domingo, octubre 30, 2022

29 de octubre 2022. Video de Mario J. Pentón. Tres desaparecidos y cinco personas murieron tras el hundimiento de una lancha de Miami por el impacto de una lancha guardafronteras Castrista cerca del poblado de Bahía Honda

AmericaTeVeCanal41
31 de octubre,2022

EXCLUSIVA: Hablan desde Cuba sobrevivientes del hundimiento de lancha en Bahía Honda


AmericaTeVeCanal41
31 de octubre,2022

Desgarrador testimonio de padre que perdió a su hijo en la lancha que hundieron militares cubanos




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Mario J. Pentón

30 de octubre 2022

Actualización sobre el hundimiento de una lancha por el régimen cubano

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Bahia Honda despide a cubanos asesinados  en intento de salida ilegal


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Tomado de https://www.cibercuba.com

Mueren cuatro adultos y una menor tras hundimiento de una embarcación por parte de guardafronteras de Cuba

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La embarcación procedente de Miami intentaba sacar de la isla a más de 20 cubanos, según medios oficiales

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Redacción de CiberCuba

29/10/2022

Cinco personas, entre ellas una menor de edad, murieron tras el hundimiento de una embarcación proveniente de Miami por el impacto de una lancha guardafronteras cubana en el poblado de Bahía Honda, Artemisa ubicado en la costa norte occidental de Cuba. 

La embarcación transportaba 23 personas y se volcó tras el impacto de la lancha guardafrontera. Como resultado, murieron un hombre, tres mujeres y una niña.

La colisión se produjo al norte de Bahía Honda, Artemisa. La lancha procedente del sur de Florida "violó el mar territorial de Cuba en una operación de tráfico de personas", indicó la tarde de este sábado una nota informativa en la televisión cubana.

Las autoridades cubanas culparon a Estados Unidos por "la política hostil y cruel" y la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano , que "estimula las salidas ilegales desde Cuba".

Solo en el mes de octubre, la Guardia Costera ha interceptado a más de 1000 cubanos intentando cruzar el estrecho de Florida, según datos oficiales.

La escasez de alimentos y medicinas, el incremento de la represión política, el encarecimiento de la vida y la falta de libertad para cambiar la realidad que viven, no le deja a los cubanos más alternativa que la migración.

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Canal Caribe

29/10/2022

Nota informativa del Ministerio del Interior en Cuba


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PERO ....

AmericaTeVeCanal41

2016

Víctimas mortales  en  el horrendo hundimientp del remolcador 13 de Marzo


Desgarrador testimonio de hombre que perdió 14 familiares en el remolcador 13 de Marzo,  el 13  de julio de 1994



"VOCES DE CUBA" - TESTIMONIOS DEL HUNDIMIENTO DEL REMOLCADOR 13 DE MARZO



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. Publicado en Baracutey Cubano en julio del 2009 -



6 de julio del 2007, Summit, New Jersey.


Entre las flagrantes atrocidades cometidas por el régimen castrista en su larga historia de abusos, se destacan dos incidentes –la Masacre del Río Canímar y la del Remolcador 13 de marzo, ambas ocurridas en el mes de julio. Estos sucesos no dejan duda sobre el profundo desprecio del liderazgo cubano por la vida humana y su cruel trasgresión al derecho de los ciudadanos cubanos a salir de su país.

El 6 de julio de 1980 tres jóvenes se apoderaron de una recién inaugurada embarcación de excursiones, el “XX Aniversario,” que navegaba a lo largo del pintoresco Rio Canímar, desembocando en la bahía de Matanzas. Los sorprendidos pasajeros gritaron de alegría cuando supieron que se dirigían a los Estados Unidos, pero el guardia de seguridad se resistió, disparándole a los jóvenes. Estos lo hirieron con pistolas llevadas a bordo, obtenidas en su servicio militar obligatorio. Preocupados por el estado del herido, lo enviaron a tierra junto a un pasajero que rehusaba partir.

Alertadas las autoridades, ordenaron una persecución. Lanchas de alta velocidad de la Marina cubana alcanzaron la nave y dispararon a mansalva contra los pasajeros. Al no poderla hundir, pronto apareció un avión de la Fuerza Aérea, que también abrió fuego sobre el “XX Aniversario.” Finalmente, un barco especializado en trabajos industriales pesados entró en escena, embistiendo la sólida nave hasta que se hundió. La mayoría de los heridos y que habían logrado escapar sanos hasta el momento se ahogó. Aunque el barco tenía capacidad para 100 pasajeros, sólo sobrevivieron diez personas. El número preciso de víctimas quedó en secreto, pero se cuentan al menos 56 conocidas, incluyendo niños de 3, 9, 11, y 17 años. No se les entregaron los cadáveres recuperados a sus familiares y se prohibió la realización de funerales comunitarios. El gobierno cubano declaró que había sido un accidente y amenazó a los sobrevivientes con prisión para exigir su silencio, manteniéndolos bajo vigilancia por años.

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Archivo Cuba have un llamado a los gobiernos mundiales, a las organizaciones internacionales, y a todas las personas de buena voluntad a que hagan al gobierno cubano responsible de sus crímenes y a que exijan que se respeten los derechos fundamentales de los cubanos a la vida, a la seguridad y a la libertad de salir de su país por voluntad propia.

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LA MASACRE DEL RÍO CANIMAR, PROVINCIA DE MATANZAS, CUBA

6 DE JULIO DE 1980

El Domingo 6 de Julio de 1980, establecido como el Día del Niño, un sinnúmero de personas mayores de edad, y algunos llevando a menores de edad, abordaron en el Centro de Recreo Caminar la embarcación adaptada para excursión "XX Aniversario".

El barco comenzó a navegar lentamente por las aguas y cuando llevaban un corto tiempo en la travesía, los hermanos y miembros del Servicio Militar Obligatorio: Sergio Águila Yanes de 19 años de edad, con el arma de fuego que portaba, y Silvio Águila de 18 años de edad, conminaron al capitán de la embarcación y a los dos tripulantes (custodios, y uno tenia un arma), que el "yate" pusiera rumbo a los EE.UU. En esta decisión de escapar de Cuba, también los acompañaba Roberto Calveiro de 15 años de edad. Otro joven que estaba en el plan a última hora decidió no participar en el escape. (Debido al hermetismo que siempre ha adoptado el régimen comunista cuando algo no le conviene, se desconoce si otros ocupantes excursionistas estaban en el plan).

Cuando el Capitán bajo esa premisa giró la nave, y puso proa hacía el norte, el custodio armado a un descuido de Sergio debido a la confusión que se había formado entre los excursionistas, sacó su pistola y Sergio le disparó hiriéndolo (versión: "un miliciano que participó en los hechos, comentó que el custodio se había lanzado al agua y llegó nadando a la orilla" otros ciudadanos afirmaron "que el custodio fue muerto por el disparo que le impacto en el pecho", y en las versiones también se exponen: "que el custodio fue herido y puesto en una lancha de pescadores que estaba cerca, o en un bote pequeño que llevaba remolcando el barco excursionista").


Pero bien, aunque es lamentable si el custodio fue herido y murió, lo trascendental de este caso del Río Canimar, es la masacre que perpetuó el régimen en su arrogancia criminal, y por supuesto, basado también que sus asesinatos a niños, mujeres, y ancianos eran impune, no tenían ninguna repercusión adversa en el ámbito internacional, aunque si en el plano nacional, pues continuaban manteniendo el terror implantado en la población.

Los hechos según Radio Martí.

De acuerdo a una investigación de Radio Martí que fue trasmitida en un programa de más de media hora el jueves 5 septiembre de 1985 y titulado "La Matanza del Río Canimar", y la cual fue basada en entrevistas a unas 20 personas residentes en Cuba, y de las cuales varias fueron pasadas en el programa sin decir sus nombres por razones obvias, reseñamos lo siguiente:

Que el 6 de julio de 1980 cuando los sucesos del llamado éxodo marítimo del Mariel, una embarcación de recreo llevando entre 70 y 100 pasajeros de paseo por el Río Canimar, fue tomada por unos tres o cuatro jóvenes militares armados que a punta de pistola amenazaron al capitán del barco para que pusiera rumbo a los Estados Unidos, y en ese momento un miembro de la Seguridad del Estado que iba en el barco sacó su pistola y fue muerto por los secuestradores.

Al entrar el barco turista en la Bahía de Matanzas, y los guardafronteras percatarse de lo que sucedía, mandaron una patrulla marítima, la cual le hizo varios disparos de advertencia, pero la nave no se detuvo. Pasado unos minutos otra lancha de los guardafronteras apareció en la escena y un avión, y como la embarcación turística seguía su curso norte, las patrullas del régimen comenzaron a dispararle directamente. Aunque la andanada de balas era intensa por parte de los guardafronteras, el XX Aniversario no se detenía, y fue en ese momento que se apareció una draga y envistió al barco turístico provocando su hundimiento, y por consiguiente la perdida de vidas de un indeterminado número de personas.

En las entrevistas realizadas por R. Martí, algunos dijeron que ese día habían mucha movilización de militares en Matanzas, y que las funerarias velaban a un inusual número de cadáveres. Este programa lo repitió varias veces Radio Martí dando más detalles de la masacre..

