José Gabriel Barrenechea desde Cuba: El embargo de Estados Unidos que ayudó a Fidel Castro a conquistar el poder
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano No. 1
El embargo de armas del gobierno de EE.UU. no fue la única sanción de dicho gobierno al gobierno de Fulgencio Batista (hubo elecciones multipartidistas el 1 de noviembre de 1954 (siendo Presidente interino, si mal no recuerdo haber leido, Andtés Domingo Morales y del Castillo) y el 24 de febrero de 1955 Batista tomó posesión. Para empezar su mandato de Presidente electo sin presos políticos, firmó la Amnistía General, la cual se ejecutó en abril de 1955 como regalo por el Día de las Madres. Sobre otras sanciones y algunas de sus causas adjuntaré otra Nota del Bloguista de Baracutey Cubano a este post; en esa otra nota no escribí una causa que provocó gran revuelo en la prensa liberal norteamericana y que alegadamente se dice que fue producto que el oficial de la KGB Nikolai Leonov le orientó a Raúl Castro, el cual le dio el nombre de Operación Antiaérea, secuestrar militares y civiles norteamericanos para que los EE.UU. no le siguieran vendiendo bombas para los aviones del Ejército de la República de Cuba.
También añado, una vez más, un artículo sobre el Golpe del 10 de marzo de 1952, en el cual Batista apenas participó activamente salvo en el último momento cuando pudo liberarse de donde lo tenían retenido los verdaderos militares que planearon el golpe.
Batista suspendió las garantías constitucionales el 12 de marzo de 1958 porque Fidel Castro y Faustino Pérez lanzaron ese día desde la Sierra Maestra un manifiesto francamente terrorista que el Castrismo en estos 62 años de tiranía se ha cuidado de no darle divulgación.
Es poco conocido que en diciembre de 1958 el anticomunista dictador Rafael Leónidas Trujillo le ofreció a Batista (pese a que no eran muy buenas sus relaciones) a través de su Embajador Porfirio Rubirosa, ir con sus tropas a las montañas de la provincia de Oriente y acabar con la insurgencia de las tropas Castristas; Batista no aceptó porque no quiso que tropas extranjeras estuvieran y combatieran en Cuba, Las tropas de Trujillo habían acabado con la insurgencia antitrujillista en las montañas de dicho país. En 1959 esas tropas trujillistas repetirían en República Dominicana su eficacia con las invasiones cubanas-dominicanas que fueron financiadas, entrenadas y transportadas por la dictadura de los Castro y en la que uno de sus jefes, el Comandante cubano Delio Gómez Ochoa, fue uno de los muy contados sobrevivientes.
El embargo de Estados Unidos que ayudó a Fidel Castro a conquistar el poder
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El paso de imponer un embargo fue dado por la presión de la opinión pública americana, indignada por el uso que los militares batistianos hacían del material de guerra de Estados Unidos
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Cuba, mediados de dieciembre de 1958: El Embajador Earl Smith comunicándole al Presidente Fulgencio Batista que no tiene el apoyo del gobierno de los EE.UU. Foto y comentario del Bloguista de Baracutey Cubano.
Por José Gabriel Barrenechea
Santa Clara
30/04/2021
Las relaciones entre Washington y el gobierno golpista de Fulgencio Batista, en los cincuenta, nunca fueron tan buenas como ha pretendido la historiografía castrista más ortodoxa. El castrismo de hecho tiene entre sus principales fundamentos ideológicos la asunción, contra toda evidencia, de que el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 contó, si no con la inspiración, al menos con el beneplácito de los americanos.
En Batista, el Golpe, uno de esos raros libros que el régimen castrista permitió publicar en vísperas del 17 de diciembre de 2014, como parte de sus esfuerzos para propiciar un acercamiento con nuestros vecinos, se admite por dos historiadores cubanos oficialistas, uno de ellos oficial retirado del G2, que, por el contrario, los americanos fueron sorprendidos por la asonada militar del 10 de marzo, y luego su actitud no fue precisamente complaciente con el régimen castrense surgido de ella. Para respaldar esa opinión usan material desclasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos, y de su misión militar en La Habana.
En Batista, el Golpe, se destaca un hecho que la historiografía castrista ortodoxa pasa por alto: uno de los últimos gobiernos en el Hemisferio, si no el último, en reconocer al cubano surgido del 10 de marzo, fue el de Estados Unidos. Diecisiete días después, el 27 de marzo, cuando comprendieron que Batista controlaba la maquinaria del Estado y que, si bien el régimen castrense no era bien recibido por la mayoría de la población, sin embargo, ni había habido, ni había para entonces una resistencia organizada efectiva a un golpe que solo dejó un soldado muerto en una escaramuza en los accesos al Palacio Presidencial.
En este interesante libro de José Luís Padrón y Luís Adrián Betancourt, publicado en La Habana por Ciencias Sociales en 2013, también se reconoce la frialdad con que transcurrieron las relaciones a posteriori del reconocimiento. Revelador de ello es el intercambio epistolar que a principios de junio mantuvieron el Embajador de Estados Unidos en La Habana, Willard Beaulac, y el subsecretario de Estado para los Asuntos Hemisféricos. En carta de Beaulac al segundo, del día 2, se nos revela que, para esa fecha, a casi tres meses del golpe, todavía no había tenido lugar ningún encuentro oficial, y ni tan siquiera conversación seria informal del máximo representante diplomático americano en Cuba con Batista. El embajador destaca que incluso en la conmemoración por el cincuentenario de la república no se habían encontrado de manera oficial. También explica allí su visión y sus temores de lo que podía estar por ocurrir en Cuba.
En su respuesta, del día 10, el subsecretario concuerda con las previsiones del embajador, le da el visto bueno a su actitud reservada, y le transmite la que no puede ser interpretada sino como la posición oficial de Washington hacia el nuevo gobierno cubano: “No veo el punto en que usted tome la iniciativa en ir a ver a Batista. Por el contrario, me parece que la presente situación en Cuba es tal que nuestra postura debe ser la de mantener cierta distancia.”
Según los autores del libro mencionado la principal razón para esa distancia estaba en la proximidad hacia los comunistas mantenida por Batista durante su primer gobierno. Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez, importantes miembros del Partido, habían sido ministros en ese gobierno; los sindicatos habían pasado a estar bajo control del Partido Comunista más que con su consentimiento, con su apoyo abierto; y no era un secreto para el FBI que, con el beneplácito, o al menos la indiferencia de Batista, el Partido había infiltrado en las instituciones armadas —la policía, sobre todo—, a un número no pequeño de sus pistoleros. Algunos incluso llegarían a ocupar posiciones claves en la inteligencia del régimen de facto en los cincuenta, como parece haber sido el caso del teniente coronel Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar, asesinado por un comando del Directorio Estudiantil Universitario en 1956 (en México entonces, el propio Fidel Castro declaró a un periodista que no se justificaba su asesinato, dado que no era “un esbirro torturador”).
Por cierto, alguno que otro de esos pistoleros, como testimonió Newton Briones Montoto en una polémica en la revista Espacio Laical sobre la muerte de Jesús Menéndez, pasarían directamente en 1959 de la policía batistiana y sus órganos de inteligencia a la naciente Seguridad del Estado.
En realidad, la relación cercana que Batista había mantenido con los comunistas en las postrimerías de los años 30, y durante su cuatrienio en los 40, no era lo más importante. Lo principal era que, como claramente se puede leer en el intercambio epistolar mencionado más arriba, en el ejecutivo y la alta burocracia del Departamento de Estado daban por sentado que entre el creciente malestar popular ante el gobierno castrense, y las perturbaciones económicas que habrían de causar durante los próximos años los excedentes de azúcar producidos en la zafra de 1951-52, sin salida en un mercado mundial y americano ya abarrotado de antes, la situación en Cuba terminaría por salirse de control. Avizoraban un nuevo período de inestabilidad política y social en Cuba, y como daban por hecho que no estaba en sus manos evitarlo, decidieron que era más razonable el mantener cierta distancia. Para que luego no pudiera acusárselos de haber sido demasiado cercanos al gobierno al que todos en Cuba, y Estados Unidos, culparían de esa situación.
