Así es como se fusilaba a los presos en Cuba: testimonio de un soldado
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Tomado de https://www.cubanet.org/
Así es como se fusilaba a los presos en Cuba: testimonio de un soldado
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Vicente Hernández Brito, que fue soldado en la Fortaleza de La Cabaña durante los primeros años del castrismo y hoy vive en la miseria, revela cómo se ejecutaban los fusilamientos "en nombre de la revolución"
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CUBANET
Julio29, 2025
MADRID, España.- Por décadas, Vicente Hernández Brito fue parte del engranaje represivo que marcó los primeros años del castrismo. Era uno de los hombres encargados de cumplir las sentencias de muerte en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Hoy, envejecido, enfermo y sumido en la miseria, observa con amargura cómo los ideales que juró defender se diluyeron en una realidad de abandono y hambre. Su testimonio, recogido por CubaNet, desvela no solo los horrores de la represión “revolucionaria”, sino también el destino de quienes fueron instrumentos de ella.
En su relato, Hernández Brito reconstruye los escenarios del miedo desde La Cabaña: “Primer puente con la jaula, cuando traíamos a los presos para llevarlos a la capilla, para llevarlos a ejecutar. Ahí se escuchaba la orden: ‘Oficial ejecutor, cumpla la sentencia del Tribunal Revolucionario. En nombre de la patria y del pueblo, proceda.’ Así se fusilaban los presos”.
Vicente Hernández Brito también detalla cómo funcionaba la logística del paredón: “En el segundo puente, en una esquina había un palo, con sacos de arena detrás. Era cuadrado. Cuando fusilaban a alguien, el proyectil lo pasaba y se iba astillando el palo. Los reflectores se encendían cuando iban a fusilar a una persona. Las ventanas que se ven en el muro (señala) eran las galeras. Y los presos, cuando traían a fusilar a la gente, gritaban ‘¡asesino!’ cuando veían que se llevaban a alguien al paredón, casi siempre de madrugada”.
“Este lugar estaba lleno de presos. Ahora es para turistas esto, pero esto era malos momentos desde que entrabas. Era un lugar terrible. A nada bueno se entraba aquí. ¿Tú sabes cuánto le echaron a alguien por tener una pertenencia legal en divisas? Tres años. A otro, por tener dos o tres dólares en el bolsillo, seis años por tráfico de divisas”. rememora.
En la capilla, antes del paredón, comenzaba el ritual del final: “Les quitaban el cinto a los presos y los cordones para que no se ahorcaran. De ahí los bajaban por una escalera hacia donde los fusilaban, allá abajo”. También menciona otro lugar dentro de La Cabaña, al que llamaban “el saladito”. “Era una celda de castigo debajo del tanque de agua, donde te caía una gota en la cabeza durante horas. Doce horas ahí te volvían loco, pero no podías moverte ni apartar la gota. De ahí el nombre. Se volvían locos la gente”.
El relato continúa en el Castillo del Príncipe, otro emblema del sistema penitenciario cubano: “Por esa escalera subía el público para las visitas. A la derecha estaba la recepción. Luego uno doblaba a la izquierda y entraba en la prisión. Ahí estaba lo que llamaban la estrella. A la derecha estaba la Compañía 2, donde estaban los presos amarillos o los llamados ‘plantados’, presos políticos. Si subías por dentro, llegabas a la enfermería”.
El relato continúa en el Castillo del Príncipe, otro emblema del sistema penitenciario cubano: “Por esa escalera subía el público para las visitas. A la derecha estaba la recepción. Luego uno doblaba a la izquierda y entraba en la prisión. Ahí estaba lo que llamaban la estrella. A la derecha estaba la Compañía 2, donde estaban los presos amarillos o los llamados ‘plantados’, presos políticos. Si subías por dentro, llegabas a la enfermería”.
Fue allí donde presenció la agonía de uno de los presos políticos más reconocidos de Cuba: “Ahí fue donde falleció Pedro Luis Boitel. Yo estaba de retén esa mañana y subí a llevar café a la posta de la enfermería. Y me dicen: ‘Ese que está allá adentro se está muriendo.’ Le pregunté: ‘¿Pedro Luis?’ Me dijeron: ‘Sí, es Pedro Luis.’ Mi hermano me hablaba mucho de él. Cuando murió, le pedí permiso al teniente para cerrar sus ojos. Y fue ahí cuando todos los presos empezaron a cantar el himno nacional. Nos acuartelan a todos. Nadie se podía mover. Nadie podía salir”.
