sábado, diciembre 30, 2023

Fulgencio Batista entre desmoralizaciones, deserciones y traiciones a su persona dentro del Ejército de la República de Cuba en diciembre de 1958

 

Fulgencio Batista  entre   desmoralizaciones, deserciones y  traiciones a su persona  dentro del Ejército de la República de Cuba en diciembre de 1958

Por Pedro Pablo Arencibia
30 de diciembre de 2023

El embargo de armas de EE.UU., el recorte de EE.UU. a la cuota azucarera de Cuba  al gobierno de Fulgencio Batista  y la desmoralización (debida a la corrupción en ciertos  altos mandos militares) son sólo tres de los factores que influyeron  para decidir la guerra entre  los cuerpos armados del gobierno y la insurrección armada y terrorista en su contra. Otros factores, por sólo dar dos factores más,  fueron:  la oposición  de parte del empresariado nacional y de la oposición política pacífica  que tuvieron la  ceguedad de no  percatarse del peligro que se cernía sobre ellas. 


Deseo señalar que el embargo de armas contribuyó a que  se desmoralizara,  aún más, parte de los integrantes de  los cuerpos armados, pues de manera palmaria mostraba que los EE.UU. no apoyaban al gobierno de Batista. Esa desmoralización  estaba mucho más presente en el ejército que en ka Policía Nacional; a  mandos de  la Marina de Guerra  no le simpatizaba Batista por razones clasistas.

Tengo el criterio que salvo ¨los casquitos¨, los cuales fueron entrenados a ¨todo vapor ¨, el Ejército estaba bastante bien preparado militarmente pero el grado de desmoralización era alto debido a la corrupción de altos jefes militares tanto de la cúpula como de los mandos medios. Tropas como las del Teniente Coronel Ángel Sánchez Mosquera y las del oficial  chino cubano Abon Li,  que no veían a sus jefes caer en la corrupción eran tropas que tenían una alta moral combativa. Ejemplos de esa corrupción desmoralizante eran no reportar los caidos en combate para quedarse con los salarios de los muertos; vender medicinas y balas a las mismas fuerzas rebeldes, etc.. He leido, aunque no verificado, que las tropas del Batallón 11 del Coronel Ángel Sánchez Mosquera (quién había sido herido en la columna vertebral en el segundo combate de Santo Domingo, y trasladado a La Habana)  reforzaron a las de Abón Li en Yaguajay y fue contra esas fuerzas conjuntas contra las que el Comandante Camilo Cienfuegos y su tropa combatieron en la toma del Cuartel de Yaguajay donde se derrochó coraje y valor por ambas partes contendientes.

Dos relevantes ejemplos de la corrupción y desmoralización de parte del Ejército fueron: 1)  la ¨venta¨ del Tren Blindado (el cual llevaba tropas ingenieras para  reparar vías férreas destruidas;  no eran tropas de combate)  al Directorio Revolucionario  o al M-26-7 por parte  del Coronel  Florentino Rosell  a cambio de 20 000 dólares  a cobrar en Miami en la cuenta que  estaba  a nombre de Haydeé Santamaría   y 2) el permitir el paso de tropas rebeldes por la provincia de Camaguey supuestamente a cambio de  fuertes sumas de dinero a ciertos  jefes militares de la provincia y a la labor del Partido Socialista Popular o PSP (nombre que tenía en esa época el partido comunista en Cuba),  lo cual estaba planificado para que sucediera en otras provincias con la llamada operación ¨Caja de Tabaco¨ que consistía en trasladar  tropas del Ejército Rebelde  desde la provincia de Las Villas hasta la provincia de Pinar del Río; esa operación había sido coordinada con Fidel Castro por los operativos de la inteligencia del PSP Osvaldo Sánchez y ¨el compañero José¨, cuyo verdadero nombre  era  Wilfredo Velázquez.

En el siguiente video Juan Juan Almeida conversa con el excapitan guerrillero cubano Roger Redondo, quien fuera jefe de la inteligencia en el II Frente Nacional del Escambray durante la guerra contra el gobierno del Presidente Fulgencio Batista. A partir del minuto 42:00   se habla de la ¨venta¨ del  Tren Blindado  (que llevaba solamente tropas ingenieras para reparar las líneas férreas; no eran tropas de combate)  así como la intención de  ¨venta¨  de la ciudad  de Santa Clara  por parte del Coronel  Alberto del Río Chaviano, jefe militar de la provincia de Las Villas y del Regimiento destacado en esa ciudad, el cual estaba emparentado con Francisco Tabernilla Dolz, Jefe del Estado Mayor del Ejército. Hago la observación que en la mal llamada batalla de Santa Clara  sólo hubo  cuatro muertos, incluyendo a Roberto Rodríguez ¨El Vaquerito¨, jefe del pelotón suicida de la tropa del Che Guevara, pues  sólo se combatió en la estación de policía del cual era jefe el Coronel Cornelio Rojas (de abuelo y padre mambí;  y él  un antiguo luchador antimachadista partidario del Partido Auténtico, partido  rival y opositor a Fulgencio Batista)  y en un pequeño cuartel de la Guardia Rural, pues el Regimiento comandado por Río Chaviano no combatió pese a tener tanques de guerra, buen armamento, etc.

Juan Juan AL MEDIO
Nov 28, 2018

Juan Juan Almeida entrevista a Roger Redondo


Coronel Cornelio Rojas _ Fusilado en Santa Clara 


La penetración comunista en parte del Departamento de Estado de los EE.UU. , y más concretamente en el Buró del Caribe,   perseguían beneficiar a Fidel Castro con el embargo de armas a Batista, veamos:

 Salvador Díaz Versón

El periodista Salvador Díaz Versón quién había ocupado un alto cargo policial (Jefe de la Inteligencia militar) en el gobierno del Dr. Carlos Prío Socarrás tenía en su poder los expedientes de la Liga Anticomunista donde  estaban depositados muchos años de  investigación  sobre los comunistas en Cuba y fuera de Cuba. El expediente A-943 correspondía a Fidel Castro Ruz y en él se reflejaba que Fidel  Castro había comenzado a trabajar para la Unión Soviética  en 1943 y que en su reclutamiento y entrenamiento había desempeñado un importante  papel un diplomático supuestamente llamado Gomer Bashirov, En el expediente también habían fotos y documentos que  que evidenciaban su conexión con Moscú. Después del triunfo de la Revolución y concretamente tan cercano como el 23 de enero de 1959  se requisaron los archivos que estaban, si mal no recuerdo haber leido, en la casa de Salvador Díaz Versón en Cojimar. Una carta de Fidel Castro dirigida  a Abelardo Adán en Praga que fue interceptada por Salvador Díaz Versón decía: ¨ Nuestro amigo me dijo que me mantiene reservado para mayores esfuerzos  y que no debo quemarme  viajando ahora. Ellos tienen  un plan  en el cual yo seré  el eje que  se implementara muypronto. Es posible  que entonces volvamos a vernos sin temor al imperialismo yanqui¨.  La información de casi todo lo que está en este párrafo están en las páginas 777 y 778 del excelente libro (aunque no coincido en algunas interpretaciones que aparecen en él)  titulado La Verdadera República de Cuba , del Dr.Andrés Cao Mendiguren.

