Zoé Valdés sobre la Ceremonia de los Premios Oscar: Las majaderías y la poca memoria de Hollywood
Las majaderías y la poca memoria de Hollywood
Por Zoé Valdés
29 de febrero 2016
Ayer vi la Ceremonia de los Premios Oscar, antes que interesarme por si Leonardo Di Caprio ganaba o no, quería enterarme si por fin un monstruo de la música, Enio Morricone, lo ganaba a sus ochenta y tantos años. Felizmente ganó y su agradecimiento, en italiano, fue uno de los más sobrios y emocionantes. También el Oscar fue a parar a manos de los productores de la mejor película Spotlight. Basada en hechos reales el film cuenta la investigación de varios periodistas estadounidenses sobre la pedofilia en la iglesia americana. El mensaje de uno de los productores en la entrega de la estatuilla fue justo y valiente: “Papa Francisco, es hora de defender a los niños y restablecer nuestra fe”. Esta, sin duda alguna, fue una de las demandas menos políticamente correctas y más válidas en una noche plagada de majaderías y poca memoria.
Aparte la broma sexista y de mal gusto del presentador Chris Rock, que no sabría yo situar si estaba a favor o en contra de las actrices y de las damas de la profesión, creo que más bien en contra, o el tiro le salió por la culata, la ceremonia estuvo marcada por el boicot de los actores y directores negros a una edición donde, es cierto, se echaron en falta nominaciones a grandes comediantes como Idris Elba en Beasts of No Nation. La calidad del presentador, indudable, pero las numerosas referencias al racismo de Hollywood, desviaron la atención de la calidad de las obras fílmicas a las reivindicaciones sociales y políticas. Lamentable. Sobre todo porque era innecesario, la presencia de los afroamericanos en la gala fue notable: Tanto el presentador, como la presidenta de los Oscar, así como el director de orquesta, un cantante nominado por la mejor música, y profesionales negros también antiguamente nominados así como premiados entregaron estatuillas e hicieron sus discursos sin que nadie los censurara. Momento de gran emoción, reitero, sucedió cuando Quincey Jones entregó el premio a Enio Morricone. Todavía no he oído a ninguno de estos personajes manifestarse en contra del racismo en Cuba, por ejemplo, y mucho menos defender y apoyar a la disidencia negra y al exilio negro cubanos. Varios de ellos viajarían seguramente a Cuba a insuflarle respiración artificial a la dictadura castrista. Lo que prueba que a ese sector de Hollywood sólo le interesa la justicia social cuando es políticamente correcta y cuando afecta sus bolsillos.
Nadie se pregunta por qué Morgan Freeman fue tantas veces nominado, todo el mundo opina que es un magnífico actor. A partir de esta bobería de anoche sí que nos preguntaremos si a los actores negros les darán el Oscar , mediante cuota, por negros o por buenos actores. Pregunta que tampoco uno no se hace respecto a Oprah Winfrey, que es de las mujeres más poderosas de Estados Unidos. Nadie piensa que lo es por ser negra, sino por lo buena que es.
Otra broma pesada de Chris Rock consistió en burlarse de tres niños asiáticos.
Quisiera por otra parte, hacer referencia a otra majadería hollywoodense, la de Leonardo Di Caprio y sus anteriores nominaciones al Oscar, sin que las ganara. Di Caprio es, quién lo duda a estas alturas, un inmenso actor que no ganó, hasta ayer, con su magnífica performance en The Revenant. El mundo entero estaba pendiente de esta recompensa. Y sin embargo, Leo, como le llamamos en Francia, no ha sido ni mucho menos el actor más relegado en la historia de los Oscar. Como bien podemos leer en este artículo: “… Peter O’Toole fue candidato siete veces y nada. Al Pacino, ocho y ganó un Oscar. Paul Newman, nueve y uno. Laurence Olivier, 10 y uno…”. Cary Grant, por cierto, nunca tuvo un Oscar. Eso sí, ninguno de ellos poseía el contundente historial ecologista que tiene Di Caprio en su defensa por salvar el planeta, tal como dejó plasmado en sus frías y apresuradas palabras; no, ellos iban a competir por el Oscar como actores exclusivamente. No quiero decir que en esta ocasión Di Caprio haya ganado por ser más ecologista que actor, para nada, pero estoy segura que el bien pensante Hollywood le otorgaba ese aspecto de su biografía como ventaja. Di Caprio, terminada su participación dio media vuelta dándole la espalda y dejando rezagada a la soberbia Julianne Moore, en un acto bastante patán e insolente, por no decir machista.
Y anteriormente ya había llegado el turno del mexicano Emmanuel Lubezky que ganó su tercer Oscar consecutivo, y claro, después de Di Caprio, el director, también mexicano, Alejandro González Iñárritu, que se llevó su segundo Oscar consecutivo. Lubezky no, pero Iñárritu no se pudo contener y metió a su manera el discurso de la raza. Por supuesto, sin tener en cuenta que ellos mismos han tenido la tremenda oportunidad, a fuerza de calidad y de maestría, nadie lo discute, de llegar a allí, ganando premios en la Meca del cine, sin que nadie los aparte a un lado. Y para que no lo olviden, mucho antes tuvieron esa misma oportunidad, aunque siendo los primeros quizá para ellos fue más rudo, otros hispanos. Recuerden cuando Vicente Blasco Ibáñez aparecía en los créditos primero que Rodolfo Valentino y Greta Garbo, quien por cierto se españolizó el apellido como Ricardo Cortez, una superestrella europea de nombre Jacob Krantz que también lo hizo para triunfar en una época en que actores como Antonio Moreno, Gilbert Roland y Ramón Novarro hicieron leyenda en la época dorada de Hollywood, sin nombrar a otros tantos. Gracias a Miriam Gómez por precisármelo.
Muy feliz me puso que El hijo de Saúl se hiciera con la recompensa al mejor filme extranjero, su director, el húngaro László Nemes dio una lección de historia y sensibilidad en breves palabras. Aunque la francesa Mustang al parecer estuvo picando cerca.
Otro gran momento, aunque no es santa de mi devoción, lo protagonizó Lady Gaga con su magnífica interpretación. Y sin embargo también tuvo su lado de reivindicación social.
¿Valió la pena pasar una noche en blanco? Sí, los dos minutos de Enio Morricone compensaron los caprichitos y olvidos en las largas horas que duró el espectáculo.
Zoé Valdés.
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