martes, noviembre 29, 2022

Dimas Castellanos desde Cuba: Elecciones en Cuba: soberanía popular, pacifismo y renacimiento cívico

 
Tomado de https://diariodecuba.com

Elecciones en Cuba: soberanía popular, pacifismo y renacimiento cívico

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Las abstenciones en las 'elecciones' celebradas ayer permiten sostener que en Cuba está renaciendo el concepto de ciudadano.

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Por Dimas Castellanos

La Habana

28 noviembre 2022


Las "elecciones" celebradas ayer en Cuba para designar los delegados municipales del Poder Popular confirmaron dos hechos aparentemente contradictorios: la inexistencia de la soberanía del pueblo y el renacimiento cívico.

La soberanía del pueblo

Juan Jacobo Rousseau, en el destacado estudio El Contrato Social o Principios del Derecho Político (1762), arribó a la siguiente conclusión: "De la unión de las personas para defender y proteger sus bienes emana una voluntad general que convierte a los contratantes en un cuerpo colectivo político. Al ejercicio de esa voluntad general, devenida poder, se le denomina soberanía y al sujeto que la ejerce, es decir, al pueblo, soberano".

En correspondencia con la tesis de Rousseau, el Artículo 2 de la Constitución de 1940 estableció: "La soberanía reside en el pueblo y de este dimanan todos los poderes públicos". Y 13 años después, en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, Fidel Castro expresó: "En esta filosofía se alimentó nuestro pensamiento político y constitucional que fue desarrollándose desde la primera Constitución de Guáimaro hasta la de 1940".

Las últimas elecciones libres y democráticas en Cuba fueron efectuadas entre 1940 y 1948, en las cuales resultaron electos respectivamente Fulgencio Batista, Ramón Grau San Martí y Carlos Prío Socarras. Sin embargo, la corrupción político-administrativa y la violencia condujeron al golpe de Estado de 1952, que al interrumpir el orden constitucional, desembocó en la revolución de 1959.

Aunque el Artículo 3 de la actual Constitución de Cuba establece que "la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo", a continuación aclara que el pueblo "la ejerce directamente por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ella se derivan". Es decir, la soberanía se desplaza del pueblo a unas asambleas que no son elegidas directamente por el pueblo.

¿Cómo transcurre ese desplazamiento? El primer eslabón está conformado por las elecciones de circunscripción. En ellas —celebradas el pasado mes de octubre— el pueblo elige de forma directa, a mano alzada, los candidatos para las asambleas municipales. De aquí en adelante entran en escena las Comisiones de Candidaturas, conformadas por las llamadas organizaciones de masas, constitucionalmente subordinadas al Partido Comunista. Dichas Comisiones, cuya función es nominar a los candidatos para los órganos del poder desde la Asamblea Municipal hasta la Asamblea Nacional, gozan de potestad "legal" para incluir en las candidaturas hasta el 50% de personas no elegidas en la circunscripción, lo cual anula la soberanía del pueblo. ¿Por qué la anula? Porque para elegir y ser elegido realmente, los derechos políticos deben estar en consonancia con el Artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el cual reza: "Votar y ser elegido en elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual, y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores"; una condición que desapareció de Cuba cuando los revolucionarios que tomaron el poder en 1959, aunque habían prometido celebrar elecciones en un período de 18 meses, lanzaron el 1 de mayo de 1960 la consigna: "¿Elecciones para qué?"

Violencia versus pacifismo

Las elecciones en Cuba no han estado exentas de la violencia, flagelo que debutó con la colonización, se reprodujo en la República, desembocó en la Revolución de 1959 y se atrincheró con el modelo totalitario.

La Constitución de 1940, la más avanzada que ha tenido la Isla, emergió de unos de los escasos episodios de nuestra historia en que el diálogo sustituyó a la violencia. Esta Carta Magna, además de retomar la tesis de Rousseau acerca de la soberanía, prohibió la pena de muerte (Artículo 25); declaró punible la limitación o prohibición al ciudadano a participar en la vida política de la nación (Artículo 38); legitimó la resistencia adecuada para la protección de los derechos individuales (Artículo 40); refrendó el sufragio universal las féminas (Artículo 97), y suprimió la reelección para evitar los conflictos ocurridos en las primeras tres décadas del siglo XX.

En el programa que expuso en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, Fidel Castro prometió con la primera ley revolucionaria, restablecer la Constitución de 1940 —que ya había sido restablecida por Batista en 1955— como la verdadera ley suprema del Estado. Sin embargo, en noviembre de 1958, ante las segundas elecciones convocadas durante el Gobierno de Fulgencio Batista, a las que se presentaron cuatro candidatos — Andrés Rivero Agüero (Partido Acción Unitaria), Carlos Márquez Sterling (Partido del Pueblo Libre), Ramón Grau San Martín (Partido Auténtico) y Alberto Salas Amaro (Partido Unión Cubana)—, Fidel Castro dictó desde la comandancia en la Sierra Maestra la Ley 2 para impedir su celebración mediante el empleo de la violencia como lo estipula su articulado:

Artículo 1: Todo aquel que tome parte en la farsa electoral del día 3 de noviembre de 1958, como candidato a cualquier cargo electivo […], será sancionado con la pena de interdicción por un período de 30 años y en consecuencia estará impedido de desempeñar durante ese tiempo cargo público o electivo o por designación del Estado, la provincia o municipio.

Artículo 3: Cualquier agente político que se dedique al corrompido sistema de recoger cédulas será sometido a consejo sumarísimo de guerra y fusilado en el acto.

Artículo 4: El candidato a cualquier cargo electivo que sea capturado en la zona de operaciones del territorio libre será sometido y condenado a pena que puede fluctuar, de acuerdo con la mayor o menor grado de responsabilidad, entre diez años y la pena de muerte.

Artículo 5: En las zonas urbanas, la pena de muerte podrá ser ejecutada contra los culpables, tanto por las tropas rebeldes como por las milicias que operan en pueblos y ciudades.

Contraria a esa conducta, los activistas y opositores cubanos, respetando las reglas draconianas establecidas por el Partido-Estado-Gobierno, en lugar de realizar actos violentos han aceptado participar pacíficamente. En las elecciones municipales de abril de 2015, lo lograron dos candidatos por los municipios Plaza de la Revolución y Arroyo Naranjo. En las de 2017, nuevamente se presentaron varios candidatos y, para las recién celebradas, de una decena solamente José Antonio Cabrera Parada, del municipio Palma Soriano, Santiago de Cuba, pudo ser postulado. Al resto de los candidatos de la oposición, antes y después, les fue impedido mediante la arbitrariedad y el empleo de la fuerza.

El renacimiento cívico

En las elecciones parlamentarias del año 2003, la suma de las abstenciones, las boletas depositadas en blanco o anuladas, fue de 509.872 cubanos, el 6,13% del electorado. En las municipales de abril de 2015, aumentó a 1.566.095, el 18,64% del padrón electoral. En las de noviembre de 2017, la suma se elevó a 1.869.937 cubanos, para el 21,2% del electorado. Esa tendencia, caracterizada por el aumento creciente de los cubanos que optan por abstenerse, marca un renacimiento del civismo, que a pesar de los obstáculos que se le oponen dio un salto en septiembre pasado en el refrendo del Código de las Familias, donde por vez primera uno de cada cuatro cubanos no asistió a las urnas.

En las municipales celebradas ayer, según los datos oficiales preliminares, emitidos una hora antes del cierre oficial de las urnas, unos tres millones de cubanos se abstuvieron. Datos que, con la alteración que puedan sufrir al presentar las cifras finales, demuestran, que el concepto de ciudadano, desaparecido del escenario político cubano hace seis décadas, está renaciendo; un resultado que echa por tierra cualquier justificación para la existencia de un solo partido político.

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Fragmento de mi artículo:

Algunos apuntes sobre el Golpe de Estado  del 10 de marzo de 1952 cuya preparación  fue producto de una conspiración  en la que   Fulgencio Batista  participó  sólo a última hora.

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

Una observación interesante: los estatutos constitucionales que impuso Batista inmediatamente después del golpe del 10 de marzo de 1953 fueron llevados al Tribunal de Garantías Constitucionales  y dicho tribunal emitió un fallo donde desestimó  la demanda . El tribunal por mayoría entendió de que esos estatutos no iban en contra de la Constitución de 1940. En el artículo del Dr. Alberto Luzárraga ( sobresaliente  abogado y banquero cubano) titulado  EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y SU ORGANIZACION: UNAPROPUESTA DE REFORMA, se lee:

¨...Aunque sin duda hubo buenas sentencias, aparentemente el tema constitucional no cobró suficiente importancia en la conciencia popular ni en el Tribunal en sí. Este efecto se palpó a raíz del 10 de Marzo cuando por una votación de 10 contra 5 el Tribunal de Garantías (por sentencia #127 de 17 de Agosto de 1953) desestimó el recurso interpuesto por 25 ciudadanos contra los Estatutos Constitucionales promulgados por Batista...¨


Hago la observación de que los miembros de ese  tribunal no estaban supeditados a Batista ni habían sido nombrados por Batista para ejercer esa responsabilidad. Sería interesante conocer los argumentos de los que votaron a favor de desestimar el recurso y los argumentos de los que votaron en contra. Tampoco he conocido de que Batista haya tomado represalias contra los 5 magistrados que votaron en contra de sus Estatutos.