Coronel Roger Rojas Lavernia: Fidel Castro y el Comunismo Internacional


Otros factores  que provocaron el recorte de la cuota azucarera y el embargo de armas fueron producto del lobbysmo  en los EE.UU.en contra  del gobierno de Fulgencio Batista por este haber tomado medidas a favor del desarrollo de la economía en Cuba que afectaban a intereses norteamericanos como fueron:
  • El desarrollo de planes arroceros en Cuba, pues afectaba a los intereses de los arroceros norteamericanos de la cuenca del Mississippi. Cuba llegó a exportar arroz. El Paln de Alonso de Rojas, Pinar del Río, fue uno de ellos.
  •  La decisión de construir un molino de harina en Santiago de Cuba que le quitaba el monopolio al molino ubicado de La Habana, que era de propiedad norteamericana.
  •  El desarrollo en Cuba de la industria de aceites vegetales, pues afectaba a los exportadores norteamericanos de manteca o grasa de cerdo, la cual no era consumida por los norteamericanos.
  • Ventajaseconómicas  a una planta de Niquel, de la cual Batista era uno de sus accionistas, que perjudicaba a la otra planta que existía en el país, la cual era norteamericana.
  • Cuando se fue a renovar el parque de ferrocarriles, que estaban nacionalizados, las locomotoras se las compraron a los alemanes en lugar de comprárselas a la norteamericana  General Motors,
  • El papel de la prensa cubana se compraba a Estados Unidos, lo cual  fue afectado cuando  Cuba  instaló  varias papeleras que usaban bagazo de caña como materia prima.
  • Se iba a llevar a cabo una revisión de las tarifas proteccionistas que perjudicaría a los Estados Unidos.
  • Planes para producir materias en Cuba que hasta el momento eran compradas fundamentalmente a los Estados Unidos; uno de esos materiales  era  el cemento.   Dos marcas de cemento que recuerdo eran  Santa Teresa y El Morro.
  •  Una compañía norteamericana cuyo presidente era hermano del entonces Presidente de los Estados Unidos Dwight Einsehower hizo gestiones para que  la obra del túnel de la bahía de  La Habanase la adjudicaran a su compañía, pero Batista se opuso a esas gestiones y la puso en licitación para que el proyecto mejor y más barato  fuera el escogido. Una  compañía francesa se ganó la obra.
 El túnel de La Habana se enmarcaba dentro de un vasto plan de construcciones para desarrollar la infraestructura turística en el país. Muchas eran las construcciones que se habían construido y se estaba construyendo en el país con ese fin. Algunas de ellas fueron la Vía Blanca, incluyendo el puente de Bacunayagua,  y las carreteras del circuito norte de La Habana, Pinar del Río y Matanzas y otra por el sur del país que conectaba a Trinidad, Cienfuegos, etc.,. A estas obras se sumaban la construcción de fábricas de todos tipo para abastecer al país y a la creciente industria turística Estas obras se hicieron durante el régimen de Fulgencio Batista entre 1952 y 1958. El país estaba pasando de un país monoproductor y monoexportador a un país pluriproductor y pluriexportador donde la industria no azucarera había ya desplazado a la industria azucarera. El turismo había ya desplazado a la industria azucarera como la primera fuente de ingreso del país pese a estar el país en medio de cierta inestabilidad política por la lucha armada contra el régimen de Fulgencio Batista. El país estaba en transición a una economía de comercio y servicios.

Ya  durante   el gobierno del Presidente Gerardo Machado y Morales  se llevaron a cabo  sanciones norteamericanas  contra el gobierno de  Machado por este llevar a cabo  una política para desarrollar la industria nacional en Cuba. La Ley Arancelaria de 1927  emitida por el gobierno de Machado afectaba a muchos  intereses norteamericanos, los cuales   usando a sus lobbystas  promovieron sanciones del gobierno de los EE.UU. contra el gobierno de Gerardo Machado en el marco de la Gran Depresión de 1929 que tuvo un alcance mundial y de la cual solamente se salió por el desarrollo de la industria  de armamentos  durante la II Guerra Mundial.

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(Entrevista  de Eulogio Cantillo con Fidel Castro   en diciembre de 1958 en un central Oriente, cerca de Palma Soriano; están también presentes: José Quevedo, el Coronel José M. Rego Rubido, jefe del Regimiento de Santiago de Cuba  y Vilma Espín) 

Carta del Sr. José J. Martínez Suárez (Teniente Coronel y  ayudante del General Eulogio Cantillo en diciembre de 1958) al Sr. Fulgencio Rubén Batista donde se aclara que el General Eulogio Cantillo no traicionó al Presidente  Batista con su entrevista con Fidel Castro Ruz  a finales de diciembre de 1958.

Junio 29, 1995.
Estimado amigo:

Leyendo en estos días algunos libros que cuentan los hechos de la caída del gobierno que presidiera su padre, encuentro que se confunden los acontecimientos y las fechas. Como fui testigo de un hecho de gran trascendencia, he querido darle este testimonio como contribución a la verdad histórica, me refiero a la entrevista, el 28 de Diciembre de 1958, entre el General Eulogio Cantillo y Fidel Castro.

En el mes de Agosto, el General Cantillo recibió una carta del cabecilla rebelde, a través del padre Guzmán, en la que le proponía una entrevista. Esta propuesta fue informada al Estado Mayor y el Presidente Batista. Se le pidió al General Cantillo que fuera a Varadero, donde se runió con el Presidente, ya que se trataba de la posibilidad de una solución nacional. Aunque el Gral. Batista veía con escepticismo esta gestión, le sugirió al Gral. Cantillo que enviara a otro oficial.

Fue designado el Teniente Coronel Fernando Neugart, el cual tuvo varias conversaciones con Fidel Castro sin resultados positivos, por lo que el Gral. Cantillo suspendió esas gestiones.

Ya en el mes de Diciembre la situación en Oriente había empeorado considerablemente. Al acudir a La Habana el 22 de ese mes e informar al Gral. Francisco Tabernilla Dolz, Jefe de Estado Mayor Conjunto, de esta realidad, este le preguntó al Gral. Cantillo si él tenía algún contacto para concertar una cita con el Jefe rebelde, recordando este al Padre Guzmán. El Gral. Tabernilla le ordenó que regresara a Santiago de Cuba a la mayor brevedad. El Gral. Cantillo cumplió la orden pensando que tenía la aprobación del Presidente de la República.

El día 25 de Diciembre regresa nuevamente a La Habana el Gral. Cantillo y recibe la orden del Gral. Tabernilla Dolz de entrevistarse con Fidel Castro para que lo tanteara. Mientras tanto el Gral. Cantillo había solicitado una audiencia con el Presidente a través de su Jefe de Despacho, el Gral. “Silito” Tabernilla Palmero. Al no recibir noticias de este general y como la situación en Oriente apremiaba, tuvo que marcharse.

Antes de irse, sin embargo, me dijo que le extrañaba mucho que el Presidente no lo llamara y lo orientara al respecto, preguntándome si yo podía hacer algún contacto para ver al Presidente y le informara de la orden recibida.

(Fidel Castro y el General Eulogio Cantillo durante la entrevista)

(...)

Siguiendo mi relato, el día 27 de Diciembre, se trasladó el Gral. Cantillo para Santiago de Cuba. Siguiendo yo sus instrucciones, decidí visitar al Dr. Antonio Lamas, casado con una sobrina del Presidente, a quien le informé, sin más detalles, de la urgencia que tenía de ver al Gral. Batista, fuera de los conductos reglamentarios. Fue entonces que hicimos contacto con usted para que gestionara esta cita. Usted se comunicó con su padre el cual le dijo que nos recibiría esa noche. Yo le insistí en que no podíamos esperar tanto por la urgencia del caso. Usted habló nuevamente con su padre y nos comunicó que me esperaba a las tres de la tarde en Palacio. Usted se reunió conmigo en el Restaurant El Carmelo de la Calle Calzada y de allí partimos juntos. Recuerdo que usted trataba de saber lo que estaba sucediendo pero yo no le dije nada, tan solo que recordara a Brutus, uno de los asesinos de Julio César, al cual este quería como a su propio hijo.

Cuando llegamos a la ante sala del despacho de su padre, usted entró para notificarle mi presencia y luego regresó para acompañarme, dejándonos solos.

Al preguntarme cuál era la urgencia de mi visita, le informé que el Gral. Cantillo me había pedido que hiciera gestiones para verlo, y le contara sobre la orden que había recibido del Jefe de Estado Mayor Conjunto, extrañado de no haber recibido ninguna orientación de su parte.

El Presidente se paró y me dijo: “?Usted está seguro de lo que está diciendo?”, y yo le contesté: “Estoy cumpliendo con lo ordenado por el Gral. Cantillo.” Hablamos más de dos horas, durante las cuales pude percibir que el Presidente no estaba siendo bien informado, pues ignoraba la deserción del Coronel Florentino Rosell (mientras cambiábamos impresiones, le llegó el informe de este acontecimiento). Al concluir, me dijo que haría pasar a través del Jefe del Ejército, Gral. Rodríguez-Avila, un mensaje por la micro-onda al Gral. Cantillo para que dejara sin efecto la entrevista ordenada. Tembién me dijo que pondría un avión a las seis de la mañana para que me trasladara a Santiago de Cuba e informara al Gral. Cantillo que desistiera de la misión. Recuerdo que al salir de Palacio nuevamente trató usted de averiguar lo que pasaba pero yo guardé silencio.

