viernes, enero 31, 2020

Ernesto Pérez Chang desde Cuba:. El Capitolio y una Habana que se cae a pedazos. Hay dinero para acomodar a los diputados y divertir al turista pero el pueblo debe arreglárselas como pueda




El Capitolio y una Habana que se cae a pedazos

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Hay dinero para acomodar a los diputados y divertir al turista pero el pueblo debe arreglárselas como pueda
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Por Ernesto Pérez Chang
30 de enero, 2020

LA HABANA, Cuba. – El espectacular Capitolio de La Habana, en cuya reparación total el gobierno cubano ha invertido alrededor de 6 millones de dólares, pareciera mostrar desprecio por una ciudad que se cae a pedazos.

Es el mensaje que cualquiera percibe al observar lo que ha sucedido con la triple arcada de la entrada posterior, la que da a la calle Industria, y tras la cual transcurren los recibimientos oficiales a las delegaciones y personalidades extranjeras que visitan la nueva sede de la Asamblea Nacional.

El hecho es que el majestuoso zaguán ha sido tapiado con tabiques de yeso que bloquean la visión desde el exterior.

Lo que siempre estuvo a la vista de todos, y que debió continuar así por tratarse de un edificio que (al menos teóricamente) cumple funciones públicas, ahora se ha puesto a resguardo de las “molestas” miradas de esa inmensa mayoría de cubanos a la que el Partido Comunista no considera “la vanguardia de Cuba”, de acuerdo con las mismas categorizaciones impuestas por el régimen, basadas en el grado de “lealtad” a las principales figuras en el poder.

(Vista de la entrada posterior con las arcadas tapiadas. Anteriormente se podía observar el interior desde la calle Industria. Foto P. Chang)

Lo que parecía un recurso circunstancial mientras duraron las labores de restauración, ahora ha pasado a ser una decisión permanente, con la cual quizás pretenden resolver esa “incomodidad” de tener que soportar la presencia de esa “chusma” que se resiste a abandonar los únicos cuatro edificios de vivienda que quedan en ese tramo de calle, a pesar de estar todos en peligro de derrumbe.

Pero el gobierno recién en septiembre de 2019 eliminó los subsidios a la vivienda y no piensa ofrecer opciones justas a quienes han quedado fuera de la planificación del presupuesto estatal.

Hay dinero para acomodar a los diputados y divertir al turista pero el pueblo debe arreglárselas como pueda.

“Están esperando a que se caigan para hacer parqueos y oficinas”, es lo que en resumen opinan algunos de los habitantes del lugar, renuentes a trocar sus casas de toda la vida por albergues de tránsito o apartamentos mal terminados alejados del centro de la ciudad, una estrategia que, para beneficio propio, le ha funcionado al gobierno en otras ocasiones, sobre todo en la Habana Vieja, tanto así que algunos consideran que se trata de una “habilitación” para el turismo más que una “restauración”, teniendo en cuenta la política de desplazamientos aplicada en los sitios y edificaciones más significativos.
(Edificio en la calle Industria que está situado frente al zaguán del Capitolio, ahora tapiado. Foto P. Chang)

De hecho, el centro de la ciudad, más allá de la zona más antigua, hace ya tiempo fue divido en parcelas con el objetivo de ofertarlas al mejor postor, según se advierte en la propia Cartera de Oportunidades publicada y ampliada todos los años por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba.

Los tabiques en el zaguán del Capitolio no solo son una expresión o extensión materializada de ese secretismo y voluntad de ocultamiento que practica el gobierno cubano en casi todos los ámbitos de la realidad cubana sino, además, del desdén con que asume aquellos asuntos relacionados con el bienestar de los ciudadanos, donde el déficit y la precariedad de la vivienda parecieran ocupar el lugar más importante pero que, en la práctica, se constata que no existe una voluntad real, creíble, para encontrar soluciones.

Hace días, en una de las tantas reuniones de Miguel Díaz-Canel con funcionarios de la vivienda, se escuchó de manera excepcional la crítica de uno de ellos a los planes de reparación de inmuebles.

Señalaba esta persona que el presupuesto asignado a las localidades para la rehabilitación de edificios multifamiliares era insuficiente, y favorecía apenas el 0,5 por ciento de las necesidades reales.

Hacía referencia a situaciones absurdas como la de planificar la reparación anual de uno o dos edificios en repartos y barriadas que cuentan con más de doscientos bloques residenciales, de modo que el cumplimiento (y hasta sobrecumplimiento) de planes jamás pudiera constituir una noticia para regocijarse sino más bien para crear la ilusión de que las cosas marchan bien cuando en realidad la situación empeora y las soluciones se limitan al ajuste por defecto de las cantidades planificadas.

No hay que hacer muchos cálculos para comprender que, a ese ritmo, al gobierno le tomaría más de un siglo reparar los edificios de una comunidad como Alamar donde existe más de un centenar.

No obstante la prensa oficialista habla de “cumplimiento” en los titulares y hasta los organismos ejecutores se alzan con la distinción de “Proeza Laboral”. Una verdadera tomadura de pelo que se torna más burlesca cuando descubrimos que por “reparación” en la mayoría de los casos se entiende apenas la renovación de la pintura exterior de los inmuebles, algo que contrasta con el derroche de recursos empleados en acondicionar ese gran elefante blanco de la economía cubana llamado Capitolio.

(Los cuatro edificios de vivienda ubicados en el tramo de calle, al fondo del Capitolio. En primer plano, edificio de la fábrica Partagás, restaurado. Foto P. Chang)

Un ejemplar que ni es único ni excepcional sino que es tan solo un ejemplo de cuáles son las verdaderas prioridades en estos tiempos de sálvese el que pueda.

Pero volviendo a la queja del funcionario de vivienda a la que me refería, lejos de suscitar una refriega de Díaz-Canel contra los responsables de tanto “ilusionismo económico”, fue respondida por este con el usual desplazamiento “simulado” de la culpa hacia quienes sufren las consecuencias de ese maremoto de falta de compasión y bandidaje (más que ineptitudes) que ha destrozado Cuba durante más de seis décadas.

Según el presidente cubano serían los vecinos de esos edificios multifamiliares quien deberían ellos mismos asumir las reparaciones acudiendo a colectas entre los propios inquilinos para adquirir los materiales y pagar a las brigadas de albañiles, plomeros y pintores puesto que es necesario despojarse de esa “vieja mentalidad” para la cual el Estado debe ser el encargado de tales asuntos.

No es necesario llamar la atención sobre lo sarcástico de tal respuesta.

Quien conozca nuestra realidad de bajos salarios y carestías perpetuas, de voluntarismos, obstaculización y criminalización de las iniciativas individuales, no necesitará de explicaciones sobre por qué, en nuestra circunstancia, le corresponde al gobierno asumir esos gastos.

Y por carambola también intuirá lo que significan esos tabiques en las arcadas del zaguán del Capitolio: son algo mucho más terrible que cortinas para cubrir la suciedad.

El paseante no tendrá modo de saber qué sucede en ese lugar del edificio, así tampoco los invitados extranjeros que sean recibidos allí podrán detenerse a apreciar el fuerte contraste entre la fastuosidad del “Parlamento comunista de Cuba” y las ruinosas ciudadelas que, en las inmediaciones, milagrosamente resisten la indiferencia de los diputados más que el paso del tiempo.

