una gran parte de los graduados en los distintos niveles, incluyendo las universidades cubanas, no saben expresarse coherentemente. Emplean una jerga ininteligible y tienen un vocabulario asombrosamente reducido. Articulan las palabras en forma primitiva, o mutiladas. No se les entiende bien. No leen, ni pueden escribir dos párrafos sin cometer graves faltas de ortografía.
Adolescentes, incluyendo muchachas, gritan en la calle obscenidades que antes ni un carretonero se atrevía a pronunciar. Muestran una asombrosa ignorancia en materia cultural, social, económica, histórica, ética y política. No quieren saber nada de Martí, Maceo o Céspedes, y no soportan que se les hable de la patria. Conocen del mundo lo que ven en Facebook o en el teléfono móvil.
Eso significa que los maestros, que recibieron daño antropológico, a su vez lo causan a sus alumnos. La enseñanza castrista en la práctica es un reciclaje de depauperación educacional, cultural y social.
Hoy pululan los jóvenes violentos con conductas marginales. Muchos expioneritos son carteristas o "arrebatadores". Tumban al piso a cualquier anciana para llevarle su bolsa o jaba.
Fidel Castro, quien unos pocos años antes de asaltar el poder era un gangster que baleaba por la espalda a sus rivales políticos en las calles de La Habana, fue el que sembró en la conciencia nacional la instigación a la violencia, el insulto personal, la difamación y el engaño. Instauró los mítines de repudio y la tiradera de piedras y huevos contra disidentes y quienes decidían emigrar. Fue Castro I quien, con su plan de la Escuela en el Campo, separó a millones de niños y adolescentes de sus familias y los puso a cargo del Estado para adoctrinarlos mejor.
O sea, fue el Führer cubano el principal lavador de cerebros. Fue y es aún el responsable del grave daño antropológico causado a tantos cubanos, muchos de los cuales, ya incapaces de pensar por sí mismos, tienen miedo a que grandes cambios en Cuba echen abajo los "logros de la revolución".
Ese daño al pueblo cubano, que incluye el primitivismo gutural en la forma de hablar y el "desparpajo" en la conducta social, conforman la otra cara visible del daño antropológico causado por la "revolución socialista" al país. Es uno de los grandes crímenes cometidos por la dictadura castrista. Su reparación tomará tiempo.
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La enseñanza en Cuba. ¿Instrucción o adoctrinamiento?
Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.-
20 de agosto de 2019
Santa Cruz de Tenerife. España.- La lucha por la supervivencia es una condición inherente a todas las criaturas vivientes. El hombre es capaz de extrapolar esta cualidad a las instituciones, entidades, edificaciones e instancias fruto de su creación, a las que intenta salvar de la destrucción y del olvido cuando estas pasan a su fase decadente. Para esto se auxilia de formas muy inverosímiles, y aunque parezca increíble, con frecuencia acude a métodos cuasi inhumanos para salvaguardar lo que considera una reliquia.
Es por esto que no debe sorprendernos cualquier disparate en los sendos titulares de algunos medios oficialistas cubanos, o en las llamadas redes sociales – tan de moda por estos tiempos–, los que movidos por cierto ímpetu en pos de hacer algo por su perdida revolución se empeñan en realzar aquellos elementos que aun siguen considerando dentro de sus “triunfos”, cual paradigmas intocables.
Cuando creía haber visto todo alguien comparte lo que tal vez considera sea lo último en materia de “hazañas” de la revolución cubana. “Unesco: La educación cubana es un ejemplo para el mundo”, es el titular de un medio conocido como Actualidad, y que comparte en las redes uno de los que se empeña en hacer sobrevivir lo que resulta demasiado decadente y carcomido como para poder hacer algo por su supervivencia.
Dicho artículo en realidad fue publicado en febrero de 2014. No obstante, el encargado de promoverlo ahora, a pesar de haber pasado más de cinco años, lo hace cumpliendo lo que le han “orientado” desde “niveles superiores” (tratando de emplear el obsoleto y ridículo lenguaje de los comunistas de la isla), esto es, tratar de demostrar al mundo las “proezas” de la llamada revolución cubana, justamente ahora que está en su peor momento, no solo desde el punto de vista económico con las grandes penurias y escaseces que ya todos conocemos, sino desde el punto de vista social, ético y moral.
(Martha del Carmen Mesa, Viceministra primera del Ministerio de Educación Superior (MES))
Recordemos que esa educación gratuita y para todos que tanto se han encargado de pregonar los defensores del castrismo no es más que una apariencia a modo de imagen estereotipada. Detrás de esa imagen, que al parecer la UNESCO se creyó, se esconde la verdadera historia de un sistema educativo fundamentado en el más cruel adoctrinamiento de nuestros tiempos.
