sábado, mayo 13, 2023

Entrevista de William Navarrete a Fulgencio Batista Fernández, el hijo menor del último Presidente constitucional en ejercicio elegido en elecciones legítimas en Cuba

Yasevids

6 de junio, 2023

Entré a la casa de Fulgencio Batista en Cuba, video NUNCA VISTO de Kuquine


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Tomado de https://www.cubanet.org/

“Imposible desentenderse de Cuba siendo como soy un hijo de Batista”

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El escritor William Navarrete entrevista a Fulgencio Batista Fernández, el hijo varón menor del dictador cubano

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Por Wolliam  Navarrete

12 DE mayo, 2023 

PARÍS, Francia. – Nació en Cuba y ha vivido prácticamente toda su vida fuera de la Isla. Tiene recuerdos muy vívidos de sus padres y su familia. Hace cuatro décadas que vive en Ibiza, de cara al campo, lejos de la vida pública y en contacto con la tierra. Aunque no tiene el acento de la tierra que lo vio nacer, cuando oye sones y otros ritmos cubanos se siente inmediatamente identificado con la Isla de la que conserva pocos recuerdos. Y ello, a pesar de haber estado en el centro de acontecimientos clave que tuvieron lugar a finales de los años 1950.

Se trata de Fulgencio Batista Fernández (La Habana, 1953), el hijo varón más pequeño de Fulgencio Batista, presidente de Cuba elegido democráticamente entre 1940 y 1944, y quien diera un fatídico golpe de Estado en 1952, justo un año antes del nacimiento del entrevistado. Para que podamos tener una visión sana y completa de nuestra historia contemporánea, es importante reunir la mayor cantidad de material posible de una parte y otra: todo testimonio que ayude a comprender la convulsa historia contemporánea de la Isla. Es esta la primera entrevista que concede en sus 70 años de vida.

―¿Qué recuerdos tiene de sus orígenes familiares?

―La familia era grande porque a excepción de mi hermana Marta María, que nació después que yo, ya tenía tres hermanos: Jorge Luis, Roberto y Carlos Manuel. Mi padre había tenido además con Elisa Godínez Gómez, su primera esposa, otros tres hijos, es decir, a Fulgencio Rubén (a quien llamaban “Papo”), Mirtha Caridad y Elisa Aleida, quienes también formaban parte de la familia. A esto habría que sumarle la enorme parentela de tíos paternos y maternos, con sus esposos y esposas, así como todos los primos.

Mi madre Martha Fernández Miranda había nacido en Cuba en 1923, pero descendía de gallegos. Era hija de Ramiro Fernández Ledo y Emelina Miranda Casal, mis abuelos. Mi abuela Emelina venía de una familia acomodada de Vilameá (Pontenova) y fue llevada a La Habana en 1914 para que estudiara en el colegio habanero de Las Ursulinas. Su futuro esposo era originario de Chantada, también en Galicia, y trabajaba en Cuba como mecánico y chofer de los autobuses del colegio en que estudiaba mi futura abuela. Uno de mis tíos maternos, Roberto Miranda, escribió las memorias de su familia, que están mejor documentadas de lo que pudiera decir yo. Mi abuelo Ramiro, como muchos gallegos, era hijo de Manuel, un soldado que había participado en la guerra de independencia cubana del lado de España, había regresado a Galicia y tenido varios hijos. Uno de ellos, mi abuelo, se fue para Cuba evitando de este modo tener que pasar el Servicio Militar.

Mi padre había tenido ya, como dije, primeras nupcias e hijos cuando conoció a mi madre. Ella era mucho más joven que él y se conocieron de una forma bastante accidental, nunca mejor dicho, pues ella estaba montando bicicleta en el Vedado cuando la arrolló el coche presidencial en que él viajaba. Al parecer, empezó a visitarla a diario en el Hospital Militar durante el tiempo que duró su convalecencia. Se casaron en 1945, ya él había terminado su mandato presidencial, y se fueron a vivir a Daytona Beach, en donde nació mi hermano mayor Roberto, el primer hijo de ambos, recientemente fallecido en Madrid.

No tengo recuerdo alguno de mis abuelos paternos. Eran Carmela Zaldívar González, originaria de Fray Benito, una localidad cerca de Banes, pueblo de Oriente en el que nació mi padre y en el que ella está enterrada, y Belisario Batista Palermo. Ambos fallecieron cuando mi padre era muy joven. A la única persona que conocí de mi rama paterna fue a mi tío Francisco, al que llamaban “Panchín” y a su hijo Manuel. Sé que los orígenes familiares de mi padre eran muy modestos, los de un mestizo que se había forjado a base de mucho empeño y esfuerzo en la Cuba de principios del siglo XX.

