martes, septiembre 10, 2024

Chile: Elecciones Presidenciales de 1970: Salvador Allende no fue elegido DIRECTAMENTE por el pueblo chileno e inxumplió su firmado "Estatuto de Garantías Democráticas" por el cual el Congreso lo había designado Presidente de Chile

Nota del Blogguista de Baracutey Cubano

En las elecciones chilenas ni Allende, ni Eduardo Frei (padre), ni el que alcanzó el tercer lugar en los votos. llegaron a la mayoría necesaria; por cierto, la diferencia entre Allende y Frei fue de 36.6% de Salvador Allende contra 35.3% de Eduardo Frei . Dada esa situación, el Congreso chileno le concedió la Presidencia a Salvador Allende, que fue el que más votos obtuvo, pero bajo el compromiso de que no llevaría a cabo leyes radicales que polarizaran al pueblo chileno. Allende imcumplió ese compromiso y fue advertido tanto por el Congreso como por los militares, dado los disturbios y enfrentamientos que se produjeron, que no permitirían esa situación en el país. Salvador Allende continuó con esa política y se dió el Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973.

(Fidel Castro y Salvador Allende)

Fidel Castro con los inflamables discursos de su larga estancia en Chile, aceleró y profundizó los enfrentamientos. Fidel Castro y sus aprendices de dictadores del Socialismo del Siglo XXI aprendieron y han perfeccionado sus métodos; los pueblos NO.

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DE LOS ARCHIVOS DEL BLOG BARACUTEY CUBANO

Tomado de http://es.wikipedia.org/

Elección presidencial de Chile de 1970

Viernes 4 de septiembre de 1970

Tipo     Presidencial

Demografía electoral

Hab. inscritos     3.539.747

Votantes     2.962.748

Participación  83.5%

Votos válidos     2.936.743

Resultados: 

Salvador Allende Gossens - PS

Coalición     Unidad Popular

Votos     1.075.616     36.6%

Jorge Alessandri Rodríguez - Independiente de derecha

Votos     1.036.278   35.3%

Radomiro Tomic Romero - DC

Votos     824.849   28.1%

 Según la constitución vigente, si ninguno de los candidatos obtenía la mayoría absoluta, la elección debería ser realizada por el Congreso Pleno entre los dos candidatos que obtuvieran la más alta votación. Lo estrecho de los resultados, con menos de cuarenta mil votos de diferencia entre Allende y Alessandri, puso a la Democracia Cristiana como el árbitro de la situación.

    Durante la Presidencia de Eduardo Frei Montalva, la sociedad Chilena por primera vez empezó a polarizarse mas que en el pasado. Durante este periodo, la izquierda empezó a actuar de forma mas violenta, al final creando guerrillas Comunistas, motivando extrema violencia; Esto era ajeno a la tradición y estabilidad Chilena hasta esta época. En las elecciones de 1970, la Unidad Popular (UP), representado por Salvador Allende Gossens, ganó la presidencia por un tercio del voto popular (36%). La Unidad Popular estaba compuesto por el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, Izquierda Cristiana, y Movimiento de Acción Popular Unida (MAPU). Este hecho demuestra de que no ganó con una "absoluta mayoría" como los Comunistas y los Socialistas hacen creer. El fue elegido por voto indirecto del Congreso ya que no obtuvo una mayoría absoluta de los votos por el pueblo; esto muestra porqué no fue elegido DIRECTAMENTE por el pueblo. Para que el Congreso lo eligiera Presidente de la república, el partido con mayoría, la Democracia Cristiana, le obligó a firmar el "Estatuto de Garantías Democráticas" lo cual afirmaría que Salvador Allende se mantuviera al margen de la constitución. Salvador Allende, una vez Presidente, declaró que firmó el documento para poder llegar al poder, y era una mera "táctica política".

En esa mismo  misma entrada de Wipipedia se lee:

 Intervención soviética

El dinero de la KGB fue dirigido con mayor precisión. Allende hizo una solicitud personal de dinero soviético a través de su contacto personal, el oficial de la KGB Svyatoslav Kuznetsov, quien llegó urgentemente a Chile desde Ciudad de México para ayudar a Allende. La asignación original de dinero para estas elecciones a través del KGB fue de 400 000 dólares y un subsidio personal adicional de 50 000 dólares directamente a Allende.21​

Otros países pertenecientes al Bloque del Este tomaron parte del proceso. La CIA afirmó que la campaña de Allende recibió 350 000 dólares de Cuba.22​ Los partidos de la Unidad Popular también pidieron ayuda a Alemania Oriental, que les otorgó 15 000 dólares y materiales para la campaña.23​

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(Foto durante  la maniobra militar que se  desarrolló cerca de la antigua base aérea de San Julián, Pinar del Río, a la que fueron invitados altos oficiakes chilenos; de izquierda a derecha aparecen: General Arnaldo Ochoa Sánchez, General Zenén Casas Regueiro, Comandante en Jefe Fidel Castro, General Rafael del Pino, un General chileno  y General Víctor Dreke)

Fragmento de la entrevista al ex General castrista Rafael del Pino que le hizo la periodista  Erika Luters Gamboa del diario chileno El Mercurio en agosto de 2006

Chilenos en la isla

En 1972, el general Rafael del Pino fue testigo privilegiado de una fracasada acción de Fidel Castro para adoctrinar a militares chilenos, profundamente anticomunistas, enviados a Cuba por Salvador Allende.