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Jorge Ángel Pérez: Mi madre coraje ha muerto. Mi madre me miraba a mí, pero no podía apretar mi mano, no tenía fuerzas. Mi madre solo me miraba, no podía hablarme mientras moría



Mi madre coraje ha muerto

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Mi madre me miraba a mí, pero no podía apretar mi mano, no tenía fuerzas. Mi madre solo me miraba, no podía hablarme mientras moría
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Por Jorge Ángel Pérez
31 de enero, 2020

LA HABANA, Cuba. – La prensa cubana se detiene en los glaciares devastados, en los incendios que llevan a los bosques australianos a la ruina. Los comunistas “atienden” al hambre que azota a tantísimos habitantes del planeta, y escudriñan minuciosos en el juicio a Trump, especulan sobre los posibles resultados, cruzan los dedos. Las publicaciones oficiales nos advierten de la desnutrición que aqueja a los más desamparados y también de la carrera armamentista que pone en peligro la estabilidad del mundo.

La prensa oficial opina exagerando en sus bufidos pero yo no consigo ir más allá de las lágrimas, del desaliento. El discurso oficial vuelve, una y otra vez, sobre el arsenal de armas nucleares en manos de “irresponsables y poderosos” que ponen en peligro la supervivencia en la tierra, mientras yo me quejo, y lloro, y extraño a mi madre. Cuba habla de buenos rendimientos agrícolas, mientras yo no consigo el más mínimo consuelo.

No hay bálsamo que aplaque mis angustias después de la muerte de mi madre, pero la prensa nacional se queja por la decisión del nuevo gobierno de Bolivia de romper relaciones con La Habana, supone que es injusta la medida y, para probarlo, señala el espíritu altruista de los médicos cubanos, la negativa del gobierno “revolucionario” a sacar ganancias a tanta “generosidad”, a su “filantropía”. Yo leo, y pienso en la arruinada salud de mi madre, en los medicamentos que no encontré en las farmacias cubanas, en el pequeño y devastado dispensario de mi madre, tan parecido a un “paisaje después de la batalla”.

En las redes sociales se habla de cierta bronca entre Silvio Rodríguez y Orishas porque, según se dice, los últimos usaron algunos “versos” de la canción Ojalá que escribió el primero, y en el noticiero de televisión se advierte que tembló la tierra en Cuba, que podría temblar otra vez, y la gente se persigna, ruega que no nos llegue una desgracia como esa, pero a mí no me interesan mucho las noticias, solo me importa mi madre, su vida, y esa muerte que me deja desolado.

Acela de los Santos Tamayo, combatiente de la Sierra, también murió y fue alabada en cada espacio de noticias. Todos reseñaron sus muy revolucionarias virtudes, su amistad con Vilma Espín y Raúl Castro, su matrimonio con el gallego Fernández, su desempeño en la administración de Cuba y en la política. En cada espacio noticioso nos advierten su deceso y dan detalles de sus honras fúnebres, y hablan una vez más de su amistad con Vilma, de su traslado a uno de esos frentes orientales en el que descansarán sus restos, pero jamás mencionan a mí madre.

La prensa comunista pone el ojo alevoso en la decisión del gobierno norteamericano de no permitir que los aviones salidos de su territorio vayan un poquito más allá del aeropuerto José Martí de La Habana, pero no se interesa en las dos horas que esperamos por una ambulancia que llevara, con cuidado, a mi madre hasta el hospital. Dos horas de desesperada espera, dos perdidas horas. Dos horas esperando para no hacerla bajar las escaleras, para no quebrantar más su corazón, para bajar finalmente las escaleras, escalón por escalón, y montarla en un auto que nos llevó al hospital, porque nunca llegó una ambulancia.


Mi madre murió dos horas después de llegar al hospital. Mi madre moría y el médico que la atendió hacía galas, con voz altísima y rotunda, de sus conquistas en ese mundo tercero al que viajó para salvar vidas. Mi madre moría mientras él hacía balance de cuánto le duraba su paquete de datos con tantas llamadas que debía hacer a la Sudamérica de sus conquistas femeninas. Mi madre moría y él hablaba, con voz muy alta, de mujeres seducidas…, y mi madre moría, y él se jactaba, y yo escuchaba, pero supongo que mi madre no.

Mi madre me miraba a mí, pero no podía apretar mi mano, no tenía fuerzas. Mi madre solo me miraba, no podía hablarme mientras moría. No podía despedirse del hijo que lloraba, del hijo que esperaba un milagro. No sé qué me iba a decir mi madre si hubiera podido hablar. Lo más seguro es que me habría pedido cordura, que me conformara con aquella verdad, y quizá hasta quería que volteara la cabeza para que no la viera apagarse, para no que no percibiera su último resuello.

Mi madre se fue y yo no he podido hacer otra cosa que llorar. Mis amigos se empeñan en hacer visitas, en alejar las conversaciones con temas “trascendentes”. Mis amigos se empeñan en hacerme reír, en alejar mi dolor. Los amigos vienen para que no llore, y recomiendan el mar, la amplitud clara y oscura de un templo católico, y una oración, muchas oraciones y plegarias, y no falta quien recomiende el mar, una fiesta, alcohol, sexo, pero yo solo quiero el recogimiento de mi casa y la compañía del perro, ese que aúlla, que llora, porque la extraña tanto como yo.

Mi perro no sabe lo que es la muerte, pero la extraña, y por eso llora. Mi perro no sabe que mi madre pasó un largo tiempo sin tomar la Digoxina porque no aparecía en las farmacias. Él no entiende que esa tableta pequeñita, esa que quizá descubrió entre los dedos de mi madre en las mañanas, y camino a la boca, a su garganta, le estuvieron prolongando un poco la vida, pero él no debió notar luego que desaparecieron esas tabletas. Él no se percató de la ausencia de esas pastillas, ni supo que amigos, desde cualquier rincón del mundo, las mandaron a montones, pero ya era tarde.

Mi madre no soportó la ausencia de la levotiroxina, del enalapril, de la digoxina o los sedantes para las mañanas y las noches. Mi Silvia no supo vivir sin la Sertralina que recomendó la siquiatra, hace apenas un año, para alentar su espíritu, para que me acompañara mejor. Mi madre me miró fijo mientras moría, y yo me aferré a esa mano que no estaba invadida por el suero que goteaba marcando el tiempo que quedaba. Mi madre se fue. Mi madre me dejó lidiando con mi vida, y con su muerte.

Ella se fue y no pudo despedirse, se le agotaron las fuerzas. Sabrá Dios qué me habría dicho. Quizá habló con Dios en silencio. Supongo que rogó para que me asistiera el consuelo. Supongo que le suplicó que intercediera para que no volvieran a acosarme, para que no volvieran a esposarme, sobre todo porque ella no iba a estar para llorar, para gritar, para exigir. Quizá le pidió a Dios que me cuidara, que me guiara, que alejara atropellos y patrañas. Es posible que intentara comunicarse con mis amigos, pedirles que no me dejaran solo, que me ofrecieran una mano, el hombro para llorar.