A las 2: 00 a.m. del día 28, recibí una llamada telefónica del Cmt. Dole, ayudante del Gral. Tabernilla Dolz para que me personara en el Estado Mayor. Lo llamé a usted nuevamente para que le preguntara a su padre si debía acudir a la cita, contestándome, a través de usted que cumpliera la orden. Me presenté al Gral. Tabernilla Dolz, me apartó para que nadie nos escuchara y me preguntó: “?Tú sabes algo de la orden que se le dio al Gral. Cantillo?”. Le contesté que algo había oído. “Hay un avión para usted mañana para que lo traslade a Santiago de Cuba y le diga al Gral. Cantillo que le dé largo a la orden que se le dio.”

A las 6: 00 a.m. estaba en el Aeropuerto Militar de Columbia pero no pude salir hasta las 10: 00 a.m., ya que me dijeron que el avión se estaba reparando. No llegamos a Santiago hasta la 1: 00 p.m. y en el mismo aeropuerto pregunté por el Gral. Cantillo. Se me contestó que volara en helicóptero, solo con su piloto, el Capt. Izquierdo. Al regresar y verme, se paró y abrió los brazos sorprendido por mi presencia. Le informé de mi conversación con el Presidente y de la contra-orden del Gral. Tabernilla Dolz. Me contestó “Too late Martínez, too late. Acabo de tener la entrevista ya que no había recibido ninguna contra-orden. Mañana regresaré a la capital e informaré al Presidente.”

Esa noche regresé a La Habana en un avión comercial. Al otro día, 29 de Diciembre, me comuniqué con usted para informarle que el Gral. Cantillo regresaría ese día por la tarde, para que se lo dijera a su padre. Al poco rato, me telefoneó usted para decirme que el Presidente le había indicado que esperara al Gral. Cantillo en el Aeropuerto de Columbia para llevarlo directamente a Kuquine. El Gral. Cantillo llegó a las 2: 00 p.m., esperándolo varios altos oficiales; pero, siguiendo las órdenes de su padre, marchamos a verlo. Usted iba delante en su automóvil y nosotros lo seguimos.

El Gral. Cantillo entró solo al despacho del Presidente, pero luego me contó la conversación. El Presidente le había preguntado por qué no había ido a verlo antes de cumplir la orden dada por el Gral. Tabernilla Dolz. El Gral. Cantillo le explicó que el Jefe de Estado Mayor Conjunto le había ordenado que se marchara rápidamente. Cumplió la orden porque pensó que el Presidente estaba informado, lo cual no era cierto según pudo constatar.

También me contó que cuando le iba a relatar los detalles de la entrevista, el Presidente lo paró diciéndole: “No me cuentes nada, ya es demasiado tarde.”

Espero que esta carta ayude a esclarecer la verdad histórica y, con tal propósito le autorizo que haga uso de la misma en la forma que estime conveniente.

Afectuosamente,

Tte. Col. José J. Martínez Suárez.
Ayudante del Gral. Cantillo.
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Las dos traiciones del general Cantillo

Por Rafael Rojas

El 23 de diciembre de 1958, mientras caían, una a una, las ciudades villareñas en poder de los rebeldes (Fomento, Placetas, Cabaiguán, Remedios, Sancti Spíritus), Fidel Castro recibió en su comandancia, entonces ubicada en Maffo, una comunicación de los coordinadores habaneros del 26 de Julio. En ella le decían que durante una reunión con Florentino Rosell Leyva, jefe del Cuerpo de Ingenieros y responsable de la operación del tren blindado, éste había asegurado que los generales Eulogio Cantillo y Alberto Río Chaviano, así como el coronel Leopoldo Pérez Coujil, estaban dispuestos a unir sus fuerzas con los rebeldes a cambio de la formación de una junta cívico-militar, encabezada por Ramón Barquín y Manuel Urrutia.

Castro, como es sabido, rechazó la oferta y comunicó a Rosell que aceptaba una entrevista personal con Cantillo. El ejército se desplomaba, pero 15,000 hombres bien armados eran un peligro o una ganancia para los revolucionarios. Los contactos con Cantillo se habían iniciado meses atrás, cuando los rebeldes le habían propuesto un canje entre el teniente coronel Nelson Carrasco Artiles, preso en la Sierra, y el comandante Enrique Borbonet, recluido en Isla de Pinos. Para los rebeldes, una cosa era negociar con Cantillo, quien era visto como un militar honorable, y otra pactar con Río Chaviano y Pérez Coujil, que les habían causado muchas bajas.

Aunque entonces Castro aparentaba moderación --en su famosa proclama navideña Ganar la guerra y ganar la paz, había llamado a los ''cubanos de todos los credos, clases e ideologías'' a un triunfo que traería ''mejores negocios a los industriales y comerciantes'' y que ``por el procedimiento democrático del voto encauzará la república por el camino del progreso, la paz y la democracia''-- las noticias que llegaban de La Habana lo inquietaban. Los mismos coordinadores del 26 informaban sobre un posible golpe de Estado de Tabernilla o de una ejecución de Batista a manos de grupos auténticos, cercanos a Aureliano Sánchez Arango y Justo Carrillo.

Las instrucciones que Castro dio a Guevara el 26 de diciembre, de ''avanzar sólo con las fuerzas del 26'', reflejan el temor a un triunfo compartido con militares del régimen o con otras corrientes revolucionarias. Allí ordenaba al Che que Camilo marchara sobre La Habana y tomara Columbia para ''evitar que las armas se las repartan entre todos los grupos'' y ''para no caer en el mal que motivó precisamente el envío tuyo y de Camilo a Las Villas'' --léase, las guerrillas del Directorio y los Auténticos en el Escambray. Con Camilo rumbo a La Habana, Guevara tomando Santa Clara y los frentes orientales ocupando Guantánamo y Santiago, aquella amenaza podría disiparse.

(En la foto al Presidente Fulgencio Batista lo acompañan: el General Francisco Tabernilla, su hijo el General Silito Tabernilla, el Almirante Rodríguez Calderón, el político Anselmo Alliegro y el General Eulogio Cantillo, entre otros)

Dos días después, el 28 de diciembre, Fidel se reunió con Eulogio Cantillo y el coronel José M. Rego Rubido, jefe del Regimiento de Santiago, en el Central Oriente, de Palma Soriano. Aunque había ordenado a Cienfuegos que se adelantara, Castro acuerda con el general que las tropas rebeldes y del ejército, unidas, ocuparán Oriente, Camagüey y Las Villas y avanzarán hacia La Habana, concediendo a Cantillo la ventaja de tomar Columbia. Tras la deserción de Rosell, Batista pensó que el pacto con los rebeldes había sido descartado por su Estado Mayor y, a juzgar por la vehemencia con que narra el episodio en Respuesta (1960), desconocía que Cantillo tenía autorización de Tabernilla para pactar con Castro.

El primer ataque de las fuerzas conjuntas sería a Santiago de Cuba, programado para el 31 de diciembre, por lo que Cantillo le propuso a Castro una suspensión de operaciones de dos días para viajar a La Habana. Batista recibió a Cantillo en la biblioteca de Kuquine, le reprochó la decisión de entrevistarse con Castro, aunque fuera una orden de su jefe, y le pidió que volviera a Oriente y tratara de impedir la toma de Santiago. El general se comunicó con Castro, le dijo que todo marchaba según lo acordado, pero dilató la coordinación de las fuerzas. De regreso a La Habana, Cantillo informó a Batista que era imposible evitar la ocupación rebelde de Santiago.

Según Castro y la historiografía castrista, Cantillo traicionó a los rebeldes, a pesar de que aquel acuerdo fue el origen de la valiosa colaboración del coronel José M. Rego Rubido --quien llegaría a ser, brevemente, el primer jefe del Estado Mayor del gobierno revolucionario-- en la toma de Santiago. Según Batista y la historiografía batistiana, Cantillo fue también un traidor, a pesar de que tras la renuncia del 31 de diciembre lo dejaron a él como cabeza militar de una junta civilmente presidida por el magistrado Carlos M. Piedra. Fue Cantillo quien liberó a los presos y entregó Columbia a Ramón Barquín, Enrique Borbonet y el líder del 26 de Julio habanero, Aldo Vera.