-¿Qué actuación tuvo usted durante la visita de los militares chilenos?

"Yo fui uno de los oficiales principales que Castro designó para atender a las delegaciones militares chilenas. Tuve oportunidad de confraternizar con ellos en esas visitas. Todos eran muy profesionales. Yo recuerdo que durante unas maniobras en San Julián Fidel, extremo occidental de la isla, Castro le dedicó especial atención al coronel Roberto Souper. La inteligencia cubana le había informado a Fidel que el coronel no era de confiar y Castro trató por todos los medios de adoctrinarlo".

Del Pino recuerda que la delegación era espiada las 24 horas del día, ya que los anfitriones debían elaborar un parte diario a Fidel para reportar el estado de opinión de las visitas.

"Sus habitaciones en el hotel Habana Libre estaban llenas de micrófonos por todas partes", recalca. Por eso, tras conocerse en La Habana la participación de Souper en el "tanquetazo", en 1973, la furia de Fidel se dejó caer sobre los oficiales que no realizaron la operación de "lavado de cerebro" a los chilenos para que apoyaran a Allende.

Hoy la historia se repite, pero con oficiales venezolanos. "Esto parece increíble, pero desgraciadamente es así. Ahora con las visitas de oficiales venezolanos a Cuba se ha incrementado este tipo de adoctrinamiento", sostiene Del Pino.

"Hay que reconocer que Castro, a pesar de estar decrépito, le queda todavía materia gris para seguir  aprovechándose de cuanto idiota surja en el mundo".

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Lo que nadie dice: así de miserable era Chile bajo el gobierno de Allende

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Por Vanessa Vallejo
Sep 18, 2019

 En 1973 las mujeres le tiraban maíz a los militares mientras les gritaban que eran unos cobardes por no sacar a Allende del poder.tirándole maíz a los soldados mientras les gritan que son unos cobardes por no sacar a Allende del poder. Esta es solo una de las cosas que ocurrían en Chile en 1973, y que la izquierda intenta borrar de los anales de la historia.

La izquierda es increíblemente buena cambiando la realidad. Son muy astutos despertando sentimientos y convenciendo a la gente de que tienen la verdad. La estrategia que han manejado en Chile, respecto a lo sucedido con Salvador Allende y Augusto Pinochet, empieza por hacer que el mundo entero se olvide de la miseria en la que estaban sumidos los chilenos antes de que Pinochet tomara el poder.

El General era un dictador terrorífico y Allende un martir, ese es el relato simplista y mentiroso que han creado. Como si Pinochet un día, de la nada, hubiera decidido instaurar una dictadura y quedarse con el poder simplemente porque así se le antojó.

La izquierda oculta las marchas que hacían las madres porque no tenían comida para darle a sus hijos, no hablan ni de las largas filas que hacían los chilenos para conseguir alimentos básicos, ni de la inflación, ni de la escasez. No quieren que nadie sepa que la Cámara de Diputados declaró inconstitucional el gobierno de Allende.

Se llenan la boca diciendo que lo de Allende era un Gobierno del pueblo y para el pueblo, cuando en realidad fue un gobierno minoritario -que llegó al poder por suerte- y al que la mayoría de chilenos odiaba. ¿Y cómo no?, si para 1973 la mitad de la población estaba sumida en la pobreza.

El panorama de Chile para la época antes de que Pinochet tomara el poder era muy similar a la Venezuela de hoy. Increíblemente, la izquierda ha logrado que la gente olvide todo esto y vea a Allende como un romántico idealista.

Allende no representaba a la mayoría de los chilenos y generaba grandes miedos

En 1970 Allende es candidato presidencial por la Unidad Popular (UP), una alianza de partidos de izquierda formada en octubre de 1969. La coalición estaba constituida por el Partido Socialista, Partido Comunista, Partido Radical, el Movimiento de Acción Unitaria (MAPU), el Partido Social Demócrata (PSD) y la Acción Popular Independiente (API).

Antes de eso ya había sido candidato presidencial en tres ocasiones en las que no obtuvo el triunfo. Para 1970 Salvador Allende compite con Jorge Alessandri, candidato de la derecha y de los empresarios apoyado por el Partido Nacional y la Democracia Radical, y con Radomiro Tomic, apoyado por la Democracia Cristiana.

Los resultados de las elecciones fueron los siguientes:

Salvador Allende: 1.070.334 votos (36,2%)
Jorge Alessandri: 1.031.159 votos (34,9%)
Radomiro Tomic: 821.801 votos (27,8%)

Como ningún candidato consiguió mayoría, de hecho, la diferencia entre Allende y el candidato de la derecha fue mínima, apenas de 39 000 votos, le tocó al Congreso decidir.

Para convertirse en presidente se necesitaba el voto de 101 congresistas, Allende lo consiguió gracias al apoyo de la democracia cristiana, que se decidió a ponerlo como presidente después de que el izquierdista firmara el Estatuto de Garantías Constitucionales en el que se comprometía a garantizar el respeto de las libertades civiles, las elecciones, la libertad de expresión y en general la Constitución.

Que le hicieran firmar un documento público en el que se comprometiera a respetar la Constitución muestra la desconfianza que existía. Desde antes de que empezara a gobernar, muchos, incluso quienes lo apoyaron, lo veían potencialmente peligroso.

Allende no era, como afirma la izquierda, el «Gobierno del pueblo», tenía un apoyo muy minoritario y siempre fue considerado por muchos como un sujeto peligroso.