―¿Tienes algún recuerdo de Cuba a pesar de haber salido de la Isla a los seis años de edad?

―Tengo imágenes difusas. Nací en el Palacio Presidencial y allí vivíamos, pues a la finca Kuquine solo íbamos de paseo, así como a la casa familiar en Varadero. Recuerdo, por ejemplo, el Colegio La Salle, en donde estudié al igual que mis hermanos y, en particular, al hermano Pedro. Siempre nos trataban con mucho cariño y nunca sentí acoso ni hostilidad de ningún tipo. 

En familia, a la hora de la siesta, me ponían aparte porque era muy inquieto y no dejaba que los demás durmieran. De hecho, a pesar de haber vivido prácticamente toda mi vida en España, nunca he hecho ni hago siestas. 

El recuerdo más claro que tengo es el del ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, a pesar de tener apenas cuatro años de edad. Mi madre estaba embarazada de mi hermana Marta María y cuando comenzó el ataque me escondió en un armario. Recuerdo que me dijo que no me asustara, que eran fuegos de artificio, pero yo sabía distinguir muy bien el ruido de los fuegos de artificio. Entonces le dije que el ruido que oíamos no era lo que ella me decía.

(Batista y Martha  con sus hijos.  Fulgencio Batista Fernández es el que está al lado de su hermanita Marta María. Foto y comentario  añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)


(Batista y Martha  con sus hijos años después.  Fulgencio Batista Fernández es el que está sentado en las pernas  de su madre. La muchacha que está de pié posiblemente sea Mirtha, una de las dos hijas de Batista de su primer matrimonio con Elisa Godínez Gómez del cual también nació Fulgencio Rubén,  Foto y comentario  añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)

También tengo muy vívidos los recuerdos de un domingo en que asistía con mi madre a la misa de la Catedral de La Habana. Se acostumbraba a que la familia del presidente asistiera a esta misa. Me viene a la mente en particular una que se celebró después del paso de un ciclón que había provocado estragos. Mi madre, como siempre, se había implicado mucho en el tema humanitario, algo por lo que todos la conocían y querían. En aquella ocasión cuando llegamos a la catedral, recuerdo perfectamente la fuerte impresión que me causó el hecho de que la gente aplaudiera y gritara “Marta del pueblo”, como solían llamarla por lo mucho que se implicaba en ayudar a los necesitados y en fundar misiones caritativas.

―¿A su madre no le interesaba la política?

―A mi madre lo que le interesaba era su enorme devoción y las causas humanitarias. A donde quiera que iba llevaba sus imágenes del Cristo de Limpias y de Santa Marta. Así fue hasta el último día de su vida al fallecer en Palm Beach, en 2006. Había tenido unos embarazos horribles y, de hecho, perdió a varios hijos antes de mi nacimiento e, incluso, durante el parto en que dio a luz a mi hermano Roberto perdió a su gemelo, al que iban a llamar Francisco (es la razón por la que a él terminaron llamándolo Roberto Francisco).  

Algunos dicen que ella era como una especie de Eva Perón para los cubanos. También ayudaba mucho en el seno de la comunidad de emigrantes gallegos, al punto que en 1957 el Concello de Ribadeo, en Galicia, la declaró “Hija Adoptiva” por ser mi abuela materna originaria de este sitio. Influía mucho en mi padre para que donara terrenos para construir dispensarios, centros sanitarios infantiles, etc. Incluso, durante su exilio en Florida, se convirtió en donante permanente del Jackson Memorial Hospital y siguió haciéndolo cuando se mudó definitivamente a Palm Beach en la década de 1980. Su mano derecha en estas cuestiones fue siempre Zoila Fernández-Concheso, nacida en Banes y cuyos apellidos de soltera eran Mulet Proenza.

―Es probable que recuerde también la salida de Cuba y los primeros días en el exilio…

―La noche del 31 de diciembre de 1958 me sacaron de madrugada de la cama y, de pronto, me vi en un avión junto a mi abuela Emelina, mi hermana Marta María, mis tías maternos Adela, Lilia y Cecilia, todos los primitos y primitas menores que yo, las manejadoras y, pilotando el avión, Jorge Hernández Volta, a quien llamábamos “Yoyi”, el brazo derecho de mi padre hasta el último día de su vida, al punto de que se encuentra enterrado junto a mi abuela en el cementerio madrileño de San Isidro. 

