La madre de María Mantilla, Carmen Miyares de Mantilla, fue la relación amorosa más larga y estable en la vida de José Martí y Pérez, Apóstol de la Independencia de Cuba.
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Entiendo que es necesario aclarar que la trascendencia de la persona y la obra de José Martí en Cuba empieza a ser significativa después de los primeros 30 años de la república cubana cuando Gonzalo de Quesada empieza a publicar sus obras completas, incluyendo cartas personales, luego los ¨chismes¨ sobre la paternidad martiana de María Mantilla que estaban bastante extendidos en parte de la comunidad cubana en EE.UU., desde mucho tiempo antes, estaban ¨fundados¨ sobre otros elementos. La cercanía de José Martí a María Mantilla y la carta de María Mantilla en que afirma que Martí estuvo viviendo en su casa, al menos habla de visitas y estancias de Martí bastante frecuentes en casa de Carmen Miyares Viuda de Mantilla.
(José Francisco Martí Zayas Bazán ¨El Ismaelillo¨; Jefe del Estado Mayor del Ejército del Gobierno de José Miguel Gómez cuando la revuelta del Partido Independiente de Color y propiciador del llamado a la Asamblea Constituyente de 1940 (realmente de 1939) al llamar a Fulgencio Batista y a Ramón Grau San Martín para que se reunieran con él y lograr que, por la memoria de su padre, se pusieran de acuerdo en llamar a una asamblea constituyente, de la cual salió la Constitución de 1940; este bloguista tiene la opinión que el llamado al proceso asambleario, las elecciones de los asambleistas o delegados parrticipantes y el desarrollo de la asamblea constituyente fueron y son aún más importantes para el futuro de Cuba que la propia y extraordinaria Constitución de 1940, cuyo defecto más relevante sea su exceso de detallismo, al pensar los constituyentes que por estar escritos en ella esos detalles se iban a cumplir automáticamente. Comentario del Bloguista de Baracutey Cubano )
Tomado de http://www.librosdelcrepusculo.ne
(fragmento)
Por Rafael Rojas
23 de agosto de 2011
Me recuerda Orlando González Esteva que el estudioso de la obra de José Martí, Carlos Ripoll, ha propuesto una interpretación bastante literal del poema XIII de Versos sencillos, que hace unos días mencionamos aquí como una muestra de poesía alegórica. Reproduzco la interpretación de Ripoll, en su artículo “El amigo calvo: José Martí”, que puede consultarse en la página web de este importante crítico exiliado. No está de más decir, sin embargo, que el hecho de que el poema refiera una vivencia no altera el tono alegórico del mismo.
“A la muerte de César Romero, el actor de cine, su hermano Ernesto donó a la Universidad de Gainesville, en la Florida, varios libros que conservaba su madre María Mantilla. Entre ellos estaba un ejemplar de la primera edición de los Versos Sencillos dedicado a su abuela, Carmita Miyares; dice:
A Carmita, para que nunca dé una pena -
Su amigo calvo
José Martí
NY. Oct 91
Carmita Miyares, viuda de Manuel Mantilla, fue la amante de Martí. Como su hija también así se llamaba, podía pensarse que la dedicatoria, que no se conocía, iba dirigida a ésta, a quien también quiso mucho, pero, no, la Carmita del poemario era la madre. Y es único este testimonio afectuoso toda vez que ella, para proteger el nombre de Martí, ante los prejuicios de la época y la maldad de sus enemigos, después de Dos Ríos, destruyó cuanto podía poner al descubierto sus amores. El cuidado que tuvieron los dos en ocultarlos se evidencia en una carta de Carmita a Martí, ya en Cuba, en la que, temiendo que cayera en manos extrañas, lo trata con notable distancia y respeto, y le advierte: "Cuénteme todo. Ud. sabe que de mí no debe esperar ninguna indiscreción… No tema escribir a esta casa pues mis cartas nadie las ve, ni se fija nadie en las cartas que trae el cartero".