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Algunos de los masacrados: Sergio Águila Yanes; Mirta de Armas Naranjo; Onelia Quintana; Delio Gómez González; Marisol Martines Aragonés (menor); Osmany Rosales Valdés (menor); Juan Domínguez Alfonso; Vicente Fleitas Cabrera; Lilián González López (menor); Marisel San Juan Aragonés (menor); José San Juan;

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El 11 de septiembre de ese año 1985. el periodista Tomás Regalado que en ese tiempo trabajaba para el periódico en español del Miami Herald, saca un articulo titulado "Más para Radio Martí", de donde tomamos los siguientes párrafos:

(Tomás Regalado, hoy comisionado y aspirante a Alcalde de la ciudad de Miami )

...... para este propósito iniciar esta breve cronología, no en el litoral de Matanzas, sino en el teatro Atenas de la capital de la provincia. En horas de la mañana del 6 de julio de 1980, se iniciaba en el teatro Atenas la Asamblea de Renovación y Ratificación de Mandatos del Partido Comunista en la provincia de Matanzas; presidía la misma Julián Rizo Álvarez, entonces primer secretario del Partido en la provincia de Matanzas, y junto a él entre otros se encontraba el mayor Romelio Pérez León, jefe del Ministerio del Interior en la ciudad de Matanzas. Alguien se acerca a Julián Rizo y le dice algo, y éste airadamente toma el micrófono y grita: "Compañeros, queda suspendida esta actividad por motivos de una emergencia. Acto seguido, Rizo, Pérez León y mas de una veintena de funcionarios y ayudantes abordaron sus autos y se dirigieron a la ribera del río Canimar, casi en su desembocadura en la Bahía de Matanzas. Allí, en la posta de los guardafronteras, aun tirado sobre una pequeña chalupa, se encontraba el cadáver de un agente del Ministerio del Interior con un balazo en el pecho, y junto a el, sollozando, el capitán del barco de turismo del Canimar, quien contó lo que había ocurrido: Que minutos después de haber iniciado el viaje de turismo río arriba, cuatro personas, tres jóvenes reclutas del servicio militar y un sargento de tercera que habían logrado entrar como pasajeros en el barco ocultando cada uno una pistola Makarov y dos AKM-- habían asumido el control de la embarcación, un barco de ferro-cemento construido en los astilleros de Cárdenas y que había sido modificado, incluso mediante la colocación de asientos en el techo. El custodio extrajo un M-52 para hacer frente a los jóvenes, y estos le dieron muerte. Mas tarde le dieron permiso al capitán para que llevara el cadáver a la orilla en una pequeña chalupa que tenia el barco. Ya en esos momentos, el barco conducido por uno de los jóvenes, se dirigía hacia la bahía. Julián Rizo, dirigiéndose al mayor Pérez León, le grita: "De ahí no pueden irse", señalando hacia lo que se conoce como el bolso de la Bahía de Matanzas. En esos momentos una lancha que patrullaba el río San Juan llegó a toda maquina al lugar y minutos después una avioneta de fumigación agrícola hace dos pases sobre el barco, disparando contra la embarcación. La lancha patrullera hace también disparos y cae muerto uno de los jóvenes que habían asumido el control de la nave.

Llegan otras dos lanchas y hacen un cerco a la nave secuestrada que ya ha parado sus motores; los jóvenes ordenan que las mujeres y niños bajen a los camarotes. Rizo, histérico, repetía que no podían "salir de la bolsa de la bahía", y mirando una draga o arenera en el muelle, ordena que varios tiradores la aborden y "le partan para arriba al barco". Y así fue. La pesada draga golpea al barco, pero nada ocurre; el segundo golpe, sin embargo, fue fatal, el barco se parte en dos y se hunde en segundos; las lanchas patrulleras rescatan a ocho de los pasajeros y a los tres jóvenes, 11 sobrevivientes en total, se recogen unos 10 cadáveres; el resto quedo atrapado en los camarotes.
Al siguiente día, oculta en una pagina interior del periódico matancero Girón, se publica una nota de tres líneas donde se informa que se frustró un intento de salida ilegal del país; y nada mas.

Nota de CS: En el relato del capitán hay algunas incongruencias, como que los disparos hechos desde la avioneta o la lancha patrullera que llegaron primero a la escena, mataron a uno de los asaltantes.

Pero como expresamos con anterioridad, lo trascendental de este caso es la masacre que efectuó el régimen comunista contra niños y mujeres que eran en su mayoría los ocupantes del barco.

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Luego de estas trasmisiones de Radio Martí, y los artículos que aparecieron en los periódicos El Miami Herald, el San Francisco Chronicle, el Philadelphia Inquirer y otros medios de prensa en Estados Unidos, de Europa y Latinoamérica, fueron saliendo en forma esporádica más datos de la masacre del Canimar y que cubanos en el exilio daban a conocer.

Julián Rizo Álvarez quien era el secretario del Partido Comunista de Matanzas, y dio en la escena del crimen la orden del ametrallamiento (por supuesto previa confirmación con la jerarquía de la Habana), lo nombraron a los escasos cinco meses de los hechos, a la Secretaria del Partido Comunista a nivel nacional en el II Congreso del PCC (Diciembre 1980). Después en el III Congreso del PCC, por sus "meritos" dentro de la tiranía, a Rizo lo nombran miembro alterno en el Politburó, y en el IV Congreso del PCC continuó en el Politburó (octubre 1991).

Sobre el suicidio de Sergio Águila Yanes es más que cuestionable, pues en casos como este el régimen utilizando sus sofisticados medios para aplicar el terror psicológico, obliga a testigos declarar lo que desean aunque el testigo logre salir tiempo después al exilio; no obstante al transcurrir el tiempo, los años del testigo fuera de Cuba, puede que narre la verdad de lo ocurrido.. Un caso que refleja más o menos este terror psicológico, es el hecho ocurrido el 14 de julio 2003 en La Coloma, Pinar del Río, donde cuatro jóvenes procuraron apoderarse de una lancha para escapar de Cuba, y tres según las declaraciones a la prensa de Marquiel Montana de 17 años, sus compañeros se suicidaron. Ver en estas Historias individuales el video con voz y datos: Caso La Coloma.

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APORTES AL GENOCIDIO

Por Norberto Fuentes

El 6 de julio de 1980, el barco de río «XX Aniversario» salió del centro turístico Canímar Abajo, situado en las márgenes del río Canímar, en Matanzas, con más de 60 pasajeros. Sergio Aguila Yanes, de 19 años, sargento en el ejército cubano, reclutó a su hermano menor Silvio y a sus amigos Roberto y Humberto, y juntos habían planeado la fuga. Cuando el barco se alejó de los muelles, sacaron sus armas e intentaron tomar por sorpresa a los guardias. No pudieron y cuando uno de los guardias sacó la pistola, Sergio disparó primero y lo hirió. Pronto el barco estuvo bajo control de los muchachos, que ordenaron a su capitán que se desviara hacia hacia los Estados Unidos.

( El autor y Fidel Castro; foto posteada por el blogguista )

El informe del tiroteo no tardó en llegar a Julián Rizo Alvarez, primer secretario del Partido en Matanzas, que inmediatamente convirtió un restaurante local en puesto de mando con teléfonos directos a la oficina central del Partido y a Fidel Castro, que le dio órdenes explícitas de que no se podía permitir que el barco se escapara. Fidel Castro subrayó a Rizo Alvarez «que pase lo que pase». Rizo despachó enseguida varias lanchas torpederas para que detuvieran el «XX Aniversario». Los barcos de guerra, más pequeños y más rápidos, se acercaron al barco e insistieron en que pararan y regresaran a Cuba. Los muchachos decidieron no obedecer las demandas del gobierno y siguieron hacia el norte. Después de que le notificaron por radio que las torpederas no podrían detener al «XX Aniversario», Rizo tomó una decisión. «Las órdenes fueron no permitir que el barco saliera de Cuba, aunque eso significara hundirlo». Como si supieran lo que iba a ocurrir, algunos de los pasajeros levantaron a sus hijos rogando a los barcos del gobierno que no dispararan. Rizo dio la orden de disparar y comenzó la masacre de los hombres, mujeres y niños que estaban a bordo del «XX Aniversario».

A pesar de que había dos barcos completamente armados atacando al «XX Aniversario» y a sus pasajeros, Rizo despachó otro patrullero más fuertemente armado y a un avión que empezó a circular encima. Los pilotos del avión empezaron el ataque justo antes de que el barco de río saliera de las aguas cubanas. Después que el avión hizo dos pases mortales, el barco estaba aún milagrosamente a flote, aunque sólo capaz de navegar en círculo. Para entonces, casi la mitad de sus sesenta pasajeros estaban ya muertos o heridos. Cuando se dio cuenta de las repercusiones internacionales que habría si el «XX Aniversario» se escapaba, Rizo tomó el mando del enorme «23 de Mayo» y le ordenó que interceptara y hundiera el barco de río, mucho más pequeño. La tripulación del «23 de Mayo» llevaron a cabo las órdenes de hundir el barco, embistiéndolo por el medio. Buscando su seguridad, Sergio había llevado a todas las mujeres y niños a la bodega para que estuvieran fuera del alcance de las balas. Aunque el primer golpe no hizo mucho daño al barco, las mujeres y los niños, ahora atrapados abajo, empezaron a gritar histéricamente. Segundos más tarde, el «23 de Mayo» embistió por segunda vez al barco y casi lo partió en dos. Al empezar a llenarse de agua el «XX Aniversario», Sergio le dijo a Roberto, el amigo de dieciséis años: «Perdóname, Papito» y fue a la cabina. Entre los frenéticos gritos de las mujeres y los niños de la bodega, Sergio sacó la pistola y le gritó a Roberto: «Los comunistas no me cogerán vivo nunca». Dirigió la pistola a la sien y se mató.

Roberto Calveiro aún recuerda que las aguas se enrojecieron alrededor de los cuerpos de los hombres, mujeres y niños balaceados. También fue testigo del ahogamiento de los que sobrevivieron la matanza inicial pero que no pudieron soportar la fuerza del mar y se hundieron sin volver a salir más. El propio Calveiro saltó al agua y empezó a nadar, pero cuando los patrulleros lo vieron le empezaron a disparar. Más tarde, cuando fue recogido en el mar por el cabello y golpeado en un patrullero, los guardafronteras que le dispararon le confesaron: «Chico, no sé cómo pudiste sobrevivir con todas las balas que te disparé». Cuando llegaron al fin a la costa, los guardias le dijeron a Roberto que se echara a correr. Roberto se negó, sabiendo bien que le dispararían. Aunque había salvado la vida, le esperaban muchas otras experiencias al muchacho de 16 años en los próximos doce años, que pasó en una cárcel cubana.