En noviembre de 1954 se efectuaron  elecciones políticas generales pluripartidistas:

 Batista y algunos de sus cercanos colaboradores querían convocar a elecciones lo antes posible para mostrar sus intenciones democráticas; otros de sus cercanos colaboradores le aconsejaban a Batista que esperara a que la Oposición política le pidiera convocar a elecciones. Batista se inclinó por la primera variante y convocó a elecciones para noviembre de 1954; la oposición al ver que se acercaban las elecciones y no tenían posibilidad de ganar se fue al retraimiento; Ramón Grau San Martín fue el último al irse al retraimiento dos días antes de las elecciones donde no tenía ninguna posibilidad de ganar según  Manuel Márquez-Sterling que es el historiador de la fuente (2) que veremos en el siguiente fragmento extraido de Wikipedia. Manuel Márquez-Sterling  está muy lejos de haber sido, o ser, un simpatizante de Batista, al ser el hijo de Carlos Márquez Sterling el oponente más fuerte que tenía el candidato oficialist a Andrés Rivero Agüero en las elecciones del 3 de noviembre de 1958 y haber sido un crítico y opositor político a Batista 

Los resultados de esas elecciones de 1954 fueron:
Tomado de http://es.wikipedia.orgElecciones presidenciales de Cuba de 1954

Las elecciones presidenciales de Cuba de 1954 se llevaron a cabo el 1 de noviembre de ese año (1). Fulgencio Batista fue elegido presidente de la República para el período 1955-1959.

A lo largo de 1954 hubo algunos intentos de sabotaje al proceso electoral, incluyendo un complot organizado por el ex presidente Carlos Prío Socarrás y su ex Secretario de Educación. Durante la campaña electoralRamón Grau mostraba una importante intención de votos, pero no la suficiente para triunfar (2).Los abstencionistas, que en general apoyaban a Prio, los Ortodoxos y los Comunistas boicoteaban los actos de Grau, irrumpiendo en los mismos con consignas revolucionarias. Los actos de Batista, por el contrario, se desarrollaban sin disturbios (2).
El ex presidente Grau, sospechando que Batista cometería fraude, renunció a su candidatura dos días antes de los comicios. Batista fue entonces elegido presidente sin oposición. La participación se redujo a un 52,6% frente al 79,5% de las elecciones de 1948 (3).

(1)Aquel 30 de septiembre de 1954 Juventud Rebelde, 29 de noviembre de 2009.
(2) Cuba 1952-1959: The True Story of Castro's Rise to Power . Manuel Márquez-Sterling. Páginas 56-57. ISBN 978-0-615-31856-1
(3) Cuba: order and revolution. Jorge I. Domínguez. Página 124. ISBN 0-674-17925-0 

(Multitudes en rally electoral  en apoyo a Batista para las elecciones de 1954 1954)


Fecha: 1 de noviembre de 1954
Tipo de elección    General
Demografía electoral
Población     6,424,173
Habitantes inscritos     3,129,699
Votantes     1,639,962
Participación     52.4 %
Resultados:
Fulgencio Batista – Acción Unitaria
Votos     1,451,753     88.52 %
Ramón Grau – Partido Auténtico
Votos     188,209    11.48 %
Años después, en 1958,  Fulgencio Batista buscó una salida electoral ante la insurrección armada

En enero de 1958 Fulgencio Batista había restaurado después de un breve tiempo, las garantías Constitucionales en el país pese a la actividad subversiva existente. Según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y funcionario del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en los años ochenta del pasado siglo XX, años en que fue publicado dicho libro en Cuba; libro prologado por Carlos Rafael Rodríguez), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que conllevó a una nueva imagen de su régimen y a una posible solución no violenta a la situación política del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:
¨… Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨
En ese libro también se lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder, sino todo el Poder y de manera vitalicia. En varios países de Latinoamérica han gobernado, y gobiernan hoy, individuos que fueron líderes de la lucha armada en países donde se llevaron a cabo diferentes Procesos de Paz cuando en ellos mandaban regímenes más autoritarios y represivos que el de Fulgencio Batista en Cuba.
¨Para estar a tono con este clima político, el Episcopado hizo un llamamiento público a la paz y a la concordia; esta gestión determinó de inmediato, la constitución de una Comisión de Concordia Nacional, integrada por distintas personalidades de la época: la encabezó el ex coronel de la Guerra de Independencia Cosme de la Torriente; los ex vicepresidentes de la república, doctores Raúl de Cárdenas y Gustavo Cuervo Rubio; y los también doctores José Manuel Cortina y Ricardo Núñez Portuondo; Víctor Pedroso, presidente de la Asociación Nacional de Bancos; y un representante del Episcopado, Reverendo Pastor González, secundados a su vez por la élite de los hacendados, banqueros y comerciantes. En síntesis esta comisión procuró lograr un arreglo entre Fidel y Batista, mediante el cual el Ejército Rebelde depondría las armas, se liberarían a los presos políticos, se permitiría el regreso de los exiliados, se restablecerían las garantías constitucionales y se efectuarían elecciones libres con la participación del Movimiento 26 de Julio como un Partido político tradicional más. Es evidente el carácter maniobrero y de completo servicio al régimen que tenía esa gestión de paz. El Comandante Fidel Castro denunció el 9 de marzo de 1958, en carta pública, los objetivos de esa comisión, con la cual terminó la corta vida de la misma.¨
 Pero volvamos a las elecciones del 1 de junio de 1958. Para evitar que esas elecciones se efectuaran, el Movimiento 26 de Julio, incrementó sus sabotajes y asesinatos; el régimen respondió con sus sangrientas represalias; esto trajo como consecuencia la suspensión en marzo de 1958 de las garantías Constitucionales y el aplazamiento de las elecciones. Las indicaciones para ese incremento de las acciones por parte del M-26-7 están dadas por Fidel Castro en su Manifiesto del Movimiento 26 de Julio Al Pueblo, del 12 de marzo de 1958, el cual también está firmado por Faustino Pérez. Por cierto, Fidel en ese manifiesto llama a la huelga de abril y años después le echa la culpa a otros de haber llamado a la misma sin darse las condiciones ...

Fidel Castro en dicho manifiesto plantea, según Carlos Márquez Sterling en http://cuba1952-1959.blogspot.com : que todas las fuerzas obreras y estudiantiles de la isla fueran a una huelga general, que sería apoyada militarmente por el Ejército Rebelde.

Este manifiesto (lo pueden leer en idioma Inglés  AQUÍ) ) prohibia los viajes de cualquier tipo en la provincia de Oriente desde el 1 de abril, y anunció que los rebeldes abrirían fuego sin advertencia previa a cualquier vehículo que violara esa disposición. Asimismo, decretó que todos los pagos al gobierno debían de cesar, y que quien hiciera los pagos al gobierno, incluido los impuestos o tasas, sería considerado un traidor antipatriota y culpable de un acto contrarrevolucionario. A los que que trabajaran en el gobierno en los puestos administrativos o en los tribunales se les ordenó a renunciar. A los militares se les advirtió que serían juzgados como criminales, a menos que desertaran o se unieran al Ejército Rebelde. El manifiesto terminaba pidiendo que la gente diera su apoyo a la campaña de exterminiar a todos aquellos que sirvieran a la tiranía con las armas, declarando que a partir del 5 de abril comenzaría una guerra total y que tendrían la necesidad de aniquilarlos a donde quiera que estuvieran, como los peores enemigos de la libertad y la felicidad.

Sobre la oposición al gobierno de Fulgencio Batista (el cual como ya vimos había sido   elegido en las elecciones pluripartidistas del 1 de noviembre de 1954 según los códigos electorales por el que fue elegido constitucionalmente en 1940; señalo que para mí fue un gran error de Batista postularse) hay que tener el conocimiento y en cuenta que los líderes del Partido Ortodoxo y del Partido Auténtico (los dos partidos políticos mayoritarios en Cuba en ese momento) se había reunido y unido  en Montreal  para darle una salida  política al régimen de facto de Fulgencio Batista después de dicho golpe de Estado. El Pacto de Montreal era un peligro para las aspiraciones de Fidel Castro, el cual tenía tristes experiencias en los  procesos electorales estudiantiles y dentro del Partido Ortodoxo. Esa situación  compulsó a  Castro a hacer el ataque al Cuartel Moncada y así salir  a la palestra política nacional  como una figura significativa y descollante aunque  eso se llevara a cabo mediante   un gran número de mártires por lo descabellado del plan de ataque a la segunda fortaleza militar del país.

 
 Vista Parcial del acto de desagravio a Batista  efectuado en abril de 1957 por el ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 por la Organización Auténtica  (36 atacantes) y el Directorio Revolucionario (8 atacantes).

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Fulgencio Batista al frente  de la  inauguración del Túnel de la bahía de La Habana el 31 de mayo de 1958

Hay que tener claro que una muy pequeña minoría del pueblo cubano se enfrentó decididamente al régimen de Batista y una muy pequeña minoría defendió  decididamente  al régimen de Batista. La gran mayoría del pueblo cubano  se cruzó de brazos y al triunfar se fue con los vencedores, como lo han hecho muchos pueblos en la Historia,  ya que el derrotado no era peligroso.  La alegría  de gran parte del pueblo cubano al triunfar la Revolución  fue porque erróneamente creyeron (en parte por la falsa propaganda de Fidel Castro) que se acabarían los atentados terroristas revolucionarios  en tiendas, cines, cabarets, establecimientos comerciales,  tiroteos y las consecuentes  víctimas mortales,  así como los muertos producto de la represión policial  a ese terrorismo revolucionario que por  la independencia que siempre tuvo el Poder Judicial durante el régimen de Fulgencio Batista ya que  muchos autores de ese terror revolucionario  era presentados a los tribunales civiles mediante el recurso de habeas corpus,  y posteriormente  salián mediante fianza a la calle y de ahí a la clandestinidad urbana, al aeropuerto o a las guerrillas en el campo cubano. 
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domingo, noviembre 27, 2022

Video: Una excelente conversación de la escritora Zoé Valdés con Don Pepe Forte, el storyteller de El Ático de Pepe en youtube.com

 
Tomado de https://zoepost.com

Redacción ZoePost.

24/11/2022

Zoé Valdés entrevista a Pepe Forte. Una excelente conversación con el gran Don Pepe Forte.


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Tomado de https://www.cibercuba.com/

La española que conquistó a Pablo Milanés y le donó un riñón

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Nancy Pérez Rey y Pablo se conocieron en La Habana en 2004.