Sacado de contexto, el hecho de que el régimen batistiano haya llevado adelante un cierto rearme de sus fuerzas armadas, a partir de 1954, cabría ser interpretado en el sentido de que en el fondo la relación entre ambos gobiernos no pudo haber sido tan mala. Sin embargo, un enfoque menos tendencioso no puede pasar por alto dos hechos.
Es cierto, entre 1952 y finales de 1957 los americanos se mantuvieron como los suministradores de armas en exclusiva al ejército de Cuba. Pero no era, sin embargo, algo nuevo, ya que desde la Independencia las únicas armas importantes adquiridas por las autoridades oficiales de Cuba, fuera del mercado americano, habían sido 8 cañones franceses Schenider, de 75 mm durante el gobierno de José Miguel Gómez (durante la malograda expedición de Cayo Confites se habían comprado de manera no oficial algunas armas europeas, como subfusiles británicos Stein, que tras ser embargados pasaron al ejército de Cuba)
Tampoco se puede obviar que ese rearme se llevó adelante en lo esencial a resultas del Tratado de Asistencia Militar Recíproca Cuba-Estados Unidos, firmado por el gobierno auténtico-republicano del depuesto Carlos Prío tres días antes del Golpe, el 7 de marzo de 1952 (en el momento del Golpe se discutía un “Plan de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos de América para su Defensa Común”, engavetado el 14 de marzo por el Departamento de Estado, porque Washington no intentó revivirlo con el nuevo gobierno cubano). Y mucho menos se puede ignorar que el interés americano en dicho tratado no era el de fortalecer a la dictadura frente a su ciudadanía, en específico ante una supuesta amenaza interna comunista, inexistente entonces, sino poner al ejército cubano en capacidad de defender la Isla, y por tanto los accesos sureños de Estados Unidos, en cooperación con sus propias fuerzas armadas, en caso de una guerra generalizada contra el bloque comunista.
Que ese era en realidad el interés americano en el por demás muy limitado rearme cubano lo demuestra la actitud asumida por el gobierno de Estados Unidos en cuanto el régimen batistiano comenzó a usar esas armas para reprimir a la oposición. Actitud de la cual hablaremos más adelante, como el asunto central de este trabajo.
Es necesario explicar que Prío, consciente de la necesidad acabar de profesionalizar a unas instituciones armadas que no pasaban de gendarmes de republiqueta bananera, para así evitar futuros alzamientos de la tropa, promovió el tratado con Estados Unidos, e incluso la participación cubana en Corea. El mandatario intentaba combinar de ese modo su política en la defensa a nivel planetario de los valores liberales desafiados por la Unión Soviética, China y sus satélites, con la defensa de esos mismos valores frente a las fuerzas internas nacionales, sobre todo a la tradición autoritaria militarista del 4 de septiembre de 1933.
Si Grau se había propuesto evitar futuros alzamientos militares al fortalecer a la marina frente al ejército y la guardia rural, una solución ideada por Antonio Guiteras durante el Gobierno de los Cien Días, y al reemplazar a los mandos policiales probatistianos con figuras provenientes de los grupos armados revolucionarios sobrevivientes de la lucha contra Machado primero, y luego contra Batista, Prío prefirió usar con el ejército cubano un método semejante al que en los noventa emplearían los gobiernos chilenos de la Concertación Democrática para hacer lo mismo con el pinochetista: convertirlo en una institución orgullosa de su especialización técnica en la defensa de las fronteras del país, y de los valores liberales a los que esa especialización está necesariamente relacionada.
Prío, en esencia, se proponía sustituir a los sargentos batistianos que no pasaban de bravucones municipales, por una oficialidad con una altísima preparación para la técnica y la guerra contemporánea, orgullosa de esa preparación y comprometida con el estado de derecho democrático al que sabían necesariamente unida su especialización. Cabe imaginar lo muy diferente que hubiera sido la historia de este país de haber conseguido Carlos Hevia, ganador sin duda de la elección presidencial de junio de 1952, llevar adelante esos planes.
Al hablar de la compleja relación entre Washington y Batista, no puede descartarse el que una de las razones que indujeron a algunos miembros del ejército a apoyar el golpe, estuvo en la ya señalada intención de Prío de enviar un contingente de un batallón a Corea. Intención que hubiera podido hacerse realidad después de las elecciones de junio, y antes de que terminase el año. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el designado por la coalición en el gobierno para suceder a Prío era nada menos que su canciller, o sea, el hombre que, por haber estado a cargo de organizar los detalles de esa futura participación cubana en Corea, difícilmente podría esperarse no estuviera por completo a favor de ella.
La mayoría de la tropa y los suboficiales eran conscientes de no pasar de bravucones en uniforme. Sabían a sus formaciones militares en capacidad de mantener el orden fronteras adentro, pero no de defenderlas ante un ejército profesional. Ante la posibilidad de verse envueltos en una guerra de verdad, era inevitable esperar que apoyaran cualquier opción que sacara del poder a quien quisiera enviarlos a una en las antípodas, y muy de verdad, como la de Corea.
Los americanos estaban conscientes de ese estado de ánimo en el ejército, y de lo que en el mismo había calado la propaganda comunista en contra de la guerra, así que he aquí otra probable razón para su actitud reticente ante el régimen castrense.
En definitiva, fuera lo que fuera, con Batista ya no habría batallón cubano en Corea, porque la precaria situación del Batistato lo obligaba a no arriesgarse en ninguna aventura que pudiera movilizar en su contra tanto a la ciudadanía, como al ejército. Esa “deserción”, por supuesto, los americanos nunca la verían con buenos ojos. Y mucho menos podía resultarles agradable la noticia de que los planes de contar con unas fuerzas armadas en Cuba con cierta capacidad de enfrentar a las fuerzas del Bloque Comunista, en una guerra contemporánea, se esfumaban porque en esencia los revoltosos sargentos de Batista habían decidido no permitir semejante avance, que los dejaría sin sus estatus de bravucones nacionales.
No obstante, tras más de un año de reservas, hacia 1954 el nuevo gobierno americano de Eisenhower comenzó a liberar el armamento que habría de venderse o cederse, como parte del Tratado de Asistencia Recíproca. Gracias al mismo Cuba adquirió fusiles (no hemos conseguido precisar si Springfield o Garand), municiones para ellos, 15 bombarderos medios B-26, una veintena de cazas Mustangs para formar un escuadrón de persecución, radares y sonares para preparar a los barcos cubanos en la guerra antisubmarina, 8 reactores de entrenamiento T-33…
El proceso de entrega de estos últimos aviones es en sí una clara muestra más de que la relación, a más un año del golpe, no era lo que llamaríamos próxima. Los primeros T-33 arribaron a Cuba en junio de 1954, con la condición de que se pagara por todo el lote a continuación. Todavía en septiembre no se habían pagado, por lo que la fuerza aérea americana retuvo los restantes, y ordenó a su personal en la Isla que se hicieran cargo de los que ya estaban en ella. Mientras el Departamento de Estado enviaba una nota a las autoridades cubanas amenazando con desviar todo el lote, incluidos los que ya estaban en Cuba, hacia Perú, país al cual también se le había prometido suministrarle ese aparato. La administración batistiana se justificó en que debido a las elecciones próximas no se había podido disponer del dinero para el pago, e intento una prórroga de este, pero lo cierto es que los americanos no le entregaron ninguno de los aviones hasta pagar por todos.