Salimos de La Habana y aterrizamos en Pensacola. Recuerdo que mientras aguardábamos en una especie de sala de cristales para nuestro traslado a Daytona Beach, la gente gritaba afuera enardecida “Abajo Batista”. Mis hermanos Roberto y Carlos Manuel, quienes salieron rumbo a Nueva York, tuvieron similares experiencias. Es algo que Roberto cuenta en sus memorias publicadas antes de fallecer, las cuales tituló Hijo de Batista.

―¿Cómo fueron los primeros años de exilio? ¿Qué recuerdos tiene?

―Yo era pequeño y, por supuesto, recuerdo que fue un periodo muy incierto. Vivíamos en Daytona Beach, en una casa que mi padre había comprado cuando salió de Cuba en 1945, en el momento en que el Dr. Ramón Grau y San Martín gana las elecciones. Mi padre salió hacia Daytona porque prefirió no entorpecer la nueva presidencia y compró entonces la casa en que vivimos mi hermana Martica, mi abuela, mi madre y yo en esa ciudad floridana mucho después. En 1957, mis padres ya habían donado a la ciudad y a los habitantes de Daytona parte de la colección de obras de arte que allí tenían. Esta colección de arte cubano, una de las más completas fuera de la Isla, forma parte hoy del Cuban Foundation Museum e incluye más de 200 objetos entre pinturas, esculturas, mobiliario, mapas, grabados, etc. Pueden verse cuadros de Romañach, Miguel Melero, José Joaquín Tejada, Armando Menocal, Víctor Manuel, Amalia Peláez, Mario Carreño, René Portacarrero, entre otro

Por su parte, mi padre con otros miembros de la familia, había salido de Cuba en otro avión rumbo a Santo Domingo, acogidos en un primer momento por Leónidas Trujillo. Fueron alojados primero en el Palacio Nacional y, luego, en el hotel Jaragua, pero sucedió que Trujillo le reclamó enseguida tres millones de dólares por la venta anterior de unas armas, con lo cual se generó una situación muy tensa. Incluso estuvo dos días en prisión hasta que pagó la supuesta deuda. Recuerdo que mi madre y mis hermanos mayores pasaron las de Caín para que Trujillo les autorizara a verlo.

―¿Cómo logran reunirse otra vez?

―Sucedió que Antonio de Oliveira Salazar, presidente de Portugal, cursó una invitación a mi padre, quien necesitaba liberarse ya de las garras de Trujillo. Allí, en la capital de la isla de Madeira, logramos reunirnos todos finalmente en septiembre de 1959. En los archivos de la RTP portuguesa se ve la llegada de mi padre en barco desde Lisboa y a mi madre con su eterno bustico de Santa Marta contra el pecho. Yo había viajado desde Miami a Funchal antes y los esperaba allí. Nos alojamos en el Reid’s Palace y estuvimos seis meses viviendo en la isla. 

Luego retomamos nuestra vida de peregrinaciones ya que nos instalamos en Lisboa, en donde yo asistí al colegio de Los Maristas, y de allí a Estoril, donde mis padres alquilaron una villa durante un tiempo hasta que la situación les permitió comprar su propia casa en la rua de Inglaterra, a pocos metros de la Villa La Giralda, en donde vivía exiliado don Juan, el monarca de España que nunca pudo reinar. A nuestra casa se la llamó Villa Baní, en honor al nombre aborigen de la localidad oriental de Banes, en donde nació mi padre, y ahí está aún en pie, casi como la dejamos. Esa casa mi madre me apremió para que la vendiera en 1974, tras la Revolución de los Claveles que puso fin a la dictadura de 40 años de Salazar. Mi madre vivía entonces en Madrid y me llamó a Londres donde me encontraba para decirme que me ocupara de liquidarla porque ella de revoluciones estaba hasta el gorro y temía que terminaran instaurando un régimen comunista. Recuerdo que me fui a Estoril y lo vi todo tan tranquilo que me parecía absurdo que nos deshiciéramos de la casa, por lo cual me pasé un tiempo allí disfrutando del ambiente y, al final, terminé complaciéndola.

―¿Cuándo se radican en España y por qué?