El terrorífico plan de gobierno 

El gobierno de Allende se basaba en las clásicas ideas keynesianas y marxistas. La intención era que la economía fuera completamente manejada por el Partido Comunista. Pedro Vuskovic Bravo, el ministro de economía de Allende tenía como objetivo convertir a Chile en una economía socialista.

(El tirano Fidel Castro y Salvador Allende cuando la larga vista del sátrapa cubano a Chile. Fotos y comentarios añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano)

Vuskovic anunció así su proyecto de gobierno: «La finalidad de nuestra maniobra, que se conseguirá a través de la abolición de la propiedad privada, será la destrucción de las bases económicas del imperialismo y de la clase dominante».

Las principales reformas:
  • Estatización de las «áreas claves» de la economía. Empresas industriales, empresas comerciales y el sistema bancario.
  • Nacionalización de los principales recursos, la Gran Minería del Cobre (GMC), salitre, carbón, hierro y acero.
  • Ampliación de la Reforma Agraria (que había sido implementada en el Gobierno anterior, pero que llegaría a su punto máximo en el gobierno de Allende).
  • Congelación de los precios de los bienes de la canasta básica.
  • Aumento, vía decreto, de los salarios nominales (solo al principio del gobierno este decretó un alza en promedio del 55% de los salarios).
  • Sumado a lo anterior, la idea de fondo era aumentar la demanda agregada mediante gasto estatal, lo que se financió vía emisión monetaria causando una terrible inflación.

Evidentemente el plan de Allende no se llevó a cabo pacíficamente. No hay forma de quitarle a la gente sus propiedades de manera pacífica.


La reforma agraria, por ejemplo, estuvo principalmente en manos de paramilitares, quienes por la fuerza arrebataron las propiedades no solo a grandes terratenientes, sino principalmente a gente humilde que se quedó sin nada, porque excusados en que eran el gobierno del pueblo unos socialistas les robaron lo que tenían.

Para realizar la estatización del sistema bancario Allende decidió, evadiendo al Congreso, que se negaba a aprobarle sus decisiones inconstitucionales, dos causales para intervenir un banco: por la detección de alguna irregularidad financiera y en caso de que existiesen problemas laborales que impidiesen su normal funcionamiento.

Así logró, para 1972, tener casi completo control de la banca en Chile. A mitad de ese año el Estado controlaba el 85% del crédito bancario en moneda nacional y del 95% en moneda extranjera.

Para expropiar a las empresas hizo lo mismo: como el Congreso no le aprobaba sus ideas inconstitucionales, gobernaba por decreto.

El resultado: Miseria

Como siempre ha ocurrido donde se aplican medidas estatistas, el resultado tras tres años de gobierno comunista de Allende fue la miseria.

 déficit del sector público pasó del 1,4 % del PIB en 1970 al 22,9 % en 1973, ya que el plan era impulsar la demanda con gasto estatal.

(Chilenos ¨haciendo colas¨ o líneas para comprar alimentos)

El gobierno impuso precios máximos, pero a pesar de eso, como siempre ocurre cuando se decreta control de precios, la inflación era brutal. Para 1973 lo normal en Chile era ver filas enormes de gente intentando conseguir alimentos básicos. La inflación oficial, la que daba el Gobierno, era del 300 %, pero el aumento real de los precios llegó a pasar el 600 %.

«¿Ha ocurrido algo semejante en algún país del mundo? En 1970, cuando Allende llega al poder, un par de zapatos costaba 150 escudos. En 1973, ese mismo par de zapatos salía a 3.000 escudos. Lo mismo ocurría con los bienes básicos. Un pollo costaba 80 escudos en 1970 y 1.500 escudos en 1973. Peor aún, era difícil encontrar los productos, por el desabastecimiento», dijo el expresidente chileno Eduardo Frei -antecesor de Allende- en una entrevista para ABC realizada un mes después de que Pinochet tomara el poder.

«Los militares fueron llamados y cumplieron una obligación legal, porque el poder Ejecutivo y el Judicial, el Congreso y la Corte Suprema, habían denunciado públicamente que la presidencia y su régimen quebrantaban la Constitución, los acuerdos votados en el Parlamento y las sentencias dictadas por jueces absolutamente extraños a la política (…) Cuando un gobierno procede así, el derecho a la rebelión se convierte en un deber. Es un derecho jurídico, proclamado por todos los tratadistas e historiadores, como el padre Juan de Mariana en España», agregó el expresidente en la entrevista.

La gente tenía hambre, no había productos básicos, tenían que hacer filas eternas para intentar conseguir algo. Las mujeres hacían las «marchas de las ollas vacías», salían con sus niños a protestar porque no tenían qué darles de comer.

Los ladrones del gobierno expropiaban a grandes empresarios y a gente humilde por igual. La Cámara de los Diputados declaró inconstitucional el gobierno de Allende por las continuas y sistemáticas violaciones a la carta magna. Por eso las mujeres le tiraban maíz a los regimientos, por eso la mayoría de los chilenos rogaban que alguien sacara a Allende del poder. Los militares en Chile respondieron a ese llamado.
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Tomado de https://www.cubanet.org/

La injerencia cubana en Chile precipitó el derrocamiento de Allende

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Se suele insistir en culpar a la CIA por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, pero se pasa por alto la cuota de responsabilidad que tuvo Fidel Castro por su injerencia en Chile

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Por Luis Cino Álvarez

Septiembre 11, 2020

LA HABANA,  Cuba. – Fidel Castro demoró 35 años en aceptar la posibilidad de que el presidente chileno Salvador Allende no resultara muerto en combate, en el  Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973, mientras resistía el asalto de los militares golpistas, como aseguraba la versión oficial cubana. Solo entonces el dictador sugirió que Allende podría haberse suicidado.  