Los días pasan y no me conformo, no me reconcilio con la muerte de mi madre. Esta mañana ocurrió lo peor, y quizá por eso escribo ahora estas líneas. Esta mañana salí a pasear, como siempre, con mi perro, y olvidé la llave. Lo noté a la vuelta, después del paseo. Eso fue lo peor, quizá el momento más terrible de mi vida. Estaba en la calle y sin llaves para entrar al único espacio que me acoge, que me abraza, que me cuida. Me quedé en la calle y sin llave, y ella no estaba para responder a mis reclamos, a mis gritos, ella no estaba para salir al balcón y lanzar desde lo alto la llave que abriría la puerta. La casa estaba vacía y yo afuera, solo con mi perro, con la verdad más terrible, esa que me susurraban al oído; mi madre estaba muerta y yo solo, en la calle, y vulnerable. Ese fue sin dudas el peor momento, y por eso escribo estas líneas.

Escribo estas líneas por ella, y hasta por mí, y quizá me hagan bien, nos hagan bien a los dos. Escribo estas líneas por mi madre. Escribo por mi amigo Ernesto Santana que escribe recordándola, por Manuel Zayas que la amó tanto, por Ángel Santiesteban que le habló cada jueves, y por unos años, desde la cárcel. Escribo por Maggie, porque me ha estado acompañando y también porque ha sabido hacer silencio para que yo cumpla un poco con el duelo que podría salvarme. Escribo por Ana León y Augusto César, quienes fijaron imágenes mías desandando la casa con ella.

Mi madre me parece hoy más tremenda que algunas que descubrí en ciertos libros. Quizá mi madre no va a trascender como Gertrudis, aquella que trazó Shakespeare en el “Hamlet”. Gertrudis todavía es famosa, pero no quiso a su hijo como mi madre a mí. Mi madre me gusta más que esa Pelagia que es el centro en “La madre” de Gorki, esa Pelagia que se vuelve cómplice del hijo en su pensar, en su hacer político. Mi madre me gusta más que aquella Madre coraje que ideó Brecht. Mi madre debió tener mucho más coraje que la de ese libro, porque le toco una vida más real que la que la que vivió esa que salió de la cabeza de Brecht para instalarse, con tinta y unos cuantos pliegos de papel, en la eternidad. Mi madre fue real, aunque se haya ido; mientras yo, como Lezama Lima, veo de nuevo el rostro de mi madre. Yo veo a mi madre, y recuerdo su coraje.



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Delcy Rodríguez, ilegítima Vicepresidenta de Venezuela sancionada por la Unión Europea por su acruación en contra de los Derechos Humanos, fue a España a pedir al Presidente Pedro Sánchez que no investigue la financiación bolivariana al partido político Podemos

INCREÍBLE!!!: PSOE QUIERE BORRAR CINTAS DELCY ABALOS AEROPUERTO GRABACIÓN


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vino a España a pedir a Sánchez que no investigue la financiación bolivariana a Podemos

Por Carlos Cuesta
27/01/2020 

Delcy Rodríguez ha venido a España para trasladar un mensaje: el de que sus intereses no pueden ser puestos en duda. Y menos, por aquellos que pactan con sus tradicionales aliados: con Podemos. La vicepresidenta de Venezuela y mano derecha de Nicolás Maduro tenía que hacer saber que la cercanía y confianza de su régimen con el partido de Pablo Iglesias es tal y como parece. Y que, por lo tanto, si el PSOE pretende utilizar parte de la información que está aflorando sobre los pagos de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Uruguay a Podemos para beneficio propio y para acabar apartando al partido morado, la reacción por parte de Venezuela no se hará esperar.

(Pedro Sánchez y Pablo Iglesias)

No se trataba de un mensaje de cortesía ni mucho menos. No se trataba, tampoco, de hacer llegar ningún comunicado de buenas intenciones. Al revés, se trataba de informar de que, de igual modo que de Caracas pueden salir datos sobre ingresos de los fundadores de Podemos, también pueden salir de otras personas que en el pasado han tenido contacto con Venezuela. Y datos que, a lo mejor, a los socialistas no les sirven para su cometido.

Venezuela no está tranquila con la evolución de Pedro Sánchez. Es verdad que el presidente español ha pactado con Podemos, un partido en el que se encuentra buena parte de las personas que colaboraron activamente con el chavismo en su época en la Fundación CEPS. Colaboraron y cobraron.

Las visitas a Venezuela, Ecuador o Bolivia de Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa o Íñigo Errejón fueron habituales de la mano de esta fundación. Y su implicación en el apoyo al populismo ha sido más que notoria. Y todo ello está siendo ya investigado por el Tribunal Supremo de Venezuela en el exilio, por la Fiscalía de Bolivia y hasta se ha presentado ya por parte de Vox una denuncia por la financiación de Podemos ante la Fiscalía Anticorrupción.

El propio PSOE ha incorporado a su programa buena parte de las exigencias de gasto y políticas de Podemos. Pero eso no es suficiente para Venezuela ni para Delcy Rodríguez.

Las pasadas Navidades registraron un intento de entrada de agentes españoles en la residencia de la embajadora mexicana en La Paz. El objetivo era el de sacar a dos ex ministros de Evo Morales de ese refugio -donde se habían cobijado para eludir la acción de la Justicia boliviana-. Los dos en cuestión eran los ex ministros Quintana y Arce (de Presidencia y Justicia), y ayudarle a salir de su refugio sin ser entregados a la Justicia de Bolivia es algo que va en contra de los intereses de este país y de EEUU, que analizan el papel de ambos en la narcodictadura boliviana.

Pero desde Venezuela observaron el capítulo con más escepticismo que el que muchos valoraron en un primer momento. Esa intentona de entrada evidentemente buscaba hacer un favor inmediato a Podemos porque tanto Quintana como Arce tienen información sobre los pagos realizados por Evo Morales a la formación morada. Pero Maduro no tiene tan claro que la pretendida incursión de agentes españoles no buscase un segundo objetivo: quedarse con la información que puede hacer daño a Podemos para usarla por los socialistas en el momento en el que ya no sea tan necesario Pablo Iglesias -con la Ley de Presupuestos ya aprobada y constatada la obvia imposibilidad casi absoluta de que pueda triunfar una moción de censura contra Pedro Sánchez-.

Y Delcy Rodríguez ha preferido decir en primera persona al Gobierno que espera que eso no ocurra, que no haya fuego ‘amigo’ contra Podemos. Y que, en caso contrario, el régimen de Maduro también podrá sacar determinada información que puede tener de operaciones pasadas o adoptar determinadas respuestas.