―Francisco Franco no dejó entrar a mi padre a España hasta 1963. Hubo dos personas que intercedieron ante El Caudillo para que finalmente se le permitiera vivir en este país. Fueron Gastón Godoy quien, como todo el mundo sabe, fue su último vicepresidente, y Leo Urrestarazu, el suegro de mi hermano Jorge Luis, quien estaba casado con Rosa, una hija de él. Incluso, Carmen Polo, la esposa de Franco, le envió una vez a mi madre una notita invitándola a quedarse en Madrid, donde era bienvenida y donde teníamos un apartamentico en el Paseo de La Habana, pero mi madre declinó muy amablemente respondiéndole que mientras a su esposo le negaran la residencia en ese país, ella no podía instalarse allí. 

(En la foto Fulgencio Batista  con Fernando de los Ríos Urruti, militante del PSOE quien fuera Ministro y Embajador  de la Segunda República Española en EE.UU. después del estallido de la Guerra Civil Española. La foto es del 17 de abril de 1946 en el Exilio norteamericano de ambos y aclaro que el que habla en el video sobre la Segunda República Española es Pío Moa, ex comunista y antifranquista cuando vivía Francisco Franco. Foto y comentario del Bloguista del blog Baracutey Cubano)

El caso fue que Leo Urrestarazu tenía una propiedad en Guadalmina, una urbanización a unos 15 kilómetros de Marbella, y se ofreció para alquilárnosla. Esto fue posible finalmente en 1963 cuando Franco le levantó el veto de residencia española a mi padre. Habíamos recorrido el Algarve y parte de Andalucía en familia y mi padre conocía todos los lugares, Huelva, Cádiz, Málaga, sin haber estado nunca en ellos. La primera visita de La Alhambra que hice fue sirviéndome él de guía. Tenía tal don para transmitir pasiones que me enamoré definitivamente de la historia y, en general, de aquel palacio de los reyes moros al pie de la Sierra Nevada.

―¿Puedes decir entonces que vinieron años de estabilidad?

―¡Qué va! A mí me mandaron junto a mis hermanos Roberto y Carlos Manuel a estudiar al Instituto Monnivert, en la localidad de St. Prex, entre Morges y Lausana. Mi hermano Jorge Luis estudiaba Ciencias Políticas en Ginebra y cuando se casó con Rosa, quien era como una hermana para mí, se mudaron para Lausana. En esa escuela que hoy ya no existe estuve hasta los 13 años. Era un colegio internacional y estábamos obligados a hablar en francés y nos castigaban si nos oían hablando en otra lengua, pero finalmente entre amigos hablábamos en inglés, italiano, portugués, castellano, mezclándolo todo, porque veníamos de muy variados horizontes. 

Recuerdo que a mis 13 años durante unas vacaciones con la familia en Estoril mi padre me puso a recitar las conjugaciones de los verbos en francés. A él le encantaba aprender cada día y había estudiado el francés a partir de un librito, El pequeño príncipe de Saint-Exupéry, que yo había ganado en un premio en Monnivert. Este librito lo conservo aún y está todo marcado en sus márgenes por las anotaciones que hacía mi padre aprendiendo el francés. El caso fue que cuando se dio cuenta de lo mal que yo hablaba el castellano decidió enviarme a Madrid. Esto fue en 1967, en que ingresé en el Colegio Santa María de los Rosales. Entonces nos instalamos en un apartamento que era de Ramón Serrano Suñer, el Cuñadísimo, como le llamaban, por estar casado con una hermana de Carmen Polo, la esposa de Franco. El Colegio había sido fundado en 1952 y fue donde estudió poco después el entonces príncipe de Asturias don Felipe. 

―¿Llegó a cursar estudios universitarios?

―Mi padre falleció en Marbella en 1973, de un infarto masivo, teniendo yo 19 años de edad. Siempre insistió en que todos sus hijos fueran universitarios, de modo que yo estudié cuatro años de Derecho, en la Complutense de Madrid, una carrera que al llegar al Derecho Mercantil y Administrativo me di cuenta de que no era lo mío, pero en la que tuve profesores de lujo como Iñigo Cavero, antiguo ministro de España y mi profesor de Derecho Constitucional. Luego, cambié por Filosofía y Letras, de la cual me gradué finalmente en 1976 en esa misma Universidad.

―¿Siguió teniendo contactos con el mundo cubano y sus raíces durante todo ese tiempo?

