martes, diciembre 27, 2022

Roberto Álvarez Quiñones: La Nochemala en Cuba, otro 'logro de la revolución'. Pedro Pablo Arencibia: Algunos de mis recuerdos de la Nochebuena en Cuba

Tomado de https://diariodecuba.com/

La Nochemala en Cuba, otro 'logro de la revolución'

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¿Cuánto cuesta comer lechón asado en Cuba en estos días de celebraciones familiares?

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Por Roberto Álvarez Quiñones

Miami

24 Dic 2022 

Desde los tiempos de la colonización española, la Nochebuena es la celebración familiar más esperada en Cuba, tal y como ocurre en los países en los que el cristianismo es parte de su cultura nacional. Pues bien, este año los cubanos van a tener una Nochemala, que no buena.

Por tradición, en Cuba no se concibe la celebración de la Nochebuena sin servir en la mesa familiar el clásico lechón asado criollo. El cerdo asado es a la Nochebuena en Cuba lo que los tamales en México y Centroamérica, las parrilladas de carne bovina en Argentina y Uruguay, el pavo relleno en Brasil, o la hallaca (tamales rellenos con múltiples ingredientes) en Venezuela. Cada nación latinoamericana tiene sus platos tradicionales en estas celebraciones.

Y ahí está el detalle. En 2022, debido al comunismo, cuyo desastre ya tocó fondo, pocas familias cubanas van a poder disfrutar del tradicional cerdo asado este sábado 24 de diciembre.

La cena de cuando Cuba era "explotada por el imperialismo"

Como ocurre cuando una tiranía totalitaria se eterniza, hoy millones de cubanos jóvenes, o simplemente menores de 60 años, no tienen idea de cómo eran las cenas de Nochebuena de sus padres, abuelos o bisabuelos cuando Cuba era "explotada por el imperialismo". Y si se lo cuentan, creerán que son mentiras de viejos fantasiosos.

Veamos por arribita lo que recuerdo yo (que supero con holgura los 60 años de edad) de aquellas cenas navideñas en nuestra entrañable tierra natal:  lechón asado generalmente convoyado con arroz congrí, yuca con "mojo isleño", ensalada (preferiblemente de tomates), cerveza, o vino tinto, refrescos o jugos para los niños. Luego había turrones españoles de Jijona, yema o Alicante, así como avellanas y nueces, o dátiles. Además, podía haber flan cubano, o casquitos de guayaba con queso crema, etc. Y como sello final, un aromático cafecito cubano, de verdad, no un mejunje mezclado con chícharos tostados.

Este cuadro seguramente no está completo, pero ofrece una idea a quienes no tienen ninguna. En cuanto al inevitable argumento izquierdoso de que no todas las familias podían cenar así, les digo que es cierto, pero hay un pequeño detalle: en los años 50 eran poquísimos los cubanos que no podían cenar al menos un pedazo de puerco, mientras la abrumadora mayoría sí lo hacía. Hoy es exactamente al revés.

"Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos"

La "revolución socialista" produce ya tan poca carne de puerco (y de cualquier otra carne) que prácticamente desapareció del mercado formal. Según cifras oficiales, en 2017 el país produjo casi 200.000 toneladas de carne de puerco, y en 2022 no llegará ni a 26.000 toneladas.

En el mercado informal, cuando "aparece", una libra de cerdo cuesta ya entre 350 y 500 pesos la libra. Por "la izquierda", por solo seis libritas de cerdo para una muy magra cena hay que desembolsar 2.400 pesos, cifra superior en un 14% a un salario mínimo (2.100 pesos).

Imaginémonos a un cubano en Miami con un salario mínimo de 1.906 (vigente actualmente en Florida) pidiendo 266 dólares prestados para pagar 2.172 dólares por ¡seis libras! de carne de cerdo en Sedano’s, Publix, Wall-Mart, BJ’s u otro supermercado.

En los últimos meses, la cúpula dictatorial en Cuba gastó miles de millones de dólares en construir hoteles de lujo para enriquecerse más, y redujo las inversiones y gastos en todo lo demás, incluyendo una drástica reducción en la importación de piensos. Además, paga precios muy bajos a los criadores privados de cerdos, obligados a entregar la carne producida al Estado. Y para colmo, mete en la cárcel a los productores privados más exitosos por criar demasiados puercos y bajo el cargo de "enriquecimiento ilícito".

La moraleja la formuló un productor en Holguín que ya abandonó ese negocio, y prefirió el anonimato: "Se están acabando los puercos, no da negocio criarlos".