Cantillo, Rego Rubido y tantos otros oficiales del ejército que se pusieron a las órdenes de los revolucionarios y contribuyeron al triunfo de la revolución fueron borrados de la historia oficial cubana. El nombre de Eulogio Cantillo aparece, en los escritos históricos, casi siempre asociado a la palabra traición: Batista llega a hablar en su libro de ''orden traidora'', ''pacto de la derrota'', ''entrevista culpable''. Pero, en la práctica, lo único que trató de hacer aquel general fue salvar a un ejército políticamente derrotado de una humillación mayor. Fue su destino quedar atrapado entre las lealtades a dos caudillos, el que se iba y el que llegaba.

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General Martín Díaz Tamayo

FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1958–1960, CUBA, VOLUME VI
182. Special National Intelligence Estimate1
SNIE 85/1–58
Washington, December 16, 1958.

2. On 27 November considerable numbers of Cuban army officers were arrested for complicity in a military conspiracy against the government or for cowardice in refusing to continue the fight against the Castro rebellion. The respected General Martin Diaz Tamayo was retired for suspected involvement in this plot, and has recently been arrested. General Eulogio Cantillo Porras is still in command of the Santiago military district, but is under suspicion and close surveillance, as are several other senior officers. It is likely that there was in fact such a conspiracy to depose the regime and establish a military junta. Although it has been checked, it is symptomatic of the existence of dissatisfaction and disaffection within the armed forces. The possibly intended appointment of General Francisco Tabernilla to replace General Diaz Tamayo would have a further demoralizing effect upon the Cuban Army.

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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

¿Cuándo se hizo comunista Fidel Castro?

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¿En sus años años universitarios? ¿Durante su militancia ortodoxa? ¿Por un cursillo del PSP o la lectura de Marx y de Lenin? Se entrecruzan diversos testimonios.
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Por Carlos Alberto Montaner
Miami
05-09-2012

Vaya por delante lo siguiente: voy a referirme a un libro importante de José Ignacio Rasco. Es importante por dos razones fundamentales:

Primero, Acuerdos, desacuerdos y recuerdos, recién publicado por Ediciones Universal y el Instituto Jacques Maritain de Cuba, describe, desde una perspectiva única, un momento fundamental de la atormentada historia de la república cubana, el fatídico bienio 1959-1960.

Segundo, aclara algo que es tristemente interesante para los cubanos: como testigo que ha sido de la historia contemporánea, y por su cercanía al personaje, Rasco establece con cierta precisión y autoridad cuándo Fidel Castro suscribió las ideas comunistas y se vinculó al PSP. Ese dato es importante para entender la magnitud del engaño padecido por el pueblo cubano.

Antes de seguir, es bueno aclarar que José Ignacio Rasco fue compañero y amigo de Fidel Castro durante la adolescencia, época en que ambos estudiaron y practicaron deportes en el Colegio Belén de los jesuitas, y luego coincidieron en la Universidad de la Habana, donde estudiaron Derecho simultáneamente.

Rasco, que era mejor estudiante y más disciplinado que Fidel, aunque no tenía la prodigiosa memoria de su condiscípulo, agregó además Filosofía y Letras a su currículo profesional.

En definitiva, Acuerdos, desacuerdos y recuerdos encapsula muy eficazmente la vida del autor. Es breve, porque no se trata de una muestra extensa de su obra como conferenciante, ensayista y articulista, sino es la parca selección de algunos textos que dejan constancia de la creación en Cuba del Movimiento Demócrata Cristiano, y luego una larga y reveladora entrevista que le hizo la profesora e investigadora Silvia Pedraza.

El libro, dedicado por Rasco a la inolvidable Estela Pascual, su mujer de toda la vida, una persona inteligente, agradable y risueña como pocas, lamentablemente fallecida, lleva unas exactas palabras preliminares en las que Uva de Aragón retrata a vuelapluma la vida cívica de José Ignacio, sin otro objeto que aportarle al lector un marco de referencia para que entienda quién es el autor y qué importancia tiene para los cubanos. La propia Uva, en gran medida, puede considerarse una excelente discípula de José Ignacio.

La Democracia Cristiana

En 1959, el triunfo de la revolución cubana trajo aparejada la demolición del sistema de partidos surgido tras la revolución del 33. Si la caída de Machado significó el severo debilitamiento de liberales y conservadores, la de Batista liquidó a ortodoxos, auténticos y, por supuesto, a todo el entorno del pequeño y artificial Partido de Acción Unitaria (PAU) creado por el dictador para agrupar a sus seguidores y gobernar con cierta pátina de civilidad.

¿Qué se avizoraba entonces en el panorama político cubano? José Ignacio Rasco pensó, con muy buenas razones, que era el momento de sacar a Cuba de la dinámica partidista local e integrarla dentro de las coordenadas ideológicas vigentes en las zonas más desarrolladas y prósperas del planeta.

Suele olvidarse que la globalización política, iniciada con los movimientos anarquistas y socialistas en el siglo XIX, en los que Marx jugó un papel destacado, precedió con bastante antelación a la económica.

Para Rasco, católico ferviente y resuelto partidario de la justicia social, el aggiornamento de la política cubana estaba en la Democracia Cristiana, una corriente ideológica que triunfaba en la Alemania de Konrad Adenauer y en la Italia de Alcide De Gasperi, con el auxilio de dos extraordinarios economistas liberales de la postguerra: el alemán Ludwig Erhard y el italiano Luigi Einaudi.

Para Rasco, era evidente que la solución de los problemas económicos y políticos de Cuba no podían hallarse en el comunismo tiránico preconizado por la Unión Soviética, hecho de calabozos y paredones, absolutamente ineficaz como generador de riquezas, ni tampoco en la vieja cultura revolucionaria cubana surgida de la revolución del 33, siempre pendiente de que la felicidad llegara de la mano de hombres de acción iluminados por las buenas intenciones y no por el correcto funcionamiento de las instituciones democráticas.

Había que modernizar la mentalidad política de los cubanos, y esto significaba revivir los valores republicanos del respeto por la división de los poderes públicos y, en definitiva, por el Estado de Derecho, junto a una genuina preocupación por el destino de los más necesitados, objetivos que, según Rasco, podían cumplirse dentro de la Doctrina Social de la Iglesia.

La Democracia Cristiana, además, comenzaba a fructificar en América, con líderes como Rafael Caldera en Venezuela y Eduardo Frei en Chile. 1959 parecía ser un momento ideal para el surgimiento de esta tendencia en Cuba.

(José Ignacio Rasco; foto de archivo)

No obstante, había un obstáculo fundamental: Fidel Castro era en ese momento el líder indiscutible de los cubanos y Rasco, que lo conocía profundamente, tenía muy buenas razones para creer que su excompañero de estudios había sido seducido por las ideas comunistas y se preparaba para crear una dictadura colectivista de partido único, patrullada sin misericordia por la policía política, como las que se habían desarrollado y enquistado en Europa tras el fin de la Segunda Guerra mundial.

Fidel Castro comunista

Cuando Silvia Pedraza le pregunta a Rasco cuál era la ideología de Fidel en sus años universitarios, éste le responde, sin vacilación, que en esa época Castro ya vivía deslumbrado con el comunismo, convencido de que en el ensayo Qué hacer de Lenin estaba el camino más corto hacia el poder. En esos años formativos, parece que Fidel había tomado unos cursillos breves de marxismo en las oficinas que tenía el PSP en la calle Prado.

A lo largo de los años he escuchado otros testimonios parecidos que corroboran la información que brinda Rasco.


Bernardo Martínez Niebla, ya fallecido, exmiembro del Comité de Dirección del PSP en La Habana en aquellos años, también amigo de Fidel en esa época, luego exiliado en Miami, contaba exactamente lo mismo. Fidel había tomado uno de esos cursillos de iniciación que ofrecía el Partido. Algo que hoy llamaríamos, como la famosa serie de libros: Marxismo para idiotas.

