La mayor consecuencia de estas seis últimas décadas de transformaciones agrarias en Cuba (1959-2019) ha sido que el Estado castrista se ha convertido en el mayor latifundista de toda la Historia cubana y en el único dueño de más del 80% de las tierras cultivables. Además, se ha incumplido, sobre todo desde 1963, con una de las banderas más populares de la Revolución del 59, reflejada en la consigna “La tierra para quien la trabaja” y no se ha logrado crear un movimiento cooperativo, libre e independiente, pues el actual es represivamente estatal.
Con las tempranas Reformas Agrarias: la nacionalista (1959) y la estalinista (1963), el castrismo arruinó a la próspera y eficaz agricultura prerrevolucionaria, pasando de cientos de miles de propietarios agrarios a un sistema tutelar y paternalista con el odiado e ineficaz Acopio, donde los pequeños campesinos (algunos propietarios y los más usufructuarios) se les ordena qué producir y se les prohíbe vender libremente sus cosechas. Es decir, se derrumbó la autosuficiente producción de alimentos de la Cuba capitalista con la sovietización del agro cubano y, desde entonces, ese afán colectivista no ha hecho más que crear un tapón a todo intento por aumentar y mejorar la producción de productos agrícolas.
Desde hace años, ya se sabe que el sector privado de la agricultura (20%) produce mucho más que el 80% estatal. Entonces, ¿por qué no darle prioridad al sector privado? ¿Por qué no permitir más propietarios privados? ¿Por qué no pasar de un usufructo rácano de 5 años a legislar que sean 30 o 50 años? ¿Por qué no entregar la propiedad de la tierra a quien la trabaja, si esta ha sido una constante aspiración del campesinado cubano en toda la Historia de nuestra nación?
¿Cómo, después de estas seis décadas, el campo cubano sigue estancado en un peor y atroz subdesarrollo que contrasta con la agricultura capitalista de los años 50, diversa y muy productiva?
¿Por qué se ha pasado de la relativa dependencia económica de EE UU a otras nuevas y más severas dependencias: primero de la URSS y ahora de Venezuela? ¿Por qué se pasó del denunciable monocultivo cañero a la escasez de todo tipo de cultivos? ¿Por qué, en la actualidad, hay más tierras ociosas que nunca, más tierras sin producir cuando más falta hace sembrar y cosechar frutas y viandas, etc.?
¿Por qué se desmanteló toda la industria azucarera y en la actualidad Cuba compra azúcar a República Dominicana y a Francia? De casi 300 centrales o ingenios azucareros que producían azúcar al inicio de la revolución, hoy solamente quedan activos unos 50. Pasando de una zafra de algo más de 7 millones de toneladas en 1952 a zafras de dos millones –o menos- en estos últimos años.
¿Qué decir de la entonces creciente ganadería prerrevolucionaria, que tras demenciales disparates castristas, ha sido totalmente destruida, como la industria lechera y otros derivados o las muy apreciadas conservas de jugos, de salsas de tomate o de frutas? O el otrora famoso café cubano, que al comenzar la supuesta revolución agraria de los años 60, Cuba comenzó a venderle este producto a Vietnam (incluso les enseñó a sembrarlo y cosecharlo) y hoy en día son los vietnamitas quienes venden café a las autoridades cubanas.
Pero, ¿por qué hay un cotidiano desabastecimiento de carnes, frutas y viandas en un país tan fértil como Cuba? ¿Por qué el Estado cubano compra en los EE UU (luego hablan del embargo) gran parte de los productos alimenticios que consume la población de la Isla y que perfectamente se podrían producir en el país? Más de 3.000 millones de dólares al año gasta el gobierno castrista en mercancías norteamericanas.
Por ejemplo, en mi pueblo natal (Güines), otrora huerta de La Habana, en 1959 existían 25.000 pequeñas fincas que producían regularmente viandas y frutas en abundancia para abastecer a la región y a la capital cubana. Lo cual contrasta con la actual siembra de papa güinera, que se hace bajo vigilancia policial para que la población no se robe las papas sembradas, pues sería el preludio de una futura hambruna.
Pero no solo es la baja productividad, las malas cosechas o la ruina total del sector agrícola la consecuencia inmediata de ese colectivismo castrista, sino que ese torbellino revolucionario significó una tragedia humana para una parte no poco importante del campo cubano: a cientos de miles de propietarios rurales se les confiscaron sus tierras (grandes, medianas y pequeñas). Miles de guajiros murieron o fueron fusilados desde 1959 a 1966 en las guerrillas campesinas anticastristas que se alzaron y combatieron en cuanta loma hay en Cuba, sobre todo, en la Sierra del Escambray. Miles de estos guerrilleros sufrieron presidio político o familias enteras fueron trasladadas de la zona del Escambray a la provincia de Pinar del Río y encerrados en los “pueblos cautivos” como Sandino, entre otros poblados-cárceles. Sin olvidar, a los miles de campesinos cubanos que se desterraron y murieron lejos de su tierra. (En Nueva York, en los años 80 y 90 del siglo pasado, había un barrio en el noroeste de Manhattan que le llamaban “El Escambray” por la colonia de guajiros exiliados residentes en esa zona de la Gran Manzana).
Si tenemos en cuenta todos estos hechos históricos y socio-económicos puede decirse que en la Cuba castrista, desde la promulgación de la primera Reforma Agraria del 17 de mayo de 1959, se desató más una INVOLUCIÓN que la mal llamada revolución agraria, pues todos los sectores agrícolas que fueron estatalizados se fueron arruinando y destruido sin excepciones. En vez de las tantas veces proclamada “revolución agraria cubana”, ésta se ha convertido en una involución estatal sin paliativos, donde la merma de la producción (de todo tipo) crea el desabastecimiento cotidiano. En nuestra Isla se pasó de estatalizar la riqueza de los ex capitalistas a socializar la pobreza de todo un pueblo. Como consecuencia, la desigualdad social es actualmente mayor que en los años 50, pues más del 90% de los ciudadanos cubanos son pobres y solo menos del 10% componen la única clase dirigente (la nueva burguesía) que son los nuevos ricos que conforman la nomenclatura familiar-militar castrista.
Este fracaso innegable del actual modelo agrario castrista solo podrá ser superado con el necesario aumento del sector privado en la agricultura, con la inmediata entrega –en propiedad- de las tierras ociosas y estatales a pequeños y medianos campesinos. Además, se necesita ampliar el usufructo a 50 años, erradicar el Acopio estatal y el centralismo económico, y darle libertad total para que los nuevos propietarios y usufructuarios puedan sembrar lo que deseen y vender sus cosechas donde mejor estimen.
Esta realidad constata la ruina económica del régimen castrista del 59, cuya única salida es un cambio radical del sistema imperante. Para ello, hay que defenestrar a esa reliquia del partido único (PCC) que ya ni existe, rechazar el exclusivista estalinismo como método de gobierno, acabar con el dañino centralismo económico y lograr que se puedan ejercer todas las libertades con la vigencia y respeto de los Derechos Humanos. Es decir, pasar de la actual camarilla militar y crear una nueva República “con todos y para el bien de todos”.
Solo en una Cuba verdaderamente democrática y plural, todos los cubanos (los exiliados también) podremos trabajar e invertir en nuestro país para crear y repartir riqueza, para construir viviendas dignas y modernas, para aumentar la producción nacional de alimentos en beneficio de toda la población.