En esa conspiración de silencio, que dio motivo a ciertas calumnias sobre la conducta de Martí, con las mejores intenciones cooperaron amigos de ambos. El 8 de junio de 1895, a raíz de Dos Ríos, Horatio Rubens le escribió a Gonzalo de Quesada confirmándole la desgracia, y sobre el retrato de María Mantilla que en el cadáver encontraron los españoles, le aclaraba: "Recordarás que en la carta [desde Baracoa, del 16 de abril de 1895] del viejo [Martí: 'the old man', en el original] a la familia Mantilla, se mencionaba la fotografía [de María Mantilla] que llevaba sobre el corazón [le había escrito: 'voy bien cargado, mi María, con mi rifle al hombro… al pecho tu retrato']". Y sobre el asunto, para tranquilizarlo, le dice: "Logramos conseguir que esto [lo de la foto] se suprimiera de los relatos publicados [en la prensa] por razones obvias". Y aun Carmita misma, años más tarde, cuando ya expurgado por ella le envía el archivo de Martí a Quesada, quien estaba preparando sus Obras Completas, le advierte: "Gonzalo, le repito que vea bien esos papeles y ponga mucho cuidado con lo que se publica, ya Ud. sabe lo que quiero decir".
Entre 1891 y 1895 Martí y Carmita ocultaron sus relaciones porque la maledicencia de la gente podía dañar la causa de Cuba; y antes de esa fecha las ocultaron porque la esposa, Carmen Zayas Bazán, podía aprovecharse del asunto para impedir el viaje del hijo a Nueva York. Martí negó de manera categórica haber tenido relación íntima con Carmita antes de que enviudara, en 1885; le escribió en una carta a quien le criticaba su amistad con Martí: "Ni Carmita ni yo hemos dado un solo paso que no hubiera dado ella por su parte naturalmente, a no haber vivido yo… Usted no tiene derecho de suponer que lo que mi cariño me obligue a hacer por la mujer de un hombre que me estimó y sus hijos huérfanos es la paga indecorosa de un favor de amor".
Se puede pensar que Carmita no tuvo valor par destruir esas líneas de Martí al dedicarle los Versos Sencillos, o que creyó que nunca se darían a conocer, o que nadie las entendería, pero una lectura del poema número XIII de esa colección descubre el secreto del apelativo, "su amigo calvo":
Por donde abunda la malva
Y da el camino un rodeo,
Iba un ángel de paseo
Con una cabeza calva.
Del castañar por la zona
La pareja se perdía:
La calva resplandecía
Lo mismo que una corona.
Sonaba el hacha en lo espeso
Y cruzó un ave volando:
Pero no se sabe cuándo
Se dieron el primer beso.
Era rubio el ángel; era
El de la calva radiosa,
Como el tronco a que amorosa
se prende la enredadera”.
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Tomado de http://eichikawa.com
José Martí y la paternidad de María Mantilla
Dr. Antonio de la Cova
Mayo 21, 2010
Cuando el Apóstol cubano José Martí llegó a Nueva York el 3 de enero de 1880, se albergó en el hogar de su compañero del presidio político, Miguel Fernández Ledesma, en el 337 W. 31 Street.
Pocas semanas después, Martí se mudó para la residencia del matrimonio de Manuel Mantilla y Carmen Miyares en el 49 E. 29 Street en Manhattan, a seis cuadras de distancia.
Hasta ahora, los escritores han presentado una versión incorrecta y nebulosa sobre Manuel Mantilla. José Manuel Castañón, en Cuba: hablo contigo; sigo hablando contigo (2001) página 117, indica que “en el Centro de Estudios Martianos con Fina García Marruz,” le informaron de la vida de Carmen Miyares, “mujer abnegada y luchadora que para mantener a su esposo paralítico y los tres hijos del matrimonio–Manuel, Ernesto, y Carmen,–puso una pensión en Nueva York, a donde fue a alojarse como huésped José Martí.” Tres años despúes, Rubén Pérez Nápoles, en Martí: el poeta armado (2004), página 230, describe a Manuel Mantilla como “un anciano achacoso y estaba inválido, por lo que en la práctica difícilmente funcionaban las relaciones normales del matrimonio.” El censo de Nueva York de 1880 y el certificado de defunción de Mantilla desmienten estas versiones propagadas durante más de un siglo.
