viernes, julio 11, 2025

Una Investigación de Casa Palanca en Cuba. La Privatización Silenciosa. Prácticas de corrupción en el actual Sistema Nacional de Salud Cubano. Dr. Antonio Guedes: La Sanidad Silenciada; artículo sobre la Salud en Cuba antes de 1959.

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Para leer de manera íntegra la extensa y profunda investigación de Casa Palanca sobre La Privatización Silenciosa. Prácticas de corrupción en el Sistema Nacional de Salud Cubano, haga click encima del título de la investigación

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Tomado de https://www.casapalanca.org/

Salarios mensuales  mínimos y promedio en Cuba 2025

Informes de la ONEI señalan que el salario mínimo en Cuba está fijado en 2.100 CUP (5,45 USD), mientras que el salario promedio mensual de 2024 fue de 5.839 CUP  (15,16 USD). Las jubilaciones, por su parte, no superan los 2.000 CUP (5,19 USD) en promedio.

Se estima que dos personas de un núcleo familiar necesitan casi ocho salarios promedios y más de 29 jubilaciones mínimas para cubrir los gastos básicos de manutención.





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La sanidad y los hospitales cubanos en la República

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Datos que echan por tierra el intento castrista de borrar la historia de la salud y la medicina cubanas antes de 1959.

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El hoy desaparecido Hospital Pediátrico de La Habana fue el mayor hospital infantil de toda América Latina; fue construido por el gobierno de Gerardo Machado y Morales. Fotos y comentarios añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano

Por Dimas Castellano

La Habana

11 de junio  2025 

En 1902, al término de la ocupación norteamericana, el estado de la Salud Pública en Cuba era muy superior al que existía al concluir la Guerra de Independencia en 1898.

De la etapa de ocupación, la República heredó una eficiente estructura organizacional: una red de hospitales públicos, privados, mutualistas y casas de socorro, programas para el tratamiento de enfermedades infecciosas, instituciones investigativas, escuelas de enfermería y de cirugía dental, un cuerpo de médicos de altísimo nivel y un estado de higienización avanzado. Sobre esa base se erigieron nuevas asociaciones e instituciones, gracias a las cuales Cuba se ubicó entre los países más avanzados de América Latina.

Asociaciones cívicas e instituciones

Una reducida muestra de las nuevas asociaciones e instituciones surgidas basta para desmontar la narrativa totalitarista en su intento de borrar la obra precedente en materia de salud: la Secretaría de Sanidad y Beneficencia (primer ministerio de Salud Pública de Cuba y en el mundo, 1909); el servicio oncológico del Hospital Reina de las Mercedes (1920); la Federación Médica de Cuba, la Liga Contra el Cáncer y el Instituto del Cáncer, primero de su tipo en Cuba (1925); el Servicio de Oftalmología del Hospital Calixto García (1926); la Sociedad Cubana de Cancerología (1934); los seguros sociales como derechos de los trabajadores (1940); un Servicio Técnico de Salubridad encargado de las estadísticas, los productos biológicos, la investigación, y la sanidad (1936); la Corporación Nacional de Asistencia Pública, el Consejo Nacional de Tuberculosis, el Instituto Técnico de Salubridad Rural, el Centro de Orientación Infantil, y el Patronato para la Protección de la Sífilis y otras enfermedades (1936); la sociedad de Tisiología, para divulgar los avances de la especialidad (1940); la celebración del IV Congreso Panamericano de Tuberculosis con la participación de 750 médicos cubanos y 150 extranjeros (1945); la Sociedad de Neumología (1950); la Liga Contra la Ceguera (1951), y el hospital (1958), actual Pando Ferrer.