El régimen rescató sólo 11 de los cadáveres de los casi cuatro docenas de hombres, mujeres y niños masacrados ese día. El gobierno no le dio ninguna explicación a las familias de los desaparecidos, solo que habían muerto en el mar durante el «secuestro» de un barco. El gobierno no permitió entierros comunes. Antes de permitir a los diez sobrevivientes que regresaran a casa, les ordenaron no hablar con nadie sobre el incidente y no reunirse en grupos en que hubiera más de dos de ellos presentes. Durante los próximos dos años, tuvieron agentes del gobierno estacionados para monitorear sus actividades, mientras intentaban sobornar a los familiares de las víctimas, así como a los sobrevivientes, dándoles televisores, refrigeradores y otros equipos usualmente reservados para altos funcionarios del gobierno. "

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Castillo o Torreón de Cojimar

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano sobre los casos de Cojimar y de Regla:


Los crímenes de Cojimar los conocí casi inmediatamente de primera mano por el relato que hizo Bárbara Manzini, y que fue transmitido por la emisora "La Voz del CID; años después, lo oí personalmente por boca de Bárbara Manzini,  quién presenció ese crimen. Esa fue la primera vez que "Las Avispas Negras" (determinadas fuerzas élites del régimen cubano) salieron públicamente a reprimir a la población cubana. Recuerdo que Raúl Castro Ruz explicó por televisión en esos días, que dado el ambiente de tensión en el país, muchachitos jóvenes del SMO se pusieron nerviosos cuando vieron la lancha y comenzaron a disparar. En la Isla sabemos que lo que estaba "de moda", y continúa estando, en los veranos cubanos son la salidas ilegales de personas pacíficas que lo que quieren, es irse de ese país. Loamis González Manzini hijo de Bárbara, de 16 años, fue uno de los asesinados. Su padre, entonces militar de la tiranía, no había permitido que Bárbara, se lo llevara para EE.UU. . Bárbara hizo que el padre vistiera el cadáver de su hijo asesinado.

Desde hace mucho, pero muchos años, en Cuba no se producen ataques de lanchas contra instalaciones militares del régimen y otros objetivos, como los que sucedieron en "Boca de Samá", Cayo Palo Quemado y Bolondrón en el que murieron y fueron heridos civiles. Los ataques e infiltración de las lanchas V-20 y otro tipos de embarcaciones que abundaron en la década de los sesentas, fueron disminuyendo hasta casi desaparecer en la primera mitad de los setentas producto del cambio de la estrategía de lucha contra el régimen cubano por parte del gobierno norteamericano ( como fue el desmantelamiento de la Estación CIA J.M. Waves, dada la prioridad que el gobierno de Lyndon Baines Johnson le dio a Vietnam sobre Cuba ) y la tesis de "La Lucha Por los Caminos del Mundo" llevada a cabo en esos años por las organizaciones cubanas más beligerantes contra el Gobierno Cubano. La Tesis Doctoral de José Luis Méndez, uno de los acádémicos del Centro de Estudios Históricos de la Seguridad del Estado, cuyo contenido fue básicamente expuesto en la Mesas Redondas por la Televisión Cubana, así lo demuestra numericamente.Es muy importante puntualizar que desde marzo-abril de 1959, el gobierno de Fidel Castro con sus invasiones a Panamá, Nicaragua, República Dominicana y Haití en el mismo año 1959, inició una desestabilización en el continente americano que se extendió rapidamente a otros continentes como Africa y Asia. Por otra parte, casi inmediatamente después del triunfo de 1959, Cuba pasó a ser un factor muy activo en la Guerra Fría . Hubo una relación simbiótica: Los soviéticos utilizaron al régimen de Fidel Castro como factor importante en parte de su estrategia de expansión del comunismo y Fidel Castro los usó a ellos en su estrategia personal motivada y dominada por su ego.

Los crímenes y las manifestaciones de protestas en la localidad de Regla, las oí por Radio Martí en boca de la madre del asesinado Luis Quevedo, y los hechos, narrados por Norberto Fuentes, coinciden con los expuestos por la desconsolada madre a la prensa independiente y a la prensa extranjera en esos trágicos días; también coinciden con lo que me comentó a los pocos días, una persona residente en Regla.

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Tomado de http://www.sigloxxi.org/
Justify Full
Por Norberto Fuentes

Aportes al gencidio


CASOS DE COJIMAR Y REGLA


CASO COJIMAR

El 1 de julio de 1993, un ciudadano americano y un residente cubano-americano recibieron disparos de las autoridades cubanas cuando intentaban recoger familiares y traerlos a los Estados Unidos. También mataron a tiros a tres cubanos cuando nadaban hacia el barco que esperaba. Rick Hoddinott y Hugo Portilla, que había escapado en una balsa en 1992, pensaba que no tenía otra opción sino regresar a buscar a su esposa, Lourdes, y a su hija de cuatro años, Monica. La embarcación, de 32 pies, fue vista fácilmente por los cubanos que esperaban en la costa. Hoddinott testificó más tarde que «lo próximo que vi fueron unas cuarenta personas que nadaban hacia el barco».

Entre los nadadores estaban el esposo y el hijo de Barbara Manzini. Barbara, una ciudadana americana que estaba de visita con sus familiares en Cuba, se quedó en tierra y vio desarrollarse los acontecimientos. El simple rescate de dos personas se haría caótico. No pasaría mucho tiempo antes de que atrajera la atención de los guardacostas cubanos estacionados a sólo tresciendas yardas. Hoddinott recuerda haber visto seis o siete guardias en la playa y luego a un barco del gobierno cubano. Los oficiales cubanos, que dijeron después que el barco encallado no estaba «cooperando con la demanda de detenerse», abrieron fuego de repente, aunque el esposo de Barbara Manzini, Rigoberto Hernández, gritaba desde el barco: «¡No disparen! ¡No disparen! El barco no se puede mover -está varado». Hoddinott fue alcanzado dos veces en la rodilla y una vez en el pie por las balas de los guardias que ahora disparaban desde la playa y desde el barco del gobierno. Varios cubanos que nadaban hacia el barco de rescate, indefensos y vulnerables, recibieron también disparos. Hoddinott recuerda haber escuchado los gritos de los niños y haber visto aguas ensangrentadas batir los blancos paneles del barco. Cuando terminaron las ráfagas del guardia, diez nadadores cubanos estaban seriamente heridos y tres de ellos, todos jóvenes, muertos.

( Playa de Cojímar )

El más joven de las tres víctimas era Loamis González Manzini, de 16 años. Su madre Barbara, cuyo padre murió en 1961 también cuando intentaba escapar de la isla, fue arrestada después por protestar por la muerte de su hijo. Fue encarcelada como una supuesta «organizadora» de la fuga. Los guardias dispararon también contra el esposo de Barbara durante el desastre.

Una segunda víctima, Mario Horta Jr., tenía sólo 19 años. Su padre, que vive en Miami, ha dicho: «Nunca pensé que perdería a mi hijo a manos del mismo régimen criminal que mató a mi padre. Mi padre fue ejecutado por el gobierno por 'actividades contrarrevolucionarias'. Sólo quería un poco de justicia y libertad, igual que mi hijo».

La tercera víctima, Alfredo Evelio Marin, murió a los 26 años. En ese momento su madre, sin sospechar nada, estaba visitando familiares en Miami.

El tiroteo fue tan intenso que despertó a todo Cojímar. Varias casas cercanas a la playa recibieron disparos. Cientos de personas se reunieron en la playa y observaron la masacre. Cuando llegó la policía, el pueblo ya estaba indignado con lo que había visto. «Algunos empezaron a tirarle piedras a los carros de la policía y a gritar consignas contra el gobierno, y otros tiraban botellas», testificó Barbara Manzini. El régimen de Castro respondió enviando tres camiones llenos de tropas del Ministerio del Interior especialmente entrenadas alrededor de medianoche.

Hoddinott describe lo que vio después que ayudó a una muchacha y a su madre en tierra: «Cuando llegué al fin a tierra, había cientos de manifestantes, quizás mil, que gritaban y me aplaudían como si yo fuera un héroe». Como Hoddinott estaba perdiendo mucha sangre, dos mujeres lo pusieron en un taxi y lo enviaron a un doctor, donde fue localizado después por las autoridades cubanas y trasladado a un hospital. Aunque en el hospital comía arroz y frijoles, pescado y carne diariamente, enseguida se dio cuenta de que otros pacientes no eran tratados igual: «Creo que estaban tratando de impresionarme, para que cuando regresara (a EU), parecieran buena gente», dijo Hoddinott.


CASO DE REGLA

En la noche del 13 de octubre de 1993, Luis Quevedo Remolina, de 23 años, y siete amigos, lanzaron su rudimentaria balsa al mar. A las 7:00 p.m., los ocho jóvenes se subieron a un camión y se dirigieron a la costa. En algún sitio de la carretera entre Bacuranao y Tarará, los guardias vieron el camión y le dispararon. Mientras el camión se detenía, los jóvenes saltaron y corrieron en todas direcciones. Los guardias capturaron enseguida a todos menos a uno, que siguió eludiéndolos hasta que fue atrapado entre ellos y el océano. Luis Quevedo Remolina, gritó «No disparen» y se rindió. Los guardias no dispararon. En cambio, comenzaron a golpear a Luis Quevedo repetidamente con la culata de los rifles. Cuando se cansaron de golpearlo, su víctima estaba cubierta de sangre y apenas agarrado a la vida. El resto también fue golpeado y luego llevado a Villa Marista. Luis Quevedo fue llevado a un hospital donde murió. Su familia, después de buscar frenéticamente en las estaciones de policía, hospitales y morgues, fue informada al fin de su muerte 15 horas después. El gobierno cubano le dijo primero a Esther Remolina que su hijo había muerto instantáneamente, al recibir un disparo cuando intentaba escapar. Cuando fue a vestirlo para el funeral, sin embargo, se desmayó: no había disparos, sino contusiones y huesos partidos.