( María mantilla y José Martí )
El certificado de defunción No. 519022 de Manuel Mantilla confirma que cuando falleció al mediodía del 12 de febrero de 1885, tenía la edad de 42 años con dos meses y dos días.
Por lo tanto, cuando Martí fue a residir en su hogar en 1880, Mantilla tenía 37 años de edad. El censo federal de 1880 confirma que Manuel “Mandilla” tenía 37 años de edad.
Carmen aparece con 29 años de edad y sus hijos son Manuel, de 9 años, nacido en Cuba, Carmen, 6, y Ernest, 2, nacidos en Nueva York. Pérez Nápoles se equivoca al decir que Mantilla era un anciano inválido que no podía tener relaciones matrimoniales, ya que aún no peinaba canas cuando engendró a su último hijo.
Mantilla tampoco estaba inválido ni paralítico. La columna 20 del censo de 1880 pregunta si la persona está “Mutilado, lisiado, postrado en una cama, o con discapacidad.” En el cuadrito que le corresponde a Mantilla, esta selección no está marcada como cierta.
El certificado de defunción de Mantilla indica que enfermó un año antes de morir, a principios de 1884, afectado por “enfermedad mitral del corazón,” que fue la causa principal de su muerte. Como resultado de dicha condición, cinco meses antes de fallecer, Mantilla fue afectado por “congestión de los pulmones, riñón y el hígado.”
Carmen Miyares nunca tuvo que trabajar para “mantener a su esposo” como alega el Centro de Estudios Martianos. El censo de 1880 indica que Mantilla era comerciante a comisión y que su esposa era ama de casa. La familia Mantilla y sus dos huéspedes eran atendidos por una sirvienta alemana y un cocinero cubano. El certificado de defunción de Mantilla indica que estaba empleado comocomerciante. Mantilla fue inhumado en el cementerio católico Holy Cross en Brooklyn.
Cuando visité su tumba hace veinte años, encontré que carecía de lápida o memorial con su nombre.
El certificado de nacimiento de María Mantilla señala que ella nació a las 4:40 AM el 28 de noviembre de 1880.
La fecha indica que si Martí es su padre, la engendró en febrero, pocas semanas después de conocer a la señora Carmen Miyares de Mantilla. Aunque el certificado de nacimiento señala a Manuel Mantilla como el padre, parece que él no fue quien dió la información ya que su edad de 40 años no es correcta y aparece como desempleado. La edad de Carmen Miyares es errónea por cinco años, dando a especular que probablemente la doctora Annie M. Brown, que asistió con en parto y firmó el certificado de nacimiento, fue quien anotó los datos. La residencia de la madre, donde ocurrió el nacimiento, es 243 Grand Avenue, Brooklyn, lo que significa que la familia Mantilla se había mudado de donde residían en Manhattan el 5 de junio de 1880, según la fecha del censo.
Todos los relatos históricos concuerdan que Martí vivía como huésped de los Mantilla en febrero de 1880. Sin embargo, cuatro meses después, cuando Carmen Miyares estaba en avanzado estado de embarazo, Martí ya no residía con los Mantilla. El censo federal de Nueva York del 8 de junio de 1880 demuestra que para esa fecha Martí se alojaba en la casa de huéspedes de Henry C. Beers y su familia, en el 345 Fourth Avenue de Manhattan, lejos de la familia Mantilla. El hogar de los Beers era más amplio, ya que allí residían ocho miembros de la familia, nueve huéspedes, y dos sirvientas. Aunque el nombre de Martí aparece en el censo deletreado correctamente, su información personal contiene varios errores que se pueden atribuir a referencias que facilitó la familia Beers al enumerador cuando Martí estaba ausente. Martí es descrito como soltero, de 30 años de edad, sin conocerse su empleo, y de padres cubanos. Esto parece ser un estimado muy aproximado, ya que él tenía 27 años, su esposa estaba en Cuba, y su padre era español.