Centros asistenciales

Entre 1906 y 1954 se inauguraron: la Asociación Canaria de Beneficencia, Instrucción y Recreo de la Habana (Quinta Canaria); el Sanatorio Antituberculoso La Esperanza; el Centro Castellano; el Hospital de Emergencia en Centro Habana; el Hospital General Calixto García (antiguo Alfonso XIII); el Hospital Hijas de Galicia (actual Hospital Miguel Enríquez); el Leprosorio de San Lázaro; el Preventorio de salud José Martí para niños tuberculosos; el Hospital de Emergencias (1909), trasladado en 1920 al moderno edificio de Carlos III (primer hospital monumental de La Habana); la Casa de Salud, Quinta Santa Teresa de Jesús; el Hospital Militar de Columbia; el Hospital de Maternidad América Arias; el Pediátrico en el reparto Lugardita y el Hospital General Conill, ambos en Boyeros; el Hospital de Homicultura, de higiene infantil, embarazos, partos, curaciones, en Matanzas; el Hospital Nacional del Cáncer (Curie); Maternidad Obrera de Marianao; el Sanatorio Ambrosio Grillo, con capacidad para 400 pacientes; los hospitales infantiles Pedro Borrás, Sagrado Corazón (actual González Coro), y Ángel Arturo Aballí; el Hospital de las Ánimas, reconvertido para tratar enfermos infecciosos; y el Sanatorio Topes de Collantes, equipado con la más alta tecnología de la época.

Los actuales hospitales provinciales y la mayoría de los municipales se construyeron antes de 1959. Los ingenios azucareros, alejados de las ciudades, tenían sus propios hospitales para los trabajadores. Además, se inauguraron innumerables clínicas privadas a lo largo y ancho del país, y las instituciones mutualistas de la salud brindaban amplios servicios médicos, realizaban visitas a las casas, suministraban medicinas, y crearon delegaciones en los pueblos importantes. Si el paciente necesitaba hospitalización, se trasladaba a algunas de sus sedes en las capitales de provincia, o en La Habana.

Resultados

El sistema de salud cubano en la República estaba integrado por una combinación de servicios gratuitos de salud pública financiados por el Gobierno, y de servicios privados que abarcaban todas las ciudades importantes de la Isla. Existían hospitales especializados en el cuidado de la lepra, enfermedades mentales, cáncer, poliomielitis, oftalmología, ortopedia, tuberculosis, pediatría, enfermedades contagiosas y cardiología, con consultas externas en otras provincias para quienes no necesitaban hospitalización; además estaban los llamados dispensarios, centrados en el diagnóstico y la prevención, que aplicaban tratamientos especializados en enfermedades como lepra, tuberculosis o la pediatría.

(Los hospitales públicos, dispensarios  y casas  de socorrro eran GRATUITOS.  Las 242 clínicas mutualista en su inmensa  mayoría costaban mensualmente entre 2 y 3 pesos mensuales. Ecistían las consultas médicas privadas y clínicas privadas como la Clínica Miramar; que es la ¨Cira García¨ de hoy para extranjeros . Comentario e imagen añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)

En 1958 Cuba contaba con más de 108 hospitales públicos, 250 privados y 200 casas de socorro. Las compañías de seguro y clínicas a bajo precio competían con los centros mutualistas. La mortalidad por tétanos infantil disminuyó, se erradicó la fiebre amarilla, se estableció la vacunación permanente de la viruela, y se elaboró una avanzada legislación sanitaria.

Entre los indicadores de salud basta citar los siguientes: la esperanza de vida, que en 1931 era de aproximadamente 42 años, en 1958 se elevó a 64 años, superada solamente por Argentina y Uruguay; la mortalidad infantil (33,4 por cada mil nacidos), solo era superada por Estados Unidos y Canadá; más de un médico por cada mil habitantes (según la OMS, en el período 50-54, Cuba ocupaba el puesto once en el mundo y el primero en América Latina); los hospitales públicos contaban con 21.141 camas y los privados otras 15.000, para un total de 36.141, mejor que la mayoría de los países latinoamericanos. Estos índices de salud eran equiparables a los más avanzados de su época en la región y en el mundo.

Conclusiones

Pese a los avances señalados, el sistema de salud de la República tenía lagunas. Sus servicios, mayoritariamente concentrados en la capital, el mayor núcleo urbano del país, no alcanzaban a las zonas montañosas y remotas de la Isla, aunque se contaba con un eficiente transporte por aire, mar y tierra, que permitía trasladar a La Habana con facilidad a los pacientes necesitados de atención especializada.