En los primeros años de la década del sesenta tuvieron lugar una serie de transformaciones capaces de invadir todos los espacios del territorio cubano. Nada ni nadie quedaron exentos a la terrorífica influencia de los radicales cambios que se gestaron de manera gradual, pero siempre aniquilando todo aquello que el régimen consideró “rezago del pasado” o residuos “pequeño-burgueses”, acudiendo a su terminología oficial.
El llamado gobierno revolucionario se encargó de marginar a los profesores de una trayectoria destacada en los años precedentes al 1959 que no mantuvieran una conducta acorde a los nuevos cánones que estableció el comunismo. Esto determinó un gran éxodo de docentes, en su mayoría doctores en pedagogía, y en filosofía y letras por la Universidad de La Habana, y de otros que sin tener esta honorable categoría – actualmente corresponde a una licenciatura en ciencias pedagógicas– eran personas de una cultura extraordinaria y con vocación por el magisterio, lo que unido a la marginación que ejerció el régimen con los que se quedaron, originó el primer gran caos educacional.
A partir de entonces comenzaron los maestros y profesores improvisados que sin tener conocimientos pedagogía – una verdadera ciencia y todo un arte en su sentido esencial y fundamental– tuvieron que dar “su paso al frente” ante el llamado que les hizo la naciente revolución cubana.
(Jorge Mañach)
Atrás quedaron los tiempos de Jorge Mañach y de Medardo Vitier – por solo citar a dos insignes pedagogos y filósofos cubanos–, colosales pilares de la docencia en la etapa anterior a la usurpación del poder por Fidel Castro. Aquellos que no tenían una línea de formación, y ante todo de praxis, de carácter marxista no pudieron continuar sus investigaciones y sus labores en la docencia de un país que de la noche a la mañana se convirtió al socialismo, y en el que se declaró al engendro monstruoso de la filosofía marxista-leninista como forma oficial de filosofía.
Con la campaña de alfabetización, promovida entre el 1 de enero de 1961 y el 22 de diciembre de 1962, comenzó el proceso de adoctrinamiento más grande de la historia de la nación cubana. Bajo la óptica de enseñar a leer y escribir a las multitudes se intentó – y por desgracia se logró– transformar el pensamiento de los hombres.
Este fue el verdadero objetivo de la masiva campaña que tuvo como autor intelectual nada menos que al Che Guevara, personaje que ya por aquel entonces había dirigido los fusilamientos masivos de miles de cubanos y estaba a punto de declarar en la ONU que seguirían fusilando, amén de haber inculcado el odio entre los hombres, aunque actualmente los niños cubanos han de repetir, cual sagrado mantra, cada mañana antes de comenzar sus clases: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”.
Con este precedente qué se podía esperar de la educación cubana de la era castrista, considerada por los seguidores del régimen como etapa revolucionaria. La mala-suerte estaba echada. En lo adelante un fracaso tras otro ha caracterizado a la educación cubana, a pesar de que algunos se aferran a creer lo contrario, y lo peor, que sabiendo de sus derrotas se encargan de convertir cada revés en una “victoria”.
Ya las multitudes estaban listas, cartilla y manual en mano, para reproducir las consignas comunistas devenidas luego en célebres frases del peor régimen del hemisferio occidental de nuestro tiempo. Luego las aspiraciones fueron otras. Había que hacer una campaña por alcanzar el sexto grado de escolaridad, después las Facultades Obrero-Campesinas, las pretensiones de un noveno grado, y con el tiempo la masividad de la educación superior, aunque algunos universitarios cubanos sean semianalfabetos.
No importa que se tenga o no los conocimientos y las habilidades que se sobreentiende exijan los planes de estudios y las normas curriculares de la enseñanza. Hay que aprobarlos a todos; esa es la premisa del corrupto régimen que intenta afianzarse mostrando al mundo cifras numéricas y sin importar la calidad, algo que la UNESCO en 2014, y posteriormente otras instituciones internacionales, al parecer desconocen o prefieren desconocer.
Si se realizara un sondeo mediante una muestra aleatoria estratificada a estudiantes de diversos niveles de la enseñanza podrá comprobarse el grado de desconocimiento generalizado de los educandos cubanos, incluidos los universitarios de cualquier carrera.