La vicepresidenta del dictador populista también quería recordar un segundo punto: que no aceptan el reconocimiento por España de Juan Guaidó como presidente de Venezuela y que, por lo tanto, esperaban en ese momento que Sánchez cumpliese con lo dicho: que no habría recepción a Guaidó con el protocolo debido a un presidente. Tal y como ha ocurrido.
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EldistritoTV
30 de enero, 2020

EL “CASO ÁBALOS” ACORRALA AL GOBIERNO: EL MINISTRO ACOMPAÑÓ A DELCY RODRÍGUEZ A LA SALA VIP


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esRadio
Enero 29, 2020
Federico a las 7: Las trolas del Gobierno sobre el viaje de Delcy


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jueves, enero 30, 2020

Vicente Echerri sobre la degradación de los símbolos patrios e históricos de Cuba



La degradación de los símbolos

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'Sucede que esa tergiversación ha durado más de 60 años y por lo menos tres generaciones de cubanos han sido educadas en ella.'
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'Martí, ¿es dónde nos encontramos?', 2016. PHOEBE BOATWRIGHT THE BRONX MUSEUM OF ARTS

Por Vicente  Echerri
Nueva York
30 Ene 2020

Algunos opositores al régimen cubano, que se hacen llamar Clandestinos, han recurrido últimamente, como acto de protesta, a bañar en sangre (de cerdo, dicen) los bustos de José Martí, que en Cuba están por todas partes. Sabido es que la tiranía comunista se ha proclamado heredera del pensamiento de Martí y ha llamado a este  el "autor intelectual" de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder y les impuso un régimen de esclavitud a los cubanos hace 61 años.

Aquí, en el exilio, muchos cubanos íntegros se han escandalizado de la manera de actuar de Clandestinos, a los que acusan de ser auténticos profanadores de los monumentos que conmemoran a nuestro héroe nacional. No parece justo que los que quieran protestar de la tiranía castrista se ensañen contra las estatuas y bustos de Martí, cuyo pensamiento está en las antípodas de esa tiranía.

Sin embargo, cada vez somos menos los cubanos que sabemos que José Martí fue un hombre que respondía al pensamiento liberal del siglo XIX, que juzgaba el socialismo como una doctrina inviable y perversa ("el evangelio bárbaro del odio"). Los que mandan en Cuba se han encargado, mediante una labor de desinformación sistemática, de desnaturalizar el pensamiento de Martí y de convertirlo en la justificación ideológica de su régimen, sin detenerse en la abominable tergiversación de su pensamiento —esencialmente democrático— para ponerlo al servicio de una gestión totalitaria.

Sucede que esa tergiversación ha durado más de 60 años y por lo menos tres generaciones de cubanos han sido educadas en ella. El mayor crimen es que la mayoría de los nuestros cree que Martí es "el autor intelectual de la revolución", la misma que han tenido y padecido por las últimas seis décadas, con sus arbitrariedades y sus frustraciones, con sus represiones y sus carencias, con su ineficacia y su miedo. Luego, si Martí —cuya efigie está en todas partes y cuyas ideas políticas apenas se conocen— es el inspirador de este desastre, tiene lógica que merezca el repudio de los cubanos decentes y oprimidos.

Poco después de llegar a Nueva York, en 1980, me tocó trabajar en el International Rescue Committee con algunos de los cubanos que habían ingresado en EEUU por el puente Mariel-Cayo Hueso y que no contaban con familiares y amigos que los patrocinaran. Me acuerdo que, un día,  al hacerle la entrevista inicial a un joven guapo e inteligente, le pregunté si ya había visto la estatua ecuestre de Martí en el Parque Central.

Reaccionó con genuino asombro y me respondió sin dudar: "¿Y ese hijoeputa tiene estatua aquí también?". Su razonamiento era impecable. Si Martí era el hombre que había inspirado esa revolución que lo hacía huir de su patria hacia un país que desconocía donde imperaba una lengua que él no hablaba, el individuo era digno del mayor insulto.

Cuando, 40 años después, un grupo de anónimos en Cuba bañan de sangre, en señal de protesta, los monumentos de Martí, no diría que hacen bien, pero sí que reaccionan consecuentemente con lo que les han enseñado y adoctrinado a lo largo de toda su vida: Martí es objetivamente responsable del hundimiento material y moral de la nación cubana, por mucho que nosotros —fervorosos martianos— nos empeñemos en librarlo de ese sambenito. Nuestra colérica reacción no alcanza a contrarrestar el barraje de seis décadas de adoctrinamiento. Se trata, mal que nos pese, de un símbolo que ha sido usurpado y desnaturalizado por la tiranía.

Lo mismo sucede con nuestro emblema más amado, la bandera nacional, a la que ya muchos de nuestros compatriotas desprecian y vituperan. Hace 20 años, en medio de la crisis provocada por el caso del niño Elián y en el sesquicentenario de la bandera cubana, escribí una reflexión sobre el peligro que corría un símbolo que representaba las dos partes de un conflicto tan enconado al precio de comprometer seriamente su identidad:

"[…] pues bajo el mismo pabellón, se enaltece y se denuncia la opresión, se ensalza y se condena la tiranía, se defiende la libertad o la esclavitud de un niñito inocente. La misma bandera que llevamos en las manos para denunciar el horror con que a diario envilecen a nuestro país, es la que enarbolan aquellos que nos lo secuestran. El riesgo de que un símbolo sujeto a esta duplicidad pierda su carácter sustantivo es realmente muy grande."

"La pasión tiene un lugar y mérito; pero una bandera tiene que ser algo más que un trapo de colores que levante las pasiones de un pueblo. Debe ser el símbolo de su jerarquía espiritual, de los valores cívicos a partir de los cuales una nación se funda y se edifica. Si esos valores faltan, la bandera sobra".

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Carlos Ripoll sobre la falsificación de José Martí en la Cuba oprimida por el castro comunismo. Parte I: Martí y Lenin. El mito de Carlos Baliño. El Centro de Estudios Martianos ."El autor intelectual del Moncada". Parte II: Los partidos marxistas. El Partido Revolucionario Cubano



La falsificación de Martí en Cuba(*) Parte II



Karl Marx y Federico Engels fueron los ideólogos   del genocidio moderno

Por Carlos Ripoll 
ÍNDICE


Introducción

Honrar en el nombre lo que en la esencia se abomina y combate,
es como apretar en amistad un hombre al pecho y clavarle un puñal en el costado.
José Martí

Los partidos marxistas

Debido a su actualidad, quiero referirme en particular a otro caso de falsificación de Martí. Está relacionado con su idea del partido político. El propósito de este manejo es justificar la existencia de un solo partido, y darle una razón cubana al unipartidismo que defienden Castro y los suyos, a su monopolio del poder. El asunto se viene manejando desde antes de proclamar la Constitución de 1976: es bien sabido que en esa Constitución, en su artículo 5, se define al Partido Comunista como "la vanguardia de la clase trabajadora", y como la más alta y única dirigencia de la sociedad y del Estado. Aprovechando su discurso en el centenario de la muerte de Ignacio Agramonte, una ocasión bien cubana, dijo Fidel Castro: "...Martí hizo un partido, no dos partidos, ni tres partidos, ni diez partidos; en lo cual podemos ver el precedente más hermoso y más legítimo del glorioso partido que hoy dirige nuestra revolución: el Partido Comunista de Cuba..."(20) Esa arbitraria y ridícula comparación entre los dos partidos se ha usado, hasta la saciedad, por los voceros del régimen, pero aquí sólo vamos a recordar tres oportunidades en las que Castro insistió en el asunto: una fue en su discurso a fines de 1987, durante la Conferencia de la Asociación de Juristas Americanos, que se celebró en La Habana; allí dijo: "...No hay que tenerle temor al partido, porque el fundador de nuestra nacionalidad, que fue José Martí, lo primero que hizo fue organizar un partido —está en la tradición de Cuba— el Partido Revolucionario Cubano; no organizó ni 15 ni 25 partidos, organizó uno. Antes que Lenin, Martí desarrolló el concepto de un partido para dirigir la revolución..."(21) En abril de este año [1991], en el 30 aniversario de Bahía de Cochinos, asediado por amigos y enemigos que le piden el multipartidismo y una apertura como la de la Unión Soviética, dijo: "Nadie se haga ilusiones de que el socialismo cubano hará concesiones, porque tendremos un partido, (un único partido, como el que se corresponde con la etapa larga revolucionaria! (Un único partido, como el que fundó José Martí para llevar adelante la guerra de independencia!"(22) Y en iguales términos lo oímos, hace sólo unos días, desde Santiago de Cuba, en el discurso de clausura del Cuarto Congreso, justificar la exclusión de otros partidos en Cuba porque Martí sólo fundó uno; dijo: "...pero tenemos un partido, un solo partido, como tuvo Martí, un partido, un solo partido para hacer la revolución.."(23)