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Redacción de CiberCuba

23/11/2022

El cantautor cubano Pablo Milanés, fallecido este 22 de noviembre en Madrid, estaba casado con la española Nancy Pérez Rey, a la que conoció en 2004 en La Habana y quien 10 años después le donó un riñón al artista.

Nancy, natural de Galicia, era historiadora de profesión y luego pasó a ser la representante del cantante. Ambos residían en la ciudad de Vigo, donde nacieron sus mellizos Pablo y Rosa, hasta que en 2017 se mudaron a la capital por los problemas de salud de Milanés.

En junio de 2014 la española le donó un riñón a su esposo, quien sufría una grave insuficiencia renal.

Según recuerda el diario local Nius, la pareja fue ingresada en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC), un centro especializado en ese tipo de operaciones, y ambos se recuperaron de manera satisfactoria.

No obstante, el trovador tuvo que someterse a nuevas intervenciones en el transcurso de los años.

Milanés falleció esta semana a los 79 años en un hospital de Madrid, tras dos semanas internado de gravedad. Desde agosto sufría una serie de infecciones derivadas de una enfermedad oncohematológica que padecía desde hacía varios años.

Su última hospitalización se debió a un problema en la vesícula biliar y una infección urinaria. El domingo se agravó su salud

En total, Pablo Milanés se casó cinco veces, tuvo siete hijos y nueve nietos. Una de ellos, nombrada Camila, es hija de Suylén, fallecida en enero, y de uno de los hijos del Che Guevara.

La primera mujer del trovador fue Olga Ayoub, a la que conoció cuando aún no era famoso. Estuvieron casados nueve años y no tuvieron descendencia.

Después llegó Yolanda Benet, productora de televisión y asistente de dirección de cine, con quien tuvo a Lynn, Suylén y Liam. Inspiradora del mítico tema que lleva su nombre, Yolanda y Pablo rompieron en 1973.

El tercer matrimonio fue con Zoe Álvarez, modelo y fotógrafa y madre de Haydée Milanés.

Luego se casó con la pintora Sandra Pérez, con quien tuvo a su hijo Antonio.

Su última relación fue con Nancy Pérez, hermana del conocido actor y cómico gallego Federico Pérez Rey.

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(Foto tomada del maravilloso archivo gráfico de Ray Rey González)


Pablo Milanés cuando integraba El Cuarteto de el Rey


Con Haydee Santamaría

Con Silvio Rodríguez

Con Fidel Castro Ruz, Silvio Rodríguez, Carlos Rafael Rodríguez, Jorge Enrique Mendoza, el cineasta Santiago Álvarez y otros.





Canción contestataria de Pablo Milanés compuesta hace ya algunos años con respecto a la situación cubana: 

Pablo Milanés - Flores Del Futuro



Pablo Milanés - Al Pie de Tus Altares

Con una de sus hijas

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Entrevista íntegra de Luz García  a Pablo Milanes. Octubre  2015



Pablo Milanés: "Tengo lo mismo que muchos cubanos, esperanza, sólo esperanza"




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Pablo Milanés: 'el estalinismo sigue vigente en Cuba'

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El cantautor cubano Pablo Milanés opina que Cuba “sigue igual” o “peor”
Advierte que no hay derecho a huelga o a protestar en la isla
Considera que el “sistema” cubano “no funciona”
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Por Nora Gámez Torres
ngameztorres@elnuevoherald.com
octubre 16, 2015
     
El cantautor cubano Pablo Milanés criticó el “estalinismo” aún vigente en Cuba así como la represión a libertades fundamentales y la acción de los sindicatos, en declaraciones a un canal de televisión dominicano.

“Hay mecanismos represivos que no permiten la protesta en la calle, no permiten la libre expresión de los sindicatos”, dijo Milanés, quien advirtió que “el Secretario de los sindicatos…es del Comité Central del Partido o miembro del Buró Político del Partido Comunista [de Cuba, PCC], entonces, ¿qué independencia pueden tener los sindicatos para expresarse en la calle, en el sentido que de haya una huelga o algo? No puede haberla”.

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC) es el único sindicato legal en el país y está presidido por Ulises Guilarte, miembro del Comité Central del PCC. Anteriormente, Guilarte fue Primer Secretario del PCC en la provincia de Artemisa. La legislación cubana no menciona el derecho a la huelga, aunque en la práctica, estas acciones resultan casi imposibles debido al alto grado de control político en la isla.

El músico también alertó que “no puede haber reuniones de más de no sé cuántas personas” y que “no hay sentido de la libre expresión”.

Milanés criticó a la prensa cubana por estar “totalmente vinculada al sistema” y si existen “periodistas que piensan distinto, no se atreven a hablar”.

“Es decir, hay mucha manipulación por muchas partes, que son herencias del estalinismo que heredamos de la Unión Soviética y que se mantienen todavía vigentes en Cuba”, opinó.

Las críticas de Milanés tienen un peso especial, pues se trata de una de las figuras centrales del movimiento de la Nueva Trova, que se inició a fines de los años 60 del siglo pasado, y que fue considerada como “la banda sonora de la Revolución cubana”.

(Pablo Milanés)

En la entrevista para el programa Noche de Luz, Milanés confesó haberse sentido “defraudado” cuando el gobierno de Fidel Castro se negó a realizar cambios en la isla tras la disolución de la Unión Soviética en 1991.

“Como [Cuba] no cambió, yo empecé a considerar que había que criticarla porque yo era un revolucionario, y sigo siéndolo, honesto, y pensé que todos esos principios míos estaban siendo traicionados en ese momento y estaba siendo defraudado como revolucionario, porque insistieron en seguir con un sistema que no funcionaba y que no funciona hasta ahora, inclusive treinta años después de la caída de la Unión Soviética”, comentó.

En los últimos años, Milanés se ha distinguido por sus declaraciones críticas sobre la realidad cubana y el apoyo a artistas contestatarios como los raperos Los Aldeanos.

El músico llegó a la República Dominicana la semana pasada para presentar su disco Renacimiento y se mantiene activo presentándose en conciertos alrededor del mundo, pese a problemas de salud que ha enfrentado en los últimos años.

Milanés –quien comparte residencia junto a su familia entre Cuba y España– dijo considerarse “un ciudadano normal”, por no pertenecer a la “nomenclatura del poder, ni a la burocracia” y como tal, confiesa tener “esperanza” acerca de los cambios en Cuba a partir del acercamiento con Estados Unidos, aunque enfatizó que no creía en una “apertura” en la isla.

Aseguró que más allá de esas expectativas en el pueblo, solo hay “…imágenes turísticas…informaciones falsas, de parte de los mismos admiradores de Cuba que a veces se hacen ilusiones porque quieren que Cuba sea lo mejor” pero en realidad “el país sigue igual y yo creo que peor. Eso es lo que tiene el pueblo cubano: esperanza”.

“Yo creo que las reformas llegarán y los cambios llegaran algún día, pero no han llegado realmente”, agregó.

El músico, quien se declaró respetuoso de las religiones pero ateo, dijo que la reciente visita del papa Francisco a Cuba, la que calificó de “positiva”, no le aportó “nada” personalmente.

El célebre cantautor declaró estar a favor del acceso gratuito a la música y que los músicos “se ganen la vida de otra manera, que se presenten en vivo”, sugirió, lo cual es lo que más le “complace” de su trabajo. A sus 72 años, valoró ser un hombre “feliz, tranquilo”.

Nora Gámez Torres: @ngameztorres
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BIOGRAFÍA DE PABLO MILANÉS


Los orígenes musicales de Pablo Milanés se remontan a su infancia, cuando desde Bayamo, ciudad donde nació el 24 de febrero de 1943, comienza a cantar como aficionado en la radio. Pablo ganó un concurso de canción en la radio CMXK de Bayamo con 6 años, cantando un corrido mexicano: “Juan Charrasqueado”.
El traslado de su familia a La Habana a comienzo de la década de los 50, supondrá su entrada en contacto con artistas populares y grupos tradicionales, principales maestros del trovador. Aunque tuvo algunos años de formación académica en el Conservatorio Municipal de La Habana, realmente fueron los músicos de la calle, de su barrio y los cafés que frecuentaba, los que nutrieron de una mayor diversidad y riqueza sonora al joven. Pablo sigue participando en los programas radiales, pero incursiona también en la TV, así en 1956 participó en el programa “Estrellas Nacientes” demostrando su excelente capacidad musical y dándose a conocer en el medio artístico.

Sesentas

Además de influencias cubanas como el filin o la música tradicional, Pablo también recibió una poderosa influencia de músicas como la norteamericana y la brasileña. A comienzos de los años 60 inicia su carrera profesional en varios grupos vocales como el trío Los Armónicos o el conjunto Sensación, aunque realmente donde tuvo un papel protagónico fue con el Cuarteto del Rey, agrupación de negro spirituals. En esos años claves de su carrera también contó con la contribución de un gran maestro, el músico cubano Luis Carbonell que lo introdujo sobre todo en el mundo de la música barroca, que tanta influencia tuvo también en sus composiciones.

En 1963 compone “Tú, mi desengaño” su primera canción, en la que se destaca una gran influencia del filin. A partir de entonces Pablo comienza a interpretar sus propias canciones en clubes como el Saint John, El Gato Tuerto o el Karachi; y en 1964 pasa a formar parte del grupo vocal, Los Bucaneros.

En 1965, con la composición “Mis veintidós años” Pablo se introducía en un nuevo lenguaje musical que aglutinaba las tendencias tradicionales con su necesidad de experimentar nuevos caminos musicales. De ahí en adelante su condición de compositor se destaca y crea temas como “14 pelos y un día”, “Pobre del cantor” o “Para vivir”, canciones que versaban sobre el amor o el compromiso político y social.


Los años 70

A raíz de sus colaboraciones musicales que comienza a hacer para el cine, en el año 1969 se integra en el Grupo de Experimentación Sonora (GES), donde junto con otros trovadores y músicos trabajan bajo la tutela de maestros como Federico Smith o su gran referencia musical el maestro Leo Brower en la recuperación de músicas tradicionales cubanas y su confrontación con nuevas tendencias contemporáneas que se hacían fuera de Cuba. Por esos años surgen canciones tan emblemáticas como “Yolanda”, “Quien me tienda la mano al pasar” o “Los caminos” entre muchas otras.