En un conmovedor testimonio grabado por el activista pro derechos humanos Ladislao Velázquez (que fue arrestado poco después), la madre de Luis describió las condiciones del cuerpo de su hijo: «Le aplastaron los testículos. Le rompieron la mandíbula, le rompieron toda la boca. Lo golpearon con las ametralladoras en el estómago. Dijeron después que había muerto de un disparo pero cuando fuimos a vestirlo en la funeraria vimos que no tenía ninguna herida de bala. Lo despedazaron. Son asesinos. Son fascistas. Son criminales.»

La noticia se regó rápidamente por el pueblo natal de Luis Quevedo, Regla. Cuando se supieron los detalles, la intranquilidad pública se convirtió enseguida en indignación, aunque la prensa gubernamental ....ni si quiera informó la versión gubernamental del caso. Mientras tanto, no se le permitía a amigos y familiares de los siete jóvenes detenidos en Villa Marista que los visitaran. Uno de ellos, Luis Abel Rodríguez Aguilera, estaba herido de gravedad por haber sido golpeado repetidamente con la culata de una ametralladora en la cabeza. Para evitar que su madre viera las heridas, los guardias de seguridad le dijeron que su hijo no quería recibir visitas.

En la tarde del 15 de octubre, unos 300 dolientes caminaban detrás del carruaje que llevaba el cuerpo de Luis Quevedo. Muchos más se unieron espontáneamente al atravesar el pueblo el cortejo. De repente se encontraron que la policía había puesto barricadas en la calle principal para desviar a la creciente multitud. Gritos pidiendo justicia y el fin de la dictadura de Castro empezaron a llenar las calles de Regla. «Asesinos, comunistas», gritaba la multitud. Lo que había empezado como una solemne marcha fúnebre se había convertido en toda una protesta pública contra la represión.

El chofer del carro fúnebre se negó a pasar por la estación de policía. Los dolientes, sin embargo, estaban decididos a expresar su dolor. Eide Regosa Pérez rompió las ventanillas traseras del carro (por lo cual fue condenado a un año en prisión). Abrieron la puerta y sacaron el ataúd. Los dolientes corrieron, queriendo todos cargar la caja, y el ataúd fue levantado. La multitud lo colocó frente a la estación de policía. Los gritos de «Abajo Fidel! ¡Abajo la dictadura!» se hacían más fuertes mientras la policía amenazaba a los manifestantes: «Sigan, sigan, cuando esto se termine los vamos a golpear a todos». Más tarde cumplieron sus amenazas y muchos fueron heridos y llevados a clínicas.

En el cementerio, una multitud que esperaba se unió al cortejo fúnebre. Aunque la policía, que llegó alrededor del mediodía, trató de dispersar la multitud con amenazas y diciendo que no se permitiría ningún entierro ese día, la gente se negó a abandonar el lugar. A las 2:00 p.m. la policía llamó a las Brigadas de Respuesta Rápida y le dio instrucciones para que dispersaran por la fuerza a la multitud. Identificados con pañuelos amarrados en el brazo, empezaron a atacar a los manifestantes con palos y cadenas. Uno de los golpeados y arrestados fue Daniel Santana Quevedo, hermano del muerto.

Daniel, cuya herida en la cara necesitó después quince puntos, fue llevado al Departamento Técnico de Investigaciones. También llevaron a ese lugar a los hermanos Héctor y Eduardo Quevedo y a los hermanos Eduardo y Manuel Paz Quevedo, todos familiares del muerto. Aproximadamente unos 30 cubanos fueron arrestados en conexión con los acontecimientos de ese día.

El siguiente testimonio de la madre de Luis Quevedo REmolina, Esther, ilustra cómo la familia seguía siendo perseguida casi diez meses después del asesinato de su hijo. Esther habla de su encuentro con Jorge Rojas, periodista del gobierno, que intentó obligarla a decir que las acciones del gobierno estaban justificadas. Accedió a hablar porque Rojas le garantizó que la entrevista aparecería en la televisión cubana.

Ante las cámaras y micrófonos, Rojas me preguntó qué pensaba de la muerte de mi hijo. Le respondí que no era lo que yo pensaba, sino que lo que había ocurrido realmente, era que mi hijo había sido asesinado. Le expliqué cómo abrí el ataúd, revisé a mi hijo, le saqué el algodón de la boca y vi sus dientes rotos, sus pómulos rotos. Lo vi brutalmente golpeado. Entonces el periodista dijo que Luis había muerte de una herida de bala. ¿Qué bala? Yo no vi ninguna bala, y aunque eso fuera cierto, es un asesinato, porque las balas no caen del cielo. Yo vi los golpes y deformaciones que tenía mi hijo.

Entonces, Rojas dijo que si yo no cooperaba, mi otro hijo, Daniel Santana Quevedo, que ahora está encarcelado en el Combinado del Este, sería condenado a más años de prisión. Y que si yo decía otra cosa, Daniel recibiría una sentencia menor. Yo respondí que no importaba si la sentencia era de seis meses o de por vida, era injusta porque Daniel era culpable sólo de protestar por la muerte de suhermano. Nunca pasaron mi testimonio por televisión. Esa no era la verdad tras la cual estaban». Daniel, el hermano de Luis Quevedo, fue sometido a abusos físicos por lo menos en tres ocasiones. Durante la manifestación, agentes de Seguridad del Estados vestidos de civil lo golpearon hasta dejarlo inconciente con bolas de hierro metidas en el puño. Mientras era arrestado por «desafío», la policía cubana golpeó a Daniel de nuevo, pero esta vez en su propio hogar, en presencia de sus hijos, entre ellos su hija de siete años. Fue entonces trasladado al Combinado del Este, donde los guardias intentaron obligarlo a gritar «Viva Fidel». Cuando se negó, Daniel fue golpeado brutalmente hasta que perdió el conocimiento. La represión está lejos de haber terminado: los Quevedo están bajo vigilancia constante, los activistas que han luchado por informar al mundo lo que ocurrió esa noche de octubre en que fue asesinado el joven Luis han sido silenciados sistemáticamente por la policía política de Cuba.

Aquí en Cuba, se violan los derechos humanos. Yo misma estoy pasando algo inenarrable. Soy una muerta en vida. Asesinaron a mi hijo, un pelotón de fusilamiento asesinó a mi hermano en 1974, y tienen en prisión a mi hijo Daniel por protestar por el asesinato de su hermano. Quiero que el mundo entero escuche mi ruego. Quiero justicia para mi hijo Daniel que está encarcelado injustamente. Quiero que todo el mundo sepa que donde quiera que vaya, seguiré diciendo que ellos asesinaron a mi Luis. Y pido justicia, no sólo para mi hijo Daniel, sino para todos los jóvenes de Cuba.
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BARLOVENTO: The Massacre of Cuban-Chinese


by Agustín Blázquez and Jaums Sutton

Barlovento is a marina development that flourished before 1959 near Jaimanita Beach northwest of Havana.

When Castro was in need of U.S. dollars to prop-up his regime he converted that area into “Hemingway Marina” which became popular among rich and famous foreigners, including yachting Americans, all of whom find dubious amusements and business deals while spending the coveted U.S. dollars, to this day, oblivious that the blood of innocent civilians taint the waters.

This is the area where U.S. fugitive Robert Vesco lived in luxury on his stolen U.S. dollars until he fell out of favor with Castro (perhaps because he ran out of dollars). He was put in jail under the pretext of some shady pharmaceutical deals with a visiting relative of the late president Richard Nixon who worked for one the powerful pharmaceutical companies in the U.S.

But today, Armando Lago, a Ph. D. in Economics from Harvard University, continues working on his book “CUBA: The Human Cost of Social Revolutions. The Black Book of Cuban Communism,” documenting the deaths caused by Castro’s regime from 1959 to the present. According to Dr. Lago’s ongoing research, the total currently ranges between 90,827 and 102,722 deaths (much higher than the 3,000 attributed to Chile’s Augusto Pinochet).

Every one of the deaths Castro has caused deserves to be documented and presented to the world for its review. But, unfortunately, very few are known to the American public because of the bias and censorship of the U.S. media and academia.

One of the individual incidents has been known only to the Cuban exile community and due to the lack of documentation seemed to be at risk of becoming mere folklore. Dr. Alberto Fibla in his 1996 book in Spanish “Barbarie” (Barbarism) describes this incident on page 36 for the first time. Dr. Fibla, was in prison in Cuba from 1962 to 1988 for opposing Castro’s tyranny.

But, in the course of his exhaustive research, Dr. Lago finally uncovered the documentation of that incident. It was thanks to former political prisoner Ela Castro. When about to be released from prison a fellow inmate gave her a copy of the court sentencing documents of the survivors for her to smuggle out. Ela Castro was then able to smuggle the document out of Cuba when she came to exile in the U.S.

As Dr. Lago worked on a chapter of his book that deals with the crimes perpetrated by Castro’s regime against unarmed civilians who attempt to escape Cuba in boats or makeshift rafts, he decided that now that the credentials are available the story should be told immediately, rather than wait for the release of his book. So he shared the details of the story with me, complete with the names of the victims.

So now, for the first time, the complete story.


On January 15, 1962, the Cuban Coast Guard, following Castro’s standing orders, massacred a group of 29 civilians whose terrible crime, so damaging to Castro’s revolution, was wanting to leave Cuba for the U.S. Among them were eight Cuban-Chinese from the town of Bauta and the neighborhood of Marianao, near that rich-man’s-paradise renamed “Hemingway Marina.”

On that winter night, the group went aboard the 31-foot rented boat “Pretexto” (Pretext) anchored at the marina.

But Castro’s Gestapo-type State Security (SS) was already very well prepared and because of its pervasive web of informants, knew of their plans well in advance and had time to organize a dramatic ambush, rather than peacefully apprehending the participants. Castro’s rule-by-fear depends on bloody spectacles as a deterrent lesson to repress others.

As the boat began to head out of the marina in Channel No. 1, the main deep-water channel, it was abruptly halted by a heavy steel chain that had been strung across the channel.

The refugees looked ahead and saw a Cuban Navy vessel anchored at the entrance of the channel that opened fire on them with 30-caliber machine guns. And from one side, more machine gun fire began, completing a multisided attack.

Since the “Pretexto” was unarmed, it was unable to defend itself.