Cuando la esposa de Martí, Carmen Zayas Bazán llegó a Nueva York en diciembre de 1880 con el hijo de ambos, escuchó los rumores que su marido era el padre de María Mantilla. Al poco tiempo, Carmen volvió a Cuba con su hijo y obtuvo pasaporte sin el consentimiento de su esposo, valiéndose de la ayuda del cónsul español. Tras la muerte de Manuel Mantilla, Martí regresó a vivir con Carmen Mantilla y su familia. El 22 de enero de 1895, el Ministro Español en Washington, Emilio Muruaga, envió un cable al gobierno norteamericano señalando a Manolito Mantilla como “el hijastro del Sr. Martí, el agitador cubano.”
La familia Mantilla permaneció en Nueva York después de la independencia de Cuba y aparecen enumerados en el censo de 1900.
Carmen, dos de sus hijas, y tres sobrinos estudiantes universitarios, residían en un apartamento rentado en el 322 W. 32 Street. Su vecino era el pianista cubano Emilio Agramonte, exiliado con su familia desde 1875.
En 1915, Carmen Mantilla viajó a La Habana y se hospedó con la familia Baralt. Allí entregó la biblioteca personal de José Martí al doctor Julio Villaldo.
Cinco años después, Carmen y su hijo Ernest aparecen en el censo de Nueva York de 1920.
Residían en el 135 W. 74 Street, un edificio hipotecado a ella de ocho apartamentos. Carmen tenía un negocio de bienes raíces y rentaba apartamentos por cuenta propia. Ernest, de 41 años, estaba desempleado. Carmen es descrita como una viuda de 70 años de edad, residente en Estados Unidos desde 1870 sin ser ciudadana norteamericana.
(María Mantilla, su esposo y el hijo de ambos, el actor César Romero, ya fallecido y que tiene una estrella entre los famosos de Hollywood; nota del Bloguista )
Carmen Mantilla falleció el 17 de abril de 1925 y fue inhumada en el cementerio Woodlawn en el Bronx, donde posteriormente la acompañaron dos hijos.
Diez años después, su hija María Mantilla ofreció la evidencia más contudente que existe respecto a su paternidad en una carta de nueve páginas que le envió a su hijo, el actor César Romero, el 9 de febrero de 1935.
La misiva relata la vida de José Martí y afirma: “Yo quiero que sepas, querido, que él era mi padre, y yo quiero que tú te sientas orgullo de eso. Algún día, hablaremos mucho sobre esto, pero claro, esto es solamente para tu conocimiento, y no para publicidad. Esto es mi secreto, y Papá lo sabe. Bueno, creo que esto es bastante sobre la historia de la familia.” María Mantilla falleció en Hollywood en 1962 y sus cenizas están en el panteón de la familia Romero en el cementerio de Inglewood, California.
El 23 de enero de 2004, las nietas de María Mantilla, Victoria y Martí Romero, hijas de Eduardo Romero, viajaron a La Habana y donaron la carta original a la Fragua Martiana.
(Victoria y Martí Romero en la tumba de José Martí )
La prensa oficialista castrista reportó la visita y el obsequio del documento, pero no identificaron a las hermanas Romero como las biznietas de José Martí ni tampoco mencionaron que María Mantilla se identifica en la misiva como la hija de Martí.
Quizá algún día se pueda hacer la prueba del ADN, como se hizo con los restos de Thomas Jefferson y sus descendientes afroamericanos, para definitivamente comprobar el parentezco entre José Martí y María Mantilla.
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Martí y María Mantilla: ¿qué dice la ciencia?