“No hay contradicción alguna entre ambas formas de cumplir con el deber”, sentenció Castro en una de las Reflexiones que firmaba como Compañero Fidel, en junio de 2008, cuando se cumplió el centenario del nacimiento del expresidente chileno. 

Pero hay una insistente versión que nunca ha sido confirmada, la que apunta a que Allende no se suicidó sino que fue ultimado por el cubano Patricio de La Guardia, que formaba parte de la escolta presidencial y tenía la orden de Fidel Castro de impedir que el mandatario cayera prisionero.  

Tal vez nunca se sepa la verdad sobre la muerte de Salvador Allende. De cualquier modo, es poco probable que el exgobernante hubiese aceptado rendirse y que le arrebataran la presidencia. No era su estilo, tozudo como era. 

Recordemos que desde 1952, durante 18 años, Allende, a quien llamaban “el candidato eterno”, participó en cuatro elecciones presidenciales consecutivas, y no cejó en su empeño hasta que resultó electo en los comicios del 4 de septiembre de 1970. 

El hecho de que Allende, a la cabeza de Unidad Popular, una coalición de comunistas, socialistas y radicales de extrema izquierda, cuyo objetivo declarado era implantar el socialismo en Chile pero dentro de las reglas del pluralismo político, hubiese sido democráticamente electo, contrarió a Fidel Castro. Le molestaba que un marxista hubiera llegado a la presidencia por las urnas, dentro de las reglas del juego de la democracia representativa y no a través de la lucha armada, como él preconizaba desde los años 60.  Además, el socialismo democrático de Allende contrastaba agudamente con el régimen de corte estalinista imperante en Cuba. 

Desde los comienzos del gobierno de la Unidad Popular, Fidel Castro quiso influir para que las cosas en Chile se hicieran a su manera. De esa forma, la ayuda cubana resultaría más dañina que beneficiosa para Allende.

Se suele insistir en culpar a la CIA por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, pero se pasa por alto la cuota de responsabilidad que tuvo Fidel Castro por su injerencia en Chile.   

Castro visitó Chile a finales de 1971. Permaneció más de 20 días en el país austral y lo recorrió de punta a punta. Pronunció discursos incendiarios y opinó profusa e imprudentemente acerca de todo. Mientras trataba de convencer a los jefes militares de que el socialismo no era antagónico con los institutos armados, aconsejaba a Allende la formación de milicias obreras para “mantener la adhesión de los vacilantes, imponer condiciones y decidir el destino de Chile”. 

Aquella visita, que pareció interminable, fue el catalizador de la crisis del Gobierno de Allende. 

La ingobernabilidad que condujo al golpe militar se creó entre todos los que quisieron imponer sus puntos de vista a los demás, unos y otros en los extremos del espectro político chileno. 

Allende tuvo que enfrentar el dilema de ser el presidente de todos los chilenos o solo de un sector de la Unidad Popular. Alejado de los métodos leninistas, sus políticas fueron rebasadas por los elementos de la extrema izquierda que exigían una mayor radicalidad.      

La extrema izquierda, con los pistoleros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, la ocupación al estilo bolchevique de fábricas y latifundios, y el amago de armar las milicias obreras, sobrepasó al Gobierno de Allende, que no supo o no pudo lidiar con todo aquello, detrás de lo cual estaba la mano del régimen cubano. 

 Allende recibió la última carta de Fidel Castro el 29 de julio de 1973, 42 días antes del golpe militar, de manos de Carlos Rafael Rodríguez y Manuel Piñeiro, quienes viajaron a Santiago de Chile con el pretexto de asistir a la reunión del Movimiento de Países No Alineados. Su objetivo real era reiterar a Allende el apoyo cubano en la guerra civil que parecía inminente y para la que Fidel Castro se preparaba con el mayor sigilo. 

“Hazles saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos cubanos”, escribió Fidel Castro en aquella carta. 

Allende, para evitar una guerra civil, se negó a formar las milicias proletarias como aconsejaba Fidel Castro. Pero ya era tarde. Todo había ido demasiado lejos. La injerencia cubana precipitó el golpe militar.  

Allende, atrincherado en el  Palacio de La Moneda, enfrentó a los militares golpistas en compañía de un puñado de sus más cercanos colaboradores y varios cubanos de las tropas élite del MININT. Cuando los carabineros hallaron el cadáver del presidente en un salón del Palacio, el fusil ametrallador que le regaló Fidel Castro estaba a sus pies.