The result of this cowardly and unjustified attack against 29 unarmed civilians was five dead, including three Cuban-Chinese.

According to the court documents Dr. Lago received, the 24 survivors of this crime were sentenced to 20 years in prison in the Judicial Docket (Causa) No. 60 of 1962 by the Revolutionary Tribunal of La Cabana Fortress. This episode came to be known in the Cuban-exile community as “The Chinese Massacre at Barlovento.”

The names of the five assassinated by Castro’s forces can now be given; they are: Amalia-Cora Corzo, Fernando Gil Garcia, both from the Marianao neighborhood and Cuban-Chinese Lee Suey Chuy, Guan Xi Lui and Yak Yim Pan, all from the town of Bauta.

In addition to Dr. Fibla’s book mention, the second source for Dr. Lago’s report is the Revolutionary Tribunal of the Revolutionary District of Havana; the Judge was Vicente Alvarez Crespo in Judicial Docket (Causa) No. 60 of 1962, July 4, 1962, pp 1-2.

This case at Barlovento Marina – now the bloody waters of the “Hemingway Marina” - was not the first or the last incident in the sad history. There are many more cases. Among the most infamous cases are at the Canimar River in the province of Matanzas on July 6, 1980 where 11 unarmed civilians died and the July 13, 1994 sinking of the "13 of March” tugboat outside the waters of the Bay of Havana in which 41 unharmed civilians (men and women) lost their lives along with 12 innocent children.

Dr. Lago, in his incoming book, will document these and other cases. Hopefully this book will not be ignored by the U.S. media and academia as they did with “THE BLACK BOOK OF COMMUNISM: Crimes Terror Repression” published in French in 1997 and translated to English by Harvard University Press (October, 1999). But it seems that while the Nazi crimes are still publicized to this day, the crimes of the communists are being systematically ignored.

It is very revealing indeed of the U.S. media and academia, but what can the purpose of their avoidance of the truth of Communism be? After Castro falls and Cuba hopefully becomes a free and democratic country, many of those guilty in this cover-up will have to answer.

The right to leave and return to any country is guaranteed by the United Nations Declaration of Human Rights. And Cuba is a signatory of this document. But, as usual, Castro’s signature means nothing since his regime has been systematically violating this right and so many others since 1959.



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sábado, octubre 29, 2022

Videos y artículos sobre diferentes versiones de la desaparición y muerte del Comandante Camilo Cienfuegos

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Existe un comentario de que la viuda de Manuel Beatón había contado de que al ver a su esposo muy nervioso le preguntó que qué le pasaba y este finalmente le había revelado que Raúl Castro le había dado la orden de que tenía que matar a Cristino Naranjo. Cristino Naranjo, que era muy amigo del ya desaparecido misteriosamente Comandante Camilo Cienfuegos, estaba a cargo de las investigaciones independientes para saber qué le había pasado realmente a Camilo Cienfuegos .

(Manuel Beatón)

Al Cristino Naranjo parar en una una posta en la que estaba Manuel Beatón esperándolo, discutieron y Beatón sacó su arma y le disparó a Cristino Naranjo matándolo; Cristino Naranjo también era un alto oficial del Ejército Rebelde. Manuel Beatón huyó siguiendo las indicaciones de Raúl Castro y lo único que les quedaba a los Castro para borrar las huellas del asesinato de Cristino naranjo era capturar y fusilar a los hermanos Cipriano y Manuel Beatón Martínez.

Se dice que la tropa de Camilo Cienfuegos, con la cual hizo la llamada invasión  de Oriente hasta Las Villas, había sido disuelta. El Capitán Nené López,  su amigo hombre de confianza y quizás guardaespalda, había partido en julio de 1959 en la invasión para República Dominicana donde murió; . Camilo filmó la partida de esos expedicionarios invasores hacia Dominicana.

 Enviar a Camilo a Camagüey sin su guardia personal  a tomar preso a Huber Matos prácticamente era condenar a muerte a Camilo si  Huber Matos y sus hombres se resistían al arresto; eso no sucedió porque Huber Matos no se resistió y apaciguó a sus hombres. Camilo no murió en esa ocasión del arresto de Matos,   pero es un indicio que Camilo Cienfuegos tenía las horas contadas fuera fiel a los Castro o no ...

(Cristino Naranjo)

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Duanys's Channel

Oct 14, 2021

El documental expone los elementos científicos e históricos que hace cuestionable la versión oficial sobre la supuesta desaparición de la aeronave que transportaba al Comandante Camilo Cienfuegos

ÚLTIMO VUELO DE CAMILO CIENFUEGOS.  ANÁLISIS HISTÓRICO Y CIENTÍFICO. CESSNA 310 FAR 53



Instituto de la Memoria Historica: ¿Asesinaron a Camilo? 


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DESMITIFICANDO UN MITO

Por Aldo Rosado-Tuero
28 de marzo de 2018


En estos días he observado atónito el resurgir en las redes sociales el mito de que Camilo Cienfuegos “el Comandante bueno, carismático y noble”—así lo calificó alguien en Facebook—era anticomunista y por eso Fidel lo mató o lo mandó a matar. En esa discusión se airearon las más increíbles y disparatadas tesis—sin que nadie aportara una sola prueba, sobre el apoyo de Camilo a Hubert Matos, sobre que Camilo y Raúl eran enemigos desde la Sierra, que si a Camilo lo mató Raúl o el “Comandante Pancho” y hasta—ríanse—que fue Vilma Espín quién le descerrajó un tiro.

Como periodista y como combatiente que he dedicado tres cuartas partes de mi vida a combatir la tiranía castrista y que además conocí a Camilo Cienfuegos, no puedo soportar en silencio tanta cháchara intrascendente que trata de dignificar al más fiel perrito faldero que ha tenido Fidel Castro, a un esbirro que veía por el culo de su amo Fidel y quién servilmente en un juego de béisbol entre revolucionarios se negó a integrar el equipo que enfrentaba al equipo en que jugaba Fidel Castro con la más abyecta y “chicharrona” frase que yo he escuchado jamás: “Contra Fidel, ni en la pelota”.


(Camilo Cienfuegos y Fidel Castro. Fidel fue el pitcher o lanzador y Camilo el cather o receptor del equipo ocasional de béisbol ¨Barbudos¨, Comentario añadido por el bloguista de Baracutey Cubano))

¿Por qué iba Fidel a desaparecer a su más fiel cachanchán?

El mito tiene su génesis en la idea de uno de los “cerebros” de la CIA, que cuando se fue a inaugurar la planta de radio que la agencia le financió a Hubert Matos, se le ocurrió que tal vez se pudieran ganar a algunos militares castristas lanzando el bulo de que Camilo estaba de acuerdo con Hubert Matos y que por eso Fidel lo hizo matar y lo desapareció.

Ese mito, sin ninguna prueba que lo legitime, apoyado por la propaganda de la CIA, ha aumentado entre las nuevas generaciones, a pesar de que los oficiales que acompañaron a Hubert Matos el 21 de octubre de 1959,  han negado rotundamente la versión de que Camilo se entrevistó con Hubert a solas.
 En Nuevo Acción hemos publicado las declaraciones de quién fuera capitán ayudante del regimiento Agramonte y por ende de Hubert Matos, Roberto Cruz Zamora (en EE.UU.=Roberto Cruzamora), que también fueron profusamente difundidas por el Miami Herald y por la radio, en que Roberto narra cómo fue la detención de Hubert por Camilo   y la despótica postura de quien en aquel momento era el Jefe del ejército castrista y el más fiel esbirro del tirano Fidel Castro.

(Hubert Matos al frente e inmediatamente detrás se encuentra el también detenido Roberto Cruz Zamora)

Olvidan los que propagan y defienden el mito la postura de Camilo antes y después del 21 de octubre de 1959. Su actitud despótica de ese día, su discurso en la terraza Norte del Palacio Presidencial solamente unos días después de meter a Hubert y sus oficiales en la cárcel (leer debajo el texto de ese discurso) otras pruebas que mostraré hoy que desmienten la falsa propaganda en favor de Camilo Cienfuegos, uno de los más fieles cancerberos del castrato.

Como una foto vale por mil palabras aquí les mostraré unas cuantas fotos que desconstruyen totalmente el mito del “Camilo bueno”.

La foto que encabeza este artículo fue tomada el 21 de octubre, después que Camilo había detenido y enviado para la prisión de La Cabaña a Hubert Matos y sus oficiales y en ella aparece Camilo junto a Fidel—que había mandado a su perro de presa adelante—y ambos denostaron y llamaron a Hubert TRAIDOR.


La foto de arriba de este párrafo es la copia de una nota manuscrita de Camilo Cienfuegos al periódico Castrista “Debate” dando las gracias al pueblo camagüeyano por “haber ayudado a desbaratar la nueva traición a la patria”


(En el mismo año 1959  la avioneta o helicoptero en que viajaban Raúl Castro y otras personas tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en la Ciénaga de Zapata  y Raúl Castro estuvo perdido unas horas ; se inició la búsqueda y fue precisamente, si mal ni recuerdo pero  esto que escribo fue un reportaje de esa época en la revista Bohemia, Camilo Cienfuegos el que encontró a Raúl Castro. Comentario del Bloguista de Baracutey Cubano)

Y en esta otra foto (arriba) es la que desmiente gráficamente la “histórica enemistad de Raúl y Camilo que viene desde  la Sierra”. En ella están juntos disfrutando de unas vacaciones los dos comandantes más culpables después del tirano mayor por la destrucción de Cuba

Fue precisamente el ya difunto Roberto Cruzamora (ver foto de arriba  en la que aparece Roberto detrás de Hubert cuando iban presos para La Habana, y quién compartió celda con Hubert por  7 años, quién hablando del tema me dijo: “Para probar que Fidel es el diablo que es, no hay que inventarle nada. Basta con los horrores que ha hecho. Inventarle  mentiras, solo debilita nuestros argumentos ante los no cubanos, que al descubrir esas mentiras dudarán de las verdades de los crímenes reales del castrismo”

Texto del último discurso de Camilo Cienfuegos después de tomar prisionero a Hubert Matos y demás oficiales del Regimiento Agramonte, los tilda de traición y respalda la revolución:

