lunes, septiembre 02, 2024

Cuba 1959: Huber Matos, dos décadas de cárcel por su desencanto con la Revolución. Una carta donde renunciaba a su cargo le valió la ira de Fidel Castro y una larga sentencia.

Tomado de https://www.cubanet.org/

Huber Matos, dos décadas de cárcel por su desencanto con la Revolución

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Una carta donde renunciaba a su cargo le valió la ira de Fidel Castro y una larga sentencia.

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Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos entran a La Habana, 8 de enero de 1959 (foto: hubermatos.org)

CUBANET

Septiembre 1, 2024

SAN LUIS POTOSÍ, México.- El caso del comandante Huber Matos, condenado por el régimen de Fidel Castro a 20 años de prisión por “actos de sedición y traición” supuso un momento de ruptura de la coalición revolucionaria.

Huber Matos, maestro de escuela del pueblo de Manzanillo, en la otrora provincia de Oriente, fue miembro del Partido Ortodoxo.

Pasó a formar parte del Movimiento 26 de Julio y más tarde se unió al ejército rebelde de Castro en la Sierra Maestra. En las montañas alcanzó el rango de comandante en 1958 y, en enero de 1959, entró a La Habana junto a Castro.

Sin embargo, ese mismo año, en octubre, escribió a Castro una carta personal renunciando a su mando, en la que expresaba su deseo de volver a trabajar como maestro y que estaría motivada, según ha apuntado Roberto Jesús Quiñones, por su preocupación por la creciente influencia de los comunistas en el gobierno revolucionario de  Cuba.

El 11 de enero de 1959, Matos había sido nombrado gobernador militar de la provincia de Camagüey.

(Huber Matos y Camilo Cienfuegos  en un acto político a favor de la Primera Ley de Reforma Agraria en 1959. Todas las fotos fueron añadidas por el Bloguista de Baracutey Cubao)

Pero meses después, habiendo visto que Castro había acusado al presidente Urrutia de acciones que “rayaban” en la traición, poniendo en su lugar a Osvaldo Dorticós, y con los signos de penetración comunista en las fuerzas armadas cubanas, el comandante Matos decidió renunciar. El gobierno que había apoyado no parecía estar en el futuro de Cuba.

Tras la carta de dimisión, Fidel Castro lo tachó públicamente de traidor, el 21 de octubre de 1959 y envió al comandante Camilo Cienfuegos, uno de los líderes más populares de Cuba, a detenerlo.

Castro convocó una reunión del gobierno para discutir el destino de Matos. Raúl Castro y el Che Guevara estaban a favor de la ejecución. Tres ministros clave, Manuel Ray, Faustino Pérez y Felipe Pazos, cuestionaron la versión castrista de los hechos y fueron sustituidos inmediatamente por hombres leales a Castro.

Según los testimonios de Huber Matos, Camilo Cienfuegos se presentó en Camagüey el 21 de octubre “con el rostro desencajado”, para informarle de su arresto. Ese día recibió una llamada de Fidel, y aunque Matos no pudo escuchar lo que este decía, sí la respuesta de Camilo: “Hemos metido la pata. Esto se debió haber manejado de otra manera. (…) Tú dirás lo que quieras, pero esto que se ha hecho es una metedura de pata”.

Una semana después, cuando debía regresar a La Habana, Cienfuegos desapareció. El 28 de octubre, presuntamente salió del aeropuerto de Camagüey a las seis de la tarde, en un Cessna 310 C, acompañado solo por el piloto y un ayudante. Debía llegar a la capital dos horas y media después, pero esto nunca ocurrió.

El dictador Castro, evitando convertir a Matos en un mártir, decidió no ya someterlo al paredón, sino, en cambio, condenarlo a la cárcel.

El 11 de diciembre de 1959 comenzó el juicio del comandante y duró cinco días, después de los cuales fue condenado a 20 años de prisión, una sentencia que cumplió en su mayoría en la Isla de Pinos.

(Huber Matos cuando era conducido preso junto a otros oficiales)

Matos salió de la cárcel el 21 de octubre de 1979 después de haber cumplido todos y cada uno de los días de su sentencia y se reunió con su familia en el exilio. Falleció en 2014 en Miami, tras su sufrir un ataque al corazón, a sus 95 años.