En 1975 graba su primer disco “Versos Sencillos”, una idea que le ofrece Haydée Santamaría para musicalizar los poemas de José Martí. A partir de ese año, y disuelto el GES, se hizo acompañar de destacados músicos como Emiliano Salvador, Eduardo Ramos o Frank Bejerano y comienzas las giras con su grupo fuera de Cuba. Italia sería el primer país en visitar para seguirle a continuación, Alemania, Polonia, Bulgaria, España, y México, pero la internacionalización del trovador había comenzado desde la segunda mitad de la década de los 70.


La década de los 80

La primera parte de esta década fue muy prolífica en la publicación de álbumes que hoy en día son cardinales en la obra de Milanés como “Yo me quedo”, “El Guerrero” o “Comienzo y final de una verde mañana”. Pero sin duda el que vino a aglutinar sus canciones fue el titulado “Querido Pablo” (1985), un disco grabado en colaboración con algunos de sus grandes amigos músicos como Chico Buarque, Mercedes Sosa o Luis Eduardo Aute entre muchos otros.
Su actividad artística tanto internacional como nacional llega alcanzar uno de los momentos más álgidos de su carrera. En Cuba crea para la televisión, junto con Lázaro Gómez y Julio Pulido, el programa “Proposiciones” (1987) que supuso un formato novedoso para la TV cubana de esos años; así mismo en 1988 realiza otro gran proyecto musical que fue la realización de la gira “Amo esta isla”, en la que ofreció más de 22 conciertos por todo Cuba y una gira por todos los barrios de la Ciudad de La Habana que culminó en junio de 1989.

La década de los 90

En los años 90 publica varios álbumes: “Identidad” (1990); “Canto de la abuela” (1991)); “Orígenes” (1994); “Despertar” (1997) entre otros. Es una década muy activa culturalmente en la que Pablo pone en marcha una Fundación sin ánimo de lucro para el desarrollo de la cultura cubana, no sólo en la vertiente musical, sino también en otras artes como la plástica, la danza, el teatro, etc., creando además una revista multidisciplinar, una emisora radial y una editorial entre otras iniciativas. La Fundación tuvo una vida corta, pero ayudó a visibilizar a determinados artistas y fue una forma de expresión de la idea integral y multidisciplinar de la cultura cubana que tiene el trovador, combinando tradición y modernidad. Son años en los que realizó también varios proyectos musicales el músico español Víctor Manuel, de los que resultaron dos discos y giras que llevaron el título de “Mucho más que dos” (1994) y “En Blanco y Negro”

Siglo XXI

El nuevo siglo lo inicia con un gran trabajo colectivo, “Pablo Querido” (2001) en el que participan nuevamente muchos artistas latinoamericanos en un homenaje a la obra de Pablo (Fito Páez, Milton Nascimento, Caetano Veloso, Gal Costa, Lucecita Benítez, Pancho Céspedes, Los Van Van, Ivan Lins, Tania Libertad y Eugenia León, entre otros).
En el año 2005 publica el disco “Como un campo de maíz” (Grammy Latino al Mejor Cantautor en 2006) y en el año 2007 “Regalo”, trabajos realizados en paralelo a varias colaboraciones con otros artistas como el trabajo realizado con el puertorriqueño Andy Montañez y que fue galardonado con un premio Grammy Latino al Mejor Album Tropical Tradicional por el disco “AM/PM, Líneas Paralelas” en 2006 o la excelente colaboración con el pianista Chucho Valdés “Más allá de todo” en 2008.

En el año 2013 publicó el álbum “Renacimiento”, cuyos arreglos musicales son íntegros de Pablo y en el que combina su pasión por la música renacentista y barroca con los géneros más puros de la música cubana (conga, changüí, son, guajiras) y en 2015 recibe el Latin Grammy a la Excelencia Musical. En la última década Pablo ha colaborado con músicos destacados como Pancho Céspedes, José María Vitier o Ara Malikian entre otros. Con Vitier ha publicado dos discos, en el primero “Canción de otoño” (2014) ambos artistas homenajearon a más de una docena de poetas latinoamericanos únicamente a piano y voz, y recientemente resumieron en un disco titulado “Flor oculta de la Vieja Trova” (2019) piezas antiguas de la trova decimonónica cubana que tuvieron a bien de rescatar. Con Miguel Núñez, pianista y director musical de su agrupación, presentó en 2017 un trabajo, también a piano y voz: “Flores del futuro” cuyas letras fueron compuestas por Pablo y la música por Núñez. Pablo participó también en el disco “Amor” (2017), homenaje que su hija Haydée ha realizado con temas clásicos de la obra del cantautor.

Como obra más reciente publicó una grabación realizada en Cuba con tres extraordinarios músicos de jazz cubano actual (Rolando Luna, Gastón Joya y Ramsés Rodríguez) de Standards de jazz (2019) norteamericano. Con este disco original, pues es íntegramente cantado en inglés, Pablo quiso hacer un guiño a sus primeros años de intérprete en los clubes nocturnos de la Habana de comienzos de la década de los 60s.

En la actualidad continúa componiendo para un nuevo disco propio a la vez que realiza múltiples presentaciones en directo y muchas colaboraciones, sobre todo con jóvenes músicos.

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sábado, noviembre 26, 2022

Pablo… y Silvio. Zoé Valdés sobre los cantautores Pablo Milanés y Silvio Rodríguez a los cuales ella conoció personalmente

 Tomado de https://zoepost.com/pablo-y-silvio/

Pablo… y Silvio

Por Zoé Valdés.

24/11/2022

Fuente Libertad Digital.


No iré a deshojar la margarita de quién entre los dos es mejor cantautor, tampoco dedicaré demasiado tiempo a analizar sus obras y trayectorias artísticas respectivas.

Nadie dudará a estas alturas de que para gustos se han hecho colores, y que el público juzgó hace mucho tiempo situándolos en sus peanas individuales.

Pero… Ha muerto Pablo Milanés, Silvio Rodríguez vive todavía, y en las redes sociales las comparaciones han sido inevitables. En esas equiparaciones han primado, como es natural, dado el suceso, las emociones a la razón; en diversos puntos el desconocimiento ha aportado desinformación nauseabunda del lado de los justos para encumbrar a los injustos.

A modo particular, pues los conocí a ambos, admitiré que cada uno en su estilo y con su carácter, me fueron cercanos como a la mayoría de los cubanos, por ausencia de elección. No había nada más. Nos prohibieron a los artistas de antes de 1959, también a los artistas extranjeros de habla inglesa (el problema no era sólo que algunos géneros musicales molestaban, también el idioma inglés fue considerado “idioma del enemigo”). La ‘vieja trova’ fue amargamente tildada de decadente, como el resto de la música tradicional cubana, entonces surgió la Nueva Trova con un plan detrás que, aunque revindicaba a su manera a los patriarcas de la ‘vieja trova’ hicieron lo posible por teñir de profundos tintes políticos inclusive los temas de amor más profundamente líricos.

Pablo Milanés provenía del ‘filing’, un estilo musical perteneciente a la noche habanera de los años ’50, que contó en sus filas a los mejores exponentes creativos de aquella maravillosa época, quienes se producían en clubes emblemáticos como ‘El Gato Tuerto’ y ‘El Pico Blanco’; sitios ubicados en el corazón de la burguesa barriada del Vedado, que no dejó de ser aburguesada con el advenimiento de los barbudos castristas, sino que los antiguos burgueses propietarios, al ser expulsados del país por esos churrosos abundantes de pelos y cochambre, fueron sustituidos por éstos, que pasaron a ser en muy breve tiempo los aburguesados revolucionarios dueños de todo y, que que una vez en el poder, se olvidaron de aquellas pavorosas melenas que lucieron al descender de las montañas de la Sierra Maestra, y se dieron a la tarea de rapar las cabezas de jóvenes que intentaron imitar a los melenudos del rock and roll, la música que detestaban los Castro; aunque Fidel Castro, confesado por él mismo, sólo amaba los himnos, y ni bailar sabía.

Silvio Rodríguez proviene del poblado de San Antonio de los Baños, su madre apreciaba cantar, y él empezó más bien como un autor de lo que en Francia se llama ‘varietés’, dentro de este estilo más bien en la ‘chanson’ romanticona ligera, bastante poco interesante. Debió de aprender a tocar la guitarra con Leo Brower cuando a los dirigentes revolucionarios comunistas Alfredo Guevara y Haydée Santamaría se les ocurrió inventar el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (Instituto de Arte e Industria Cinematográficos) con la intención de vincular el cine con una pretendida música protesta y poner a ambas artes en función del marxismo cultural y de la política de ese régimen elitista, aunque afirmaban que del poder del proletariado.

Silvio creció como artista, Pablo, después de ser enviado a los campos de concentración de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) cuyas eufemísticas siglas ocultaban el horror de la persecución contra homosexuales, religiosos, y desviados ideológicos, que desataron los guerrilleros en aquella isla, enquistó su obra en melosas letras, algunas muy sensibles y contundentes. Sin embargo, en breve tiempo, tanto Pablo como Silvio devinieron símbolos de esa emoción castradora que las ideologías de ultraizquierda imponen. Fueron y siguen siendo armas sumamente convincentes para un objetivo muy claro de los Castro: exportar su producto de marketing más eficaz, la revolución castro-comunista a Sudamérica mediante un arte llamado protesta, que permitía protestar contra todas las supuestas injusticias que a sus ojos ocurrían en el resto del mundo, menos contra las que de verdad sucedían en Cuba.

De modo que los trovadores cubanos de la canción protesta no sólo no podían protestar contra absolutamente ninguna de las numerosas fechorías cometidas por el régimen de su país, sino que también, y por el contrario, debían callarse, y en cambio cantar loas al sistema que oprimía al pueblo que le admiraba cada vez más, porque no había otra opción, porque no tenía dónde escoger.