―Imposible desentenderse de Cuba siendo como soy un hijo de Batista. En mi casa, mientras papi vivió, se comía cubano, se oía música cubana, se hablaba de cualquier noticia que tuviera que ver con la Isla. En Madrid recuerdo que la primera vez que comí comida cubana fuera de casa fue en un restaurante llamado Los Tres Cerditos, de Chona García Piedra. Y cada vez que visito esta ciudad no dejo de ir, al menos una vez, al restaurante Zara, en la calle Barbieri de Chueca. En casa recibíamos desde Miami los discos de músicos que vivían y grababan en el exilio. Recuerdo aquel fabuloso del Dúo Cabrisas-Farach que ponían mañana, tarde y noche. 

También recuerdo perfectamente las veces que le oí decir a mi padre que de lo único que se arrepentía en la vida era de aquel fatídico 10 de marzo en que decidió dar el golpe de Estado, es decir, en sus propias palabras, por haber “roto la democracia”. Creyó o le hicieron creer en su momento que era un golpe necesario. Dejó muchos libros escritos, como Respuestas y Piedras y leyes, que pueden esclarecer mejor que yo, que entonces era un niño, sus posiciones y razones. 

En 1980, cuando el éxodo del Mariel, mi tío Roberto me pidió que lo ayudara a él y a la familia a acoger cubanos que llegaban por ese puente migratorio. Sin pensarlo dos veces me instalé en un apartamentico que tenía en Key West y allí permanecí varios meses acogiendo a cubanos, traduciéndoles del inglés al español y viceversa y ayudando en lo que podía. Me sorprendió que muchos hablaban mejor el ruso que el inglés, lengua que desconocían por completo. 

El arraigo cubano me sale inmediatamente cuando oigo música o cuando como frijoles negros, arroz blanco, ropa vieja, yuca con mojo y plátanos maduros fritos.

―He oído decir que fue un bailador empedernido y que el baile ha sido el centro de su vida…

―No tengo ningún problema en reconocerlo. A los 12 años mis hermanos Roberto y Carlos Manuel me llevaron de paseo a Londres. Por la noche fuimos a un club en Soho y cuando oí por primera vez a Marvin Gaye empecé a bailar sin parar. Mis hermanos se fueron y yo me quedé dando vueltas en la pista. Aquello fue como una revelación. Por eso, cuando en 1976 conocí el club Sept de París, justamente bailando, a una señora que me propuso viajar con su hija y con ella a Ibiza, descubrí que aquella isla de las Baleares, que apenas comenzaba a convertirse en el centro de la vida nocturna de toda España con la transición democrática, era el sitio en donde deseaba radicarme para siempre. 

Al principio le alquilé por unas 250 pesetas al mes un estudio a unas monjas adorables que se preocupaban cuando los inquilinos llegábamos como se solía entonces llegar de una noche de juerga. Luego, me instalé en Santa Eulalia y, finalmente, en San Lorenzo, donde todavía vivo.

Más de 40 años después aquí estoy todavía. Y hasta los 65 años en que tuve un accidente creo que no paré de bailar. Vivo en el campo, con mi pareja de 30 años, el pintor Luis Cabezudo, y me parece que nunca más podré instalarme en una gran ciudad.

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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Después del golpe del 10 de marzo de 1952 (realmente  hubo dos golpes esa madrugada-mañana: el del Capitán Jorge GacíaTuñón al Presidente Carlos Prío y el de Batista a García Tuñón) se llevaron a cabo elecciones en 1954. Batista y algunos de sus cercanos colaboradores querían convocar a elecciones lo antes posible para mostrar sus intenciones democráticas; otros de sus cercanos colaboradores le aconsejaban a Batista que esperara a que la Oposición política le pidiera convocar a elecciones. Batista se inclinó por la primera variante y convocó a elecciones para 1953, pero la situación creada por el asalto al Cuartel Moncada y al Cuartel   Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953 provocó que las elecciones  se trasladaran para el 1 de noviembre de 1954. La oposición al ver que se acercaban las elecciones y no tenían posibilidad de ganar se fue al retraimiento; Ramón Grau San Martín fue el último al irse al retraimiento dos días antes de las elecciones donde no tenía ninguna posibilidad de ganar segun  Manuel Márquez-Sterling que es el historiador de la fuente (2) que veremos en el siguiente fragmento extraido de Wikipedia. Manuel Márquez-Sterling  está muy lejos de haber sido, o ser, un simpatizante de Batista, al ser el hijo de Carlos Márquez Sterling el oponente más fuerte que tenía el candidato oficialist a Andrés Rivero Agüero en las elecciones del 3 de noviembre de 1958 y haber sido un crítico y opositor político a Batista.