Por Yamil Díaz Gómez
24 enero 2012
“¿Para qué, sino para poner paz entre los hombres, han de ser los adelantos de la ciencia?” José Martí
¿Quién mejor que el doctor Ercilio Vento para llevar una vieja polémica, desde el terreno subjetivo de las especulaciones, hacia el terreno firme donde la ciencia abre paso a la verdad? Con su prestigio bien ganado como antropólogo, arqueólogo, médico legal y espeleólogo, el también escritor, narrador oral e historiador Ercilio Vento, muestra el mismo rigor al adentrarse en los secretos del subsuelo terrestre que al adentrarse en los subsuelos de la historia…
¿Fue María Mantilla hija biológica de José Martí?
Nadie mejor que él para ayudarnos a encontrar la respuesta. Claro que no porque sea políglota; no porque haya salvado y conservado veinte años en su hogar una momia (para sonrisa de los que no comprenden nada); no porque en su persona se junten una suma increíble de saberes, que no duda en partir con los demás a través de cientos de artículos, libros, documentales, programas de televisión…; no por tantos aportes indudables suyos en los terrenos de la arqueología, la criminalística, la antropología, la espeleología, en honor de los cuales medio mundo ha abierto para él las aulas y las publicaciones, y en su hermosa Matanzas lo nombraron Historiador de la Ciudad; no porque luzca su vida innumerables premios, nombramientos y medallas; no por sus muchos aportes al conocimiento de la prehistoria de Cuba, sino por haber desarrollado y aplicado con éxito la utilísima Prueba Morfológica y Antropométrica.
Lo supe un día, gracias a la televisión: en procesos legales donde se disputaban conflictos paterno-filiales, se había utilizado ese instrumento científico desarrollado por Ercilio. «¿Y si ese método se pudiese aplicar a José Martí y María Mantilla?», pensé. «Desde hace años he estudiado ese caso», confesó.
Entonces, un montón de fotos -la mayoría procedente de los archivos de Nydia Sarabia- viajaron de Santa Clara a Matanzas. Y, en intensas jornadas, el apasionado científico buscó en los ojos, en las manos, en los labios, en la frente de ambos la solución a ese viejo y discutido dilema. Luego de comparar 66 caracteres antropométricos en Martí y en María, estos mostraron un ¡74, 3 %! de compatibilidad…
Diagrama de los rasgos coincidentes del restro entre José Martí y María Mantilla por el doctor Ercilio Vento
YAMIL Díaz: ¿En qué consiste la Prueba Morfológica y Antropométrica?
ERCILIO VENTO: La prueba morfológica es un instrumento de valor que se aplica en los conflictos de filiación, es decir: cuando se impugna una cierta paternidad, o en el caso en que un ciudadano desea confirmarla. De manera normal, este tipo de proceso se dirime mediante un examen sanguíneo que agota sus serogrupos hasta un nivel de confiabilidad de 0,998 sobre 1, o por la prueba de ADN, esta última en extremo costosa. De manera que el examen antropológico de las características físicas individuales del presunto padre y del hijo en duda, puestas en confrontación para establecer el grado de herencia de los caracteres, sirve como medio de aproximar un criterio judicial que debe contar cuando menos, con una prueba de fiabilidad pericial médica, además de las pruebas que pueda practicar en otro orden de la investigación. Hoy la prueba hematológica con todos los serogrupos es compleja de realizar, además de los costos que ello implica como erogación del Estado ante un tipo de acción que -si bien se vale de medios de salud dispuestos como gratuitos- no hay que olvidar que se promueve a instancias de las partes interesadas. En los últimos años los tribunales del país han debido enfrentar la complejidad de estos litigios sin contar con la más idónea herramienta científica que colabore a la más justa sentencia. En el caso de la prueba morfológica que se aplica en Matanzas, es el resultado de 32 años de mi experiencia profesional, 32 años de intercambio con antropólogos de diferentes partes del mundo. En este lapso, la prueba no ha fallado en ningún caso, incluso frente a la comprobación con la prueba de ADN. La sumatoria de los rasgos en estudio, aporta un alto grado de fiabilidad en los resultados, lo único que se precisa por parte del perito es su experiencia y capacidad para identificar los rasgos físicos, privando su examen de toda subjetividad, toda vez que no se trata de establecer una simple semejanza, sino buscar los caracteres físicos heredados por el hijo a partir del presunto padre. Estos rasgos deben proceder del padre y de la madre. Si pueden ser identificados los de la madre pero no los del padre, la paternidad debe ser formalmente excluida.