““Tan altos y firmes como la Sierra Maestra son hoy la vergüenza, la dignidad y el valor del pueblo de Cuba en esta monstruosa concentración frente a este Palacio, hoy revolucionario, del pueblo de Cuba […] Tan alto como el Pico invencible del Turquino, es hoy y será siempre el apoyo de este pueblo cubano a la Revolución que se hizo para este pueblo cubano […] Se demuestra esta tarde que no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, que no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores; aquí hay un pueblo que no le teme a la aviación mercenaria […]

Porque sabemos que este pueblo cubano no se dejará confundir por las campañas hechas por los enemigos de la Revolución, porque el pueblo cubano sabe que por cada traidor que surja habrá mil soldados rebeldes que estén dispuestos a morir defendiendo la libertad y la soberanía que conquistó este pueblo […]  Porque para detener esta Revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero, y si esto llegara a pasar serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si desecha en menudos pedazos se llega a ver mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía! […] que no piensen los que envían los aviones, que no piensen los que tripulan los aviones que vamos a postrarnos de rodillas y que vamos a inclinar nuestras frentes. De rodillas nos pondremos una vez, y una vez inclinaremos nuestras frentes, y será el día que lleguemos a la tierra cubana, que guarda veinte mil cubanos para decirles: ¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no cayó en balde!” (Fin de la cita)

¿Son estas las palabras de un tipo que estaba de acuerdo con Huber Matos? ¡Por Dios, tengan un poco más de seriedad!

Los hechos demuestran históricamente que Fidel no tenía por qué desaparecer a su más fiel esbirro que lo seguía como un perrito faldero, mientras disfrutaba de sus vicios más conocidos: “ron, mujeres y pelota”, como le dijera en su cara el 21 de octubre de 1959 uno de los oficiales que eligieron ir a la cárcel con Hubert Matos. La hechos históricos deben de prevalecer sobre la propaganda. Que Fidel—al igual que Raúl—era  capaz de asesinar a sus mejores amigos y colaboradores no cabe la menor duda, pero Camilo no le dio en vida nunca una sola muestra para que dudara de su absoluta y perruna lealtad.

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EL 21 DE OCTUBRE DE 1959 EN CAMAGÜEY

(Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Húber Matos  en la mal llamada Caravana de La Libertad en enero de 1959)

Por Roberto Cruzamora *

El 21 de octubre de 1959 pudo haberse evitado la tragedia que ha agobido al pueblo de Cuba durante más de 47 años. Aquel día, en Camagüey, estaban dadas todas las condiciones para liquidar el balbuciente castrismo. Huber Matos tenía el apoyo decicido de oficiales y tropa del Regimiento Agramonte y demás escuadrones de la provincia, así como de las federaciones obreras, campesinas y estudiantiles a nivel provincial.

La opinión pública de Camagüey ya estaba recelosa de Castro y algo parecido ocurría en el resto de la isla,  incluyendo a altos dirigentes del Movimiento 26 de Julio, el gobierno y jefe militares de otras provincias, con las que conversábamos abiertamente del rechazo al cáncer del comunismo que hacía metástasis más y más en el cuerpo sano de la revoluciónn
nacionalista.

Liquidado Castro, ¿ qué habría pasado? Cierta confusión en los primeros momentos. pero ¿habría podido el a la sazón impopular sustituto Raúl Castro, resistir con éxito la sublevación del Ejército Rebelde y el estado de conciencia nacional contra la instauración del comunismo? ¡No! Muerto y denunciado el plan “melón” de Fidel, habría muerto al nacer ese monstruo híbrido estratégico de los Castro y la revolución habría vuelto  a los cauces que la originaron.

Esa fue una ocasión digna de mejor suerte protagónica. Hubo, sin embargo, ausencia total de liderazgo por parte de Huber Matos, a quién apoyé entonces sin mirar consecuencias y de lo cual aún hoy no me arrepiento, a sabiendas de que Matos fue una bandera que se deshizo entre las manos de los que la sosteníamos, estrujada y raída por el efecto erosivo del tiempo.

(Foto histórica del traslado de los detenidos en Camagüey el 21 de octubre de 1959. En primer plano a la derecha, Hubert Matos, inmediatamente detrás  de él Roberto Cruzamora. Ambos ya fallecidos)

No se puede hablar de la coyuntura histórica que analizamos sin hablar de la conducta de su principal fugura, Matos. Las coyunturas históricas marcan a sus protagonistas. Matos lleva sobre sus hombros y su conciencia la terrible carga de su actitud vacilante e irresoluta. Su carta a Fidel y la declaración grabada en su voz el 21 de octubre en horas de la mañana, leídas ambas retrospectivamente, nos hacen exclamar: ¡Ojalá que nunca las hubiera hecho! Son un largo dedo índice que lo inculpa y explica sicológicamente por qué nos ordenó a los oficiales y a la tropa que nos disparáramos “bajo ningún concepto” para evitar “derramamientos de sangre”. Esa actitud era propia de un Ghandi, no de un comandante militar defenestrado en público por Castro, quién entró en el Regimiento Agramonte rodeado de una turba que movilizó en las calles de Camagüey y con sólo unos pocos escoltas que trajo de La Habana.

El trabajo sucio de perfecto sicario lo realizó Camilo Cienfuegos. Arrestó a un Matos inerme-que intentó ser conciliador- con actitud descompuesta y peyorativa. No tuvo en cuenta siquiera que lo hacía  en la casa y delante de la familia de quien se rendía sin oponer la menor resistencia.

(Huber Matos en un acto  conmemorando el nacimiento de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902. Foto de dos o tres años antes de fallecer)

Ahora Matos, dice que Camilo tuvo una conversación privada con él en su dormitorio. Como testigo que permaneció todo el tiempo junto a Matos, puedo jurar que esta conversación no tuvo lugar, pues Camilo nunca estuvo a solas con Matos. Dice Matos que Camilo le envió dos notas a la prisión. Como  único compañero de celda de Matos que nunca se separó de él, puedo jurar que esas notas jamás se recibieron en prisión. Hay que tener en cuenta  que en aquellos años la confianza recíproca entre Matos y y yo era notoria.

La triste realidad es que Camilo-ya en la oficina central de la Jefatura del Regimiento-llegó tan lejos en calificativos de la peor especie contra Huber Matos que no se detuvo en su ensañamiento ni siquiera después  de haberlo quebrado emocionalmente. Como si todo eso no bastara, el ataque de Camilo a Matos desde el balcón del Palacio Presidencial el 26 de octubre de 1959 puede refrescar memorias olvidadizas sobre el mito de Camilo “El Bueno”.

La memoria de José Manuel Hernández, capitán del escuadron de Florida, y el sargento José García, nos exigen moralmente desde sus tumbas que digamos la verdad, por la que ellos se inmolaron de su propia mano el 21 de octubre, en gesto de protesta digna de recordación y encomio.

*  Roberto Cruzamora era el  capitán ayudante del Regimiento Ignacio Agramonte, cuando ocurrieron los hechos narrados el 21 de octubre de 1959. Recibió la condena  más larga después de la impuesta  a Huber Matos por aquellos hechos.

(Publicado en la edición del sábado 21 de octubre del 2006)
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Habla un allegado a Camilo Cienfuegos

(Testimonio de Carlos Fariña Vargas,)

       
 (Osvaldo Sánchez, uno de los agentes de la KGB en Cuba y uno de los jefes del brazo armado del Partido Socialista Popular ( uno de los nombres que tuvo el partido comunista de Cuba)   al lado de Camilo Cienfuegos. Una de las versiones de la desaparición de Camilo Cienfuegos  apuntan a Osvaldo Sánchez como ejecutor del asesinato de Camilo. Osvaldo Sánchez  muere acidentalmente por ¨fuego amigo¨ cuando derribaron su avioneta cerca de Varadero. Nota del bloguista de baracutey Cubano)

Carlos Fariña Vargas, fotógrafo argentino, trabajaba en el diario La Prensa, de Lima, desde 1957. Un buen día se encontró con Agustín Tamargo, entonces subdirector de la revista cubana Bohemia, quien viajaba por algunos países de América Latina tratando de publicar trabajos que dieran a conocer la rebelión que tenía lugar en Cuba. Fariña supo así de las acciones contra el dictador Batista, del asalto al cuartel Moncada, y del alegato conocido como “La historia me absolverá”.

    Al igual que otros, simpatizó con aquella joven revolución, y llegó a cooperar en algunas actividades que lo conectaron con el exilio cubano en Lima. Aquí conoció a Hilda Gadea, entonces esposa de Ernesto Guevara, y le tomó fotos a la hija de ambos. Una de esas fotos se la obsequiaría después al Ché.

    A los pocos días de su llegada a La Habana en el año 1959, el jefe de la Revolución envió aviones de las fuerzas armadas a casi todos los países latinoamericanos para repatriar a los exiliados. Algunos presidentes de otros países también prestaron aviones con ese fin, como fue el caso de Honduras, de donde regresaron unos 200 cubanos. Perú fue el último país adonde se envió por exiliados cubanos, debido a presiones del Ché, quien vivía en Cuba con Aleida March y no deseaba un reencuentro con Hilda. Pero antes de terminarse enero llegó el vuelo desde Lima con los exiliados cubanos, y con dos latinoamericanos simpatizantes de la nueva revolución: Carlos Fariña y el periodista chileno Orlando Contreras.

    La acogida en el aeropuerto de la fuerza aérea, en Marianao, al fondo del campamento de Columbia, fue muy efusiva y emocionante. Uno de los repatriados del mismo vuelo, con la espontaneidad característica de los cubanos, se llevó a los dos extranjeros a comer a su casa; allí durmieron y, al día siguiente, Carlos y Orlando se fueron caminando hasta el hotel Hilton, en el Vedado: un foco de ebullición desde donde el Comandante por esos días dirigía el país. Al llegar al hotel fueron directo al baño, para encontrarse nada menos que con Tamargo, que entonces dirigía el noticiero del canal 11. En esa primera visita al todavía hotel Habana Hilton, Orlando y Carlos quedaron muy impresionados al ver que en fecha tan temprana ya se transmitía televisión a colores en Cuba .

