domingo, septiembre 01, 2024

Julio M. Shiling: Lo que Trump debe hacer para ganar en 2024

 Tomado de https://patriademarti.com/

Lo que Trump debe hacer para ganar en 2024

Por Julio M. Shiling

30 de agosto, 2024

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La expulsión de Joe Biden de la candidatura presidencial del Partido Demócrata ha vigorizado a la izquierda estadounidense. Los más eufóricos constituyen el grueso de los medios industriales, que oficialmente, desde hace década y media, han cambiado sus credenciales periodísticas por el activismo político e ideológico. El otro grupo de entusiastas son las instituciones centrales del Estado administrativo no electo, así como la atrincherada oligarquía de los medios sociales y los sistemas cibernéticos. Algunos han etiquetado esta poderosa extensión del actual Partido Demócrata como un componente del Estado Profundo y del Complejo Industrial de la Censura. Donald Trump no compite contra Kamala Harris. El candidato republicano y el expresidente están desafiando a un sistema bien organizado y sin escrúpulos.

Cuando Barack Obama introdujo los eslóganes vagos y de apariencia simplista de “esperanza” y “cambio”, a lo que se refería era a una revolución blanda impulsada por los marxistas que iba a llevarse a cabo en el ámbito cultural. Inspirándose en Gramsci, Adorno, Horkheimer, Marcuse, Foucault y en su mentor ideológico de Harvard, Derrick Bell (el padre de la Justicia Crítica y de las Teorías Críticas de la Raza), Obama desencadenó el socialismo cultural con su estratagema de la política de la identidad, entendiendo que la ley, las normas, los medios de comunicación, la educación y el gobierno se nutren de la cultura para construir sus instituciones. Se trata de un enemigo familiar contra el que lucha la mayor parte del Occidente democrático. Su propósito global es el mismo que en tiempos de Marx, lo que permite ajustes pragmáticos en la ideología y la implementación. El sistema es una versión furtiva y postmoderna del comunismo.

Si Harris es el rostro que representa este ataque a la democracia, Donald Trump, con todos sus defectos e imperfecciones, es la única opción que desafía esta amenaza autoritaria. Si quiere tener éxito, Trump y el Partido Republicano deben adherirse a las reglas de enfrentamiento que se están librando contra él y contra la República estadounidense. Calcular mal o subestimar las maniobras y planes de guerra de la izquierda en las elecciones de 2024 sería perjudicial para la victoria de Trump. He aquí dos pasos esenciales que los republicanos deben seguir.

Se trata de la Cruzada de la Libertad. 

El equipo de Trump puede aprender de la exitosa campaña del presidente Javier Milei en Argentina el pasado noviembre. Esto no debería ser demasiado difícil para el candidato republicano. Ambos son políticos no convencionales que a menudo hablan imprudente y peligrosamente de improviso. El movimiento MAGA (Hacer Argentina Grande Nuevamente) de Sudamérica fue capaz de desbancar a un gobierno socialista del Foro de Sao Paulo con objetivos similares a los del Partido Demócrata estadounidense. La estrategia electoral de Milei consistió en elevar la conciencia popular sobre la importancia de la libertad y los peligros del comunismo, y declaró su convicción de defender la civilización occidental y enfrentarse al neo-marxismo globalizado.

Trump debe comunicar eficazmente al pueblo estadounidense, como hizo Milei a los argentinos, que su oponente no es más que el mascarón de proa de un mal mayor. Esto tampoco debería ser difícil de hacer. Harris es un candidato mediocre de extrema izquierda que está irrefutablemente vinculado a políticas socialistas fracasadas y al fanatismo de la política de identidad marxista. La Ideología de Género y la Teoría Crítica de la Raza, dos adaptaciones ideológicas marxistas modernas, no tienen mayor partidario que Harris. Dos tercios de los estadounidenses rechazan las políticas impuestas por el Estado de la Ideología de Género en la educación, las instalaciones públicas, el gobierno y la competición atlética. Trump debe ilustrar este punto de forma inteligente y respetuosa. Para ilustrar este punto en términos sencillos, consideremos los mandatos de cobertura de seguro médico.

La emblemática Ley de Asistencia Asequible (ACA) de Obama, defendida abrumadoramente por los demócratas, incluidos Biden y Harris, declara ilegal que una compañía de seguros privada se niegue a cubrir las operaciones de transexualidad. Sin embargo, en la cuestión de cubrir los gastos de las familias nucleares que buscan tener hijos, pero tienen dificultades, procedimientos como la fecundación in vitro (IVA), no están cubiertos automáticamente, en acorde con la ACA. Trump ha anunciado que apoyaría la financiación pública o los mandatos de las aseguradoras sobre la cobertura para ayudar a las familias, ayudando potencialmente a las mujeres a lograr el embarazo. Las cosmovisiones que separan a ambos candidatos presidenciales son universos aparte. Los republicanos no deben permitir que Harris se vista de moderación.