(Karl Marx)

También ahí se echa mano a las trampas para justificar con algo de nuestra tradición lo que es ajeno a ella. Con ese fin, todo el aparato de la cultura oficial se lanza a buscar las coincidencias entre Martí y el marxismo, y, cuando no las encuentran, a disculpar, con mayor o menor hipocresía, a Martí, por carecer del enfoque clasista y de la voluntad de crear la dictadura del proletariado, que son la base y el propósito del partido en el marxismo-leninismo. Es tan débil, y falso, y tan disparatado el argumento del unipartidismo totalitario de Cuba como reflejo de la concepción martiana del partido político, que no valdría la pena detenerse en él si no fuera porque, de tanto repetirlo, y sin poder allí nadie salir a denunciar la mentira, para muchos, como es natural que suceda, el argumento parece válido.

Veamos primero qué idea del partido ha tenido siempre el marxismo. Ya desde 1848, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels plantearon la necesidad de crear un movimiento independiente, de la mayoría proletaria, para defender los intereses de esa misma mayoría, es decir, un partido exclusivamente obrero e independiente de los demás partidos.(24) Más tarde, 20 años antes de la creación por Martí de su Partido Revolucionario Cubano, en una "Resolución" adoptada en la Haya, en el Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores, concretaron: "Contra el poder colectivo de la clase propietaria no puede la clase trabajadora actuar como clase sin antes constituirse en un partido político distinto de, y opuesto a, los viejos partidos de las clases propietarias". Antes de la Comuna de París, el 13 de febrero de 1871, Engels le escribió una carta al Concilio Federal Español, de la Internacional, en la que decía: "En todas partes la experiencia ha demostrado que la manera mejor de librar a los obreros del dominio de las viejos partidos es la creación de un partido proletario en cada país, con una política propia, una política bien diferente de la de los otros partidos".(25) En Lenin la idea del partido alcanza su más estrecha concepción. En ¿Qué Hacer? (1902) planteó la necesidad de crear un partido cerrado sin la amplia base de la clase trabajadora que habían propuesto Marx y Engels. El "nuevo tipo de partido", dijo, tiene que ser "la vanguardia de las fuerzas revolucionarias... una organización de revolucionarios... que hagan su profesión la actividad revolucionaria... Dicha organización, necesariamente, no puede ser muy amplia..."(26) Lo que pensaba Lenin del partido está resumido en estas palabras: "El partido es una parte organizada de la clase trabajadora... El partido no es sólo la más alta forma de asociación de la clase proletaria, sino que es también un instrumento en las manos del proletariado para establecer su dictadura cuando todavía no la ha logrado, y para consolidar y extender su dictadura cuando ésta ya esté establecida... El proletariado necesita el partido no sólo para lograr la dictadura proletaria, sino que aun le es más necesario para mantenerla y extenderla y lograr así la victoria completa del socialismo..."(27) Y Stalin, la más constante, aunque menos confesada, inspiración del comunismo cubano, para amparar su dictadura y en defensa de la tesis de un solo partido como imprescindible para el socialismo, dijo en 1938:


(Meme. Todas las imágenes fueron añadidas por el Bloguista de Baracutey Cubano)


"Para no equivocarse en política hay que mantener sin compromisos una política clasista proletaria, no una política reformista para armonizar intereses del proletariado y de la burguesía... Por lo tanto, el partido proletario, en su actividad práctica, no debe guiarse por motivos casuales sino por las leyes del desarrollo de la sociedad, y por deducciones prácticas de esas leyes... Por lo tanto, para no equivocarse en política, para no convertirlo en un partido de soñadores, el partido del proletariado no debe basar su actividad en abstractos "principios de la razón humana".. . ni en los buenos deseos de los "grandes hombres", sino en las necesidades reales para el desarrollo material de la vida en la sociedad."(28)

De las ideas de Marx, Lenin y Stalin, y, repito, sobre todo de Stalin, viene la empecinada resistencia de Cuba al multipartidismo. En Cuba no hay un partido único porque Martí creó un sólo partido, sino porque, en primer lugar, por supuesto, conviene a la voluntad de absoluto poder de los gobernantes, quienes así superan el miedo de ir a unas elecciones y perderlas, y, en segundo lugar, porque responde a la cerrada concepción política estalinista, que es la única base teórica del oportunismo de Fidel Castro y los suyos.(29) Precisamente esa "política reformista de armonía de intereses del proletariado y la burguesía", que negaba Stalin, era la de Martí: esa "actividad práctica del partido basada en los buenos deseos de individualidades extraordinarias", en "la razón" y en "la moral universal", que rechazaba Stalin, fueron las bases para la actividad política de Martí.

El Partido Revolucionario Cubano



Además de una infamia, es un disparate hablar de parecidos y coincidencias entre un partido marxista-leninista y el de Martí; aquél para imponer a un grupo que también ha de gobernar por la violencia; el otro, para armonizar intereses y para que de esa unión saliera un gobierno "con todos y para el bien de todos".(30) Pero como no se puede disimular el carácter dictatorial y elitista del partido del marxismo-leninismo, quieren probar que también el partido de Martí tenía algunas de esas características, y recurren al testimonio de dos de sus contemporáneos, aunque enemigos suyos: de Enrique Trujillo, con quien Martí había tenido un problema personal relacionado con Carmen Zayas Bazán, la esposa de Martí, el cual lo acusaba de haber empleado métodos dictatoriales en la creación del Partido Revolucionario Cubano;(31) y del anexionista José Ignacio Rodríguez quien, para desacreditarlo, lo acusó en su libro de 1900 de ser socialista y de odiar a los ricos; escribió:

"Favorecido [Martí] por el cielo con una inteligencia clara y con una imaginación fervidísima, pero indisciplinadas la una y la otra hasta aquel extremo que se vio con frecuencia entre muchos de los revolucionarios franceses de 1789 y 1793, aparecía muchas veces, a los ojos de los que no eran sus discípulos, o que no estaban fascinados por la influencia magnética que entre su círculo inmediato ejercía con tanto poder, como si fuese víctima de un desequilibrio mental... Predicaba el odio a España, el odio a los cubanos autonomistas... el odio al hombre rico, cultiva y conservador... y el odio a los Estados Unidos de América, a quienes acusaba de egoístas, y a quienes miraba como el tipo de una raza insolentes, con quien la que dominaba en los demás países de la América continental, tenía que luchar sin descanso... El elemento personalísimo, dictatorial e intolerante, que se reveló en él desde el principio, le enajenó simpatías aun entre muchos de los más antiguos y bien probados revolucionarios cubanos. Uno de ellos, el señor don Enrique Trujillo, director de El Porvenir, de Nueva York, se puso frente de él, con su fervor acostumbrado, combatiéndolo sin descanso. Artículo tras artículo que reunió después en un folleto, salieron de su pluma para atacar la organización del «Partido» en lo que tenía de antidemocrático..."(32)