Aunque en Cuba había barruntos de guerra civil desde mucho antes, no se declaró realmente hasta el levantamiento del 30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba, y el posterior desembarco de la expedición del Granma. Ocasión, la del levantamiento, en la cual el régimen batistiano usó vuelos rasantes de los T-33 para aterrar a la población. No hubo entonces bombardeos ni ataques a tierra, no obstante.
Ante la situación bélica a la vista casi de sus costas, en la prensa americana llovieron las acusaciones a la administración Eisenhower de estar alimentando el conflicto con sus entregas de armas al régimen batistiano. A las cuales acusaciones de poco valía responder con la verdad, de que las entregas no eran para su uso en el conflicto interno, sino para garantizar la defensa común ante la amenaza soviética, porque a Batista, a diferencia de a Franco, no parecía haber manera humana de hacerle entender tal distinción (Franco, por ejemplo, nunca usó el armamento donado por Estados Unidos en su guerra en el Sahara Español, lo que lo obligó a echar mano del obsoleto material recibido de la Alemania Nazi).
Se ha insistido en que Estados Unidos comenzaron su embargo de armas al ejército batistiano en marzo de 1958. Esto es un error. En realidad, hay constancia de que al menos ya desde noviembre de 1957 el gobierno americano había impedido la adquisición de material bélico pactado desde antes. Por ejemplo, los 13 reactores F-80 Shooting Star prometidos desde 1956, para que Cuba sustituyera a los P-51 Mustang, de su escuadrón de persecución, y bombas y otros materiales necesarios a la FAEC (Fuerza Aérea del Ejército de Cuba) para sus ataques a tierra. Incluso al parecer un número indeterminado de tanques Sherman habrían sido retenidos por uno u otro motivo desde octubre.
Desde el comienzo de la guerra civil los frecuentes asesinatos extrajudiciales de opositores, muchos de ellos adolescentes, y los desplazamientos forzosos, y cruentos, de la población civil en la Sierra Maestra por el ejército batistiano, habían tenido amplia cobertura en los medios de Estados Unidos, y en consecuencia le habían ganado a Batista la animadversión del público americano. Finalmente, ante la indignada reacción de la opinión pública americana por los ataques aéreos contra posiciones sublevadas dentro de la ciudad de Cienfuegos, durante la sublevación ocurrida allí el 5 de septiembre, y la posterior represión tras retomar el control las fuerzas batistianas, que dejó alrededor de 100 muertos, el gobierno americano decidió detener los envíos de manera temporal en noviembre. Al hacerse de manera tácita, y ambos gobiernos hacer como que no se daban por enterados, este corte preliminar no dejó evidencias documentales en la papelería desclasificada del Departamento de Estado, y mucho menos llegó a conocimiento de la prensa —solo hemos encontrado referencias en la transcripción de una posterior conversación telefónica que el periodista Herbert Matthews mantuvo con un alto funcionario del Departamento de Estado.
Dos meses después, en enero de 1958, por indicaciones desde Washington, el embajador en La Habana Earl Smith le hizo saber a Batista que no se pondrían trabas a las gestiones de su gobierno para comprar armamento en Estados Unidos, pero que su entrega dependería de la situación del país. Batista de inmediato restableció las garantías constitucionales.
Mas la situación en Cuba se volvió a deteriorar muy pronto, porque muchos no creían que con Batista en Palacio pudieran hacerse elecciones limpias, porque él no estaba dispuesto a simplemente hacerse a un lado, y porque en la oposición había algunos como Fidel Castro no dispuestos a aceptar ninguna solución que no los incluyera a ellos firmemente aferrados al poder. Por lo que, en respuesta a la decisión de Batista del 12 de marzo de 1958, de volver a suspender las garantías constitucionales, el 14 el gobierno americano impidió la entrega de 1950 fusiles Garand semiautomáticos, ya pagados por Cuba. Cuatro días después, el 18, en nota secreta, Washington le hizo saber a La Habana que ya no permitiría ninguna otra entrega de armas americanas a su país mientras la situación continuara como hasta ese momento.
La suspensión de entregas de armas al gobierno batistiano fue acompañada por la incautación de un importante alijo que las fuerzas fidelistas guardaban en Brownsville, Miami. Destinadas a equipar a quienes ocuparían las calles de La Habana el 9 de abril, como parte de la Huelga General convocada por el Movimiento 26 de julio para esa fecha.
Esta vez, a pesar del interés puesto en ello por la administración Eisenhower, no se consiguió conservar el secreto, y el 28 de marzo The New York Times informó de la reciente cancelación de un envío de fusiles al ejército de Cuba. El 4 de abril el mismo periódico, en un extenso reportaje, informó que esa cancelación era parte de una decisión más general del gobierno americano de no vender más material de guerra al gobierno de Batista, mientras en Cuba persistiera la situación de guerra civil.
Mantener el secreto era importante porque al hacerse público el embargo se resquebrajaría la moral de las fuerzas armadas del gobierno de Batista, a la vez de que importantes fuerzas políticas y económicas que hasta un instante antes lo apoyaban, lo abandonarían. La administración Eisenhower, que no deseaba convertirse en el más determinante actor en el cambio político dentro de Cuba, intentó por ello mantener el asunto secreto. Filtraciones en el Congreso lo hicieron imposible, sin embargo.
Es cierto, ese paso, de imponer un embargo, fue dado por la presión de la opinión pública americana, indignada por el uso que los militares batistianos hacían del material de guerra de Estados Unidos. Es indiscutible que esa animadversión del público americano a la larga hubiera impedido cualquier intento del ejecutivo para mantener a Batista en el poder con el apoyo directo de Estados Unidos, si esa hubiera sido su intención. Sin embargo, para ser justos, hay que admitir que no la era. No debe ignorarse que tanto la administración Truman, como a partir de enero de 1953 la Eisenhower, mucho antes de la reacción en la opinión pública de su país ante los crímenes del batistato, mantuvieron ambas una relación de cercanía distante hacia el régimen batistiano, la cual si en algún momento pareció más amistosa se debió solo a la amistad personal que el Embajador Earl Smith estableció con el dictador.
En cuanto a Batista, cabe afirmar que sobrestimó su capacidad de manipulador. Creyó que su juego de amenazar con acercarse a la URSS, como cuando gestionó la venta a Moscú de medio millón de toneladas de azúcar, en combinación con su esfuerzo propagandístico para presentar a sus opositores de comunistas, sobre todo a Fidel Castro, más temprano que tarde convencerían a los americanos de que él era su mejor opción en Cuba —ejemplo de esa intención manipuladora de Batista estuvo en nombrar un Buró de Represión Anticomunista (BRAC), que reprimió, torturó y mató a militantes de otras organizaciones, y muy raramente a algún que otro comunista.
En esta equívoca percepción de Batista fue determinante el embajador Smith, quien nunca le transmitió al gobernante cubano los pedidos del Departamento de Estado, de que diese pasos concretos, con la misma urgencia con que desde Washington se exigían. Por ejemplo, al reunirse el 16 de marzo con el canciller cubano, recargó las tintas en la justificación diplomática de que la suspensión de la venta de rifles tenía como causa el “intenso criticismo del Congreso y la prensa”, y no en la decisión en sí de no enviar un arma más mientras no hubiera una solución que, a esas alturas, solo podía venir de la salida de Batista, seguida por unas elecciones libres. Al presentar lo que no era más que un gesto elegante hacia alguien con quien no se quería romper por completo, como una disculpa entre compinches, permitió que en la matrera mentalidad del dictador, en la cual era factible gobernar contra la opinión pública —algo sin embargo impensable en Estados Unidos—, se formara la idea de que todo no pasaba más allá de una maniobra circunstancial, para acallar por unos días al público americano mientras miraba en otra dirección.