 Tengo la opinión que también es muy importante señalar  que Batista en marzo de 1958 sentó las bases para invitar al Movimiento 26 de Julio a  que dejara la lucha armada y participara  como un partido político en las elecciones convocadas para mediados de  1958; las cuales finalmente fueron trasladadas para el 3 de noviembre de 1958; Veamos: 

En el libro oficialista En el último año de aquella República, del autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y entonces funcionario del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en los años ochenta del pasado siglo XX, años en que fue publicado dicho libro en Cuba (con el prólogo de Carlos Rafael Ródríguez, entonces miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba) se lee que  Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que conllevó a una nueva imagen de su régimen y a una posible solución no violenta a la situación política del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:

¨… Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨

En ese libro también se lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía Castrista, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder, sino TODO el Poder; solamente dejó oficialmente el Poder, a regañadientes y poco a poco, cuando estaba al borde de la muerte, designando a su hermano y cómplice Raúl Castro como su sucesor.

Más en mi libro:

 


Pero ahora retornemos a los resultados de las elecciones del 1 de noviembre 1954:

Elecciones presidenciales de Cuba de 1954

Las elecciones presidenciales de Cuba de 1954 se llevaron a cabo el 1 de noviembre de ese año (1). Fulgencio Batista fue elegido presidente de la República para el período 1955-1959.
A lo largo de 1954 hubo algunos intentos de sabotaje al proceso electoral, incluyendo un complot organizado por el ex presidente Carlos Prío Socarrás y su ex Secretario de Educación. Durante la campaña electoral, Ramón Grau mostraba una importante intención de votos, pero no la suficiente para triunfar (2).
Los abstencionistas, que en general apoyaban a Prio, los Ortodoxos y los Comunistas boicoteaban los actos de Grau, irrumpiendo en los mismos con consignas revolucionarias. Los actos de Batista, por el contrario, se desarrollaban sin disturbios (2).
El ex presidente Grau, sospechando que Batista cometería fraude, renunció a su candidatura dos días antes de los comicios. Batista fue entonces elegido presidente sin oposición. La participación se redujo a un 52,6% frente al 79,5% de las elecciones de 1948 (3).

(1)Aquel 30 de septiembre de 1954 Juventud Rebelde, 29 de noviembre de 2009.
(2) Cuba 1952-1959: The True Story of Castro's Rise to Power . Manuel Márquez-Sterling. Páginas 56-57. ISBN 978-0-615-31856-1
(3) Cuba: order and revolution. Jorge I. Domínguez. Página 124. ISBN 0-674-17925-0
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Tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Cuba_de_1954


En el libro ¡25448, No! Roberto Martín Pérez, de Rafael Cerrato Salas
se lee

"Batista anunció elecciones para noviembre de 1954. Se presentaron a estos comicios Batista y Grau San Martín, quien se retiró en el último momento consciente de su derrota, alegando sus partidarios habían sido aterrorizados. Batista fue elegido presidente con el 45, 1 % de los votos. Grau recibió sólo el 6, 8 %. A partir de este momento quedaba restablecida la constitución de 1940."

Por cierto:  Roberto Martín Pérez, ex preso político que cumplió 28 años en las ergástulas castristas, era de familia simpatizante del Partido Auténtico, que tuvo entre sus fundadores a Ramón Grau San Martín.

Este bloguista tiene la opinión que fue un gran error de Batista postularse en esas elecciones celebradas el 1 de noviembre de 1954 pues  no tenía las suficientes características personales necesarias  para enfrentar y eliminar la amenaza subversiva  comunista que  se cernía sobre Cuba.
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Fulgencio Batista llega en ferrocarril a Santiago de Cuba (1943)




Instituto de la Memoria Historica Cubana

Febrero 18, 2015

Pedro Corzo entrevista al historiador emérito antibatistiano  Manuel Marques Sterling quien afirma que con las elecciones del 1 de noviembre de 1954 se restauró la Constitución de 1940



AmericaTeVeCanal41

Febrero 16, 2022

La verdad histórica del presidente de Cuba Fulgencio Batista que el castrismo pretende ocultar



epe Forte

Marzo 10, 2022


BATISTA: A 70 años del Golpe de Estado

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