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Otra nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Esa insistente versión que Patricio de la Guardia ultimó a Salvador Allende  en La Moneda tiene, al parecer, su origen en los escritos de una persona que se hacía llamar en sus escritos por el seudónimo de Juan Vives el cual escribió el libroel libro El Magnífico, el cual tuvo muy buenas ventas.  Hace ya unos años yo escribí esta nota

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Juan Vives,aún joven, alias de un individuo presuntamente llamado Andrés  Alfaya Torrado

El  supuesto asesinato de Salvador Allende  por  el General Patricio de la Guardia Font tiene muy probablemente su origen  en los escritos de Juan Vives cuyo verdadero nombre es o era Andrés Alfaya Torrado (supuesto sobrino de Osvaldo Dorticós Torrado)  y  autor del libro El Magnífico, en el cual  Juan Vives  pone en su persona acciones realmente llevadas a cabo por otras personas como fueron, por ejemplo: 1)  Las hazañas llevadas a cabo por Roberto Rodríguez Fernández ¨El Vaquerito¨ en la  batalla de la ciudad de Santa Clara en Cuba. 2)  El asesinato de  Pastor Rodríguez Rodas, más conocido por  ¨Cara Linda¨ quién 
perteneció al Ejército de la anterior república en Pinar del Ríoy  se había escapado de la prisión  después del juicio en que fue condenado a muerte. La versión oficial dice que  Pastor Rodríguez Rodas  fue muerto el 23 de julio de 1962 por un trabajo de penetración  del G-2 siendo el ejecutor  Eliecer Iser Urquía (Musa),  ¨El Moro  Musa ¨, . En el libro El magnífico  se falsea la historia al decir que él, Juan Vives (seudónimo), fue el ejecutor de ¨Cara Linda¨. Eliecer Iser Urquía (Musa) fue en los años 70 Director del DAP provincial de Pinar del Río. En el libro  Todo es secreto hasta un día de Juan Carlos Fernández (seudónimo) y quien había integrado la Sección Bandas del DSE en dicha provincia, se le dedica uno de sus pasajes a Eliecer Iser Urquía, quién anteriormente había participado  en una operación por medio de la cual la Seguridad Cubana obtuvo 8 toneladas de armas y explosivos para la organización antiCastrista Frente Unido Occidental,  FUO,  organización dirigida por  Márquez Novo ¨Plácido¨, quién se suicidó antes de caer capturado.

 Barco Maricesi  donde se trasladaron las 8 toneladas de armas, municiones y explosivos. Me parece recordar haber leido que  Eliecer Iser Urquía es el segundo de izquierda a derecha de los que  que están encima del barco.
La ¨fabulación ¨ de Juan Vives es notoria   y cuando una persona  miente, se duda de esa persona  hasta de lo que  fue verdad.

En una reciente entrevista de Ian Padrón a Jorge Masetti (esposo de Ileana de la Guardia. hija del fusilado Coronel Antonio ¨Tony¨ de la Guardia Font y sobrina  del General  Patricio de la Guardia Font) aseguró, por averiguaciones que había hecho, que en el momento del ataque a  La Moneda  y muerte de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 no había  ningún cubano y que  Tony había ido a  darle protección a la Embajada cubana; no dijo si Patricio estaba en Chile o no.

17 sept. 2005  14min 26s
Entrevista  en la televisión francesa a Juan Vives,  alias de un individuo presuntamente llamado Andrés  Alfaya Torrado, autor del libro El Magnífico. Debaten Ileana de la Guardia y Juan Vives sobre la muerte de Allende. En ese debate Juan Vives se escuda en  ¨Benigno¨ (El ex Coronel Dariel Alarcón, quien estuvo con el Che Guevara en Bolivia y que se había refugiado en Francia después de desertar) al decir que Benigno también le habia oido decir a Patricio de la Guardia  que él  había ejecutado a Salvador Allende; observen el lenguaje corporal de Juan Vives mientras debate con Ileana. Benigno escribió un libro de memorias y dió muchas entrevista y, que yo sepa, nunca se expresó sobre ese presunto asesinato de Salvador Allende por parte de Patricio de la Guardia.

Juan VIVES est interviewé par Thierry ARDISSON pour son livre "El magnifico" dont le thème est Fidel CASTRO. Thierry ARDISSON fait son portrait. Il évoque ensuite son parcours avec Che Guevara. Il dit que c'était un personnage au caractère difficile. Il ajoute que c'est Fidel CASTRO qui a fait assassiner le Président ALLENDE par Patricio de la GUARDIA. Ileana de la GUARDIA arrive sur le plateau. Elle a écrit "Le Nom de mon père" et pense que son père ne connaissait pas cet homme.

Traducción al español  del texto anterior:
Juan VIVES es entrevistado por Thierry ARDISSON para su libro "El magnifico" cuyo tema es Fidel CASTRO. Thierry ARDISSON pinta su retrato. Luego habla de su viaje con el Che Guevara. Dijo que era un personaje con un carácter difícil. Agrega que fue Fidel CASTRO quien hizo asesinar al Presidente ALLENDE por Patricio de la GUARDIA. Ileana de la GUARDIA llega al set. Ella escribió "El nombre de mi padre" y cree que su padre no conocía a este hombre.



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PLAN Z, UNA DERROTA POCO CONOCIDA DE F. CASTRO


Por Julio Antonio Aleaga Pesant


Ej Vedado, La Habana, 10 de septiembre de 2009 (PD) Al mediodía del martes 11 de septiembre de 1973, los estudiantes de la ESBEC Ceiba 1, en Ceiba del Agua, oyeron por la amplificación local del centro escolar, noticias sobre el golpe de estado en Chile. Con los días, las informaciones sobre el conflicto se hicieron desgarradoras.

Treinta y seis años después aún se desconoce que el detonante de aquella tragedia fue el “Plan Z”, un proyecto desestabilizador que ensalzaba la guerra y la violencia revolucionaria. Forma parte de uno de los secretos mejor guardados de la “dictadura del proletariado”.