Sin duda el Departamento de Estado le pidió al embajador transmitiera las reafirmaciones de amistad dadas por él en dicha conversación con el canciller cubano. Solo que no con el calor con que casi seguramente cumplió con este encargo Earl Smith. Al hacerlo distorsionó el mensaje, y convirtió lo que solo se declaraba por diplomacia en lo fundamental del mensaje, mientras a su vez perdía fuerza el objetivo central de hacer entender a Batista la necesidad de su partida, y de la convocatoria a elecciones limpias.
Smith nunca le transmitió los mensajes a Batista con la urgencia que se emitían en Washington, y el dictador, que se creía un camaján capaz de embelecar ya no a los americanos, sino a la mismísima Divina Providencia, decidió seguir como hasta entonces. En ello influyó también la derrota estrepitosa de la huelga del 9 abril, solo unos días después, y la consecuente desarticulación de la guerrilla urbana.
Por lo pronto Batista tomó la decisión de lanzar una ofensiva contra las fuerzas de Fidel Castro en la Sierra Maestra. La cual habría de fracasar en gran medida por el pobre equipo que se le pudo suministrar a los nuevos batallones reclutados y preparados a la carrera, y por las carencias de recursos para ataques a tierra y bombardeos que, tras meses de suspensión, ya empezaba a sufrir la FAEC. Para que se tenga una idea: como reconoce en sus memorias de esa ofensiva el propio Fidel Castro, el batallón del ejército al mando del comandante Quevedo, cercado y destruido en el Jigüe, armado con fusiles de repetición Springfield y casi sin armas automáticas, tenía menor potencia de fuego que las fuerzas inferiores que lo atacaban desde mejores posiciones.
A posteriori de la derrota de la llamada Ofensiva de Verano, cuando Batista comprendió que los americanos ya no iban a echar atrás su decisión, a menos que él lograra propinar una contundente derrota a los alzados en las montañas —en las ciudades su control se mantenía indisputado tras la victoria de abril—, salió a comprar armamento en otros mercados: fusiles FAL en Bélgica, aviones Hawker Sea Fury en Gran Bretaña, tanquetas a Somoza y fusiles San Cristóbal y material para su aviación con Trujillo.
Mas luego de la derrota militar en la Sierra, tras ver que la decisión americana de suspender la venta de armas se mantenía por meses, señal que en Cuba todos interpretaron correctamente como un mensaje que Washington le enviaba al dictador para que abandonase el poder, la moral de su ejército, de sus seguidores y aliados, andaba por el suelo. Lo cual en definitiva determinó la caída del régimen batistiano a solo ocho meses y medio de decretarse el embargo de armas.
Para entender la influencia de la decisión americana de implantar un embargo de armas en la meteórica caída del régimen batistiano, basta con considerar la situación de la guerra civil para cuando en Cuba se comenzó a hacer de conocimiento público esa medida; la cual no fue informada en la prensa cubana a resultas de la suspensión de las garantías dictada el 12 de marzo, y que conllevaba la censura de los medios: La guerrilla urbana, El Llano, acababa de sufrir una aplastante derrota de la que ya nunca se recuperaría, sobre todo en La Habana, ya que en Santiago, desde el asesinato de Frank País, el 30 de julio de 1957, el régimen había conseguido poco a poco recuperar el control; por su parte la guerrilla rural en Oriente estaba muy lejos de controlar por completo la misma Sierra Maestra, y por su número no sobrepasaba el medio millar de hombres, enfrentados por demás a un ejército de 30 000 hombres, que todavía mantenía cierta moral combativa, lejos aún de la actitud posterior pasiva adoptada en los meses finales de la guerra, de encerrarse en sus cuarteles independientemente del tamaño de las fuerzas que los atacaban (serían comunes para entonces las agrupaciones de tres y cinco veces más asediados que atacantes). Fuera de Oriente había un núcleo guerrillero en las montañas del Escambray, pero su situación era todavía más precaria que la del Oriental, y a diferencia de este mantenía una posición pasiva, la cual solo cambió con la llegada de Ernesto Guevara a Las Villas al final de la guerra (el minúsculo cuartel de Güinía de Miranda se mantuvo hasta fines de octubre, desafiante en medio de las montañas, sin que ninguno de los tres grupos que allí operaban se atreviera a ponerlo bajo asedio, y ni tan siquiera a hostigarlo).
A mediados de abril de 1958, para cuando el ciudadano común o el seguidor de filas supo la noticia del embargo, la correlación de fuerzas era claramente favorable al régimen batistiano. Ergo, que solo ocho meses después este colapsara, solo se explica en el demoledor golpe que para el mismo significó la decisión americana de suspenderle la entrega de armas.
En primer lugar, erosionó la moral de las fuerzas armadas batistianas, al interpretar sus integrantes correctamente que el vecino del cual dependía la economía cubana, el principal aliado del país, sin cuyo apoyo ningún gobierno republicano desde la Independencia había durado más de 127 días, se los retiraba. En segundo forzó a enviar al asalto de la Sierra Maestra a soldados que en esencia iban armados con fusiles de repetición de 1893 (el Springfield M 1903 era en esencia una copia con licencia del Máuser 1893 español), sin más apoyo artillero que un puñado de morteros, una batería de ridículos obuses de 75 mm, o el cañón de cinco pulgadas de una fragata de la Marina, y sobre todo con una muy limitada cobertura aérea.
La consiguiente derrota de la Ofensiva de Verano hundió todavía más la moral del régimen, sobre todo de sus fuerzas armadas. De hecho, solo el efectivo control de las ciudades y del movimiento obrero por el régimen, además de la relativa bonanza económica, explican que ese colapso no se diera ya desde el verano. También debe tenerse en cuenta la intención de Fidel Castro de no hacer caer al régimen antes de haber desgastado, o poner bajo su control a todos los competidores del Llano, o del otro núcleo guerrillero que aun permanecían en la lucha. Y, sobre todo: antes de tener tras de sí a un ejército capaz de controlar el país tras el fin del régimen batistiano, lo que explica su insistencia en mantener en la Sierra Maestra a un desproporcionado número de reclutas, en la Columna Uno.
Lo que nos dicen los hechos y su análisis racional es que en el rápido triunfo de las fuerzas rebeldes, a poco más de dos años del inicio de la guerra civil, sobre un régimen con cierta base popular, control sobre los sindicatos, y sobre todo con el apoyo de unas instituciones armadas temidas por la población, y con cierta eficacia represiva, como lo demostraron en la lucha contra la guerrilla urbana y contra otros focos guerrilleros, fue decisiva la actitud que el gobierno de los Estados Unidos adoptó hacia el régimen batistiano desde el mismo 10 de marzo de 1952, pero sobre todo tras el 14 de marzo de 1958. De no haberse impuesto el embargo a la entrega de armamentos a partir de esa fecha, el régimen batistiano probablemente hubiera terminado por caer, tarde o temprano, antes de la muerte de Batista, pero seguramente nunca en ocho meses, y los actores de su caída habrían sido otros.
Porque contra unas tropas a las cuales no les hubiesen carcomido la moral combativa las noticias del distanciamiento entre los americanos y su Jefe, y hubieran tenido a su disposición armamento suficiente para sacar a napalm, bombazos y cañonazos a los rebeldes de sus trincheras, estos solo habrían podido sobrevivir si hubieran abandonado la guerra de posiciones, y dispersándose en pequeños grupos volvieran a la de guerrillas. Tal entrega del territorio defendido hubiera tenido el mismo efecto sobre la moral de los dos bandos contendientes, lo que a la inversa, que tuvo el lograrlo conservar en la realidad histórica. Si retenerlo había quebrado la de las fuerzas gubernamentales y convertido a los barbudos de Castro en mito, lo contrario habría envalentonado al ejército y convertido a los rebeldes en alzados, “bandoleros”, siempre a la defensiva. En cuanto a Fidel Castro, incluso de haber sobrevivido, que ya sabemos tenía una habilidad especial para lograrlo, hubiera vuelto a ocupar la misma posición dentro la oposición que tenía en enero de 1957: uno más, entre muchos, y no precisamente el más brillante.