    Se dirigieron los tres a buscar un hotel en la calle Prado, donde Agustín los presentó con Riera, un dirigente de la Asociación de Cafetaleros. Fue este señor quien, al saber que eran periodistas, decidió llevarlos con Camilo Cienfuegos, el Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Así que a las pocas horas de estar en Cuba conocieron al legendario guerrillero y le ofrecieron sus servicios. Cuando le presentaron al fotógrafo, Camilo soltó enseguida una de las suyas: ¡Coño, otro argentino más! ¡Si ya tenemos bastante con el Ché Güevara! (así decía, pronunciando la u). Y después de pocas palabras más, les dijo algo que nunca supieron si fue orden o ruego: ¡Encárguense del Negociado de Prensa y Radio!

    Para ocupar esa responsabilidad se requería que fueran oficiales del ejército rebelde, y Camilo los propuso a ambos como Segundos Tenientes ante el presidente Urrutia, quien estaba encargado entonces de tales nombramientos; por supuesto Urrutia los nombró de inmediato. Orlando Contreras se iría después para la Voz del INRA, una estación de radio dedicada a informar sobre los logros de la Reforma Agraria, y con el tiempo llegó a ser un periodista muy conocido en la Isla.

    Por su parte, Fariña en lo adelante estuvo siempre al lado de Camilo; andaba con él todo el día y todos los días, para arriba y para abajo, inspeccionando regimientos o simples puestos de soldados, en misiones y en transgresiones, y pudo conocer muy bien y admirar profundamente al hombre cuya valentía sólo era comparable a su simpatía. Casi se convirtió en su guardaespaldas.

    Realizaron juntos un sinfín de correrías y trabajos por toda la isla. ¡Deja la cámara y agarra el fusil! —solía decirle Camilo. En broma, porque él también valoraba el trabajo del fotógrafo. Una vez, en Las Villas, llegaron a un puesto militar y Camilo, siguiendo lo que ya era su costumbre, entró por el fondo saltando la cerca de alambre de púas. A Carlos no le quedó otro remedio que seguirlo, aunque eso podía significar que las postas les dispararan. El único soldado presente, de guardia en la entrada principal, los reconoció enseguida. El jefe del puesto no estaba cumpliendo sus funciones, se había ido nada menos que para la playa. Camilo pidió el libro de partes, y escribió que aquel soldado que estaba cumpliendo su deber era ascendido a Teniente y por lo tanto quedaba al mando de la unidad, mientras que el Jefe de la Unidad era degradado. El teniente así castigado había peleado en la Sierra, y después, en La Habana, el Comandante le buscó un trabajo bien remunerado fuera del ejército. Camilo tenía unos principios de justicia firmes y transparentes —me decía Carlos, pensativo.

    Fariña conoció a muchos de los hombres más allegados a Camilo. Por ejemplo, al jefe de su escolta, llamado Manolo. Había peleado al mando del héroe, y al parecer era tan arrojado como su jefe. Cuentan que en medio del fragor de la batalla solía pararse y gritarles a los soldados de Batista: ¡Casquitos, me van a coger la cabeza de la pinga!, llevándose la mano al sitio correspondiente. Tanto repitió eso, que le decían “Manolo Cabeza de Pinga”. Supo también Fariña que gran parte de la columna de Camilo fue enviada por Fidel en junio de 1959 a invadir Santo Domingo e iniciar la lucha guerrillera contra Trujillo (con la oposición, entonces todavía posible, de varios de los principales jefes revolucionarios). Buena parte de la columna desapareció, unos hombres muertos en combate y otros asesinados después de caer prisioneros.

    Un día se encontraban en Bayamo, en una cantina, y Camilo le preguntó: Oye, Ché, ¿tú eres comunista? Carlos le respondió que no, y Camilo prosiguió: ¡Yo tampoco, y si esto se jode, agarro mis escopeteros y cojo p´al monte otra vez! No viviría lo suficiente para hacerlo. Ese día estaban en un grupo, y además es de suponer que frases como esa las dijo también Camilo en otros lugares, con otra gente. No estaba en su naturaleza ocultarse para hablar nada, menos ocupando la posición que tenía. Un artículo suyo que había salido en Bohemia era muy claro en cuanto a sus opiniones, radicalmente contrarias al comunismo y a lo que llamaba el imperialismo soviético.

    En una oportunidad, avanzado ya el año 59, se encontraban en Varadero y recibieron la orden de presentarse en Santa Clara para participar en un acto en el Parque Central de esa ciudad. Camilo era de Yagüajay, un pueblo de esa provincia, donde además había alcanzado una de sus victorias más resonantes con el Ejército Rebelde; si era querido y admirado en toda Cuba, más lo era todavía en Santa Clara. Aunque salieron rápidamente, en un DC3 pilotado por quien entonces era conocido como El Casquito Lozano (ex piloto de Cubana de Aviación que en esos días manejaba el helicóptero de Camilo y después sería director de Aeronáutica Civil), llegaron tarde, porque se habían demorado en localizarlos. Eso no hubiese tenido mayor importancia, pero resulta que llegaron al acto en pleno discurso de Fidel, y cuando el pueblo reconoció a Camilo se volvió hacia él y corrió hacia el grupo que llegaba para vitorearlo, mientras Fidel seguía hablando para gente de espaldas que sólo se fue volteando a medida que Camilo se acercaba a la tribuna . El Gran Líder disimuló de momento el enojo. Pero después, reunidos en una casa de la ciudad (también estaba el Ché, que había hablado antes que Fidel), Camilo tuvo que aguantarle no sólo una fuerte reprimenda, sino toda una perorata sobre la importancia de que en una Revolución hubiera un solo líder para mantener la unidad de todo el pueblo, y el gran cuidado que debería tenerse en esos asuntos. Eso, a pesar de que era obvio que no había sido intención de Camilo quitarle público. Aquella situación, con Camilo, guarda cierta similitud con otra de muchos años después: cuando Gorbachov viajó a Cuba, El General Arnaldo Ochoa habló con él en ruso, frente a Fidel, que por unos momentos dejó igualmente de ser el centro de la atención. Fue un lapso breve, pero ese es el tipo de cosas que ciertas personalidades no perdonan.

    Doce días antes de la desaparición de Camilo, Fidel suprimió el Ministerio de Defensa y creó el de las Fuerzas Armadas. El resultado de esta decisión fue que tanto el Ejército Rebelde, como la Marina de Guerra y la Aviación, quedaron supeditados al nuevo ministerio, y por lo tanto Camilo se convirtió en subalterno de Raúl Castro. Ni corto ni perezoso, Raúl comenzó a “depurar” el ejército y ordenó dar de baja a centenares de guerrilleros, entre ellos buena parte de lo que quedaba de los soldados que habían combatido con Camilo, y a todos los miembros de su escolta, a los que mandó de regreso a sus lugares de procedencia.

    Camilo en esos días se movía prácticamente sin protección, aunque, confiado como era, el asunto no le preocupaba. Por eso, cuando partió de Camagüey por última vez, Manolo no iba con él. Los comunistas seguían tomando con rapidez todas las posiciones clave en el país, hasta que Huber Matos protestó por ello y le escribió la conocida carta a Fidel. Camilo estaba ajeno a estos acontecimientos; acompañado por Carlos Fariña, había estado quince días recorriendo la provincia de Oriente. Regresaron a la capital para el fin de semana.

    Carlos se encontraba hablando con Lozano cuando el comandante le dijo que se fuera a descansar, que se verían el lunes. Pero por algún presentimiento el fotógrafo fue al Estado Mayor al día siguiente. Como tenía los uniformes sucios, iba vestido de civil, y en un transporte militar, cosa prohibida desde hacía poco por una orden de Fidel. No obstante, no sólo lo dejaron pasar, sino que le pidieron darse prisa: tenía una citación de Camilo para presentarse lo antes posible en el Regimiento Agramonte (el que estaba bajo el mando de Huber Matos en Camagüey), y un recado de que el Capitán Teruel, ayudante de Raúl Castro, lo estaba buscando. Encontró a Teruel y se dirigieron al aeropuerto militar, al fondo de Columbia, donde había varios aviones preparados en disposición combativa. En uno de ellos partieron para el regimiento camagüeyano.     Carlos fue de inmediato a la oficina de Huber Matos, y allí estaba Camilo, sin camisa, sentado sobre el escritorio en forma de media luna de Huber Matos. A su lado había un arma queCamilo le había regalado a Huber, y que mucha gente conocía: un calibre 38 pequeño. En la cacha externa tenía grabada una bandera cubana, y en la interna una palabra que Camilo solía usar en broma con algunos de sus allegados: “Comevaca”. Era un regalo afectuoso, que aludía a la época guerrillera. Huber había agregado a su cartuchera un aditamento y usaba esta pistolita encima de la suya.

    Carlos le preguntó a Camilo qué sucedía. Eso bastó para que el comandante, siempre alegre y sonriente, manifestando una cólera inexplicable, le gritara: ¡Quién eres tú para preguntarme! Carlos lo miró serio y extrañado sin decir nada. Ante el silencio respetuoso de su ayudante, Camilo se calmó y le dijo que fuera a comer algo. Al lado de la oficina de Matos había un pequeño cuarto con un catre donde echarse a dormir un poco, cuando el natural exceso de trabajo y preocupaciones de un oficial de su rango en esos tiempos lo mantenía demasiadas horas en su oficina. Fariña iba retirándose, pero pudo escuchar cómo Camilo, asomado a la puerta de ese cuarto, decía: No te preocupes, Huber, yo voy a ser testigo de descargo a tu favor.

    Muchos piensan que si Fidel hubiera ido en persona a aprehenderlo, Huber Matos se hubiese defendido. Era un verdadero ídolo en su regimiento y todos sus soldados lo habrían apoyado. Pero el Máximo Líder envió a uno de los dos comandantes más prestigiosos (el otro era
el Ché), que era jefe de Huber por ser Jefe del Estado Mayor, y además su amigo. Ambos confiaban, confiaron, en la justicia revolucionaria que no era otra cosa que el arbitrio de Fidel: Camilo accedió a cumplir la orden de aprehensión y Huber a dejar que lo tomaran preso.