En el gobierno eran un puñadito los que estaban al corriente de la operación. Entre los suramericanos, el tema era manejado por otro pequeño grupo del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

El diseño reforzaba la idea de F. Castro y sus colaboradores (Manuel Piñeiro, Ulises Estrada, Martha Harnecker, Jorge Arbezú y compañía) para la subversión hemisférica, la implantación de la guerra revolucionaria y la continuidad de los idearios trotskistas y guevaristas de revolución permanente, continental y antiimperialista.

El Departamento América del Comité Central Comunista y la Dirección General de Inteligencia (DGI) del Ministerio del Interior, planificaron un levantamiento militar para implantar el socialismo en Chile. Contaban en sus fantasías con el apoyo de un grupo de civiles de extrema izquierda y ciertos sectores militares fieles a la constitucionalidad y al Presidente de Chile, que no a Salvador Allende. De esta manera, los planificadores cubanos no consideraban la contradicción más importante de su estrategia, el profundo abismo entre los dos grupos, situados a ambos extremos del arco político.

Desde la asunción del poder de la Unidad Popular en 1970, se supo que con un tercio del electorado, Allende no podría forzar imponer el socialismo a la “cubana” y es claro que tampoco lo quería. Hubo que obligarlo a radicalizar sus acciones. Con ese motivo, F. Castro realizó una extensa, imprudente y alocada visita de un mes a Chile en 1972.


Un año después, los informes y análisis en La Habana, predecían “golpe militar” y detectaban que los izquierdistas, apoyo fundamental de Allende, no eran fiables para lanzar una revuelta popular revolucionaria. Además, el cuartel general cubano no comprendió que la ruptura constitucional era apoyada por los mandos del ejército, la marina, los carabineros y la aviación, y contaba con el respaldo de la clase política chilena, en especial de la Democracia Cristiana, así como de la mayoría de los ejércitos vecinos (Brasil, Bolivia, Argentina y Uruguay), amén de sus servicios de inteligencia.

La estrategia castrista entre los militares constitucionalistas era promover la defección a sus deberes. Se planificó la visita de altos oficiales chilenos a La Habana. El pretexto inicial fue el viaje del Buque Escuela de la Armada “Esmeralda” y de cuarenta altos miembros de los diferentes cuerpos armados. Durante la estancia se intentaría “comprometer o comprar la fidelidad” de los que podrían jugar un papel importante en la realización del “Plan Z” con su apoyo al levantamiento izquierdista, so pretexto de respetar la Constitución o garantizar la neutralidad “en defensa de la soberanía popular”.

Juan Vivés, un ex oficial de la DGI, exilado en Francia, cuenta que, según los informes de perfiles recibidos en La Habana, la marina y la aviación estaban dirigidas por oficiales formados en academias militares norteamericanas, mientras que el ejército de tierra era un cuerpo de tradición prusiana. Esa diferencia era el flanco por donde se ejercería presión.

Antes de la llegada de la delegación suramericana, se sabía que los objetivos claves eran el Coronel Roberto Sauper y el General Augusto Pinochet. Sauper era Jefe de la Brigada de Tanques “Tacna”, ubicada en el centro de Santiago. Tenía en sus manos la plaza y podría garantizar el proyecto. Pinochet era el jefe del Ejército y más adelante asumiría la jefatura de las Fuerzas Armadas. La delegación fue hospedada en el Hotel Habana Libre…

Encabezaban los anfitriones los Comandantes Rafael del Pino, Víctor Dreke, Néstor López Cuba, Abelardo Colomé, Ramiro Valdez, Leopoldo Cintra, Ulises Rosales, y los civiles Osvaldo Dórticos, Carlos Rafael Rodríguez y Armando Hart. La flor y nata del ejército y del Comité Central comunista.

En junio de 1973, hubo rebelión militar, “El Tancazo”. El Coronel Sauper se rebeló contra el Presidente Allende y cercó con sus tanques el Palacio de la Moneda. Aunque el intento fue sofocado, el proceso de reclutamiento de militares chilenos por los servicios de inteligencia cubanos, indicó error.

Se puso entonces en marcha la segunda fase del “Plan Z”, y zarpó el buque Batalla del Jigüe, hacia Chile con armamento y hombres para la insurrección. Como parte del plan, se movilizaría la izquierda, que sería armada por la inteligencia cubana a partir de la embajada y comandada por Ulises Estrada y los malogrados mellizos La Guardia. El soporte principal de la rebelión estaría en las huestes del MIR, encabezadas por Miguel Enríquez y Pascal Allende. Todo comenzaría en Valparaíso, donde fondearía el “Batalla del Jigüe”.

El ex Presidente F. Castro, apostaba al General Pinochet. Según testigos, personalmente se encargó de entregar sumas importantes de dinero.

El inicio de la “revolución chilena” se frustró por las operaciones de la inteligencia naval, atenta a los viajes de los dirigentes del MIR a Valparaíso.

La sublevación militar comienza con el regreso a puerto de la escuadra naval chilena que salió de maniobras conjuntas. El primer puesto de represión fue el “Esmeralda”. Los primeros hombres detenidos hablaron bajo esa condición. Así la marina y la aviación se fueron al “golpe de estado”, encabezados por el Almirante Toribio Merino y el General de la Aviación, Gustavo Leigh, al que se sumó solo al final (el domingo 9 de septiembre) el Jefe del Ejército, General Pinochet.