Décadas después, se enteró de que en honor a Boitel se creó un premio internacional de derechos humanos: “Me emocioné mucho. No sabía que existía ese reconocimiento. Me dio orgullo. Yo, este viejo que está aquí, está orgulloso de haberle cerrado los ojos a Pedro Luis. Él murió porque estaba muy débil”.
Su testimonio también toca su etapa como “trabajador internacionalista”: “Para ser trabajador internacionalista tienes que pasar entrenamiento militar antes de ir a una misión civil. Aquí dicen que no, que los médicos que van a Venezuela no son militares, pero para poder ir a trabajar en Angola, por ejemplo, yo tuve que entrenarme como soldado”.
El relato termina en el presente, donde el “combatiente” se enfrenta a una vejez que nada tiene que ver con la que esperaba: “Compañeros míos y gente vienen y comen de los basureros. Esto ha dado un cambio radical, que no es por lo que luchamos nosotros. Yo pensaba que cuando me jubilara estaría tranquilo, sin problemas, con una vejez asegurada: con medicinas, con atención médica. Si no hubiera sido por la ayuda de mi hija, no sé dónde estaría yo. Muerto seguro. ¿Se acabó la salud o no se acabó? ¿La culpa de todas esas cosas la tiene el imperialismo?”.
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Yo los he visto partir
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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En un libro bastante serio sobre la invasión de Girón o Bahía de Cochinos escrito y publicado en Cuba y de nombre La Batalla Inevitable del historiador Juan Carlos Rodríguez, se muestra y demuestra que Humberto Sorí Marín había sido¨ penetrado¨ en Cuba por el G2 Castrista o Departamento de Seguridad del Estado. La amistad que tenían desde la Sierra Maestra Humberto Sorí Marín con el capitán Alcibiades Bermúdez sirvió para que Sorí Marín en el Exilio se acercara mediante cartas a Alcibiades Bermúdez, este se lo comunicó al G2 Castrista y desde que entró a Cuba todos sus movimientos eran conocidos; no fue casualidad el que detuvieran a prácticamente toda la dirección del clandestinaje antiCastrista en la casa en que estaba Sorí Marín; la equivocación del G2 de ir a la casa de al lado y no a aquella en la que se estaba efectuando la reunión de los líderes fue un error que se explica muy bien en ese libro. El hermano de Alcibiades Bermúdez, ya fallecido, también estaba trabajando para el G2. Humberto Sorí Marín fue herido en un glúteo cuando huía. Lo demás fue una ¨puesta en escena ¨para proteger a las fuentes que dieron la información.
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Wenceslao Cruz
23 abril, 2023
Cuba y su historia - FUSILAMIENTOS EN CUBA (1959–2023)
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Tomado de http://eichikawa.com
Foto Histórica Inédita de Sorí Marín
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Tomado de https://www.facebook.com/
LO RECORDAMOS - 20 de abril de 1961 - Rogelio González Corzo “El Gallego”, de 28 años, ejecutado por un pelotón de fusilamiento después de un corto juicio. González estudió Agronomía en la Universidad de La Habana y se activó en la Agrupación Católica Universitaria. Se convirtió en el líder del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) con el nombre de guerra de "Francisco". Fue arrestado durante una reunión con otros líderes de la resistencia en La Habana y ejecutado unos días después. Extractos de su última carta a sus padres: "Estoy escribiendo esto a las 2 a.m. del 20 de abril. Estoy en una celda llamada capilla, ya que mi muerte es cuestión de minutos. Quiero que sepan que mi último pensamiento en la tierra fue para ustedes y mis queridos hermanos".
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Tomado de http://www.hermanos.org
Carta del 20 de abril de 1961 de Rogelio González Corzo a sus padres, escrita minutos antes de ser fusilado por el régimen de Castro.



En estos momentos me encuentro esperando la sentencia del tribunal que me juzgo. La muerte no me preocupa, porque tengo fe en Dios y los destinos de mi Patria. Mi muerte será otro paso atrás de los que creen que pueden ahogar con sangre las ansias de libertad del pueblo cubano.
No le temo, que venga la muerte; yo voy feliz porque ya veo libre a mi Patria, ya veo como suben jubilosos mis hermanos la gloriosa Colina, ya no habrá más odio entre hermanos, ya no habrá gargantas que pidan paredón. Todo será amor entre cubanos, amor de hermanos, amor de cristianos.