Juan José, otro campesino holguinero, sigue en el negocio, pero lo deja en cualquier momento. Le dijo al periodista independiente Yoan González: "Antes yo criaba hasta 300 puercos y ahora apenas tengo 37, ¡y es demasiado!, porque ando corriendo para conseguir comida."

Otro dato. En la provincia de Sancti Spíritus, en 2018, se produjeron 17.000 toneladas de carne de cerdo, y en 2022 esperan alcanzar algo más de 1.400 toneladas, ¡12 veces menos!

El régimen, para no echar más leña al fuego político del descontento popular, comenzó a distribuir magras raciones de carne de cerdo por la "libreta", que al parecer sacó de su arsenal alimenticio secreto de guerra. Son puercos viejos con una carne muy dura, con un pésimo olor porque no han sido adecuadamente refrigerados (acribillados con apagones), y predominan en ellos la grasa, los cartílagos y el hueso.

Tampoco habrá "pollón asado" este año

Claro, no comer lechón en Nochebuena no es el fin del mundo. Lo que pasa es que esta vez muchas familias cubanas tampoco podrán sustituir tampoco el lechón con un "pollón asado", como hicieron en años anteriores.

Cuba ha reducido las importaciones de pollo congelado, pues el precio internacional ha subido en un 42%, y el país no la produce desde hace décadas. En 2021 Cuba importó 300.000 toneladas de pollo de EEUU, y en 2022 la cifra no alcanzará las 220.000 toneladas. Esa caída en las compras a EEUU no fue compensada por el suministro desde Brasil, que solo ha exportado a la Isla 2.642 toneladas de pollo.

A propósito de esto, la cúpula dictatorial castrista culpa al "criminal bloqueo yanqui" por la falta de alimentos, mientras barcos con pollos congelados de EEUU llegan a La Habana. El último fue el mercante Green Maveric, procedente de Nueva Orleans, que atracó el 11 de diciembre.

Pero hay más (o menos). No solo faltarán el cerdo y el "pollón" asados. Echemos un vistazo a recientes reportes de cuatro periodistas independientes, para tener una idea.

"No hay precedente en la historia para comparar lo que estamos viviendo en la actualidad. La carne de cerdo vale 400 pesos la libra; tres tomates te cuestan 200 pesos, y el Estado no se preocupa ni le interesa la actual situación", reportó hace unos días desde Santa Clara el periodista independiente Guillermo del Sol. Por cierto, pagar por un solo tomate 66 pesos, el 3,1% de un salario mínimo, debiera ser registrado en el Libro Guinness de Récords Mundiales

José Rolando Cásares, desde Pinar del Río, informó: "Este mes nada más dieron dos libras de arroz. Todavía la sal no llegó, y el azúcar que prometieron serán dos libras. El desabastecimiento sigue, totalmente".

Desde San Antonio de los Baños, Artemisa, Daniel Alfaro reveló que "la canasta básica este mes no trajo azúcar, y de granos lo que dieron fue un poquito de chícharos (…) no hay ni siquiera una calabaza para sancochar".

Y desde la ciudad de Camagüey, Leydis Tabares afirmó que "dieron dos libras de arroz y dos de azúcar; lo demás no llegó. Y de plato fuerte (proteína) no hay nada que comprar. Un cartón de huevos está en 1.500 pesos en la calle".

Esto último es alucinante: que 30 huevos cuesten el 71% de un salario mínimo. Es decir, cada huevo vale 50 pesos, el 2,4% de un salario mínimo. Y volvamos al absurdo: equivaldría a que en Florida un solo huevo de gallina costara 45 dólares.

Todo este triste panorama de escasez y precios de ciencia ficción es responsabilidad personal de Raúl "El Cruel", quien se niega a liberar las fuerzas productivas del campo, y todas las demás.

Lo más indignante es que él, toda la familia Castro y las de los restantes vividores comunistas que usurpan el poder en Cuba, celebrarán en grande con lechones asados por cocineros contratados para la ocasión y festejarán con champán francés, cervezas alemanas, vinos españoles y postres deliciosos, el 64 aniversario de la peor tiranía de América desde que Cristóbal Colón pisó tierra en Bariay y, maravillado por el exuberante paisaje, soltó aquella frase que a todos los cubanos nos enorgullece.