Ante el ejecutivo accionar de la ruptura, el Jigüe levó anclas y se dio a la fuga el día 12. La marina de guerra chilena, al verlo levar anclas, lo persiguió y cañoneó, pero no pudo atraparlo; quizás en medio de la euforia del triunfo, no le dio importancia. Dejó escapar para siempre las pruebas del “Plan Z”.

aleagapesant@yahoo.es

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Fidel Castro pidió armas atómicas a la URRS en 1981

Por Juan O. Tamayo
El Nuevo Herald
 19 de Septiembre 2005

(fragmento)

Diecinueve años después de que la crisis de los cohetes rusos en Cuba casi diera lugar a una guerra nuclear, Fidel Castro le pidió a la Unión Soviética que emplazara de nuevo armas atómicas en su isla, según dice un libro recién publicado y basado en informes de la agencia de inteligencia moscovita KGB.

El libro, basado en documentos revelados por el archivista Vasili Mitrojin de la KGB cuando desertó en 1992, hace otras alegaciones asombrosas cuando describe las operaciones de la KGB en el Tercer Mundo en los años 60 y 70.

• Los documentos de la KGB mencionan pagos hechos y propuestos a Salvador Allende, de Chile, por un total de $420,000 antes y después de sus elecciones como presidente en 1970.
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Incluso entonces, la KGB no dejó de espiar. Además de su presencia oficial en La Habana, operaba una rama secreta para espiar en Cuba que solamente en 1974 envió 269 informes a Moscú, según informa el libro.

Otros informes de la KGB dicen que Raúl Castro, que estaba de viaje comprando armas en Checoslovaquia, ``duerme con las botas puestas y exige los servicios de prostitutas rubias''.
El libro describe a Allende como ''en todo sentido el más importante de los contactos confidenciales de la KGB en Sudamérica'' porque era un marxista electo democráticamente y aliado de Castro. Según el léxico de la KGB, un contacto confidencial es más bien como una fuente amistosa, no un agente.

Pero el libro añade que expediente de Allende en la KGB dice que la agencia mantenía ''contacto sistemático'' con él desde 1961. Un informe dice que ``él manifestó su deseo de cooperar confidencialmente . . . ya que se consideraba amigo de la Unión Soviética''.

El libro dice que mientras el gobierno de Nixon y la CIA trabajaban con diligencia para impedir su elección en 1970, y para quitarlo del gobierno después, la KGB trabajaba duro por mantenerlo en el poder.

Mitrojin y Andrew dicen también que mientras fue presidente, Allende le ofreció a un oficial de la KGB enviarle ayudantes suyos de confianza en la región para informarle sobre temas que le interesaran a Moscú. Allende murió en el golpe de estado en que lo derrocaron en 1973.

Sólo unas 130 páginas de las 677 que tiene el libro se dedican a Latinoamérica, desde contactos inocentes de la KGB con otros gobernantes latinoamericanos hasta envíos ya conocidos de armamentos soviéticos a las guerrillas salvadoreñas.

En cuanto a Pepe Figueres, de Costa Rica, el libro dice que después de que lo eligieron se reunía con regularidad con el jefe de la KGB en San José y no con el embajador soviético. Figueres también accedió a hacer un trato relacionado con un periódico que tenía.

Un informe de la KGB de 1974 enviado al presidente Leonid Brezhnev, decía: ``En vista de que Figueres ha acordado publicar materiales beneficiosos para la KGB, se le han dado $10,000 (U.S.) disfrazados como compras de acciones en su periódico''.

Aunque el libro no dice explícitamente si Allende o Figueres sabían que esos dineros venía de la KGB, Andrew alega en un mensaje electrónico al Herald que por supuesto que lo sabían.

''Allende sabía mucho antes de asumir la presidencia, y Figueres por lo menos desde 1970 que estaban tratando con oficiales de la KGB y no con alguien que pudiera pensarse eran diplomáticos o periodistas soviéticos'', dice Andrew en su comunicación.

Y continúa: ``El oficial de la KGB que trataba con Allende, Svyatoslav Kuznetsov, reportó en Moscú que Allende reaccionó positivamente a sus sugerencias de reorganizar la inteligencia chilena y establecer vínculos con la KGB. Figueres tomó complejas precauciones para preservar el carácter secreto de sus reuniones regulares con el agente en residencia de la KGB''.
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Ara, no pedestal

Por Roberto Ampuero
08 de septiembre de 2013



Roberto Ampuero: "...como militante comunista en la adolescencia quiero pedir perdón a mis compatriotas porque entre 1970 y 1973 desfilé por las calles convencido de que a la democracia de Chile había que arrojarla por la borda...".

Desde el 11 de septiembre de 1973 me opuse a la dictadura de Augusto Pinochet. Entonces tenía yo 20 años y era el único militante de la juventud comunista en el Departamento de Antropología de la Universidad de Chile, en Santiago. Mi rechazo lo mantengo hasta hoy, tras haber vivido en países socialistas (1973-82), Alemania Occidental, Suecia, Estados Unidos y México, y lo expresa mi obra literaria, ensayística y periodística. Nada puede justificar la violación de DD.HH. Salí de Chile el 30 de diciembre de 1973 a Berlín Oriental porque conocí casas de seguridad de mi ex organización y allí a dos ministros de Salvador Allende, que habrían sido asesinados de ser descubiertos. Nunca había visto el temor a la muerte en los ojos de alguien.