Así, con el testimonio de dos enemigos de Martí, hacen ver que la base antidemocrática, clasista y unipersonal del Partido Comunista de Cuba no le viene todo de Marx, o de Lenin y Stalin, sino del Partido Revolucionario Cubano de Martí. Por citar solamente un ejemplo, veamos lo que ha dicho José Antonio Portuondo, una de las autoridades de Cuba en asuntos relacionados con la cultura: "Martí y Lenin", afirmó, "coinciden en la organización celular de los partidos respectivos..." En los Estatutos Secretos del Partido Revolucionario Cubano, sigue diciendo Portuondo, "imperaba lo que, a partir de Lenin, se conocerá con el nombre de «centralismo democrático»... Martí como Lenin después, chocaría con los viejos revolucionarios, honestos pero incapaces de comprender el nuevo sentido de la organización partidaria, a quienes resulta dictatorial e intolerable la actitud del Delegado..."(33) Desde luego, Portuondo no dice quiénes fueron "los viejos revolucionarios honestos pero incapaces" que vieron en el Partido de Martí una actitud "dictatorial e intolerable", pero con esa gratuita afirmación se disculpan los procedimientos, ésos sí dictatoriales e intolerables. del Partido Comunista de Cuba y de sus dirigentes, y quien tenga reparos ante los abusos del poder se calla para que no lo consideren incapaz de entender algo que venía ya impuesto por José Martí.

El 5 de enero próximo [1992] hará un siglo que se aprobaron en Cayo Hueso las Bases del Partido Revolucionario Cubano. No sólo por lo que conviene para ver en cuánto el partido de Martí niega los partidos marxistas, sino también por la fecha que se nos acerca, vamos a recordar cómo y con qué propósito nació el Partido Revolucionario Cubano. El mes de octubre de Martí, hace 100 años, en lo político, fue el más crucial de su vida. Parecía como si hubiera un conjuro de acontecimientos para precipitarlo en la campaña decisiva por Cuba. Meses antes concluyó la Conferencia Monetaria, de Washington, a la que fue como representante del Uruguay, en la que pudo comprobar que el expansionismo de este país amenazaba seriamente la independencia de Cuba, por lo que era necesario lograrla, también como protección para el resto de nuestra América; desde Washington le escribió a Gonzalo de Quesada: "...(Libre el campo, al fin libre, libre y mejor dispuesto que nunca, para preparar, si queremos, la revolución ordenada en Cuba, y con los brazos afuera! Sentada, la anexión. Los yanquis mismos, valiéndose de la Conferencia Monetaria como de un puñal, lo han clavado en el globo aquel del continente y de las reciprocidades... En la Conferencia todos, hasta los más flojos y torpes, han visto el juego..."(34)

Enseguida suspendió sus colaboraciones en La Nación, de Buenos Aires, y poco después, citó para un acto en el que se iba a conmemorar el 10 de Octubre, y allí anunció a los emigrados en qué estaría basada su campaña política que aspiraba a la creación de un pueblo "para el bien de todos", de "un porvenir en que quepamos todos", y resumió su idea con estas palabras: "(Nosotros no somos aquí más que el corazón de Cuba, en donde caben todos los cubanos!" Y como para desmentir a José Ignacio Rodríguez y a los que ahora en Cuba le achacan una condición clasista a su obra revolucionaria para acercarlo a la revolución bolchevique, y al odio proletario hacia el rico, advirtió de aquellos ricos de entonces que en verdad lo eran no sólo en fortuna sino también en patriotismo:

"...son carne nuestra, y entrañas nuestras y orgullo nuestro, y raíces de nuestra libertad y padres de nuestro corazón, y soles de nuestro cielo y del cielo de la justicia, y sombras que nadie ha de tocar sino con reverencia y ternura... aquellos padres de casa, servidos desde la cuna por esclavos, que decidieron servir a sus esclavos con su sangre, y se trocaron en padres de nuestro pueblo; aquellos propietarios regalones que en la casa tenían su recién nacido y su mujer, y en una hora de transfiguración sublime se entraron selva adentro con la estrella en la frente; aquellos letrados entumidos que, al resplandor del primer rayo, saltaron de la toga tentadora al caballo de pelear; aquellos jóvenes angélicos que del altar de sus bodas o del festín de la fortuna salieron arrebatados de júbilo celeste a sangrar y a morir, sin agua y sin almohada, por nuestro decoro de hombres..."

Y, a continuación, Martí propuso para la república no lo que dicen ahora que dijo Mella, que le dijo Baliño, que le había dicho Martí, que en ella haría una revolución proletaria, sino que habló de los "días buenos, después de la redención, del trabajo continuo, y de buena fe, para evitar el exceso de política de los desocupados ambiciosos, o de los aspirantes soberbios, o de los logreros de la palabra y del valor..." —es decir: la política de justicia y equilibrio que fue siempre la norma de su política; y allí también censuró a los anexionistas, "a los que buscan en un poder extraño la salvación que no saben sacar de su voluntad", y a los autonomistas que buscaban un arreglo imposible con España, a los autonomistas que entonces calificó de "liberales de aguamiel".(35)

Pero, quizás Martí mentía para lograr un fin no confesado, como han hecho, y hacen, otros; pero poco después dijo en un artículo de Patria: "La república, sin secretos. Para todos ha de ser justa, y se ha de hacer con todos... Levantarse sobre intrigas es levantarse sobre serpientes. En revolución, los métodos han de ser callados, y los fines públicos..."(36) No, no mentía Martí; mienten los otros. Al día siguiente de aquella conmemoración, el 11 de octubre de 1891, un periódico de Nueva York denunció a Martí porque hacía propaganda contra España siendo cónsul de la Argentina; y el 11 de octubre renunció el cargo diplomático. Más elocuente que su palabra en el acto patriótico fue el renunciamiento: "El apóstol", decía Martí, "que lo sea a costa suya".(37) Conmovió a la emigración de Tampa y lo invitó el Club "Ignacio Agramonte" de aquella ciudad. Aquel fue el primer paso en la preparación de la guerra. Allí repitió lo que había adelantado en Nueva York: su república iba a ser "con todos y para el bien de todos". En Tampa dijo también las palabras que hipócritas copiaron en la Constitución socialista de Cuba: "Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".(38) Se supo entonces, en Cayo Hueso, de su programa y lo invitaron, y allí nació el Partido Revolucionario, en la "Duval House", de la patriota Josefina Bolio, ante una asamblea de 26 cubanos partidarios de la independencia: antiguos soldados, obreros y dueños de tabaquerías, intelectuales: Fernando Figueredo y Gerardo Castellanos; Carlos Baliño y Eduardo Hidalgo Gato; Francisco María González y José Dolores Poyo...