Acerca de la posible permanencia de Batista en el poder, es necesario recordar que ya había conseguido controlar una situación mucho más complicada en 1935, cuando derrotó a la amplísima gama de movimientos y fuerzas políticas mejor estructuradas, y con mayor experiencia combativa, que lo enfrentaban entonces. Pero entonces tenía el firme apoyo de Estados Unidos, y de hecho su principal consejero era nada menos que el embajador Jefferson Caffery.
En una historia alternativa, sin perder el apoyo de Estados Unidos, y tras derrotar a Fidel Castro en la Ofensiva de Verano, Batista hubiera podido morir en el poder, como Somoza, y aquel muchachón barbudo seguramente habría terminado por morir en Miami, en algún ajuste de cuentas entre grupos rivales del exilio.
Otra fue la Historia, y en ello resultó decisiva la actitud de Estados Unidos hacia el régimen surgido del 10 de marzo. Pero sobre todo una medida de embargo de armas tomada no en los últimos meses de ese régimen, sino una medida que lo acortó de tal manera que ya después de ella no hubo mucho más tiempo para el batistato.
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano No 2
El periodista Salvador Díaz Versón quién había ocupado un alto cargo policial en uno de los gobiernos auténticos tenía en su poder los expedientes de la Liga Anticomunista donde estaban depositados muchos años de investigación sobre los comunistas en Cuba y fuera de Cuba. El expediente A-943 correspondía a Fidel Castro Ruz y en él se reflejaba que Fidel Castro había comenzado a trabajar para la Unión Soviética en 1943 y que en su reclutamiento y entrenamiento había desempeñado un importante papel un diplomático supuestamente llamado Gomer Bashirov, En el expediente también habían fotos y documentos que que evidenciaban su conexión con Moscú. Después del triunfo de la Revolución y concretamente tan cercano como el 23 de enero de 1959 se requisaron los archivos que estaban, si mal no recuerdo haber leido, en la casa de Salvador Díaz Versón en Cojimar. Una carta de Fidel Castro dirigida a Abelardo Adán en Praga que fue interceptada por Salvador Díaz Versón decía: ¨ Nuestro amigo me dijo que me mantiene reservado para mayores esfuerzos y que no debo quemarme viajando ahora. Ellos tienen un plan en el cual yo seré el eje que se implementara muypronto. Es posible que entonces volvamos a vernos sin temor al imperialismo yanqui¨. La información de casi todo lo que está en este párrafo están en las páginas 777 y 778 del excelente libro (aunque no coincido en algunas interpretaciones que aparecen en él) titulado La Verdadera República de Cuba , del Dr.Andrés Cao Mendiguren.
- El desarrollo de planes arroceros en Cuba, pues afectaba a los intereses de los arroceros norteamericanos de la cuenca del Mississippi. Cuba llegó a exportar arroz. El Paln de Alonso de Rojas, Pinar del Río, fue uno de ellos.
- La decisión de construir un molino de harina en Santiago de Cuba que le quitaba el monopolio al molino ubicado de La Habana, que era de propiedad norteamericana.
- El desarrollo en Cuba de la industria de aceites vegetales, pues afectaba a los exportadores norteamericanos de manteca o grasa de cerdo, la cual no era consumida por los norteamericanos.
- Ventajaseconómicas a una planta de Niquel, de la cual Batista era uno de sus accionistas, que perjudicaba a la otra planta que existía en el país, la cual era norteamericana.
- Cuando se fue a renovar el parque de ferrocarriles, que estaban nacionalizados, las locomotoras se las compraron a los alemanes en lugar de comprárselas a la norteamericana General Motors,
- El papel de la prensa cubana se compraba a Estados Unidos, lo cual fue afectado cuando Cuba instaló varias papeleras que usaban bagazo de caña como materia prima.
- Se iba a llevar a cabo una revisión de las tarifas proteccionistas que perjudicaría a los Estados Unidos.
- Planes para producir materias en Cuba que hasta el momento eran compradas fundamentalmente a los Estados Unidos; uno de esos materiales era el cemento. Dos marcas de cemento que recuerdo eran Santa Teresa y El Morro.
- Una compañía norteamericana cuyo presidente era hermano del entonces Presidente de los Estados Unidos Dwight Einsehower hizo gestiones para que la obra del túnel de la bahía de La Habanase la adjudicaran a su compañía, pero Batista se opuso a esas gestiones y la puso en licitación para que el proyecto mejor y más barato fuera el escogido. Una compañía francesa se ganó la obra.
Ya durante el gobierno del Presidente Gerardo Machado y Morales se llevaron a cabo sanciones norteamericanas contra el gobierno de Machado por este llevar a cabo una política para desarrollar la industria nacional en Cuba. La Ley Arancelaria de 1927 emitida por el gobierno de Machado afectaba a muchos intereses norteamericanos, los cuales usando a sus lobbystas promovieron sanciones del gobierno de los EE.UU. contra el gobierno de Gerardo Machado en el marco de la Gran Depresión de 1929 que tuvo un alcance mundial y de la cual solamente se salió por el desarrollo de la industria de armamentos durante la II Guerra Mundial.
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano No. 3
Se dice frecuentemente que sin el Golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952, no hubiera existido un Fidel Castro con la Robolución de la cual se apropió dando ¨golpes de Estado¨ dentro de la mayoría de las fuerzas antibatistianas; realmente el Golpe de Batista del 10 de Marzo de 1952 fue el motivo y no la causa. Las causas fueron: 1) El apego del pueblo cubano al caudillismo 2) el irrespeto (infundado o bien fundado) a las instituciones del Estado, del gobierno y de la República, incluyendo las Constituciones 3) Tener a la violencia y/o a las Revoluciónes (con más o menos sangre vertida) como las vías heroica y expeditas para lograr los objetivos, los cuales pueden ya ser sublimes o perversos llegando a ver a las Revoluciones como ¨fuente de Derechos¨. Veamos una relación de algunos fallidos intentos de Golpes de Estado que fueron antecedentes relativamentes recientes respecto al sí exitoso y casi incruento Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.
El periodista Castrista, ya fallecido, Luis Báez escribe en su artículo Estábamos equivocados (II Parte) lo siguiente:
¨¿Cuáles cree que fueron sus antecedentes?
En los años anteriores habían ocurrido varias conspiraciones, conspiraciones no faltaron: Pedraza el 4 de febrero de 1941 contra Batista que había tomado posesión de la presidencia apenas cuatro meses antes; la conspiración del "Cepillo de Dientes" valga el nombre; es el caso de Pedraza en marzo de 1945 contra Grau, donde fue encarcelado un grupo de oficiales y Pedraza cumplió sanción en la Cabaña; la conspiración del "Mulo Muerto", son nombres de la prensa un poco haciendo burlas de las conspiraciones; en el 1946 la "Capa Negra"; también en el 1946 las denuncias del periódico Hoy donde daba a conocer un proyecto de golpe de Estado contra Grau, para que el vicepresidente Raúl de Cárdenas, que estaba en ese momento casualmente en México, ocupara la Presidencia; en el 1947 tuvo lugar la conspiración poco conocida de Eugenio Sosa, que fue editor del Diario de la Marina, organizada desde los Estados Unidos, la conspiración de New Orleans, para la que contrató una fuerza mercenaria, hecho descubierto y desmantelado por las autoridades de los Estados Unidos.¨
En el artículo Los dos golpes del 10 de marzo del periodista oficialista Ciro Bianchi Ross se leen estos fragmentos:
En varias ocasiones hemos aludido en esta página a los dos golpes de Estado del 10 de marzo de 1952, hace 60 años. El primero, el de un grupo de jóvenes oficiales, encabezados por el capitán Jorge García Tuñón, que derrocó al presidente Carlos Prío, y el segundo, el del ex general Fulgencio Batista contra esos jóvenes militares.