Hablo desde esa experiencia y autoridad moral sobre los años 70. Intento hacerlo con objetividad y altura de miras, sin odio ni resentimiento, preocupado por la polarización y división política de Chile, y azorado por la facilidad con que un sector se arroga una superioridad ética vitalicia y se yergue como el inquisidor del resto del país. Su dedo apunta no solo a quienes tienen las manos manchadas de sangre o colaboraron con la dictadura, sino también a quienes optaron por la indiferencia y, lo que denota una inquietante visión tribal estigmatizadora, inclusive a los descendientes de estas personas, como si la responsabilidad política o criminal se transfiriese de padres a hijos.

Aunque renuncié a la juventud comunista en La Habana, en 1976, decepcionado del socialismo real, en mi calidad de ex militante de esa organización también quiero pedir perdón. Lo hago porque intenté refundar el Chile de fines de los 1960 para construir, con apenas 36% de apoyo ciudadano, un Chile radicalmente nuevo, que rechazaba la gran mayoría del país, representada entonces en el Parlamento por la Democracia Cristiana y el Partido Nacional. En su acuerdo en Cámara de Diputados, del 23 de agosto de 1973, ambos sectores le representaron a Allende "el grave quebrantamiento de la institucionalidad y la legalidad" en que había incurrido su gobierno, dato que merece análisis profundo.



Pido perdón también a Allende por haberlo dejado solo en su hora final. Yo fui uno de los tantos que marchaban por las calles gritando "Allende, Allende, el pueblo te defiende", pero no llegué a La Moneda a defenderlo. Siempre me ha parecido inaudito que Allende haya muerto rodeado solo de amigos médicos y escoltas. Su soledad es un símbolo poderoso. Ese 11 de septiembre no hubo un dirigente político de la Unidad Popular con él. Murió solo y huérfano de aliados, disparando un arma en la que no creía. Para parte de la izquierda era apenas un reformista, para otra un masón incapaz de manejar la economía y su alianza, para otros un pije o un comunista disfrazado. Lo dejaron sacrificarse solo los mismos que hoy lo celebran e imprimen su rostro en sus banderas. Lo hacen como si lo hubiesen acompañado al minuto postrero. Allende es ara, no pedestal, diría José Martí.

Como militante comunista en la adolescencia quiero pedir perdón además a mis compatriotas porque entre 1970 y 1973 desfilé por las calles convencido de que a la democracia de Chile había que arrojarla por la borda y de que los sistemas que imperaban en Bulgaria, la Unión Soviética o Cuba eran superiores y dignos de ser imitados. Pido perdón porque marché vociferando "Ho Ho Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin", "expropiar, expropiar es mandato popular", "los momios al paredón, las momias al colchón" y hasta "pueblo, conciencia, fusil, MIR MIR!". También adherí a grupos que se adiestraban en defensa personal para "neutralizar a los fascistas", que eran la gente de centro y derecha. Todos estábamos enfermos de odio. Como tenía 18, podría alegar inocencia. No lo hago. A esa edad yo contribuí a emponzoñar el clima nacional y a ver al que pensaba diferente como reaccionario y enemigo de clase, incluyendo a ex compañeros de mi conservador colegio alemán, familiares y amigos, y a los democratacristianos, que llamábamos entonces democretinos. Me arrepiento de haberme dejado arrastrar por ideas antidemocráticas, de haber creído que tenía la panacea para todos los males bajo el brazo y que los que no coincidían conmigo pertenecían al basurero de la historia. Por ello hoy le temo tanto a la polarización política, la intolerancia y la división que campea en mi querido país.

También quiero pedir perdón a los sufridos ciudadanos de los países comunistas donde viví. Y lo pido porque -a pesar de que en el socialismo comprendí de inmediato que eso tampoco lo quería para Chile- me siento responsable de haber integrado un exilio que no hizo declaración alguna de solidaridad hacia sus conciudadanos de los países comunistas, que sufrían sin libertad. Para los chilenos, exigíamos libertad, pero no veíamos el Muro ni las torres de vigías que impedían a los germano-orientales escapar al capitalismo. Para nosotros exigíamos el fin del exilio, pero nunca hicimos declaración alguna condenando la forma en que los Estados comunistas desterraban a disidentes. Para nosotros exigíamos libertad de expresión y elecciones libres, pero guardamos silencio frente a la inexistencia de partidos opositores y elecciones libres en el comunismo. Para Chile exigíamos, y con razón, el fin de la DINA, pero nunca articulamos una queja sobre la Securitate de Ceausescu, la KGB de Brezhnev o la Stasi de Honecker. Exigíamos el fin a la censura en Chile, pero nunca dijimos nada frente a la censura en el comunismo, como nos reprocha Zoé Valdés. ¿O existe alguna declaración al respecto, hecha entre 1973 y 1989, por alguna agrupación política chilena de izquierda? ¿O alguna que salude la caída del Muro de Berlín? Condenábamos con toda razón al dictador Pinochet mientras aplaudíamos y corríamos detrás de dictadores comunistas. Esto solo tiene un nombre: doble moral.

Reitero mi convicción de profunda raíz liberal y humanista: no hay dictadura buena, nada justifica violar derechos humanos. Tal vez con el repudio a dictaduras de izquierda y derecha y a las ideologías antidemocráticas, podremos hallar la ruta perdida hacia el necesario reencuentro nacional.

Roberto Ampuero

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