Pobre Cuba, cuanto has sufrido, pero la Cuba nueva surge del odio para sembrar el amor, de la injusticia para sembrar la justicia, justicia social, no demagogia engañadora de pueblo; una Cuba madura porque ya conoce todos los engaños y a los farsantes; una Cuba para los cubanos y “con todos y para el bien de todos”.
A ti, estudiante, te cabe la gloria de liberar a la Patria y de levantar esa Cuba nueva.
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA CUBA LIBRE!
¡VIVA EL DIRECTORIO REVOLUCIONARIO ESTUDIANTIL!
Firma: Virgilio Campaneria Ángel
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Acabo de recibir hace unos momentos la ratificación de la Pena de Muerte y es por eso, ahora que estoy en el final, que les escribo estas líneas. No me creerán pero puedo asegurarles que nunca he tenido tanta tranquilidad espiritual como en ese momento: me siento con sinceridad muy contento presintiendo que dentro de poco estaré con Dios , esperando y rezando por Uds.
Hoy en el juicio vi a mis hermanos y padrinos llorando Y eso por que? No y mil veces No. Se que lo de hoy es doloroso para Uds., pero quiero que se sobrepongan y piensen que Dios en su infinita bondad me ha dado esta gracia de ponerme a bien con El, y todos deben de agradecérselo.
Adiós viejucos, tengan mucha fe en la Vida Eterna que yo intercederé por todos Uds.
! VIVA CRISTO REY !
Besos y abrazos, no lágrimas, a todos.
Adiós hermanos, padrinos y familia
FE EN DIOS.
Alberto
Por Tomás Fernández-Travieso

Cuando iban a fusilar, dejaban solamente en capilla a los condenados a muerte. El único que sabíamos que ya estaba allí era Carlos Rodríguez Cabo. A su compañero de causa, Efrén Rodríguez López, le pidieron 30 años. Lo habíamos dejado en la galera y cuando vino a despedirse de nosotros, muy apenado, dijo: “Miren, perdonen que les pida esto, pero seguro que ustedes no regresan. Salúdenme a Carlitos allá”. No pudo seguir hablando. Nos abrazó llorando. Caminando esposados cruzamos el puente levadizo. Abajo, en el foso, un palo solitario se alzaba delante de unos sacos de arena. Virgilio Campanería Angel y yo íbamos esposados juntos. Alberto Tapia Ruano venía solo.
Al llegar a la prisión, desde el patio al otro lado del rastrillo, muchos compañeros nos saludaron en silencio. Nos pasaron a través de una galera donde dormían los guardias, hasta llegar a la capilla (galera interior dividida en cuatro celdas con un pasillo central). Continuamos caminando por un largo pasillo. Cuatro guardias nos escoltaban. Atravesamos tres rejas con gruesos candados. Al entrar en la capilla, desde una de las celdas, la voz de Efrén, fuerte y decidida, nos saludó: “Parece que me quieren tronar (fusilar) también. Me elevaron la condena de 30 a paredón. Además, Carlitos estaba muy solo y no podía abandonarlo”, agregó riendo Efrén. Compartimos la información que teníamos del desembarco por Playa Girón que apoyaría el movimiento clandestino. Efrén y Carlitos eran de Rescate Revolucionario; Virgilio, Alberto y yo del Directorio Revolucionario Estudiantil. Nos metieron en una celda iluminada por una lámpara de luz fría con dos literas sin colchón y un hueco en el piso que servía de inodoro.
Al poco rato trajeron a Lázaro Reyes Benítez y a Filiberto Rodríguez Ravelo, ambos de Güines. Filiberto se había ganado el apoyo de “el marciano” ya que desde que llegó a La Cabaña insistía en que él era un extraterrestre y que estaba en contacto permanente con los marcianos. Después llegó José Calderín, quien junto a Lázaro y a Filiberto fueron a otra celda. Por último, Carlos Calvo Martínez; al igual que Virgilio y Tapita tenía 21 años. Lo acusaron de poner la bomba de El Encanto. Lo metieron en nuestra celda.