Y.D.: Al aplicar dicha prueba al estudio de la relación José Martí-Martí Mantilla, ¿cómo procedió? ¿Qué resultados ha obtenido?
E.V.: En el caso particular de la posible paternidad de José Martí con María Mantilla, se tenía el inconveniente de ser ambas personas fallecidas. Esto no es obstáculo cuando se cuenta con suficiente material fotográfico del cual se pueden sacar conclusiones fiables. Gran parte lo aportó gentilmente la doctora Nydia Sarabia, sin el cual no habría sido posible realizar la prueba. El método se aplicó sobre esta base, tal como en otras ocasiones se ha hecho con sujetos contemporáneos. Gracias a la abundante iconografía existente, se pudo contar con un amplio material comparativo, de modo que la prueba no confrontó dificultades mayores de las que podrían suponerse al no ser las personas sujetos físicos vivos. Justo por esta vasta disponibilidad de imágenes, se alcanzó a establecer comparaciones en un rango de semejanzas del 74,3%. Se exceptuaron las comparaciones en los casos en que no se disponía del elemento semejante, como lo es la sangre. En realidad, no obstante ser arduo el trabajo y complejo, no puede decirse que fuera difícil al extremo de sacrificar su fiabilidad.
Diagrama de los rasgos coincidentes del restro entre José Martí y María Mantilla por el doctor Ercilio Vento
Y.D.: El índice de coincidencia de rasgos antropométricos parece alto…
E.V.: El índice de coincidencia o porcentual de coincidencia es alto y muy fiable, teniendo en cuenta que María posee también elementos que son heredados de su madre. Hay detalles que superan el simple valor numérico, por su peso cualitativo. En este sentido llaman la atención algunas identidades: la forma del labio inferior, la comisura palpebral interna, la forma de la oreja, la forma de los ojos, el surco subnasal, la forma de la cara, el ángulo nasal, la orientación de las comisuras labiales, la orientación de las comisuras palpebrales, el eje general del ojo y las cejas, entre otros.
Análisis del Doctor Ercilio Vento
Y.D.: Supongamos por un momento que no se tratara de Martí y María sino de un ciudadano X y una probable hija Y; que esta investigación se presentara ante un tribunal cubano donde estuviese el asunto en disputa. ¿Qué sucedería?
En la práctica, este tipo de prueba se efectúa con frecuencia por la sala civil del Tribunal Provincial de Matanzas, aprobada y admitida por el Supremo. Sirve para dar solución a conflictos que descansan mucho más en su trasfondo humano, porque siempre hay que ver la naturaleza del conflicto en el que por lo común está implicado un menor que debe recibir, además de la correspondiente manutención que la ley obliga, algo que no siempre se cumple: el amor que debe fomentarse en la certeza de la paternidad.
Si el tribunal donde se presenta el litigio no posee un instrumento pericial como esta prueba, fruto de una larga experiencia, su sentencia se apoya en su convicción y en aquellos elementos de juicio que le son aportados durante el proceso. Creo no estar errado al sostener que muchos jueces se sienten un tanto faltos de criterio científico a la hora de dictar su fallo, si no poseen un elemento que les permita apoyarse, aunque no estén obligados a tomar por cierta la opinión del perito. Lo que dice el experto no se convierte necesariamente en la cosa juzgada, según reza una máxima del derecho.
Y.D.: Ya sabemos que es deber de la ciencia no afirmar ni negar rotundamente aquello que no haya sido demostrado en un ciento por ciento; pero el doctor Ercilio Vento, además de un prestigioso científico, es una persona. Esa persona tiene derecho, como cualquier otra, a haber llegado a una conclusión acerca de si María Mantilla era o no hija biológica de José Martí.