Se perfectamente que esto no es un fenómeno exclusivo de la educación cubana, sino que de manera general en el mundo existen serios problemas con la calidad del aprendizaje y la enseñanza. Solo que no siempre nos encontramos con un disparate tan grande como el que se comparte en las redes sociales, aún cuando es noticia algo caducada, acerca de que “La educación cubana es un ejemplo para el mundo”.
Este escueto escrito que se publicó en el medio Actualidad está basado en informaciones de aspecto cuantitativo como: calidad, primera infancia, la primaria, los jóvenes, la alfabetización de los adultos y la paridad entre los sexos; dejando a un lado los aspectos cualitativos, donde se debió incluir la de la enseñanza siempre que esta se hubiera medido en realidad por observadores mediante la aplicación de métodos cualitativos y no reafirmada según los datos ofrecidos por las autoridades del castrismo.
Debe distinguirse bien lo que es instrucción, educación y en primer lugar lo que es adoctrinamiento. Es justamente esta última categoría la que ha prevalecido en el sistema educativo cubano, esto es, su verdadera razón de ser para lograr el servilismo masivo que se requiere para sostener a un sistema dictatorial y totalitario.
¿Cómo pueden instituciones y organizaciones creerse semejante disparate cuando en realidad cada inicio de un curso escolar representa una odisea ante la carencia de maestros y profesores, sin contar que la calidad de dichos maestros es la peor?
Justamente al inicio del curso escolar 2014-2015, coincidiendo con el año en que la UNESCO declaró de manera pública la idea de que el sistema de enseñanza cubano constituye un ejemplo para el mundo, había un déficit de 10. 800 maestros y profesores, lo que significa que solo se contaba con el 93% de la plantilla requerida para poder ofrecer instrucción a casi dos millones de educandos de diversos niveles de la enseñanza.
Esta deficiencia se ha mantenido cada curso toda vez que al inicio del curso 2016-2017 se repetía la historia, esta vez con el 94,2% de los docentes requeridos; aunque en este curso se reporta que 390 centros escolares se encontraban en estado crítico en cuanto a infraestructura, lo que determinó que se tuvieran que reubicar miles de estudiantes en otros centros ante el cierre de dichos colegios a punto de derrumbarse. En el 2017-2018 hubo un déficit de 16.000 maestros y para el curso 2018-2019 una carencia de 10.000, lo que demuestra que resulta imposible el slogan de que la educación cubana sea un modelo ante el mundo.
No obstante, los dirigentes comunistas de la isla se mantienen aferrados a un “proceso de perfeccionamiento de la educación” que jamás termina – como tampoco culmina la disparatada idea de esa sociedad que hace seis décadas dicen estar edificando mediante la permanencia de un modelo socioeconómico de tipo socialista–, y que sin importar las consecuencias pretenden sostener.
Dentro de las llamadas “estrategias” que el régimen ha adoptado en sus intentos de hacer sobrevivir la “educación” en medio del caos se encuentran ideas tan disparatadas como la utilización de adolescentes de 15 años, los que recién han concluido sus estudios de secundaria básica, para “formarlos” como profesores de dicho nivel de enseñanza.
Ya se podrán imaginar los lectores que podrá salir de este nuevo engendro propuesto en el 2017, toda vez que dichos educandos al no haber recibido una formación con un mínimo de calidad no podrá esperarse que puedan aportar absolutamente nada a los estudiantes, excepto la reiteración de las consignas socialistas y alguna que otra reseña de elogio –aprendida de memoria unas horas antes se presentarse al aula– al considerado líder histórico de la llamada revolución cubana, con lo que incentivarán el culto a la personalidad, la adoración y el servilismo que tanto promueven los sistemas totalitarios.
Otra de las opciones a las que ha tenido que acudir la dictadura castrista consiste en utilizar a estudiantes de la enseñanza universitaria entre el tercer y quinto años de estudios para dar clases en las secundarias básicas, nivel del mayor déficit de maestros; otro desacierto, por cuanto, se sobreentiende que dichos estudiantes no tengan motivaciones de carácter pedagógico y solo asumirán su rol por cumplir lo establecido sin ser señalados luego como una negación ante una “tarea designada por la revolución”.
En fin, que si alguna vez alguien dudó de las historias que se cuentan acerca de que durante los exámenes de ingreso a la universidad los aspirantes no saben escribir correctamente la letra del himno nacional cubano, o no tienen la menor idea de los aspectos más elementales de la historia patria, o de la pésima ortografía de aquellos que salen de las universidades cubanas, que no quepa la menor duda, todo es real, aunque para muchos resulte increíble.