......
......
......
Unas horas después, al mediodía del 10 de marzo, la situación era otra. Recordaba Ortega: «Los papeles cambiaron y los oficiales jóvenes, incluido el capitán García Tuñón, terminan arrinconados». El historiador Briones Montoto, en su libro General regreso, escribe por su parte: «A partir de ese momento, Batista es el que controla el golpe. Fue una maniobra muy bien realizada y con mucho sentido, porque lo que había comenzado como un golpe de unos militares insatisfechos con un jefe civil, Batista lo convirtió en un golpe de Batista. Y a partir de ese momento empezó a decidirlo todo».
Diría el mismo García Tuñón en una entrevista que concedió a la revista Réplica, de Miami, en marzo de 1972:
«Dimos el golpe por la madrugada. Batista quedó confinado en una oficina del edificio del Regimiento. El mando en Columbia lo teníamos los militares. Pero en casos como estos, por mucho que se haga, siempre hay presente alguna desorganización. Batista logró enviar a un capitán a distintas postas para que ordenara a sus jefes que permitieran la entrada de civiles al campamento. Cuando vinimos a ver miles de ellos estaban por toda la base militar dando vivas a Batista, confraternizando con los soldados y hasta bailando congas… El mando se nos fue de las manos.
«Lo que se nos ocurrió en el momento fue transmitir una orden por los amplificadores para que los soldados se presentaran ante los jefes de compañías a fin de que inscribieran sus nombres para los ascensos que se estaban estudiando. Cinco minutos después todos estaban en sus respectivas compañías y dimos órdenes a los jefes que las formaran para restablecer el mando… Mientras tanto, Batista había salido de la oficina donde lo teníamos y al frente de la muchedumbre de civiles que se había infiltrado en el campamento recorría las postas y compañías donde era aplaudido por los soldados, pues estaba dando la sensación de que el golpe era obra suya y que él era el jefe… Este fue el segundo golpe del 10 de marzo, dirigido contra los que habíamos conspirado con él».
Hay fuentes Batistianas que plantean que el Presidente Dr. Carlos Prío Socarrás quería dar él un Golpe de Estado. Una de esa fuente es el Dr. Anselmo Alliegro según se puede leer en la sección En Cuba de la revista Bohemia del 13 de abril de 1952, la cual puede también leerse haciendo clicl en la imagen de Bohemia Sin Censura que se encuentra la sección derecha de este blog Baracutey Cubano:
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0) Fragmento de la prensa Castrista tomado recientemente por mí de la Internet; quizás escrito por el periodista Ciro Bianchi pero no lo aseguro.
Fotos relativas al Golpe del 10 de Marzo de 1952 tomadas de la revista Bohemia y dos del periódico Alerta:
1) Una de las denuncias de corrupción al gobierno del Dr. Carlos Prío Socarrás. El denunciante: Fidel Castro Ruz, superaria descomunalmente la corrupción de cualquier otro Presidente, mandatario, empresario, etc., de la República de Cuba antes de 1959. La denuncia es del 4 de marzp de 1952, sólo 5 días antes del Golpe de Estado.
2) Algunos de los que fraguaron el Golpe del 10 de Marzo de 1952:
Pese a lo que dice el el pie de foto de Bohemia, en una de las fuentes consultadas se dice que al capitán Pilar García, quien participaba en el golpe ¨manu militari¨ se le dio la misión de tomar al coronel Eulogio Cantillo, pero este huyó por una ventana y se refugió en la jefatura de la Aviación, que tenía bajo su mando. Luis Báez en su artículo ya citado escribe: ¨El Capitán Jorge García Tuñón era líder de ese movimiento que permitió que Batista asumiera el poder. Él, Luis Robaina, que era capitán en Columbia; Juan Rojas, que era capitán Jefe de una compañía también Columbia; Capitán Dámaso Sogo, que era el Oficial de Guardia en Columbia ese día; el primer teniente Pedro Rodríguez Avila y un grupo más cuyos nombres no es necesario mencionarlos, fueron la base de la acción realilzada el 10 de marzo. Más que eso, este grupo pronto se dio cuenta de que Batista, más hábil, más ladino, más experimentado les había dado un golpe de estado a ellos.¨ En ese artículo de Báez se lee que el tuvo acceso a un documento de 25 militares complotados en el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 donde afirman que después de ya comenzado el Golpe, Batista por sus maneras e influencias se apropión del Golpe trayendo civiles a Columbia y a viejos militares de su confianza.
3) Pequeños y aislados disturbios en La Habana por el Golpe del 10 de Marzo de 1952:
6) 4 de abril de 1952: Jura del Estatuto Constitucional que sustituiría hasta el 24 de febrero de 1955 la Constitución de 1940, fecha en que Batista tomó posesión como Presidente Constitucional después de las elecciones generales y multipartidistas del 3 de noviembre de 1954. Al Estatuto Constitucional se le llama muy frecuentemente en plural: Estatutos Constitucionales o Ley constitucional de 1952 y fué reformada en dos oportunidades antes de operarse el tránsito hacia la Constitución de 1940.
En la página 108 (la página 92 según el texto pdf) de El Imperio de la Ley en Cuba de la COMISION INTERNACIONAL DE JURISTAS, GINEBRA, escrito en 1962 se lee:
¨La ley constitucional de 1952 disponía en su Art. 256, de acuerdo con la modificación que se le hiciera por Decreto Ley No. 1133, del 30 de octubre de 1953 (G.O. 6 noviembre de 1953, Edic. Extr. No. 90) que la Constitución de 1940 sería restablecida a partir de la fecha en que tomara posesión del mando el presidente electo. Las elecciones presidenciales se celebraron el día 3 de noviembre de 1954, resultando electo Fulgencio Batista... Automáticamente, en virtud de la citada cláusula de tránsito constitucional, comenzó a regir nuevamente la Constitución de 1940.¨. Andrés Domingo y Morales del Castillo había sustituido a Batista como mandatario para que Batista participara en las elecciones de noviembre de 1954.
Es muy umportante señalar que pese al ex Presidente Ramón Grau San Martín líder del del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) ´o PRC(A) se fue al retraimiento dos días antes de las elecciones generales de noviembre de 1954, 18 senadores y 16 representantes auténticos resultaron electos. El historiador Manuel Márquez Sterling (al que no se le puede endilgar el adjetivo de batistiano) plantea que Grau San Martín tenía una buena intención de voto para la Presidencia, pero no la suficiente para ganar la Presidencia. A Ramón Grau San Martín se le llamaba ¨El Mesías¨ y ni siquiera en las elecciones de 1958, enfermo sentado en silla de ruedas y anciano, le dio paso a otras figuras de ese partido político (ejemplo: Carlos Hevia) para que aspiraran a la Presidencia de Cuba. Mario Salabarría en una entrevista hecha por el historiador Antonio de la Cova planteó, en la página 5, que cuando los sucesos de Orfila (segunda mitad de los años 40 del pasado siglo) el Presidente Grau estaba pasando una de sus crisis de memoria. En la página 5 de esa entrevista se lee: ¨... Eso fue cuando lo de Orfila y Cayo Confites. Eso nadie lo sabe, porque son cosas que nadie las ha comentado. Además, Grau tenía a veces pérdida de memoria, lo que muy poca gente sabe. Por ejemplo, él estaba leyendo un libro y cuando le daba eso marcaba el libro para no olvidarse. Grau estuvo como cuatro días con pérdida de memoria total...¨
Yo lo que le estaba comentando antes de Prío no era que Prío de ninguna manera hubiera conspirado con Batista o tomaba a Batista en consideración para un golpe, si no que Prío, con oficiales militares afines a él...