La fama de ambos trascendió y con ellos arrastraron a artistas sudamericanos y españoles de renombre. Pero, al resto de Europa jamás pudieron acceder exitosamente con su música, y no solamente debido al idioma español, sino porque Europa se bebía los tempos musicales por las melodías norteamericana e inglesa. Ningún artista francés dedicó sus tímpanos a la Nueva Trova cubana, los tenía demasiado ocupados con los Beatles, Los Rolling Stones, entre otros, ni siquiera tanto, fíjense ustedes, en Bob Dylan. Debió llegar Compay Segundo, descubierto por un norteamericano, después de una larga traversée du désert, para que los franceses se decidieran a dar sus cómicos saltitos (ellos lo consideran baile) en las fiestas navideñas al son de Buena Vista Social Club, lo que recordarán enfureció bastante a Silvio. A Pablo no, Pablo se sintió identificado, aunque al inicio de lejos.

Hablando de Silvio y de Bob Dylan, en cuanto Fidel Castro dio la orden tardía, ya a una edad avanzada, de que los cubanos podían dejar de aprender el ruso para meterse de a lleno en el inglés, tras el derrumbe del bloque comunista de los países europeos del Este, turismo oblige, a Silvio se le ocurrió autoproclamarse el ‘Bob Dylan’ cubano, al parecer queriendo imitar a Dylan, no sólo con su voz rajada y a veces chillona, sino además especulando quizás con el improbable hecho (o probable por simpatía ideológica) de recibir un Nobel literario.

Silvio siempre ha sido más racional, Pablo más sentimental. Los Estudios de Grabación Abdala creados por Rodríguez fueron autorizados por Fidel Castro y según dicen se hicieron en buena medida con el dinero del estado, que no es más que el dinero del pueblo cubano. Silvio les dio el enfoque y prestigio internacional, aunque limitado, o sea se dedicó a producir artistas internacionales reconocidos, que no sólo le dieran dinero a él, además al castrismo, eso le permitía y le permite su supervivencia. Una de esas artistas fue la caboverdiana Cesaria Évora.

La Fundación PM creada por Pablo Milanés constituyó una institución que de cierto modo y tal vez sin proponérselo competía con el Ministerio de Cultura, al atender a artistas del patio, ahí se jodió; pues para colmo, en lugar de proveer sumas astronómicas contrajo sustanciales pérdidas. Se comentó entonces que sólo en llamadas telefónicas desde un teléfono con línea internacional autorizado, colocado en el vestíbulo, y donde media Habana iba a robar llamadas hacia el resto del mundo, aquel proyecto se montó en el doble de su inversión original, subrayo: sólo en gastos telefónicos. La inversión corrió a cargo del propio Pablo Milanés, aunque la Fundación fue liderada por Nancy Morejón, poeta negra muy cercana al poeta y presidente de la UNEAC, el mulato Nicolás Guillén, al que Pablo Neruda llamó en sus memorias ‘Guillén el malo’ frente a ‘Guillén el bueno’, refiriéndose al poeta español Jorge Guillén.

El suceso de su muerte, en el origen de este artículo, contradice y traiciona el mensaje político de Milanés dirigido a los pueblos que lo amaron y veneraron. Pablo Milanés no se quedó con “todas aquellas cosas”, como presume en su canción contra los Marielitos compuesta en 1980, vivió más en España que en Cuba debido a su enfermedad, una de las tantas que padeció, atendido por la sanidad de un hospital español, y no por la “potencia médica” de mediocre calidad que tanto predica el castrismo. Murió, sin embargo “revolucionario”, tal como él pretendía en una de sus últimas entrevistas en El Mundo, aunque inhibido, porque según cantaba “pisar tierra firme me inhibe”. Dedicó canciones sensibleras y vergonzosas al tirano Fidel Castro y al carnicero de La Cabaña, el Che Guevara; sin embargo, aunque se lo pidieron jamás dedicó una palabra a los presos políticos cubanos, ni a la libertad real de Cuba, mucho menos a los jóvenes manifestantes pacíficos del 11J del 2021 condenados injustamente a largas penas de prisión, ni a sus madres, ni a las Damas de Blanco… Con la edad devino crítico del sistema, aunque por arribita, hasta donde se consideraba permitido.

Existe una diferencia entre Pablo y Silvio, esa distinción reside en una canción, mejor dicho, en dos. Pablo no tiene una canción tan contestataria como ‘Resumen de Noticias’ pues, aunque su propio autor niegue para quiénes fue escrita, la evidencia de la letra delata lo opuesto. De otro lado, Silvio no cuenta con una canción como ‘Yolanda’, porque esa peculiar Yolanda no existió jamás en la vida de Silvio.

Como sé lo que es perder a un padre, verlo morir en el exilio, tengo un pensamiento para sus hijos, en especial para Haydée Milanés. Aunque seguramente ellos no lo tuvieron cuando murió el mío, ni lo tendrán cuando morirán otros padres de tantos exiliados cubanos, que nadie sabe cómo, -yo no me lo explico debido a la falta de coherencia- han logrado apartar el tema político para homenajear al artista. No he podido, no podré. Dios no ha obrado todavía ese milagro en mí. Haré lo imposible para que no lo obre. A estas alturas, en el único milagro en el que creo es el que permita que ese pueblo deje de ser tan patéticamente pasional y consiga convertirse en una poderosa máquina de ideas y acciones con un único fin: derrumbar esa tiranía.

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Pablo Milanés (Documental)



El Pablo Milanés que no conocí. (Documental)


Diario de Cuba

24 noviembre 2022


Último adiós a Pablo Milanés en la Casa de América en Madrid




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Pedro Pablo Arencibia: ENMIENDA PLATT Y REPÚBLICA (Fragmento) Sabiduría vs imposición. Vicente Morín Aguado desde Cuba: La Enmienda Platt ante la historia de Cuba: confrontando al antimperialismo doctrinario


Tomado de http://www.vitral.org/vitral/vitral48/cent.htm


ENMIENDA PLATT Y REPÚBLICA

(Fragmento)


Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
(publicado en la Revista Vitral No. 48 en el años 2002)

Sabiduría vs imposición

La República nació con su independencia y soberanía limitadas en cuanto a principios se refiere; eso es un hecho innegable en nuestra historia. Los cubanos más preclaros se decidieron por la opción de aceptar por el momento la mencionada enmienda ante la alternativa de la ocupación indefinida de Cuba por las tropas norteamericanas y que la misma pudiera desencadenar una inútil guerra de guerrillas contra el Gobierno Interventor norteamericano que destruyera, más aun, al ya devastado país. El Mayor General Calixto García después de concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana había dicho:

"Yo creo que los Estados Unidos no faltarán a su palabra empeñada; pero si así fuera siempre habría tiempo para morir, ya que no para vencer" ( Rodríguez, 44 y 45)

La sabia estrategia planteada desde los mismos inicios de la República por Don Juan Gualberto Gómez, y otros patriotas, y que está expuesta en las siguientes palabras, demostró ser la más adecuada para la joven república.

"Declaración solemne del propósito de que mientras ese tratado esté vigente, será escrupulosa y lealmente observado por el pueblo cubano y por su gobierno; sin perjuicio de que el Gobierno de la República de Cuba aproveche cualquier oportunidad favorable que pueda presentarse en el porvenir para influir cerca del Gobierno de los Estados Unidos, a fin de obtener por mutuo acuerdo, la modificación de aquellas cláusulas del Tratado en que el pueblo cubano encuentra limitada su independencia y mermada su soberanía." (Ibarra, 245)

Los contenidos más lesivos de la Enmienda Platt en contra de la plena soberanía cubana fueron abrogados en 1934.

Balance controversial de la Enmienda Platt

El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:

1)
 Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.

2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.

3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.

Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:

1) 
Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.

2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.

La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.

Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:
"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.
Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (
Ibarra, 312)

He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:

Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.

El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.

Un caso concreto de la aplicación de la Enmienda Platt

Por otra parte, debemos admitir que en general, en el caso cubano, los gobiernos norteamericanos no se inclinaron en hacer un uso indiscriminado o exagerado de la prerrogativa que les daba la Enmienda Platt. El proceder del presidente Teodoro Roosevelt durante "la guerrita de agosto" de 1906 así lo atestigua, pues tanto el presidente Estrada Palma como los alzados contra él, pidieron la intervención norteamericana y fue el presidente Roosevelt el que trató de que la misma no se produjera. La carta de Roosevelt al embajador cubano Gonzalo de Quesada del 14 de septiembre de 1906 y su telegrama a Estrada Palma del 25 de septiembre de ese mismo año así lo muestran. Algunos fragmentos de la mencionada carta son:

" Solemnemente conjuro a todos los patriotas cubanos a unirse estrechamente para que olviden sus diferencias, todas sus ambiciones personales, y recuerden que el único medio de conservar la independencia de su república es evitar, a todo trance, que surja la necesidad de una intervención exterior para salvarla de la anarquía y de la guerra civil.
Espero ardientemente que estas palabras de apelación, pronunciadas en nombre del pueblo americano, por el amigo más firme de Cuba y el mejor intencionado hacia ella que pueda existir en el Mundo, serán interpretadas rectamente, meditadas seriamente y que se procederá de acuerdo con ellas, en la seguridad de que, si así se hiciere, la independencia permanente de Cuba y su éxito como República se asegurarán.
" (Pichardo, 283)
En el telegrama de Roosevelt a Estrada Palma del 25 de septiembre, éste le escribe en un tono invocatorio y suplicante:
" Bajo su gobierno y durante cuatro años, ha sido Cuba República independiente. Yo le conjuro, en bien de su propia fama de justo, a que no se conduzca de tal suerte que la responsabilidad por la muerte de la República, si tal cosa sucediere, pueda ser arrojada sobre su nombre. Le suplico proceda de manera tal, que aparezca que Ud. por lo menos, se ha sacrificado por su país y que lo deja aún libre cuando abandone su cargo." (Pichardo, 285)


Estrada Palma permaneció intransigente y convocó al Congreso para renunciar pese a que los sublevados no pedían su renuncia. Se creó una comisión para convencerlo que retirara la renuncia pero el resultado fue negativo. No pudieron obtener arreglo alguno con Estrada Palma, el cual, para colmo, le pidió al Vicepresidente que también renunciara, dejando así acéfala a la república.