Mi primo José de Jesús Ginjauma Montaner, "Pepe Jesús", uno de los jefes de la UIR cuando Fidel era miembro de esa organización (a quien siempre le agradeceré que me escondiera cuando me escapé de la cárcel), solía contarme las agrias discusiones que tenía con Fidel por las simpatías de éste con el comunismo a fines de los años cuarenta. Pepe Jesús era anarquista.

No obstante, quizás la historia más sorprendente y directa que he escuchado era la que contaba el Dr. Rolando Amador, también abogado y compañero de estudios de Fidel, pero su reverso intelectual: era inmensamente serio y erudito.

Amador, por amistad y compañerismo, en 1950 accedió a encerrarse en un hotel con Fidel para ayudarlo a repasar las asignaturas finales de la carrera, dado que éste, más dedicado a la política que a los estudios, se había descuidado y debía presentarlas por libre.

Estando en el hotel, presenció la llegada de una delegación del PSP, presidida por Luis Mas Martín, un destacado miembro del PSP que años más tarde se alzó en Sierra Maestra. Los camaradas venían a notificarle a Fidel que había sido aceptado en el Partido
.

Cuando se marchó la delegación, Amador le preguntó si era comunista y Fidel le contó que se sentía marxista desde que leyó el Manifiesto Comunista en los primeros años de universidad.


Años más tarde, en 1968, Fidel le diría a Saúl Landau, un cineasta simpatizante del régimen, exactamente lo mismo, y le agregaría que luego se hizo leninista.

Yndamiro Restano, por su parte, hijo de un cuadro importante del PSP que llevaba su mismo nombre, y militante él mismo en su juventud, aunque luego rompió con el Partido, aporta un dato ciertamente relevante: no solo Fidel tenía una estrecha vinculación con el PSP, al menos desde principios de los años cincuenta, antes del ataque al Moncada, sino que el KGB no fue ajeno a la revolución cubana y se mantuvo, en la sombra, auxiliando al joven criptocomunista.

De acuerdo con su relato, cuatro camaradas del PSP eran, al mismo tiempo, oficiales del KGB formados en la URSS y al servicio de ésta: Osvaldo Sánchez, el exoficial de la República española Francisco Ciutat, casado con una rusa, Wilfredo Velázquez ("el compañero José") y Joaquín Ordoqui. El quinto miembro de la conspiración era Aníbal Escalante, pero éste no pertenecía al KGB.

En su momento, a principio de los años sesenta, Salvador Díaz Versón, un periodista anticomunista, priísta, que debió exiliarse después del golpe de Batista en 1952, aseguraba, y lo hizo ante una subcomisión del Congreso de EE UU, que los lazos entre Fidel y Moscú eran, incluso, previos, y databan de 1943, cuando la embajada rusa en Cuba comenzó a fomentar la revolución.

Lo problemático de esa fecha es que Fidel entonces tenía 17 años, estaba interno en el colegio Belén, y es difícil pensar que ya tenía ese tipo de vínculos
.

Otro elemento más persuasivo del relato de Díaz Versón, quien llevaba un registro, según él, de 250.000 comunistas latinoamericanos, entre los que estaban muchos cubanos (registro que fue intervenido y destruido por la fuerza pública en enero de 1959), es el que describe cómo el PSP, en vista de su escaso peso político nacional, en torno al 5 %, practicaba el entrismo en otras fuerzas políticas para dominarlas desde dentro.

Así las cosas, Fidel habría entrado al Partido Ortodoxo de acuerdo con el PSP, mientras Raúl, su hermano, habría quedado dentro de la Juventud del PSP a cara descubierta.

En realidad, esa distribución de roles tenía sentido estratégico. Alguien como Raúl, tan subordinado intelectual y emocionalmente a su hermano mayor, difícilmente habría tomado un camino diferente al de Fidel, a menos que estuvieran de acuerdo.

Dentro de este esquema, Fidel tendría puesto un pie en la ortodoxia y otro en el comunismo por medio de su hermano.

Esto no quiere decir que Fidel fuera un comunista disciplinado que seguía las instrucciones del Partido, sino alguien convencido del valor de las ideas de Marx y, simultáneamente, de la utilidad que tenía el PSP para sí mismo y para sus planes de convertirse en "El Jefe".

En todo caso, la forma vertiginosa en que Fidel, Raúl, el Che, Antonio Núñez Jiménez y otros pocos comunistas lograron transformar a Cuba en una dictadura colectivista, indica que sí existía un plan preconcebido.

Mientras Fidel, una y otra vez a lo largo de 1959, negaba que fuera comunista, le entregaba el control de la represión, de los órganos de inteligencia y del ejército a los camaradas cubanos del KGB, con Osvaldo Sánchez a la cabeza.

El poder real estaba ahí, no en la gerencia del aparato de gobierno. Resultado: en 18 meses la Isla estaba en el puño de Fidel por medio de sus ocultos camaradas del PSP.

Pero estaba en su puño, no en el del Partido. Poco tiempo después, cuando parte de la dirección del PSP retó su autoridad, barrió con los principales cabecillas y decretó que una microfracción había intentado traicionar a la revolución.

Ahí quedó claro quién servía a quién. Para Fidel, sin dejar de ser comunista, el PSP, la URSS y el KGB eran los instrumentos para conquistar su gloria personal, no para gobernar colegiadamente dentro de la camisa de fuerza de un Partido.

En fin: este libro de Rasco vuelve a abrir un debate que tiene más de medio siglo.

Hace muchos años, cuando yo era un adolescente y me enfrentaba a la entronización de la dictadura comunista en Cuba, pensaba que Fidel Castro había "caído" en la ideología comunista por la propia dinámica de la lucha por implantar su poder personal frente a EE UU y a otros grupos revolucionarios democráticos.

Probablemente yo estaba equivocado. No hubo improvisación. Hubo engaño, premeditación y alevosía.


Al menos esta vez las teorías conspirativas eran ciertas. José Ignacio Rasco fue uno de los primeros que lo reveló y ahora lo reitera. Hay que tomarlo muy en serio. Sabe lo que dice. Siempre lo ha sabido.


Palabras leídas en la presentación de José Ignacio Rasco, Acuerdos, desacuerdos y recuerdos (Universal & Instituto Jacques Maritain de Cuba, Miami, 2012).
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Tomado en idioma Inglés de http://www.latinamericanstudies.org/

(Traducción automática de Google)

Cuando Castro se hizo comunista: El impacto sobre la Política de EE.UU. hacia Cuba

Salvador Díaz-Versón
© 1997 Instituto de EU Relaciones Cuba. Todos los derechos reservados.

INTRODUCCIÓN

(Parte 1)

La pregunta fundamental de cuando Fidel Castro se convirtió en un comunista ha tenido un impacto profundo y duradero en la política exterior de los Estados Unidos. Desde diciembre de 1956, el momento en que Castro desembarcó su expedición armada de México contra el dictador cubano Fulgencio Batista, y la caída de Batista el 1 de enero de 1959; hasta la aprobación del Presidente Eisenhower de llevar a cabo acciones encubiertas contra el régimen de Castro en marzo de 1960; (1) los EE.UU. siguieron aparentemente una política de no intervención en el área del Caribe y del hemisferio occidental en su conjunto. Los EE.UU. podrían haber invocado el Tratado de Río (2) en cualquier momento de este período de tiempo dada la información que estaban a disposición de los funcionarios de Washington sobre el involucramiento de Castro con el comunismo internacional y la amenaza que representa este para los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos. (3 )

(Salvador Díaz-Versón)

Durante este período posterior a la Segunda Guerra Mundial, comúnmente conocido como la Guerra Fría, la Unión Soviética se había convertido en el principal adversario de Estados Unidos. El dictador soviético José Stalin (1924-1953) tuvo una reacción adversa a la ayuda económica de EE.UU.a Europa, también conocido como el Plan Marshall (1947); el Golpe de Estado de Stalin en Checoslovaquia (1948), el bloqueo soviético de los sectores de los Aliados en Berlín (1948), y, el armamento por parte de la Unión Soviética a las tropas de Corea del Norte antes de la invasión al Sur que condujeron a la guerra de Corea (1950-1953), ayudaron a dar forma a la política exterior de EE.UU. hacia la región interamericana.