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Nochebuena guajira. Revista Bohemia de 1955




Nochebuena  familiar y urbana antes de 1959


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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Este artículo lo escribí a petición de mi amigo Eugenio Yañez, hoy fallecido, entonces director y editor  del relevante sitio Cuba Análisis, un respetable Think-Tank de asuntos cubanos; al final de este post publicaré  lo que escribió Yañez sobre sus recuerdos de La Nochebuena. Esos recuerdos de Yañez, y los de otros muy conocidos y reconocidos cubanos, pueden leerse haciendo click en el enlace de donde se tomó  lo escrito por Yañez, al cual felicito no sólo por las Navidades sino también  por la idea de  recopilar  todos esos recuerdos.

Algunos de mis recuerdos de la Nochebuena en Cuba

Por Pedro Pablo Arencibia
20 de diciembre de 2018


¡Qué entusiamo! ¡qué alegría!
¡Qué fiesta santa y amena!
Falta lo mejor: la cena;
¡La gran cena de este día!

De la mesa en derredor
 Donde todo se concilia,
Está toda la familia
Llena de dicha y amor.

  ¡Oh delicia de esta cena!
¡Oh familia venturosa! 
¡Noche alegre!  ¡Noche hermosa!
¡Noche santa!   ¡Noche buena!
Estrofas tomadas de  la poesía Noche Buena*
 de  Juan de Dios Peza



 

   Los  recuerdos de Las Nochebuenas, Las Navidades, Año Nuevo  y  Día de Reyes  de mi niñez y adolescencia están entre los recuerdos más felices de mi vida. El preámbulo a esas fechas lo eran, para mi alegría,  las blancas ¨flores de aguinaldo¨, pues en la entonces nueva urbanización donde mi padre construyó nuestras casas (construyó dos en diferentes etapas debido al crecimiento de la familia) en los años 50 del siglo XX, habían unos solares yermos donde  con la llegada del invierno florecían esas campanillas blancas que en un libro de lectura para la escuela primaria,  escrito si mal no recuerdo  por el Dr. Carlos de la Torre y Huerta, llamaban  la nieve de los campos de Cuba. Los villancicos en la escuela pública,  en la televisión y en la radio,   así como los anuncios navideños y los arbolitos de Navidad con sus nacimientos,  eran   junto con  el relativo frio del invierno cubano un marco ideal e inolvidable para disfrutar de la  magia  de las festividades navideñas, cuya razón de ser es Cristo.

   En nuestras casas siempre,  antes y después de 1959, se celebró La Nochebuena de manera abierta y sin ninguna ¨escondedera¨ cómo  nunca tampoco se escondió el Corazón de Jesús  ni la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre;   hasta la estatua de la Santa Bárbara siempre estuvo en su castillo mirando  para la calle en nuestra casa en el reparto habanero nada exclusivo de El Calvario.  Sin embargo,  a  la Nochebuena no le dábamos un significado religioso, aunque lo conocíamos. La Nochebuena  para nuestra familia (como para la gran mayoría de las familias cubanas) representaba la gran cena anual  de la unión y la reunión familiar de nuestra familia  en cuya mesa un lechón asado, matado y adobado en casa,  no podía faltar, así como el potaje de frijoles negros, la yuca con mojo, plátanos maduros fritos, tostones, la ensalada de lechuga y tomates,  los diferentes turrones españoles y cubanos, las nueces, las avellanas,  los dátiles y higos así como  los exquisitos dulces de cascos de guayaba y de naranja agria, el dulce de coco rallado, los buñuelos de yuca, etc. que preparaba  mi madre,   todo esto acompañado de agua, vinos, refrescos y alguna que otra cerveza sólo para los mayores,  pues en la casa no se tomaban, salvo en fechas excepcionales como esa, bebidas alcohólicas,  las cuales se tomaban en cantidades muy moderadas. También en la mesa estaban presentes latas de conservas en almíbar de mitades de pera,  de  melocotón y  de coctel de frutas, todas procedentes de Estados Unidos.