    Al fin Fariña supo por qué Camilo lo había mandado llamar: le solicitó que fuera a todas las emisoras provinciales de radio y grabara los programas transmitidos en los últimos diez días que habían contado con la participación de Matos. Era una orden de Fidel, quien pretendía rebuscar en las palabras del acusado cualquier cosa que le sirviera como prueba de la “traición” por la que ya había decidido condenarlo. Después de darle esta orden a Fariña, Camilo regresó a La Habana. Ramiro Valdés partía con el Comandante Matos y más de 40 de sus oficiales, en calidad de presos, al campamento de Columbia.

    Pero ocurrió un problema técnico: todavía las emisoras camagüeyanas transmitían en 50 ciclos y todos los aparatos con que contaba Fariña funcionaban en 60; de modo que no se podía grabar; tuvo que regresar a La Habana a buscar grabadoras apropiadas, en un automóvil de los que tenían decomisados en el regimiento de Huber.

    Obtenidos los equipos, Carlos se reportó en el Estado Mayor antes de volver a Camagüey, y se encontró con que Camilo se dirigía de nuevo a esa ciudad. El comandante le pidió que fuese en el avión con él, pero Carlos le explicó que tenía que devolver el automóvil, pues había dejado su firma por él en Camagüey, de modo que viajaron separados. Ese detalle quizás le salvó la vida al fotógrafo, pues de haber viajado con Camilo en el avión, probablemente hubieran regresado también juntos, en el vuelo del desenlace trágico.

    Jorge Enrique Mendoza, con algunos ayudantes, fue el encargado por Fidel de fabricar la supuesta conspiración de Huber. Camilo fue a Camagüey con la intención de interrogar a los hombres de Mendoza, de lo cual Raúl Castro tuvo conocimiento. ¿Qué información llevaba Camilo Cienfuegos para La Habana como resultado de su investigación? Nunca se sabrá; lo que sí se sabe bien es que Camilo no creía en la supuesta conspiración de Huber.

    En el último viaje Habana-Camagüey Camilo iba a volar con uno de sus ayudantes, el capitán Lázaro Soltura, pero Raúl Castro dispuso que Camilo viajara con Senén Casas Regueiro, que seguiría hasta Santiago después. ¿Por qué impidió Raúl que viajara el ayudante de Camilo, si sobraban plazas en el avión? Es uno de los detalles que se han convertido en incógnita. El avión en que regresaba Camilo para La Habana era un Cessna 310, bimotor. Salió con un soldado de escolta y el piloto, llamado Luciano Fariñas (el mismo apellido de Carlos pero con ese al final).

    Hay distintas versiones sobre el aparato de radio del avión; algunos afirman que no tenía o estaba defectuoso, y otros que funcionaba bien. El hecho es que, como dice Carlos, Camilo se montaba en cualquier cosa. El piloto Fariñas, entonces teniente, tenía alguna experiencia; en una ocasión Carlos y Camilo cayeron con él en las inmediaciones de Cayo Largo, accidente sin consecuencias debido a fallas del avión, en que Fariñas demostró habilidad y sangre fría. El vuelo, aquel 28 de Octubre, iba a durar unas dos horas. Nunca más fue visto el héroe popular, el Señor de la Vanguardia, el comandante rebelde más querido y más representativo de la idiosincrasia del cubano.

    A los 20 minutos de salir el avioncito de Camilo, despegó del mismo aeropuerto un Sea Fure, avión de fabricación inglesa que era el caza de hélice más rápido en la época. Salió con las armas descubiertas, y al regresar, se vio que el piloto había disparado los cañones y las ametralladoras; informó que lo había hecho para probar las armas. La posibilidad, el sentimiento de que le hubiera disparado a Camilo era tan fuerte, que Manolo “Cabeza de Pinga” lo obligó a ir con él en una lancha hasta donde decía haber disparado, y le exigía, encabronado y encañonándolo, que encontrara los cartuchos vacíos, cosa desde luego imposible en el mar. Al regreso Manolo estuvo a punto de matarlo, y al parecer lo hubiera hecho si no le quitan al piloto de enfrente y lo apaciguan. El nombre de este piloto no se recuerda, pero se comentó entonces que Raúl Castro le había dado de alta en la fuerza aérea. Nunca se tuvo otra noticia de él. Fidel mencionó en su explicación posterior lo del despegue del Sea fure, sin decir el nombre del piloto y sin que nunca se le llamara a hacer declaración alguna. Es más, el capitán Fortuño, miembro de la Fuerza Aérea de Camagüey, dijo a la prensa el 31 de octubre que había notado en el avión de Camilo que “un motor estaba fallando”. Fortuño tampoco fue llamado a declarar. En realidad no podía ser llamado a declarar, porque no se realizó investigación alguna sobre el supuesto accidente.

    El gobierno, por su parte, demoró solamente treinta horas en dar por perdido al comandante. El parte oficial fue publicado en Revolución la mañana del 30 de octubre, a 36 horas del despegue del Cessna.

    Después de la desaparición del héroe, el jefe de la torre de control de Camagüey fue encontrado muerto de un disparo en la sien. La sangre y la masa encefálica mezcladas en un amasijo pegajoso le dejaron la cabeza pegada a la pared. Quedó de pie, extrañamente recostado al muro; Carlos estaba presente cuando algunos compañeros lo despegaron de la pared y lo acostaron. Oficialmente, el controlador fue declarado suicida.

    Fariña participó en la búsqueda de su jefe y amigo, volando 10 horas diarias durante 6 días, hasta que se perdió toda esperanza de encontrarlo. Un total de 130 aviones, según se informó, se dedicaron a buscar a Camilo. El gobierno de Cuba hasta le pidió ayuda al de los Estados Unidos para localizarlo, pero le marcó unos límites tan al norte, que no había la menor posibilidad de que fuera encontrado por los americanos. Otro detalle interesante que Fariña recuerda es que Fidel compareció por televisión junto al padre de Camilo y le dijo que tenía que resignarse, pero se lo dijo ¡antes de que se diera por concluida la búsqueda!

    Como suele suceder en estos casos, surgieron varias versiones de aparición: en Pinar del Río, en Yagüajay, incluso que andaba con una enfermera. El 4 de Noviembre una noticia aseguraba que había aparecido vivo. Todo el pueblo se entusiasmó; lo ubicaban en una embarcación pequeña llamada “Recuje” u “Ocuje”, que tocaría costa de un momento a otro. Pronto se supo que era falso.

    Almeida ya había sido nombrado sustituto de Camilo como Jefe del Estado Mayor cuando Carlos Fariña regresó de la búsqueda. Entonces se enteró de que estaban desarmando a todos los ayudantes de Camilo. Él llegó con Almeida a entregarle también su arma, pero el nuevo jefe le dijo que la conservara. A los pocos días uno de los militares allegados a Camilo, el comandante Cristino Naranjo, ayudante del héroe hasta su desaparición, fue muerto por el capitán Manuel Beatón en una de las entradas al campamento de Columbia, a la que Naranjo llegaba en automóvil con dos de sus hombres. Según la versión oficial, se le pidió identificación y, al buscarla, la posta creyó que se trataba de un arma y los balearon, matando a los tres. No es algo imposible pero sí difícil de creer, ya que Beatón conocía perfectamente a Naranjo . Otro de los allegados a Camilo fue encontrado muerto en un automóvil, y varios más fueron encarcelados por diversos motivos. Gran parte de los ayudantes del Estado Mayor de Camilo murieron o desaparecieron en poco tiempo. Lo que quedaba de la columna de Camilo fue dispersada, enviados algunos hombres a Isla de Pinos y otros a Pinar del Río, para la base de San Julián. Entre estos estaba un grupo que después fue llamado a participar en la guerrilla del Ché en Bolivia.

    Fariña presenció también la farsa del juicio contra Huber Matos. Fue una excepción, pues sólo permitieron la presencia de altos oficiales. El fiscal fue Papito Serguera, quien tenía sobre su mesa una pila de documentos como de un pie de alto, las supuestas pruebas no se sabe de qué. Fariña me contó que cuando llegó Fidel a la sala del juicio, Huber le gritó un par de verdades, al punto de que los escoltas de Fidel rastrillaron las armas y lo apuntaron. Después no pudo decir nada más. Fidel como siempre habló todo lo que quiso, desviando el problema principal, que era la renuncia de Matos a su cargo porque los comunistas se estaban infiltrando en el ejército, a otros asuntos de poca importancia, además tergiversándolos. Terminó con una frase dirigida a los jueces, parafraseando el final de su defensa cuando el ataque al Moncada. Alguna vez tuve en mis manos un folleto con este discurso, cito de memoria: Si ustedes quieren absolverlo, ¡absolvedlo, no importa, la historia lo condenará!

    Para aquellos jueces, en cuya designación desde luego Fidel mismo había intervenido, era muy difícil llevarle la contraria a un acusador que era también su jefe. El Comandante Huber Matos fue condenado a 20 años de cárcel por haber escrito aquella carta, sin dudas la renuncia más duramente castigada de la historia. Es obvio que los oficiales fueron invitados a presenciar aquellos hechos con una intención disuasiva.

    A Carlos Fariña los sucesos relacionados con la muerte de Camilo, el juicio de Huber Matos, algunos fusilamientos que presenció, muchos otros de los cuales supo, presumiendo que no eran justos, le significaron lo que en Cuba se llama una cura de caballo de ese virus que es la simpatía hacia la revolución cubana. Hizo que un amigo le enviara del extranjero una carta diciéndole que su padre estaba enfermo, y aunque Almeida se negó a autorizarlo a salir del país, después Raúl accedió a ello. Ojos que te vieron ir, nunca más regresó a la Isla; vivió y trabajó hasta su muerte en mi misma ciudad, donde el azar nos hizo encontrarnos y me contó sus experiencias.


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