Roberto Álvarez Quiñones: Cuba no huele nada bien. 'El consumo anual per cápita de jabón en Cuba no llega ni al 25% de lo necesario.
Tomado de https://diariodecuba.com
Cuba no huele nada bien
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'El consumo anual per cápita de jabón en Cuba no llega ni al 25% de lo necesario. Y desodorante se produce tan poquito, que ya el Gobierno no informa nada de ello.'
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(Además de buen precio y excelente calidad, muchos de esos productos de aseo regalaban significativas sumas de dinero (en el texto de la imagen se lee: $5000, $1000, $500), numerosos artículos, casas recién construidas, etc., para incrementar sus ventas dada la gran competencia que existía de esos productos. Imágenes y comentarios añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano)
Por Roberto Álvarez Quiñones
Miami 29 Nov 2023
¿Tiene algún "amigo de Cuba" (de la dictadura) al lado de su casa una montaña de basura nauseabunda durante semanas o meses?
¿Olían bien las axilas de la gente común en los tiempos de Gengis Khan o de las cruzadas cristianas a Jerusalén?
Respuestas: 1) Ningún izquierdoso latinoamericano o europeo tiene un basurero gigante nauseabundo de vecino; y 2) No, la gente común no olía bien hace 800 o 1.000 años.
Como los alabarderos del castrismo no tienen que taparse la nariz al caminar por las calles en que viven, "que viva la revolución cubana". Que sean los cubanos los que se la tapen para no desmayarse con el vaho hediondo de los basureros callejeros, focos de enfermedades en un país prácticamente sin medicamentos. La crisis de higiene es de tal magnitud que los ciudadanos tampoco huelen bien.
¿Culpables de los basureros sin recoger?
El diario oficialista Tribuna de La Habana entrevistó recientemente a la gobernadora de La Habana, Yanet Hernández, quien culpó de los apestosos basureros al "elevado número de habitantes y población flotante, las 73 instalaciones hospitalarias, las 557 grandes industrias, los 87.991 trabajadores por cuenta propia, y las 3.592 MIPYMES".
Imaginémonos que la alcaldesa de París (ciudad con igual número de habitantes que La Habana), Anne Hidalgo, alegase que hay allí mucha gente, industrias, hospitales, tiendas, centros turísticos, y que solo a la Torre Eiffel van 25.000 personas diariamente, lo cual explica la existencia de basureros pestilentes hasta en el Arco del Triunfo.
Yanet Hernández dijo que de los 440 camiones con que cuenta La Habana para la recogida de basura solo funcionan 174, y que "el coeficiente de disponibilidad técnica está al 40% por falta de neumáticos, baterías, llantas". O sea, hay en operación estable 69 camiones para recoger la basura que generan 2,1 millones de personas.
Y cité a la capital francesa porque antes del castrismo en películas de Hollywood y en revistas se mencionaba a La Habana como "el París de América Latina". Me consta, lo he visto en filmes de los años 40 y 50. En una de ellas el actor Glenn Ford lo repite dos veces.
También lo afirmaba el parisino más famoso de entonces, Christian Dior, quien en 1952 estableció en la tienda El Encanto (que visitó personalmente) una de las dos únicas filiales suyas fuera de Francia. O sea, en esos años solo en París, Nueva York y La Habana, se podían adquirir los últimos modelos del famoso diseñador. Toda la ropa comprada en dicha filial habanera tenía bordada la frase: "Christian Dior exclusivo en Cuba, El Encanto, La Habana".
Pero sigamos con La Habana pestilente de 2023. Según el rollizo premier Manuel Marrero, la pestilencia en las calles es culpa de la gente, no de las autoridades públicas. "La responsabilidad de la higienización de la ciudad es de todos", dijo hace poco. Otros burócratas también culpan a los habaneros porque generan 23.814 metros cúbicos de residuos sólidos diarios.
¿Cuántos miles de metros cúbicos de basura se genera en Viena, Bucarest, Houston, o Quito, con igual cantidad de habitantes que La Habana? ¿Hay allí basureros inmundos en las calles?
Sin artículos de higiene personal
Pasemos ahora a la higiene personal. En tiempos de las Cruzadas y de Temujin (nombre de Gengis Khan), la gente común no podía oler bien. No se conocía el desodorante, jabón de baño, champú, agua de colonia. No había cómo cepillarse los dientes con cremas dentales desinfectantes, ni afeitarse con cremas refrescantes. No había detergentes para lavar platos, limpiar mesones y tabernas. No papel higiénico, ni lociones aromáticas al alcance que no quien no fuese muy rico.
Pues bien, hoy, en pleno siglo XXI, con un calor insoportable y ventiladores y aires acondicionados paralizados por los apagones, los cubanos tienen esas carencias del Medioevo profundo. Hay escasez insólita, o falta total de desodorante, jabón, champú, perfumes, agua de colonia, talco. Y de detergentes, desinfectantes, frazadas, escobas, trapeadores, ni para los hospitales.