Conversando con Hubert Matos - Sobre Camilo Cienfuegos 
En dos de los videos  hacer click en la pantalla negra donde se lee  Watch on Youtube

(Parte I)


(Parte II)


(Parte III)



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Para oir el último discurso de Camilo Cienfurgo  hacer click AQUÍ
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Carta de Huber Matos  a Fidel Castro (19 de octubre de 1959)

Camagüey, octubre 19 de 1959
Dr. Fidel Castro Ruz Primer ministro
La Habana

Compañero Fidel:

En el día de hoy he enviado al jefe del Estado Mayor, por conducto reglamentario, un radiograma interesando mi licenciamiento del Ejército Rebelde. Por estar seguro que este asunto será elevado a ti para su solución y por estimar que es mi deber informarte de las razones que he tenido para solicitar mi baja del ejército, paso a exponerte las siguientes conclusiones:

Primera: no deseo convertirme en obstáculo de la Revolución y creo que teniendo que escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y lo revolucionario es irse.

Segunda: por un elemental pudor debo renunciar a toda responsabilidad dentro de las filas de la Revolución, después de conocer algunos comentarios tuyos de la conversación que tuviste con los compañeros Agramonte y Fernández Vila. Coordinadores Provinciales de Camagüey y La Habana, respectivamente: si bien en esta conversación no mencionaste mi nombre, me tuviste presente. Creo igualmente que después de la sustitución de Duque y de otros cambios más, todo el que haya tenido la franqueza de hablar contigo del problema comunista debe irse antes de que lo quiten.

Tercera: sólo concibo el triunfo de la Revolución contando con un pueblo unido, dispuesto a soportar los mayores sacrificios... porque vienen mil dificultades económicas y políticas..., y ese pueblo unido y combativo no se logra ni se sostiene si no es a base de un programa que satisfaga parejamente sus intereses y sentimientos, y de una dirigencia que capte la problemática cubana en su justa dimensión y no como cuestión de tendencia ni lucha de grupos.

Si se quiere que la Revolución triunfe, dígase adonde vamos y cómo vamos, óiganse menos los chismes y las intrigas, y no se tache de reaccionario ni de conjurado al que con criterio honrado plantee estas cosas. Por otro lado, recurrir a la insinuación para dejar en entredicho a figuras limpias y desinteresadas que no aparecieron en escena el primero de enero, sino que estuvieron presentes en la hora del sacrificio y están responsabilizados en esta obra por puro idealismo, es además de una deslealtad, una injusticia, y es bueno recordar que los grandes hombres comienzan a declinar cuando dejan de ser justos.

Quiero aclararte que nada de esto lleva el propósito de herirte, ni de herir a otras personas: digo lo que siento y lo que pienso con el derecho que me asiste en mi condición de cubano sacrificado por una Cuba mejor. Porque aunque tú silencies mi nombre cuando hablas de los que han luchado y luchan junto a ti, lo cierto es que he hecho por Cuba todo lo que he podido ahora y siempre. Yo no organicé la expedición de Cieneguilla, que fue tan útil en la resistencia de la ofensiva de primavera para que tú me lo agradecieras, sino por defender los derechos de mi pueblo, y estoy muy contento de haber cumplido la misión que me encomendaste al frente de una de las columnas del Ejército Rebelde que más combates libró. Como estoy muy contento de haber organizado una provincia tal como me mandaste. Creo que he trabajado bastante y esto me satisface porque independientemente del respeto conquistado en los que me han visto de cerca, los hombres que saben dedicar su esfuerzo en la consecución del bien colectivo, disfrutan de la fatiga que proporciona el estar consagrado al servicio del interés común. Y esta obra que he enumerado no es mía en particular, sino producto del esfuerzo de unos cuantos que, como yo, han sabido cumplir con su deber. Pues bien, si después de todo esto se me tiene por un ambicioso o se insinúa que estoy conspirando, hay razones para irse, si no para lamentarse de no haber sido uno de los tantos compañeros que cayeron en el esfuerzo.

También quiero que entiendas que esta determinación, por meditada, es irrevocable, por lo que te pido no como el comandante Huber Matos, sino sencillamente como uno cualquiera de tus compañeros de la Sierra —¿te acuerdas? De los que salían dispuestos a morir cumpliendo tus órdenes—, que accedas a mi solicitud cuanto antes, permitiéndome regresar a mi casa en condición de civil sin que mis hijos tengan que enterarse después, en la calle, que su padre es un desertor o un traidor.

Deseándote todo género de éxitos para ti en tus proyectos y afanes revolucionarios, y para la patria —agonía y deber de todos— queda como siempre tu compañero,

Huber Matos


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