Las "Bases" del Partido fueron aceptadas no porque Martí las impuso, como dijo el viejo esclavista Enrique Trujillo y dicen ahora en Cuba, sino, precisamente, porque no eran de él, porque eran lo mejor de los esfuerzos revolucionarios anteriores a Martí, y con aquel programa entraban en armonía los distintos intereses que formaban la emigración, resumen y síntesis de los que habrían de formar su república. Leemos en el artículo cuarto de aquellas "Bases": "El Partido Revolucionario Cubano [se propone] fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud". Y en el quinto artículo añadía: "El Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto llevar a Cuba una agrupación victoriosa que considere la Isla como su presa y dominio, sino preparar, con cuantos medios eficaces le permita la libertad del extranjero, la guerra que se ha de hacer para el decoro y bien de todos los cubanos, y entregar a todo el país la patria libre".(39) Obsérvese pues lo que pretendía el Partido Revolucionario Cubano: ". ..fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia... [con] el equilibrio de las fuerzas sociales... para el decoro y bien de todos los cubanos..."

Y nos preguntamos, ¿dónde está ahí la voluntad clasista para establecer la dictadura del proletariado que proponían Marx, Lenin y Stalin, que sirve de fundamento al socialismo cubano? Eso no era lo que quería Martí. Jamás lo quiso, y aunque hubiera vivido mil años, sobre 100 Lenins y 100 Stalins, lo hubiera querido. Bien claro lo dejó dicho al hablar de "Los pobres de la tierra", su artículo de Patria, donde otra vez dejó constancia del programa de su Partido; allí aclaró: "Ni se ha adulado, suponiendo que la virtud es sólo de los pobres, y de los ricos nunca; ni se ha ofrecido sin derecho, en nombre de una república a quien nadie puede llevar moldes o frenos, el beneficio del país para una casta de cubanos, ricos soberbios, o pobres codiciosos, sino la defensa ardiente, hasta la hora de morir, del derecho igual de todos los cubanos, ricos o pobres, a la opinión franca y al respeto pleno en los asuntos de la tierra..." Y eso lo dijo porque él entendía, y sigo con sus palabras que, "un pueblo está hecho de hombres que resisten, y hombres que empujan: del acomodo, que acapara, y de la justicia, que se rebela: de la soberbia, que sujeta y deprime, y del decoro, que no priva al soberbio de su puesto, ni cede el suyo: de los derechos y opiniones de sus hijos todos está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos..."(40) Había otros partidos políticos en la isla, y otras tendencias y grupos en la emigración: jamás Martí habló de suprimirlos para gobernar su república, jamás. Su vocación democrática no sólo lo inclinaba sino que le exigía el multipartidismo.

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Zoé Valdés: A ver si me entienden. Es hora de que la oposición cubana reclamen unidos una intervención inmediata y selectiva del gobierno de los Estados Unidos



A ver si me entienden. 

Por Zoé Valdés
29 de enero de 2020

Es obvio que una parte del pueblo cubano -la que más vale, a mi juicio- tras más de 60 años de tiranía, ya es un pueblo abúlico, cansado, estropeado, y diezmado mediante asesinatos y encarcelamientos. La otra parte es solamente una parte vencida moralmente. No existe de ese lado ninguna resistencia moral a nada, harán lo que haya que hacer para evadirse, lo mismo extraviarse en la nada, que extinguirse de a poco como masa recholatera y gozona, que delatar y asesinar, como tantas veces lo han hecho.

Por tanto, pienso que pedirle a ese pueblo que se inmole, incluso deseándolo o no, y sabiendo que sería el único recurso, no sólo es absurdo, es también inmoral. Conociendo, para colmo, que el pueblo cubano no posee los medios reales para enfrentar de forma armada y ni siquiera enérgica a una tiranía violenta y criminal, advertimos que no existen las fuerzas y mucho menos las ganas. No tienen fuerzas ni ganas porque no tienen fe. La fe se la trituraron con el mortero de la ideología comunista.

Es hora de que la oposición cubana, antes de convertirse en lo mismo que fueron los castristas, en terroristas (aunque de poca monta), o sea en mamertos de terroristas, reclamen unidos (ahí sí me uniría yo la primera) una intervención inmediata y selectiva del gobierno de los Estados Unidos. Con el firme propósito y la convicción de, que acabando con el régimen castrista, se acabaría por fin -como expliqué ayer en el vídeo ´live´- con toda la desgracia y la infamia que ha exportado el castro-comunismo hacia el mundo entero. No se trataría exclusivamente de la libertad de Cuba, sino además de la libertad de varios países a los que Cuba ha arrastrado en su bestial e insensato desmoronamiento.

Antes de que los muertos y las víctimas las siga poniendo el pueblo es preferible que sean ellos los que sean de una vez eliminados de forma quirúrgica. No sigan más embarcando a ese pueblo en ridículos y lamentables ‘showcitos’ y numeritos teatrales que ya sabemos que eso no conduce más que al encarcelamiento de unos y al enriquecimiento de los que no sólo quieren hacer ‘baro’ fácil con la causa cubana, además pretenden hacerse famosos, y continuar vendiéndole espejitos a los tontos últiles (que por cierto, los hay por racimos, a montones).

Bah.

Zoé Valdés.
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Zoe Valdes
28 de enero de 2020
En otro Natalicio de José Martí... Zoé Valdés


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«María Cristina» quiere gobernar. Francisco Almagro Domínguez: La estrategia de hacer parecer al régimen cubano una república y no una dictadura comunista aa nueva Constitución ha instituido la figura del gobernador y el vicegobernado



«María Cristina» quiere gobernar

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La “Marca Cuba” debe ser vendida como una república moderna y pacífica
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El Capitolio Nacional con las láminas de oro 22 en su cúpula donadas por Rusia, pero  no se dice nada a dónde fueron a parar las que tenía el Capitolio  y que se quitaron  en el período ¨revolucionario¨ Castrista. Qué no me digan que se las llevó Batista en el  avión  :-) .  Fotos y comentarios añadidos por el Bloguista de Baracutey Cubano.


El Capitolio Nacional  antes de 1959

Capitolio Nacional después de 1959 sin las láminas de oro en su cúpula


Por Francisco Almagro Domínguez
Miami
30/01/2020


María Cristina me quiere gobernar
Yo le sigo, le sigo la corriente
Porque no quiero que diga la gente
Hay que María Cristina me quiere gobernar

La famosa canción que Ñico Saquito popularizó en los años 30, en realidad son estrofas con siglo y medio de existencia. Se las dedicaron a María Cristina de Borbón, una ampulosa reina y regente de España de 1833 a 1840. La borbónica nunca tuvo poder ni inteligencia para evitar las guerras civiles que desangraron España en el siglo XIX —llamadas Guerras Carlistas. Al final abdicó y se instaló en París. La guaracha de Benito Antonio Fernández —el verdadero nombre de Ñico— nos recuerda que la autoridad es respetada y seguida cuando hay razones y no imposiciones.