(Los jabones premiados contenían dentro de la pastilla de jabón un ¨gallo tapao¨ que al irse gastando la pastilla es que se conocía su existencia; de ahí la figura del gallo en el anuncio)
Según especialistas, el consumo anual per cápita mundial de jabón de baño oscila entre 3,9 y 4,8 libras. Los fabricados en Cuba por el "consolidado" Suchel pesan 4,4 onzas. Pero en 2022 produjo apenas 5,700 toneladas de jabón de baño, o sea 12,5 millones de libras. Por tanto, el consumo anual per cápita de jabón en Cuba no llega ni al 25% de lo necesario. Y desodorante se produce tan poquito que ya el Gobierno no informa nada de ello.
En tanto, Suchel Camacho, empresa mixta castrista con el catalán Manuel Camacho, vende en las shopping y en la tienda online Habanabell a precios en divisas inflados, pero apenas produjo 2.000 tubos de desodorante en ocho meses.
Por fuentes de EEUU se supo que Cuba en 2022 importó del "imperio" 2,4 millones de dólares en pastillas de jabón, 803.000 dólares en desodorantes, 360.000 en champú y 330.000 en jabón líquido y detergentes. Pero, claro, para el sector turístico, las shoppings, y la oligarquía dictatorial. Que le pregunten a Mariela Castro o a Liz Cuesta qué jabones, desodorante y champú ellas usan.
Lo concreto es que en las 12.669 bodegas del país "dan" por la libreta un jabón de lavar y uno o dos jabones de baño para cada núcleo familiar, según la cantidad de personas. Y un tubo de pasta dental ¡cada dos meses!, cuando lo hay.
Hace unos días, Yosvany Pupo, viceministro primero de Comercio Interior, anunció con gran bombo que para "fines de año se venderá un jabón por consumidor". Al otro día, una mujer llamada Virgen López escribió en las redes sociales: "Es muy bueno que el Gobierno tape la boca y dé con piedras en los dientes a los que tergiversan los esfuerzos que hace el país para salir adelante poco a poco. Fueron muy alentadoras las informaciones de la Mesa Redonda de ayer 16 de nov. Gracias".
Eso confirma dos cosas: el daño antropológico causado a muchos por la propaganda castrista, y la ventaja de una tiranía que se eterniza en el poder, pues quienes hoy tienen menos de 73 años de edad no conocieron, o no recuerdan todo lo que destruyó el castrismo.
Cuba era una potencia latinoamericana en productos de aseo
Hasta 1959, último año de capitalismo, Cuba era una potencia de América Latina en la fabricación de productos para el aseo, limpieza, e higiene, y específicamente el mayor productor de detergentes del subcontinente. No había que importar nada, salvo algunas exclusividades que nunca faltan en todo mercado normal.
Grandes fábricas nacionales se encargaban de producir todo lo necesario: Crusellas, Sabatés (fundadas en el siglo XIX) y los Laboratorios Gravi (1925), entre ellas.
Crusellas, con 800 trabajadores, asociada a la estadounidense Colgate-Palmolive, creó la empresa Detergentes Cubanos SA, en la barriada de El Cerro. Fabricaba los detergentes FAB y Rápido; los jabones Candado, Palmolive y Hiel de Vaca; la pasta dental Colgate; el limpiador Ajax; Kolonia 1800 y Myrka; agua de tocador Rhum Quinquina (para el cabello); agua de violetas Lavanda; champú Halo Colgate, así como desodorantes, brillantina, polvos y talcos.
Sabatés, asociada con Procter & Gamble, producía los detergentes Tide, Ace y Lavasol, los jabones Camay, Heno de Pravia, Oso, Tornillo, Llave, Elsa; así como Glostora (para el cabello)
Laboratorios Gravi S.A, con su fábrica en Jovellanos, Matanzas, producía la pasta dental Gravi, el jabón de lavar Rina, el jabón de tocador Suave, y otras 14 líneas de producción.
Y que no venga nadie a decir que no estaban al alcance del "pueblo trabajador". Con el peso cubano entonces a 1x1 con el dólar, una pastilla de jabón cubano Camay, Hiel de Vaca, o cualquier otro con perfume exquisito y calidad internacional, costaba 20 centavos. Eso equivalía al 0,14% del sueldo promedio de un obrero industrial de 130 pesos-dólares en 1958 (o 1.326 dólares de hoy), el octavo más alto del mundo entonces, según la OIT. Asimismo, equivalí al 0,3% del salario promedio de un obrero agrícola, entonces de 65 dólares mensuales.
Hoy un jabón "socialista", más pequeño y con mala calidad cuesta en el mercado negro entre 4% o el 6,8% (150-200 pesos) de un salario promedio de 3.500 pesos (28,40 dólares). Y eso, cuando "aparece".
Moraleja: En el otrora París latinoamericano y potencia fabricante de productos de aseo, hoy ni la ciudad, ni sus ciudadanos (y de todo el país) pueden oler bien. ¡Gracias, Fidel y Raúl!.
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Christian Dior, quizás el más famoso modista de todos los tiempos, tenía solo dos salones de moda suyos fuera de París, uno en Nueva York, y el otro en La Habana.
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