El país quedó sin presidente y con una sublevación en sus entrañas que deseaba también la intervención extranjera. La intervención se produjo y como la anterior intervención militar, no hubo oposición armada a la misma.
El Subsecretario de Estado Bacon, según el historiador Howard Hill, citado por Ibarra, le dijo contrito a Taft:
" Me avergonzaré de mirar a mister Root a la cara. Esta intervención es contraria a su política y a todo lo que él ha estado predicando en América del Sur" (Ibarra, 294)

Elihu Root, el padre de la Enmienda Platt, era en ese momento Secretario de Estado.

Según algunos historiadores cubanos de nuestros días, la renuencia del gobierno norteamericano a intervenir se debió a que podía afectarse la imagen del nuevo modelo neocolonial que se estaba experimentando en Cuba y que deseaba llevar a otros países latinoamericanos. Considero que esa explicación no es compatible con la imagen del gobierno cuyo presidente públicamente dio a conocer la política del Gran Garrote y de las Cañoneras. Esta ocasión no fue la única en la que el gobierno de los E.U. invocó la Enmienda Platt para intervenir en Cuba, pero sí fue la única en la que la intervención verdaderamente se llevó a cabo; las otras invocaciones (algunas veces precedidas de intentos por reconciliar a las partes cubanas beligerantes) se limitaron a amagos de intervención y a algún que otro desembarco en determinadas regiones lejanas del país, cercanas a la Base de Guantánamo o dentro de ella y en Santiago de Cuba, las cuales ayudaron a que se apaciguaran los ánimos de los cubanos que contendían entre sí. El artículo tercero de la Enmienda Platt se aplicó, o estuvo a punto de aplicarse, solamente en momentos en los que se habían producido enfrentamientos armados en el país y el gobierno democráticamente elegido había perdido o estaba perdiendo ostensiblemente el control del país. Esta situación se puede ilustrar también con el siguiente fragmento de la nota del Secretario de Estado norteamericano P.S. Knox, el 16 de enero de 1912, al Presidente José Miguel Gómez: "evitaran una situación peligrosa que pudiera obligar al Gobierno de los Estados Unidos, contra sus propios deseos, a considerar las medidas que debe tomar en función de sus obligaciones con respecto a las relaciones con Cuba"(Alzugaray, 29).

El artículo tercero de la Enmienda Platt nunca se aplicó cuando los objetivos políticos, sociales, obreros y de la mujer se buscaban pacíficamente. La anterior república cubana, pese a los defectos, deficiencias y males que tuvo, ocupó comparativamente una posición privilegiada en América Latina en cuanto a las conquistas políticas, sociales, laborales y de la mujer que en ella se alcanzaron.

No conozco que en esas intervenciones o amagos se haya producido algún enfrentamiento armado entre las fuerzas norteamericanas y alguna fuerza cubana.

Un hecho polémico no sujeto a esquemas

La intervención norteamericana en los asuntos cubanos en las postrimerías del antepasado siglo XIX y en los inicios del pasado siglo XX ha sido un hecho histórico muy polémico de nuestra historia. Para que se tenga una idea de lo controvertida que ha sido la apreciación cubana sobre la intervención norteamericana después de finalizada la guerra de independencia contra España diré, que en contra de todo esquema simplista, podemos encontrar desde burgueses cubanos admiradores de los E.U. opinar duramente en contra de ella, hasta a un destacado político de izquierda defender, en cierta medida y en la década del 40, la presencia norteamericana en los primeros años de independencia de España, pues esta aceleraba el desarrollo del capitalismo en Cuba y con ello, según la filosofía marxista clásica, la instauración del socialismo en Cuba.

La Enmienda Platt no fue abrogada en 1934 por poseer la república cubana en esa fecha, un gobierno fuerte que respondiera a los intereses del gobierno norteamericano, pues todos sabemos lo convulsa que fue en nuestro país la década del 30 del pasado siglo XX; tampoco se abrogó por ser una demanda del sentimiento nacionalista antinorteamericano que había en determinados estratos de la población cubana de los años veinte y treinta (también existían sentimientos antiespañol, antijudio, antihaitiano, antijamaicano, etc), sentimiento que después de 1940 y hasta 1959 disminuyó grandemente (Domínguez, 244). Fueron varios los factores que motivaron esa decisión entre los que, por supuesto, también se encontraban esa corriente y ese sentimiento nacionalista, pero no se pueden obviar tampoco: el trabajo paciente, tenaz y sabio de nuestros diplomáticos, las relaciones de amistad entre Cuba y Estados Unidos, la política del Buen Vecino de Franklyn D. Roosevelt, y finalmente, la percepción norteamericana de los cambios que se habían producido en las relaciones internacionales de las otras potencias con los países de nuestro continente.



(Manuel Márques-Sterling (embajador de Cuba en EE.UU. siendo Presidente Carlos Mendieta y Montefur)  firmando el nuevo tratado sobre las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el cual abrogaba la Enmienda Platt. Detrás Cordell Hull, entonces Secretario de Estado de los EE.UU. Benjamin Sumner Welles también estaba presente en esa firma. En mi ñibro La Historia de Cuba que te ocultaron y otros temas profundizo sobre estos temas y muchos otros...)


Por último, deseo observar que el nuevo tratado sobre las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos que se firmó en esos años, nunca tuvo en su haber, un período norteamericano de ocupación de nuestro país pese a la inestabilidad política y de oposición armada que presentaron algunos gobiernos cubanos antes del primero de enero de 1959.
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Tomado de https://www.cubaencuentro.com/

La Enmienda Platt ante la historia de Cuba: confrontando al antimperialismo doctrinario

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A propósito de la biografía de Oswaldo Payá por David E. Hoffman

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Por Vicente Morín Aguado

La Habana

25/11/2022

Adelantándonos a la esperada traducción al español de Give me Liberty, The true Story of Oswaldo Payá and his daring quest for a free Cuba, Simon & Schuster 2022, repasamos las 143 páginas iniciales, recuento de la corta vida republicana en Cuba (1902 a 1959), preámbulo necesario para comprender la llegada al poder de Fidel Castro y las posteriores motivaciones del emblemático opositor a la dictadura más larga en la historia de Occidente.

Payá recibió en 2002 el premio Sajárov del Parlamento Europeo, encontrando la muerte una década después en oscuras circunstancias que el gobierno sucesivo de los dos hermanos Castro se ha negado a esclarecer.

El texto introductorio resulta un buen ejemplo de cómo es apreciada hoy la historia de Cuba, en particular de sus relaciones con Estados Unidos, vista desde el norte con la honestidad intelectual de un reconocido periodista.

Tal parece que muchos estadounidenses virtuosos sienten algo de culpa al abordar el asunto, por tanto, es necesario comentar el tema sin prejuicios, a la luz de los hechos.

Al comenzar, leemos sobre la controvertida Enmienda Platt, aprobada en el capitolio de Washington como parte de la Ley de Asignaciones al Ejército de 1901, impuesta a la Asamblea de 31 cubanos que en abril de ese año redactaban la carta magna de la república en ciernes.

Tratándose de la soberanía de una nación, el texto era inaceptable, porque de entre seis lacónicos artículos, el tercero decía que: “Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual”.

De paso, se obligaba al naciente Estado a ceder hasta cuatro puntos de su territorio con el objeto de establecer bases navales norteamericanas y, agregando presión a su declarado dominio sobre el país que es, geográfica e históricamente un archipiélago, la posesión de la Isla de Pinos, parte del territorio nacional, estaría sujeta a discusión futura por tratado.

Recordemos que, al firmarse el Tratado de París, en diciembre de 1898, la rendición de España ante EEUU determinó para Cuba la ocupación militar de su territorio por el ejército del país vencedor. Simple y llanamente, Leonard Wood, gobernador designado, les dijo a los constituyentes que las tropas interventoras no abandonarían el país si el apéndice votado en Washington no era incluido en la constitución.

Hoffman cita dos cartas de Wood a dos figuras claves de su gobierno, el secretario de Guerra, Elihu Root y el presidente Theodore Roosevelt. Al primero le dice: “Estos hombres son todos sinvergüenzas y aventureros políticos cuyo objetivo es saquear la isla”. Médico de cabecera de dos presidentes anteriores al momento de ser enviado a Cuba, le escribe al mandatario del momento: “La gente aquí, Sr. Presidente, sabe que no están listos para el autogobierno”.

Digamos que esa era la opinión del influyente Wood, pero no necesariamente la de sus interlocutores más poderosos que él. Si mal había un sector imperialista, insuflado por la reciente victoria ante una potencia europea en pleno declive, otros políticos eran pragmáticos y hasta los había claramente simpatizantes del pueblo cubano.

Roosevelt combatió junto a sus Rough Riders en la enconada batalla de la Loma de San Juan, Santiago de Cuba, donde centenares de cubanos, integrados en el ejército libertador, los llamados mambises, junto a los estadounidenses, derrotaron al tenaz defensor ibérico.

Los patriotas de la Isla estaban organizados militarmente a lo largo de su país, su número rondaba 5 mil efectivos, con experimentados jefes, capaces de hazañas como la invasión de oriente a occidente entre 1895-1896, comparada en la prensa de Nueva York con la marcha de Sherman durante la guerra civil.

La vocación civilista democrática de los rebeldes anticolonialistas era de larga data, apenas iniciada la primera contienda en 1868, se creó una república con poderes civiles dominantes sobre el ejército insurrecto. Cuba no era Puerto Rico o Las Filipinas, ganadas igualmente durante esta breve guerra contra la corona de Madrid, tal realidad influyó notablemente en las relaciones entre ambos países.