Dentro de la estrategia de hacer parecer al régimen cubano una república y no una dictadura comunista, monolítica y desfasada en espacio y tiempo, la nueva Constitución ha instituido la figura del gobernador y el vicegobernador. Son pasos cortos, pero bien pensados y estructurados. Han incluido algo tan simbólico como reparar el Capitolio Nacional y hacerlo, nuevamente, sede del parlamento.

Antes fue la designación de un presidente y un primer ministro. Recientemente se ha añadido a esta larga cadena burocrática —encadenamiento improductivo— el cargo de intendente, cuyas funciones son tan diversas como intangibles. Cualquier hijo de vecino tendría que pensar que todo aquel proyecto de institucionalizar el país con el llamado Poder Popular hace 44 años fue un fracaso, de nada sirvió. O quizás se trate, y sin excluir lo anterior, de una operación de marketing político: establecer una nueva Marca Cuba.

Esos caminos en busca de una institucionalidad democrática, separación de poderes, sería bienvenida sino fuera por la enorme contradicción que encierra: poco importa que haya Ejecutivo, Parlamento y Poder Judicial, la “última palabra” está reservada al Partido Comunista, que es “único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

En una votación que solo compete a los asambleístas municipales, quienes como el parlamento unicameral nacional tienden a votar unánimemente, han sido escogidos los gobernadores y los vicegobernadores en la Isla. Un breve examen de los “elegidos” muestra una simpática singularidad: todos son parejas, hombres y mujeres. Si ella no gobierna, “vicegobierna” para que él gobierne. Da la impresión de que a la llamada comisión de candidatura se le orientó que cada gobernador(a) debía acompañarse del sexo opuesto. Las celotipias no tienen cabida entre los compañeros.

Aun así, las mujeres gobernadoras siguen en desventaja: solo hay cuatro contra 11 gobernadores. Tampoco la tan mentada igualdad racial se ha alcanzado —en Cuba la pureza étnica es de difícil diagnóstico. Apenas tres o cuatro gobernadores son de raza negra o mestiza en una población donde poco más de la mitad es reconocida como “blanca”.

El Órgano Oficial, sin embargo, se ha deleitado con que el grupo etario que supuestamente gobernará la Isla ha nacido después de la Revolución, o sea, 1959. Y este es un detalle que no debe pasar inadvertido por dos razones: primera, hay una intención de dar la imagen de cambio, de renovación, de que los “viejos” ya no cuentan, aunque sepamos que el poder real, como reza la Constitución, sigue en manos de los bisabuelos. Esto refuerza lo expuesto en los párrafos anteriores: la Marca Cuba debe ser vendida como una república moderna y pacífica. La inversión extranjera y los bancos son alérgicos al internacionalismo proletario y al Socialismo o Muerte.

Segunda, la generación que ahora asume nominalmente el gobierno ha sido educada, completa —y rígidamente— en los “valores y principios revolucionarios”. Este es un dato que no puede ser olvidado, y no por bueno, sino todo lo contrario. No es debido a su poca preparación profesional, o técnica, pues la mayoría son universitarios y poseen una extensa hoja de servicios.

Se trata, precisamente, de valores y principios de talante totalitario, inflexibles, excluyentes de todo pensamiento contrario. Para ellos, la “Revolución” está por encima de todo y de todos. Esa entelequia, la llamada Revolución cubana —desaparecida como realidad histórica—, está antes que el derecho humano de un vecino a disentir e incluso mantener relaciones con un familiar que piense distinto. Todos los opositores son feos, delincuentes, adictos a las drogas, antisociales que, a cambio de dañar la paz social y el bienestar de la Isla, reciben dinero del Imperio. Para esas generaciones, además, no hay otro enemigo que no sean los Estados Unidos. Ellos, los americanos, quieren apoderarse de una Isla —en ruinas—, y esclavizar a sus ciudadanos.

Otro “principio” es que la figura del Difunto es intocable, y sus palabras son aleyas, versículos sagrados, venerables revelaciones. Y no solo es la palabra divina del Desparecido. Quien ocupe el trono del Partido Único asume, automáticamente, el don de la profecía; predicciones que anuncian el momento final del capitalismo en crisis, pues la sociedad de mercado —a la cual ruegan por inversiones— es intrínsecamente mala, perversa, insostenible. Solo el socialismo es capaz de sacar adelante al país: por obra y gracia de la alquimia comunista, los detritos capitalistas serán convertidos en oro socialista.

El dilema para los gobernadores y vicegobernadores será administrar de verdad y con la verdad. Lejos de reducir el aparato burocrático, esa legión de parásitos que se alimentan de papeles y órdenes absurdas, pudiera entorpecer la imprescindible tarea de reducir al mínimo la esfera no productiva. La administración debe organizarse de abajo hacia arriba, y no al revés. Sucedáneo de lo que sería un presidente a nivel local, el gobernador debe tener ascendencia sobre todo el territorio bajo su potestad. Eso, en la estructura de la autoridad en la Isla podría ser un choque inevitable con otras organizaciones de poder real. Pero en un régimen totalitario tal posibilidad se reduce al mínimo, pues cual trinidad autocrática, Partido, Ejército y Gobierno son tres cosas en una.

¿Qué margen de maniobra tendrán estos nuevos regentes? Ojalá sea mucha, la suficiente para servir al pueblo, no una elite, un partido político, a un líder iluminado. ¿Podrán pedir cuentas a las empresas de GAESA en su provincia? ¿Conocerá y discutirá el presupuesto del Ejército y del Ministerio del Interior? ¿Se enfrentará a la clásica duplicidad Administración-Partido, donde uno suplanta las funciones del otro? ¿Podrá pedir explicaciones a la policía, a la seguridad del Estado, a los militares que maltraten a quienes expresan su disenso pacíficamente? ¿Cómo y cuan eficazmente administrará el presupuesto manejando dos o tres monedas, y una de ellas, la del “enemigo”, controlada a nivel central del Estado? Ser gobernador y no presidente de la asamblea provincial, ¿un cambio estructural o gatopardiano?

Teniendo en cuenta el escenario actual, nada halagüeño para la economía cubana, lo lógico, lo razonable, no sería limitarse a una operación de marketing, sino incentivar la producción recurriendo al único método conocido y probado: mayor libertad individual con responsabilidad social. Si desean tener éxito, los flamantes gobernadores deberían inmunizarse contra el virus mortal del socialismo: la prioridad de lo político, del figurao, sobre lo económico, sobre el plato de comida en la mesa —y de paso, el vasito de leche también. La Doctrina Social de la Iglesia tiene un principio que debería ser aplicado sin dilaciones: tanta libertad individual como sea posible, tanta autoridad y control como sea imprescindible.

El hecho de que los nuevos dirigentes tengan una formación “revolucionaria” tal vez los incapacite para pensar fuera de la caja martiana, fidelista, marxista y leninista. Solo que dentro de esa caja es imposible seguir respirando por mucho tiempo. Tendrán que salirse de ella para no asfixiar a todo un pueblo. Dado el no compromiso generacional con quienes se van retirando a otra existencia, de uno en fondo y sin tomar distancia, los nuevos regentes podrían romper las estrechas paredes del cajón donde han encerrado por seis décadas las esperanzas y la felicidad de los cubanos. Esa es la visión optimista de quienes creen que los cambios son inevitables. Los escépticos dirán, como Francis Bacon, que en materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar.


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