   Una Nochebuena muy especial fue la celebrada en 1957 en la residencia que mi tio materno Ramón Cardoso le  diseñó, construyó y regaló (con un auto Chevrolet de 1953 en el garaje) a mis abuelos y  a sus hermanas solteras en la incipiente urbanización de clase media llamada Ciudad Jardín; urbanización frustrada y venida a menos después de 1959. Mi tío Ramón, uno de los ocho hijos de mi abuelo sastre con mi abuela,  había sido  un ¨guajirito¨ mulato de Unión de Reyes, Matanzas,  que se ganó una beca para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios localizada en La Habana y después, trabajando y estudiando, se hizo arquitecto en la Universidad de La Habana;  su  ejemplo de superación y prosperidad no era un caso excepcional en la tan vilipendiada República de Cuba anterior al fatídico 1959, en la cual con esfuerzos, sacrificios y  perseverancia para lograr un bien definido objetivo en la vida se podía salir adelante y alto en la vida personal y social. En esa pletórica Nochebuena todos los hijos e hijas, yernos, nueras y  nietos de mis abuelos nos reunimos a cenar improvisando y uniendo varias ¨mesas¨ y dividiendo a los comensales en dos tandas: en la primera tanda cenamos los niños y en la segunda  los mayores. Los niños no nos dábamos cuenta que éramos dichosos como nunca más lo fuimos  en la vida,  pues todos nuestros seres queridos conocidos estaban  vivos y, para mayor felicidad, reunidos físicamente. Muy distinta esa Nochebuena a la de 1982 ó 1983  en la que  dos o tres días antes de esa fecha yo llevé  desde Pinar del Río, provincia donde yo residía,   en un viaje de ¨llega y vira¨  un gran pernil de puerco para la casa de mis padres en La Habana sin que afortunadamente  la Policía Nacional Revolucionaria parara  el carro del ¨botero¨ en que yo  lo llevaba,  pues estaban  registrando y decomisando toda la carne de cerdo  que fuera para La Habana. En esa ocasión mi madre un tanto triste y apenada me preguntó cuando yo le entregué la carne: Pedro ¿Puedo enviarle un pedazo a tus tías?  Yo le respondí: ¡Claro que sí Mima, lo que tú quieras!; fue su última Nochebuena en Cuba.

    No deseo  terminar este escrito sin señalar que el 24 de diciembre de 1969,  es decir: el día de Nochebuena de ese año, en el restaurant El Cochinito, restaurant  especializado en platos con carne de puerco  y  localizado en la famosa y céntrica calle 23 de  El Vedado, lo que se les ofreció  ese día a todos los comensales fue BACALAO. Señalo y enfatizo, para que se entienda en toda su magnitud lo inmediatamente antes señalado, que en aquella época ya todos los restaurantes, cafeterías, etc.   tenían un sólo dueño: la tiranía Castrista,  ladrona de haciendas, sueños... ¡ y  VIDAS de todo un pueblo!
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    Eugenio Yáñez, Miami, Estados Unidos

    Las Nochebuenas que recuerdo eran la unión de toda la familia para cenar en grandes mesas que se colocaban en el patio de la casa de mi abuela, los mayores en una, los niños en la otra. La comida era muy sabrosa, pero el arroz, los frijoles, las viandas y ensaladas eran algo cotidiano en nuestras mesas durante todo el año, así como la carne, el pollo y el pescado (fundamentalmente los viernes). Lo peculiar en Nochebuena era el lechón asado, que se adobaba en la casa y se cocinaba en la panadería de la esquina, así como vinos (solamente para los mayores) y turrones españoles, manzanas y uvas, nueces y avellanas.

    En esa gran reunión había familiares liberales, batistianos, comunistas, ortodoxos, auténticos y no interesados en política, católicos y ateos, pero en Nochebuena y Navidad no se hablaba de esas cosas, sino solamente de amor, confraternidad, alegría, amistad, esperanzas, buena voluntad y mejores deseos. Todo al lado del arbolito y el nacimiento, con villancicos y música navideña, además de música cubana bailable. Cada familia cubana celebraba de acuerdo a sus posibilidades y recursos, pero ni odios ni rencores cabían en ese ambiente festivoesas miserias humanas las introduciría más tarde el comunismo en nuestra patria.

    Después de la cena, algunos iban a la misa del gallo, otros a bailar o pasear, y otros se quedaban en la casa con los niños que, naturalmente, no íbamos a bailar ni tampoco a la misa, por ser a una hora muy tarde para los menores de edad. Y todos comenzaban desde ese momento a pensar en las fiestas de año nuevo, mientras los niños soñábamos con los regalos de los Reyes Magos, confiados en que nos habíamos portado bien.

    El totalitarismo nos quitó las festividades y las posibilidades materiales de realizarlas, pero no pudo arrebatarnos las ilusiones ni la buena voluntad entre cubanos, y tanto en la isla esclava como en el destierro, la Nochebuena continúa significando siempre ese gran encuentro familiar de cubanos esperando la Navidad y compartiendo la cena con lo que se pueda poner en la mesa, mientras nos deseamos lo mejor de lo mejor para todos, menos para los miserables que nos roban las ilusiones y el futuro.