Los datos brindados echan por tierra el intento de borrar la historia de la salud y la medicina cubanas antes de 1959, como parte de un proyecto que, sobre un falso "estado calamitoso" previo, vendió la idea de considerar a Cuba, con posterioridad a esa fecha, como potencia médica, obviando que los avances obtenidos en las primeras décadas de totalitarismo fueron resultado de la base creada anteriormente, sustentada en el progreso económico, en la labor de destacados médicos, y en la libertad de que gozaban las asociaciones de profesionales en los gobiernos republicanos de 1902 a 1958, sin necesidad de subvenciones foráneas.

Por tanto, lo que correspondía al Partido-Estado-Gobierno era mejorar la salud en las zonas agrarias y perfeccionar la obra que le antecedió, no negar los avances anteriores, para finalmente arribar al desastre actual.

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Las siguientes imágenes fueron tomadas de la página de facebook llamada Habana Cimarrona, del recién fallecido Ivo Basterrechea; donde encontrará muchas  otras similares. .


Video en español sobre el hospital antituberculoso de Topes de Collantes

HERE THEY TORTURED THE ESCAMBRAY REVOLTERS: History of the Topes de Collantes hospital


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La Sanidad Silenciada. Relevante artículo del Dr. Antonio Guedes sobre la Salud en Cuba antes de 1959. Artículo publicado en el No. 24 de la Revista Encuentro de la Cultura Cubana. Número homenaje a la República de Cuba. El Dr. Antonio Guedes ha publicado recientemente  el libro  Del dicho al hecho. La leyenda de la sanidad en Cuba 1902-2024, el cual puede ser adquirido  en Amazon en formatos Kindle y en papel a muy bajos precios.


Este estudio de la sanidad en Cuba está basado principalmente en los informes de organismos internacionales, como los emitidos por la Organización Mundial de la Salud y los Anuarios Estadísticos de América Latina, Anuarios Estadísticos de Cuba (del Comité Estatal de Estadísticas, ONEI). Para el período a partir de 1959, fundamentalmente en los datos oficiales proporcionados por el gobierno cubano. Es importante tener una visión completa de la sanidad cubana durante sus 122 años (1902-2024) como país independiente para poder entender y conocer su realidad. Después de hacer ese recorrido, se puede afirmar que Cuba no es hoy una “potencia médica” tal como intenta trasmitir el gobierno instaurado en 1959. Por mucho que se repita esa idea y que la avalen algunos organismos internacionales, sin verificación objetiva, la realidad es muy tozuda. Si se está informado y bien intencionado, se comprueba que la sanidad cubana es una debacle –cada vez mayor y más grave con el paso de los años.

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Las imágenes  pueden verse más grande si se hace click encima de ella una vez y  si hace nuevamente click encima de ellas,  aumentan aún más el tamaño.












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DROGUERIA SARRÁ

Publicado por Derubín Jácome4 de marzo de 2016

Los catalanes José Sarrá y su tío Valentín Catalá, boticarios, llegaron a Cuba a mediados del siglo XIX para hacer carrera y probar fortuna en los negocios. Pero lograron mucho más, porque los Sarrá conquistaron La Habana y aunque en 1885 existían más de 65 farmacias que vendían tanto patentes nacionales como extranjeras, poco después, la fundada por ellos será la más importante.

Estos catalanes crean la “Sociedad Catalá, Sarrá y Co.”, y fundan en 1853, en una pequeña casa de la calle de Teniente Rey, la farmacia “La Reunión”, con la estrategia de proveer no solo productos farmacéuticos de alta calidad, sino hacerlo a precios razonables. Para ello invierten 50.000 pesos en la fundación de esta farmacia y droguería, en La Habana Vieja, junto a un pozo de agua pura, que resultaba idónea para la elaboración de sus medicamentos.

El establecimiento, orientado a la venta al por mayor, se llamó “La Reunión” ya que unificaba las farmacias tradicional y homeopática. La primera quedaría a cargo de José y la segunda por su tío, quien también asumiría la contabilidad. Montaron un laboratorio que poco tiempo después ya surtía de ungüentos, sales, jarabes, extractos y otros productos a farmacéuticos y hospitales de toda Cuba.