A estas alturas ¿qué más da? Al fin de cuentas –como suele ponerse en sendos carteles en la isla– “la universidad es para los revolucionarios”, y algunos seguirán creyendo la utopía de que “la educación cubana es un modelo para el mundo”; solo que dicho modelo es el del adoctrinamiento y no el de la instrucción.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Cuba en 1958 tenía uno de los índices de analfabetismo más bajos del continente americano; diferentes autores los sitúan entre el 18% y el 23%. Una frase de Fidel Castro fue ¨yo no te digo cree, yo te digo lee¨. Lo que no dijo el Manipulador en Jefe es que se iba a apropiar de todos los medios masivos de comunicación de Cuba, en particular de la prensa escrita y de todas las imprentas, y que sólo se publicaría lo que la tiranía quería que el pueblo cubano leyera, a la vez que prohibía la entrada al país de diarios, libros, revistas, etc. que tuvieran un mensaje en contradicción con el adoctrinamiento que le imponía el naciente Castrismo al pueblo cubano con su bloqueo cultural e informativo.
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Alfabetizadoras cubanas en el antiguo Cinódromo al cual posteriormente el Castrismo ko nombró Estadium Eduardo Saborit, el autor de la canción Cuba, qué linda es Cuba y del himno de la alfabetización; foto de archivo.
Muchos brigadistas fueron enviados zonas de conflicto armado con una cartilla Castrista para adoctrinar enseñando la letra F con el nombre Fidel, la letra R con la palabra Revolución, etc. y cantando el himno de la alfabetización cuya letra muestro a continuación. La perversidad del Castrismo buscando mártires de vidas ajenas es inigualable en la historia cubana, pues saben que en los conflictos armados se hace presente el heroismo pero también en algunas personas, independientemente de la causa por la que estén luchandom, los peores y más bajos sentimientos del ser humano .
Himno de la Alfabetización. Eduardo Saborit
Somos la Brigada Conrado Benítez,
somos la vanguardia de la Revolución,
con el libro en alto cumplimos una meta:
llevar a toda Cuba la alfabetización.
Por llanos y montañas el brigadista va,
cumpliendo con la Patria, luchando por la paz.
¡Abajo imperialismo!, ¡Arriba libertad!
Llevamos con las letras la luz de la verdad.
Cuba, Cuba, estudio, trabajo, fusil,
lápiz, cartilla, manual,
alfabetizar, aalfabetizar.
Ah!, El adolescente de 16 años Manuel Ascunce Domenech fue situado en un momento álgido de la lucha en casa de Pedro Lantigua, un campesino de la zona que era guía (práctico) de las tropas Castristas que combatían a los alzados antiCastristas y que les mostraba a la tropa los lugares donde los alzados podían refugiarse, según testimonió (a principios de los años 90s del pasado siglo XX en unos supuestos juicios sobre el daño del Imperialismo norteamericano al pueblo de Cuba) el General Anibal Velaz quién era un alto jefe del MINFAR en toda la provincia de Las Villas en esos años.. Los alzados ya le habían enviado amenazas a Pedro Lantigua. El jefe de la tenientura que llevó a cabo el asesinato de Manuel Ascunce Domenech y la muerte de Pedro Lantigua fue Braulio Amador sin que se tenga conocimiento, hasta ahora, que alguna capitanía o comandancia de los alzados tuviera conocimiento o hubiera dado la orden de asesinar al adolescente brigadista, aunque Fidel Castro en un discurso culpó a los jefes insurgentes de las montañas del Escambray..
Guillermo Fariñas, quién, según él, tuvo un tío en el selecto grupo El Molino de la Seguridad del Estado, en la provincia de Las Villas y su padre combatió en El Congo junto a Che Guevara, escribió en su artículo TOTAL FALTA DE CONSIDERACIÓN :
Luís Felipe Denis Díaz, un difunto General, en una conferencia en los Camilitos de la desaparecida provincia de Las Villas expresó: “Nosotros como Seguridad del Estado contábamos con la colaboración de los maestros voluntarios en las zonas de guerra”. Así que serán los historiadores quienes dirán si Ascunce era colaborador o no de la Seguridad del Estado o quizás hasta agente pues hubo reclutamientos por parte del DSE hasta de adolescentes de 13 años.
Luís Felipe Denis Díaz fue el jefe de la Seguridad del Estado en todo El Escambray cuando la lucha contra las guerrillas antiCastristas y anticomunistas.
Manuel Ascunce Domenech no fue el único brigadista asesinado. El Castrismo obtuvo sus mártires para sostener su régimen ¨de difuntos y flores¨.
Etiquetas: castrismo, cuba, Cultura, daño antropológico, educación, social
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