En un esfuerzo por asegurar la unidad hemisférica y la defensa mutua contra la amenaza de la expansión soviética, la Novena Conferencia Interamericana celebrada en Bogotá, Colombia en abril de 1948, dio lugar a la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA). (4) La importancia estratégica de Cuba, por lo tanto, con respecto a las rutas de navegación del Golfo-Atlántico-Caribe, el Canal de Panamá, y la Base Naval de Guantánamo, no podría haber sido más convincente.

Es en este contexto, en mayo de 1960 en Washington, que Salvador Diaz-Verson presentó testimonios concordantes sobre los vínculos tempranos de Castro con el creciente anti-americanismo de la Unión Soviética; esto fue antes el Subcomité Senatorial de Seguridad Interna (5). Diaz-Verson testificó acerca de la la destrucción por las fuerzas de Castro (6) de los archivos de la Liga Anti-Comunista de Cuba que él había creado y mantenido meticulosamente sobre los comunistas cubanos en toda América Latina. (7) Este acto criminal, que fue ampliamente difundido por los corresponsales de prensa extranjera en La Habana el día siguiente, el 27 de enero de 1959, (8), reveló la destrucción de los archivos de Diaz-Verson más de un año antes de la directiva del presidente Eisenhower aprobando las acciones encubiertas contra el régimen de Castro en marzo de 1960. Por temor a su vida, Díaz-Versón huyó al exilio el 19 de marzo de 1959. (9)

Si Fidel Castro fue o no una "card carrying", miembro del Partido Comunista (10) se convirtió en la prueba de fuego por el cual las acciones de EE.UU. hacia Cuba se determinaron. La afiliación comunista de Castro con la Tercera Internacional para América Latina no eran desconocidos; (11) en los acontecimientos de la llamada Bogotazo, (12) amplia evidencia era fácilmente la prueba disponible siempre que Castro era un agente enemigo de la intención de la Unión Soviética en la derrota los Estados Unidos. (13) Tan pronto como a mediados de 1957, el ex secretario de Estado Adjunto para Asuntos de América República, Spruille Braden, quien también se desempeñó como embajador de EE.UU. a Cuba desde 1943 a 1945, concedió una entrevista al semanario de Washington, Human Events, citando las actividades comunistas de Fidel Castro (14).

(El joven Fidel Castro al centro y ¨en pose¨ buscando publicidad con el ¨rescate¨ de la campana del ingenio De La Demajagua del Padre de La Patria Carlos Manuel de Céspedes; un montaje buscando publicidad. En la foto aparece su entonces amigo Rafael del Pino, no es el general de aviación que desertó en 1986, quien sería asesinado, dejado morir o inducido al suicidio en una prisión Castrista después de 1959 )

Contrariamente a los intereses de seguridad de Estados Unidos en América Latina, (15) se convirtió en la política de EE.UU. a: abandonar un gobierno amigo en Cuba, (16) no apoyan una alternativa viable a Castro, (17) y reconocer prematuramente el gobierno de Castro (18) que fue interpretado ampliamente como un producto no comunista de la revolución democrática (19). vicepresidente Richard M. Nixon había expresado su preocupación por el comunismo de Castro en un memorando confidencial distribuido a la CIA, el Departamento de Estado, y la Casa Blanca después de una reunión de tres horas con Castro durante su visita a Washington en abril de 1959. (20) viaje de Castro había sido organizada por el subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Roy Rubottom, (21) que era plenamente consciente de inclinaciones comunistas de Castro y afiliaciones de haber sido publicado en Bogotá, Colombia en el momento de la Novena Conferencia Interamericana en 1948, (22) escena de la tristemente célebre Bogotazo (23).

En el momento en Castro declaró oficialmente a Cuba un estado socialista el 1 de mayo de 1961 (24) y se proclamó un "marxista-leninista" en un discurso televisado el 2 de diciembre de 1961, (25) poder comunista en Cuba se había consolidado. (26 ) Cuba no sólo proporcionaría una base para las actividades anti-estadounidense en el hemisferio occidental, pero la isla también serviría para proyectar la influencia de Moscú en todo el Tercer Mundo, exacerbando aún más tensiones de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

En una reseña del libro de 1987 titulado "Cuba y sus críticos," Saúl Landau (27) se refirió a una entrevista que había mantenido con Castro revela su dedicación temprana al comunismo. Según Landau, "explicó Fidel Castro en 1968 para mí que se había convertido en un marxista desde el mismo momento que leyó el Manifiesto Comunista en sus días de estudiante, (sin cursivas en el original) y un leninista de la época cuando leyó a Lenin en la cárcel en la Isla de Pinos en 1954. "(28) Esta cuenta coincide con la iteración Diaz-Verson de la destrucción de la prueba de archivo" de la deslealtad de Fidel desde sus días de escuela (cursivas en el original) en adelante. "(29)

Los eruditos a lo largo de los años han debatido sin cesar el comunismo de Castro; (30) la cuestión de que Castro se convirtió en un comunista; (31) o, para el caso, si alguna vez realmente era un comunista comprometido sugiriendo Castro se convirtió en comunista sólo por el pragmatismo. Los argumentos se han presentado alegando que los Estados Unidos obligó a Castro a los brazos de la Unión Soviética (32) y en el camino del comunismo internacional. Ahora, con el colapso del sistema soviético y el fin de la Guerra Fría, viene la apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética (33).

A lo largo de este debate, la cuenta de alta credibilidad de Landau de su entrevista de 1968 con Castro ha sido ignorada. Incluso la admisión televisado de Castro el 2 de diciembre de 1961 (34) de sus raíces comunistas propia ha sido despedido como "afirmaciones" y se describe como "después de los hechos," y como "egoísta". (35) Si bien Díaz-Verson de en cuenta cuando Castro se convirtió en un comunista ha sido convenientemente despedido, (36) nunca ha sido cuestionada o negada. A pesar de la destrucción de los archivos de Diaz-Verson, la llamada de Castro "de estudiante" o "colegio" claramente se extienden desde la escuela secundaria a la universidad que abarca el período de 1943 (37) designado por Díaz-Verson como el momento "de Cuba jóvenes que ya habían entrado en servicio de la Unión Soviética y que recibieron una suma mensual de dinero para cubrir sus gastos comenzó a visitar la residencia del agente Bashirov "en La Habana incluye" Fidel Castro Ruz. "

Diaz-Verson, un distinguido periodista cubano y agente de inteligencia, se reunieron pruebas de la conexión de Castro con la Unión Soviética se remonta a 1943. Su cuenta de que Castro se convirtió en un comunista es de importancia desde una perspectiva política de los EE.UU., sino que es a la vez de importancia histórica y preciso contexto. Cuba estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en octubre de 1942 con Maxim Litvinov haber presentado sus credenciales en abril de 1943. (38) Habida cuenta de que Cuba tenía el más fuerte del Partido Comunista en América Latina en el momento "se consideran como una especie de la sede regional del Caribe" ( 39) en la que el "gobierno soviético puso un alto valor", (40), no es impensable que Castro entró en efecto bajo la influencia de Gumer W. Bashirov en los primeros meses de 1943, Diaz-Verson ha descrito en su trabajo seminal reimpreso titulada "Cuando Castro se convirtió en un comunista."