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    Cómo fue la primera Nochebuena republicana en Cuba, año 1902



    Artículo de Maikel Mederos Fiallo.

    El 24 de diciembre de 1902 Cuba celebró su primera Nochebuena libre del dominio colonial español y sin el Gobierno Interventor norteamericano. Hacía solo siete meses que el Presidente Don Tomás Estrada Palma, había tomado posesión en su cargo y poco más de cuatro años que la Guerra de Independencia había terminado.

    En la Nochebuena de 1902 la economía cubana era bien modesta. Con una población estimada en 1 751 366 habitantes, las recaudaciones de impuestos para el presupuesto ascendieron a 17 306 523, un promedio de diez pesos per-cápita. El comercio exterior alcanzó la cifra de 124 914 000, con 71.32 pesos per-cápita y la zafra azucarera fue de 850 181 toneladas con un promedio casi aproximado de media tonelada por habitante.

    Lo modesto de estas cifras contrasta en comparación a la década de los años 50 del siglo XX. Alrededor de cincuenta pesos de recaudaciones presupuestales per-cápita (unas veces más, otras menos); unos 200 pesos de comercio exterior por habitante y una zafra azucarera que llegó a más de una tonelada per-cápita.

    Pero en 1902 los cubanos tenían una ventaja sobre sus descendientes de los años 50 del siglo XX, ni que decir de los tataranietos de hoy día, que compensaba lo modesto de la economía patria: si bajos eran los ingresos, bajos eran los gastos. En 1902 no hubo déficit presupuestal, hubo superávit. Los impuestos eran pocos comparados con los de 1950 y por supuesto, con los de ahora mismo. Los precios parecen sueños…

    De la baratura de la comida tomamos al azar esta cena ofrecida por “El Jerezano” a sus clientes por solo ¡40 centavos!: almejas en salsa verde, vaca frita con mojo, postre, un vasito de vino de Rioja, pan y café.

    Los alquileres estaban por los suelos. Una casa en la calle Chávez con sala, saleta, cuatro cuartos, cocina, baño, patio e inodoro valía seis centenes (30 pesos). Los juegos de cuarto se podían comprar desde 62 pesos, los de comedor, desde 42 pesos y los de antesala desde 28 pesos. Una camisa de franela, con cuello a la marinera (la moda entonces), costaba un peso plata.

    Con semejantes precios los cubanos de 1902 podían celebrar tremenda Nochebuena pese a lo modesto de sus ingresos. Una cena costaba la tercera parte de lo que se pagaría en los años 50 y no tengo matemáticas para calcular lo que costaría hoy, a ver… vamos con los datos: dos libras de jamón en dulce, un pollo asado, dos libras de lechón asado, una libra de turrón, nueces, avellanas y castañas, una barra de pan, una botella de Jérez seco o dulce, dos media botellas de Rioja clarete alambrado y un pomo de aceitunas costaban cinco pesos plata. En los años 50 semejante pedido costaría de 13 a 14 pesos… No hay forma de estimar el costo actual amen de que buena parte de la mercadería no está disponible.

    No se acostumbraba cenar en restaurantes, pero “El Jerezano”, a tono con la fecha, ofrecía el siguiente menú el 24 de diciembre: arroz con guinea, lechón asado, turrón, un vaso de vino Rioja, pan, café y hasta un buen consejo que decía textualmente: “No se meta con nadie”.

    El costo de todo lo anterior, consejo incluido, alcanzaba la cifra de ¡60 centavos!

    Vamos a echar un vistazo a los precios de los artículos de Nochebuena en las tiendas de víveres de 1902, con las ofertas de las cuatro principales casas dedicadas a ese giro: “La Flor Cubana”, “Cuba - Cataluña”, “El Progreso del País” y “La Viña” (en los años 50 solo sobrevivía una de ellas):

    Lechones asados a tres y cinco pesos; pavos asados a 1,50 pesos; pollos y guineas asados a cincuenta centavos; jamón en dulce desde un peso de plata. Turrones de Nieve (blanco, de almendra, con frutas en el centro), Mazapán, Fruta, Yema, Alicante y Crocante, de la mejor calidad, a cuarenta centavos la libra. El de Jijona (mi favorito) a sesenta centavos pues estaba escaso. La botella de vino moscatel a cuarenta centavos y el galón (cinco botellas) un peso plata. “Cuba - Cataluña” regalaba a los clientes que compraran por más de 50 pesos una preciosa ponchera de cristal.


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    Villancicos tradicionales españoles (Coral Cordobesa de los Pedroches) 



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