Ya estábamos todos. Un guardia trajo las sentencias. A mí me conmutaron la pena de muerte por 30 años de prisión “porque esta gente no va a fusilar a un menor de edad”, me explicaron todos. Ya no pude seguir compartiendo los cantos y los chistes de los demás. Me convertí en el depositario de sus recuerdos, el enlace con la vida. Yo sería el testigo de su sacrificio. Pasaron horas. No sé, ahí no existe el tiempo. Rezamos el rosario, todos teníamos rosarios. Por fin las tres cerraduras crujieron y pasos de botas resonaron en la capilla. El sargento Moreno llamó el primer nombre: “Carlos Rodríguez Cabo”. “Presente”, gritó con voz firme. Dos guardias con fusiles lo escoltaron hasta la puerta de nuestra celda. Nos abrazamos a través de los barrotes. Me encomendó a su hija, le dejaba su sortija y dijo: “ánimo, que tengas suerte”. Al rato el sonido de los fusiles FAL llenó la capilla, seguido de un tiro de pistola. “El sargento Moreno es el que da los tiros de gracia”, me habían dicho. Las tres cerraduras se abrieron otra vez, ahora para Efrén. Respondio: “Presente”.Me abrazó entre las rejas, le dejaba su fosforera a la esposa Los FAL sonaron cerca, seguidos de un tiro de gracia. El tercero fue Virgilio. En el último abrazo me dijo: “Tommy, voy a gritar un Viva Cristo Rey, Viva Cuba Libre, Viva el Directorio, que le va a traquetear los cojones. Alberto (Tapita) se abrazó a mí: “Ojalá que yo vaya después”. Abrazados escuchamos a Virgilio cumpliendo su promesa, sonaron los FAL y después tres tiros de gracia. “Alberto Tapia Ruano”, llamó Moreno. “La Virgencita me oyó”, dijo Tapita con alegría. Salió rápido. Quedamos Carlos Calvo y yo en la celda. “¿Crees que Tapita contó los tiros de gracia de Virgilio?... Fueron tres. De todas maneras él lo va a ver en el suelo, no hay tiempo de quitar los cuerpos entre uno y otro…”, dijo.
El cuarto fue Filiberto, quien, reconociendo su broma, me confesó: “Ya ni los marcianos pueden salvarme del trueno (paredón)”. Salió cantando el Himno Nacional. Le dieron dos tiros de gracia. “Lázaro Reyes Benítez”. “Presente”. Me abrazó y salió. “José Calderín”. “Presente”. El penúltimo abrazo y salió. Carlitos Calvo fue el último. Ya yo conocía toda su vida. Antes de que abrieran las rejas, me pidió: “Cuenta mis tiros de gracia y me lo dices allá arriba”.
Fueron ocho en La Cabaña, hace 50 años.
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TOMÁS FERNÁNDEZ-TRAVIESO, ex miembro del Directorio Revolucionario Estudiantil, fue condenado a 30 años de prisión por el régimen castro-stalinista de Cuba. La publicación en Miami de su obra teatral “Prometeo Desencadenado” le ocasionó una condena adicional. Cumplió 19 años de prisión. Actualmente reside en Miami. Recién publicó la novela, “El Silencio del Ayer”.
William Gálvez se destacó mucho por su prepotencia y borracheras.
OTRO ASESINATO EN LA SIERRA
Por Dariel Alarcón Ramírez “Benigno”
jueves 1 de marzo del 2007
A ese niño lo condenaron a muerte. Era un chico muy valiente. Un hijo de campesinos que al igual que yo no sabía ni leer ni escribir, tampoco entendía bien porque estaba ayudando a Fidel, pero sí era fiel a la causa. Era el hijo único de dos campesinos, que le habían pedido a Camilo que lo cuidara.
Desde aquel momento William Gálvez empezó a caernos extremadamente mal. Había celebrado el juicio de una forma muy sádica. Cuando dio lectura al acta de acusación, lo hizo en forma burlona, riéndose irónicamente, humillando al chico delante de todos.
A pesar de ser hoy general de Brigada la historia de William Gálvez no es muy brillante que se diga. Ėl se incorporó al ejército rebelde jactándose de haber ajusticiado al Coronel del ejército de Batista Fermín Cowley, cuando quien realizó el atentado verdaderamente fue el capitán Carlos Borges, que Gálvez abandonó herido después de esa operación, seguro de que el ejército mataría Carlos Borges. Pero un día, Carlos Borges, al que se creía muerto apareció por la Sierra y se supo la verdadera historia del atentado. William Gálvez fue hecho prisionero, pero sin hacérsele juicio, pues todavía no existía la Auditoría. No le quitaron el grado de Capitán, pues decían que se lo había dado Frank País. Encontrándose prisionero en la Sierra, le rogó a Camilo que lo incorporara a su columna. Y ocupó el cargo de la Auditoría, porque estaba en el segundo año de derecho, como una manera de darle una actividad porque nadie quería combatir bajo sus órdenes.