Todo indica que Castro habría sido frustrado mucho antes de la caída de Batista el 1 de enero de 1959. la política estadounidense de no intervención que se han convertido en inoperantes si el presidente Eisenhower discernir el alcance de la amenaza comunista que Castro llevó a Cuba representa para los Estados Unidos (41), como finalmente se puso de manifiesto por el cambio de Eisenhower-Kruschev de 09 de julio 1960 . En ese momento, el presidente Eisenhower justificadamente evocó el Tratado de Río y declaró: "Yo ratifico en los términos más enfáticos que los Estados Unidos no será disuadido de sus responsabilidades por las amenazas que el Sr. Kruschev está haciendo. Tampoco los Estados Unidos, de conformidad con sus obligaciones, permiten el establecimiento de un régimen dominado por el comunismo internacional en el Hemisferio Occidental. " (Boletín del Departamento de Estado, 25 de julio de 1960, páginas 139-140). (42) Si la revolución comunista de Castro ha considerado menos como una rebelión desde dentro o como una insurrección contra el orden establecido, ya que fue retratada y más por lo que realmente era, un ataque de caballo de Troya por las fuerzas del comunismo internacional liderado por Fidel Castro, entonces los responsables de la política de EE.UU. se han tratado como tal y Castro, disfrazado de demócrata, nunca habría tenido éxito en apoderarse de Cuba. En cambio, Castro sin trabas ascenso al poder hace la política de EE.UU. parecen indecisos y paralizado. papel Diaz-Verson proporciona la clave para ayudar a entender cuando Fidel Castro se convirtió en un comunista, en su totalidad se muestra cómo el proceso de la política de EE.UU. se derrumbó desde dentro y cómo Cuba se perdió a la influencia soviética y Rusia durante casi cuatro décadas.

Cuando Castro se hizo comunista

* Fidel Castro comenzó a trabajar para la Unión Soviética en 1943.

* En enero de 1959, destruyó la evidencia de sus relaciones con la Unión Soviética.

Tan pronto como Fidel Castro Ruz se enteró de que el archivo "A-943" en nuestros registros figura una prueba irrefutable de su relación con la Unión Soviética y que los registros también figuran los datos que resultaron de la militancia comunista de sus más cercanos colegas, ordenó su incautación. Dichos documentos fueron incautados en la noche del 24 de enero de 1959 en el barrio Vedado de La Habana. Fidel acababa de entrar en La Habana, rodeado por la demagogia, la falsedad y la mentira y que necesitaba para cubrir, por el momento, sus propósitos traicioneros. Sabíamos que había y la prueba de que Fidel Castro era uno de los agentes de Moscú. Habíamos sido capaz de reunir fotografías, documentos e informes que indican que él era un agente de la Unión Soviética a pesar de que no era un miembro regular del Partido Comunista. Y era natural que el traidor me preocuparía por neutralizar lo que pudiera traducirse en pruebas de su maldad en el momento de entusiasmo revolucionario y ciega.

Desde la fundación de la Tercera Internacional, la Unión Soviética dividió su organización en todo el mundo en dos grandes sectores. Por una parte, aparecieron los partidos comunistas, "las organizaciones de fachada". Por otra parte, estaban aquellos agentes directamente vinculados con el régimen de Moscú, que nunca fueron registrados con los grupos de color rojo en sus países de origen. El primero se compone de los que tuvo que intervenir en la política nacional, votar, postularse para cargos electivos y agitar sus respectivos pueblos a través de prensa, la radio, reuniones, organizaciones cívicas y patrióticas. Este último se formaron por los extranjeros, que no fueron pensadas para funcionar como activistas, así como los que realiza el espionaje, la subversión y los actos de engaño en diferentes "cubre". Esos fueron los casos de Lombardo Toledano en México y Jacobo Arbenz en Guatemala. Estas personas, que actuaron en nombre de la Unión Soviética, nunca apareció en las listas de cualquier partido comunista. Su trabajo era directamente con el gobierno soviético muy por encima de los partidos comunistas o delegados. Y Fidel Castro es uno de esos agentes.

Durante el tiempo que hemos estado en el exilio, que han sido la recolección de datos, la reconstrucción de los informes, y recordando los detalles. Por tanto, estamos en condiciones de ofrecer un resumen sobre las actividades de Fidel Castro como un agente para la Unión Soviética desde 1943 cuando sólo tenía 17 años de edad.
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 El soviet caribeño: La otra historia de la Revolución Cubana (Caballo de fuego)  cuyo  autor  es  César Reynel Aguilera es la verdadera historia de la Revolución Cubana a partir de las relaciones ocultas, y durante mucho tiempo subestimadas, entre los hermanos Castro y el Partido Comunista de Cuba, relatada por César Reynel Aguilera, hijo de dos reconocidos combatientes de la lucha clandestina contra la tiranía de Fulgencio Batista.

El soviet caribeño describe la historia de la Revolución Cubana a partir de las relaciones ocultas, y durante mucho tiempo subestimadas, entre los hermanos Castro y el Partido Comunista de Cuba - Partido Socialista Popular (PCC-PSP). Para explicar esas relaciones, el autor se remonta a los orígenes del PCC-PSP y plantea, por primera vez en la historiografía cubana, la coexistencia de dos organizaciones paralelas: un partido político de corte tradicional y un núcleo central de inteligencia soviética (NCIS). A pesar de haber estado estrechamente relacionadas, esas dos organizaciones tuvieron, en marcadas ocasiones, objetivos que diferían radicalmente dentro del contexto cubano. Cada vez que eso sucedió se impuso, como una norma inviolable, la opinión del NCIS.

A fines de la década de los 40, el Partido, dañado en su popularidad y capacidad de liderazgo a consecuencia de sus errores -entre los que resalta su fallida alianza con el tirano Batista entre 1938 y 1944-, pero extraordinariamente bien posicionado dentro de las estructuras políticas y militares del Estado cubano de la época, decidió utilizar a Fidel Castro como el caballo de Troya de los comunistas cubanos. Para que esa utilización pudiera llegar a buen término, era necesario mantener la relación entre comunistas y castristas en el más alto secreto.

Es por eso que el vínculo entre Fidel Castro y el PCC-PSP nunca fue con el Partido como tal, sino con el NCIS. Esa dualidad explica, entre otras cosas, la aparente contradicción entre la proyección pública del Partido con respecto a Fidel Castro -en ocasiones crítica- y las acciones de un grupo relativamente reducido de hombres y mujeres que protegieron y asesoraron al castrismo desde sus inicios.

Después del triunfo de la revolución, fue el NCIS el encargado de organizar la seguridad personal de los hermanos Castro y los servicios de inteligencia del castrismo. Eso le permitió penetrar los puestos más importantes de la maquinaria del poder castrista y empezar, desde enero de 1959, el llamado proceso de radicalización revolucionaria. No es casual, entonces, que los miembros del NCIS aparezcan involucrados, siempre desde las sombras y a distancia, en eventos de la Revolución cubana tan importantes como la crisis de octubre, el juicio de Marquitos, la muerte del Che Guevara, el inicio de las aventuras africanas del castrismo y, eventualmente, la guerra en Angola.

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EL SOVIET CARIBEÑO, autor César Reynel Aguilera

Fragmento
A manera de prólogo
(sobre la historia de un gran engaño)

Por Juan Bautista Yofre

Hace poco menos de un lustro, cuando decidí escribir Fue Cuba como una forma de explicar a los lectores la desgracia argentina de los años 60 y 70, me sumergí en innumerables textos de autores muy reconocidos internacionalmente y con gran respaldo económico. Otros libros eran testimonios de diplomáticos sobre sus pasos por La Habana o simples observaciones sobre gestiones de personajes de la época pre y post dictadura de Fulgencio Batista Zaldívar. En la lista de libros observados tampoco faltaron los de varios que reflejaron un clima de época no del todo completo sobre la inevitabilidad de la llegada de Fidel Castro Ruz y el clandestino Partido Comunista al poder en Cuba (conocido como Partido Socialista Popular). También consulté los testimonios de algunos de los que acompañaron a Fidel Castro durante los días de la Sierra Maestra y más tarde, cuando vieron la luz de la verdad, lo abandonaron y fueron encarcelados por años o partieron al exilio. En escasas palabras, y sin ningún atisbo de vanidad, puedo decir que leí más de lo conveniente. Hasta de aquellos a los que considero cómplices de la tiranía castrista porque no contaron certeramente la verdad de la génesis del pensamiento de la revolución cubana, buscando un éxito editorial que en general nunca les faltó. Son los surfistas del progresismo, muchas veces acompañados por editoriales capitalistas. Fue cuando recordé a Eric Hobsbawn, que nos decía: “La historia tergiversada no es historia inofensiva. Es peligrosa”. A todos estos libros agregué los archivos secretos de la Inteligencia checoslovaca.