MAGA debe ampliar su coalición

Robert F. Kennedy Jr., parte de una familia estadounidense icónica de políticos demócratas, ha apoyado abiertamente a Trump como el menor de dos males. Esto no significa que solamente apoye tibiamente al candidato republicano. Kennedy ha hecho una descripción mordaz y certera de la naturaleza radical de la institución que hoy se autodenomina Partido Demócrata. Lo más importante en su advertencia es la grave amenaza a la que se enfrentan la libertad de expresión y la libertad en general por parte de la candidatura Harris-Obama-Biden. Los republicanos deben dar prioridad a atraer a todos los votantes demócratas desafectos que se sienten traicionados por su partido. Hay que recordar que Ronald Reagan fue demócrata.

Las familias de clase trabajadora de todas las razas, etnias y religiones deben ser buscadas e incorporadas bajo el paraguas de MAGA. La anarquía migratoria fronteriza Biden-Harris ha perjudicado a todos los estadounidenses. Sin embargo, como grupo minoritario, ha golpeado desproporcionadamente a los estadounidenses negros y a los hispanos. El gasto social que se ha concedido a los inmigrantes ilegales ha venido en detrimento del mencionado grupo de estadounidenses. Los republicanos deben hacer todo lo posible para atraer a negros e hispanos a la carpa MAGA. Siendo ambos grupos socialmente conservadores y afines a la religiosidad, el Partido Republicano sería natural para ellos.

Los judíos deberían sentirse ofendidos por el apoyo del Partido Demócrata al islamismo. Ha sido, no solo, el ponerse del lado emocional de los llamamientos genocidas a la eliminación de Israel por parte de grupos islamistas-marxistas. El apoyo que Irán, el supervisor y financiador de la invasión del 7 de octubre, ha recibido de Obama y luego de Biden-Harris ha permitido los ataques del islamismo contra Israel y Occidente. La paz sin precedentes que vivió el turbulento Oriente Próximo bajo la guardia presidencial de cuatro años de Trump no fue una coincidencia. Fue el efecto causal que reflejó una exitosa estrategia de política exterior.

Las mujeres se han visto atacadas por la incursión de hombres (que dicen ser mujeres) en los deportes femeninos, los baños, las prisiones y los espacios públicos. Esto ha sido el resultado directo de políticas que siguen el dogma marxista y que han sido aplicadas por los demócratas. Harris y Tim Walz, su compañero en la vicepresidencia, son verdaderos creyentes en el culto a la transexualidad. Para la candidatura demócrata, los derechos de los transexuales son más importantes que los de las mujeres. Trump debe acercarse a la población femenina. Aquí es donde los republicanos son más vulnerables.

La cuestión del aborto, al igual que la política de grupos identitarios, ha sido una herramienta de la que se ha aprovechado la izquierda. Mentira tras mentira descarada, los demócratas hablan como si el aborto se hubiera ilegalizado en todo el país. No es así. Cada estado, según el dictamen de sus ciudadanos, tiene la potestad de elaborar el plazo legal para poner fin a la vida de un feto. Sin profundizar en los aspectos morales de sí una mujer tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que desee, incluido poner fin a otra vida humana, defender los hechos debería ser algo que los republicanos deben insistir. Roe contra Wade ha muerto, pero las mujeres aún pueden abortar.

Después de abordar las rutas de campaña mencionadas, el Partido Republicano debe estar preparado y ser capaz de defender la integridad de las elecciones de 2024. Un abogado al servicio del Partido Republicano debe estar presente en todos y cada uno de los distritos electorales, en todos los centros de votación relevantes de los estados claves. El voto anticipado, las boletas ausentes y el voto por correo están aquí para quedarse, en su mayor parte. Los republicanos deben sacar provecho de estas iniciativas y utilizarlas en su beneficio. Los esfuerzos para conseguir el voto deben ser amplificados. Dejar la opción de votar exclusivamente el día de las elecciones podría dar la victoria a los demócratas. Los republicanos deben aprender del libro de jugadas de los demócratas. No en moral, virtudes o políticas. El partido de Lincoln debe imitar sus esquemas de poder, su astuta habilidad para utilizar los tribunales en jurisdicciones conservadoras y romper el muro de los votantes demócratas tradicionales. Esta elección es demasiado importante.