En 1858 se incorpora a la empresa otro familiar, el también científico y negociante José Sarrá y Valldejulí, sobrino del cofundador. Siete años después, Valentín les venderá su parte para establecerse por su cuenta en Barcelona. La antigua Sociedad es disuelta y se constituye la “Sarrá y Co.”

Sarrá Valldejulí, el nuevo socio, realizaría grandes cambios en la empresa, comprando algunas propiedades en la manzana donde se encontraba la farmacia y mejorando la botica, a la que le agregó oficinas, almacén y un laboratorio aún mayor, adquiriendo nuevos equipos, como una máquina de vapor para hacer pulverizaciones o presas para extraer aceite de ricino. Sacaría al mercado nuevos productos propios de gran éxito, como la “Magnesia Sarrá”. También destaca la formación de más de cien farmacéuticos en estos laboratorios.

Fue tal la importancia de esta droguería, que en el año 1881 su Majestad Alfonso XII de España le concedió al Dr. José Sarrá el título honorífico de “Farmacéutico y Droguero de la Real Casa” y otorgándole el uso del Escudo de Armas Reales en las muestras, facturas y etiquetas de sus productos. Para 1883 se instalará la Droguería y Farmacia “La Reunión” en su edificio de Teniente Rey y Compostela.

(José Sarrá, fundador de la que fue muy relevante drogueria o farmaceútica Sarrá, Junto a su esposa Celia Hernández Buchó y su hijos, María Teresa, Celia y Ernesto José)

En el nuevo edificio, la importancia del negocio crecerá en proporción a su amplitud, manteniendo el primer lugar entre las de su clase. En 1898 muere su dueño fundador y la dirección de la casa pasa a ser propiedad de la firma “Viuda de José Sarrá e Hijo”, conformada por la señora Doña Celia Hernández y Buchó, viuda de Sarrá y su hijo Ernesto, que aunque solo contaba con 19 años, ya se distinguía en sus estudios de la carrera de Farmacia. En manos de ambos la casa mantuvo siempre su lugar prominente, hasta quedar finalmente como único propietario su hijo.

Es precisamente esta tercera generación de propietarios, con Ernesto Sarrá Hernández a la cabeza, la que en las primeras décadas del siglo XX transforma el prestigioso negocio en uno de los emporios más importantes de Cuba.

En 1912 será Ernesto quien adquiere varias casas en la esquina de Teniente Rey, Habana y Compostela, que unido a los anteriores edificios forma un conjunto de 18 nuevos inmuebles con una superficie de 13,000 m2. El prestigioso negocio se transforma en uno de los emporios más importantes de Cuba, con 46 edificios, 600 empleados y más de 500 productos, llegando a ocupar más de 45 edificios con 40,000 metros cuadrados de área.

Para tener una idea del crecimiento del negocio, se adquieren las casas de la calle Compostela nº 87, 89, 91, 93, 95, 97, 99, 101, 103 y 105; en Teniente Rey la nº 35, 39, 52, 54, 56, 58 y 60 y en la calle Habana las nº 126, 128, 130, 132, 134 y 136. Ocupando casi completamente los tres frentes de una manzana, lo que le permitía tener 33 vidrieras de exposición hacia la calle. En la calle Buenos Aires nº 21 se encontraban los garajes para guardar los camiones que hacían el servicio de la casa.

La Droguería llegó a ser más que una farmacia y un laboratorio de especialidades farmacéutica, biológicas y opoterápicas, sino también una Tienda por departamentos, una fábrica de jabón, de perfumes, insecticidas y desinfectantes, locería, cristalería, juguetería y un almacén de suministros para lecherías de materias primas para dulcerías y panaderías.

También introdujo técnicas de marketing moderno, como regalar perfumes e invitar a merendar a los mejores compradores en la tienda de la droguería, sección “Atracciones Sarrá”. La “Droguería Sarrá” no solo llegó a ser la droguería más grande de Cuba y de Latinoamérica, sino incluso la segunda del mundo tras la norteamericana “Johnson”.