E.V.: Salvo que se aporte una prueba en contrario que niegue de manera rotunda lo comprobado a través del examen realizado, y para decirlo en el modo que se suele hacer: la paternidad de José Martí con María Mantilla no puede ser excluida. Se busca siempre que las cosas que se desean demostrar sean categóricamente ciertas, cuando en la ciencia se impone la prudencia y se sabe el carácter relativo que la naturaleza impone en todas las cosas. Aun en este caso, el examen ha sido en esta parte lo suficiente concluyente para afirmar la paternidad presumida.
Es importante destacar, además, que en todo este estudio el único propósito ha sido la búsqueda de una verdad -quizás demasiado tiempo escondida o no revelada-, nunca un cuestionamiento de los hechos, ni de las personas; para hacerlo, habría que padecer aún mucho por Cuba, o morir por su defensa en un campo de batalla.
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Relaciones transparentes entre Martí y la familia Mantilla-Millares
(fragmento)
Por José Raúl Casañola González
Consideramos que toda la divulgación mediática que se le ha dado al caso de otorgarle a Martí la paternidad de María Mantilla, tiene su origen en dos hechos que careciendo de toda validez jurídica, pero teniendo como protagonistas principales a María Teresa Bances y Fernández-Criado (1890-1980) viuda de Pepe Martí al contarle a Nidia Sarabia[4]la impresión que le causó al ver por primera vez a María Mantilla en ocasión de su asistencia al homenaje que se realizó en enero de 1953 al conmemorarse el centenario de José Martí y la carta-respuesta que envía María Mantilla a Gonzalo de Quesada y Miranda cuando es de su conocimiento las declaraciones que fueron realizadas en La Habana a fines del año 1958 por el Dr. Alfredo Vicente Martí y Sáenz asegurando públicamente en ser nieto de José Martí Pérez, según le había confesado su madre María de la Concepción Sáez y que no pudo presentar prueba documental alguna que lo confirmara.
A continuación reproducimos el testimonio.
[Cuál no sería mi sorpresa al anunciar la llegada de María Mantilla. Cuando la vi por primera vez en persona y bastante cerca, me impresionó el parecido que tenía con Pepe Martí, mi esposo, ya fallecido. No podía creer que ese parecido físico guardara relación con Pepe. A medida que la veía conversar con los que la rodeaban, me percataba que en sus ademanes, su sonrisa, su forma hasta de sentarse, aparte del parecido físico como la cara, las manos, eran tan iguales a las de Pepe Martí, que no pude por menos de convencerme que existía un parentesco entre ambos. No obstante mi observación, mi intuición femenina, no fuimos presentadas, y de inmediato abandoné el lugar. En realidad me impactó ese parecido, aunque no tenía nada para probarlo. María Mantilla era una mujer distinguida. Había mucho de ella con mi esposo, Pepe Martí y Zayas-Bazán].[5]
A continuación reproducimos la carta de María Mantilla a Gonzalo de Quesada y Miranda.
Los Ángeles, febrero 12-1959
Sr. Gonzalo de Quesada,
La Habana, Cuba.
Querido Gonzalo
Usted pensará que por qué le escribo hoy carta, a lo cual le diré lo siguiente. Ayer he recibido el número de Patria de enero, y puede usted suponer mi asombro al leer la declaración del Dr. Alfredo Vicente Martí- que presume llamarse "nieto de José Martí"- ¿Quién es este señor que ha dejado pasar tantos años sin darse a conocer? Yo, con toda la autorización que poseo le aseguro que nada de esto puede ser verdad. Yo, como usted sabe soy la hija de Martí, y mis cuatro hijos, María Teresa, César, Graciela y Ernesto Romero, son los únicos nietos de José Martí. Desde el año 1880, año en que yo nací Martí vivió en mi casa, rodeándome de infinito amor y protección, hasta el día en el año 1895 que salió para Santo Domingo a juntarse con Máximo Gómez, y luego el famoso desembarco en Cuba. ¿Usted me preguntará por qué este relato mío? Porque tengo que defender el nombre de mi padre, ante los cubanos que veneran el nombre de José Martí. Yo sé, Gonzalo, que usted conociendo también la historia de la vida de mi padre, dará todos los pasos para rectificar esta falsa declaración del Dr. Alfredo Vicente (¿Martí?) y también quiero dar a conocer los nombres de los cuatro biznietos de Martí, Robert y Holly-Hope-hijos de Graciela-y Victoria María y Martí-los hijos de Eduardo.