“Es decir, que Batista se le hubiera anticipado.”
Es correcto.
“Le hubieran dado un golpe de mano, como se dice.”
Exacto.
“Batista trató de justificarse diciendo que Prío iba a dar un golpe de estado con un grupo militar. Yo no tengo informaciones al respecto. Mi criterio es que lo que hizo Prío fue dejarse dar el golpe de estado de Batista.”
(El Senador Fulgencio Batista en el Campamento Militar de Columbia el 10 de marzo de 1932)
- Rubén Batista: Sí, muchos. Había posiblemente más de dos movimientos. Según algunas personas con las que yo he hablado y que conocían el proceso desde dentro, había tres. Uno que se inició en la Escuela Superior de Guerra por un grupo de oficiales que estaba en contacto con el profesor Rafael García Bárcena. Cuando se crea la Escuela Superior de Guerra en tiempos de Grau, se invita a una serie de profesores a colaborar. Se convoca a Herminio Portell Vilá, a Roberto Agramonte, a Rafael García Bárcena y otros. Según me han contado, hubo un momento inicial tras las elecciones del `48, donde gana Carlos Prío, en que ya hubo cierto movimiento subversivo a favor de Chibás; que había quedado en tercer lugar en los votos, muy por detrás del Dr. Ricardo Núñez Portuondo.
Este mismo grupo intervino en la facilitación de la destitución del jefe del ejército General Pérez Gámera. Ese grupo, donde tengo entendido que estaba el Coronel Barquín, y otros que llamaban “el trust del cerebro” por enrolar a una serie de profesores de la Escuela Superior de Guerra, llegó a ser bastante fuerte. De ahí se desprende otro grupo que lo liderea el entonces capitán Jorge García Tuñón. Este era también un militar de preparación, que inclusive venía de una familia castrense anterior al 4 de septiembre. Es decir, que venía del viejo ejército, de una tradición. Luego también se úne al grupo que quería a Batista como líder. Y había otra disidencia más, que era independiente a Batista en sus orígenes, aunque después se vincularon, ya que buscaban un líder civil; los instigadores de este movimiento eran Colacho Pérez, un civil pero de origen “revolucionario”, miembro del ABC (al que Batista perteneció siendo joven) y que por los contactos que tenía pudo hacer una serie de relaciones significativas en el ejército, y otra figura importante, que es el Coronel retirado de la marina José Rodríguez Calderón. Para mí estas llegaron a ser las figuras más importantes en el golpe de estado. Además de Salas Cañizares (quien llegaría a ser jefe de la policía) que controlaba las perseguidoras y la motorizada. Hay otra serie de personajes a destacar, muchos de ellos retirados, como el Capitán retirado Díaz Tamayo, que también era de la Escuela Superior de Guerra, y el General retirado Francisco Tabernilla Dolz, que era un hombre que tenía mucho prestigio, un oficial graduado de la primera escuela de cadetes del ejército en el año 1917 o `18. Tabernilla era un hombre que tenía mucha simpatía sobre todo en la Cabaña, es decir, en el regimiento de artillería, que junto a Columbia (donde estaban los tanques y la infantería) era la otra plaza militar fuerte de La Habana. Dentro de Columbia hubo también militares simpatizantes; entre los cuales estaban los capitanes Robaina, Rojas, Sogo y otros.
Sobre la historia del 10 de marzo hay cartas cruzadas importantes, ya en el exilio, entre papá y el coronel Cruz Vidal, que hemos donado a la Universidad de Miami, aunque yo tengo copia. Ramón Cruz Vidal era un soldado del 4 de septiembre, que aparece en todos los libros como uno de los principales de ese movimiento. Batista hace un prólogo a un libro de este señor donde señala que en las vísperas del golpe de estado había una crisis; y que sin crisis institucional no hubiera existido un 10 de marzo. Había descontento, y muchos apoyaron a Batista no por batistianos sino por descontentos.
¨. Como ya sabes y te lo adjunto de nuevo, el golpe de estado nunca fue organizado por Batista. Fueron los tres profesores ortodoxos de la Escuela Superior de Guerra quienes con la aprobación de Eduardo Chibás lo organizaron con la ayuda dentro de Columbia del Capt. García Tuñon. Chibás lo encabezaría como líder populista que los militares necesitaban para evitar el derramamiento de sangre pero cuando ve que su popularidad aumenta a nivel electoral, decide no apoyar el golpe y dice a los tres profesores que lo detengan. Ellos lo hicieron pero García Tuñón no pudo detenerlo con los oficiales dentro de Columbia y exigieron se buscara otro líder populista. Escogieron todos ellos a Batista que rechazó encabezarlo a pesar que Carlos Prío le mandó un mensaje con el Dr. Juan J. Remos que él estaba listo para entregar su mandato a los militares por haber perdido autoridad y por la infiltración comunista dentro del Partido Ortodoxo. En la última visita que García Tuñón hace a Batista en Kuquine en Febrero de 1952 (después del asesinato del Dr. Alejo Cossío del Pino), éste le dijo que con él o sin él los militares darían el golpe. Es ahí donde Batista acepta ponerse al frente. Es el 7 de marzo de 1952 donde Rubén y yo estamos comiendo en casa de su hermana Mirta con Batista, cuando llegan tres personas, el General habla con ellos 5 minutos, y después nos enteramos que ese día fue que se decidió el golpe el día 10. Nos enteramos después que los tres visitantes fueron Colacho Pérez, Rodríguez Calderón y García Tuñón.¨
(Carlos Prío Socarrás, Ramón Grau San Martín y Carlos Hevia)
Volvamos al débil rechazo al Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952: La noticia, cierta o no, de los planes de Eufemio Fernández de atentar con morteros contra Batista y su familia en la casa familiar de la finca Kuquine y otras noticias y rumores similares, ficticios o reales, sembraron en el pueblo, dado el culto al caudillismo que siempre hemos tenido como pueblo, la necesidad de un ¨hombre fuerte ¨que disciplinara o ¨metiera en cintura ¨ al país. Ese hombre para muchos era Batista, que lo había demostrado ser en la década de los años 30s, con la ayuda de José Eleuterio Pedraza)cuando la Revolución del 33 nos había dejado un país con una abundante presencia de terroristas y pistoleros políticos. Para más elementos a su favor, Batista había estado de acuerdo en llamar a una Constituyente y después de haber sido elegido Presidente y ejercido como tal durante 4 años sin grandes escándalos o críticas a su gestión de gobierno de 1940 a 1944, había dejado el poder sin objección alguna, a la oposición politica.
En el artículo Cuba: El golpe de estado del 10 de marzo de 1952, Pedro Simeón escribe:
¨ La Universidad se convirtió en tribuna y centro de fermento insurreccional. Las asociaciones de banqueros, colonos, hacendados y otras entidades económicas o sociales ofrecieron respaldo al gobierno de facto. Los dirigentes políticos, unos se hicieron cómplices del asalto, algunos esperaron semanas para comprometerse, y muchos otros hicieron el papel de leales oposicionistas, prestándose a farsas electorales. Los partidos políticos no tuvieron ni la menor capacidad para erguirse con dignidad. Algunos activistas se pusieron bajo la protección de personeros del gobierno de facto y por suerte para su personal destino, estuvieron a punto de ingresar en un Consejo Consultivo creado por nombramiento. La presión de amigos lo impidió, lo que les permitió participar en la lucha insurreccional que se avecinaba de forma protagónica. El partido comunista envió una comisión al campamento militar de Columbia para entrevistarse con el Gral. Batista, integrada entre otros por Blas Roca, Salvador García Agüero y Lázaro Peña al objeto de ofrecer la colaboración del Partido al gobierno golpista. La gestión fue de inmediato neutralizada por el Embajador Norteamericano que le comunicó al general que todo acuerdo tendría por consecuencia el no reconocimiento de su gobierno por Estados Unidos. No obstante el nuevo régimen, estableció un concordato de tolerancia. Los sindicatos en su gran mayoría se plegaron en pocas horas al nuevo gobierno. La Iglesia en la voz del Cardenal Arteaga felicito a Batista por el exitoso asalto.