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Camarada Kamala

Por Julio M. Shiling

26 Julio 2024

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La izquierda estadounidense aspira a implementar el cuarto mandato presidencial de Barack Obama. O, mejor expresado, el objetivo es otra oportunidad para profundizar la revolución socialista que lanzó en 2008 y que Donald Trump tuvo la osadía de interrumpir y, dentro de ciertos límites, revertir o frenar su avance. Es lo que el filósofo marxista alemán Rudi Dutschke etiquetó como la “marcha a través de las instituciones”. En el contexto estadounidense, este modelo radical es una composición híbrida de fundamentos epistemológicos neo-marxistas (la “Teoría Crítica” de la Escuela de Fráncfort, la “Hegemonía Cultural” de Gramsci y la “Reificación” de Lukacs), la metodología socialista fabiana y el marco determinista estructural del posmodernismo. No hay nadie más adecuado para expandir esta revolución contra el sistema sociopolítico excepcionalista estadounidense que Kamala Harris.

Joe Biden sirvió bien a la causa izquierdista, o lo mejor que pudo. Sin ser nunca muy brillante, ni siquiera en el apogeo de su larga carrera política, consiguió cumplir la tarea, ofreciendo tanto una imagen de moderación como de servidumbre. Esto era esencial para quienes han dirigido realmente la administración y la campaña de Biden: El gobierno en la sombra de Obama, que evolucionó hasta convertirse en un régimen cuando el  46º presidente entró en la Casa Blanca en 2021. La debacle del debate de junio y el hecho de que Trump estuviera a punto de morir por culpa de la bizarra y flagrante negligencia del Servicio Secreto y otras agencias de inteligencia eran la última oportunidad de Biden. Se produjo una revolución palaciega, con la habilidad que nadie cómo los demócratas saben llevar a cabo tan bien, y ahora el puñal pasa a Harris.

Kamala siempre fue la favorita de Obama entre las opciones presidenciales demócratas para 2020. Hay una buena razón para ello. Mientras que a Biden se le podría hacer seguir y acatar las normas establecidas del izquierdismo estadounidense, para Harris se trata, literalmente, de una disposición genética. La profunda conexión de Kamala con el dogma y la praxis neo-marxista es un hecho. La actual vicepresidenta de Biden y exsenadora y fiscal no llevará a los moderados a la cabina de votación, pero es una verdadera creyente en la revolución socialista blanda de Obama. 

Harris, ferviente y fiel, es una promotora y practicante lingüística de la ideología de género. Este delirante y subversivo esquema de lenguaje posmoderno busca alterar la percepción de la realidad, distorsionando y desnaturalizando el habla, los símbolos y los conceptos. Es fundamental en la campaña del marxismo para censurar, hacer posible lo absurdo y promover directamente la Ideología de Género (IG) y la Teoría Crítica Queer (TCQ). Las adaptaciones de la orden ejecutiva de 2021 del Título IX ejemplifican la convicción de la administración Biden-Harris de ganar terreno con los principios marxistas que se centran en reformular la cultura.

El Título IX forma parte de las Enmiendas Educativas de 1972, que modificaron la Ley de Educación Superior de 1965. En el primer día de su presidencia, Biden emitió una orden ejecutiva por la que se revisaban las normas de aplicación del Título IX para dar prioridad a la igualdad de género, un sello distintivo de la IG marxista. Harris ha sido la persona clave en esta revisión de la enmienda de 1972, que socava la igualdad y, en concreto, los deportes, la educación y las actividades de las mujeres. La actual favorita demócrata a la presidencia (aparentemente) ha argumentado persistentemente en contra de la igualdad y a favor de la equidad. No se trata de una cuestión semántica.

La equidad es la antítesis de la igualdad. Su aplicación requiere desigualdad, discriminación y segregación. La equidad es una herramienta potente para hacer la guerra en la dicotomía opresor/opresor que inventaron Marx y Engels y perfeccionaron los marxistas culturales. No únicamente la IG y la TCQ emplean conceptualmente la equidad para impulsar el marxismo. La Teoría Crítica de la Raza (TCR), la Teoría Crítica Postcolonial (TCP) y la Teoría Crítica Feminista (TCF) son algunas otras premisas comunistas adaptadas a la pretensión hegemónica cultural que depende de la equidad para camuflar su proyecto liberticida. En el ámbito laboral estadounidense, es la “E” de DEI, o “Diversidad, Equidad e Inclusión”. Son caballos de Troya básicos que hablan de igualdad y armonía mientras instituyen el racismo, el sexismo, la relatividad sexual, la supremacía de las minorías y la censura a través del discurso del “odio” o de ámbitos “inseguros”.