De paso, no olvidar que anterior a la enmienda imperialista del influyente senador por Connecticut, estaba una Joint Resolution, votada en el mismo cónclave donde oficiaba Platt, con la significativa afirmación de que “El pueblo de Cuba es, y de derecho, debe ser libre e independiente”.

El autor de la biografía de Payá se extiende con Wood, refiriendo otra carta al célebre hombre del Big Stick, fechada en 28 de octubre de 1901: “Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión.”

Reproducimos otros párrafos de la misiva en cuestión porque el texto indica otros propósitos, además del anexionista:

“…creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos, y como tal es acreedora de nuestra consideración. Con el control que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo…”

El desprecio, la subestimación del gobernador hacia los cubanos es indignante, razón que le induce al error, valorando inadecuadamente la realidad, algo que, reitero, no hicieron sus superiores en la Casa Blanca.

De momento, subrayamos que, para la potencia americana emergente era lógico reafirmar su espacio propio frente a otros imperialismos y esta decisión no ha de confundirse con la intención anexionista tan manifiesta en el afamado médico militar.

De imperialismos y como consecuencia, el antimperialismo, es bueno recordar una verdad sencilla: la confrontación se remonta a los orígenes de la civilización, está presente en todas partes y épocas hasta hoy, y por lo vivido, así será en las próximas décadas. Centrar esta confrontación en Estados Unidos es una visión perturbadora, una evidente manipulación política con propósitos espurios.

La manifestación más clara de lo que acabamos de decir, de importancia capital para entender la historia de Cuba, es el antimperialismo doctrinario, cuya génesis está en Lenin, autor del célebre opúsculo titulado El Imperialismo, fase superior del capitalismo, publicado en Rusia en 1917, semanas después de bajarse del tren inmortalizado en la literatura por Stefan Zweig.

Lenin, una vez en el poder, creó la III Internacional, encargada de difundir el nuevo antimperialismo, cuyo enfoque latinoamericano apuntaría hacia Estados Unidos. Al paso del tiempo, los comunistas se han encargado de borrar los demás imperios, sobre todo los creados por ellos mismos, mencionando a uno solo, Estados Unidos. Europa imperial, sacándose de encima tan inoportuno estigma de su propia historia, ha sido cómplice, junto a otras potencias, en esta peculiar maniobra política planetaria.

Regresando a Cuba, tuvimos antes que el líder bolchevique preclaros antimperialistas nada doctrinarios, porque no afirmaban como Vladimir Ilich el fin inexorable del capitalismo junto a la obligada dictadura del proletariado, menciono a los tres líderes principales de lo que se llamó “La Revolución de Independencia”, según palabras de dos de ellos: José Martí y Máximo Gómez.

La frase y concepto alude al “Manifiesto de Montecristi”, de elaboración martiana, firmado por el fundador de nuestra nación, junto a quien fuera, y por elección de sus soldados, no por designación o auto proclama, General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, Máximo Gómez, un dominicano quien acompañó y firmó junto a Martí el citado documento, de hecho, la segunda declaración de independencia cubana, el 25 de abril de 1895 en la pequeña villa homónima de su país natal.

En el documento, Martí y Gómez afirman: “…Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo…”.

Era un anticipo glorioso del papel político internacional que el pensamiento martiano asignaba a la nación que pretendía fundar al iniciar una nueva etapa de guerra contra España. He afirmado intencionalmente Martí y Gómez porque nuestra historiografía atribuye el pensamiento de este documento trascendental al gran intelectual cubano, menospreciando a su amigo, compañero de armas, el General Gómez, como si el dominicano fuera un iletrado, firmante de documentos que no entendía o no compartiera las ideas que refrendaba.

Gómez fue también antimperialista, aunque mantuviera la firme decisión de no ser protagonista en la política doméstica una vez instaurada la república. De entre muchos, recuerdo el testimonio de Orestes Ferrara, quien llegara a presidente de la Cámara de Representantes, el cual menciona en sus memorias la opinión del militar dominicano al comentar sobre la ocupación yanqui: “Estaré agradecido de los americanos sólo cuando cumplan su promesa, y si la cumplen con decencia, sin agraviar al cubano. De lo contrario, seré un enemigo de ellos como lo he sido de los españoles”.

Nos resta Antonio Maceo, segundo al mando del ejército libertador, de piel negra, nacido libre en los campos de Cuba, quien dejó claras manifestaciones de rechazo a la posible anexión de su país a Estados Unidos.

Si hemos de agregar otro argumento, reconforta saber que aún a pesar de la clara advertencia de Míster Wood, la Enmienda Platt fue aprobada por la Asamblea Constituyente con 16 votos a favor y 11 en contra, de los 31 posibles.

La República llegó, al fin, el 20 de mayo de 1902, con Tomás Estrada Palma de primer presidente. Hablamos de un maestro de escuela, quien había sido uno de los sucesivos presidentes de la república en armas, también prisionero de los españoles, exiliado en EEUU donde adquirió la ciudadanía, creando una prestigiosa escuela privada en Central Valley, cerca de Nueva York.

José Martí lo había rescatado para su nuevo proyecto independentista, al fundar, también exiliado, el Partido Revolucionario Cubano, del cual fuera Estrada Palma Delegado, electo sustituto del apóstol de nuestra independencia al marchar este último junto a Máximo Gómez a los campos de la patria avasallada.

Nacía la República con himno, bandera, escudo, presidente, dos cámaras legislativas y demás atributos al buen estilo norteamericano, incluyendo el sufragio universal para varones, sin distinciones legales, fueros u otras formas de discriminación que vergonzosamente prevalecían en buena parte del país vecino, de cuyo protectorado no podía escapar, asegurado bajo enmienda constitucional.

Muy pronto se pondrían a prueba tales libertades y sus limitaciones.

El exprofesor de Central Valley gobernó cuatro años con reconocida honestidad administrativa, dejando un superávit de casi 20 millones de dólares a la hacienda pública. Decidió que no hacía falta un ejército nacional, mejor era una tropa de maestros. La peyorativa y absolutista afirmación de Leonard Wood sobre los cubanos quedaba así desmentida, pero hubo sus peros y de muy mala manera.

Llegadas las nuevas elecciones, Don Tomás decidió que debía reelegirse incondicionalmente, creando para ello lo que llamó el “gabinete de combate”. Hubo fraude electoral ante la evidente victoria de sus opositores liberales, los cuales se alzaron en armas, fresca todavía la belicosidad contra el autoritarismo que habían combatido los cubanos durante décadas de enfrentamientos con la corona española.

El primer presidente se mantuvo en sus trece, negándose a un acuerdo con la oposición. Ante la posibilidad real de perder el poder, paradoja de nuestra historia, no serían los americanos imperialistas quienes invocarían el artículo tercero de la consabida enmienda, lo invocó directa y personalmente Tomás Estrada Palma.

Es notorio que Teddy Roosevelt le escribió a su homólogo cubano:

“Bajo su Gobierno, y durante cuatro años, ha sido Cuba república independiente. Yo le exhorto, en bien de su propia fama de justo, a que no se conduzca de tal suerte que la responsabilidad por la muerte de la república, si tal cosa sucediere, pueda ser arrojada sobre su nombre. Le suplico proceda de manera tal que aparezca que usted, por lo menos, se ha sacrificado por su país y que lo deja aún libre cuando abandone su cargo”.

El Icónico presidente representado en los libros de historia comunista con un garrote al hombro, termina su carta así:

“Mando, al efecto, a La Habana, al Secretario de la Guerra Mr. Taft y al subsecretario de Estado Mr. Bacon, como representantes especiales de mi gobierno, para que presten la cooperación que sea posible a la consecución de evitar la intervención”.

El 28 de septiembre de 1906 Estrada Palma renunció, acompañado de su consejo de ministros, a sabiendas de la presencia en La Habana de la alta representación gubernamental norteamericana cuya única opción fue asumir provisionalmente el poder de acuerdo a las obligaciones derivadas de la controversial enmienda que había invocado el mandatario cubano.

De momento Taft gobernaba a Cuba, designando al abogado Charles Magoon para el cargo, con la expresa misión de ejecutar un censo minucioso de población, leyes complementarias imprescindibles para la administración interna, hasta entonces postergadas y, celebrar próximas elecciones.

Todas las facciones aceptaron de buena gana la intervención, que, entre otros detalles, mantuvo flotando el pabellón cubano, evitando herir la sensibilidad patriótica nativa de ver nuevamente flotando en los espacios públicos la bandera de las muchas estrellas. Excepto el gobernador Magoon y algún que otro consejero, los cargos gubernamentales fueron ejercidos por cubanos.

Una vez terminado el censo en 1907, al año siguiente hubo elecciones, desde las municipales hasta las presidenciales, ganando ampliamente el Partido Liberal, que elevó a la presidencia al general de la guerra de independencia José Miguel Gómez. Es bueno recalcar que aún no había un ejército nacional, el cual comenzó a crear este nuevo presidente al asumir su mandato un año después.

Detalles importantes fueron la presencia de representantes a la cámara y senadores negros, parte de la promoción alentada por los liberales, inclusive, el gobernador norteamericano legalizó un partido político nuevo, conocido bajo el nombre de Independientes de Color (PIC), cuya ejecutoria nos lleva a un nefasto momento de la historia republicana igualmente vinculado a la Enmienda Platt.

Los Independientes de Color proclamaban el justo derecho a la abolición de toda forma de discriminación racial, práctica evidente y extendida en la sociedad, aunque fuera constitucionalmente ilegal. Negros y mestizos en general estaban en clara desventaja, escasa representación de acuerdo a su proporción poblacional, herencia de un país que fuera esclavista hasta solo 15 años antes de su independencia.

José Martí, antimperialista nada doctrinario, profundo humanista y demócrata, había advertido el problema, al escribir las Bases del Partido Revolucionario Cubano, creado en el exilio de Tampa y Cayo Hueso. Era muy preciso al respecto el artículo cuarto:

“El Partido Revolucionario Cubano no se propone perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legitimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”.