Al chico se le celebró el juicio en el Campamento de la Columna 2, pero era necesario mandar un mensaje al Estado Mayor, para que Fidel lo aprobara, y lo que nos sorprendió grandemente es que, cuando se encontraban alrededor de un cajón jugando barajas, precisamente Camilo jugando de compañero con el chico, llegó el mensaje de Fidel….Camilo de una forma fría, le dijo al chico mirándole a la cara: “a las cuatro de la tarde te vamos a fusilar. Fidel lo ha aprobado”.
Nos miramos creyendo que aquello era una broma de Camilo, pero después me di cuenta de que Camilo se había quedado blanco. El chico con una sangre más fría todavía que la de Camilo, siguió jugando y dijo: “está bien”.
Como yo había perdido mi gorra en el combate de El Jobal, el chico sacó la suya y me dijo: “ Toma, Lalito”- ¿ Y para qué me das la gorra?- “A mi me van a fusilar a las cuatro y tú no tienes gorra”.
Estaba en los diecisiete años. Oyéndolo me amargué, pero no lo creí. Seguí pensando que no era posible. ¿ Cómo quitarle la vida a un amigo, a un compañero,. A un hombre tan valiente como era el chico? Que no se tomara en cuenta que era un menor de edad y que habían sido sus padres quienes lo habían confiado al ejército rebelde, precisamente para que no cayera en manos del ejército de Batista. Cuando llegaron las cuatro de la tarde, yo seguía sin creer que tal orden, dictada por Fidel: fusilarlo para dar un ejemplo a la Columna 2 y a los otros invasores. se ejecutara…..
Pero entonces lo amarraron a un árbol, mientras que el señor William Gálvez iba haciendo sádicamente los preparativos para el fusilamiento como si de una fiesta se tratara. (De su libro: “Memorias de un Soldado Cubano”)
(Publicado en le edición del jueves 1 de marzo del 2007)
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Published on Nov 6, 2014
Dariel Alarcón Ramírez, «Benigno» (n. en 1939 en Manzanillo, Cuba), es un militar cubano que luchó en la Revolución Cubana, y luego a las órdenes del Che Guevara en el Congo y Bolivia donde fue uno de los tres cubanos sobrevivientes. Alcanzó el grado de Capitán del ejército cubano. En 1994 se exilió en París. En 1997 publicó el libro «Memorias de un soldado cubano».En 2006 publicó el libro «Benigno: dernier compagnon du Che» con Christophe Dimitri Reveille.
Se le conoce por coronel Benigno, el apóstol del Che. Luchó con el comandante Guevara en África. Fue su preferido entre el exiguo batallón que Fidel Castro envió a Bolivia: 49 guerrilleros iluminados para aliviar la presión norteamericana sobre Cuba. Sobrevivió, como por milagro, sobrevivieron él y cuatro más. Y escuchó a escasos metros los disparos que dieron muerte al Che.
Regresó como héroe a La Habana. Y como figura nacional vivió Benigno, hasta que el castrismo le defraudó sin remedio. Después de atar cabos y madejas, desde su refugio político en París, Benigno denuncia que "Fidel acordó con la Unión Soviética y con el Partido Comunista boliviano enviar al Che a morir a la selva de Bolivia. La desaparición del Che fue un alivio para muchos". Lo cuenta en Memorias de un soldados cubano, que publica Tusquets. Su acusación tiene mil indicios, pero sólo una prueba: la guerrilla debía encontrarse en la selva con el líder comunista boliviano, Mario Monje, para recibir el apoyo de su partido y sus juventudes. Pero en esa misma fecha, Monje fue requerido en Bulgaria por las autoridades soviéticas y, a continuación, en La Habana, por Fidel. El apoyo nunca llegó.
Etiquetas: cuba, ejecución, fusilamientos, huelga de hambre, la cabaña, paredón, Pedro Luis Boitel, pelotón, pena de muerte, políticos, presos, Revolución, testimonios, Vicente Hernández Brito
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