Le aseguro que este asunto me ha causado mucho pesar, y realizando que no me queda muchos años más de vida, quiero dar a conocer al mundo este secreto que guardo en el corazón con tanto orgullo y satisfacción.
Espero me perdone este desahogo del alma, que siento tan necesario en este momento.
Mis recuerdos a Elvira y para usted el afecto sincero de su amiga,
María Mantilla de Romero.[6]
[4] Autora del libro, La Patriota del Silencio Carmen Miyares, 1990.
[5] Sarabia, Nidia. La Patriota del Silencio Carmen Miyares. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1990. p.95.
[6] Ibídem, pp.98-99.
[7] Convivió con Martí en la casa de huéspedes que tenía Carmen Millares en Nueva York.
16 de febrero de 1959
Confidencial
Sra. María Mantilla de Romero.
361 No. Saltair Avenue
Los Ángeles. Cal.
E.U.A.
Mi querida María:
Acabo de recibir su carta del 12 de febrero y mucho le agradezco la gran prueba de confianza que pone usted en mí, al tratar con amplitud el asunto del supuesto nieto de Martí, Alfredo Vicente y Martí.
En cuanto a lo que usted dice que yo dé los pasos necesarios para rectificar la falsa declaración de ese señor, no acabo de entender exactamente lo que usted piense que yo pudiera hacer, ya que desde el primer momento puse en duda sus afirmaciones y sostengo que a él corresponde demostrar su parentesco con Martí que yo verdaderamente creo no existe.
Hablando con toda franqueza, y teniendo en cuenta lo delicado que resulta esta cuestión, y siempre hay que pensar que alguien pueda, quizás el propio Vicente Martí plantear la pregunta: ¿cuáles son los elementos con que cuenta la señora María Mantilla para sostener que es hija de Martí?
Todos sabemos que usted lo es, y que si por ejemplo nosotros los Quesada nunca lo hemos expresado públicamente es porque no ha sido hasta ahora en que usted autoriza y hasta desea que se haga saber, aunque bien es cierto que ya César lo declaró hace años en carta a Virgilio Ferrer Gutiérrez y recientemente en el Jack Paar Show en La Habana.
Yo creo, pues, de estar usted resuelta de revelar este secreto que en realidad no lo es pero que viniendo la revelación de parte suya cobra especial significación, que lo único que podría hacer en este caso es un artículo mío, preferentemente para la revista Bohemia o Carteles, y que yo lo titularía «“Soy la única hija de José Martí”, afirma María Mantilla». Podría servir de base para el artículo la reproducción de su carta o cualquier otra que usted me mandase AUTORIZÁNDOME EXPRESA Y EXCLUSIVAMENTE PARA DAR A CONOCER ESA NOTICIA. Además sería de gran efecto periodístico una foto con sus cuatro hijos y las fotos de los biznietos de Martí. ESTO ES MUY IMPORTANTE pues haría el trabajo interesante y simpático al público.
Creo que no tengo que decirle con cuánto cariño y respeto trataría yo el tema. Ahora bien, yo a nadie le he hablado sobre su carta, y le ruego pues que no vaya a tratar este asunto con otras personas y pseudomartianos.
Le repito, querida María, que estoy a su entera disposición y haré lo que usted crea conveniente. Agradeciéndole una vez más la confianza en mí, con un saludo muy afectuoso de Elvira, mis hijos, quedo siempre su viejo amigo
Gonzalo de Quesada y Miranda
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