Sin embargo, lo contradictorio era que los líderes del PIC apelaban a la exclusividad racial al crear su agrupación política, lo que generó una repulsa generalizada, cuyo clímax sería una ley aprobada por iniciativa de un representante a la Cámara de piel oscura, el culto periodista Manuel Morúa, declarando fuera de la ley cualquier agrupación política promotora de la exclusividad étnica, racial o de otro tipo.

La guerra por la independencia había juntado en los campos de batalla contra el colonialismo a los cubanos sin distinciones raciales, pese a los prejuicios indudables e inevitables, hubo generales negros, algunos redactores de la constitución también y ya se ha dicho, el congreso contaba con miembros de esa coloración de la piel.

En 1912, un periódico muy influyente, El Veterano, editado por los excombatientes libertadores, publicó un titular elocuente y lapidario para los independientes de color:

“Ni blancos ni negros, solo cubanos”.

Pero los dirigentes del PIC, algunos de ellos prestigiosos veteranos, se mantuvieron en sus posiciones, llegando a un extremo que pudiéramos calificar de inmadurez política: se fueron a Washington, recordando que durante la recién concluida intervención les habían legalizado, solicitando ante el Secretario de Estado Knox, interceder a su favor presionando al gobierno de la Isla. El colmo fue escribirle una carta con similares objetivos al presidente Taft, quien nada hizo por apoyarlos, dejando el asunto en manos cubanas.

Viendo que no prosperaban sus aspiraciones, los dirigentes del PIC amenazaron con irse a las armas, presentando un ultimátum a José Miguel Gómez, empeñado entre otras tareas, en la creación del ejército nacional.

El 20 de mayo de 1912 estalló la insurrección al tomar los rebeldes armados la pequeña ciudad de La Maya, en el oriente. El fantasma de la intervención rondaba porque los alzados estaban exigiendo contribuciones a varios propietarios agrícolas, entre ellos azucareros, y el nuevo gobernante decidió estrenar sus recién creadas tropas.

Otra vez eran los mismos cubanos quiénes acudían a la Casa Blanca para que mediara en sus conflictos internos. Lo peor fue que la pretendida insurrección no pasó de unas decenas de belicosos insurrectos, sin embargo, la respuesta, cargada por los prejuicios raciales, sería atroz: los cronistas calculan los muertos por centenares, algunas fuentes hablan de hasta 3 mil negros y mestizos ultimados en los campos.

Fue una matanza indiscriminada, sin justificación plausible, que manchó el gobierno de José Miguel Gómez, cuyo balance era positivo en varias esferas de la vida nacional.

Repasando el articulado de la Enmienda Platt, debemos abordar otros aspectos de su real incidencia sobre nuestro país.

El acápite sobre las bases navales quedó finalmente en una sola locación de las cuatro previstas, la conocida Base de Guantánamo. La existencia de tal instalación jamás fue cuestionada por gobierno cubano alguno hasta la llegada de Fidel Castro, a pesar de que la Enmienda fue oficialmente derogada en 1934.

No existe una justificación real para decir que se trata de un asunto imposible, los Estados Unidos han negociado, y renunciado, a instalaciones militares de mucho mayor valor que la preterida, casi inoperante base guantanamera, inclusive frente a gobiernos antimperialistas amigos de Castro. Basta citar el canal de Panamá. Sencillamente, se ha interpuesto el antimperialismo doctrinario, patológicamente antinorteamericano, del intransigente barbudo verde olivo.

Nos resta el peculiar caso de la Isla de Pinos, un territorio al sur de la Isla mayor de Cuba, nada desdeñable con sus 2.200 km2 de extensión. Geográficamente es parte de la plataforma insular cubana e históricamente fue dependencia española de La Habana desde la temprana colonización de Cuba.

El artículo plasmado en el apéndice plattista seguía las pautas del Tratado de París, en la práctica, nada cambió porque jamás Washington ejerció su autoridad sobre el territorio y sus habitantes, que en aquella época llegaron a unos 3.000. Desde 1901 y sucesivamente, las autoridades municipales de administración, justicia, policía y militares, fueron siempre cubanas.

En la capital, al firmarse entre Cuba y EEUU un tratado permanente de relaciones, formalizando lo escrito en la Enmienda Platt, se pasó a negociar el asunto de las bases navales, acordándose de inmediato y paralelo, un segundo tratado por el cual el gobierno norteamericano renunciaba a todo derecho de soberanía sobre la Isla de Pinos.

Era el año 1903 y al siguiente, 1904, los plenipotenciarios John Hay por la parte gringa y Gonzalo de Quesada por la criolla, formalizaron lo antes acordado en el llamado Tratado Hay-Quesada sobre Isla de Pinos. Inmediatamente el senado cubano lo ratificó, el del vecino norteño tardó hasta 1925 en hacerlo, dando vientos a la creciente bandera antimperialista dentro del archipiélago caribeño.

El limbo legal creado por la demora estadounidense en ratificar lo que era un hecho y un derecho, alimentó la inmigración de colonos norteamericanos, ante la creencia, fomentada por inescrupulosos especuladores de tierras (real states), de que la ínsula sureña era o muy pronto sería territorio norteamericano.

En 1905, un centenar de colonos yanquis se reunieron en Nueva Gerona, capital pinera, solicitando a la Casa Blanca la intervención a su favor. La respuesta de Elihu Root los dejó sin aliento. Copio fragmentos de la carta enviada al presidente de la asociación de colonos por quien era entonces Secretario de Guerra y Estado:

“La Isla de Pinos se halla legalmente sujeta a la jurisdicción y Gobierno de la República de Cuba, y usted y sus asociados están obligados a obedecer las leyes del país en tanto permanezcan en la Isla. El Tratado que se halla actualmente pendiente ante el Senado, si se aprueba por ese Cuerpo, renunciará a todo derecho de parte de los Estados Unidos a la Isla de Pinos. El Tratado únicamente concede a Cuba lo que es suyo, de acuerdo con el derecho internacional y la justicia”. (Elihu Root, 27 de noviembre de 1905)

Pasaron dos años y, insistiendo en sus pretensiones, uno de los colonos de mayor preminencia, Míster Samuel H. Pearcy, estableció una demanda contra la aduana de Nueva York, reclamando el derecho a no pagar aranceles de importación para tabacos fabricados en la Isla de Pinos, por considerarlos hechos en territorio legalmente de EEUU.

El pleito Pearcy Vs. Stranahan, concluyó con una sentencia definitoria del Tribunal Supremo declarando que: “el gobierno cubano ejerce legítimamente la soberanía sobre la Isla de Pinos” y que “este gobierno [de Estados Unidos] nunca ha tomado, ni ha intentado tomar, esa posesión de hecho y de derecho que es esencial para hacerla nacional”.

En fin, dos de los tres poderes constitutivos de la nación dejaban sin efecto el consabido artículo de la Enmienda Platt, que en la cotidianeidad, carecía de valor alguno.

Finalmente, el 13 de marzo de 1925 fue ratificado el tratado por los senadores de Washington. En La Habana un joven líder comunista, abiertamente afiliado a la III internacional, convocó a una reunión pública, argumentando que los cubanos nada debíamos agradecerle a los Estados Unidos por el gesto.

Su argumento principal, escrito en octavillas, era el siguiente:

“El darnos a Isla de Pinos es un acto natural, siempre fue nuestra”.

Hasta aquí, repetía lo dicho por Elihu Root a sus compatriotas cuando le reclamaron el supuesto derecho sobre la Isla 20 años atrás, sin embargo, Mella agregaba la cantaleta doctrinaria, inflamada por el apéndice constitucional vigente:

“Isla de Pinos es de Cuba pero Cuba no es libre. Los capitalistas yanquis poseen la tierra, las industrias, esclavizando al pueblo; y el gobierno de Washington, con la Enmienda Platt y con el abuso de la fuerza tiene convertida a la Isla en una colonia. Estudiantes, gritemos: ¡abajo el imperialismo yanqui!”.

La Enmienda Platt fue finalmente derogada, por inoperante, y contraproducente además, de acuerdo a la nueva política de otro presidente de apellido Roosevelt, Franklin, el 29 de mayo de 1934.

La segunda parte de este ensayo abordará, rememorando la imprescindible presencia de Oswaldo Payá, otra enmienda a las constituciones cubanas, cuya resonancia para la libertad es mucho mayor, está vigente y coacciona hasta con la pena de muerte las acciones por restablecer la democracia en Cuba.

© cubaencuentro.com

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 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Deseo puntualizar que Canadá fue protectorado de Gran Bretaña hasta bien avanzado el siglo XX.

En el libro La verdadera República de Cuba, escrito por el Dr. Andrés Cao Mendiguren,  uno de los  mejores libros sobre la república cubana (1902-1958 ) que se ha escrito (quizás el mejor de los que  he leido en mi vida),  incluyendo la monumental obra en 10 tomos Historia de la Nación Cubana, aunque este último incluye el período colonial y llega hasta el año 1952, se lee:

 ¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad  porque esa nación  se alcanzó muy pronto  en décadas posteriores,  aunque en 1959  fue demolida por los que  usurparon el poder, y ha sido vilipendeada  por una oleada de intelectuales comprometidos o  mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba  las primeras posiciones  en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas  para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros  tan destacados  no se hubieran podido conseguir  si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores,  no hubieran tenido interés  y acierto para  resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran  dado una legislación avanzada  y moderna, o si el  pueblo cubano no hubiera estudiado  y trabajado  para superarse. El pueblo cubano era exigente  y siempre aspiraba  a lo mejor, pero tenemos  que acusarnos  de un pecado,  y es que  cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar  los fallos  y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)

Ejemplo de crítica irresponsable:


Pues:

El Dr. Jorge Salazar Carrillo, profesor titular de economía de FIU  sobre el  gran desarrollo económico de Cuba en el siglo XX antes de Castro



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