Fue en ese tiempo de gestación de mi libro sobre la responsabilidad cubana en la tragedia argentina (y latinoamericana) que comencé a prestar atención a detalles que venían del más allá, a miles de kilómetros de Buenos Aires, de Canadá, que me decían que en mi damero narrativo faltaban elementos informativos muy importantes y que, por lo general, nadie se atrevía a señalar y poner en su justo lugar. Observaciones que la Inteligencia estadounidense no tuvo en cuenta por simple estupidez o irresponsabilidad absoluta y que sí ilustraban el archivo de la Inteligencia checoslovaca en mi poder.

Esa voz que me venía de Canadá a través de relatos aislados —por el momento— sobre El soviet caribeño era la de César Reynel Aguilera, un joven médico y escritor cubano que nació cuando yo atravesaba los 17 años de mi existencia y faltaba un año (1964) para que una columna guerrillera entrara a la Argentina por el Norte para desafiar a los poderes constitucionales. La encabezaba un argentino amigo de Ernesto “Che” Guevara y contaba en su dotación con hombres forjados en la Sierra Maestra, algunos de los cuales llegarían a altos cargos en el gobierno cubano y el Partido Comunista de Cuba.

Con el paso de los días y las semanas, César Reynel Aguilera se convirtió en mi sherpa. Fue él quien me enseñó la importancia de personajes clave en la operación de apoderamiento comunista de la nación cubana, mientras muchos se distraían con los sones de Benny Moré. Al respecto, no faltó la ironía atribuida a Ernesto Guevara —y aceptada por Carlos Franqui— al decir que era “una revolución con pachanga”. Lastimosamente, cuando la pachanga —que es la expresión de la alegría— se apagó, Cuba cayó en la tristeza de la penumbra y llegaron los sonidos de las balalaikas.

(César Reynel Aguilera)

Es de los pocos autores que pusieron su lupa sobre la personalidad y el trabajo en las sombras del polaco comunista Fabio Grobart en Cuba. Así se llega a saber que Fidel Castro Ruz ya era comunista antes de entrar en La Habana el 8 de enero de 1959. No lo digo yo, lo afirmó el propio Castro a los dos años de estar en el poder y tras haber ahogado en el silencio todo atisbo de oposición en Cuba. Fue el 22 de diciembre de 1961 cuando se sacó la máscara y declaró al diario Revolución: “Desde luego, si nosotros nos paramos en el pico Turquino cuando éramos ‘cuatro gatos’ y decimos: somos marxistas-leninistas, desde el pico Turquino, posiblemente no hubiéramos podido bajar al llano. Así que nosotros nos denominábamos de otra manera, no abordábamos ese tema...”.1

Acentúo el desafío-franqueza de Castro porque es bueno que se sepa que los funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos, hasta ese momento, vivían en Babia: “No encontramos evidencia creíble que indicara que Castro tenía lazos con el Partido Comunista o, incluso, que sintiera mucha simpatía por ese partido”, dijo el secretario de Embajada en Cuba Wayne Smith años más tarde. Era el encargado de cerrar la embajada estadounidense en La Habana en 1960 y partió para asesorar a la Casa Blanca como especialista en cuestiones cubano-americanas y miembro del Buró de Inteligencia de Foggy Bottom. En los peores años de la década del 70, Smith fungió en Buenos Aires de consejero político de los embajadores John Davis Lodge y Robert Hill.

Todo el recorrido del relato de Reynel Aguilera es una revelación tras otra que él pudo tomar en su casa paterna (su padre fue un importante miembro del PSP) y del propio conocimiento de sus años de observación y estudio. Para aquellos que trabajan en la investigación periodística, su capítulo “El quinto mártir” es un espejo donde reflejarse.

No soy proclive a escribir prólogos, pero estimé necesario hacerlo en este caso por dos razones. La primera, porque el lector va a conocer de primera mano y con certezas absolutas cómo el comunismo se apoderó de Cuba ante la sorpresa generalizada de su sociedad. Luego, por una cuestión de reconocimiento —y agradecimiento—, porque sin César Reynel Aguilera no hubiera llegado a profundizar los pliegues de la gran estafa castrista que lleva más de medio siglo en el poder.

Con El soviet caribeño el lector habrá de sumergirse en un mundo secreto, impreciso, cargado de hipocresías y mentiras; un universo de miradas de hombres de buena fe que confiaron en el discurso público de Castro mientras se maceraba ya en el poder, a través de un gobierno en las sombras, la tragedia cubana que se pretendería, más tarde, llevar o exportar a toda América Latina. Es un libro necesario para comprender lo que sucedió en Cuba y lo que puede ocurrir cuando lo que se dice no es lo que se piensa.

1. El pico Turquino es el más alto de Cuba y está enclavado en la Sierra Maestra.
Capítulo I

Diamantes para el hombre nuevo

El cubano es un pueblo condenado a observar cómo otros cuentan su historia reciente. Poco importa si el tema es la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, la Crisis de Octubre, la muerte del “Che” Guevara o la guerra en Angola; en cada uno de ellos nos espera una lista de expertos extranjeros y de instituciones que yacen en las antípodas de nuestra cultura.

Cada vez que leo a alguno de esos sabedores de la historia de Cuba no puedo evitar el recuerdo de una frase de Isaiah Berlin en su ensayo Las ciencias y las humanidades: “¿Qué saben hoy los grandes estudiosos de Roma que no fuera del conocimiento de la criada de Cicerón? ¿Qué pueden añadir esos señores al acervo de esa muchacha?”.2

Por razones familiares crecí en una casa que, si bien nunca llegó a ser tan importante como la de Cicerón, sí fue un sitio de visita y tertulia por el que pasaron muchas de las ideas, y algunas de las personas, que conformaron la historia reciente de Cuba.

Soy hijo de dos militantes del viejo Partido Comunista de Cuba (PCC). Mi padre, César Antonio Gómez Pérez de Medina, fue desde inicios de 1957 hasta enero de 1959, el secretario general de la Juventud Comunista en la Universidad de La Habana; una institución que por su importancia estratégica era considerada por el PCC como la séptima provincia de Cuba.3 Mi madre, Thais Orquídea Aguilera Baqués, fue una de las pocas personas capaces de mostrar una doble militancia al triunfo de la revolución: en las células de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M26-7) y en la Juventud Comunista.

El comentario sobre la valentía física de mi madre fue lo primero que me acostumbré a escuchar cada vez que alguien, amigo o enemigo, me reconocía como hijo de ella. A pesar de esos elogios, ella siempre tuvo a bien reconocer que llegó viva al 1 de enero de 1959 gracias a la astucia conspirativa de mi padre. Creo que fue esa combinación de belleza y coraje físico, por el lado materno, y astucia e ideología, por el paterno, la que hizo de mi casa un sitio tan atractivo para el paso de los más disímiles personajes de la historia reciente de Cuba.

Llegaban, pedían café y se lanzaban a despachar sobre los temas más candentes de una política que creían conocer al dedillo. Los niños podíamos asistir, siempre que nos mantuviéramos callados. Y así crecimos, entre ideas y análisis que no solo estaban mucho más allá de los que expresaban las páginas del periódico Granma, sino que permitían entender una buena parte de lo que ese libelo insinuaba entrelíneas. Fue escuchando aquellas tertulias, o recordándolas después —gracias a mi hermana mayor y a mis tíos—, que pude descubrir algo que todavía hoy, cuando leo a la mayoría de los cubanólogos, me hace preguntarme si están hablando del país donde nací.

La inmensa mayoría de esos expertos describen la historia de la revolución cubana a partir de la figura de Fidel Castro y analizan esa historia como una cadena de hechos que se consideran aislados. Esas dos limitaciones son imprescindibles para crear el legado histórico que el castrismo pretende dejarle al mundo. Un cuento de hadas que reza más o menos así: un líder carismático y nacionalista desató una revuelta agraria, engañó a la alta burguesía y a los estadounidenses, derrotó militarmente al ejército regular de Batista, tomó el poder y se lo entregó, por razones de sobrevivencia económica, a unos viejitos comunistas y cobardes que siempre le estuvieron eternamente agradecidos.

La versión que yo crecí escuchando siempre incluyó esa mitología de profetas barbados y aguas partidas, pero le añadió un nivel de complejidad mucho más cercano a la realidad. Es una narrativa que parte de reconocer que a partir del año 1925 no hay un solo evento de .......

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