Una de las primeras paradas de Harris como heredera demócrata coronada, fue dirigirse a la Federación Americana de Profesores (AFT), el segundo sindicato de profesores más grande del país y firme apologista de los planes de estudios de extrema izquierda y de las políticas de adoctrinamiento marxista militante (IG, TCQ, TCR, TCP y TCF). Allí aseguró a los miembros de la AFT que el material sobre ideología de género y prácticas sexuales estaría “protegido” en las aulas de los niños. Los derechos de los padres serían eludidos dando primacía a los maestros de escuela, consejeros y otros comisarios de IG y TCQ.

Durante la revuelta marxista de 2020 en todo Estados Unidos dirigida por Black Lives Matter y Antifa, Harris fue uno de los más ardientes defensores de los saboteadores comunistas. Recaudar dinero para el Minnesota Freedom Fund, una organización de extrema izquierda que pagó fianzas para sacar de la cárcel a los sediciosos, entre los que había delincuentes violentos, acusados de asesinato y violadores, fue solo una de sus acciones. Durante todo el largo verano de saqueos, asesinatos, incendios provocados y ataques a la democracia estadounidense, Harris hizo constantes referencias a las causas subyacentes que produjeron esta respuesta de los subversivos marxistas.

Desfinanciar a la policía, un objetivo clave de todos los movimientos comunistas, ha encontrado un apoyo enorme y constante por parte de Harris. Los marxistas entienden que la aplicación de la ley local es la primera línea de autoridad que protege el orden imperante. Debilitar este punto de defensa es crucial para el objetivo final marxista de provocar el caos y la crisis. Estas condiciones suelen preceder a las demandas de cambio de régimen.

La inmigración masiva para quebrantar la soberanía nacional, así como para vigorizar la hemorragia cultural, es una de las mayores amenazas de la civilización occidental. Fiel al socialismo fabiano y a su adhesión a la gobernanza global y a los acuerdos socioeconómicos, Harris ha apoyado con firmeza y es responsable de la anarquía en la frontera sur. Desde abogar por el desmantelamiento del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y equiparar esta importante agencia federal al grupo supremacista blanco Ku Klux Klan, hasta propugnar la despenalización de los cruces fronterizos ilegales, Harris es uno de los mayores defensores de la inmigración masiva. Esto es así en la teoría y en la práctica.

El ecologismo radical, o ecosocialismo, como otros lo llaman, ha encontrado un enorme apoyo político y moral en Harris. Como copatrocinadora del Green New Deal, el proyecto estadounidense de extrema izquierda en sintonía con el extremismo ecologista, globalista y acientífico, la exsenadora por California y vicepresidenta de Biden se ha situado en el polo del fanatismo alarmista climático. La fracturación hidráulica, o fracking, la técnica utilizada en la industria del petróleo y el gas para extraer gas natural y petróleo de formaciones rocosas subterráneas profundas que han contribuido a la supremacía petrolera estadounidense ha encontrado en Harris una ardiente opositora. Si es elegida, propone prohibirla.

Los abortos en Estados Unidos están ahora en manos de los estados. Harris copatrocinó la titulada Ley de Protección de la Salud de la Mujer de 2021. Esta pieza legislativa pretendía ampliar los abortos a demanda sin ninguna limitación. Esto incluye todo el periodo de cualquier embarazo. Una posición tan radical, incluso entre los abortistas, ha sido sostenida por Harris. Sin duda, ella haría todo lo que estuviera en su mano para demoler la configuración democrática de Estados Unidos, tal y como la esbozaron los Padres Fundadores.

Kamala Harris nació en un hogar de formación marxista. Donald Harris, el padre de Kamala, era un reconocido marxista que enseñaba teoría y política económica en la Universidad de Stanford, en California. Junto con Shyamala Gopalan, la madre de Harris, los progenitores de la demócrata pertenecieron a grupos estudiantiles de ultraizquierda como la Asociación Afroamericana mientras estudiaban en la Universidad de California en Berkeley. Sin duda, la designación en 2019 de la senadora más izquierdista emitida por GovTrack, un sitio web no partidista que supervisa el historial de voto de los políticos y los califica, en consecuencia, era bien merecida. El sueño de Obama de tener a Harris en el Despacho Oval sería horrible. Hay que detener el marxismo.

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