Los grandes partidos auténticos y ortodoxos se fraccionaron dedicando sus energías mayores a la lucha por el liderazgo, más que al enfrentamiento a la dictadura que surgía. ¨
(En la foto al lado de la famosa escritora Zoé Valdés tomándola de la mano se encuentra el pintor Waldo Díaz-Balart en una exposición de pinturas de Zoé Valdés; detrás se encuentra Frank Díaz-Balart, hermano de Waldo)
Batista y algunos de sus cercanos colaboradores querían convocar a elecciones lo antes posible para mostrar sus intenciones democráticas; otros de sus cercanos colaboradores le aconsejaban a Batista que esperara a que la Oposición política le pidiera convocar a elecciones. Batista se inclinó por la primera variante y convocó a elecciones para noviembre de 1954; la oposición al ver que se acercaban las elecciones y no tenían posibilidad de ganar se fue al retraimiento; Ramón Grau San Martín fue el último al irse al retraimiento dos días antes de las elecciones donde no tenía ninguna posibilidad de ganar según Manuel Márquez-Sterling que es el historiador de la fuente (2) que veremos en el siguiente fragmento extraido de Wikipedia. Manuel Márquez-Sterling está muy lejos de haber sido, o ser, un simpatizante de Batista, al ser el hijo de Carlos Márquez Sterling el oponente más fuerte que tenía el candidato oficialist a Andrés Rivero Agüero en las elecciones del 3 de noviembre de 1958 y haber sido un crítico y opositor político a Batista
Los resultados de esas elecciones de 1954 fueron:
Las elecciones presidenciales de Cuba de 1954 se llevaron a cabo el 1 de noviembre de ese año (1). Fulgencio Batista fue elegido presidente de la República para el período 1955-1959.
A lo largo de 1954 hubo algunos intentos de sabotaje al proceso electoral, incluyendo un complot organizado por el ex presidente Carlos Prío Socarrás y su ex Secretario de Educación. Durante la campaña electoral, Ramón Grau mostraba una importante intención de votos, pero no la suficiente para triunfar (2).Los abstencionistas, que en general apoyaban a Prio, los Ortodoxos y los Comunistas boicoteaban los actos de Grau, irrumpiendo en los mismos con consignas revolucionarias. Los actos de Batista, por el contrario, se desarrollaban sin disturbios (2).
El ex presidente Grau, sospechando que Batista cometería fraude, renunció a su candidatura dos días antes de los comicios. Batista fue entonces elegido presidente sin oposición. La participación se redujo a un 52,6% frente al 79,5% de las elecciones de 1948 (3).
(1)Aquel 30 de septiembre de 1954 Juventud Rebelde, 29 de noviembre de 2009.
(2) Cuba 1952-1959: The True Story of Castro's Rise to Power . Manuel Márquez-Sterling. Páginas 56-57. ISBN 978-0-615-31856-1
(3) Cuba: order and revolution. Jorge I. Domínguez. Página 124. ISBN 0-674-17925-0
(Multitudes en rally electoral en apoyo a Batista para las elecciones de 1954 1954)
Tipo de elección General
Demografía electoral
Población 6,424,173
Habitantes inscritos 3,129,699
Votantes 1,639,962
Participación 52.4 %
Resultados:
Fulgencio Batista – Acción Unitaria
Votos 1,451,753 88.52 %
Ramón Grau – Partido Auténtico
Votos 188,209 11.48 %
En enero de 1958 Fulgencio Batista había restaurado después de un breve tiempo, las garantías Constitucionales en el país pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y funcionario del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en los años ochenta del pasado siglo XX, años en que fue publicado dicho libro en Cuba; libro prologado por Carlos Rafael Rodríguez), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que conllevó a una nueva imagen de su régimen y a una posible solución no violenta a la situación política del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:
Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling en http://cuba1952-1959.blogspot.com : que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde.
Este manifiesto (lo pueden leer en idioma Inglés AQUÍ) ) prohibia los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo, decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto contrarrevolucionario. A los que que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los tribunales se les ordenó a renunciar. A los militares se les advirtió que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente diera su apoyo a la campaña de exterminiar a todos aquellos que sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.
Sobre la oposición al gobierno de Fulgencio Batista (el cual como ya vimos había sido elegido en las elecciones pluripartidistas del 1 de noviembre de 1954 según los códigos electorales por el que fue elegido constitucionalmente en 1940; señalo que para mí fue un gran error de Batista postularse) hay que tener el conocimiento y en cuenta que los líderes del Partido Ortodoxo y del Partido Auténtico (los dos partidos políticos mayoritarios en Cuba en ese momento) se había reunido y unido en Montreal para darle una salida política al régimen de facto de Fulgencio Batista después de dicho golpe de Estado. El Pacto de Montreal era un peligro para las aspiraciones de Fidel Castro, el cual tenía tristes experiencias en los procesos electorales estudiantiles y dentro del Partido Ortodoxo. Esa situación compulsó a Castro a hacer el ataque al Cuartel Moncada y así salir a la palestra política nacional como una figura significativa y descollante aunque eso se llevara a cabo mediante un gran número de mártires por lo descabellado del plan de ataque a la segunda fortaleza militar del país.
Vista Parcial del acto de desagravio a Batista efectuado en abril de 1957 por el ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 por la Organización Auténtica (36 atacantes) y el Directorio Revolucionario (8 atacantes).
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Hay que tener claro que una muy pequeña minoría del pueblo cubano se enfrentó decididamente al régimen de Batista y una muy pequeña minoría defendió decididamente al régimen de Batista. La gran mayoría del pueblo cubano se cruzó de brazos y al triunfar se fue con los vencedores, como lo han hecho muchos pueblos en la Historia, ya que el derrotado no era peligroso. La alegría de gran parte del pueblo cubano al triunfar la Revolución fue porque erróneamente creyeron (en parte por la falsa propaganda de Fidel Castro) que se acabarían los atentados terroristas revolucionarios en tiendas, cines, cabarets, establecimientos comerciales, tiroteos y las consecuentes víctimas mortales, así como los muertos producto de la represión policial a ese terrorismo revolucionario que por la independencia que siempre tuvo el Poder Judicial durante el régimen de Fulgencio Batista ya que muchos autores de ese terror revolucionario era presentados a los tribunales civiles mediante el recurso de habeas corpus, y posteriormente salián mediante fianza a la calle y de ahí a la clandestinidad urbana, al aeropuerto o a las guerrillas en el campo cubano.
Otras personas afirman que fue el día 9 de marzo el día en que Batista se decidió, cuando en el viaje de regreso de Matanzas para La Habana, Colacho lo conminó a encabezar el Golpe u otra persona lo encabezaría. Quizás, ESTOY ESPECULANDO, Batista pensó que José Eleuterio Pedraza pudiera ser una de esas personas, pues Pedraza (su gran amigo y dura mano derecha en la represión a los ¨gatillo alegre¨ y terroristas del TNT o ¨laborantes¨ de parte de los años 30 del pasado siglo) intentó darle un golpe de Estado cuando él, Batista, fue Presidente Constitucional en el período 1940-1944.
El cuñado de Batista el Coronel Roberto Fernández Miranda ha narrado como Batista estaba opuesto a un golpe de Estado y que él, Roberto, fue el primero que se sorprendió al conocer del Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y la participación de Batista.
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