Por su excelencia y méritos alcanzados, en 1934 el “Congreso de la República de Cuba” le concede a la “Droguería Sarrá” el uso del Escudo de la República para que apareciera también en las muestras, facturas y etiquetas. En la Universidad de la Habana y la Universidad de Villanueva se establece el “Premio Sarrá”, que se otorgaba anualmente a los mejores estudiantes de farmacia.

El imperio Sarrá tuvo un largo siglo de vida en Cuba y además del prestigio alcanzado en sus negocios, como evidencia del esplendor alcanzado por esta familia, puedo citarles las residencias de dos miembros de esta familia:

La de su fundador, ocupada actualmente por el Ministerio de Cultura, es la espectacular mansión enclavada en la calle 2 esquina a 13 en el Vedado y la de una de sus hermanas es el llamado “Palacete Velasco Sarrá”, erigido en 1912 en el destacado emplazamiento de La Habana Vieja, que actualmente ocupa la sede de la “Embajada de España” en Cuba, que recibe el edificio en 1984, después de muchos años de abandono tras su expropiación a la familia a comienzos de la década del 60.

En 1999, un grupo de nietos y de bisnietos del Dr. Ernesto José Sarrá establecieron en el Estado de la Florida la corporación “Sarra Natural Products”, para ofrecerle al público la misma calidad, confianza y excelencia que prestigia el nombre Sarrá. Los Productos Naturales Sarrá se venden en farmacias y droguerías en la Florida, New York y New Jersey.

El edificio principal de la “Droguería Sarrá” está considerado como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Actualmente es Museo de Farmacia.
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Tomado de https://www.elnuevoherald.com/

Cuba antes de 1959: prosperidad y frustraciones de una república

Por Jaime Suchlicki
19 de diciembre de 2008
(fragmento)

Para 1959, los indicadores económicos apuntaban a una economía moderna en pleno desarrollo. El per cápita de los cubanos era de $431 similar al de España e Italia. Cuba tenía una de las tasas de mortalidad infantil más baja del mundo (37 por cada 1,000); un alfabetismo del 80 por ciento, tercero en América Latina, después de Argentina y Costa Rica; y el tercer número más alto mundialmente per capita de médicos y dentistas. Cuba tenia más de 40 laboratorios farmacéuticos que producían el 50 por ciento de las medicinas que se consumían en la isla. En 1959 Cuba era el tercer país en América Latina en número de radios y televisores.
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Tomado de http://scielo.sld.cu/pdf/far/v50n1/far16116.pdf

(publicado en Revista Cubana de Farmacia. 2016;50(1) )

Preparaciones farmacéuticas de los siglos XIX y XX en la región oriental de Cuba

Por Clara Aurora Zúñiga Moro
Universidad de Oriente Santiago de Cuba.
 Cuba.

(Fragmento, página 8)
Ya en la segunda mitad del siglo XX, con el incremento en el país de laboratorios de firmas nacionales y extranjeras y la avalancha de productos farmacéuticos en el mercado, se impusieron medidas restrictivas en este sentido. En la XLI Asamblea Médica Nacional celebrada en La Habana, los días 12 y 13 de enero de 1957, se acordó recomendar a la clase médica que en toda oportunidad en que se realizara propaganda de algunas especialidades farmacéuticas se debía solicitar la identificación para corroborar que el producto estuviera elaborado por una industria aprobada por el Consejo de Medicamentos, Alimentos y Cosméticos del Colegio Médico Nacional. En 1959 se produce la primera edición de la Guía Farmacoterapéutica cubana, con amplia información en relación con las especialidades medicamentosas que se elaboraban, distribuían o envasaban en las industrias nacionales y extranjeras que habían recibido el Certificado de Industria Aprobada del Consejo de Medicamentos. Los laboratorios que recibían este certificado eran sometidos a la inspección y vigilancia de ese consejo y sus productos eran analizados periódicamente en el Laboratorio de Investigaciones Científicas de esa institución. Aparecían con esta categoría unos 70 laboratorios, la gran mayoría de ellos representantes de firmas internacionales como los laboratorios Selles S.A., Linner, Hoffman La Roche y otras firmas de sociedades nacionales como Labrapia de Cuba S.A., Instituto biológico cubano y Laboratorios Planas de la Cuba industrial farmacéutica S.A. (31)

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